terça-feira, 25 de março de 2014
Entevista a Willigis Jäger, teólogo, beneditctino y maestro zen
«En el siglo XX se mataron mutuamente cien millones de personas y ninguna moral sirvió»
Ratzinger me prohibió hablar en público, pero no le hice caso por motivos de conciencia
Con un gran número de seguidores tras sus conocimientos sobre mística de las religiones, el alemán Willigis Jäger habló ayer en el Ateneo Jovellanos de Gijón sobre «La irrupción a nuestro ser verdadero». Monje benedictino, maestro zen y maestro de contemplación, abarrotó el aula. Lo entrevista Javier Morán en La Nueva España.
¿A qué monasterio benedictino pertenece usted?
-Vivo fuera del monasterio porque estoy exclaustrado. Benedicto XVI,
cuando aún no era Papa, sino en su anterior puesto en la Congregación
para la Doctrina de la Fe, bajo el nombre de Ratzinger, me prohibió
hablar en público.
-¿Por qué?
-Pensó que yo ya no interpretaba correctamente el catolicismo.
-¿Se defendió usted?
-Le escribí una carta diciéndole que no iba a hacerle caso por motivo
de conciencia y por motivos pastorales.
-¿Por qué un benedictino acude a la espiritualidad oriental?
-En la Iglesia católica no se enseñó la oración contemplativa y aún
hoy día sigue habiendo dificultades con esa enseñanza.
-¿Conoció al jesuita Anthony de Mello, también amonestado por la Santa Sede?
-Parecido problema al mío.
-Le acusaron de panteísta.
-A mí me acusan de monista, pero lo que yo enseño no tiene nada que
ver con ello.
-¿Es compatible la espiritualidad oriental con el credo católico?
-Existe una espiritualidad transconfesional y a ésa me dedico. Pero
eso no significa que yo tenga que dejar la confesión católica.
-El teólogo Rahner decía que el siglo XXI, o es místico, o no será nada.
-Yo también creo eso, porque, o bien hacemos experiencias en el
espacio transpersonal, o no vamos a poder sobrevivir como especie
humana.
-¿Qué significa experiencia transpersonal?
-Nuestra personalidad es un logro de la evolución, pero al mismo
tiempo significa una limitación. Nuestra conciencia tiene que
ampliarse. Nos hemos desarrollado desde una conciencia prehomínida y
de allí evolucionamos hacia una conciencia mágica, luego mítica, luego
mental racional, pero no podemos quedarnos ahí.
-¿Qué es ese ahí?
-Provenimos de un paraíso en el que alguna vez nos sentimos en una
unidad simbiótica con la naturaleza, y lo que llamamos pecado original
no es otra cosa que el haber desarrollado la conciencia individual
fuera de esa simbiosis. Pero, apenas salimos de ella y pudimos decir
tú y yo, empezó a matar Caín a Abel. Desde entonces nuestra especie no
ha hecho otra cosa que matarse mutuamente y eso se ha agravado
muchísimo. Hemos llegado a un punto donde no sabemos cómo va a seguir
esto. En el siglo pasado se mataron mutuamente cien millones de
personas y ninguna moral surtió efecto.
-¿Por qué?
-Esas frases de «debes hacer», o «tienes que», no han hecho adelantar
a nuestra especie humana para nada. Los grandes profesores y
sacerdotes del mundo fueron un fracaso en este sentido. No estoy en
contra de los profesores o de los sacerdotes, pero sus enseñanzas no
han ayudado a los hombres.
-¿Alternativas?
-Tenemos en nuestro interior posibilidades para comprender la realidad
de un modo que no puede abordarse con la razón. Nuestra conciencia
personal supone un gran logro de la evolución, pero al mismo tiempo
supone una limitación. Caer en la cuenta de esa limitación es esencial
para nuestra especie.
-¿Cuál es esa limitación?
-Creemos que la conciencia del «yo» supone la única posibilidad de
comprender. Pero eso es igual de tonto que cuando creíamos en el
pasado que la Tierra era el centro del universo. Con esa concepción
nos hemos orientado hacia un gran egocentrismo, que es la fuente de
todos los males que conocemos en el mundo. El egocentrismo nos ha
llevado al borde de la desaparición.
-¿Cómo superarlo?
-Para salir de esa limitación hay que entrar en el nivel de la unidad.
Entonces vemos que somos uno con todo y que sólo existe uno. Una red
de pescador consiste en muchas mallas y una malla sola no tiene
sentido. Cada uno tiene sentido en la totalidad.
-Pero algunas religiones ya predican el amor al prójimo.
