Durante la historia de la Iglesia, ha ocurrido en muchas oportunidades una deformación de la labor del sacerdote, llegando a extremos inaceptables. La Iglesia ha sabido restaurar el camino, con piedad y santidad de vida. Ejemplos de ello lo encontramos en grandes y santos sacerdotes, como el Santo Cura de Ars o, más recientemente, San Pio de Pietrelcina.
Para nadie es desconocido que hoy atravezamos la misma disyuntiva que hace muchos siglos, aunque fuertemente pronunciada por la universalización de la información, y con los constantes ataques contra la Iglesia, no solo externos (como ha pasado ya en otras épocas), sino que también en forma interna, con clérigos, religiosos y fieles de dudosa doctrina y escaso amor por la Iglesia y por Cristo.
Y precisamente hoy, la Iglesia está respondiendo a estas desviaciones, aunque no de una manera manifiesta y abierta, como muchos esperarían, sino que con una renovación interior en las nuevas generaciones, que libres de las insidias y arbitrariedades propias de los mayores, han sabido encontrar y redescubrir el ideal de Santidad, a través de muchos carismas de la Iglesia.
Encontrarse con frases del tipo: "No soy payaso, ni presentador de eventos; por tanto no me pidan ni chistes ni ser entretenido: Solo soy un cura ante el Misterio", pronunciada por un sacerdote conocido, son muestras potentes de que se está dejando de lado la "Teología Trasnochada" que algunos sacerdotes ostentan, dando paso a un verdadero sentimiento de pertenencia a la Iglesia, en comunión con el Santo Padre y siguiendo fielmente una continuidad en la Tradición de la Iglesia, y en el desarrollo del dogma a través de los siglos.
El motivo pues, de este artículo, es hacer un pequeño acercamiento sobre algunas de estas características propias de nuestro tiempo eclesial, y como el "Novus Motus Liturgicus" ha ido influyendo en el retorno desde una teología antopológica (difundida en forma bastante extensa desde inicios de los años 70 hasta nuestros días) hacia una Teología profundamente Cristológica. Así mismo, se quiere mostrar la validez de este análisis, en forma mesurada, con la realidad de los Laicos, y como esto influye en la Liturgia de la Iglesia.
I.- Breve descripción de la identidad sacerdotal contemporánea.
Si pretendemos ser precisos, tendríamos que decir que la identidad sacerdotal actual tiene una infinidad de matices diferentes, tanto como sacerdotes existen. Sin embargo, para efectos de esta aproximación, podremos diferenciar 3 grupos, más o menos representativos:
- Por un lado, los sacerdotes de tendencia liberal, los cuales se sienten escasamente representados por la identidad sacerdotal definida por la Iglesia, y que a menudo se presentan visiblemente como "administradores parroquiales", sin mayor interés por la salvación de las almas más que por celebrar (de mala manera) la Santa Misa y algunos sacramentos. Comúnmente, este "tipo" de sacerdotes tiene un discurso prearmado, en el cual alude siempre a que "el concilio renovó la forma de entender el quehacer de la Iglesia", y cosas similares, amparándose en dicho discurso para evitar cumplir su misión pastoral y eclesial conforme a lo que enseña la Iglesia. (Podríamos decir, dicho sea de paso, que es una "especie en peligro de extinción", dado a que el promedio de edad de este grupo supera los 50 años).
- Por otro lado, están los sacerdotes de una tendencia comúnmente conservadora, los cuales entienden de buena manera lo que la Iglesia les plantea, y se proponen cumplirlo a cabalidad. Tienen un pensamiento equilibrado, valoran la comunión con el Santo Padre y con la Iglesia, y por ello, se esfuerzan en actuar en continuidad a la tradición de la Iglesia. Podríamos decir que son, en su gran parte, de mediana edad (aunque existen algunos mayores), los cuales son parte del "Novus Motus Liturgicus", cuyo epítome es la renovación litúrgica promovida por el Santo Padre Benedicto XVI. (Es necesario decir, sin embargo, que son una "especie nueva", y por tanto, minoritaria en forma temporal, aunque de gran y constante crecimiento).
