ROMA 1962-1963: El Clima litúrgico conciliar
Por Dom Gregori Maria
Capítulo 16: Fin de 1962: Ensueños tras una puerta abierta... (20/03/2010)
17 DE NOVIEMBRE: VOTACIONES SOBRE EL ESQUEMA
“Mientras tanto han pasado inadvertidas las primeras votaciones sobre el esquema litúrgico. Votaciones cuyo resultado, casi unánime, contrasta con el debate actual.
La realizada sobre el conjunto del esquema totalizó 2.162 votos favorables sobre un total de 2.215 ¿Se conseguirá la misma unanimidad cuando lleguen los puntos concretos: lengua litúrgica, concelebración, comunión bajo las dos especies? “
5 DE DICIEMBRE: VOTACIONES SOBRE LAS REFORMAS
“Mientras los nuevos temas han ido entrando en estudio el Concilio ha ido procediendo a las votaciones de las reformas introducidas en el esquema de Liturgia. La mayoría de las votadas hasta ahora eran más bien cuestiones de detalle. Pero ya hoy se ha llegado a algún punto realmente significativo.
El primero es el referido a la posición de las comisiones episcopales en materia litúrgica. Como es sabido, el esquema inicial dejaba prácticamente toda jurisdicción en este terreno a la Santa Sede y a las correspondientes Congregaciones. La modificación hoy introducida y aprobada por casi unanimidad dice así: "En virtud del poder concedido por el derecho, la reforma litúrgica es también competencia de las diferentes asambleas territoriales de obispos legítimamente constituidas". ¿No es éste un paso importante para la adaptación de la liturgia a todas las culturas?
El segundo gran problema debatido fue el de la lengua de la liturgia. Todavía no se ha votado el problema en particular, pero la toma de postura general indica ya los caminos que se seguirán. El párrafo tal y como hoy ha sido votado dice que el latín se conservará en los ritos latinos (nadie trataba en rigor de abolirlo completamente), pero que, dado el interés pastoral que se ve en las lenguas vivas, éstas podrán ser introducidas en mucha mayor parte en la liturgia, dejando para cada apartado en futuras votaciones el ver hasta dónde deben introducirse en cada acto litúrgico.
La puerta, pues, está abierta. Las futuras votaciones decidirán cuánto se abrirá en Ia misa y cuánto en cada sacramento. La casi unanimidad conseguida también en esta votación viene a demostrar que, al menos en términos generales, el acuerdo está conseguido. ¡Qué pena que no haya tiempo ya en esta sesión para llegar a estas aclaraciones concretas! Pero todo será cosa de esperar diez meses más. De todos modos lo importante es ver cómo el tiempo va madurando las ideas y cómo lo que ayer se veía insoñable, de pronto se hace posible, casi alcanzable con la mano. Dios sea bendito.”
Cóctel más que explosivo: competencia de las conferencias episcopales nacionales en materia litúrgica y posibilidad de introducir las lenguas vivas en mayor parte en la liturgia, en razón del interés pastoral. Estrategia clara a seguir: hacer que todo lo que se presente a posteriores votaciones, a pesar de haber afirmado solemnemente que el latín se conservará en los ritos latinos, privilegie la introducción de las lenguas vernáculas en el desarrollo de la reforma litúrgica. Pero para preparar este terreno hace falta algo de tiempo, no más que algunos meses, e instrumentos válidos. Pero también un golpe de timón. Y este llegó de la mano del Papa el día después, 6 de diciembre.
NUEVAS NORMAS PONTIFICIAS
Su objetivo estaba muy claro: reestructurar la marcha del Concilio y dirigir las reformas a través de una comisión que mantenga la línea del discurso de apertura del Concilio. Los prelados Suenens, Léger y Montini habían abogado por ello.
“Las normas dictadas hoy por el Papa recogen y arquitecturan todas estas preocupaciones:
En ellas por de pronto se dice que, en el intervalo entre sesión y sesión, las comisiones conciliares han de reexaminar y reelaborar todos los esquemas. Y han de examinarlos a una luz: a la de la alocución pontificia del 11 de octubre, fecha que comienza a ser histórica no sólo por haber inaugurado un Concilio, sino también una nueva manera de pensar. El Papa, en las normas hechas públicas hoy, vuelve a recoger los párrafos de su discurso en los que dice sin rodeos lo que quiere que sea este Concilio: un recoger las verdades antiguas y decirlas en el lenguaje de los tiempos actuales; un orientar todo con un carácter directa y prevalentemente pastoral; un decir la doctrina maternalmente, con el tono de la misericordia.
Por todo ello -prosiguen las normas pontificias- es necesario que entre todos los temas preparados se elijan principalmente aquellos que afecten "a la Iglesia universal, a los fieles y a la entera familia humana", dejando los puntos particulares a -novedad importante- las comisiones que serán constituidas después del Concilio. ¿No serán entonces las Congregaciones Romanas quienes aplicarán el Concilio, sino comisiones especiales que se constituirán concluidas las sesiones?
