terça-feira, 31 de dezembro de 2013

BEATA Madre Teresa de Calcutta : es muy importante entender que amar, para que sea verdadero amor, tiene que doler.


Discurso de Madre Teresa de Calcutta en el desayuno de Oración Nacional,
Washington, DC,
Febrero 3, 1994
En el último día, Jesús dirá a los que están a su derecha, "Vengan, entren al Reino. Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve enfermo y me visitaste". Luego Jesús les dirá a los que están a su izquierda y les dirá, " Apártense de mi porque tuve hambre y no me dieron de comer, tuve sed y no me dieron de beber, estuve enfermo y no me visitaron." Ellos le preguntarán, "¿Cuándo te vimos hambriento, o sediento o enfermo y no te ayudamos?" Jesús les responderá, "Lo que dejaron de hacer por uno de éstos más pequeños, ustedes dejaron de hacérmelo a mi!"
Al encontrarnos aquí reunidos para orar juntos, pienso en lo bello que será si comenzamos con una oración que expresa muy bien lo que Jesús quiere que hagamos por los más pequeños. San Francisco de Asís comprendía muy bien las palabras de Jesús y su vida quedó bien plasmada en esta oración. Esta oración que nosotras decimos todos los días después de recibir la Santa Comunión, no deja de sorprenderme, porque la encuentro muy adecuada para cada uno de nosotros. Siempre me he preguntado si hace ochocientos años, cuando San Francisco vivió, tuvieron las mismas dificultades que enfrentamos hoy en día. Creo que ya algunos se sabe la oración de la Paz, por lo tanto la rezaremos juntos.
Oración de San Francisco:
Señor, hazme un instrumento de Tu paz, donde haya odio que yo siembre amor, donde haya injuria, lleve yo el perdón, donde haya duda, lleve yo la fe, donde haya desaliento, lleve yo la esperanza, donde haya obscuridad, lleve yo la Luz, donde haya tristeza, lleve yo la alegría. OH Divino Maestro, permíteme no ser consolado sino consolar, comprendido sino comprender, amado sino amar. Porque dando se recibe, perdonando se es perdonado, y muriendo en Ti se nace a la vida eterna.
Demos gracias a Dios por la oportunidad que nos ha dado en venir a orar juntos. Hemos venido aquí, para orar, especialmente, por la paz, gozo y amor. Recordemos que Jesús vino a entregarle las buenas noticias a los pobres. El nos dijo cuales eran esas buenas noticias cuando dijo: "Mi Paz os dejo, Mi Paz os doy." El no vino a dar la paz que da el mundo, la cual es simplemente la que unos no molestan a otros. Él vino a dar la paz del corazón, la cual viene cuando amamos hacer el bien al prójimo.
Dios amó tanto al mundo que le entregó su único Hijo - era ya un hecho. Dios le dio su Hijo a la Virgen María, ¿y qué fue lo que Ella hizo? En cuanto Jesús vino a la vida de María, Ella inmediatamente fue rápido a dar las buenas noticias. Y entró a la casa de su prima Isabel, y las Escrituras dicen que su hijo, aún no nacido, el niño dentro del vientre de Isabel, saltó de gozo. Desde el vientre de María, Jesús trajo paz a Juan el bautista quien saltó de gozo en el vientre de Isabel.
Y como si no fuera suficiente, que Dios Hijo se hiciera uno de nosotros y nos trajera Paz y Gozo mientras todavía se encontraba en el vientre de María, Jesús también murió en la Cruz para demostrar un amor aún más grande. El murió para ti y para mi, y por el leproso, y por el que muere de hambre, y por el que se encuentra desnudo y tendido en la calle, no solo de Calcuta, sino de Africa, y de todos lados. Nuestras hermanas le sirven a los pobres en 105 países alrededor del mundo. Jesús insistió que nos amaramos los unos a los otros como El nos ama. Jesús dio su vida para amarnos y nos dice que nosotros también debemos dar lo que sea para hacer el bien al prójimo. En los evangelios, Jesús dice claramente: "Amense como yo los he amado." Jesús murió en la Cruz porque eso es lo que se requería de El para hacer un bien por todos nosotros, para salvarnos de nuestros pecados de egoísmos. El dio todo para cumplir con la voluntad del Padre para demostrarnos que nosotros también debemos estar dispuestos a darlo todo para cumplir la voluntad de Dios, para amarnos los unos a los otros como El nos ha amado. Si nosotros no estamos dispuestos a darlo todo para hacer el bien al prójimo, el pecado todavía vive en nosotros. Es por ello que nosotros también debemos dar hasta que duela. No es suficiente que digamos "Amo a Dios". Tengo también que amar a mi prójimo. San Juan nos advierte que somos mentirosos si decimos que amamos a Dios y no amamos a nuestro prójimo.
¿Cómo se puede amar a Dios, a quien no se ve, si no amas a tu prójimo a quien puedes ver, puedes tocar, y con quien vives?
Por lo tanto, es muy importante entender que amar, para que sea verdadero amor, tiene que doler. Debo estar dispuesto a darlo todo, lo que sea para no hacerle daño a la gente y, de hecho, para hacerle el bien. Esto requiere que yo esté dispuesto a dar hasta que duela. De otro modo, no hay verdadero amor en mi y por ende, en lugar de traer buenas noticias, le traigo injusticia, y no traigo paz a los que están a mi alrededor. A Jesús le dolió amarnos. Hemos sido creados a Su imagen para cosas mucho más grandes, para amar y ser amados. Debemos "vestirnos de Cristo" como dicen las Escrituras. Por eso, hemos sido creados para amar y ser amados, Dios se hizo hombre para comprobarnos que podemos amar de la misma manera que El nos amó.   LEER...
 

San Agustín Cuando oramos a Dios con la boca cuando sea necesario o en silencio, siempre ha de clamarse con el corazón.

 

1. La oración es un don de Dios, por lo que el hombre debe pedirlo como un mendigo. Sea rico o sea pobre el hombre ante Dios siempre será un mendigo. La oración para  parte de este preámbulo. (Homo mendicus dei: En in Ps. 29, 2, 1; Sermo 56, 9; Sermo 61, 4).

2. La oración es ejercicio de humildad, partiendo del autoconocimiento frente a Dios:

*"Dios que eres siempre el mismo, Que me conozca a mí, que te conozca a ti: (Sol. 2, 1)".
Pues: "Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes". (1 Pe 5, 5)

3. La oración es obra del Espíritu Santo, que clama en nuestro interior (Rm 8, 26) para que nos dé las palabras y la voz para orar ante Dios

* "La misma caridad gime, la misma caridad ora; contra ella no sabe hacerse el sordo aquel que te la dio. Estate seguro, ruegue la caridad y allí estarán atentos los oídos de Dios" (In Io. ep. tr. 6, 8)

* "Dios llenó a sus siervos de su Espíritu para que le alabasen" (En. Ps. 144, 1)

4. La oración es un ejercicio de recolección, recogimiento interior. Hay que entrar en el propio corazón evitando la dispersión, para encontrarnos con Cristo Maestro interior.

* "No salgas fuera, regresa a ti mismo, en el interior del hombre habita la Verdad". (Vera religione 39, 72)
* "Tú estabas dentro de mí, más interior que lo más íntimo mío y más elevado que lo más alto mío". (Conf. 3, 6, 11)

5. La oración es un ejercicio de amor.

a. Orar es amar y dejarse amar por Dios:
*Orar es: "abrazar a Dios con amor, abrazar el amor de Dios". (De Trin. 8, 8, 12)

b. Orar es amar, es dejarse transformar por el mismo Dios en la oración por el fuego de su amor, dejando las cosas de la tierra y llenándose de Dios:
* "¿Amas la tierra?, Serás tierra. ¿Amas a Dios? ¿Diré que serás Dios? No me atrevo a decirlo como cosa mía. Oigamos a la Escritura: Yo dije: Todos sois dioses e hijos del Altísimo. (.)" (In Io. ep. tr. 2, 14)

c. Orar es amar, para vaciarse del amor del mundo y llenarse de Dios:
* "No ames el mundo. Excluye de ti el amor malo del mundo, para que te llenes del amor de Dios. Eres un vaso, pero estás lleno; arroja lo que tienes para que recibas lo que no tienes" (In Io. ep. tr. 2, 9)

d. Orar es amar, para apegarse a Cristo olvidándose de todo lo demás. Todas las cosas se relativizan cuando desde la oración, se ama profundamente a Cristo:

* "Cuando yo me adhiera a ti con todo mi ser, ya no habrá más dolor, ni trabajo para mí, sino que toda mi vida será viva y llena toda de ti" (Conf. 10, 28, 39)
* "El amor mismo es la voz que alaba a Dios" (En. in ps. 117, 23)

6. Tu oración es diálogo amoroso con Dios

a. Se dialoga escuchando y respondiendo a la Palabra de Dios:
* "
Tú oración es un diálogo con Dios; cuando lees las Escrituras Dios te habla; cuando oras, tú hablas a Dios". (En. in ps. 85, 7)

b. Se dialoga para encontrar a Dios y se le encuentra para seguirlo buscando con mayor amor.
* "Se le busca (a Dios) para que sea más dulce el hallazgo, se le encuentra para buscarle con más avidez" (De Trin. 15, 2)

7. La oración es el encuentro con la voluntad de Dios

a. Orar para no resistir a la voluntad de Dios:

* "¿Qué quiere decir 'hágase tu voluntad? Hágase en mí de manera que no resista a tu voluntad" (s. 56, 7)

* "Tu mejor servidor es aquél que no tiene sus miras puestas en el oír de tus labios lo que él quiere, sino en querer, sobre todo, aquello que ha oído de tu boca" (Conf. 10, 26, 37)

b. Orar para abandonar mi vida en las manos de Dios, sabiendo que es él quien me capacita para cumplir su voluntad.

