Sábado 6 de octubre de 2007
San Bruno
A noche le pedí a Nuestro Señor extensamente que '‘juanizara” mi
alma.
1 La idea fue darle vuelta a mi corazón de la forma en que un granjero cultiva un
campo, pero no soy capaz de expresarlo apropiadamente —Autor.
Lunes 8 de octubre de 2007
Ante Su Rostro,
Actúa con valentía, con audacia, con confianza. Actúa como un
hombre, un hombre de Dios un hombre configurado para Cristo,
un hombre ungido por el Espíritu Santo. Actúa también como un
padre, un padre para los pobres, un padre para los pequeños, un
padre para los pecadores, un padre, también, para los sacerdotes,
los cuales yo te enviaré.
Actúa como un médico de almas.
Te mostraré como vendar las
heridas del corazón, aún las más delicadas y como cuidar a los que
Yo te enviaré, para que puedas sanarlos en Mi Nombre amándolos
con Mi Corazón.1
Yo te hablaré, hablaré a tu corazón, entonces escucharás Mi
Voz para la alegría de tu corazón.
Tú escucharás Mi voz, especialmente cuando vengas delante de Mi Rostro, cuando adores Mi
Rostro Eucarístico y te acerques a Mi Corazón abierto. Hablaré a
tu corazón, como Yo hablé al corazón de Mi amado discípulo Juan,
el amigo de Mi Corazón, el sacerdote de Mi Corazón abierto.
Hiciste bien en escribir al arzobispo. Yo tocaré su corazón. Él
te ayudará y no tendrás nada que temer. Será para ti un amigo, un
padre. Yo hice que te encontraras con el padre capellán ahí,
quiero que lo veas como un sacerdote acorde a Mi Corazón, un
sacerdote humilde y gentil, un sacerdote totalmente marcado por
Mi bondad misericordiosa
.
Te estoy hablando ahora porque necesitas escuchar Mi Voz.
Necesitas sentir que estoy cerca. Es Mi Corazón que te habla. Mi
Corazón habla a tu corazón, entonces puedes vivir de Mis
palabras, las cuales son espíritu y vida.
2
1 Sal 146(147):3; Mat 10:8; Mac 3:15, 6:13, 16:17-18; Luc 9:l, 10:17, 13:32.
2 Jn 6:64.
La madre Yvonne-Aimée es muy cercana a ti.1 Fue quien
obtuvo para ti grandiosas gracias de Mi Corazón. Y quien logró
que volvieras a Francia de nuevo. Nunca te abandonará. Eres para
ella su hijo amado.
Dom Marmion interviene a tu favor, y también una multitud
de santos que tú conoces y amas.
San Pedro Julián Eymard2 te reconoce como uno de los suyos.
Se comunicará contigo y te compartirá una parte de su espíritu.
Tú vives de esto y harás que otros también vivan de esto.
Dom Vandeur, será para ti un intercesor y un apoyo. Tú
sacarás sus escritos de la oscuridad para la gran alegría de una
multitud de almas. Yo te estoy hablando ahora porque necesitas
escuchar Mi Voz y sentir que estoy cerca, muy cerca de ti.3 Soy el
Amigo de tu corazón, el mayor de los amigos y te llamo Mi amigo,
el amigo de Mi Corazón, como lo fue Juan. Iniciando hoy te
confiaré una gracia particular de intercesión por las almas que te
enviaré.
Intercederás también por todos los que haré que veas en
1 Madre Yvonne-Aimée de Jesús (Yvonne Beauvais, 16 de julio de 1901-3 de
febrero de 1951) pertenecía a la orden Agustina, Canonesa, Hospitalaria de la
Misericordia de Jesús, del Monasterio de Malestroit en Brittany, Francia. Su vida
fue indescriptiblemente rica en amargos sufrimientos (incluyendo que había
sido asaltada y maltratada por tres hombres), y en asombrosos carismas,
particularmente su búsqueda, durante toda su vida, de sacerdotes desanimados,
desesperados y abandonados.
Un influyente sacerdote y escritor, el abad Gastón
Courtois, le consultó a ella y le confió a los sacerdotes que necesitaban
convertirse. Dom Germain Cozien, abad de Solesmes 1921-1959, observó que la
madre Yvonne-Aimée fue marcada por “el sentido de oración, de belleza litúrgica
y de alabanza a Dios, en la escuela de la Iglesia.”
