quinta-feira, 2 de outubro de 2025

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L'angelo custode nell'ora della morte

Gli angeli: conoscerli, amarli e seguirli

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Di Buon Mattino, 21 settembre 2022 - Gli Angeli Custodi nella nostra vita

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Santa Francisca Romana fue, entre todas, una privilegiada de los ángeles. Ella veía y sentía a su ángel de la guarda

Leemos en la vida de la beata Emilia Bicchieri (1238-1314), que una de las monjas puestas bajo su dirección le pidió, en un día de verano muy bochornoso, permiso para beber un vaso de agua.

"¿Olvida, hermana, que la regla prohíbe beber a esta hora?"

"Lo sé, Reverenda Madre, pero ¿tengo tanta sed?"

"Bueno, hermana, entonces, coloque este vaso de agua en las manos de su ángel de la guarda". La monja se inclinó.

La Aparición y el Purgatorio

Murió unos años más tarde y, al no ser lo suficientemente perfecta para el cielo, entró en el Purgatorio. Tres días después, se le apareció a la Beata Emilia: "Ya no sufro, Reverenda Madre. Con la ayuda de ese vaso de agua que le confié por orden suya, mi ángel apagó el fuego que me atormentaba".

Si nosotros concedemos a nuestro santo ángel muchos de estos pequeños sacrificios, ¡qué tesoro acumularemos más tarde para el Paraíso! Muchos santos han tenido la certeza, y a veces la visión real, de la presencia angélica a su lado.

La bofetada a santa Francisca Romana

Santa Francisca Romana fue, entre todas, una privilegiada de los ángeles. Ella veía y sentía a su ángel de la guarda, y a veces era muy estricta con Francisca, la quería perfecta.

Un día, cuando participó en una reunión de chicas elegantes y bastante frívolas, escuchando calumnias y resoluciones inútiles sin atreverse a dar testimonio de su reprobación, ni desviar la conversación ni abandonar la asamblea, un ruido de bofetada sonó bruscamente. Todas las charlatanas se volvieron hacia Francisca, en realidad era ella quien había recibido la bofetada porque su cara era toda roja... Por otro lado, los actos virtuosos de la santa fueron igualmente misteriosamente recompensados

Letras de Oro

Otro día, mientras leía el oficio de la Santa Virgen en su habitación, la llamaron en medio de un verso. Se movió sin murmurar, luego regresó a su oración.

Pero parecía que tenían una gran necesidad de ella ese día: por tres veces más, en medio del mismo verso, llamaron a Francisca, quien inmediatamente se apresuró y realizó el servicio solicitado sonriendo. A la cuarta vez, encontró en su libro el verso escrito en letras doradas.

Su ángel custodio y los demonios que la acosaban

A santa Francisca como a tantos santos contemplativos, el demonio le tenía envidia, celoso de la felicidad que llenaba en todo su ser esa vida de contemplación.

Una noche el demonio se apareció en forma de corderito y se postró ante ella, para crearle el deseo de orgullo.

Francisca que se dio cuenta enseguida, lo alejó bruscamente, y el diablo tomó la forma de un enorme lobo que lanzaba fuego de su boca y la quería devorar.

La santa mientras quemaba, no perdía la confianza en la misericordia de Dios, y su ángel de la guarda apareció apagando las llamas y el diablo desapareció.

Otra noche que los demonios aparecieron a molestarla ella los amonestó tratándoles de cobardes, porque eran capaz de rebelarse ante una pobre mujer y no ante la Divina Majestad.

Estos enfurecidos tomaron a Francisca para lanzarla por el balcón, pero su ángel vino al rescate poniendo en fuga los demonios

En 1925 el Papa Pio XI la declara la patrona de los automovilistas, a causa de una leyenda según la cual un ángel solía alumbrarle el camino con una linterna mientras andaba, manteniéndola a salvo de infortunios.

El ángel de la guarda

El ángel de la guarda

Sin embargo, el odio y el poder del diablo son inferiores al amor y el poder del ángel de la Guarda. 

El Ángel de la Guarda nos ama con un amor profundo. Nos ama más de lo que el demonio puede odiarnos, ya que el odio del demonio no es más que un odio natural, y la caridad de nuestro ángel de la guarda es una amistad sobrenatural, divina.

Amor y obediencia

Seguramente nuestro buen ángel se regocija en obedecer la voluntad de Dios cumpliendo su papel de guardián. 

Pero lo que más nos debe tocar es que el amor que nos lleva no lo atrae en menor medida que la obediencia. 

Este amor se puede comparar con todos los amores creados: el amor de un padre, el amor de una madre, etcétera.

La fuente del amor del ángel guardián

El Amor del ángel de la guarda tiene su fuente en el mismo Corazón de Jesús, corazón que arde de amor por nosotros. 

Nuestro buen ángel sabe que el Hijo de Dios se ha dignado honrar la naturaleza humana hasta revestirse de ella, y que nos ha obtenido ser coherederos del reino celestial. 

Él ve en nosotros a los miembros, hermanos y amigos de Cristo, y nos ama tanto más como Dios nos ama con un amor infinito.

Reina

Si el Ángel de la Guarda testimonia un amor muy vivo, es también por respeto a la augusta Virgen María. 

Ella es su Reina: él la reverencia, la bendice y se complace en compartir sus sentimientos.

Y como es nuestra Madre -¡y qué Madre!-, se asocia gozosamente al tierno amor que esta Madre incomparable tiene por todos nosotros, sus felices hijos.

Un lugar entre los ángeles 

En el ardor de su amor, un amor que no conoce egoísmos ni celos, ya que es todo puro y todo celestial, nuestro buen ángel se esfuerza con fuerza para que ocupemos un día nuestro lugar entre los ángeles; en el mismo rango, e incluso más alto, si agrada a Dios.

Las criaturas más cercanas a Dios

A este amor, el ángel de la guarda une un gran poder, un poder mayor que el del diablo.

Todo poder está originalmente en Dios; a Él pertenece el imperio universal sobre todas las criaturas.

Y estas participan de su primacía, de su autoridad, según se acerquen más o menos a Él. 

Ahora bien, las criaturas más cercanas a Dios son las más perfectas, y entre los diferentes grados de perfección, el más eminente es el de los espíritus que gozan de su presencia en el cielo.