25 de agosto de 2008
Extractos da intrevista a Mons. Malcolm Ranjith pelo diario católico Die Tagespost .
DT: Onde encontra exemplos duma inculturacion cristiana fallida en Asia?
MR: Es, por ejemplo, completamente asiático el respetar los símbolos religiosos, tales como el atuendo sacerdotal y la vestimenta religiosa. En ningún templo budista encontrarán monjes que no usen hábito. Los “Hindusanyasis” tienen signos de identidad que los distingue de otros en el templo o en la calle. Esta actitud no es ni típicamente budista ni típicamente hindú, es asiática. Los asiáticos quieren señalar con estos símbolos la realidad que está detrás de la realidad exterior visible. Consideran, por ejemplo, a las vestimentas sacerdotales o religiosas como una distinction que hace que la persona determinada se destaque de la masa por su ideal personal. Cuando los sacerdotes y religiosos aparecen con la ropa civil occidental y no revelan su estado, esto no tiene nada que ver con la inculturación, sino con una mirada pseudo-asiática, que es de hecho bastante europea. Por esto, es muy lamentable que los sacerdotes y religiosos en muchos países de Asia no usen ya más las vestimentas correspondientes a su estado. Una de las congregaciones mundialmente conocidas, que ha diseñado exitosamente un hábito religioso modelado según la forma de vestir local, es la Congregación de las Misioneras de la Caridad (las Hermanas de la Madre Teresa). Ellas son un ejemplo de inculturación cristiana exitosa, porque cada niño en la calle las puede identificar inmediatamente.
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DT: ¿Qué estándares se aplican a la inculturación exitosa?
MR: El texto sinodal “Ecclesia in Asia” señala expresamente que Cristo fue asiático. Las raíces de la cristiandad y la cultura judía que Jesús encontró en Jerusalén, eran asiáticas. Por supuesto que la cristiandad se ha extendido en Occidente por medio del pensamiento greco-romano. San Pablo y otros fueron una especie de pioneros en esto. Desafortunadamente, las vicisitudes de la historia hicieron imposible una pronta difusión de la cristiandad en Asia. Simplemente no hubo suficiente “entrada” en la forma asiática de pensar. En Asia, aún predomina la imagen de la cristiandad como una religión importada por los colonialistas. Pero eso no es verdad. La cristiandad llegó a Asia mucho antes que los poderes coloniales. En la India, por ejemplo, tenemos la fuerte tradición de los cristianos de Santo Tomás. El que quiera transferir la cristiandad a la forma de vida asiática, debe mostrar humildad ante el Misterio de Dios. Sólo una persona creyente puede tener éxito.
No es un asunto de competencia teológica o filosófica. El hombre de la calle, simple y devoto, puede estar a menudo en ventaja, porque se acerca al Misterio de Dios sin prejuicios, y está completamente impregnado por el mensaje cristiano. La “vox populi” juega un rol importante en la inculturación. La inculturación sólo es posible con personas profundamente religiosas y de oración.
Los teólogos a menudo olvidan que sólo de rodillas podemos descubrir el verdadero valor del mensaje de Jesús. Vemos esto en la forma en que evangelizó Pablo. Él era un hombre de Dios, que amaba a Dios y que dedicó su vida totalmente a Cristo y vivió en constante contacto con Él. Sólo gente como ésta puede ser el estándar para la inculturación cristiana. De lo contrario, la cristiandad no pasará de ser una mera cubierta de libro. Y desafortunadamente, uno tiene que decir que, al presente, no hay en Asia un pensamiento teológico serio. Tenemos un gran popurrí de ideas: un poco de teología de la liberación de América Latina, un poco de teología occidental, algo de la actual filosofía de las universidades occidentales – todo se intenta impulsivamente. Así, hay una especie de aislamiento, por el cual uno no está ya abierto al Misterio de los caminos de Dios. La teología es solamente considerada una especie de evento humano. Falta la apertura a la Luz de Dios. Falta el sentido de la profunda unión mística con Dios, así como la habilidad para comprender la fe de la gente ordinaria. Pero son precisamente éstas las características que un teólogo necesita.
