BREVE GUIÓN PARA OÍR A DIOS CON CERTEZA. 4 CONDICIONES: RECOGIMIENTO MENTAL, RECOGIMIENTO DE LA VOLUNTAD, PENSAR, CONFIAR. |
Oración introductoria: Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, san José, mi padre y señor, ángel de mi guarda interceded por mí.
Ahora, al principio de la oración mental, conviene realizar las dos primeras medidas de seguridad explicadas debajo: nn. 1 y 2. Las nn. 3 y 4 es bueno practicarlas durante el resto del tiempo. Si durante el intervalo que permaneces espiritualmente junto al Señor, notaras que necesitas repetir de nuevo las nn. 1 y 2, que no te importe hacerlo; al contrario, es tiempo muy bien aprovechado de oración poderosa.
No se trata de rechazar distracciones sino de calmar pasiones, en especial cuatro: ALEGRÍA, TRISTEZA, ANHELO Y TEMOR.
Durante alrededor de 1 minuto, intentar descubrir si tu alma se encuentra en alguno de esos cuatro estados. Al detectarlo, es muy útil decirle interiormente a Dios:"Señor, yo solo no puedo: confío en que me vas a calmar esta pasión (por ejemplo, tristeza) por tu gran Misericordia, aunque yo no lo merezca". También es muy útil esta jaculatoria: "Oh Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros, en Ti confío" enseñada por el Señor a santa Faustina Kowalska (Diario n.187).
Notarás una gran calma después de repetir alguna de estas oraciones tras cada una de tus pasiones. En este momento, y si cumples los nn. 2 y 3, podrás confiar en tu mente.
2. Recogimiento de la voluntad
Desear cumplir la Voluntad de Dios en todo aquello que vayamos a consultarle, comprobando nuestra sinceridad ante las distintas posibles respuestas que pueda dar el Señor.
Es aconsejable ser aquí muy cuidadoso para evitar el silencio de Dios y también para asegurar que sólo Él nos hablará. Si voy a preguntarle algo que no requiera obedecerle, como el parecer sobre alguien, o su opinión acerca de un acontecimiento, también he de prepararme comprometiéndome a realizar su Voluntad.
Es aconsejable ser aquí muy cuidadoso para evitar el silencio de Dios y también para asegurar que sólo Él nos hablará. Si voy a preguntarle algo que no requiera obedecerle, como el parecer sobre alguien, o su opinión acerca de un acontecimiento, también he de prepararme comprometiéndome a realizar su Voluntad.
3. Pensar
Contar algo a Dios o interrogarle, razonar una respuesta y detectar la primera idea que se imprima en nuestro intelecto; o bien, la primera moción de la voluntad. Si se puede, CONVIENE MUCHO ESCRIBIR TODA LA CONVERSACIÓN, porque se iluminarán asombrosamente los detalles de las ideas recibidas y mantendremos el recogimiento mucho más tiempo y sin lagunas. La primera moción de la voluntad o idea que aparezca en nuestra mente suele ser la más segura.
Suele ser muy útil preguntarle con frecuencia sobre nuestros asuntos diarios, por pequeños o simples que parezcan, pues Él no habla solo de religión: dialogar sobre cualquier tema. Se sirve de lo que, más bien, parecen nuestros razonamientos. Conviene recordar además que Dios, de modo habitual, se comunica flojo. Puede que no captemos respuesta alguna: deberemos entonces respetar el silencio divino y saber que lo más probable será que nos responda más tarde con obras. Las contestaciones en forma de imágenes o de recuerdos aislados no son fiables. No es recomendable confiar en los sueños. Las respuestas obtenidas al azar no aseguran la certeza. Simplificación errónea: si el pensamiento es bueno procede de Dios, del demonio si es malo y, si parece indiferente, entonces es mío. Deducción equivocada: distingo lo que me dice Dios porque siempre es lo más costoso o bien inflama el sentimiento. No siempre es de Dios lo sorprendente o novedoso.
Suele ser muy útil preguntarle con frecuencia sobre nuestros asuntos diarios, por pequeños o simples que parezcan, pues Él no habla solo de religión: dialogar sobre cualquier tema. Se sirve de lo que, más bien, parecen nuestros razonamientos. Conviene recordar además que Dios, de modo habitual, se comunica flojo. Puede que no captemos respuesta alguna: deberemos entonces respetar el silencio divino y saber que lo más probable será que nos responda más tarde con obras. Las contestaciones en forma de imágenes o de recuerdos aislados no son fiables. No es recomendable confiar en los sueños. Las respuestas obtenidas al azar no aseguran la certeza. Simplificación errónea: si el pensamiento es bueno procede de Dios, del demonio si es malo y, si parece indiferente, entonces es mío. Deducción equivocada: distingo lo que me dice Dios porque siempre es lo más costoso o bien inflama el sentimiento. No siempre es de Dios lo sorprendente o novedoso.
en adelante, en que esa idea o moción procede de Dios. Al Señor le agrada particularmente el abandono confiado como consecuencia de la seguridad en sus iluminaciones. Es difícil que deje de premiarlo con una paz notable y, a menudo, los acontecimientos se precipitarán con rapidez hasta ratificar el origen divino de lo transmitido, en especial para los principiantes.
Oración para terminar: Te doy gracias Dios mío por los buenos propósitos afectos e inspiraciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía inmaculada, San José mi padre y señor, ángel de mi guarda interceded por mí [1].
Y lo más importante: practicar estos cuatro puntos a ser posible durante no menos de 15 minutos cada día (como dijo santa Teresa de Jesús), preferiblemente antes de ir a trabajar. Se puede hacer en casa, pero lo ideal es delante de un sagrario o con el Santísimo expuesto a la vista.
1 Oración introductoria y acción de gracias compuestas por san Josemaría Escrivá.
EJEMPLO PRÁCTICO. ESCRIBIR TODA LA CONVERSACIÓN, SI FUERA POSIBLE
Si nos acostumbramos a detectar y escribir esa idea divina impresa en nuestra mente tras la explicación a Dios de nuestro problema o tras una pregunta concreta realizada con las precauciones vistas en el título anterior titulado Breve guión para orar mentalmente con certeza, nos veremos como arrastrados a las cotas contemplativas más elevadas, por ejemplo, a la oración de quietud. Alcanzaremos una profunda armonía con Sus motivaciones y nos dolerán los olvidos. Es la explicación de por qué conviene anotar estos diálogos.
"Si alguien escucha mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. Quien me desprecia y no recibe mis palabras tiene quien le juzgue: la palabra que he hablado, ésa le juzgará en el último día" [1], decía Jesús para manifestar lo que le agrada que retengamos sus mensajes, también los de la oración.
Así pues, te animo vivamente mi querido lector a que consigas un bloc o un dietario gratuito como el que aparece debajo, comiences por ejemplo escribiendo en el margen la inicial de Aquél con quien quieras hablar (J: Jesús, P: el Dios Padre, ES: el Espíritu Santo, M: María Santísima, SJ: San José, AC: tu ángel custodio, etc.) y, a continuación, plantees a Jesús tu problema como en el ejemplo de debajo: lo más sencilla, escueta y detalladamente posible. Y, por ejemplo, entre paréntesis, para distinguir lo que tú dices de lo que te conteste el Señor: