Extraeremos a continuación del Blog Toma y Lee Sagradas Escrituras el importante estudio y aporte que nos hace el Padre Horacio Bojorge S.J. sobre las tendencias teológicas y exegéticas, camufladamente heréticas, que acostumbra el monje Anselm Grün:
¿El sembrador o las semillas?
Jesús camino hacia la libertad…
Para mostrar en qué consiste este procedimiento, tomo aquí un ejemplo del comentario de Anselm Grün al Evangelio de Marcos titulado: Jesús, camino hacia la libertad. El evangelio de Marcos. [Editorial Verbo Divino, Estella (Navarra) 2006].
Ya desde el título de la obra Anselm Grün ensaya uno de sus pases de magia. Jesús es camino hacia libertad. La afirmación la suscribirá cualquier creyente. Pero...
Pero ¿hacia qué libertad?...
La libertad de que habla Anselm Grün no es la misma de la que habló Jesús y se lee en Marcos. Según lo presenta Anselm Grün, Jesús ya no es el camino hacia la libertad porque sea el camino que nos conduzca al Padre, y porque nos convierta en hijos y nos de la libertad de los hijos.
La libertad de que habla este monje, se ha soltado, sin negarla explícitamente, de su relación a la meta real del camino de Jesús. Y la libertad de la que habló Jesús ha quedado sometida y reducida a un concepto pre-cristiano o preter-cristiano de libertad. Y la misión de Jesús ha quedado reducida a una función de liberador terapéutico por vía de un agudo conocimiento psicológico y una praxis que, en el fondo, es puramente natural, intramundana y psicológica.
La resurrección de la hija de Jairo según san Marcos (5, 21-43)
Para advertir mejor los malabarismos retóricos de Anselm Grün, partamos primero del sentido literal en san Marcos. El evangelista Marcos, antes de llegar a este relato de resurrección de un muerto, ha venido mostrando el poder de Jesucristo primero sobre el viento y el mar, luego sobre los demonios, y ahora sobre la vida en su origen (el seno de la hemorroísa) y en su final (el lecho de muerte de la hija de Jairo).
Marcos quiere decirnos que en Jesús se encuentran todos los poderes que la Sagrada Escritura reconoce como exclusivos de Dios: Jesús es Señor de los elementos de la naturaleza, Señor que tiene poder sobre los demonios y Señor de la vida y de la muerte. La intención de Marcos es pues decirnos quién es Jesús y reconocerle poderes divinos. Veamos ahora lo que interpreta Anselm Grün de espaldas a este sentido literal y en realidad sustituyéndolo.
La “curación” de la hija de la hija de Jairo según Anselm Grün
Anselm Grün proyecta en el texto evangélico una interpretación psicológica, de consejería familiar, totalmente ajena a la intención de Marcos y por lo tanto al sentido literal del pasaje.
En primer lugar hay que notar que Grün evita hablar de resurrección de la niña (Ver páginas. 60-61).
Él habla de “curación”. Y nos explica, con pericia de psicólogo, que su enfermedad habría sido causada por un mal vínculo con su padre.
El texto evangélico trataría, según Grün, de: “cómo se desarrolla una chica que pasa inadvertida para su padre… con tantas responsabilidades como él tiene, él ignora a su hija, y ella se pone enferma, incluso muere. Ella no puede vivir. El padre ve que no puede ayudar a su hija, a pesar de toda su piedad y de su alta posición. Y entonces se produce el primer paso de la terapia [¡terapia de una muerta?] él va a otro [¿a cualquier otro? parecería que en este caso se da la casualidad de que es Jesús], se arrodilla ante Jesús y le pide ayuda. Él reconoce su impotencia. Se trata de un paso muy importante para la curación [¡por qué evita Grün decir: “resurrección”?] de su hija. Si el padre suelta su poder, con el que cree dominar todo, entonces podrá liberar también a su hija del asidero estrangulador de su mano”.
¡Otro padre torpe más! ¡Cuidado con Dios Padre!
Nótese que en esta interpretación acomodaticia, no se nos dice palabra ni de la fe del padre ni de su oración, ni de que acuda a Jesús y no a un psicólogo.
Anselm Grün tiene una visión del padre que es más bien tributaria de la depreciación cultural y de la demolición de la autoridad paterna, y al final, de toda autoridad. Jesús es un camino hacia la libertad de toda autoridad, sobre todo de la autoridad del Padre.
La autoridad del Padre tiene un efecto estrangulador [la elección terrorista de la palabra]sobre la niña.
¿Y la del Padre celestial sobre nosotros? ¿Acaso viene Jesús, como afirmaba Freud, a liberarnos de Dios Padre, en vez de hacernos libres precisamente al hacernos hijos?
