“Muchos de los que han influido en la reforma no sienten ningún amor, ninguna veneración por lo que nos ha sido transmitido” Selección de pasajes sacados de los escritos inéditos del cardenal Ferdinando Antonelli sobre la historia de la reforma litúrgica desde 1948 hasta 1970 Hasta ahora la historia "oficial" de la "reforma litúrgica", tal y como se ha reali-zado después del concilio Vaticano II, era la obra monumental del arzobispo Annibale Bugnini: La riforma liturgica (1948-1975), Roma, Ed. liturgiche, 1980, uno de los arquitectos de esta reforma sobre todo en la fase inmediatamente post-conciliar. Se trataba de una obra encomiástica de cómo se había llevado a cabo la reforma en el periodo postconciliar. Ahora viene a comp1etar y corregir -en sentido crítico- esta reconstrucción un volumen, Il Card. Ferdinando Antonelli e gli sviluppi della riforma liturgica dal 1948 al 1970 (EI cardenal Ferdinando Antonelli y el desarrollo de la reforma litúrgica desde 1948 hasta 1970), que recoge escritos inéditos de este purpurado, que fue uno de los protagonistas de la reforma, sobre todo hasta el Concilio. Se trata de la obra de un joven capuchino, el padre Nicola Giampietro, desde hace dos años oficial de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos. El libro está publicado en la prestigiosa colección Studia anselmiana, editada por la Universidad Pontificia San Anselmo (1998), especializada precisamente en estudios litúrgicos. El «prestigioso estudio" (así lo ha definido L'Osservatore Romano) fue presentado en junio por el cardenal Jorge Arturo Medina Estévez, prefecto de la Congregación para el culto divino, por el benedictino Cassian Folsom, prodirector del Pontificio Instituto litúrgico de San Anselmo y por el historiador de liturgia Jean Evenou. Publicamos a continuación algunos fragmentos inéditos del Cardenal Antonelli que el padre Giampietro ha recuperado en los archivos de la Congregación en la que el purpurado trabajó y también de su Diario, igualmente inédito, conservado entre los documentos que el purpurado dejó en el convento franciscano de la Verna (natural-mente se espera que sea publicado todo el corpus antonelliano, en gran parte aún inédito). En estos escritos se siente el entusiasmo de Antonelli por la renovación litúrgica tal y como la deseara la encíclica Mediator Dei de Pío XII de 1947 (Antonelli fue uno de los protagonistas de la denominada Comisión "piana" [querida por Pío XII] que llevó a cabo una parte de renovación litúrgica -la reforma del Sábado y Santo y la de la Semana Santa- bajo el pontificado del papa Pacelli). También podemos leer en ellos su opinión positiva sobre los trabajos conciliares y sobre la Constitución Sacrosanctum Concilium aprobada en diciembre del 63 (Antonelli era secretario de la Comisión conciliar de liturgia, tras haber sustituido, por sorpresa, a Bugnini que había sido secretario de la Comisión litúrgica preparatoria del Concilio desde el 60 hasta el 62). Para Antonelli los aspectos dolorosos vienen después, cuando se forma un Consilium ad exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia (creado a principios del 64, concluye sus trabajos en el 70), del que Antonelli es simple miembro, mientras que Bugnini es el secretario. Ahora el tono del cardenal es notablemente más crítico. «Las anotaciones del padre Antonelli», dijo Evenou durante la presentación del volumen, «revelan aprensión y preocupación, que no disminuirán». Salen a la luz también las incomprensiones con Bugnini y no faltan las críticas sobre la actitud del papa Pablo VI (hay que recordar que, si bien al principio el papa Montini se fía totalmente de Bugnini, en enero del 76 lo aleja de Roma "promoviéndolo" a pro-nuncio apostólico en Irán, mientras que tres años antes crea cardenal a Antonelli. Bugnini muere en 1982 a los 70 años de edad, Antonelli en 1993, cuando tenía 97 años). Gianni Cardinale “La Mediator Dei será de ahora en adelante la carta magna del sano movimiento litúrgico” Del manuscrito inédito sobre Pío XII y la liturgia (10 de noviembre de 1982): «Este es un verdadero monumento que marca una época en la historia de la liturgia. Y es la primera vez, que yo sepa, que un Sumo Pontífice trata sistemáticamente este tema tan importante. Un tratado magistral y completo, en el que se exponen en primer lugar los principios doctrinales que son la base de la liturgia, luego se trazan las directrices pastorales y, por último, se señalan y reprueban ciertas orientaciones extremistas, sobre las que llama la atención y la vigilancia de los Pastores. En conclusión, podemos decir que la Mediator Dei será de ahora en adelante la carta magna del sano movimiento litúrgico, y constituirá el punto de partida para ese verdadero renacimiento de la piedad litúrgica que aspiran y desean todos los que sienten la urgencia de llevar de nuevo a los fieles a vivir con la Iglesia su vida de gracia» (N. Giampietro, Il Card. Ferdinando Antonelli e gli sviluppi della riforma liturgica dal 1948 al 1970, p. 32). La Sacrosanctum Concilium “será la carta magna de la pastoral litúrgica para el clero, y de la vida litúrgica para los fieles” Éstas son las palabras de elogio de Antonelli a la Sacrosanctum Concilium. De Antecedenti, principi e scopo della Costituzione conciliare sulla Sacra Liturgia (Antecedentes, principios y objetivo de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia). Lecciones de liturgia, del 12 de enero de 1965: «Un lector menos atento podría tener la impresión de que en el fondo no hay muchas novedades. Y realmente hasta que no se revisen los libros litúrgicos, muchas cosas seguirán inmutadas. Sin embargo, hay una novedad, y es grande: el espíritu que anima la Constitución. Todo persigue un objetivo: hacer que los fieles comprendan fácilmente los ritos, los puedan seguir y puedan volver a ser, como deben ser, actores y no simples espectadores de los actos litúrgicos. Este es un punto esencial, que por desgracia se ha perdido desde hace siglos, pero que se va reconquistando lentamente en estos últimos decenios y que la Constitución llevará a pleno vigor. No es algo que pueda hacerse en pocos meses ni siquiera en pocos años. Cuando se trata de educar de nuevo a las masas, la unidad de tiempo se mide por generaciones. Las perspectivas, sin embargo, son prometedoras. Vamos por el buen camino. La Constitución será la carta magna de la pastoral litúrgica para el clero, y de la vida litúrgica para los fieles» (ibídem, pp. 203-204). “El latín es señal y coeficiente también de unidad; es también tutela de la doctrina» Antonelli es partidario del uso de las lenguas nacionales en algunas partes de la misa. Y explica el por qué. De La Costituzione Conciliare sulla Sacra Liturgia. Antecedenti e grandi principi (La Constitución conciliar sobre la Sagrada Liturgia. Antecedentes y grandes principios), 26 de diciembre de 1964: «Se trata de dos valores en conflicto. El latín es por supuesto la lengua de la liturgia latina desde hace casi 1600 años; es señal y coeficiente también de unidad; es también tutela de la doctrina, no tanto por la índole de la lengua como porque se trata de una lengua que no está sometida a cambios; muchos textos de incomparable belleza nunca podrán tener en las traducciones la misma eficacia; el latín, por último, está vinculado a un patrimonio preciosísimo, el melódico, gregoriano y polifónico. Por otra parte, no cabe duda de que si queremos llevar a los fieles, a todos los fieles, a una participación, directa, consciente y activa, hay que dirigirse a ellos en la lengua que hablan. La Constitución ha elegido la única solución posible en estos casos: la solución del compromiso. En algunas partes, como el Canon, permanece el latín; en las otras, sobre todo las que se dirigen más directamente al pueblo con las lecturas, la oratio fidelium que se está restableciendo, se introduce el vulgar» (ibídem, pp. 205-206). En el mismo texto: «Hay que precisar una cuestión. El Concilio de Trento no prohibió directamente las lenguas nacionales en la liturgia. Frente a los protestantes que negaban