* "Da lo que mandas y manda lo que quieras" (Conf. 10, 40)

* "No orarás si no dices esta oración (el Padre Nuestro); si empleas otra, Dios no te oirá, puesto que no te la dictó el Legislador a quien envió. Luego es necesario que, cuando oramos, oremos conforme a esta oración; y cuando la pronunciamos, entendamos bien lo que decimos. (En. in ps. 103, I, 19)

8. La oración es el deseo enamorado de Dios.

a. Es parte de la oración continua. Nunca se deja de orar si nunca se deja de desear a Dios.

* "Hay otra clase de oración interior continua, que es el deseo. Hagas lo que hagas, si permanece en ti el deseo de aquel descanso (de la vida eterna), sin interrupción oras. Si no quieres cortar tu oración, no interrumpas el deseo" (En. in ps. 37, 14.)

* "Por medio de la fe, esperanza y la caridad oramos siempre con un deseo ininterrumpido. Pero, precisamente por eso, en determinados momentos oramos a Dios también con palabras, para exhortarnos a nosotros mismos con estos signos (.) (Ep. 130, 9, 18)

b. La oración es el "grito del corazón":

* "Nadie dudará que es vano el clamor que elevan a Dios los que oran si lo ejecutan con el sonido de la voz corporal sin tener elevado el corazón a Dios. Cuando oramos a Dios con la boca cuando sea necesario o en silencio, siempre ha de clamarse con el corazón. El grito del corazón es un pensamiento vehemente que cuando se da en la oración, expresa el gran afecto del que ora y pide, de suerte que no desconfía de conseguir lo que pide" (En. in ps. 118, s.29, 1)

9. Orar es sentirse Iglesia y comunidad.
El cristiano nunca está solo porque forma parte del misterio de la Iglesia, del Cuerpo de Cristo.

* "Jesucristo, hijo de Dios ora por nosotros, ora en nosotros y a él oramos nosotros. Ora por nosotros como sacerdote nuestro; ora en nosotros como nuestra cabeza; y nosotros oramos a él como nuestro Dios. Reconozcamos en él nuestra voz y su voz en nosotros" (En. in ps. 85, 1)

* "Nosotros rezamos por el género humano, pedimos por el mundo entero, por todas las gentes para que se corrijan lo antes posible y teniendo ya recto el corazón, se encaminen a la rectitud de Dios". (En. in ps. 103, 13)

10. Orar es elevar el corazón hacia Dios.
Continuamente san Agustín comenta las palabras de la celebración de la Eucaristía "levantemos el corazón". Por ello orar es dejar que el corazón ascienda hacia Dios, buscando las cosas del mundo eterno, no las de la tierra, con un deseo enamorado de Dios:

(La oración) * "Es la ascensión de las cosas terrestres a las celestes; la búsqueda de las cosas más altas, el deseo de las cosas invisibles". (Sermo 73, 2)

SUA SANTIDADE BENTO XVI:Nada é impossível para Deus! BENEDICTO XVI: Para Dios no hay nada imposible! Benoît XVI : la puissance de Dieu agit toujours .

BENEDICT XVI: WHERE DOES JESUS COME FROM? Catequese de Bento XVI na primeira Audiência Geral de 2013




In the four Gospels, the answer to the question 'where does Jesus come from?' emerges clearly: his true origin is the Father, God. He comes entirely from Him, but in a different way than any other prophet or messenger of God who preceded Him. This origin of the mystery of God, 'whom nobody knows', is already contained in the stories of His childhood in the Gospels of Matthew and Luke, which we are reading during Christmastime. The angel Gabriel announces: 'The Spirit will come upon you, and the power of the Most High will overshadow you. Therefore the child to be born will be called holy, the Son of God'. We repeat these words every time that we recite the Creed, the profession of faith: 'et incarnatus est de Spiritu Sancto ex Maria Virgine', 'and by the Holy Spirit was incarnate of the Virgin Mary'. At this phrase we kneel because the veil that hid God is, so to say, opened and His unfathomable and inaccessible mystery touches us. God becomes Emmanuel, 'God with us'. When we listen to the Masses composed by the great masters of sacred musicI'm thinking, for example, of Mozart's Coronation Mass―we immediately notice how they linger over this phrase in a particular way, almost wanting to try to express with the universal language of music that which words cannot make manifest: the great mystery of God made flesh, of God made man". read...