Un poco más adelante, Anselm Grün sigue su explicación, olvidado de la resurrección, del poder de Jesús y de la intención de Marcos: “Jesús siente que la relación del padre con su hija está determinada por el miedo. Los padres quieren tenerlo todo controlado. Les resulta difícil soltar a su hija y confiarla al poder curativo de Dios” […] “El miedo del padre le lleva a controlar a su hija o bien a fijarlo todo para que ella corresponda a sus ilusiones. El padre cuida a la hijo no porque confía en ella, sino porque é mismo quiere moldearla en lugar de rendirse al modelo que Dios le ha introducido” (pág 61).
Anselm Grün nos informa acerca de Jairo como si lo hubiera conocido ¿Por qué se calló Marcos todos estos detalles que nos hubieran explicado todo mucho mejor, sin necesidad de resurrección, de milagro y hasta sin Jesús?
Pero además Anselm Grün desvía la atención del lector del evangelio de la verdadera intención del autor inspirado y del texto, - que es decirnos quién es Jesús -, hacia recetas de consejería familiar, que no son malas en sí, pero que aquí están fuera de lugar y tergiversan el sentido del texto bíblico.
En conclusión:
¡Es abusivo leer el evangelio como un libro de autoayuda y/o de consejería familiar! Más vale no mezclar los géneros literarios. El Evangelio sea Evangelio. Y para autoayuda y consejería familiar, no echar mano de comentarios bíblicos. Es confundirlo todo.
b) Por razón de la significación de las palabras que se usan
1) Propio: si se toman las palabras en su sentido directo
2) Impropio: si se toman en sentido figurado o metafórico
c) Por razón del estilo usado
Los diversos “géneros literarios” histórico, didáctico, poético, profético,
sea de palabras, frases, secciones o partes de libros o enfoques totales de libros.
d) Por razón de la riqueza de contenido
1) Histórico: que expresa hechos que conoció el hagiógrafo
2) Pleno: el contenido que Dios pone en la letra sin que lo sepa el hagiógrafo
e) Por razón de la inspiración bíblica
1) Bíblico: a) histórico; b) pleno
2) No bíblico:
a) consecuente: algunos aspectos del sentido literal que se deducen necesariamente por raciocinio a partir del sentido literal
b) acomodado: que se aplica a otro propósito del que lo usa el hagiógrafo. A este tipo de sentido no bíblico, pertenecen las interpretaciones psicológicas que propone Anselm Grün.
[Fuente: Manuel de Tuya – José Salguero, Introducción a la Biblia, BAC, Madrid 1967]
¿El sembrador o las semillas?
Anselm Grün: Interpretación psicologista.
El sentido acomodado no es sentido Bíblico
Anselm Grün interpreta la parábola del sembrador y muchos otros pasajes evangélicos en una clave psicologista, que no es un sentido propiamente bíblico sino un sentido acomodado o traslaticio. El Sentido bíblico es el que intentó el escritor sagrado. El sentido acomodado o traslaticio, es un sentido ajeno al sentido bíblico, que le atribuye arbitrariamente un lector.
El benedictino alemán Anselm Grün ha dedicado un libro a la explicación del Evangelio de Marcos. En ese libro yuxtapone, como si fueran igualmente buenas, interpretaciones bíblicas verdaderas con otras interpretaciones psicologistas, que son ajenas al sentido literal del evangelio y son solamente traslaticias o acomodadas a sentidos psicológicos, no bíblicos. Para él Jesús es "camino hacia la libertad". Pero no se trata de la libertad evangélica de los hijos de Dios, sino de la libertad de los psicólogos para la autorrealización y la autonomía del yo. Al explicar nuestra parábola, Grün cree encontrar en ella sus propias teorías sobre cuatro tipos de hombre. Y si bien Anselm Grün habla de Jesús, de la Palabra de Dios, de la apertura a la palabra del Evangelio y de los frutos que dará en su vida el recibirla, una lectura atenta demuestra que su interpretación no es propiamente bíblica, sino que va en un sentido predominantemente acomodado o translaticio, que no puede llamarse propiamente sentido bíblico, y que pone al lector en una pista por lo menos distractiva, de naturaleza psicológica más que religiosa. Anselm Grün - me comentó certeramente un obispo amigo - lee el Evangelio como un libro de autoayuda.
Para Anselm Grün, Jesús habla, en la parábola, de "cuatro tipos de hombre que escuchan la Palabra de Dios". "Jesús quiere advertirnos para que no tomemos la Palabra de Dios superficialmente". Pero él lo hace al pasar de largo sobre el sentido literal que es el que el autor sagrado dijo y quiso decir. Los daños que Anselm Grün considera que se siguen de no recibir la semilla en buena tierra son de orden psicológico y no religioso. Da la impresión de que la interpretación de Anselm Grün no servirá al lector para entrar en el misterio del Reino, sino que lo dejará oyendo sin entender, viendo sin ver, y en último término sin convertirse para obtener el perdón al entrar en la comunión de fe y amor con Cristo y con el Padre.