-Las religiones predican el amor y dicen «debes amar a tu prójimo
igual que a ti mismo», pero no nos han ayudado las religiones para dar
ni un paso hacia adelante. Decimos «mi religión», «mi confesión»,
…egoísmo, …y los que no estaban de acuerdo fueron quemados. Eso sigue
igual en el presente: sunnitas y chiitas, judíos y musulmanes,
fundamentalistas en la Iglesia católica. Todos dicen «yo, yo, yo…».
Todos los problemas del mundo resultan de ese egocentrismo.
-¿Nada han contribuido las religiones?
-Sólo cambiaremos si entramos en un nivel nuevo de conciencia, en el
espacio transpersonal. Superar las limitaciones del yo es algo que la
mística de Oriente y de Occidente siempre han sabido hacer, pero se
puede hacer en las religiones y también fuera de las religiones. La
mayoría de las personas buscan fuera de sus religiones.
-Las religiones también han evolucionado.
-Las reformas en las religiones han sido como cambiar los muebles de
un mismo piso. Lo hemos hecho muchas veces y no ha servido de nada. Lo
que tenemos que hacer es subir un piso más arriba en la experiencia de
lo religioso.
-¿Qué hay en ese piso?
-Un nuevo nivel de la conciencia. Se trata de ser más plenamente
humano. Hay que preguntarse qué sentido tienen esos pocos decenios de
mi vida en un universo de miles de millones de años. Ese sentido es
que debo ser plenamente ser humano, y ahora lo voy a decir en la
manera cristiana: Dios quiere ser persona en mí, tal como soy en este
momento, con esta figura que tengo. Es el único motivo por el que
existimos. Por eso bailo esa danza de la vida, pero no soy yo el que
está bailando, sino que estoy bailado. Dios se baila a sí mismo en mí.
El maestro Eckhart dice que Dios se saborea a sí mismo en las cosas.
Ése es el motivo de mi existencia.
-¿Y lo transpersonal?
-Yo tengo una importancia sin igual. Por eso dice Eckhart que si no
estuviera yo, Dios no sería. Por eso tengo un significado único con mi
vida, con esos pocos decenios en medio del universo. Mi ser verdadero
no es la conciencia del yo, sino algo que no nace y no muere. Lo que
soy en lo más intimo es algo que seguirá cuando mi cuerpo físico haya
muerto. Y no soy el único que está bailando, sino que bailan conmigo
muchas personas, que tienen la misma importancia que yo. Cuando
experimento esto, mis actuaciones serán diferentes.
-¿Cómo se hace uno místico?
-La mística es una forma de oración, un camino de oración. Existen
diferentes formas de oración y la mística es uno de esos caminos. Y
muchos cristianos llegan a una frontera con su oración verbal dirigida
hacia un Dios personal y entonces entran en una nueva forma de
oración, y esa oración es una nueva experiencia de lo que llamamos
Dios.
-Esa oración, ¿es la contemplación?
-Eso es lo que la tradición llama oración contemplativa, y lo
conocemos de Santa Teresa de Jesús, de San Juan de la Cruz, de
Francisco de Osuna… Hay un camino donde se enseña esa religión
mística. Todas las religiones conocen dos formas de oración, una
esotérica y otra exotérica. Las religiones, como el budismo,
cristianismo, judaísmo, hinduismo e islamismo, tiene sus sagradas
escrituras, sus dogmas, ritos, liturgias y esa forma de religiosidad
se reza de forma exotérica. «Exoteros», en griego, quiere decir «desde
fuera», y el rezo verbal o meditar sobre un texto serían la oración
exotérica. En esa forma lo que hago es activar mis potencias
psíquicas, como intuiciones, pensamiento…
-¿Y la oración esotérica?
-Todas las religiones también tienen una forma esotérica de oración.
El budismo ha desarrollado las formas del zen y del Vipassana; el
hinduismo ha desarrollado las diferentes formas del yoga; en el
islamismo conocemos el sufismo, y en el cristianismo tenemos la
mística, que también es la contemplación. «Esoteros» significa «desde
dentro» y en la forma de oración esotérica hago lo contrario: voy
sosegando toda actividad mental, intento sosegar las potencias
psíquicas, como memoria, voluntad y entendimiento, para que pueda
irrumpir lo que está detrás de ello.
-¿Por qué se perdió en el catolicismo la contemplación?
-La Iglesia católica dice que esa forma de oración contemplativa es
una oración privada y no le gusta. Quiere que todos tengan la misma
práctica que la Iglesia ha fijado. Todas la religiones teístas, como
el Cristianismo, el Islam y el Judaísmo, tienen problemas con lo que
es la mística.
-¿Miedo a que la persona entre en contacto directo con Dios?
-La institución de la Iglesia teme perder el control.
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