Deus se faz homem: anúncio que soa sempre novo



Catequese de Bento XVI na primeira Audiência Geral de 2013


Foi concebido por obra do Espírito Santo
Queridos irmãos e irmãs
O Natal do Senhor ilumina mais uma vez com a sua luz as trevas que muitas vezes cobrem o nosso mundo e o nosso coração, e traz esperança e alegria. De onde vem esta luz? Da Gruta de Belém, onde os pastores encontraram “Maria e José e o menino, deitado em uma manjedoura” (Lc2,16). Diante desta Sagrada Família surge outra pergunta e mais profunda: como pode aquele pequeno e frágil Menino ter trazido uma novidade tão radical ao mundo a ponto de mudar o rumo da história? Não há talvez algo de misterioso na sua origem que vai além daquela gruta?
Novamente emerge a pergunta sobre a origem de Jesus, a mesma que propõe o Procurador Pôncio Pilatos durante o processo: “De onde és tu?” (João19,29). No entanto, trata-se de uma origem bem clara. No Evangelho de João, quando o Senhor afirma “Eu sou o pão descido do céu”, os judeus regem murmurando: “Não é este Jesus, o filho de José? Dele não conhecemos o pai e a mãe? Como então pode dizer: “Sou descido do céu? (João 6,42). E mais tarde, os cidadãos de Jerusalém se opõem fortemente à provável messianidade de Jesus, afirmando que sabem bem “de onde é; o Cristo, em vez disso, quando vier, ninguém saberá de onde é (João 7,27). Jesus mesmo faz notar o quanto é inadequado a pretensão deles de conhecer a sua origem, mas quem me mandou é verdadeiro, e vós não o conheceis (João7,28). Certamente, Jesus é originário de Nazaré, nasceu em Belém, mas o que se sabe sobre a sua verdadeira origem?
Nos quatro Evangelhos emerge claramente a resposta à pergunta “de onde vem” Jesus: a sua verdadeira origem é o Pai, Deus; Ele vem totalmente Dele, mas de modo diverso de qualquer profeta enviado por Deus que o precederam. Esta origem do mistério de Deus, “que ninguém conhece”, está contida nas narrações sobre a infância de Jesus nos Evangelhos de Mateus e Lucas, que estamos lendo neste tempo natalício. O anjo Gabriel anuncia: “O Espírito Santo descerá sobre ti, o poder do Altíssimo te envolverá com a sua sombra. Por isso aquele que nascerá será santo e chamado Filho de Deus” (Lc1,35). Repetimos estas palavras cada vez que recitamos o Credo, a Profissão de fé: «et incarnatus est de Spiritu Sancto, ex Maria Virgine», “ por obra do Espirito Santo encarnou-se no seio da Virgem Maria”. Nesta frase nos ajoelhamos porque o véu que escondia Deus, vem, por assim dizer, aberto e seu mistério insondável e inacessível nos toca: Deus se torna o Emanuel, “Deus conosco”.
Quando escutamos as Missas compostas por grandes maestros da música sacra, penso, por exemplo, na Missa de Coroação de Mozart, notamos imediatamente como se detêm de modo particular nesta frase, como querendo expressar com a linguagem universal da música o que as palavras não podem manifestar: o grande mistério de Deus que se encarna, se faz homem.
Se considerarmos com atenção a expressão “por obra do Espírito Santo encarnou-se no seio da Virgem Maria”, encontramos nela quatro sujeitos ativos. De modo explícito são mencionados o Espírito Santo e Maria, mas é subentendido “Ele”, isso é, o Filho, que se fez carne no seio da Virgem. Na Profissão de fé, o Credo, Jesus é definido com diversos apelativos: “Senhor,... Cristo, Filho unigênito de Deus,... Deus de Deus, Luz da Luz, Deus verdadeiro de Deus verdadeiro,... consubstancial ao Pai” (Credo niceno-costantinopolitano). Vemos portanto que “Ele” refere-se a uma outra pessoa, a do Pai. O primeiro sujeito desta frase é então o Pai que, com o Filho e o Espírito Santo, é o único Deus.
Esta afirmação do Credo não diz respeito ao ser eterno de Deus, mas, sobretudo, nos fala de uma ação da qual fazem parte as três Pessoas divinas e que se realiza «ex Maria Virgine». Sem ela o ingresso de Deus na história da humanidade não teria chegado ao seu fim e não teria tido lugar o que é central na nossa Profissão de fé: Deus é um Deus conosco. Assim Maria pertence de modo irrenunciável à nossa fé em Deus que age, que entra na história. Ela coloca à disposição toda a sua pessoa, “aceita” tornar-se lugar da morada de Deus.
As vezes, também no caminho e na vida de fé podemos constatar a nossa pobreza, a nossa inadequação diante do testemunho a oferecer ao mundo. Mas Deus escolheu justamente uma mulher humilde, em um vilarejo desconhecido, em uma das cidades mais distantes do grande império romano. Sempre, mesmo diante das dificuldades mais árduas a serem enfrentadas, devemos confiar em Deus, renovando a nossa fé na sua presença e ação na nossa história, como naquela de Maria. Nada é impossível para Deus! Com Ele a nossa existência caminha sempre em um terreno seguro e está aberta a um futuro de firme esperança.
Professando no Credo: “por obra do Espírito Santo encarnou-se no seio da Virgem Maria”, afirmamos que o Espírito Santo, como força de Deus Altíssimo, operou de modo misterioso na Virgem Maria a concepção do Filho de Deus. O evangelista Lucas narra as palavras do arcanjo Gabriel: O Espírito descerá sobre ti e o poder do Altíssimo te envolverá com a sua sombra” (1,35). Duas referências são evidentes: a primeira é o momento da criação. No início do Livro do Gênesis lemos que: “o espírito de Deus pairava sobre as águas” (1,2); é o Espírito criador que deu vida a todas as coisas e ao ser humano. Isso acontece em Maria, através da ação do mesmo Espírito divino, é uma nova criação: Deus, que chamou o ser do nada, com a Encarnação dá vida a um novo inicio para a humanidade. Os Padres da Igreja muitas vezes falam de Cristo como o novo Adão, para marcar o início da nova criação a partir do nascimento do Filho de Deus no seio da Virgem Maria. Isto nos faz refletir sobre como a fé traz também em nós uma novidade tão forte capaz de produzir um segundo nascimento. De fato, no início do ser cristão há o Batismo que nos faz renascer como filhos de Deus, nos faz participantes na relação filial que Jesus tem com o Pai. E gostaria de destacar como o Batismo se recebe, nós “somos batizados” – é passivo- porque ninguém é capaz de tornar-se filho de Deus por si mesmo: é um dom que vem conferido gratuitamente.
São Paulo recorda essa filiação adotiva dos cristãos em uma passagem central da sua Carta aos Romanos, onde escreve: “todos aqueles que são guiados pelo Espírito de Deus, estes são filhos de Deus. E vós não recebestes um espírito da escravidão para cair novamente no medo, mas recebestes o Espírito que torna filhos adotivos, por meio do qual clamamos: “Abá! Pai!”. O próprio Espírito, junto ao nosso espírito, atesta que somos filhos de Deus” (8,14-16), não servos.
Somente se nos abrimos à ação de Deus, como Maria, somente se confiamos a nossa vida ao Senhor como a um amigo no qual confiamos totalmente, tudo muda, a nossa vida adquire um novo sentido e uma nova face: de filhos de um Pai que nos ama e nunca nos abandona.
Falamos de dois elementos: o primeiro elemento o Espírito sobre a água, o Espírito Criador; há outro elemento nas palavras da Anunciação.
O anjo diz a Maria: “O poder do Altíssimo te envolverá com a sua sombra”. Isto recorda a nuvem santa que, durante o caminho do êxodo, parava sobre a tenda do encontro, sobre a arca da aliança, que o povo de Israel levava consigo, e indicava a presença de Deus (cf Ex 40,34-38). Maria, então, é a nova tenda santa, a nova arca da aliança: com o seu “sim” às palavras do arcanjo, Deus recebe uma morada neste mundo, Aquele que o universo não pode deter toma lugar no ventre de uma virgem.
Retornemos à questão com a qual iniciamos, aquela sobre a origem de Jesus, sintetizada pela pergunta de Pilatos: “De onde és tu?”. Das nossas reflexões parece claro, desde o início dos Evangelhos, qual é a verdadeira origem de Jesus: Ele é Filho unigênito do Pai, vem de Deus. Estamos diante do grande e desconcertante mistério que celebramos neste tempo de Natal: o Filho de Deus, por obra do Espírito Santo, encarnou-se no seio da Virgem Maria. E este é um anúncio que soa sempre novo e que traz em si esperança e alegria ao nosso coração, porque nos doa toda vez a certeza de que, mesmo se muitas vezes nos sentimos fracos, pobres, incapazes diante das dificuldades e do mal do mundo, o poder de Deus age sempre e opera maravilhas propriamente na fraqueza. A sua graça é a nossa força (cf 2 Cor 12, 9-10). Obrigado.
Após a catequese Bento XVI dirigiu a seguinte saudação em português:
A minha saudação amiga para todos os peregrinos de língua portuguesa, desejando que a luz do Salvador divino resplandeça intensamente nos vossos corações, para serdes semeadores de esperança e construtores de paz nas vossas famílias e comunidades. Com estes votos de um Ano Novo sereno e feliz para todos, de coração vos abençoo.


Benedetto XVI : il Battesimo si riceve, noi 'siamo battezzati' - è un passivo - perché nessuno è capace di rendersi figlio di Dio da sé: è un dono che viene conferito gratuitamente.

"Il Natale del Signore - ha commentato il Santo Padre - illumina ancora una volta con la sua luce le tenebre che spesso avvolgono il nostro mondo e il nostro cuore, e porta speranza e gioia. Da dove viene questa luce? Dalla grotta di Betlemme, dove i pastori trovarono 'Maria e Giuseppe e il bambino, adagiato nella mangiatoia'. Di fronte a questa Santa Famiglia sorge un’altra e più profonda domanda: come può quel piccolo e debole Bambino avere portato una novità così radicale nel mondo da cambiare il corso della storia? Non c’è forse qualcosa di misterioso nella sua origine che va al di là di quella grotta?"

"Nei quattro Vangeli emerge con chiarezza la risposta alla domanda 'da dove' viene Gesù: la sua vera origine è il Padre, Dio; Egli proviene totalmente da Lui, ma in un modo diverso da qualsiasi profeta o inviato da Dio che l’hanno preceduto. Questa origine dal mistero di Dio, 'che nessuno conosce', è contenuta già nei racconti dell’infanzia dei Vangeli di Matteo e di Luca, che stiamo leggendo in questo tempo natalizio. L’angelo Gabriele annuncia: 'Lo Spirito scenderà su di te, e la potenza dell’Altissimo ti coprirà con la sua ombra. Perciò colui che nascerà sarà santo e chiamato Figlio di Dio'". leggere...


Benoît XVI : si nous nous sentons souvent faibles, pauvres, incapables de faire face aux difficultés et au mal du monde, la puissance de Dieu agit toujours et c’est justement dans la fragilité qu’il accomplit des merveilles.

BENOIT XVI: D’OU VIENT JESUS?
Cité du Vatican, 2 janvier 2012 (VIS). Au cours de la catéchèse de la première audience générale de l’année 2013 qui s’est déroulée dans la Salle Paul VI en présence de quelque 7.000 personnes, le Saint-Père a évoqué la Nativité, "une nouveauté radicale capable de changer le cours de l’histoire", et l’origine de Jésus. La naissance du Seigneur, a dit Benoît XVI, "éclaire une fois encore de sa lumière les ténèbres qui enveloppent souvent notre monde et nos coeurs, et apporte l’espérance et la joie. D'où vient cette lumière? De la grotte de Bethléem, où les bergers trouvèrent Marie et Joseph, et l'enfant étendu dans la mangeoire. Devant la Sainte Famille, une autre question plus profonde se pose: comment cet enfant petit et faible, peut avoir apporté une nouveauté radicale dans le monde au point de changer le cours de l'histoire? N'y-a-t’il pas peut-être quelque chose de mystérieux dans son origine qui va au-delà de cette grotte?".lire...

BENEDICTO XVI: Para Dios no hay nada imposible! Con Él nuestra existencia camina siempre en terreno seguro y está abierta a un futuro de esperanza firme.

BENEDICTO XVI: "¿DE DÓNDE VIENE JESÚS?"
Ciudad del Vaticano, 2 de enero 2012 (VIS).- Durante la catequesis de la primera audiencia general del año 2013, celebrada en el Aula de Paulo VI con asistencia de 7.000 personas, el Santo Padre trató el tema de la Navidad, "una novedad tan radical capaz de cambiar el curso de la historia", y del origen de Jesús.

La Natividad del Señor, comentó el Santo Padre, "ilumina una vez más con su luz las tinieblas que a menudo rodean nuestro mundo y nuestros corazones, trayendo esperanza y alegría. ¿De dónde viene la luz? De la cueva de Belén, donde los pastores encontraron a "María y a José, y al Niño acostado en un pesebre". Frente a esta Sagrada Familia surge otra y más profunda pregunta: ¿cómo puede ese Niño pequeño y débil traer una novedad tan radical en el mundo que es capaz de cambiar el curso de la historia? ¿No hay algo misterioso en su origen, que va más allá de aquella cueva? "

"En los cuatro Evangelios está claro que la respuesta a la pregunta "de dónde" viene Jesús: su verdadero origen es el Padre, Él viene enteramente de Él, pero de una manera diferente a la de cualquier profeta o enviado de Dios que le precedió. Este origen en el misterio de Dios, "que nadie conoce", ya está contenido en los relatos de la infancia de los Evangelios de Mateo y Lucas, que estamos leyendo en este tiempo de Navidad. El ángel Gabriel anuncia: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que nacerá Santo será llamado Hijo de Dios".

"Repetimos estas palabras cada vez que rezamos el Credo, la profesión de fe: "et incarnatus est de Spiritu Sancto ex Maria Virgine", "y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen". En esta frase nos arrodillamos porque el velo que ocultaba Dios es, por así decirlo, abierto y su misterio insondable e inaccesible nos conmueve: Dios se hace el Emmanuel, "Dios con nosotros". "Cuando escuchamos las Misas compuestas por los grandes maestros de la música sacra, pienso por ejemplo, en la Misa de la Coronación de Mozart, de inmediato notamos cómo se detienen especialmente en esta frase, casi queriendo tratar de expresar con el lenguaje universal de la música lo que las palabras no pueden manifestar: el gran misterio de Dios que se encarna, se hace hombre".

"Esta afirmación del Credo no hace referencia al ser eterno de Dios, sino que nos habla de una acción en la que toman parte las tres Personas divinas, y que se realiza "ex Maria Virgine". Sin ella, la entrada de Dios en la historia de la humanidad no habría llegado a su fin, y no hubiera tenido lugar aquello que es central en nuestra Profesión de fe: Dios es un Dios con nosotros. Así María pertenece en modo irrenunciable a nuestra fe en el Dios que actúa, que entra en la historia. Ella ofrece toda su persona, "acepta" convertirse en el lugar de la morada de Dios".

"A veces, incluso en el camino y la vida de la fe podemos sentir nuestra pobreza, nuestra incapacidad ante el testimonio que debemos ofrecer al mundo. Pero Dios eligió precisamente una humilde mujer, en un pueblo desconocido, en una de las provincias más lejanas del gran Imperio Romano. Siempre, aun en medio de las dificultades más arduas que hay que afrontar, debemos confiar en Dios, renovando la fe en su presencia y acción en nuestra historia, como en la de María. ¡Para Dios no hay nada imposible! Con Él nuestra existencia camina siempre en terreno seguro y está abierta a un futuro de esperanza firme".

"Lo que sucede en María, a través de la acción del mismo Espíritu Santo, es una nueva creación: Dios que ha llamado el ser de la nada, con la Encarnación da vida a un nuevo inicio de la humanidad. Los Padres de la Iglesia repetidamente hablan de Cristo como del nuevo Adán, para subrayar el comienzo de la nueva creación con el nacimiento del Hijo de Dios en el seno de la Virgen María. Esto nos hace pensar en cómo la fe supone también en nosotros una novedad tan fuerte como para producir un segundo nacimiento. De hecho, al inicio del ser cristiano está el bautismo que nos hace renacer como hijos de Dios, nos hace participar en la relación filial que Jesús tiene con el Padre. Y me gustaría señalar que el Bautismo se recibe, nosotros "somos bautizados" -es un pasivo- porque nadie es capaz de convertirse en hijo de Dios por sí mismo: es un don que viene conferido gratuitamente (...) Sólo si nos abrimos a la acción de Dios, como María, sólo si confiamos nuestra vida al Señor como a un amigo en quien confiamos totalmente, todo cambia, nuestra vida adquiere un nuevo sentido y un nuevo rostro: el de los hijos de un Padre que nos ama y nunca nos abandona".

"Hay otro elemento en las palabras de la Anunciación. El ángel dice a María: "El poder del Altísimo te cubrirá con su sombra". Es un recordatorio de la nube santa, que, durante el viaje del Éxodo, se detenía sobre la tienda de la reunión, sobre el arca de la alianza, que el pueblo de Israel llevaba consigo, y que indicaba la presencia de Dios. María es el nueva tienda santa, la nueva arca de la alianza: con su "sí" a las palabras del arcángel, Dios recibe un hogar en este mundo. Aquel que el universo no puede contener ha venido a morar en el seno de una virgen".

"Volvamos a la pregunta con la que comenzamos, la del origen de Jesús, sintetizada por la pregunta de Pilato: "¿De dónde eres tú?" De nuestras reflexiones aparece claro, desde el principio de los Evangelios, cuál es el verdadero origen de Jesús: Él es el Hijo Unigénito del Padre, viene de Dios. Estamos en frente del gran y desconcertante misterio que celebramos en este tiempo de Navidad: el Hijo de Dios, el Espíritu Santo, se encarnó en el seno de la Virgen María. Y este es un anuncio que resuena siempre nuevo y que lleva en sí mismo esperanza y alegría a nuestros corazones, porque cada vez nos da la certeza de que, a pesar de que a menudo nos sentimos débiles, pobres, incapaces de hacer frente a las dificultades y al mal del mundo, el poder de Dios actúa siempre y obra maravillas precisamente en la debilidad. Su gracia es nuestra fuerza ".

segunda-feira, 30 de dezembro de 2013

PREGHIERE DI MADRE TERESA DI CALCUTTA

PREGHIERE DI MADRE TERESA DI CALCUTTA
Tieni sempre presente che la pelle fa le rughe,
i capelli diventano bianchi,
i giorni si trasformano in anni.

Però ciò che é importante non cambia;
la tua forza e la tua convinzione non hanno età.
Il tuo spirito e` la colla di qualsiasi tela di ragno.

Dietro ogni linea di arrivo c`e` una linea di partenza.
Dietro ogni successo c`e` un`altra delusione.

Fino a quando sei viva, sentiti viva.
Se ti manca cio` che facevi, torna a farlo.
Non vivere di foto ingiallite…
insisti anche se tutti si aspettano che abbandoni.

Non lasciare che si arruginisca il ferro che c`e` in te.
Fai in modo che invece che compassione, ti portino rispetto.

Quando a causa degli anni
non potrai correre, cammina veloce.
Quando non potrai camminare veloce, cammina.
Quando non potrai camminare, usa il bastone.
Pero` non trattenerti mai!
Ama
Ama finche’ non ti fa male,

e se ti fa male,
proprio per questo sara’ meglio.
Perche’ lamentarsi?
Se accetti la sofferenza
e la offri a Dio, ti dara’ gioia.
La sofferenza
e’ un grande dono di Dio:
chi l’accoglie,
chi ama con tutto il cuore,
chi offre se stesso
ne conosce il valore.

Ho sentito il battito del tuo cuore
Ti ho trovato in tanti posti, Signore.
Ho sentito il battito del tuo cuore
nella quiete perfetta dei campi,
nel tabernacolo oscuro di una cattedrale vuota,
nell'unità di cuore e di mente
di un'assemblea di persone che ti amano.
Ti ho trovato nella gioia,
dove ti cerco e spesso ti trovo.
Ma sempre ti trovo nella sofferenza.
La sofferenza è come il rintocco della campana
che chiama la sposa di Dio alla preghiera.
Signore, ti ho trovato nella terribile grandezza
della sofferenza degli altri.
Ti ho visto nella sublime accettazione
e nell'inspiegabile gioia
di coloro la cui vita è tormentata dal dolore.
Ma non sono riuscito a trovarti
nei miei piccoli mali e nei miei banali dispiaceri.
Nella mia fatica
ho lasciato passare inutilmente
il dramma della tua passione redentrice,
e la vitalità gioiosa della tua Pasqua è soffocata
dal grigiore della mia autocommiserazione.
Signore io credo. Ma tu aiuta la mia fede.

In un momento di onestà
Signore, quando credo
che il mio cuore sia straripante d'amore
e mi accorgo, in un momento di onestà,
di amare me stesso nella persona amata,
liberami da me stesso.
Signore, quando credo
di aver dato tutto quello che ho da dare
e mi accorgo, in un momento di onestà,
che sono io a ricevere,
liberami da me stesso.
Signore, quando mi sono convinto
di essere povero
e mi accorgo, in un momento di onestà,
di essere ricco di orgoglio e di invidia,
liberami da me stesso.
E, Signore, quando il Regno dei cieli
si confonde falsamente
con i regni di questo mondo,
fa' che io trovi felicità e conforto solo in Te.

