NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA
Me he visto obligado a reflexionar una y otra vez en las palabras que el Papa Benedicto pronunció cuando fue a Fátima el 13 de mayo de 2010:
“Quien piensa que la misión profética de Fátima está concluida, se engaña a sí mismo”.
Pues bien, todos tenemos que evitar juzgar a los demás. La verdad, como dije, es fundamental; sin embargo, lo que es claro a una persona no es necesariamente claro a todos. No podemos presumir que una persona tenga mala voluntad, simplemente porque no está de acuerdo con nosotros. Sólo Dios conoce los corazones de los hombres.
Sin embargo, el Papa Benedicto XVI dijo sin reservas ante 500.000 personas en Fátima, que los eclesiásticos que han gastado tanto tiempo y energía intentando propagar esta gran mentira, afirmando que “los acontecimientos a los que se refiere la tercera parte del ‘secreto’ de Fátima, parecen pertenecer ya al pasado”, ¡se han engañado en verdad, si realmente creen en esta mentira! La verdad del Mensaje y de nuestra situación es tan clara, dice él, que sólo por una ceguera voluntaria, podríamos creer semejante mentira.
Y esto se aplica, también, para toda la gente que cree esta mentira a causa de cualesquier nociones falsas de “obediencia”, lealtad o sumisión que tienen. Benedicto XVI no dijo, ‘estaría usted equivocado’. Él dijo que usted estaría engañándose a sí mismo si piensa eso.
Hay personas que están en desacuerdo con lo que estoy diciendo, que afirman ser más católicos que yo, que afirman ser más leales y más fieles a la Iglesia que yo, que afirman amar al Papa más que yo lo amo, y Dios sabe si es así o no. Pero el Santo Padre mismo dijo que esas personas se engañan a sí mismas sobre el Mensaje de Fátima.
Se engañan a sí mismos cuando dicen que el pedido de Nuestra Señora por la Consagración de Rusia ha sido cumplido. Ellos se engañan a sí mismos cuando dicen que el Tercer Secreto íntegro se ha divulgado. Se engañan a sí mismos cuando dicen que las profecías horripilantes del Tercer Secreto pertenecen al pasado. Y esta mentira costará millones si no miles de millones de vidas y su salvación eterna si no la desenmascaramos a tiempo.
Un verdadero amor a la verdad necesariamente significa defender la verdad y denunciar los maestros falsos e indignos de confianza que están llevando a los fieles a conclusiones falsas. No es desobediente ni se fomenta “división” por apoyar la verdad cuando uno se encara contra esas mentiras. Son las propias mentiras las que crean división.
Concordar con esos engaños y mentiras es peligroso. Si se las deja prevalecer, están destinadas a matar millones y millones de almas. Vienen del padre de la mentira – el diablo. Deben ser desenmascaradas. Los mentirosos deben ser detenidos antes de que destruyan el mundo entero.
P. Nicolás Gruner