DEL BLOG: "HACED LO QUE ÉL OS DIGA"
Las gracias que Dios da para el alma son dones sobrenaturales que ayudan a la santidad y a vuestra salvación eterna. Yo, Jesús, os hablo.
Nadie se crea incapaz de salvarse, porque aunque es verdad que es imposible para el hombre, no es imposible para Dios (Mt 19,26), y Dios da a cada uno según su estado y necesidad las gracias necesarias para santificarse, vencer las tentaciones y salvarse,aunque el hombre tiene que tener la voluntad y deseo de salvarse y poner de su parte. Cada persona según su estado, capacidad y sexo, recibe las gracias necesarias para su peregrinaje hacia la Vida Eterna. Yo, Jesús, os hablo.
Dios no se las niega a nadie, pero las personas deben colaborar con Dios siendo fieles a la gracia y tratando de hacer en todo momento Su voluntad y no solo a ratos. La santidad consiste en eso, en hacer en cada instante la voluntad de Dios, aunque sea contraria a la voluntad propia. Solo Dios que es Padre amoroso, sabe perfectamente lo que os conviene y lo que no, y El sería un tirano si no os ayudase con la gracia divina, pues sabe que vuestra naturaleza está dañada por el pecado original, inclinada a la concupiscencia y al mal. Yo, Jesús, os hablo.
Pero Mi enemigo mortal os presenta la salvación como una carga penosísima a la que no podéis vencer, y nada más lejos. Mi yugo es suave y llevadero (Mt 11,30) y suplo allí en donde el alma no alcanza.
Todas las personas tienen la gracia de estado según su vocación y su profesión, y para la que reciben también gracias actuales para decisiones adecuadas según la ética y moral cristianas. Porque en todas las profesiones se puede honrar a Dios si se cumplen según las normas morales y cristianas. Yo, Jesús, os hablo.
Satanás es el padre de la mentira y os pone ideas negativas para que no os santifiquéis, pero si por un momento contemplarais el Infierno, quedarais horrorizados de lo que espera a aquellos que voluntariamente rechazaron la gracia de Dios. Y al rechazar una gracia, pierden otra, y otra, y otra, porque su endurecido corazón no las deja penetrar para que se santifiquen, y de eso se encarga con alevosía Mi enemigo mortal, de meteros el miedo y el desaliento y de haceros tropezar una y otra vez. Hijos, acudid a Mi que os amo con un amor inigualable y que deseo que os salvéis para teneros eternamente Conmigo y Mi Santa Madre. Yo Jesús, os hablo y os instruyo.