el carácter de sacrificio de la misa y afirmaban que la misa no es más que un memorial, y que lo esencial para un memorial es que sea comprendido, y que, por tanto, la misa debe decirse en la lengua del pueblo, ante este planteamiento doctrinal erróneo, el Concilio de Trento quiso afirmar que la misa es válida aunque se diga en una lengua que los fieles no comprenden, y que respecto al uso de las lenguas nacionales, patribus visum est non expedire. Lo que significa que cambiadas las circunstancias, puede cambiar también el non expedire. El Vaticano II ha considerado que las circunstancias han cambiado y ha cambiado también el non expedire del Concilio de Trento» (ibídem, p. 206). «En cualquier caso, el paso del latín a las lenguas nacionales, la introducción de nuevas formas rituales con el consiguiente abandono de usos y costumbres arraigados, una celebración comunitaria que compromete a todos en una acción colectiva, que excluye, por tanto, todo subjetivismo solitario, no es fácil de realizar” (ibídem, p. 206). “No me agrada cómo van los trabajos ... Hay un espíritu de critica e intolerancia hacia la Santa Sede que no puede llevar a buen fin”. Antonelli no es partidario del Consilium ad exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia desde su creación. En su Diario (3 de marzo de 1964) se habla del coloquio con el cardenal Arcadio María Larraona que le enseña una carta del cardenal secretario de Estado «con la que se confía la aplicación de la Constitución litúrgica al Consilium ad exsequendam Constitutionem. Ahora bien, hasta prueba contraria la Congregación es el. órgano de gobierno: si se crea otro órgano de gobierno nacerá la confusión» (ibídem, p. 227, nota). Y menos aún le gusta la manera de llevar a cabo los trabajos. Basta leer los fragmentos siguientes. De Note sulle Adunanze del "Consilium" 1964 n.1 (Notas sobre las reuniones del Consilium 1964 n.1): «No me agrada cómo van los trabajos. Me desagrada cómo ha sido cambiada la Comisión: un agrupamiento de personas, muchas incompetentes, muy avanzada [sic] en las líneas de las novedades. Discusiones muy apresuradas. Discusiones que se basan en impresiones: votaciones caóticas. Lo que más me disgusta es que los Memoriales expositivos y las relativas cuestiones siguen siempre una línea avanzada y a menudo de forma sugestiva. Dirección débil. Desagradable el hecho de que se vuelve y siempre a la cuestión del arto 36 § 4. Monseñor [Johannes] Wagner estaba inquieto. Me desagrada que cuestiones, que tal vez en sí mismas no son tan gra-ves, pero que están llenas de consecuencias, las discuta y resuelva un órgano que funciona de esta manera. La Comisión o el Consilium está formado por 42 miembros: ayer por la tarde éramos 13, ni siquiera un tercio» (ibídem, pp. 228-229). Igualmente de Note sulle Adunanze del "Consilium” 1964 n. 1: «1. la Instructio está todavía en borrador, en su contenido y formas; 2. el P. [Carlo] Braga ha leído en gran parte los artículos, en lugar de Bugnini, que no se encuentra muy bien. Pero los ha leído demasiado rápidamente y dando él las explicaciones de un modo seco y poco simpático; 3. sin embargo, todas la cosas que se han propuesto pasan, porque este es el clima del Consilium; 4. además, hay una gran prisa por seguir adelante y no se da tiempo a la reflexión; 5. por último, hay que tener presente que el texto ha sido distribuido y en seguida se comenzó el examen, sin que uno haya tenido tiempo de reflexionar; 6. por último, me pregunto si las modificaciones del n. 51 en el ardo Missae, por lo menos algunas, son oportunas cuando haya que volver a examinarlas a la hora de revisar todo el ordo Missae. Cuestión importante. No debería haber tanta prisa. Pero los ánimos están agitados y quieren seguir adelante» (ibídem, p. 229). Del Diario (20 de junio de 1964): «Pensando en estos tres días, lo primero que hay que reconocer es que se ha trabajado a fondo, que se ha hecho mucho. Por otra parte: 1. desagrada el espíritu, que es demasiado innovador; 2. desagrada el tono de