sábado, 16 de outubro de 2010

Monseñor Bernard Fellay : Del mismo modo que la nueva misa expresa un cierto espíritu nuevo que es el de Vaticano II, así también la misa tradicional expresa el espíritu católico. Los que se aferran con los dientes a Vaticano II porque ven en él un nuevo punto de partida de la Iglesia, o los que consideran que con Vaticano II una página de la historia de la Iglesia quedó atrás definitivamente, son quienes simplemente no pueden aceptar la coexistencia de una misa que recuerda exactamente todo lo que pensaban haber dejado atrás para siempre. Hay dos espíritus diferentes encarnados en dos misas. Es un hecho ! Y los dos no van juntos ! Se encuentra en el católico moderno un odio semejante para con el rosario, por ejemplo. Y todo se relaciona. Vemos en la cuestión de la misa un muy buen ejemplo de la complejidad de la crisis que sacude a la Iglesia.

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Entrevista con Monseñor Bernard Fellay – Nouvelles de Chrétienté sept.-oct. 2010
La Fraternidad Sacerdotal San Pío X celebra sus 40 años. Es el fin de la travesía por el desierto, como para los hebreos en el tiempo de Moisés?
Creo que lo que vivimos se parece más a una de esas incursiones de los exploradores que entrevén la tierra prometida, sin que las circunstancias les permitan entrar.
Para evitar alguna falsa interpretación de la imagen utilizada, quiero precisar que continuamos afirmando siempre y firmemente que somos católicos y que, con la ayuda de Dios, queremos permanecer tales. Sin embargo, para la Iglesia toda, esta crisis se parece mucho a una travesía por el desierto, con la diferencia de que el maná es muy difícil de encontrar. Hay signos alentadores, sobre todo de parte de Roma, pero desafortunadamente están junto a otros signos bien preocupantes. Algunas briznas de pasto en el desierto…
A pesar de todo, cómo se desarrolla la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en todo el mundo?
En efecto, La Fraternidad se desarrolla un poco por todas partes. Algunas regiones tienen un impulso mayor que otras, pienso, por ejemplo, en los Estados Unidos, pero el gran handicap que encontramos es la falta de sacerdotes. Carecemos desesperadamente de sacerdotes para responder como deberíamos a los pedidos de auxilio que nos llegan de todas partes. Con cada nominación hacemos una elección que deja sin respuesta uno o varios grupos de fieles. Por una parte es más bien un buen signo, pues ello muestra claramente el desarrollo de nuestra obra, pero también es muy doloroso. Piensen en los países de misión, en particular en África o en Brasil. Si pudiéramos enviar allí unos cincuenta sacerdotes, sería una gran alivio. El Asia también espera…
Monseñor Lefebvre decía que para las autoridades romanas las cifras de este crecimiento eran más elocuentes que los argumentos teológicos? Sigue siendo así?
No sé si hay que decir las « cifras » o los « hechos ». De todos modos los dos pertenecen al mismo orden de cosas. Según un viejo adagio, contra factum non fit argumentum, ante los hechos, no hay discusión posible; esto conserva toda su fuerza. Y la afirmación de Mons. Lefebvre es muy cierta. Destaquemos que no es tanto el número lo que impresiona a Roma, pues seguimos siendo una cantidad despreciable en el conjunto del Cuerpo místico. Esos frutos magníficos, que son ciertamente, según las palabras mismas de un alto prelado romano, la obra del Espíritu Santo, son lo que mueve a las autoridades romanas a dirigir sus miradas hacia nosotros. Tanto más cuanto que se trata de frutos frescos que crecen en medio del desierto.
En este mes de septiembre los informes sobre la aplicación del Motu Proprio referidos a la misa tradicional deben ser enviados a la Santa Sede. Son pocos los Obispos que han aplicado generosamente las directivas romanas. Cómo explica Ud. esta reticencia, o más bien esta resistencia?