- Finalmente, tenemos al grupo intermedio, donde existen todo tipo de sacerdotes tanto liberales como conservadores, incluso en extremos, donde se sigue de forma más o menos incompleta la misión apostólica del orden presbiteral, aunque frecuentemente marcado con un aspecto social que deforma parcialmente dicha misión. Ejemplos son los sacerdotes ligados con la política. Para desgracia de muchos, este grupo es el más extenso, porque abarca una gran diversidad, partiendo desde sacerdotes que buscan seguir lo que la Iglesia señala en cuanto más les convenga, pasando por sacerdotes ligados a familias acaudaladas o partidos políticos marxistas, finalizando en simples sacerdotes con problemas de corte vocacional. (Este estamento es preocupante, aunque va en un descenso moderado, a medida que el nuevo movimiento litúrgico y eclesial va creciendo, y a medida de que van redescubriendo la esencia sacerdotal).
II.- Teología Litúrgica Rupturista y la tendencia del indiferentismo litúrgico.
Intentaremos ahora asignar los grupos anteriormente descritos a las dos tendencias litúrgicas de nuestra época, las cuales han sido puestas en evidencias claramente por el Santo Padre:
Los presbíteros pertenecientes al primero de los grupos anteriores, y también una gran parte de los pertenecientes al último y más extenso grupo, pertenecen a la que llamaremos una "Teología Litúrgica Rupturista", abiertamente trasnochada (es decir, irascible y cegada) que hemos nombrado al introducir este estudio. Dicha "Teología" tiene un marcado acento liberal, con un odio bastante grande con "Lo antiguo", lo "Previo al Concilio", sin realizar un análisis y profundización de la riqueza litúrgica. Así mismo, tiene un marcado acento en torno a la figura del sacerdote como maestro y dueño de la Liturgia, y por ende, está marcado un un desprecio (más o menos) automático de gran parte de los libros litúrgicos.
La teología rupturista es un ejemplo claro y patente de, en palabras del Papa Benedicto XVI, una Hermenéutica de la Discontinuidad con la tradición de la Iglesia. Comúnmente se puede visualizar como esta tendencia litúrgica busca acercar "El altar a la gente", hecho que produce una desacralización de la liturgia, desviándola de su cristocentrismo fundamental y de la noción esencial de Sacrificio, la cual es ampliamente reemplazada por el "comunitarismo". Es característico, por tanto, en este tipo de tendencia litúrgica, un marcado antropocentrismo (ya sea del hombre de manera personal, como del hombre en cuanto a comunidad religiosa), un cierto desprecio (muchas veces por desconocimiento, aunque también conscientemente) de las normas litúrgicas de la Liturgia de la Iglesia, y con ello, la aparición frecuente de innovaciones y abusos litúrgicos por doquier.
Dicha teología, como hemos dicho, ha ido (y seguirá) en decaimiento, debido a que no se sostiene por si misma, ya que está amparada en principios fuera de la razón (a menudo, por la sola conveniencia y soberbia), y por ideas antropocéntricas y autovalentes, las cuales son fruto de un mal entendimiento de la libertad y de la tradición de la Iglesia (fundamentalmente).
Este rupturismo, que abarca comúnmente a toda la teología de la iglesia, y que en este estudio reducimos a lo estrictamente litúrgico, ha mutado en los últimos años en una indiferencia por parte de clerigos y laicos, en torno a la liturgia, marcado por un abierto desconocimiento de lo que la Iglesia define en la liturgia, así como de lo que el Concilio expresó, mediante Sacrosanctum Concilium, acerca de lo fundamental en cuanto a la Sagrada Liturgia. Así mismo, a partir de este desconocimiento, se justifica la entrada masiva de modas e inventos que van, ya sea de facto o de iure, contra las normas litúrgicas, ya sea las definidas por la legislación litúrgica, o bien, de las normas litúrgicas de facto, cuyo origen se encuentra en la tradición y la razón.
Lamentablemente, esta tendencia de indiferentismo litúrgico ha producido grandes problemas durante estos últimos tiempos puesto que, al desconocer lo que la Iglesia enseña y sigue enseñando, ya sea mediante instrucciones y exhortaciones dirigidas al tema (como Redemptoris Sacramentum, Sacramentum Caritatis, Summorum Pontificum, etc.), así como el ejemplo dado por el Santo Padre Benedicto XVI en torno a como celebrar la Liturgia (recordando que siempre la Liturgia Papal es modelo para la Liturgia Romana), se siguen cometiendo abusos sin término. En cierta forma, no se profundiza en el misterio, sino que todo lo contrario: se superficializa y se transforma en una rutina.
(En muchas partes, hoy por hoy, hay sacerdotes que usan siempre las mismas oraciones inventadas, agregados estériles, e incluso, el mismo prefacio y plegaria eucarística (que suele ser la Plegaria II) y transformando las pocas genuflexiones que áun subsisten en inclinaciones (por comodidad, comúnmente), transformando la Santa Misa en algo rutinario y sin la sacralidad inherente al Misterio que se celebra. (tanto para ellos como para quienes asisten diariamente a la Santa Misa y que no tienen una preparación acabada).
I.- Breve descripción de la identidad sacerdotal contemporánea.
Si pretendemos ser precisos, tendríamos que decir que la identidad sacerdotal actual tiene una infinidad de matices diferentes, tanto como sacerdotes existen. Sin embargo, para efectos de esta aproximación, podremos diferenciar 3 grupos, más o menos representativos:
- Por un lado, los sacerdotes de tendencia liberal, los cuales se sienten escasamente representados por la identidad sacerdotal definida por la Iglesia, y que a menudo se presentan visiblemente como "administradores parroquiales", sin mayor interés por la salvación de las almas más que por celebrar (de mala manera) la Santa Misa y algunos sacramentos. Comúnmente, este "tipo" de sacerdotes tiene un discurso prearmado, en el cual alude siempre a que "el concilio renovó la forma de entender el quehacer de la Iglesia", y cosas similares, amparándose en dicho discurso para evitar cumplir su misión pastoral y eclesial conforme a lo que enseña la Iglesia. (Podríamos decir, dicho sea de paso, que es una "especie en peligro de extinción", dado a que el promedio de edad de este grupo supera los 50 años).
- Por otro lado, están los sacerdotes de una tendencia comúnmente conservadora, los cuales entienden de buena manera lo que la Iglesia les plantea, y se proponen cumplirlo a cabalidad. Tienen un pensamiento equilibrado, valoran la comunión con el Santo Padre y con la Iglesia, y por ello, se esfuerzan en actuar en continuidad a la tradición de la Iglesia. Podríamos decir que son, en su gran parte, de mediana edad (aunque existen algunos mayores), los cuales son parte del "Novus Motus Liturgicus", cuyo epítome es la renovación litúrgica promovida por el Santo Padre Benedicto XVI. (Es necesario decir, sin embargo, que son una "especie nueva", y por tanto, minoritaria en forma temporal, aunque de gran y constante crecimiento).
- Finalmente, tenemos al grupo intermedio, donde existen todo tipo de sacerdotes tanto liberales como conservadores, incluso en extremos, donde se sigue de forma más o menos incompleta la misión apostólica del orden presbiteral, aunque frecuentemente marcado con un aspecto social que deforma parcialmente dicha misión. Ejemplos son los sacerdotes ligados con la política. Para desgracia de muchos, este grupo es el más extenso, porque abarca una gran diversidad, partiendo desde sacerdotes que buscan seguir lo que la Iglesia señala en cuanto más les convenga, pasando por sacerdotes ligados a familias acaudaladas o partidos políticos marxistas, finalizando en simples sacerdotes con problemas de corte vocacional. (Este estamento es preocupante, aunque va en un descenso moderado, a medida que el nuevo movimiento litúrgico y eclesial va creciendo, y a medida de que van redescubriendo la esencia sacerdotal).
II.- Teología Litúrgica Rupturista y la tendencia del indiferentismo litúrgico.
