- ▼ 2016 (9)
- ▼ Março (9)
- BENEDICTO XVIEste es el significado profundo del s...
- Las manos sacerdotales son de Cristo
- O Papa consagra os Sacerdotes de todo o mundo ao I...
- A VOCAÇÃO SACERDOTAL - M. E. DE LA CROIX
- ÍNDICE DO LIVRO A SELVA DE SANTO AFONSO DE LIGÓRIO...
- IMPORTÂNCIA DAS FUNÇÕES SACERDOTAIS
- A DIGNIDADE DO PADRE (SANTO AFONSO DE MARIA LIGÓRI...
- Poder das mãos sacerdotais
- Mãos do sacerdote, luz, calor, guarida, Para...
- ▼ Março (9)
sábado, 12 de março de 2016
BENEDICTO XVIEste es el significado profundo del ser sacerdote: llegar a ser amigo de Jesucristo. Por esta amistad debemos comprometernos cada día de nuevo. Amistad significa comunión de pensamiento y de voluntad.
SANTA MISA CRISMAL
HOMILÍA DE BENEDICTO XVIBENEDICTO XVI
Basílica de San Pedro
Jueves santo 13 de abril de 2006
Basílica de San Pedro
Jueves santo 13 de abril de 2006
Queridos hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:
El Jueves santo es el día en el que el Señor encomendó a los Doce la tarea sacerdotal de celebrar, con el pan y el vino, el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre hasta su regreso. En lugar del cordero pascual y de todos los sacrificios de la Antigua Alianza está el don de su Cuerpo y de su Sangre, el don de sí mismo. Así, el nuevo culto se funda en el hecho de que, ante todo, Dios nos hace un don a nosotros, y nosotros, colmados por este don, llegamos a ser suyos: la creación vuelve al Creador. Del mismo modo también el sacerdocio se ha transformado en algo nuevo: ya no es cuestión de descendencia, sino que es encontrarse en el misterio de Jesucristo.
Jesucristo es siempre el que hace el don y nos eleva hacia sí. Sólo él puede decir: "Esto es mi Cuerpo. Esta es mi Sangre". El misterio del sacerdocio de la Iglesia radica en el hecho de que nosotros, seres humanos miserables, en virtud del Sacramento podemos hablar con su "yo": in persona Christi. Jesucristo quiere ejercer su sacerdocio por medio de nosotros. Este conmovedor misterio, que en cada celebración del Sacramento nos vuelve a impresionar, lo recordamos de modo particular en el Jueves santo. Para que la rutina diaria no estropee algo tan grande y misterioso, necesitamos ese recuerdo específico, necesitamos volver al momento en que él nos impuso sus manos y nos hizo partícipes de este misterio.
queridos hermanos y hermanas:
El Jueves santo es el día en el que el Señor encomendó a los Doce la tarea sacerdotal de celebrar, con el pan y el vino, el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre hasta su regreso. En lugar del cordero pascual y de todos los sacrificios de la Antigua Alianza está el don de su Cuerpo y de su Sangre, el don de sí mismo. Así, el nuevo culto se funda en el hecho de que, ante todo, Dios nos hace un don a nosotros, y nosotros, colmados por este don, llegamos a ser suyos: la creación vuelve al Creador. Del mismo modo también el sacerdocio se ha transformado en algo nuevo: ya no es cuestión de descendencia, sino que es encontrarse en el misterio de Jesucristo.
Jesucristo es siempre el que hace el don y nos eleva hacia sí. Sólo él puede decir: "Esto es mi Cuerpo. Esta es mi Sangre". El misterio del sacerdocio de la Iglesia radica en el hecho de que nosotros, seres humanos miserables, en virtud del Sacramento podemos hablar con su "yo": in persona Christi. Jesucristo quiere ejercer su sacerdocio por medio de nosotros. Este conmovedor misterio, que en cada celebración del Sacramento nos vuelve a impresionar, lo recordamos de modo particular en el Jueves santo. Para que la rutina diaria no estropee algo tan grande y misterioso, necesitamos ese recuerdo específico, necesitamos volver al momento en que él nos impuso sus manos y nos hizo partícipes de este misterio.