Insegnami l'amore
Signore, insegnami a non parlare
come un bronzo risonante
o un cembalo squillante,
ma con amore.
Rendimi capace di comprendere
e dammi la fede che muove le montagne,
ma con l'amore.
Insegnami quell'amore che è sempre paziente
e sempre gentile;
mai geloso, presuntuoso, egoista o permaloso;
l'amore che prova gioia nella verità,
sempre pronto a perdonare,
a credere, a sperare e a sopportare.
Infine, quando tutte le cose finite
si dissolveranno
e tutto sarà chiaro,
che io possa essere stato il debole ma costante
riflesso del tuo amore perfetto.

La bontà
Non permettere mai
che qualcuno venga a te
e vada via senza essere
migliore e più contento.
Sii l'espressione
della bontà di Dio.
Bontà sul tuo volto
e nei tuoi occhi,
bontà nel tuo sorriso
e nel tuo saluto.
Ai bambini, ai poveri
e a tutti coloro che soffrono
nella carne e nello spirito
offri sempre un sorriso gioioso.
Dai a loro
non solo le tue cure
ma anche il tuo cuore.

Raggi dell'amore di Dio

Aiutami a diffondere dovunque il tuo profumo, o Gesù.
Dovunque io vada.
Inonda la mia anima del tuo Spirito e della tua vita.
Diventa padrone del mio essere in modo così completo
che tutta la mia vita sia un'irradiazione della tua.
Perché ogni anima che avvicino possa sentire la tua presenza dentro di me.
Perché guardandomi non veda me, ma Te in me.
Resta in me.
Così splenderò del tuo stesso splendore e potrò essere luce agli altri.

Apri i nostri occhi
Apri i nostri occhi, Signore, perché possiamo vedere Te nei nostri fratelli e sorelle. Apri le nostre orecchie, Signore, perché possiamo udire le invocazioni di chi ha fame, freddo, paura, e di chi è oppresso. Apri il nostro cuore, Signore, perché impariamo ad amarci gli uni gli altri come Tu ci ami. Donaci di nuovo il tuo Spirito, Signore, perché diventiamo un cuore solo ed un'anima sola, nel tuo nome. Amen.

Vuoi le mie mani?
Signore, vuoi le mie mani per passare questa giornata aiutando i poveri e i malati che ne hanno bisogno? Signore, oggi ti do le mie mani.
Signore, vuoi i miei piedi per passare questa giornata visitando coloro che hanno bisogno di un amico? Signore, oggi ti do i miei piedi.
Signore, vuoi la mia voce per passare questa giornata parlando con quelli che hanno bisogno di parole d'amore? Signore, oggi ti do la mia voce.
Signore, vuoi il mio cuore per passare questa giornata amando ogni uomo solo perché è un uomo? Signore, oggi ti do il mio cuore.

Mandami qualcuno da amare
Signore, quando ho fame, dammi qualcuno che ha bisogno di cibo;
quando ho sete, mandami qualcuno che ha bisogno di una bevanda;
quando ho freddo, mandami qualcuno da scaldare;
quando ho un dispiacere, offrimi qualcuno da consolare;
quando la mia croce diventa pesante, fammi condividere la croce di un altro;
quando sono povero, guidami da qualcuno nel bisogno;
quando non ho tempo, dammi qualcuno che io possa aiutare per qualche momento;
quando sono umiliato, fa' che io abbia qualcuno da lodare;
quando sono scoraggiato, mandami qualcuno da incoraggiare;
quando ho bisogno della comprensione degli altri, dammi qualcuno che ha bisogno della mia; quando ho bisogno che ci si occupi di me, mandami qualcuno di cui occuparmi;
quando penso solo a me stesso, attira la mia attenzione su un'altra persona.

http://www.piccolifiglidellaluce.it/pfdl/preghiere/44-i-santi-ci-insegnano-a-pregare/240-preghiere-di-madre-teresa-di-calcutta

Gesù ha sempre affermato: Chi vede me vede il Padre. Chi ascolta me ascolta il Padre. Chi ama me ama il Padre.

DIO È AMORE


Gesù ha sempre affermato: Chi vede me vede il Padre. Chi ascolta me ascolta il Padre. Chi ama me ama il Padre.
Amare vuol dire dare, donare, regalare amore. Il verbo “amare” contiene un profondo significato: Colui che ama deve necessariamente diffondersi, deve donare, regalare se stesso. Dio è, per definizione, Amore. Egli ha creato il cielo e la terra e ha creato l’uomo capace di intendere e di volere in piena libertà e a lui si è donato con infinito amore per mezzo del suo Figlio incarnato. All’uomo Dio ha dato se stesso.In Dio tutto ciò si realizza pienamente: Egli è il Donatore generoso, perenne e allo stesso tempo è il Dono per eccellenza, il grande e sommo regalo. Dio sa di esserlo. Lui ci ha svelato se stesso sempre per mezzo del suo Figlio che ha preso dimora in mezzo a noi. Egli vuole essere l’infinito Amore misericordioso per tutti, e in particolare per i peccatori che si convertonoi, perché tutti possano ricevere il suo abbraccio.
Ci ha creati a sua immagine e somiglianza, come dice la Bibbia. Quindi, svelando se stesso, ci ha regalato il suo Unico Figlio che si è incarnato nel grembo della Vergine di Nazaret. Il Figlio Gesù si è fatto nostro fratello, ha pagato con la sua morte il prezzo dei nostri peccati, si è donato come cibo e bevanda nel sacramento dell’Eucaristia.
Lo Spirito Santo donato a noi dal Padre e dal Figlio è il Soffio d’Amore, impegnato a vivere in noi per la nostra salvezza. Egli ci aiuta a riconoscerci pèccatori, unica condizione per ricevere il pèrdono e l’Amore.
Questa proposta di contemplazione vuole portarci a vivere in stretta unione con Dio, sicuri che Egli provvede a noi, che non ci abbandona e che con Lui possiamo camminare tranquilli e sicuri in questo mondo.Non si tratta di andare in trance, di avere visioni, non si perde né la coscienza di quello che siamo, e neppure è necessario andare in estasi come santa Teresa di Gesù.
Importante è metterci in silenzio profondo, con il cuore che ama, e ammirare stupefatti tanta grandezza e bellezza e misericordia divina che innamora sempre e ci incanta: la Trinità Beata: il Padre e il Figlio e lo Spirito Santo.
.In ogni momento dobbiamo e possiamo essere presenti a noi stessi e nello stesso tempo, ma nella fede, ci aggrappiamo con sicurezza a Dio. Lo amiamo con ardore segreto e a Lui ci consegniamo perdutamente nella certezza di essere guidati in ogni cosa.
Amo l'Amore che è il mio primo e grande Amante.
A Lui offro lo stesso Amore infinito, che ho accolto, unitamente al mio, anche se vale ben poco, ma che Egli gradisce assai.
Mi voglio muovere come si comportava la Vergine Maria sia quando concepì il Figlio di Dio, sia quando ai dodici ani lo ritrovò nel Tempio. E così sempre fino al Calvario e per tutta la sua vita Maria viveva in continua contemplazione del suo grande Amore, Gesù, senza smettere di interessarsi delle necessità di suo Figlio, di Giuseppe, degli Apostoli e della Chiesa nascente.
Ogni cristiano ha ricevuto le tre virtù teologali. Sfruttiamo queste potenze divine, eccellenti doni dello Spirito Santo, e cerchiamo l’Amore, anche se ci sentiamo peccatori indegni. La Fede ci apre gli occhi, la Speranza ci dà la certezza e la Carità infiamma i nostri cuori.
Vediamo Dio nelle meraviglie della natura, nelle persone, soprattutto nei poveri, nel volto dei bambini. Lo troviamo nel buio di una chiesa, nella distesa del mare, in un ruscello saltellante di montagna. Ma bisogna creare in noi silenzio, pace e deserto.
Era ancora buio il mattino dopo il sabato quando la Maddalena si recò al sepolcro per onorare il Corpo di Gesù, ma non lo trovò. Tutta triste gira per il giardino per cercarlo quando sente una voce, era quella e di Gesù “che disse alla donna: Maria! Lei subito si voltò e rispose: Rabbunì!, Maestro! (Gv 20,16). E subito, tutta gioiosa, corse ad annunciare la bella notizia agli Apostoli: Ho visto Gesù, è vivo!
Giovanni Evangelista, quando era sui novant’anni, ci ha tramandato quanto gli Apostoli hanno amato Gesù mentre era ancora qui in terra, e ancor più l’hanno amato dopo la sua salita in cielo.
A caratteri indelebili tutto quanto riguardava Gesù venne impresso e scolpito nella mente e nel cuore degli Apostoli. Scrive infatti Giovanni, il discepolo che Gesù amava: Quello che noi abbiamo veduto, udito e toccato, riguardo a Gesù, lo comunichiamo anche a voi, quindi a noi oggi, perché la vostra gioia sia piena (cfr 1Gv).
E dire che sono passati per mille tribolazioni, eppure Gesù li ha sempre incantati, attirati, confortati e difesi: Gesù era sempre presente in loro.
Questa è contemplazione. Pertanto anche noi, quando ci serviamo delle tre virtù teologali, riusciamo vedere, udire e toccare Gesù nello stupore della contemplazione.
Entriamo nei segreti di Dio

