
Monseñor Nicola Bux -teólogo y consultor de la Oficina para las celebraciones litúrgicas del Santo Padre, y de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha concedido una entrevita a La Bussola Quotidiana, donde afirma sobre las Conferencias Episcopales:
"La autocefalia es una especie de virus que se convierte en un principio de destrucción de la Iglesia, y por desgracia, ha atacado también a la Iglesia Católica. Basta pensar en la elefantiasis de las Conferencias Episcopales (nacionales, regionales, territoriales) que prácticamente quieren también dictar leyes a la Sede Apostólica de Roma. El riesgo es grave: la realidad —no de hoy— es que hay un intento de parte de algunas Conferencias Episcopales de constituirse como alter ego de la Santa Sede, olvidando que las conferencias episcopales no son de institución divina. Son de los organismos eclesiales que por tanto tienen los límites de los organismos humanos. Ni siquiera la autoridad de un sólo obispo puede ser superada por una conferencia episcopal. Pero hoy somos testigos de esto, el lento, indirecto desautorizamiento de la autoridad del obispo individual por parte de las Conferencias Episcopales. Estas, entre otras, no tienen prerrogativas doctrinales, pero muy a menudo asistimos a tomas de posiciones casi contestatarias en confrontación de la autoridad del obispo de Roma, sin la cual no subsiste ni siquiera aquella de los organismos colegiados. Como enseña el Concilio Vaticano II, el colegio de los obispos no existe sin su cabeza. Si no proveemos de inmediato a curar este virus corremos el riesgo de terminar también nosotros en situación análoga —y yo diría siempre más difícil— a la de los llamados hermanos separados".

inundado por um mistério de luz que é Deus e N´Ele vi e ouvi -A ponta da lança como chama que se desprende, toca o eixo da terra, – Ela estremece: montanhas, cidades, vilas e aldeias com os seus moradores são sepultados. - O mar, os rios e as nuvens saem dos seus limites, transbordam, inundam e arrastam consigo num redemoinho, moradias e gente em número que não se pode contar , é a purificação do mundo pelo pecado em que se mergulha. - O ódio, a ambição provocam a guerra destruidora! - Depois senti no palpitar acelerado do coração e no meu espírito o eco duma voz suave que dizia: – No tempo, uma só Fé, um só Batismo, uma só Igreja, Santa, Católica, Apostólica: - Na eternidade, o Céu!