El benedictino alemán Anselm Grün ha dedicado un libro a la explicación del Evangelio de Marcos. En ese libro yuxtapone, como si fueran igualmente buenas, interpretaciones bíblicas verdaderas con otras interpretaciones psicologistas, que son ajenas al sentido literal del evangelio y son solamente traslaticias o acomodadas a sentidos psicológicos, no bíblicos. Para él Jesús es "camino hacia la libertad". Pero no se trata de la libertad evangélica de los hijos de Dios, sino de la libertad de los psicólogos para la autorrealización y la autonomía del yo. Al explicar nuestra parábola, Grün cree encontrar en ella sus propias teorías sobre cuatro tipos de hombre. Y si bien Anselm Grün habla de Jesús, de la Palabra de Dios, de la apertura a la palabra del Evangelio y de los frutos que dará en su vida el recibirla, una lectura atenta demuestra que su interpretación no es propiamente bíblica, sino que va en un sentido predominantemente acomodado o translaticio, que no puede llamarse propiamente sentido bíblico, y que pone al lector en una pista por lo menos distractiva, de naturaleza psicológica más que religiosa. Anselm Grün - me comentó certeramente un obispo amigo - lee el Evangelio como un libro de autoayuda.
Para Anselm Grün, Jesús habla, en la parábola, de "cuatro tipos de hombre que escuchan la Palabra de Dios". "Jesús quiere advertirnos para que no tomemos la Palabra de Dios superficialmente". Pero él lo hace al pasar de largo sobre el sentido literal que es el que el autor sagrado dijo y quiso decir. Los daños que Anselm Grün considera que se siguen de no recibir la semilla en buena tierra son de orden psicológico y no religioso. Da la impresión de que la interpretación de Anselm Grün no servirá al lector para entrar en el misterio del Reino, sino que lo dejará oyendo sin entender, viendo sin ver, y en último término sin convertirse para obtener el perdón al entrar en la comunión de fe y amor con Cristo y con el Padre.
La acomodación psicologista de Anselm GrünEdit me pidió, en su comentario, que le aclarara más lo del “sentido acomodado” o “traslaticio” porque desea entender mejor los abusos interpretativos que practica Anselm Grün – que no está solo en este extendido vicio - cuando presenta como equivalentes las interpretaciones tradicionales por un lado y los sentidos acomodados y traslaticios como si fueran sentidos bíblicos auténticos, por el otro.
Anselm Grün y Eugen Drewermann
Para entender el método que practica Anselm Grün conviene tener en cuenta que, en la década de 1990, el sacerdote alemán Eugen Drewermann había sido suspendido de su cátedra en Paderborn y, más tarde, también suspendido en el ministerio sacerdotal. El motivo fue que Drewermann sostenia una interpretación psicologista del mensaje bíblico y evangélico, descalificando las interpretaciones católicas tradicionales como erróneas. Sus tesis eran una plasmación de la doctrina modernista de la revelación de Dios inmanente al alma en forma de fenómenos psicológicos, en la línea de las doctrinas de Sigmund Freud y Carl Jung.
Anselm Grün, naturalmente, ya no hace lo mismo. Sería suicida. De haberlo hecho se hubiera expuesto a correr la misma suerte que Drewermann, si se hubiera topado, como éste, con un pastor celoso como lo fue el Arzobispo de Paderborn, Mons. Johannes Joachim Degenhardt. El arzobispo Degenhardt soportó a pie firme la tormenta desatada en los medios en su contra por su intervención en el caso Drewermann. Juan Pablo II reconoció el mérito del coraje del Arzobispo y lo promovió al cardenalato.
Anselm Grün, aunque manifiesta sus simpatías por los enfoques de Drewermann citándolo en su bibliografía, se guarda de imitar la brutal sinceridad de su maestro.
Lo que hace Anselm Grün no es negar de plano, como Drewermann, la interpretación tradicional del Evangelio y proponer sustituirla por una interpretación psicologista de corte entre analítico y junguiano. Su método apunta a una sustitución pragmática sin entrar en una refutación teórica.
El evangelio como libro de autoayuda
Anselm Grün presenta las interpretaciones bíblicas correctas, de autores reconocidos, como por ejemplo Pesch, pero las yuxtapone, a sus interpretaciones psicologistas afirmando que son equivalentes: "o también". Grün baraja sentidos bíblicos reinterpretados en sentido acomodado o traslaticio. El confiado lector se encuentra con el relato evangélico y su sentido literario tradicional que le es familiar, pero también se le sirve, en el mismo plato, la acomodación psicológica, como si fuera igualmente válida.
Anselm Grün y Eugen Drewermann
Para entender el método que practica Anselm Grün conviene tener en cuenta que, en la década de 1990, el sacerdote alemán Eugen Drewermann había sido suspendido de su cátedra en Paderborn y, más tarde, también suspendido en el ministerio sacerdotal. El motivo fue que Drewermann sostenia una interpretación psicologista del mensaje bíblico y evangélico, descalificando las interpretaciones católicas tradicionales como erróneas. Sus tesis eran una plasmación de la doctrina modernista de la revelación de Dios inmanente al alma en forma de fenómenos psicológicos, en la línea de las doctrinas de Sigmund Freud y Carl Jung.