“Voi siete figli di Dio: egli ha mandato nei vostri cuori lo Spirito del Figlio suo, che grida “Abbà, Padre”. (Gal 4)
San Paolo, illuminato dallo Spirito di Gesù, scrive ai Galati e apre a loro e a noi la porta segreta dell’altissimo Iddio. E ci fa sapere che Dio non è un Dio solitario, ma un Dio uno in tre Persone uguali e distinte, legate in modo indissolubile, e fortemente interessate di noi creature umane.Dio, il Padre, colui che noi invochiamo dicendo: Padre nostro che sei nei cieli.
Dio, il Figlio che da sempre si chiama Gesù, colui che si è incarnato nel grembo di Maria Vergine, per salvarci dal peccato e dalla morte eterna e che noi invochiamo così: O Signore nostro Gesù Cristo.
Dio, lo Spirito Santo che noi supplichiamo così: O Spirito del Padre e del Figlio, scendi su di noi e facci santi.
Il compito dello Spirito Santo è quello di consolarci e di metterci in contatto con Dio per rivolgerci a lui con il dolcissimo nome di: Abbà, Padre.Noi apparteniamo al Padre e al Figlio e allo Spirito Santo, e questi Tre appartengono a noi perché a noi si sono manifestati e consegnati con amore.
Dove ci possiamo incontrare con loro? In noi stessi, nel nostro cuore, guidati dallo stesso Spirito Santo.
Egli, dono del Padre e del Figlio, anticipa e prepara sempre i nostri incontri con il Signore nostro Dio. Ci apre la mente e il cuore, costruisce e addobba, come lui sa fare, una piccola tenda in noi, perché sia accogliente e piena di calore. Quindi infiamma la mia volontà e tutta l’anima mia per intrattenermi con il mio Signore e lascerò fare tutto a lui. Allora mi farà entrare, per far parte al suo grande progetto: partecipare all’infinito amore misericordioso.
Qui c’é tutto il cuore del nostro Dio Gesù Cristo: il Corpo offerto e il Sangue versato. Se partecipiamo a questo grande Mistero d’Amore, lo Spirito Santo ci riunisce in un solo Corpo. L'incontro è a due, tutti e due sono attivi: il più forte, però, è Lui, Dio. Egli si lascia vedere, mi abbaglia con la sua luce senza spaventarmi e io lo abbraccio con gioia e tento di possederlo. Tutto ciò avviene nella oscurità dei miei sensi e nella luminosità dei doni dello Spirito Santo.
Ma è Lui per primo, il mio Dio, che mi accoglie e mi abbraccia con il suo amore misericordioso e mi concede di possederlo e di farlo mio. Accogliendo l'Infinito, il mio cuore scoppia. È Lui l'Amante che opera sempre. Eppure io stesso mi offro a Lui. Questa è la beata e dolce meraviglia: io e Dio ci offriamo scambievolmente con amore profondo. Io accetto e gusto la sua infinita compassione e Lui accoglie me e ama la profondità del mio nulla. E siamo sempre nella sfera della notte oscura dei sensi, ma nella certezza che ci danno i doni dello Spirito Santo. Soltanto i grandi mistici, come San Paolo e Santa Teresa d’Avila e altri, hanno avuto il privilegio di superare il buio della notte dei sensi.
Lo Spirito mi ha convinto che, non ostante tutto, è cosa bella che io miserabile mi lasci amare dall'Amore, il che avviene in ogni istante in coloro che amano Dio. E questo mi basta.Ricostruito così dallo Spirito creatore potrò accedere all'Amore infinito e diventare io stesso l’amante. Ed è sempre lo stesso Spirito che compie tutto ciò. Ecco stiamo entrando nel più profondo dei segreti di Dio-
Non fa dunque meraviglia se i miei amatissimi Tre, il Padre, il Figlio Gesù e lo Spirito Santo, rimangono deliziosamente sorpresi alle effusioni del mio profumo e, dopo d'avermi attirato, mi accoglieranno nella loro fulgida dimora. Lì il mio nardo continuerà a inondare con il suo profumo questa segreta stanza, così magnificamente addobbata dal Padre amoroso.
Anche a me pure sarà dato di gustare il profumo dei miei Diletti, la Trinità beata, in tal modo che li possa portare con me per segnalare a tutti la loro presenza divina. Proprio come avvenne con Maria, anche se non allo stesso grado, la quale così rispose all’annuncio dell’Angelo Gabriele: Ecco la serva del Signore, avvenga di me quello che hai detto.
Anch’io mi offro liberamente a fare la volontà di Dio, questa è la mia scelta.
Mi devo sempre ricordare che tutto ciò avviene veramente nel dolce silenzio e nella luminosa oscurità delle tre virtù teologali, doni squisiti dello Spirito Santo.
Viva il mio Signore in eterno.
Benedetti i miei Tre, mia forza, mia salvezza, mia vita e mio canto.
PREGHIERA A GESÙ!

Amami! E io mi lascerò amare, da te, Gesù!
Intono un piccolo ritornello: "Gesù è il Signor!" (Che ripeto quattro volte). Dolcissima melodia, suadente, quasi un retto tono, che tocca il cuore, e che si conclude con un bel crescendo. E poi da capo. Sempre e poi ancora, come non mi stanco mai di sapere d’esser amato. Così canto liberamente con una piccola variazione: "Buono è il Signor!" (da ripetere come la prima strofa).
E ci ricamo sopra e gli angeli vengono a far coro con me. Non c'è noia quando, nella fede limpida, sento la presenza di colui che mi ama:
"Buono è il Signor!" Posso cantarlo a più voci ora, perché attingendo al tuo cuore, Gesù, ho molti fratelli e sorelle.
L'eco del mio canto si moltiplica nel profondo della mia anima e tutti i sensi invade e infiamma. Io vedo te, Gesù dolcissimo. Io sento te, Gesù impastato di misericordia infinita (si può dire così?). Io amo te, Gesù, Amore crocifisso per me. Altri non vedo, altri non sento, altri non amo. Solo Tu hai saputo amarmi. Da sempre. A te solo mi sono donato, senza riserve, fin dalla nia giovinezza. Tutto ciò lo posso fare serenamente senza emozioni sensibili, con i doni dello Spirito Santo ricevuti nel battesimo: la fede, la speranza e la carità.
Nel segreto della mia stanza, hai bussato e sei entrato e tutto mi hai rinnovato. Tu eterno Amante, ti sei concesso a me. Una creatura, ora, può amarti. Il mio cuore può contenere il tuo. Io, amante e Tu, amato! La creatura ama il suo creatore. Come è possibile?
E io canto:"Grande è il Signor!"
Nella tua stanza sono entrato, Signore, presso il trono di tuo Padre, furtivamente accompagnato dal tuo Spirito, per un incontro d'amore: Papà, sii buono con me peccatore, eccomi, sono io il tuo amore, Dio, Dio della vita mia! Te solo cerco, te solo amo, te solo desidero.
"Santo è il Signor!" Cantando questi brevi versetti a te, Figlio prediletto del Padre, te amo, te ascolto, te contemplo, e sono certo che amo, ascolto e contemplo il Padre tuo e nostro.
Posso fare delle variazioni, nel canto, ma non mi distolgo da te, anche se una nube oscura ti nasconde da me.
Ti ho afferrato, Gesù, mio Bene, e più non mi sfuggi. In verità, se io ti amo è perché Tu ami me in modo assolutamente forte e gratuito.
Se io ti possiedo, mio caro Gesù, Tu mi stringi fortemente con le tue mani divine. Eppure io ti possiedo, io ti amo, io ti desidero, io proprio io che sono nulla, io peccatore! "Buono è il Signor!"
Ora sento che il mio spirito continua a ripetermi: Cerca il volto di colui che ami. Oh, sì, io cerco il tuo volto, Signore. Caro Gesù, mio Signore, non nascondermi così a lungo il tuo volto! (Cfr. Sal 26,8-9).
Ecco, ho capito, il tuo volto è quello di tutte le creature che incontro ogni giorno! Grazie, mio buon Gesù.
Ti preghiamo umilmente, o Padre,
a noi, che ci nutriamo del corpo e sangue del tuo Figlio, dona la pienezza dello Spirito Santo perché diventiamo in Cristo un solo corpo e un solo spirito.
MENTRE IL RE È NEL SUO RECINTO,
IL MIO NARDO SPANDE IL SUO PROFUMO. (Ct 1,12)