Del mismo modo que la nueva misa expresa un cierto espíritu nuevo que es el de Vaticano II, así también la misa tradicional expresa el espíritu católico. Los que se aferran con los dientes a Vaticano II porque ven en él un nuevo punto de partida de la Iglesia, o los que consideran que con Vaticano II una página de la historia de la Iglesia quedó atrás definitivamente, son quienes simplemente no pueden aceptar la coexistencia de una misa que recuerda exactamente todo lo que pensaban haber dejado atrás para siempre. Hay dos espíritus diferentes encarnados en dos misas. Es un hecho ! Y los dos no van juntos ! Se encuentra en el católico moderno un odio semejante para con el rosario, por ejemplo. Y todo se relaciona. Vemos en la cuestión de la misa un muy buen ejemplo de la complejidad de la crisis que sacude a la Iglesia.
Quiere decir Ud. que hoy en la Iglesia, detrás de una fachada de unidad, se esconderían fracturas no solo entre los episcopados locales y Roma, sino en la misma Roma entre diversas tendencias opuestas? Tiene Ud. hechos?
Oh ! Sí, lamentablemente estamos en los tiempos anunciados en los que se verá cardenal contra cardenal, obispo contra obispo. Este tipo de disputa es generalmente muy discreto y escapa a la vista de los fieles. Pero en estos últimos tiempos, en diversas ocasiones, se ha convertido en algo público y notorio, como en el ataque gratuito del cardenal Schönborn contra el cardenal Sodano. Eso se parecía mucho a un arreglo de cuentas. Pero que tendencias opuestas chocan en la misma Roma no es un secreto. Conocemos varios hechos, pero no creo que sea útil para los fieles que esas cosas sean reveladas.
En una reciente conferencia en el seminario de la Fraternidad San Pedro(1) Mons. Guido Pozzo, secretario de la Comisión Ecclesia Dei, se esfuerza en dar una prueba de continuidad doctrinal entre Vaticano II y la Tradición. Cita con este fin la cuestión del subsistit in y la del ecumenismo. Esos ejemplos le parecen convincentes?
Yo no diría convincentes, sino sorprendentes. Esta conferencia es la aplicación muy lógica de los principios enunciados en diciembre de 2005 por Benedicto XVI. Y nos ofrece una presentación del ecumenismo bastante diferente de lo que hemos escuchado durante cuarenta años…, una presentación mezclada con los principios eternos sobre la unicidad de la Iglesia y su perfección única, sobre la exclusividad de la salvación. Claramente se ve un intento de salvar la enseñanza de siempre y al mismo tiempo un Concilio reconsiderado bajo una luz tradicional. La mezcla, aunque interesante, deja todavía abiertas cuestiones de lógica sobre el rol que juegan las otras confesiones cristianas… llamadas hasta Pío XII inclusive, las “falsas religiones”. Se atreverán, en algún momento, a utilizar nuevamente ese término?
Mons. Pozzo propone en su larga conclusión un Concilio Vaticano II revisado  –sino corregido –, denunciando el relativismo, un cierto “pastoralismo”, una especie de “dialoguismo” excesivo… Piensa Ud. que esta presentación es capaz de llegar a la unanimidad en Roma y en las diócesis? Cómo juzga Ud. esta versión revisada del Concilio?
Es interesante en el sentido de que se nos presenta un nuevo Vaticano II, un concilio que de hecho nunca hemos conocido, y que se distingue del que ha sido presentado durante los últimos cuarenta años. Una especie de nueva piel! Es interesante sobre todo porque la tendencia ultra-moderna es condenada bastante fuertemente. Se nos presente una especie de concilio moderado o calmado. Queda, sin embargo, la cuestión de la recepción de esta fórmula nueva, ciertamente juzgada como demasiado tradicional por los modernos y no suficientemente tradicional por nosotros. Digamos que una buena parte de nuestros ataques se ve justificada, une buena parte de lo que condenamos es condenado. Pero si se condenan ciertas cosas, la divergencia sigue siendo grande sobre las causas. Ya que, en fin, si una desorientación tal a cerca del concilio ha sido posible, y en tal escala, y con tal amplitud…, es necesaria una causa proporcionada! Si se comprueba semejante divergencia de interpretación a propósito de los textos del Concilio, habrá que concluir algún día que las deficiencias de los textos tienen su parte de culpa.
Algunos en el seno de la Tradición piensan que la crisis debería terminar instantáneamente, realizándose el paso de esta crisis a su solución de un solo golpe. Según su opinión, se trata de un signo de confianza sobrenatural o de impaciencia demasiado humana? En una solución gradual de la crisis, cuáles son las etapas positivas ya verificadas? Cuáles son las que Ud. desearía ver en el futuro?
La solución instantánea de la crisis, como algunos se la representan, no puede provenir sino de un milagro o de una gran violencia. Si eso no sucede así, queda entonces la solución gradual. Si bien, en potencia absoluta, no se puede excluir que Dios pueda hacer un milagro tal, sin embargo de manera habitual Dios gobierna su Iglesia de otro modo, por una cooperación más normal de las creaturas y de sus santos. En general, la reabsorción de una crisis dura al menos tanto tiempo como su activación, incluso más. El camino de la reconstrucción es largo, el trabajo es inmenso. Pero ante todo la elección de los hombres será determinante. Si la política de las nominaciones de los obispos cambia finalmente, podemos tener esperanza. En el mismo orden, sería necesaria una profunda reforma de la enseñanza en las universidades pontificias, de la formación de los sacerdotes en los seminarios. Se trata de trabajos de largo aliento que por el momento son todavía sueños, pero que en un período de diez años podrían ya tomar forma concreta. Todo depende primero del papa. Por el momento lo positivo es el reconocimiento de que muchas cosas van mal… Se acepta decir que hay una enfermedad, una grave crisis en la Iglesia. Se va mucho más lejos que eso? Lo veremos.
Qué puede aportar, concretamente, la Fraternidad Sacerdotal San Pío X como solución a esta crisis sin precedentes? Que rol pueden tener los fieles de la Tradición en esta obra de restauración? Qué espera Ud. de la joven generación que hoy tiene 20 años y que tendrá 60… dentro de 40 años?
Recordar que la Iglesia tiene un pasado que aun hoy permanece completamente válido. Este acercamiento fresco, no marchito, a la Tradición de la Iglesia es un aporte decisivo para la solución de la crisis. A esto debemos agregar el llamar la atención sobre el poder de la misa tradicional, de la misión y del rol del sacerdote tal como lo quiere Nuestro Señor, según su imagen y según su Espíritu. Cuando les preguntamos a los sacerdotes que se acercan a la Fraternidad qué esperan de nosotros, nos responden primero que esperan la doctrina. Y eso incluso antes que la misa. Es sorprendente, pero al mismo tiempo es un buen signo. Los fieles tiene el importante rol del testimonio, de mostrar que la vida cristiana como siempre fue entendida, con sus exigencias y el respeto de la ley de Dios, es perfectamente posible en el mundo moderno. La vida cristiana llevada a la práctica es un ejemplo muy concreto del que tiene necesidad el hombre de la calle. Y en cuanto a la generación de los que ahora tienen 20 años, veo que está a la espera, lista para la aventura de la Tradición, sabiendo bien que lo que le es ofrecido allí afuera es pura apariencia. Estamos en un punto de inflexión para la reconstrucción del futuro, y aunque eso no se vea todavía claramente, creo que todo es posible.
(1) Conferencia dad por Mons. Guido Pozzo, el 2 de julio de 2010, en el seminario de Wigratzbad, titulada, “Aspectos de la eclesiología católica en la recepción de VaticanoII”. Ver nuestro comentario en DICI n° 220 del 7 de agosto de 2010, « Vaticano II, en debate entre Romano Amerio, Mgr Gherardini et Mgr Pozzo ».


fonte:Dici