- E senti o espírito inundado por um mistério de luz que é Deus e N´Ele vi e ouvi -A ponta da lança como chama que se desprende, toca o eixo da terra, – Ela estremece: montanhas, cidades, vilas e aldeias com os seus moradores são sepultados. - O mar, os rios e as nuvens saem dos seus limites, transbordam, inundam e arrastam consigo num redemoinho, moradias e gente em número que não se pode contar , é a purificação do mundo pelo pecado em que se mergulha. - O ódio, a ambição provocam a guerra destruidora! - Depois senti no palpitar acelerado do coração e no meu espírito o eco duma voz suave que dizia: – No tempo, uma só Fé, um só Batismo, uma só Igreja, Santa, Católica, Apostólica: - Na eternidade, o Céu! (escreve a irmã Lúcia a 3 de janeiro de 1944, em "O Meu Caminho," I, p. 158 – 160 – Carmelo de Coimbra)
domingo, 4 de março de 2012
Peregrinos: 'puedes sentir la fe'
(RV).- “Este domingo, el segundo del tiempo de Cuaresma, se caracteriza como el domingo de la Transfiguración de Cristo”. Así comenzaba Benedicto XVI sus palabras previas al Ángelus, destacando que después de habernos invitado a seguir a Jesús en el desierto, para afrontar y vencer con Él las tentaciones, nos propone subir junto con Él al “Monte” de la oración, para contemplar en su rostro humano la luz gloriosa de Dios.
Esta realidad puede, sin duda, describir la experiencia que realizan los peregrinos presentes en la plaza de San Pedro para acoger la presencia del Papa y tener luz en su propio caminar. En ellos se vive el anhelo de tener una guía espiritual, una presencia que orienta a los valores del evangelio y que acompaña e ilumina la propia realidad. Escuchemos sus testimonios (Audio) (CA-RV)
Capaz de protegernos de las tinieblas interiores
(RV).- “Jesús es luz interior capaz de protegerlos de las tinieblas interiores” dijo el Papa, el domingo del Evangelio de la Transfiguración del Señor, en su reflexión previa a la oración mariana del Ángelus, que rezó desde la ventana de su estudio con la multitud de peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro.
Después de invitarnos a seguir a Jesús ...»