Noi due soli, o Santo Spirito, e tanti altri nel mio cuore. Quelli che Gesù ama.
Hai aperto la porta segreta e mi hai introdotto nel tuo giardino.
È notte profonda nella mia anima. Non vedo ma sento il profumo della tua presenza. Tu guidi i miei passi e presto sarò presso la soglia della casa paterna, lo bramo ardentemente. Una cosa sola chiedo a te, o mio Tutto: abitare nella tenda del Padre nostro, tutti i giorni della mia vita (cfr. Sal 26,4).
Ecco io sono nel tuo recinto e per te il mio nardo spande il suo profumo. Per la verità sei Tu il mio nardo, Tu il mio profumo e il mio Consolatore.
Ho labbra impure, o mio Fuoco ardente, brucia tutte le mie scorie e sarò purificato.
Ho un cuore freddo, riscaldami con il tuo grande amore e potrò prostrarmi in adorazione nella tenda dei miei Amori.
Ho il corpo debole e ferito, risanami con la tua unzione spirituale e sarò tutto tuo.
Eccomi: mi prostro ai tuoi piedi e ti adoro, o Spirito creatore. Tu, fontana vivace, ristorami e preparami all’incontro.
Apri la tua bocca e parlami d'amore.
E ora accompagnami Tu, Spirito d’Amore e stammi sempre vicino.
Entriamo nella tenda e presentami al Padre e al Figlio, nel pieno silenzio dove regna amore, bellezza, splendore, pace, serenità.
Tu ti lasci amare da me, dolcissimo Iddio. Anche Tu godi di essere amato? Grazie, tante grazie! Sono felice.
Toccami con la tua mano, rialzami, abbracciami e stringimi a te fortemente. Sono tuo per sempre.
Tu gradisci il mio profumo. Eccomi, sono come Tu mi hai creato!
Ecco:"Venne una donna con un vasetto di olio profumato; e fermatasi dietro si rannicchiò piangendo ai piedi di Lui e cominciò a bagnarli di lacrime, poi li asciugava con i suoi capelli, li baciava e li cospargeva di olio profumato" (Lc 7, 37-78).
Sono sempre ai tuoi piedi, Signore Gesù, in adorazione e Tu, ora, ti sei chinato su di me, con amore e mi hai perdonato.
"Come sei bella, amica mia, come sei bella " (Ctl,15).
Tu gradisci il mio amore, Tu gusti il mio profumo.
Hai vinto, Signore, Spirito dell’Amore, hai vinto. Sono felice! Amami e mi lascerò amare da te! Per il tuo amore sarò creatura nuova. Fa’ che il tuo progetto su di me non trovi ostacoli.
"Come sei bello, mio diletto, quanto grazioso!" (Ct 1,16).
Quando mi ami, mi possiedi e io non pongo resistenza e ti ringrazio: è tutta opera tua.
Mi rendo conto che quando ti amo, anch’io ti possiedo tutto. Oh! Meravigliosa verità, tutta in nostro favore! Ti assicuro: è opera tua, Soffio divino.
Siete forti, o miei Tre.
Il mio respiro si ferma, il mio cuore batte forte e le mie labbra pronunciano sommessamente: Ti amo, mio Dio! Te lo ripeto: Eccomi tuo!
Per il tuo amore, il mio tempo è tutto nelle mani dei miei fratelli e delle mie sorelle. Il mio impegno quotidiano sarà dunque questo: camminare con perseveranza, senza stancarmi, "tenendo fisso lo sguardo su di te,Gesù, autore e perfezionatore della mia fede" (cfr Eb 12,2). Sempre in tua compagnia, o benedetto e amato Spirito Santo!
PERCHÉ "CONTEMPLARE L’AMORE?

Perché Dio è Amore e perché tutta la terra da gloria a Dio e lo contempla. L’Amore esiste da sempre. Egli è Colui che è, è l’Essere eterno, è l’Amore che si irradia e si espande donando se stesso.Perché Dio Padre, benedetto sia il suo Nome, ancor prima della creazione del mondo, ci ha scelti, uno a uno, per mezzo di Gesù Cristo, affinché fossimo santi e immacolati al suo cospetto nell'amore (Cfr.Ef 1,4). A Lui apparteniamo, anzi di più: siamo figli suoi, uniti al suo Primogenito, che è l’Amore per definizione.
Perché Il Signore è mia luce e mia salvezza (Sal 26), e così se ci mettiamo davanti a Dio che è l'Amore, e lo guardiamo con gli occhi interiori, nella più grande pace, sentiamo su di noi e dentro di noi lo sguardo sereno e avvincente dell’Amore. Proprio questa è la contemplazione: un fatto di sguardi, di pensieri, un movimento di labbra, una decisione della nostra volontà. L'esercizio più eccitante e forte avviene presso il Tabernacolo e di fronte a Gesù Eucaristico esposto. E assai con lo sguardo rivolto a Colui che pende dalla croce.
Lo afferma anche il Catechismo della Chiesa Cattolica dicendo: "La contemplazione è sguardo di fede fissato su Gesù" (n. 2715), e lo conferma in modo categorico la Beata Elisabetta della Trinità, scrivendo: "Dio non mi permette neppure uno sguardo all'infuori di Lui, che pure si tiene tanto nascosto" (p. 152).
Perché contemplare vuol dire essenzialmente conoscere il Padre e il Figlio nello Spirito Santo. Infatti “una cosa sola ho chiesto al Signore, abitare nella casa del Signore tutti i giorni della mia vita” (Sal26). Una esperienza che tocca i sensi della Fede pura - e per i grandi mistici anche i sensi umani, ma sempre sotto l'azione amorosa dello Spirito Santo. "Questa è la vita eterna: che conoscano te, o Padre, e Colui che Tu hai mandato, Gesù Cristo" (Gv 17,3).
Perché a coloro che si esercitano a contemplare Gesù, e allo stesso tempo si impegnano a mettere in pratica la sua parola, è riservata una grande ventura, quella di essere amati da Dio stesso e di ospitare nel proprio cuore la Santissima Trinità. "Se uno mi ama osserverà la mia parola e il Padre mio lo amerà, e noi verremo a lui e prenderemo dimora presso di lui" (Gv 14,23).
Perché contemplando l'Amore, eliminiamo ogni nostro ragionamento e gettiamo via tutte le preoccupazioni di questa vita. Per qualche minuto, più o meno lungo,diventiamo come bambini che fissano i loro occhi in quelli della mamma e sussultano di gioia sulle sue ginocchia, proprio come dice il salmista: "Io sono tranquillo e sereno come un bimbo svezzato in braccio a sua madre" (Sal 131,2).
Perché questo atteggiamento è l'anticipo di quello che sarà lassù nel bel Paradiso: "Contemplerò il tuo volto, mi sazierò alla tua presenza" (Sal 17,15). Si avvererà quello che diceva , con parole molto semplici ma vere, il nostro santo Padre Don Bosco: "Ci riposeremo in Paradiso"- Egli infatti attendeva con viva fede e opere di "entrare nel luogo del riposo di Dio" (Eb 4,3), cioè nella Visione Beatifica della Trinità.
Perché il nostro più profondo desiderio è quello di gustare la dolcezza del Signore nostro Dio e ammirare il suo volto per sempre (cfr Sal 26). Proprio come dice un bellissimo aforisma:



“DIO è un fiume impetuoso,
porta via sensi e spirito:
Ah, che non ne sono ancora
completamente sommerso!”

Angelus Silesius
E pertanto, l'unica cosa che uno deve desiderare intensamente è quella di essere completamente sommersi dalla Trinità beata. Così pure cantano i pellegrini diretti al Giordano: Fa' che io venga al tuo fiume, Signor, fa' che io venga, fa' che io beva, fa' che io viva.
Divina ed estasiante è l'ultima espressione della Bibbia: "Maranatha!, Vieni, Signore Gesù!" "Sì, verrò presto!" (Ap 22,20).

D. Timoteo MUNARI sdb
http://www.donbosco-torino.it/ita/Kairos/Celebrazioni/10-12/07-Dio-e-Amore.html

CURA D´ARS: quanto Dio è buono! Quale amore ha avuto e ha tuttora per noi! Lo capiremo bene soltanto in paradiso!

Essere amati da Dio!
O figli miei, quanto Dio è buono! Quale amore ha avuto e ha tuttora per noi! Lo capiremo bene soltanto in paradiso!

E' per noi che il buon Dio ha prodotto il sole che ci illumina, l'aria che respiriamo, il fuoco che ci riscalda, l'acqua che beviamo, il frumento che ci nutre, i vestiti che ci coprono.

Siamo come piccoli bambini, non sappiamo camminare nella via del cielo, titubiamo, cadiamo, se la mano del buon Dio non è sempre li per sostenerci.

Dio non ci perde di vista così come una madre non perde di vista il suo bambino che incomincia a muovere il piede.

Si ama una cosa in proporzione del prezzo che ci è costata: giudicate da qui l'amore che Nostro Signore ha per la nostra anima che gli è costata tutto il suo sangue! Per questo, Egli è affamato di comunicazioni e di relazioni con essa.

Il buon Dio ci ha creati e messi al mondo perché ci ama; Egli vuole salvarci perché ci ama...

Il suo amore è di ogni momento e di una uguale intensità.

Il buon Dio è tanto sollecito a concederci il perdono quando lo chiediamo a lui, quanto una madre è pronta a ritirare il suo figlio dal fuoco.

Non è il peccatore che ritorna a Dio per chiedergli perdono, ma è Dio stesso che corre dietro al peccatore e che lo fa ritornare a Lui.

