quarta-feira, 18 de dezembro de 2013

Francisco destruye a los Franciscanos de la Inmaculada como ha sido capaz de inflingir a unas monjas de Buenos Aires, cuya congregación fue fundada por la Madre Antula hace ya siglos y ahora, por obra y gracia del ex cardenal Bergoglio , ha dejado prácticamente de existir.

Francisco destruye a los F. de la Inmaculada




Padre Volpi, tirano progresista

Se pide su destitución


Lamentamos constatar que nuestra "profecía" sobre lo que iba a significar la intervención a los Frailes Franciscanos de la Inmaculada, se está cumpliendo acabadamente.

Al respecto recordamos un post publicado el año pasado, en el que subtitulamos "El Modernismo exige a los monjes que paguen su propia destrucción", comentando la parte del decreto de intervención que los obliga a pagar los gastos efectuado por el Comisario Pontificio.

Pero no se vayan a creer nuestros lectores que reivindicamos dotes proféticas, no. Son deducciones que se basan en conocer lo que Bergoglio fue capaz de inflingir a unas monjas de Buenos Aires, cuya congregación fue fundada por la Madre Antula hace ya siglos y ahora, por obra y gracia del ex cardenal, ha dejado prácticamente de existir.

Por eso nos parece un tanto ingenua la acción que llevan adelante laicos amigos de los Frailes Franciscanos, quienes invitan a firmar un pedido, que será luego elevado a la Santa Sede, para que el Comisario designado por Francisco sea relevado de su puesto.

No obstante lo cual sugerimos que nuestros lectores adhieran al mismo, luego de leer la carta de invitación del Prof. Roberto de Mattei, porque hay que agotar los resquicios legales, y nunca se sabe cuáles serán los designios de la Providencia.




Como prueba de la sintonía de pensamiento entre Francisco y el Comisario Volpi, véase que en una carta que éste acaba de enviar a los Frailes, anunciándoles que cerrará el seminario, prohibiéndoles las ordenaciones, y pidiéndoles un juramento modernista de fidelidad al Novus Ordo, recuerda el artículo 94 de la fatal Evangelii Gaudium, por el cual el Papa reitera su conocida arenga contra los tradicionalistas, escondida bajo las formas de una condena a lo que él llamó hasta el hartazgo neopelagianismo.

Es decir, combatir la tradición haciendo referencia a que "ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico propio del pasado" es narcisismo autoritario que impide a los demás el acceso a la gracia.

Esta forma de establecer un clishe condenatorio equivale, salvando las distancias, a la que ha forjado el poder mundial para condenar por antisemita a todo el que mencione algún problema que involucre a los judíos.

Así por ejemplo, será tan antisemita el que se oponga a la celebración de una liturgia judeocristiana en la Catedral de Buenos Aires, como narcisista neopelagiano quien manifieste su adhesión inquebrantable a la misa tradicional.

Después de leer esta carta, y si el Comisario Volpi no es echado de su cargo inmediatamente, quedará claro que, mientras Francisco seduce al mundo hablando, oportuna e inoportunamente, del perdón, la misericordia y el buen trato, Bergoglio sigue siendo el que fue y está destrozando el Instituto de los Frailes Franciscanos de la Inmaculada, como estaba previsto desde el principio.

Copiamos abajo la carta que el profesor Roberto de Mattei ha publicado como invitación a sumarse al petitorio, en traducción de Tradición Digital, que incluye el enlace para la firma del mismo.



Pedimos la dimisión del padre Volpi

Comisario Pontificio de los Franciscanos de la Inmaculada

Por Roberto de Mattei

Un grupo de páginas web y asociaciones de laicos católicos han iniciado una recolección de firmas para pedir la dimisión del Padre Fidenzio Volpi de su cargo de comisario de los Franciscanos de la Inmaculada. Todos lo que quieran adherir a este llamamiento pueden hacerlo pinchando AQUÍ.