Anselm Grün, naturalmente, ya no hace lo mismo. Sería suicida. De haberlo hecho se hubiera expuesto a correr la misma suerte que Drewermann, si se hubiera topado, como éste, con un pastor celoso como lo fue el Arzobispo de Paderborn, Mons. Johannes Joachim Degenhardt. El arzobispo Degenhardt soportó a pie firme la tormenta desatada en los medios en su contra por su intervención en el caso Drewermann. Juan Pablo II reconoció el mérito del coraje del Arzobispo y lo promovió al cardenalato.
Anselm Grün, aunque manifiesta sus simpatías por los enfoques de Drewermann citándolo en su bibliografía, se guarda de imitar la brutal sinceridad de su maestro.
Lo que hace Anselm Grün no es negar de plano, como Drewermann, la interpretación tradicional del Evangelio y proponer sustituirla por una interpretación psicologista de corte entre analítico y junguiano. Su método apunta a una sustitución pragmática sin entrar en una refutación teórica.
El evangelio como libro de autoayuda
Anselm Grün presenta las interpretaciones bíblicas correctas, de autores reconocidos, como por ejemplo Pesch, pero las yuxtapone, a sus interpretaciones psicologistas afirmando que son equivalentes: "o también". Grün baraja sentidos bíblicos reinterpretados en sentido acomodado o traslaticio. El confiado lector se encuentra con el relato evangélico y su sentido literario tradicional que le es familiar, pero también se le sirve, en el mismo plato, la acomodación psicológica, como si fuera igualmente válida.
Jesús camino hacia la libertad…
Para mostrar en qué consiste este procedimiento, tomo aquí un ejemplo del comentario de Anselm Grün al Evangelio de Marcos titulado: Jesús, camino hacia la libertad. El evangelio de Marcos. [Editorial Verbo Divino, Estella (Navarra) 2006].
Ya desde el título de la obra Anselm Grün ensaya uno de sus pases de magia. Jesús es camino hacia libertad. La afirmación la suscribirá cualquier creyente. Pero...
Pero ¿hacia qué libertad?...
La libertad de que habla Anselm Grün no es la misma de la que habló Jesús y se lee en Marcos. Según lo presenta Anselm Grün, Jesús ya no es el camino hacia la libertad porque sea el camino que nos conduzca al Padre, y porque nos convierta en hijos y nos de la libertad de los hijos.
La libertad de que habla este monje, se ha soltado, sin negarla explícitamente, de su relación a la meta real del camino de Jesús. Y la libertad de la que habló Jesús ha quedado sometida y reducida a un concepto pre-cristiano o preter-cristiano de libertad. Y la misión de Jesús ha quedado reducida a una función de liberador terapéutico por vía de un agudo conocimiento psicológico y una praxis que, en el fondo, es puramente natural, intramundana y psicológica.
La resurrección de la hija de Jairo según san Marcos (5, 21-43)
Para advertir mejor los malabarismos retóricos de Anselm Grün, partamos primero del sentido literal en san Marcos. El evangelista Marcos, antes de llegar a este relato de resurrección de un muerto, ha venido mostrando el poder de Jesucristo primero sobre el viento y el mar, luego sobre los demonios, y ahora sobre la vida en su origen (el seno de la hemorroísa) y en su final (el lecho de muerte de la hija de Jairo).
Marcos quiere decirnos que en Jesús se encuentran todos los poderes que la Sagrada Escritura reconoce como exclusivos de Dios: Jesús es Señor de los elementos de la naturaleza, Señor que tiene poder sobre los demonios y Señor de la vida y de la muerte. La intención de Marcos es pues decirnos quién es Jesús y reconocerle poderes divinos. Veamos ahora lo que interpreta Anselm Grün de espaldas a este sentido literal y en realidad sustituyéndolo.
La “curación” de la hija de la hija de Jairo según Anselm Grün
Anselm Grün proyecta en el texto evangélico una interpretación psicológica, de consejería familiar, totalmente ajena a la intención de Marcos y por lo tanto al sentido literal del pasaje.
En primer lugar hay que notar que Grün evita hablar de resurrección de la niña (Ver páginas. 60-61).
Él habla de “curación”. Y nos explica, con pericia de psicólogo, que su enfermedad habría sido causada por un mal vínculo con su padre.