las discusiones, demasiado expeditivo y a veces tumultuoso; 3. desagrada que el Presidente [el cardenal Giacomo Lercaro,] no haya dejado hablar, preguntando a cada uno su opinión. En conclusión, las cosas que hay que llevar a cabo son notables, no sé si este es el momento bueno» (ibídem, p. 230). Igualmente del Diario (30 de abril de 1965): «Hoy a las doce y media de la mañana se ha clausurado la sesión del Consilium ad exsequendam Constitutionem. Ha sido una sesión constructiva. Pero no me gusta el espíritu. Hay un espíritu de crítica e intolerancia hacia la Santa Sede que no puede llevar a buen fin. Y, además, todo un estudio de racionalidad en la liturgia y ninguna preocupación por la verdadera piedad. Temo que un día se tenga que decir de esta reforma lo que se dijo de la reforma de los himnos en tiempos de Urbano VIII: accepit latinitas recesit pietas; y aquí accepit liturgia recessit devotio. Quisiera equivocarme» (ibídem, p. 234). «... hablando del camino actual de la realización de la reforma litúrgica, Pablo VI manifestó su amargura. Pero ...» Tampoco la actitud de Pablo VI respecto a la reforma litúrgica convencía a Antonelli: Del Diario (19 de abril de 1967): «Es seguro, además, que Pablo VI seguía con atención los trabajos de este Consilium. Recuerdo al respecto que en una reunión de dicho Consilium, y concretamente en la del 19 de abril de 1967, Pablo VI intervino personalmente; y me llamó la atención el hecho de que, hablando del camino actual de la realización de la reforma litúrgica, Pablo VI manifestara su amargura, porque se hacían experimentos caprichosos en la Liturgia, y expresó también su dolor por ciertas tendencias hacia una secularización de la Liturgia. Pero reconfirmó su confianza en el Consilium. Y no se da cuenta el Papa de que todos los perjuicios nacen de cómo ha planteado las cosas el Consilium en esta reforma» (ibídem, pp. 237-238). "Peor el sistema de las votaciones. Normalmente se hacen levantando la mano, pero nadie cuenta quién la levanta y quién no, y nadie dice tantos aprueban y tantos no. Una verdadera vergüenza” Siguen las quejas de Antonelli por cómo se está llevando a cabo el trabajo del Consilium. De un manuscrito añadido al Diario (23 de abril de 1967): ,,1. No puede negarse que los trabajos realizados son colosales. 2. No hay, sin embargo, una organización que requiera maduración. Deprisa, deprisa, con tal de sacar documentos. Se multiplican los esquemas, sin llegar nunca a una forma verdaderamente meditada. 3. Pésimo el sistema de las discusiones: a) los Padres son unos 50, aunque no vienen todos, son siempre más de treinta. Pocos tienen una competencia específica. De por sí es difícil hacer funcionar una discusión con tantos miembros; b) a menudo los esquemas vienen antes que la discusión. Algunas veces, y en cuestiones graves, como la de las nuevas anáforas, se ha distribuido un esquema por la tarde para discutirlo a la mañana siguiente; c) el Cardo Lercaro no es el hombre para dirigir una discusión. El P. Bugnini tiene sólo un interés: ir adelante y acabar. 4. Peor el sistema de las votaciones. Normalmente se hacen levantando la mano, pero nadie cuenta quién la levanta y quién no, y nadie dice tantos aprueban y tantos no. Una verdadera vergüenza. En segundo lugar, no se ha podido saber nunca, y la cuestión ha sido planteada muchas veces, qué mayoría es necesaria, si la de dos tercios o la absoluta. Las votaciones con fichas se hacen normalmente cuando lo piden varios Padres. Luego el escrutinio de las fichas lo hacen los de la Secretaría. 