La santidad
Un regalo del Espíritu Santo
Ustedes conocerán el refrán: “Cuanto más cerca de Roma, tanto más tibio es un cristiano”. A nosotros, que estamos lejos de Roma, no se nos puede aplicar esta frase tal cual. Sin embargo, hay una similar que podría ser la exacta en nuestro caso: “Cuanto más cerca de una iglesia, tanto menos fervoroso se es”; cuanto más cerca de un Santuario, tanto menos santo…
Desde 1943 tenemos aquí un Santuario consagrado a la Mater ter Admirabilis. No sé si desde que lo tenemos la vida de cada uno, la de todos, ha crecido en santidad o si por el contrario, vale para nosotros la expresión: “cuanto más cerca de un Santuario, tanto más superficial se es”. Si fuese verdaderamente así, entonces no mereceríamos tener este Santuario en medio de nosotros.
La santidad de la vida diaria: Una gracia original del Santuario de Schoenstatt
Existe una marcada diferencia entre otros lugares de gracias y el nuestro pues en la mayoría de los Santuarios la Sma. Virgen se ha aparecido para regalar con prodigalidad sus dones; en cambio donde se establece la Mater ter Admirabilis reparte sus gracias en la medida en que recibe dones. Ella espera de nosotros un serio esfuerzo por alcanzar la santidad, es decir, desea -y está dispuesta a regalarnos la gracia para ello- que llevemos una vida profundamente religiosa. Si al escuchar esto nuestra alma se intranquiliza, probablemente sea porque poseemos un concepto equivocado de lo que significa santidad. ¿No será que creemos que una vida santa es cosa solamente de hermanas y de sacerdotes?
Somos santos cuando cumplimos fielmente con nuestro deber diario…leer...

inundado por um mistério de luz que é Deus e N´Ele vi e ouvi -A ponta da lança como chama que se desprende, toca o eixo da terra, – Ela estremece: montanhas, cidades, vilas e aldeias com os seus moradores são sepultados. - O mar, os rios e as nuvens saem dos seus limites, transbordam, inundam e arrastam consigo num redemoinho, moradias e gente em número que não se pode contar , é a purificação do mundo pelo pecado em que se mergulha. - O ódio, a ambição provocam a guerra destruidora! - Depois senti no palpitar acelerado do coração e no meu espírito o eco duma voz suave que dizia: – No tempo, uma só Fé, um só Batismo, uma só Igreja, Santa, Católica, Apostólica: - Na eternidade, o Céu!