El texto evangélico trataría, según Grün, de: “cómo se desarrolla una chica que pasa inadvertida para su padre… con tantas responsabilidades como él tiene, él ignora a su hija, y ella se pone enferma, incluso muere. Ella no puede vivir. El padre ve que no puede ayudar a su hija, a pesar de toda su piedad y de su alta posición. Y entonces se produce el primer paso de la terapia [¡terapia de una muerta?] él va a otro [¿a cualquier otro? parecería que en este caso se da la casualidad de que es Jesús], se arrodilla ante Jesús y le pide ayuda. Él reconoce su impotencia. Se trata de un paso muy importante para la curación [¡por qué evita Grün decir: “resurrección”?] de su hija. Si el padre suelta su poder, con el que cree dominar todo, entonces podrá liberar también a su hija del asidero estrangulador de su mano”.
¡Otro padre torpe más! ¡Cuidado con Dios Padre!
Nótese que en esta interpretación acomodaticia, no se nos dice palabra ni de la fe del padre ni de su oración, ni de que acuda a Jesús y no a un psicólogo.
Anselm Grün tiene una visión del padre que es más bien tributaria de la depreciación cultural y de la demolición de la autoridad paterna, y al final, de toda autoridad. Jesús es un camino hacia la libertad de toda autoridad, sobre todo de la autoridad del Padre.
La autoridad del Padre tiene un efecto estrangulador [la elección terrorista de la palabra]sobre la niña.
¿Y la del Padre celestial sobre nosotros? ¿Acaso viene Jesús, como afirmaba Freud, a liberarnos de Dios Padre, en vez de hacernos libres precisamente al hacernos hijos?
Un poco más adelante, Anselm Grün sigue su explicación, olvidado de la resurrección, del poder de Jesús y de la intención de Marcos: “Jesús siente que la relación del padre con su hija está determinada por el miedo. Los padres quieren tenerlo todo controlado. Les resulta difícil soltar a su hija y confiarla al poder curativo de Dios” […] “El miedo del padre le lleva a controlar a su hija o bien a fijarlo todo para que ella corresponda a sus ilusiones. El padre cuida a la hijo no porque confía en ella, sino porque é mismo quiere moldearla en lugar de rendirse al modelo que Dios le ha introducido” (pág 61).
Anselm Grün nos informa acerca de Jairo como si lo hubiera conocido ¿Por qué se calló Marcos todos estos detalles que nos hubieran explicado todo mucho mejor, sin necesidad de resurrección, de milagro y hasta sin Jesús?
Pero además Anselm Grün desvía la atención del lector del evangelio de la verdadera intención del autor inspirado y del texto, - que es decirnos quién es Jesús -, hacia recetas de consejería familiar, que no son malas en sí, pero que aquí están fuera de lugar y tergiversan el sentido del texto bíblico.
En conclusión:
¡Es abusivo leer el evangelio como un libro de autoayuda y/o de consejería familiar! Más vale no mezclar los géneros literarios. El Evangelio sea Evangelio. Y para autoayuda y consejería familiar, no echar mano de comentarios bíblicos. Es confundirlo todo.
EL SENTIDO LITERAL
1. Sentido y Significado
Se ha de distinguir entre sentido y significado
Una palabra puede tener muchos significados. El “sentido” es el significado que una palabra tiene en un determinado texto.
2. Otras designaciones
El sentido literal se llama así porque es lo que expresa la letra del texto.
También se lo llama:
a) directo, porque es el término inmediato de las palabras
b) histórico: porque expresa el intento del hagiógrafo (= escritor inspirado) en su momento histórico
c) lógico: porque se deduce mediante leyes de lógica elemental
d) gramatical: porque se logra mediante la aplicación de las leyes gramaticales
3. El sentido literal es uno solo
El sentido literal ya sea propio o metafórico, es único en cada texto
Todos los pasajes de la Escritura tienen un único sentido literal, ya sea propio, ya sea metafórico. Por lo cual, una vez determinado el sentido literal, es inútil investigar o pretender encontrar otros en el mismo pasaje. La unidad del sentido literal del texto bíblico lo enseña el magisterio eclesiástico de pontíficies y concilios. Es de fe.
Este es uno de los errores señalables en los comentarios evangélicos de Anselm Grün quien, además del sentido literal generalmente reconocido de un texto evangélico, como si este no fuera suficiente o satisfactorio, le yuxtapone una interpretación psicológica como segundo sentido del texto.
4. El sentido literal es el único fundamento
de la argumentación teológica
El único sentido que tiene valor probativo en el razonamiento teológico es el sentido literal. Y como argumento probatorio, su valor es definitivo.
Una vez determinado el sentido literal, es Dios quien lo dice por el autor inspirado. Por lo cual es palabra de Dios.
Si Marcos habla de resurrección de la hija de Jairo, Dios dice que fue resurrección. Es inapropiado e induce a error y confusión que, como lo hace Anselm Grün, se refiera a él como “curación”.
La valoración y determinación o definición definitiva del sentido literal de los textos bíblicos lo tiene el Magisterio de la Iglesia, que es la única que tiene poder para interpretar auténticamente la Sagrada Escritura.