5. Otra falta grave es que no hay un acta de las reuniones, por lo menos nunca se ha hablado de ella, y lo que es seguro es que nunca se ha leído» (ibí-dem, p. 238). Del Diario {1 de noviembre de 1967):- «1:confusión. ./ Nadie tiene ya el sentido sagrado y vinculante de la ley litúrgica. Los cambios continuos, imprecisos y algunas veces poco lógicos, y el reprobable sistema, según mi opinión, de los experimentos, han roto los diques y todos, más o menos, obran por arbitrio; 2. hay cansancio. Cansan las continuas reformas y todos desean llegar a un punto firme; 3. los conservadores vuelven a tomar ánimos. El Sínodo de los obispos no ha sido un éxito para el Consilium; 4. en los estudios a gran escala continúa el trabajo de desacralización, que ahora llaman de secularización; 5. de aquí se ve que la cuestión litúrgica, que ha tenido gran influjo en la evolución rápida de la mentalidad, entra a su vez en una problemática mucho más vasta y, en el fondo, doctrinal; 6. la gran crisis, por tanto, es la crisis de la doctrina tradicional y del magisterio» (ibídem. pp. 242-243). .-. «¿Por qué en todo el capítulo se habla del bautismo para la remisión de los pecados, pero no se menciona el pecado original?» Antonelli critica también una «nueva mentalidad teológica» que tiende a ocultar la realidad del pecado original. Del Diario (10 de febrero de 1969): «Se continúa la revisión del Rito del Matrimonio y se pasa al del bautismo de los niños. Hay algunas partes muy bien preparadas. Otras menos. Al final del capítulo doctrinal pregunto: ¿por qué en todo el capítulo se habla del bautismo para la remisión de los pecados pero no se menciona el pecado original? Sólo entonces el P. Braga dice que el S. Oficio ha introducido una modificación en este sentido” (ibídem, p. 244). En el Diario (20 de febrero de 1969): “Esta mañana hemos terminado la revisión del Esquema del Rito para el Bautismo de los niños preparado por un grupo de liturgistas del Consilium. Y está bien. Hay cosas hermosas, pero es algo descomunal. Y, además esta mañana tuve que señalar otra vez que incluso donde uno se esperaría una alusión clara al pecado original, como cuando se da la pequeña homilía de carácter catequístico, parece que se rehúye hablar de ello. No me gusta esta nueva mentalidad teológica que todo lo esfuma” (ibídem, p. 244). Las críticas de Antonelli continúan sin solución de continuidad hasta 1970. De 9-10 aprile 1970. Ultima Sessione "Consilium ". Inaugurazione Sacra Congregazione Culto Divino: "Yo me pregunto: ¿cómo es posible dar un parecer sobre cuestiones, algunas muy graves, con un texto cambiado en el último momento o presentado en el acto? No es serio» (ibídem, p. 246). De Note sulla riforma liturgica (1968-1971): "Antes de ayer, 23 de julio de 1968, hablando con Mons. Giovanni Benelli, Substituto en la Secretaría de Estado, planteé mis preocupaciones sobre la reforma litúrgica que se está volviendo cada vez mas caótica y aberrante. Señalaba en particular: 1. la ley litúrgica que hasta el Concilio era algo sagrado, para muchos ya no existe. Cada cual se considera autorizado a hacer lo que quiera y muchos jóvenes lo hacen; 2. la misa, sobre todo, es el punto doloroso. Se están difundiendo las Misas en casa, en pequeños grupos, en conexión con refacciones comunes: la cena; 3. ahora empieza la acción disgregante en torno a la confesión; 4. hacía notar que parte de la responsabilidad de esta situación tiene que ver con el sistema de los experimentos. El Papa ha concedido al Consilium la facultad de permitir los experimentos. El Consilium usa con mucha amplitud esta facultad. Un expe-rimento realizado en uno o pocos ambientes cerrados (un monasterio, una parroquia funcional) y durante un tiempo muy limitado, puede funcionar y ser útil; pero si se concede con amplitud y sin límites estrictos de tiempo es el camino abierto para la anarquía.; 5. en el Consilium hay pocos obispos que tengan una preparación litúrgica específica, poquísimos que sean verdaderos teólogos. La carencia más aguda en todo el Consilium es la de los teólogos. Se diría que han sido excluidos. Y esto es un aspecto peligroso. En la liturgia cada palabra, cada gesto traduce una idea teológica. Dado que actualmente está en discusión toda la teología, las teorías corrientes entre los teó-logos avanzados tropiezan en la forma y el rito: con la consecuencia gravísima de que mientras la discusión teológica se hace en el nivel alto de los hombres de cultura, cuando se concreta en la fórmula y el rito