Pedimos la dimisión del Padre Fidenzio Volpi de su cargo de comisario político de los Franciscanos de la Inmaculada.
En el espacio de cinco meses el Padre Volpi ha destruido el instituto provocando caos y sufrimiento en su interior, escándalo entre los fieles, críticas en la prensa, malestar y perplejidad en el mundo eclesiástico.

Importa poco saber si el Padre Volpi es el artífice o el ejecutor del plan de destrucción. Lo que es cierto es que si no se detiene este plan, las consecuencias serán desastrosas y es para evitar que a este desastre se añadan más desastres que el Padre Volpi debe ser cesado.

Después del decreto de intervención, del pasado 11 de julio, el Padre Volpi, con la ayuda de un puñado de desatados subcomisarios, entre los que se encuentran el Padre Alfonso Bruno y el Prof. Mario Castellano, ha comenzado a dejar caer su hacha sobre el instituto.

Ha prohibido la celebración de la santa Misa y de la liturgia de las horas según la forma extraordinaria prevista por el Motu Proprio Summorum pontificum; ha desautorizado y transferido uno tras otro a los más files colaboradores de Padre Manelli (fundador del Instituto), todas personalidades de relieve intelectual y moral, atribuyendo sus cargos a frailes disidentes, a menudo incultos y sin experiencia de gobierno; ha amenazado y castigado a los frailes que dirigieron una petición a la Santa Sede y se negaban a retractarse.

Finalmente, con un diktat del 8 de diciembre de 2013, ha cerrado el seminario, ha suspendido las ordenaciones sacerdotales y diaconales; ha fulminado con la interdicción las publicaciones de las Ediciones Casa Mariana, prohibiendo su difusión en las iglesias y santuarios confiados a los religiosos; ha extendido su guerra personal a los terciarios y a los laicos que apoyan al instituto, suspendiendo toda actividad de la MIM (Misión Inmaculada Mediadora) y del TOFI (Tercer Orden Franciscano de la Inmaculada); ha amenazado con la intervención a las Franciscanas de la Inmaculada y les ha quitado, a ellas y a las Clarisas, el cuidado espiritual de los frailes.

Por último quiere imponer un “juramento modernista” de fidelidad al Novus Ordo Missae y al Concilio Vaticano II (Vea la carta del Comisario AQUÍ).

El Padre Volpi acusa a quien le critica de estar contra el Papa, pero este régimen tiránico, además de ser desconocido en la historia de la Iglesia, ¿no está en evidente contraste con el Papa Francisco, que ha recomendado evitar todo autoritarismo y tener misericordia y ternura hacia amigos y enemigos?

Un vaticanista objetivo, Marco Tosatti, lo ha destacado, preguntándose en lastampa.it del 4 de diciembre: «¿Pero que han hecho estos pobres religiosos? ¿Defraudar, abusar de menores, llevar una vida inmoral? Nada de todo esto».

La verdad es que el Padre Volpi, a partir de una iniciativa propia, o actuando por cuenta ajena, quiere normalizar a los Franciscanos de la Inmaculada, convirtiéndolos en algo parecido a las otras órdenes religiosas a la deriva.

Para obtenerlo es necesario transformar su doctrina espiritual y moral, destruir su disciplina interna, quebrar la reconquista de la liturgia tradicional, abrirse a la corrupción del mundo, como han hecho, con resultados catastróficos, tanto el Padre Volpi como su orden capuchina.

Pablo VI, en la Exhortación apostólica Evangelica testificatio dirigida a los religiosos, del 29 de junio de 1971, recuerda que se debe obedecer a los superiores, «excepto cuando una orden fuese manifiestamente contrario a las leyes de Dios o a las constituciones del instituto, o que implicara un mal grave y cierto – en tal caso, de hecho, la obligación de obedecer no existe».

Si no se procediera a cesar al Padre Volpi, se abrirá inevitablemente un conflicto de conciencia en los religiosos y en las religiosas que quieran conservar el carisma de los Franciscanos de la Inmaculada y la fidelidad a la Tradición de la Iglesia.