Pero sin duda la gran novedad de hoy es la constitución de una nueva comisión coordinadora, directora de las tareas del Concilio. El Papa hace suya, pues, aquella preocupación que señaló el cardenal Montini: "la falta de una autoridad que dominara la preparación de los esquemas, que señalase la idea central y arquitectónica que marcase el punto focal del programa". ¿Quiénes formarán esta comisión? Se sabe que la va a presidir el secretario de Estado, Cardenal Cicognani, y se rumorea que la formarán los cardenales Lienart, Suenens, Doepfner, Urbani, Confalonieri y Spellman. Me parece que basta leer esta lista para -si se confirma- conocer la orientación a la que esta comisión se inclinará. ¿Cuál será su tarea? Prácticamente dirigir el Concilio en estos diez meses de intersección: coordinar los trabajos de las comisiones y, sobre todo, vigilar -las normas usan exactamente esta palabra- para que las comisiones trabajen a la luz de la idea del Concilio: su universalidad, su modernidad, su pastoralidad.
Aún hay más novedades: Las comisiones en sus trabajos podrán llamar nuevos peritos, especialmente en los temas que toquen con el apostolado, peritos elegidos "no tanto por razones de oficio cuanto por razones de competencia". ¿Hace falta mucha imaginación para ver aquí recogida la petición de varios cardenales que señalaron que se debía pedir ayuda a peritos seglares? Y durante estos diez meses el Concilio seguirá realmente abierto: las comisiones trabajarán durante este intervalo; reelaborarán los esquemas y los enviarán a los obispos para que éstos manden por escrito las correcciones que crean necesarias. A la vista de estas correcciones de nuevo revisarán las comisiones los esquemas, con lo que se presentarán al Concilio mucho más maduros y se evitarán muchas de las pérdidas de tiempo que han sido tan características de esta primera sesión.
Ha causado impacto esta decisión de Juan XXIII, su vigor para tomar decisiones tan radicales. El Concilio cogerá con ello un ritmo totalmente nuevo. No morirá de aburrimiento, esto puede asegurarse. Juan XXIII está decidido a hacer "su" Concilio sin que nada cierre el camino.
Así, pues, el Vaticano II va a cerrar sus sesiones solemnes, pero va a quedar más abierto y más vivo que nunca. Juan XXIII ha cogido vigorosamente el timón y está decidido a no dejar dormirse a la Iglesia. Concluido, pues, su "noviciado" el Concilio se dispone a seguir su marcha a velas desplegadas.”
¡Aggiornamento a toda máquina! ¡Y el último, paga prenda! En ese mismo 1962 el Papa Juan XXIII es galardonado con el Premio Balzán de la Paz, por fomentar la “humanidad, paz y fraternidad entre los pueblos”
El 8 de diciembre se clausuraba la primera etapa del Concilio: a la salida de la Basílica vaticana, los dos mil obispos se perdieron entre las cincuenta mil personas que en la Plaza de San Pedro esperaban la bendición del Santo Padre. El cielo estaba abierto y la puerta también…
El 9 de abril el Papa firmaba su encíclica “Pacem in terris” (en la foto) que causó regocijo en todo el orbe. Sin embargo, el mundo se entristecía ante el anuncio público de su enfermedad, en la mañana del 23 de mayo de 1963: un cáncer de estómago. Murió en Roma el 3 de junio de 1963. El Papa no quiso dejarse operar temiendo que el rumbo del Concilio se desviara de lo estipulado, de esta forma el mismo Papa estaba firmando su sentencia de muerte. Al fin, después de una grave enfermedad, el Papa Juan XXIII muere sin ver concluida su obra, a la que él mismo consideraba “la puesta al día de la Iglesia”.
Capítulo 15: La hora del balance: Tres lecciones, tres descubrimientos (13/03/2010)
“Bueno será que, en esta hora, volvamos la vista atrás y hagamos una especie de balance provisional de las cosas que el Concilio nos ha enseñado en el estudio del primer esquema. Que no son pocas.”
Martín Descalzo dixit.
1º Muchas intervenciones que demuestran mucho interés en la cuestión litúrgica y que dejan patente una universalidad de pareceres. Parece necesario poner medios para acelerar la discusión del esquema.
“Lo primero que ha llamado la atención ha sido el número de intervenciones. 321 exactamente; es decir: más del doble que en todo el Concilio Vaticano I. Esto puede dar a las sesiones un tono de repetición y prolongación aparentemente inútil, pero no cabe duda de que este gran abanico de intervenciones, venidas desde todos los rincones del mundo, es lo que da a los problemas su contorno preciso y les quita todo carácter de posible unilateralidad. Y, por otro lado, las cinco últimas sesiones, en las que se han estudiado seis capítulos del esquema, demuestran que hay medios para acelerar la discusión sin recortar la universalidad de los pareceres.”