Intentaremos ahora asignar los grupos anteriormente descritos a las dos tendencias litúrgicas de nuestra época, las cuales han sido puestas en evidencias claramente por el Santo Padre:
Los presbíteros pertenecientes al primero de los grupos anteriores, y también una gran parte de los pertenecientes al último y más extenso grupo, pertenecen a la que llamaremos una "Teología Litúrgica Rupturista", abiertamente trasnochada (es decir, irascible y cegada) que hemos nombrado al introducir este estudio. Dicha "Teología" tiene un marcado acento liberal, con un odio bastante grande con "Lo antiguo", lo "Previo al Concilio", sin realizar un análisis y profundización de la riqueza litúrgica. Así mismo, tiene un marcado acento en torno a la figura del sacerdote como maestro y dueño de la Liturgia, y por ende, está marcado un un desprecio (más o menos) automático de gran parte de los libros litúrgicos.
La teología rupturista es un ejemplo claro y patente de, en palabras del Papa Benedicto XVI, una Hermenéutica de la Discontinuidad con la tradición de la Iglesia. Comúnmente se puede visualizar como esta tendencia litúrgica busca acercar "El altar a la gente", hecho que produce una desacralización de la liturgia, desviándola de su cristocentrismo fundamental y de la noción esencial de Sacrificio, la cual es ampliamente reemplazada por el "comunitarismo". Es característico, por tanto, en este tipo de tendencia litúrgica, un marcado antropocentrismo (ya sea del hombre de manera personal, como del hombre en cuanto a comunidad religiosa), un cierto desprecio (muchas veces por desconocimiento, aunque también conscientemente) de las normas litúrgicas de la Liturgia de la Iglesia, y con ello, la aparición frecuente de innovaciones y abusos litúrgicos por doquier.
Dicha teología, como hemos dicho, ha ido (y seguirá) en decaimiento, debido a que no se sostiene por si misma, ya que está amparada en principios fuera de la razón (a menudo, por la sola conveniencia y soberbia), y por ideas antropocéntricas y autovalentes, las cuales son fruto de un mal entendimiento de la libertad y de la tradición de la Iglesia (fundamentalmente).
Este rupturismo, que abarca comúnmente a toda la teología de la iglesia, y que en este estudio reducimos a lo estrictamente litúrgico, ha mutado en los últimos años en una indiferencia por parte de clerigos y laicos, en torno a la liturgia, marcado por un abierto desconocimiento de lo que la Iglesia define en la liturgia, así como de lo que el Concilio expresó, mediante Sacrosanctum Concilium, acerca de lo fundamental en cuanto a la Sagrada Liturgia. Así mismo, a partir de este desconocimiento, se justifica la entrada masiva de modas e inventos que van, ya sea de facto o de iure, contra las normas litúrgicas, ya sea las definidas por la legislación litúrgica, o bien, de las normas litúrgicas de facto, cuyo origen se encuentra en la tradición y la razón.
Lamentablemente, esta tendencia de indiferentismo litúrgico ha producido grandes problemas durante estos últimos tiempos puesto que, al desconocer lo que la Iglesia enseña y sigue enseñando, ya sea mediante instrucciones y exhortaciones dirigidas al tema (como Redemptoris Sacramentum, Sacramentum Caritatis, Summorum Pontificum, etc.), así como el ejemplo dado por el Santo Padre Benedicto XVI en torno a como celebrar la Liturgia (recordando que siempre la Liturgia Papal es modelo para la Liturgia Romana), se siguen cometiendo abusos sin término. En cierta forma, no se profundiza en el misterio, sino que todo lo contrario: se superficializa y se transforma en una rutina.
(En muchas partes, hoy por hoy, hay sacerdotes que usan siempre las mismas oraciones inventadas, agregados estériles, e incluso, el mismo prefacio y plegaria eucarística (que suele ser la Plegaria II) y transformando las pocas genuflexiones que áun subsisten en inclinaciones (por comodidad, comúnmente), transformando la Santa Misa en algo rutinario y sin la sacralidad inherente al Misterio que se celebra. (tanto para ellos como para quienes asisten diariamente a la Santa Misa y que no tienen una preparación acabada).