Nostro Signore è sulla terra come una madre che porta il suo bambino in braccio. Questo bambino è cattivo, dà calci a sua madre, la morde, la graffia, ma la madre non ci fa neanche caso; ella sa che se lo molla, cadrà, non potrà camminare da solo. Ecco come è Nostro Signore; egli sopporta tutti i nostri maltrattamenti, sopporta tutte le nostre arroganze, ci perdona tutte le nostre sciocchezze, ha pietà di noi malgrado noi...

La misericordia di Dio è come un torrente straripato; trascina i cuori al suo passaggio.

Dio è così buono che, nonostante gli oltraggi che gli facciamo, ci porta in paradiso quasi nostro malgrado. E' come una madre che porta in braccio il suo bambino al passaggio di un precipizio. E' interamente occupata ad evitare il pericolo, mentre il suo bambino non smette di graffiarla e di maltrattarla.

Ogni volta che m'inquieto della Provvidenza, il buon Dio mi punisce delle mie inquietudini mandandomi soccorsi inattesi.

E' soprattutto la fiducia che Dio ci chiede. Quando Egli è incaricato di tutti i nostri interessi, ne va della sua giustizia e della sua bontà nell'aiutarci e nel soccorrerci.

Le nostre riserve asciugano la corrente delle sue misericordie... e le nostre diffidenze fermano i suoi favori.

Sarete ricchi nella misura in cui conterete soltanto sulla Provvidenza.

«Chiedete e riceverete ». Soltanto Dio può fare simili promesse e mantenerle.



Amare Dio


Quanto è bello, quanto è grande conoscere, amare e servire Dio! E' l'unica cosa che abbiamo da fare in questo mondo. Tutto quello che facciamo al di fuori di ciò è tempo perso.

Il buon Dio ci ha messo sulla terra per vedere come ci comporteremo, e se Lo ameremo; ma nessuno ci rimane.

L'uomo è stato creato per amore, per questo è tanto portato ad amare.

L'uomo creato per amore non può vivere senza amore: o ama Dio, o ama se stesso e ama il mondo...

Non si può amare Dio senza testimoniarglielo con le nostre opere.

Cercate un amore vero e che non si manifesti al di fuori per i suoi effetti, non ne troverete.

Amare Dio con tutto il proprio cuore, è amare soltanto Lui, è renderlo presente in tutto quello che amiamo.

Non tutti noi possiamo fare grandi elemosine ai poveri, farci religiosi, ritirarci in una certosa, nei deserti, ma tutti possono amare il buon Dio dal fondo del cuore.

Amare Dio non consiste soltanto nel dirgli con la bocca: mio Dio, ti amo. Amare Dio con tutto il cuore, con tutta la mente, con tutte le forze, è preferirlo a tutto, è essere pronto a perdere i beni, l'onore, la vita stessa piuttosto che offenderlo. Amare Dio è amare niente al di sopra di Lui, niente che sia incompatibile con Lui, niente che condivida con Lui il nostro cuore.

Penso spesso che anche se non ci fosse un'altra vita, sarebbe già una felicità abbastanza grande l'amare Dio in questa, il servirlo e il poter fare qualche cosa per la sua gloria (Detto pochi giorni prima di morire).

Se potessimo 'capire la felicità che abbiamo di poter amare Dio, rimarremmo immobili, in estasi.

Niente di così consueto fra i cristiani come dire: Mio Dio, ti amo, e niente di più raro, forse, che l'amore di Dio.

Il pesce cerca gli alberi e i prati?.. No, esso si lancia nell'acqua. L'uccello si ferma sulla terra?... No, vola via nell'aria. E l'uomo che è creato per amare Dio, per possedere Dio, non Lo ama e porta altrove i suoi affetti.

Sinché non amerete il vostro Dio, non sarete mai contenti: tutto vi opprimerà, tutto vi annoierà...

Al di fuori del buon Dio... niente è stabile, niente, niente! Se è la vita, passa; se è la fortuna, crolla; se è la salute, è distrutta; se è la riputazione, è intaccata. Passiamo come il vento... Tutto se ne va a grande andatura, tutto si precipita. Ah, mio Dio, mio Dio! quanto sono da compatire coloro che mettono i loro affetti in ogni cosa!... Ve li mettono perché amano troppo se stessi; ma non si amano di un amore ragionevole; si amano con l'amore di sé stessi e del mondo, ricercando se stessi, cercando le creature più

di Dio. Per questo non sono mai soddisfatti, mai tranquilli; sono sempre inquieti, sempre tormentati, sempre sconvolti.



Preghiera sull'amore di Dio(Scritta, forse, nel 1848 e pubblicata su «La Voix du Bon Pasteur », dopo la morte del curato d'Ars).

Ti amo, mio Dio, e il mio unico desiderio è di amarti fino all'ultimo respiro della mia vita. Ti amo, o Dio infinitamente amabile, e ..preferisco morire amandoti, piuttosto che vivere un solo istante senza amarti.

Ti amo, Signore, e l'unica grazia che ti chiedo è di amarti eternamente.

Ti amo, mio Dio, e desidero il cielo soltanto per avere la felicità di amarti perfettamente; ti amo, o mio Dio infinitamente buono, e temo l'inferno soltanto perché non si avrà mai la dolce consolazione di amarti. .. .

Mio Dio, se la mia lingua non può dire ad ogni momento che ti amo, voglio che il mio cuore te lo ripeta ogni volta che respiro... Mio Dio, fammi la grazia di soffrire amandoti e di amarti soffrendo. Ti amo, o mio divino Salvatore, perché sei stato crocifisso per me; ti amo, mio Dio, perché mi tieni quaggiù crocifisso per te...

Mio Dio, fammi la grazia di morire amandoti e sapendo che ti amo. Mio Dio, a misura che mi avvicino alla mia fine, fammi la grazia di aumentare il mio amore e di perfezionarlo.



La volontà divina


Gesù Cristo si mostra pronto a fare la nostra volontà, se noi cominciamo a fare la sua.

Dio ci ama più che il migliore dei padri, più che la madre più affettuosa. Basta che ci sottomettiamo e ci abbandoniamo alla sua volontà, con un cuore di bambino.

Per fare bene le cose, bisogna farle come le vuole Dio, in tutta conformità ai suoi disegni.

Non ci sono due modi buoni per servire Nostro Signore, ce n'è uno solo, è di servirlo come vuole essere servito.

Si fa di più per Dio facendo le stesse cose senza piacere e senza gusto. E' possibile che sarò cacciato via; in attesa, faccio come se dovessi rimanere per sempre.

Se vogliamo testimoniare al buon Dio che lo amiamo, bisogna compiere la sua santa volontà.

L'unico e sicuro mezzo per piacere a Dio è di rimanere sottomesso alla sua volontà in ogni circostanza della vita. Per gli uni, è la malattia che li prova e li purifica; per altri, è la povertà; per questi, è l'ignoranza e il disprezzo che li accompagnano sfortunatamente tra gli uomini del mondo; per quelli, i dolori interiori e morali; e per tutti, è la sofferenza varia e rappresentata in mille modi.

Cos'è che rende la vita religiosa tanto meritoria? E' la rinunzia di ogni istante alla volontà, questa morte continua a ciò che di più vivo c'è in noi.

Ho pensato spesso che la vita di una povera domestica che non ha altra volontà se non quella dei suoi padroni, se ella sa mettere a profitto questa rinunzia, può essere tanto gradita a Dio quanto la vita di una religiosa che è sempre di fronte alla regola.

Si conosce che l'amore di Dio è vero quando si manifesta tramite le opere che si fanno per piacere a Lui.

Amare il buon Dio, non è sentire ogni tanto qualche moto di affetto per Dio; tale sensibilità non è sempre in nostro potere.

Quando non si hanno consolazioni, si serve Dio per Dio, ma quando se ne hanno, si è esposti a servirlo per sé stessi.

CURATO D’ARS: PASSI SCELTI DEI SERMONI

PICCOLI GRANDI LIBRICURATO D’ARSPENSIERI DEL CURATO D'ARS
SCRITTI SCELTICittà nuova - 1976
PASSI SCELTI DEI SERMONII titoli sono stati messi dal traduttore.
Sono anche stati tolti, per quanto era possibile, i numerosi «fratelli miei» disseminati nelle prediche del curato.

La religione nel cuore
Alle madri di famiglia
Vivere la propria fede
La nostra debolezza
L'orgoglio
Le croci amate
La maldicenza
La santità
Non giudicare
La Madonna
L'invidia
Ave Maria
Voi siete del mondo

Essere amati da Dio!L'uomo non è soltanto una bestia da lavoro
Amare DioRimanete saldi
Preghiera sull'amore di DioCamminate sotto l'influsso dello Spirito
La volontà divinaLa preghiera
La croceConducete una vita degna della vostra chiamata
L'essenzialeLa comunione eucaristica
Vivete nell'amoreMaria
Non rattristate lo Spirito SantoFlorilegio
Il furto

http://www.atma-o-jibon.org/italiano9/curato_di_ars_pensieri.htm#Essere amati da Dio!