Aún en el sacerdote indigno e infiel sus manos son luminosas, derraman el poder de Dios y queman a los demonios.
No podemos ver estas cosas espirituales intangibles e invisibles sin la fe en el espíritu.
Las manos del sacerdote son la pesadilla y el espanto para el infierno porque ellos podrán hacer caer a un sacerdote por sus pecados e infidelidades, pero no podrán encadenarle sus manos.
Estas manos nos administran los sacramentos, o sea, nos llevan al Reino que no es de este mundo, la gloria. Y estas manos nada menos que consagran el pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor (el exorcismo más poderoso contra satanás y su ejército).
La Beata Ana Catalina Emmerich dice que aún en el infierno sus manos brillarán con un brillo especial.
El demonio tiene la guerra más grande contra los sacerdotes pues tienen las armas más poderosas para derrotarlos y si cae un sacerdote arrastra a miles de almas con él.
Sacerdote Eterno