5. Conclusiones deducidas del sentido literal
Del sentido literal de un texto se pueden deducir conclusiones. Esas conclusiones son de diversa índole según que estén dentro de la intención de las mismas palabras del sentido literal, o no lo estén. En el primer caso son también bíblicas. En el segundo caso no.
[Fuente: Manuel de Tuya – José Salguero, Introducción a la Biblia, BAC, Madrid 1967]
1. Sentido y Significado
Se ha de distinguir entre sentido y significado
Una palabra puede tener muchos significados. El “sentido” es el significado que una palabra tiene en un determinado texto.
2. Otras designaciones
El sentido literal se llama así porque es lo que expresa la letra del texto.
También se lo llama:
a) directo, porque es el término inmediato de las palabras
b) histórico: porque expresa el intento del hagiógrafo (= escritor inspirado) en su momento histórico
c) lógico: porque se deduce mediante leyes de lógica elemental
d) gramatical: porque se logra mediante la aplicación de las leyes gramaticales
3. El sentido literal es uno solo
El sentido literal ya sea propio o metafórico, es único en cada texto
Todos los pasajes de la Escritura tienen un único sentido literal, ya sea propio, ya sea metafórico. Por lo cual, una vez determinado el sentido literal, es inútil investigar o pretender encontrar otros en el mismo pasaje. La unidad del sentido literal del texto bíblico lo enseña el magisterio eclesiástico de pontíficies y concilios. Es de fe.
Este es uno de los errores señalables en los comentarios evangélicos de Anselm Grün quien, además del sentido literal generalmente reconocido de un texto evangélico, como si este no fuera suficiente o satisfactorio, le yuxtapone una interpretación psicológica como segundo sentido del texto.
4. El sentido literal es el único fundamento
de la argumentación teológica
El único sentido que tiene valor probativo en el razonamiento teológico es el sentido literal. Y como argumento probatorio, su valor es definitivo.
Una vez determinado el sentido literal, es Dios quien lo dice por el autor inspirado. Por lo cual es palabra de Dios.
Si Marcos habla de resurrección de la hija de Jairo, Dios dice que fue resurrección. Es inapropiado e induce a error y confusión que, como lo hace Anselm Grün, se refiera a él como “curación”.
La valoración y determinación o definición definitiva del sentido literal de los textos bíblicos lo tiene el Magisterio de la Iglesia, que es la única que tiene poder para interpretar auténticamente la Sagrada Escritura.
5. Conclusiones deducidas del sentido literal
Del sentido literal de un texto se pueden deducir conclusiones. Esas conclusiones son de diversa índole según que estén dentro de la intención de las mismas palabras del sentido literal, o no lo estén. En el primer caso son también bíblicas. En el segundo caso no.
[Fuente: Manuel de Tuya – José Salguero, Introducción a la Biblia, BAC, Madrid 1967]
DIVISIÓN DEL SENTIDO LITERALLa división del sentido literal se puede hacer atendiendo a diversos aspectos del mismo.
a) Por razón de la materia de que trata
1) Alegórico: si la materia se relaciona con lo que ha de creerse
2) Tropológico: si versa sobre temas de conducta moral
3) Anagógico: si se refiere o afecta a la vida futura directamente
a) Por razón de la materia de que trata
1) Alegórico: si la materia se relaciona con lo que ha de creerse
2) Tropológico: si versa sobre temas de conducta moral
3) Anagógico: si se refiere o afecta a la vida futura directamente
b) Por razón de la significación de las palabras que se usan
1) Propio: si se toman las palabras en su sentido directo
2) Impropio: si se toman en sentido figurado o metafórico
c) Por razón del estilo usado
Los diversos “géneros literarios” histórico, didáctico, poético, profético,
sea de palabras, frases, secciones o partes de libros o enfoques totales de libros.
d) Por razón de la riqueza de contenido
1) Histórico: que expresa hechos que conoció el hagiógrafo
2) Pleno: el contenido que Dios pone en la letra sin que lo sepa el hagiógrafo
e) Por razón de la inspiración bíblica
1) Bíblico: a) histórico; b) pleno
2) No bíblico:
a) consecuente: algunos aspectos del sentido literal que se deducen necesariamente por raciocinio a partir del sentido literal
b) acomodado: que se aplica a otro propósito del que lo usa el hagiógrafo. A este tipo de sentido no bíblico, pertenecen las interpretaciones psicológicas que propone Anselm Grün.
[Fuente: Manuel de Tuya – José Salguero, Introducción a la Biblia, BAC, Madrid 1967]
EL SENTIDO ACOMODADO NO ES SENTIDO BÍBLICOA pedido de Edita prosigo explicando mejor en qué consiste el sentido acomodado que hemos señalado a propósito de los comentarios bíblicos de Anselm Grün.
El sentido acomodado es un sentido que atribuye al texto un lector, pero que es ajeno al sentido que quiso darle - y de hecho le dio -al texto, el autor sagrado, inspirado por Dios.