2 San Pedro Julián Eymard (4 de febrero de 1811—1 de agosto de 1868) fue
ordenado sacerdote por la diócesis de Grenoble en 1834 y más tarde se unió a la
Sociedad de María. Conforme creció su comprensión de la devoción al culto del
Santísimo Sacramento, él eventualmente dejó la Congregación de Hermanos
Maristas y empezó la Congregación del Santísimo Sacramento y con Marguerite
Guillot inicio los Sirvientes del Santísimo Sacramento. Sus escritos sobre la real
presencia, adoración Eucarística, comunión frecuente y piedad litúrgica son muy
apreciados.
3 Deut 30:14.
tus oraciones. Ora, ora con confianza y audacia, y te responderé
cada vez.
Miércoles 10 de octubre de 2007
Oh mi Jesús, yo me pongo en espíritu ante Tu Rostro Eucarístico
para adorarte, hacer reparación, para decirte todo lo que Tu
Espíritu de amor hará surgir en mi corazón. Vengo a mirarte. Vengo
a escucharte. Vengo a recibir de Ti todo lo que Tu Corazón abierto
desea decirme y darme hoy. Te agradezco por ser tan cercano a mí.
Yo alabo Tu misericordia. Yo confieso el poder redentor de Tu
Preciosa. Sangre. Amén.
Oh dulce Virgen María, yo soy tu hijo. Mantén mis manos en tus
manos y mi corazón en tu Corazón a través de todo este día e incluso
durante la noche. Entonces así quiero vivir y morir. Amén.
Aquel que desea buscar Mi Rostro Eucarístico, aquel que desea
acercarse a Mi Corazón abierto, nunca estará lejos del tabernáculo. Yo transporto su espíritu ahí donde Yo estoy. Acojo con
agrado su deseo de habitar en Mi presencia. Le doy la gracia de Mi
presencia en la parte más secreta de su alma. Allí él me encontrará
y será capaz de adorarme.
Ayer, el Señor me dijo que iba a desatar los poderes latentes de mi
sacerdocio para el bien de las almas y la gloria de Su Nombre. Él me
dijo: bendice, bendice mucho, no temas dar a la gente Mi bendición
e incluso ofrece Mí bendición.
Por la bendición sacerdotal, los
tesoros de la bondad misericordiosa encerrada en el Corazón de
Jesús son esparcidos hacia las almas y sobre las personas quienes
son bendecidas por las manos del sacerdote.
La bendición de un sacerdote tiene un gran significado por medio
de la cual se hace que el bien triunfe sobre el mal, el amor sobre
el odio y la misericordia sobre el juicio. De forma similar, la
bendición dada con los relicarios de Mis santos Me agrada mucho.
Yo soy glorificado en Mis santos y Yo paso a través de ellos para
distribuir las riquezas de Mi Corazón en el universo de las almas.
Oh Jesús, yo quiero ir en espíritu al tabernáculo donde Tú estás más
abandonado y más olvidado en el mundo. Yo quiero ir donde nadie
Te adora, donde nadie se inclina ante Ti, donde Tú tienes solamente
Tus ángeles para adorarte y hacerte compañía. Y, aun así, es un
corazón humano lo que Tú más deseas y, sobre todo, el corazón de
un sacerdote. Yo Te daré el mío en un ofrecimiento de adoración y
de reparación.
Yo quiero que hables a los fieles que la Santa Misa es un verdadero
Sacrificio. Ellos han olvidado esto. Nadie piensa en decirles que la
acción de la Eucaristía renueva Mi Sacrificio sobre la Cruz y que
Yo estoy presente sobre el altar como sobre la Cruz, como ambos,
Sacerdote y Víctima. Es todo Mi Sacrificio de amor lo que se
desarrolla ante sus ojos. Deseo que les digas esto a los sacerdotes.
Yo quiero que tú seas otro Juan para Mi Corazón. Yo llenaré tu
espíritu con Mis palabras de amor, para que tú puedas
comunicárselas, a los que necesitan mucho escucharlas.
