"Estimamos que en las presentes circunstancias, la fidelidad al Evangelio y a nuestra tradición no nos autoriza a oponernos a la participación de los fieles de nuestra Iglesia en una celebración eucarística católica. ( Lo que quiere decir que en las presentes circunstancias, la nueva Misa ya no se opone a la tradición protestante. N.T.) "Es necesario, sin embargo, obrar con discernimiento y sabiduría. No debería aceptarse la invitación de otra Iglesia más que cuando pueda reconocerse, personalmente, en su celebración eucarística, la celebración de la Cena tal como el Señor la instituyó. (Es decir, tal como Lutero lo entendió. N.T.) Dadas las formas actuales de la celebración eucarística en la Iglesia Católica y en razón de las presentes convergencias teológicas, (Ya que las dos teologías convergen y la de los protestantes no ha variado; resulta claro que la teología de la nueva misa, para ellos, se ha puesto del lado de la teología protestante que niega los Dogmas eucarísticos. N.T.) muchos de los obstáculos que habrían podido impedir a un protestante la participación en su celebración eucarística, parecen estar en vías de desaparición. Hoy en día debería ser posible para un protestante reconocer en la celebración eucarística católica la Cena instituida por el Señor. (Es decir, la Cena protestante). En particular nos corresponde velar, por los siguientes puntos: El carácter evangélico de la celebración en la que el protestante pueda participar debe ser manifiesto (Es el caso de la nueva misa, para ellos, puesto que la aceptan. N.T.). Nosotros defendemos firmemente la comunión bajo las dos especies, no sólo por fidelidad al Evangelio y a la Reforma, sino porque para nosotros esta práctica se opone a una cierta apariencia de clericalismo (En otras palabras, en la comunión bajo las dos especies ven sobre todo una oposición declarada al Concilio de Trento. N.T.). Nos atenemos al uso de las nuevas plegarias eucarísticas bajo las cuales nos reconocemos y que tienen la ventaja de matizar la teología del sacrificio que teníamos por costumbre atribuir al catolicismo (Matizar la teología del sacrificio, es decir, no confesar el carácter propiciatorio de la Misa. N.T.). Estas oraciones nos invitan a reconocer una teología evangélica del sacrificio (Es decir, una teología protestante que niega el carácter propiciatorio del sacrificio. N.T.)" (Revista Roma)
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La pregunta que surge ante la Declaración es lógica: ¿se han vuelto católicos los protestantes o se han vuelto protestantes los católicos? Lo primero, parece ser que no, sin embargo, sólo un necio o un cretino se atrevería a negar la protestantización que han sufrido millones de católicos después del Vaticano II y del Novus Ordo. ¿De quién es la culpa y a qué se debe? Cada uno que saque sus propias conclusiones. Lo cierto es que una serie de doctrinas extrañas al catolicismo se han hecho dominantes en la misma Iglesia. Lo cierto es que la idea de Cena ha sustituido casi por completo a la noción de Sacrificio, en lo que se refiere a la Santa Misa. Lo cierto es que se ha desplazado a Dios y se ha puesto al hombre en el centro del mismo culto. Lo cierto es que el sentido de lo sagrado brilla por su ausencia en multitud de celebraciones católicas. Lo cierto es que un vocabulario novedoso ha sustituido la terminología tradicional católica, cuyo máximo exponente es el sacerdote transformado en presidente de una asamblea, o en un animador litúrgico. Y lo cierto es que todavía hay muchos que se empecinan en defender lo indefendible. ¿Es qué en verdad no te dice nada que los mismos protestantes se nieguen a participar en la Misa de siempre, en la Misa de los Santos, y no tengan el más mínimo reparo en participar en el Novus Ordo? Cuánto veneno y cuánto analgésico se ha inoculado en los corazones y en las mentes de los católicos en los últimos cuarenta años...
fuente textual: Veritas Vencit