1. Un abismo interior

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La dispersión y la superficialidad, tentaciones propias del ser humano, alcanzan en nuestra sociedad la fuerza de una verdadera epidemia. No resulta difícil hallar sus consecuencias en la desorientación, el constante disgusto profundo y camuflado o la insensibilidad ante lo que nos rodea. Sus efectos son aun más perversos porque amenazan sin cesar nuestra interioridad, ese íntimo santuario donde la persona aprende a vivir en diálogo constante con el Misterio divino. ¿Cómo vivir entonces desde Dios nuestra vida cotidiana? Se juegan en la interioridad nuestra identidad personal y cristiana.
El camino hacia el interior que nos ayuda a recorrer la beata Isabel de la Trinidad podría describirse como un silencioso abismarse en el propio corazón. Sin embargo, y a diferencia de muchas sugerencias que se nos ofrecen como un producto más de consumo, este abismarse de Isabel no tiene ningún rastro de intimismo ni exaltación del propio ego y su subjetividad. Por el contrario, nos abre el camino hacia las profundidades insondables del Misterio que nos habita.
Isabel descubre la ambigüedad del corazón humano. Por un lado, es ese centro de la persona, centro habitado donde los Tres, que ella dice cariñosamente, tratan de amistad con quien les acoge. Hondón del alma que el Espíritu convierte lentamente en templo de gloria, celda en soledad para escuchar la música callada de la Trinidad. El abismarse dentro del propio interior supone penetrar en el abismo sin fondo del Misterio divino.
Al mismo tiempo, el corazón humano descubre a quien emprende el camino de la interioridad una profundidad de limitación e, incluso, de vacío. Nuestra condición creada y finita, agraciada y pecadora, se hace dolorosamente palpable para quien afronta el reto de descubrir su propio interior a la luz del Espíritu. No faltan resistencias ante esta realidad ineludible del ser humano. Quizá en el pasado se hizo un énfasis poco cristiano –y poco humano, en consecuencia- sobre este aspecto de negatividad. Sin embargo, también es cierto que, en el fondo, todos nos obstinamos en negar de alguna manera lo oscuro de nuestro corazón. Isabel no tiene duda: no se puede caminar hacia la intimidad con Dios si se evita entrar en el propio corazón, templo divino y, con todo, abismo de miseria y nada.
A pesar de esto, la mística cristiana no anula nada de lo humano, muy al contrario. ¿Cómo afrontar, entonces, este entrar en el propio abismo? ¿No se podrá caer en una visión negativa del ser humano? Quienes temen esto pueden mirar sin miedo la vida de los místicos. Isabel de la Trinidad concretamente mostrará, con toda la pasión de su temperamento y su juventud, que se trata de la más grande liberación de la persona, la posibilidad de hacerse grande hasta acoger toda la fuerza del amor divino.
La diferencia, aparentemente sutil, pero decisiva, está sin duda en la dirección y meta de su mirada. El “abismo interior” no es para ella fin en sí mismo, sino puerta para sumergirse en “ese abismo de amor que poseemos en nosotros y en el cual, si somos fieles entrando en él, nos espera la beatitud” (de la carta de comienzos de julio de 1906 a su hermana). Aquí está lo verdaderamente importante, el Misterio trinitario, verdadero abismo de Amor infinito y creador que nos envuelve. No se busca a sí misma, sino que busca al Otro y, como es natural, también en la vida ordinaria serán los otros los que busque el corazón inmerso en el abismo de Dios.
Entrar en sí será siempre para Isabel “descender”: bajar del propio ego, del orgullo y la falsa imagen de sí para asumir nuestro verdadero lugar como criaturas y, al mismo tiempo, hijos e hijas de Dios. En este descenso se irán iluminando las zonas más oscuras del propio ser, las mismas que tantas veces queremos negar e ignorar. Paradójicamente, su final será el gozo inmenso de descubrir que el Amor que nos envuelve también nos penetra hasta lo más profundo y nos transforma. Es el camino para encontrar que perderse significa hallarse y hallar nuestra última verdad en el abismo de Dios Trinidad que se hace Vida de nuestra vida.