Podría llamarse también sentido “atribuido” por un lector. Por lo cual, este “sentido” no es Palabra de Dios, sino que es, simplemente, palabra de hombre.
En efecto: “para que el intérprete [que es un lector] de la Sagrada Escritura comprenda lo que Dios quiso comunicarnos, debe investigar con atención qué pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y plugo a Dios manifestar con las palabras de ellos” [Constitución Dei Verbum Nº 12].
El sentido acomodado es, por lo tanto, un sentido ajeno al sentido literal, que como se ha dicho, es el único inspirado por Dios y digno de prestarle fe. Es, por eso mismo, el único válido para argumentar en teología.
El sentido literal, ya lo dijimos antes, es el que pretendió dar a sus palabras el autor sagrado.
El sentido acomodado es el que le atribuye al texto un lector, no su autor.
La acomodación se presta por lo tanto a cometer una verdadera usurpación de la Palabra de Dios, su tergiversación ingenua o maliciosa, (lo mismo da). Se presta a cobijar bajo la autoridad divina, las propias ideas, ideologías y pensamientos. Puede prestarse a veces a cometer una verdadera estafa del sentido literal auténtico del texto sagrado, escamoteándolo y sustituyéndolo por un sentido puramente humano pero disfrazado de Palabra de Dios. Realmente: una falsa profecía.
En cuanto que el sentido acomodado es una atribución: la atribución puede quedar implícita [atribución mental] o afirmarse explícitamente como sentido literal [atribución argumental]. Puede ser ingenua por simple error, o puede ser advertida, pretendida e intencional. A su vez, esta atribución intencional puede ser simplemente decorativa o bien puede ser esgrimida argumentalmente, utilizada con fines humanos, como es el caso de las acomodaciones psicológicas y de consejería en los escritos bíblicos de Anselm Grün.
Los que pretenden que le es lícito al lector atribuirle sentidos diversos a los textos de la Sagrada Escritura, pierden de vista la doctrina católica de la inspiración y – con ella - la diferencia que existe entre autor y lector, desde el punto de vista de Dios y de la acción del Espíritu Santo en el uno o en el otro.
El autor tiene el carisma de la inspiración. El lector o intérprete no.
Éste debe atenerse al sentido literal y prestarle fe; debe argumentar partiendo de él y fundándose en él. Le es lícito sacar consecuencias del sentido literal (sentido consecuente) pero no atribuirle sentidos que eran ajenos a la intención del autor.
“Se entiende por sentido acomodado – dicen Tuya-Salguero – el uso [!!!] de los textos bíblicos, aplicados a otro propósito del que fue intentado por el hagiógrafo”.
Obsérvese bien: El que acomoda la Escritura, ¡la usa!, o sea se apropia de ella y la instrumentaliza para sus propios fines, que pueden ser ajenos y aún contrarios a la intención de Dios y del autor Sagrado. Es un uso que se hace de los textos bíblicos. Usar e instrumentalizar supone un adueñarse de la palabra para los propios fines. El creyente en cambio, no es dueño del sentido de la escritura, sino su servidor y oyente, que obedece a la Palabra de Dios.
“El fundamento de la acomodación – prosiguen Tuya y Salguero – es cierta analogía que puede haber entre un texto en cuestión y el propósito distinto al que quiere traérsele [aducirlo]”
“Este fundamento analógico del texto puede ser doble: si está basado en el contenido del mismo, entonces hay la “acomodación real”, o “por extensión” [sentido consecuente] si está basado sólo en la semejanza o asonancia material de las palabras, hay la “acomodación verbal”, o “por alusión” [al texto bíblico].
Cuidado con la irreverencia
Cuando la acomodación se hace sin suficiente fundamento espiritual y religioso, hay que aplicar la advertencia de Tuya y Salguero:
“se ha de tener muy presente que no se han de “acomodar” con violencia, pues sería traer esos pasajes a contrapelo, y no quedaría exento su uso de irreverencia para con la palabra de Dios. Y, en consecuencia, que no se puede sacar argumento dogmático tomado de esta palabra de Dios, ya que se la toma sólo por “analogía”.
Hay una irreverencia muy difundida en ambientes religiosos que usa palabras de la Sagrada Escritura en situaciones o para fines profanos. Por ejemplo: se produce un apagón en un convento y alguien exclama jocosamente “¡Hágase la luz!”. Todo un Señor Presidente, termina un discurso invitando a su país con la frase de Cristo: “¡Levántate y anda!”.
Si el segundo mandamiento prescribe no tomar el Santo Nombre del Señor en vano, cae bajo la misma prohibición no tomar sus santas palabras en vano ni para la broma o sin necesidad. Hacerlo es faltar al segundo mandamiento.
[Fuente: Manuel de Tuya – José Salguero, Introducción a la Biblia, BAC, Madrid 1967]
El sentido acomodado es un sentido que atribuye al texto un lector, pero que es ajeno al sentido que quiso darle - y de hecho le dio -al texto, el autor sagrado, inspirado por Dios.
