MONACATO Y MÍSTICA
DIVO BARSOTTI
CISTERCIUM, nº 267
enero-junio 2017
Las personas no pueden decidirse a hacer algo sin proponerse
un fin para su acción. Se sienten terriblemente incómodas si
sus acciones son inútiles. Pero si todo lo que hacen tiene un fin,
¿será posible que la vida en sí misma tenga un fin propio? ¿Tiene
la vida un propósito? Si las personas alcanzaran ese fin durante su
vida, después de haberlo alcanzado, llegarían a una situación de
vacío en el que la vida ya no tendría más sentido. El fin de la vida,
si es que debe haber alguno, debe estar más allá de la vida.
El fin de la vida terrestre
Es precisamente por
esto por lo que las personas de hoy sienten
una angustia profunda.
¿Hay algo más allá de
esta vida? ¿Cómo se
puede alcanzar un fin si
la muerte es el fin? En
un mundo como el de
hoy, en que no se reconoce otra realidad que
la de las cosas visibles,
no puede desde luego
haber una vida más allá
de la vida.
Así, pues, las personas
contemporáneas viven
la angustia de una
existencia que no tiene
mayor sentido ni lleva a
ninguna parte. Se vive
para la muerte y la vida
se vuelve absurda. Pero, ¿habrá algún modo de soportar el peso
de semejante condición? Para escapar del absurdo de una vida LEER...