El texto italiano de la entrevista fue publicado en la página web del Vaticano el 2 de diciembre de 2015. Repetimos: el original de esta entrevista está publicado EN LA PÁGINA WEB DEL VATICANO.
P: Santo Padre, ahora que estamos a punto de empezar el Jubileo, ¿puede explicarnos qué impulso del corazón le llevó a subrayar, precisamente, el tema de la misericordia? ¿Qué urgencia percibe a este respecto, en la presente situación del mundo y de la Iglesia?
Papa Francisco: El tema de la misericordia se acentúa con fuerza en la vida de la Iglesia a partir del Papa Pablo VI. Juan Pablo II lo enfatizó mucho con su Encíclica Dives in Misericordia, la canonización de Santa Faustina Kowalska y la institución de la Festividad de la Divina Misericordia en la Octava de Pascua. En esta línea, sentí que es, en cierto modo, un deseo del Señor mostrar Su misericordia a la humanidad. Por lo tanto, no se me ocurrió a mí, sino que, más bien, retomo una tradición relativamente reciente que, sin embargo, siempre ha existido.
»Mi primer Ángelus como Papa fue acerca de la Misericordia de Dios y, en aquella ocasión, hablé también de un libro acerca de la misericordia que me regaló el Cardenal Walter Kasper durante el cónclave; también, en mi primera homilía como papa, el domingo 17 de marzo, hablé de la misericordia en la parroquia de Santa Ana. No fue una estrategia; me nació de dentro: el Espíritu Santo desea algo. Es evidente que el mundo de hoy está necesitado de misericordia, está necesitado de compasión, es decir, “padecer con”. Estamos acostumbrados a las malas noticias, a noticias crueles y a las mayores atrocidades que ofenden el nombre y la vida de Dios. El mundo necesita descubrir que Dios es Padre, que hay misericordia, que la crueldad no es el camino, que la condenación no es el camino, porqué la Iglesia misma, a veces, sigue una línea dura, cae en la tentación de seguir una línea dura, en la tentación de enfatizar sólo las normal morales, por lo que, mucha gente queda excluida.
»Me vino a la mente la imagen de la Iglesia como un hospital de campaña después de la batalla; es cierto, ¡cuánta gente está herida y destrozada! Se atiende a los heridos, se les ayuda y se les cura, no se les hace un análisis de colesterol. Creo que este es el momento de la misericordia. Somos todos pecadores, todos cargamos con un lastre interno. Sentí que Jesús desea abrir la puerta de Su corazón, que el Padre desea mostrar sus entrañas de misericordia, y por eso, nos manda al Espíritu: para movernos e inspirarnos. Es el año del perdón, el año de la reconciliación. Por un lado, vemos el tráfico de armas, la producción de armas que matan, los asesinatos de inocentes de la manera más cruel posible, la explotación de personas, menores, niños: se está llevando a cabo un sacrilegio, permítame el término, contra la humanidad; porque el hombre es sagrado, es la imagen de Dios vivo. Entonces el Padre dice: “Deteneos y venid a mí.” Esto es lo que yo veo en el mundo.
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P: Según la Biblia, el lugar donde descansa la Misericordia de Dios es el útero, las entrañas maternas, de Dios que se conmueven hasta el punto de perdonar el pecado. ¿Puede el Jubileo de la Misericordia ser una ocasión para redescubrir la “maternidad” de Dios? ¿Hay también un aspecto más “femenino” de la Iglesia que se debe valorar?
Papa Francisco: Sí. Él mismo lo afirma cuando dice en Isaías que, si incluso una madre puede olvidarse de su hijo, hasta una madre puede olvidarse de su hijo… “Yo, por el contrario, nunca me olvidaré de ti”[1]. Aquí se ve la dimensión maternal de Dios. No todo el mundo entiende cuando se habla de la “maternidad de Dios”, no es un lenguaje popular, en el buen sentido de la palabra, parece un lenguaje para elegidos. Por lo tanto yo prefiero utilizar la palabra ternura, propia de una madre, la ternura de Dios, la ternura que nace de las entrañas paternas. Dios es Padre y Madre.
P: Refiriéndonos a la Biblia, nos da a conocer a un Dios mucho más “emotivo” del que a veces nos imaginamos. ¿Podría cambiar nuestra actitud hacia nuestros hermanos, el descubrir a un Dios que se conmueve y tiene compasión por los hombres?
Papa Francisco: Descubrirlo nos llevará a tener una actitud más tolerante, más paciente, más tierna. Durante el Sínodo de 1994, en una reunión de grupo, dije que se debía establecer una revolución de la ternura, y un Padre Sinodal, un buen hombre a quien respeto y quiero bien, ya muy anciano, me dijo que no era apropiado utilizar ese lenguaje y me dio explicaciones razonables, de hombre inteligente; pero yo sigo diciendo que hoy, la revolución, es la de la ternura; porqué de ahí deriva la justicia y todo lo demás. Si un hombre de negocios contrata a un empleado de septiembre a julio, y en julio le dice que se tome unas vacaciones para retomar el trabajo con un nuevo contrato de septiembre a julio, entonces el trabajador no tiene derecho a indemnización, ni a una pensión, ni a la seguridad social; no tiene derecho a nada. El hombre de negocios no muestra ternura, sino que trata a su empleado como a un objeto, por poner un ejemplo en el que no hay ternura. Si uno se pone en los zapatos del otro en lugar de pensar en su necesidad de un poco más de dinero, entonces las cosas cambian. La revolución de la ternura es lo que tenemos que cultivar hoy como fruto de este Año de la Misericordia: la ternura de Dios hacia cada uno de nosotros. Cada uno de nosotros debe decir: “¡Soy un hombre desafortunado, pero Dios me ama así, entonces yo tengo que amar a los demás de la misma forma.”
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P: ¿Nos puede adelantar algún gesto que tenga la intención de hacer durante el Jubileo para dar testimonio de la Misericordia de Dios?
Papa Francisco: Se harán muchos gestos, pero un viernes de cada mes haré un gesto diferente.