Podría llamarse también sentido “atribuido” por un lector. Por lo cual, este “sentido” no es Palabra de Dios, sino que es, simplemente, palabra de hombre.
En efecto: “para que el intérprete [que es un lector] de la Sagrada Escritura comprenda lo que Dios quiso comunicarnos, debe investigar con atención qué pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y plugo a Dios manifestar con las palabras de ellos” [Constitución Dei Verbum Nº 12].
El sentido acomodado es, por lo tanto, un sentido ajeno al sentido literal, que como se ha dicho, es el único inspirado por Dios y digno de prestarle fe. Es, por eso mismo, el único válido para argumentar en teología.
El sentido literal, ya lo dijimos antes, es el que pretendió dar a sus palabras el autor sagrado.
El sentido acomodado es el que le atribuye al texto un lector, no su autor.
La acomodación se presta por lo tanto a cometer una verdadera usurpación de la Palabra de Dios, su tergiversación ingenua o maliciosa, (lo mismo da). Se presta a cobijar bajo la autoridad divina, las propias ideas, ideologías y pensamientos. Puede prestarse a veces a cometer una verdadera estafa del sentido literal auténtico del texto sagrado, escamoteándolo y sustituyéndolo por un sentido puramente humano pero disfrazado de Palabra de Dios. Realmente: una falsa profecía.
En cuanto que el sentido acomodado es una atribución: la atribución puede quedar implícita [atribución mental] o afirmarse explícitamente como sentido literal [atribución argumental]. Puede ser ingenua por simple error, o puede ser advertida, pretendida e intencional. A su vez, esta atribución intencional puede ser simplemente decorativa o bien puede ser esgrimida argumentalmente, utilizada con fines humanos, como es el caso de las acomodaciones psicológicas y de consejería en los escritos bíblicos de Anselm Grün.
Los que pretenden que le es lícito al lector atribuirle sentidos diversos a los textos de la Sagrada Escritura, pierden de vista la doctrina católica de la inspiración y – con ella - la diferencia que existe entre autor y lector, desde el punto de vista de Dios y de la acción del Espíritu Santo en el uno o en el otro.
El autor tiene el carisma de la inspiración. El lector o intérprete no.
Éste debe atenerse al sentido literal y prestarle fe; debe argumentar partiendo de él y fundándose en él. Le es lícito sacar consecuencias del sentido literal (sentido consecuente) pero no atribuirle sentidos que eran ajenos a la intención del autor.
“Se entiende por sentido acomodado – dicen Tuya-Salguero – el uso [!!!] de los textos bíblicos, aplicados a otro propósito del que fue intentado por el hagiógrafo”.
Obsérvese bien: El que acomoda la Escritura, ¡la usa!, o sea se apropia de ella y la instrumentaliza para sus propios fines, que pueden ser ajenos y aún contrarios a la intención de Dios y del autor Sagrado. Es un uso que se hace de los textos bíblicos. Usar e instrumentalizar supone un adueñarse de la palabra para los propios fines. El creyente en cambio, no es dueño del sentido de la escritura, sino su servidor y oyente, que obedece a la Palabra de Dios.
“El fundamento de la acomodación – prosiguen Tuya y Salguero – es cierta analogía que puede haber entre un texto en cuestión y el propósito distinto al que quiere traérsele [aducirlo]”
“Este fundamento analógico del texto puede ser doble: si está basado en el contenido del mismo, entonces hay la “acomodación real”, o “por extensión” [sentido consecuente] si está basado sólo en la semejanza o asonancia material de las palabras, hay la “acomodación verbal”, o “por alusión” [al texto bíblico].
Cuidado con la irreverencia
Cuando la acomodación se hace sin suficiente fundamento espiritual y religioso, hay que aplicar la advertencia de Tuya y Salguero:
“se ha de tener muy presente que no se han de “acomodar” con violencia, pues sería traer esos pasajes a contrapelo, y no quedaría exento su uso de irreverencia para con la palabra de Dios. Y, en consecuencia, que no se puede sacar argumento dogmático tomado de esta palabra de Dios, ya que se la toma sólo por “analogía”.
Hay una irreverencia muy difundida en ambientes religiosos que usa palabras de la Sagrada Escritura en situaciones o para fines profanos. Por ejemplo: se produce un apagón en un convento y alguien exclama jocosamente “¡Hágase la luz!”. Todo un Señor Presidente, termina un discurso invitando a su país con la frase de Cristo: “¡Levántate y anda!”.
Si el segundo mandamiento prescribe no tomar el Santo Nombre del Señor en vano, cae bajo la misma prohibición no tomar sus santas palabras en vano ni para la broma o sin necesidad. Hacerlo es faltar al segundo mandamiento.
[Fuente: Manuel de Tuya – José Salguero, Introducción a la Biblia, BAC, Madrid 1967]