2º El conjunto de los Padres apuesta por el esquema y por ampliar las reformas.
“El segundo dato caracterizador ha sido el tono medio de las intervenciones. El esquema de liturgia era -según la opinión de casi todos-, conservador en su esencia, reformador en muchísimos detalles. Pues bien: prácticamente, la totalidad de las intervenciones ha sido, o para defender el esquema o para hacerlo más amplio en sus reformas. Podrían contarse con los dedos las intervenciones que han tratado de hacerlo menos reformador, ¿Es, acaso, que la mayoría del Concilio es innovadora?”
3º No existe pasividad alguna entre los Padres: abundan las enmiendas. La responsabilidad de su examen recae sobre la Comisión Litúrgica.
“La tercera característica es el número de enmiendas pedidas, aun siendo como era éste un "esquema de rodaje", un "esquema fácil". Aún sin encontrar grandes hostilidades -y recuérdese que en la historia de los Concilios no es nada infrecuente el que muchos esquemas fueran rechazados en bloque-, son más de mil las enmiendas propuestas y que ahora tendrá que revisar y sopesar la comisión litúrgica. ¿Qué no sucederá con otros esquemas más discutibles?”
De la consideración de estas características se derivan tres implicaciones que en el fondo se reducen a una tendencia: dar importancia a la periferia (conferencias nacionales, ámbito misionero y observadores no-católicos) desposeyendo a Roma de la única y exclusiva potestad de legislar en materia litúrgica. Esa tendencia progresiva pudo prosperar debido a las presiones de una mayoría de los miembros de la Comisión Litúrgica Conciliar, los mejor organizados, que no encontraron ningún tipo de oposición en el Cardenal Arcadio Larraona, prefecto de la Congregación de Ritos y presidente de la Comisión Litúrgica. De hecho el nombramiento del claretiano navarro en febrero de 1962, jurista experto “in utroque iure” y no en liturgia, como prefecto de la Congregación de Ritos y de la Comisión Litúrgica Conciliar, aseguraba a los expertos una gran libertad de movimiento. Larraona en un principio se ocuparía de las cuestiones jurídicas y procedimentales sin inmiscuirse en los temas.
“Aparte de estas tres lecciones importantes, yo diría que este esquema ha ofrecido tres descubrimientos que me parece van a ser decisivos en la historia de la Iglesia contemporánea”
“En primer lugar, el descubrimiento del valor de las conferencias episcopales. Este Concilio que, por un lado ha señalado el fin de los llamados "bloques nacionales" y que ha permitido ver a obispos de la misma nacionalidad tomando posturas distintas y aún opuestas, por otro ha dejado ver la necesidad de una cada vez mas sólida vertebración y organización de los Episcopados. Así hemos asistido a la fundación de la Conferencia Episcopal Panafricana y a la organización de todos los obispos orientales, hasta hay tan desunidos, en una especie de Conferencia Episcopal común. E incluso comienza a hablarse de una Conferencia Episcopal Europea, una especie de Mercado Común de las almas.
“El segundo gran descubrimiento es la importancia de los nuevos pueblos. En el Concilio Vaticano I todos los obispos misioneros eran de origen europeo; en éste hemos visto obispos de todas las razas y colores. En aquél se consideraba a los misioneros como obispos de segundo orden (recuérdese que se les llamaba incluso "los pequeños obispos"), y en este Concilio casi podría decirse que han sido los obispos que mayor interés han acaparado y que han significado las voces más nuevas y más frescas,”
“Un tercer descubrimiento importantísimo: la presencia de los observadores. Son una especie de recuerdo perenne de la caridad, y su presencia en el Aula es un freno constante a toda postura demasiado tensa. ¿Quién puede medir el peso que esto va a tener en los próximos días en los que se va a debatir uno de los problemas eje en la separación de Lutero? “
“He aquí ya una serie de conclusiones que me parece que, por sí solas, justificaban un Concilio. Pero quizá lo más importante no ha empezado todavía.”
Era más que evidente que lo más trascendental estaba todavía por llegar. En lo referente a la cuestión litúrgica serán los miembros de la Comisión quienes, una vez aprobado por unanimidad el esquema, someterán a votación cada una de las cuestiones prácticas. La manera y el modo de la presentación, siempre privilegiando las ambigüedades, tendrán una importancia capital a la hora del sufragio de los Padres. Además a un cierto punto, concentrada la atención en el proseguimiento de los demás temas conciliares, los padres confiados estimarán como acertados los trabajos de la Comisión, discurriendo estos en la dirección esperada. Y si además los presidía el conservador Larraona no había que temer nada.
Pero no fue así. Larraona se dará cuenta demasiado tarde y al hacerlo, dimitirá como prefecto de la Congregación y como presidente del Consilium en enero de 1968.
fonte:germinans germinabit