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DT: Se oyen voces desde Asia que dicen que el debate sobre la liturgia tridentina es típicamente europeo y no tiene nada que ver con las preocupaciones de las personas en áreas de misión. ¿Cómo evalúa esto?
MR: Bueno, ésas son opiniones individuales que no pueden ser generalizadas. Que Asia entera rechace la Misa Tridentina es inconcebible. Uno debe estar precavido de generalizaciones como “la Misa antigua no pega con Asia”. Es precisamente la liturgia de rito extraordinario la que refleja en toda su profundidad algunos valores asiáticos. Por sobre todo, el aspecto de la Redención y la perspectiva vertical de la vida humana; la relación profundamente personal entre Dios y el sacerdote y entre Dios y la comunidad son expresadas más claramente en la liturgia antigua que en el Novus Ordo. En contraste, el Novus Ordo remarca más la perspectiva horizontal. Esto no significa que el Novus Ordo en sí mismo se identifique con una perspectiva horizontal, sino que ésta es la interpretación de diferentes escuelas litúrgicas que consideran la Misa más como una experiencia de comunidad. Cuando se cuestiona la forma de pensar establecida, algunos se sienten incomodados. La Santa Misa no es solamente el Memorial de la Última Cena, sino que es también el Sacrificio de Cristo y el Misterio de nuestra Salvación. Sin el Viernes Santo, la Última Cena carece de significado. La Cruz es el maravilloso signo del Amor de Dios, y sólo en relación con la Cruz es posible una verdadera comunidad. Aquí está el verdadero punto de partida para la evangelización de Asia.
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DT: ¿En qué forma ha contribuido la reforma litúrgica postconciliar a una renovación espiritual?
MR: El uso del vernáculo ha hecho que mucha gente comprenda más profundamente el Misterio de la Eucaristía, y ha procurado una relación más intensa con los textos de la Escritura. Se ha animado a la participación activa de los fieles. Sin embargo, esto no significa que la Misa deba ser enteramente orientada al diálogo. La Misa debe tener momentos de silencio, de oración personal e interior. Donde se habla incesantemente, el hombre no puede ser profundamente penetrado por el misterio. No debemos hablar ininterrumpidamente en la Presencia de Dios, también tenemos que dejarle hablar a Él. La renovación litúrgica se ha visto afectada, sin embargo, por arbitrariedades experimentales con las que la Misa se celebra como una liturgia del “hágalo usted mismo”. El espíritu de la liturgia ha sido, hablando de alguna manera, secuestrado. Lo que ha sucedido ya no puede deshacerse. El hecho es que nuestras iglesias están más vacías. Por supuesto que hay también otros factores: el consumismo desenfrenado, el secularismo, una imagen agrandada del hombre. Debemos reunir el coraje para corregir esto, porque no todo lo que sucedió después de la reforma de la liturgia estuvo de acuerdo con la intención del Concilio. ¿Por qué tendríamos que arrastrar un lastre que el Concilio definitivamente no quiso?
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DT: En Alemania, es cada vez más frecuente que la Santa Misa sea reemplazada por celebraciones de la Palabra de Dios guiadas por laicos, aunque hay sacerdotes disponibles. Además, en muchos lugares los sacerdotes, debido a la fusión de parroquias, tienen que concelebrar más frecuentemente, por lo que incluso se celebran menos Misas. ¿La Iglesia tiene que repensar la práctica de la concelebración?
MR: Ésta no es tanto una cuestión de concelebración como una cuestión de comprensión de la Misa y de la imagen del sacerdote. El sacerdote realiza en la Eucaristía lo que los demás no pueden hacer. Como “alter Christus”, no es él la persona principal, sino el Señor. Las concelebraciones debieran limitarse a ocasiones especiales. Una concelebración que signifique la despersonalización de la celebración de la Misa es, además, tan equivocada como la noción de que puede obligarse a un sacerdote a concelebrar regularmente, o que pueden cerrarse las iglesias de distintos pueblos y concentrar la Misa en un solo lugar aún cuando hay suficientes celebrantes disponibles.