III.- El "Novus Motus Liturgicus" y Hermenéutica de la Continuidad.
El nuevo movimiento litúrgico en la historia reciente de la Iglesia y de la Liturgia no tiene una fecha de aparición exacta: podríamos decir que tiene sus comienzos, aunque bastante lejanamente, en el tiempo posterior al Concilio Vaticano II, y de la mano de ciertos grupos que constataron como, en nombre del concilio, se cometieron abusos sin fin, amparados en el concepto de "primavera litúrgica y nuevo pentecostés". Sin embargo, podríamos decir que un origen próximo de dicho movimiento es la Instrucción Redemptionis Sacramentum, de S.S. Juan Pablo II, la cual denotaba la mayoría de los abusos existentes y los remedios para dichos abusos. Así mismo, con la llegada del Papa Benedicto XVI, como sucesor de San Pedro, se comenzó a reintroducir la noción de Continuidad en torno a la tradición litúrgica, que explica muy bien el, por aquel entonces, Cardenal Ratzinger en su obra "El Espíritu de la Liturgia", que marcará la pauta de lo que el Papa ha estado realizando durante su pontificado.
Así mismo, se puede visualizar que en nuestros días hay cada vez más sacerdotes y laicos que, privados de toda la malicia de la teología rupturista, han redescubierto los tesoros de la tradición de la Iglesia, y buscan interpretar y vivir la Fe desde la Sagrada Liturgia, como fuente y cúlmen de la vida de la Iglesia.
Un ejemplo visible, en contraste con la corriente rupturista, es que el Nuevo Movimiento Litúrgico busca acercar a la gente al Altar, de manera de introducir al Pueblo de Dios hacia el Mysterium Tremendum et Fascinans. Con ello, se busca restaurar la necesaria "dimensión vertical" de la liturgia, que busca la adoración y culto a Dios, y la Santificación del Hombre, pero no en su dimensión personal exclusivamente, sino que en cuanto a Iglesia, como miembros del Cuerpo Místico de Cristo.
IV.- Una Tarea Pendiente
Debemos tener en cuenta que la Liturgia tiene diversos matices, y por ello, tendrá diversas tareas pendientes para este "nuevo movimiento litúrgico", las cuales están separadas según la función dentro de la propia liturgia.
Entre estos asuntos pendientes, tenemos, en primer lugar, una labor tanto de Sacerdotes como Laicos: La profundización en el Misterio de la Liturgia, redescubriendo su inmensidad y su valor sacramental, recordando la intrínseca relación entre la oración de la Iglesia, la Fe de la misma Iglesia, y como vivimos esa Fe, lo que constituye el clásico Axioma "Lex Orandi, Lex Credendi, Lex Vivendi).
De la misma manera, es también necesario redescrubrir la riqueza y profundidad espiritual de la tradición de la Iglesia en torno al tema litúrgico, para lo cual será necesario la formación litúrgica, no solo de los sacerdotes (la cual debe ser perfeccionada y aumentada), sino también de los fieles.
Así mismo, no solo será necesario el conocer más acerca de nuestra liturgia, sino que también será imprescindible el vivir lo que hemos aprendido, lo que Creemos, devolviéndole a la Sagrada Liturgia su sentido fundamental, que no es el "hacer comunidad", sino que el tributar culto a Dios, y con ello, lograr la Santificación del Hombre, mediante el Sacrificio rendentor de Cristo en la Cruz.
Finalmente, y retomando la motivación de este breve estudio, debemos apartar todo lo que no nos permite Profundizar en la Sagrada Liturgia de la Iglesia. Debemos enfrentarnos y penetrar, de la mano de la Iglesia, en la Inmensidad del Misterio Inefable de la Presencia real de Cristo, y en la unión de la Liturgia Terrena con la Liturgia Celestial, donde Cristo da Gloria al Padre, vinculado por el Amor en el Espíritu Santo, presentándose a sí mismo como Sacerdote y Víctima. Debemos situarnos frente al Misterio: el Mysterium Tremendum et Fascinans.
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