Yo nunca quise dejarte solo sobre la tierra, es por esto por lo
que siempre te he rodeado con Mis santos. Quise y quiero todavía,
que encuentres en ellos una verdadera amistad, una amistad que
es toda pureza, una amistad que no decepciona. A través de los
santos y por su incesante intercesión por ti ante Mi Rostro, tú
finalmente llegarás a Mí en gloria. No ceses de invocar a Mis
santos y enseña a otros a buscar en ellos la ayuda que necesitan
en las pruebas de la vida en la tierra. En el Cielo, los santos se
alegrarán por haberte ayudado a hacer tu camino hacia Mí en
gloria. ´
Jueves 11 de octubre de 2007
Día del Santísimo Sacramento
Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser Su Santo
Nombre. (Sal 103:1).
Señor Jesús, me presento ante Tu Rostro Eucarístico hoy,
colocándome en espíritu cerca del tabernáculo en el mundo, donde
Tú estás más abandonado, más ignorado y más olvidado. Porque Tú
me lo has pedido, yo Te ofrezco mi corazón, el corazón de un
sacerdote, para acompañar a Tu Sagrado Corazón Eucarístico y
también acompañarte en Tu Sacerdocio.
Yo Te adoro con un
espíritu de reparación por todos los sacerdotes de la Iglesia, pero
especialmente por los que nunca o casi nunca, se detienen en Tu
presencia, allí para quitarse sus cargas y recibir de Ti nuevas
fuerzas, nuevas luces, nuevas capacidades ya sea para amar, como
para perdonar y para bendecir. Yo no quiero partir de este
tabernáculo hoy. Yo quiero, en todo instante, permanecer inmerso
en la adoración que esperas de Tus sacerdotes.
Yo me uno a la Santísima Virgen María, Mediadora de Todas las
Gracias y primera adoradora de Tu Rostro Eucarístico. Para que
por su purísimo Corazón, puedan las oraciones que surgen desde mi
corazón alcanzar Tu Corazón abierto, oculto y tan frecuentemente,
dejado solo en el gran Sacramento de Tu amor. Amén.
Los guardianes del santuario, es decir, los sacerdotes, deben
también ser adoradores en espíritu y verdad. Quiero que ellos
permanezcan en todo momento—al menos por deseo y por la
atracción que coloco en ellos—en presencia de Mi Rostro
Eucarístico y muy cerca de Mi Corazón. Esto es lo que pido a todos
Mis sacerdotes, pero, porque no todos lo harán, Yo te lo pido a ti.
En cuanto a ti: permanece, en todo momento, ante Mi Rostro
Eucarístico. No abandones Mi Corazón que late con amor, que
quiere solamente esparcir torrentes de Misericordia sobre los
que vienen a acercarse a Mi real presencia.
Si Yo te estoy hablando en esta forma ahora, es porque tú
necesitas escuchar Mi voz. Por demasiado tiempo has estado lejos
de Mí sin ser capaz de escuchar todo lo que deseo decirte. Pero
ahora, el momento ha llegado. Desde ahora y en adelante, te estoy
hablando y te hablaré con el fin de que muchos sean atraídos de
regreso a Mí, para que encuentren sanación y paz en Mí.
Y como yo le estuve diciendo, “Iesu, lesu, lesu, esto mihi lesus”
1. Él
me respondió:
Nada Me agrada más que esta oración dicha con confianza y desde
lo profundo del corazón.
En Mí como Jesús Crucificado está todo el misterio: Mi Rostro
de amor sufriente, Mi cabeza inclinada para decir “sí” al Padre, Mi
Corazón abierto y traspasado, desde el cual fluye el don del
Espíritu Santo en la Sangre y en el Agua. Este es el misterio de
Jesús Crucificado. Contempla esto y estarás en el camino que Yo
estoy abriendo ante ti.
Encontrarás Mí sufriente Rostro en la Eucaristía. Mi cabeza
inclinada para decir “sí” al Padre: también la encontrarás en la
Eucaristía. Y Mi Corazón traspasado y abierto desde el cual fluye
el don del Espíritu Santo para la salvación de todo el mundo y el
agrado de la Iglesia—es en la Eucaristía donde lo encontrarás.
En cuanto a ti, no temas. Yo estoy abriendo ante ti un camino
que te dirige a la vida en abundancia y nadie será capaz de
impugnarlo. Este será el signo de Mi presencia en medio de ti,
porque Yo, Jesús, soy Emmanuel.