comienza su divulgación en el pueblo. Podría ilustrar este punto de vista con varios elementos de la Instructio de cultu mysterii eucharistici, del año pasado» (ibídem, pp. 257-258). De las mismas Note (de este fragmento el padre Giampietro ha quitado dos frases, quizás por ser demasiado fuertes o quizás porque contienen opiniones no positivas de personalidades aún vivas ...): «Lo que, sin embargo, es triste [...] es un dato de fondo, una actitud mental, una postura preestablecida, y es que muchos de los que han influido en la reforma [...] y otros, no sienten ningún amor, ninguna veneración por lo que nos ha sido transmitido. La cuestión de fondo es que no estiman todo lo que hay actualmente. Una mentalidad negativa injusta y dañosa. Por desgracia también el papa Pabló VI está un poco de esa parte. Tendrán todos las mejores intenciones, pero esta mentalidad les lleva a destruir, no a restaurar” (ibídem, p. 258). «Estamos en el reino de la confusión. Y lo siento, porque las consecuencias serán tristes» En su Diario Antonelli reconstruye un momento delicado de la reforma litúrgica, cuando el cardenal Alfredo Ottaviani critica el nuevo Ordo Missae y la Instrucción adjunta, la noticia llega a la prensa provocando el pánico en el Vaticano. En el Diario (31 de octubre de 1969): “la cuestión del Ordo Missae es interesante. Los hechos: hace algunos días el P. Alfons Maria Stickler (salesiano) me dijo que el Cardenal [Alfredo] Ottaviani había preparado un crítica doctrinal al Ordo Missae y a la Instructio” adjunta. Luego llegó la noticia a los periódicos. Mons. [Sebastián] Laboa me dijo que el Papa había escrito una carta de 2 páginas al Cardenal [Franjo] Seper [prefecto de la Con-gregación para la doctrina de la fe] para que se examinara la cuestión. El Cardenal Seper había hablado, con preocupación, al Card. [Benno] Gut [prefecto de la Congregación para el culto divino]; éste, muy impresionado, había hablado con el P. Bugnini (ibídem, p. 259). «Ayer por la mañana Mons. Laboa me dijo más. Me dijo que el Card. [Jean] Villot [Secretario de Estado] le había escrito hacia unos días al P. Bugnini que se suspendiera todo respecto al Ordo Missae. La carta la ha visto Mons. Laboa. Luego, la publicación imprevista de la Instructio. Me dijo ayer Mons. Laboa que Mons. Benelli le había dicho al P. Bugnini que publicase en seguida la Instructio, que estaba terminada desde hacia tiempo, para acabar inmediatamente con la campaña de la prensa. Esta tarde, 31 de octubre, el comunicado de la CEI [Conferencia Episcopal Italiana] anunciando que la versión italiana estará lista para el 30 de noviembre y que entrará en vigor en Italia: algo que la propia CEI había dicho antes que sería imposible” (ibídem, p. 259). "Estamos en el reino de la confusión. Y lo siento porque las consecuencias serán tristes” (ibídem, p. 259). “Tengo la impresión de que se ha concedido mucho, sobre todo en materia de sacramentos, a la mentalidad protestante”. Comentando el nombramiento (1969) de Bugnini como secretario de la Congregación para el culto divino, Antonelli puntualiza sus críticas al prelado. De Note sulla Riforma liturgica: «Ha sido nombrado Secretario de la nueva Congregación del Culto Divino el P. Annibale Bugnini, CM. Podría decir muchas cosas de este hombre. He de añadir que Pablo VI lo ha apoyado siempre. No quisiera equivocarme, pero la laguna más notable del P. Bugnini es la falta de formación y sensibilidad teológica. Falta y laguna grave, porque en la liturgia cada palabra y cada gesto traducen una idea que es idea teológica. Tengo la impresión de que se ha concedido mucho, sobre todo en materia de sacramentos, a la mentalidad protestante. No es que el P. Bugnini haya creado estos conceptos, nada de eso, él no ha creado, él se ha servido de mucha gente, y, no sé por qué, ha introducido en el trabajo a gente hábil pero de matices teológicos progresistas. Y, o no se ha dado cuenta, o no ha resistido, como no se podía resistir a ciertas tendencias» (ibídem, p. 264). fonte:una voce argentina |