1 “Jesús, Jesús, Jesús, sé para mí un Jesús [Salvador].” Conocida por ser las últimas
palabras de San Ralph Sherwin (25 de octubre de 1550-1 de diciembre de 1581),
ordenado en Cambrai en 1577 con el objetivo de ser un sacerdote misionero en
Inglaterra; fue arrestado y encarcelado en noviembre de 1580, torturado en el
potro, acusado de alta traición, y sentenciado a muerte. San Edmundo Campion,
San Ralph Sherwin y San Alexander Briant fueron ejecutados en sucesión en
Tyburn el 1 de diciembre de 1581. Estos tres están entre los Cuarenta Mártires
de Inglaterra y Gales, canonizados en San Pedro, Roma, el 25 de octubre de 1970.
Mientras decía los misterios gozosos:
Yo recibí Mi Rostro humano de Mi Madre. Cuando contemples Mi
Rostro, es su belleza la que estarás contemplando. Yo recibí Mi
belleza creada de Mi Madre. Mi belleza no creada es el esplendor
de la gloria de Mi Padre sobre Mi humanidad.
Noche
Hoy, yo pienso que fue durante los misterios gloriosos del Rosario,
que el Señor me habló de un Pentecostés Sacerdotal, de una gracia
obtenida por la intercesión de la Virgen María para todos los
sacerdotes de la Iglesia.
Para todos [sacerdotes] se les ofrecerán las
gracias de un nuevo derramamiento del Espíritu Santo, para
purificar el sacerdocio de las impurezas que lo han desfigurado y
para restaurar el sacerdocio con un brillo de santidad como la
Iglesia nunca ha tenido desde los tiempos de los Apóstoles.
Este Pentecostés sacerdotal está siendo preparado ya en silencio
y en la adoración del Santísimo Sacramento. Los sacerdotes que
aman a María y le son fieles en rezar su Rosario serán unos de los
primeros en beneficiarse desde ese rezo. Su sacerdocio será
maravillosamente renovado y se les dará una abundancia de
carismas para vencer el mal y para sanar a los que están bajo el
dominio del Maligno.
Me fue dado a entender que la intercesión del papa Juan Pablo
II también desempeñará un papel para obtener a través de María
esta gracia del Pentecostés Sacerdotal.
Ciertos sacerdotes rechazan esta gracia de un Pentecostés
sacerdotal, por orgullo o por escasa confianza. O por una ausencia
de fe en la real presencia de Cristo en el Santísimo Sacramento.
Este
Pentecostés sacerdotal empezará desde el tabernáculo, en los
tabernáculos del mundo, como desde un hogar ardiente de caridad.
Los sacerdotes que hayan sido encontrados fieles en mantenerse en
la compañía con Jesús la Hostia se regocijarán. Ellos comprenderán
de inmediato las maravillas que Él quiere hacer en ellos y a través
de ellos. El Pentecostés sacerdotal afectará primero a todos los
sacerdotes que son hijos de María, que viven, como San Juan, en su
intimidad, muy cerca de su Inmaculado Corazón.
Viernes 12 de octubre de 2007
Oh mi amado Jesús, cada vez que no soy capaz de orar ante el
tabernáculo, cerca de Tu real presencia, desearía transportarme en
espíritu al tabernáculo en el mundo donde Tú estás más
abandonado, más olvidado y más ignorado. Yo quiero consolarte
allí para ofrecerte las alabanzas de toda la Iglesia y decirte todo lo
que el Espíritu Santo encauce y eleve en mi corazón. Yo deseo—
según el deseo que Tú me has hecho conocer a mí— adorar y hacer
reparación por los sacerdotes que no Te adoran y que no hacen
reparación ni por ellos mismos ni tampoco por las almas que cuentan con sus oraciones sacerdotales.
Empezando el Santo Rosario, pregunté a la Santísima Virgen
por quienes debía orar en el primer misterio gozoso. La respuesta
fue N. La. Virgen me hizo entender que tenía que orar por él, porque
la oración de un sacerdote, se hace sentir incluso en las
profundidades del purgatorio donde las almas están esperándola,
dónde la esperan con paciencia y en sufrimiento.
Lo quiero cerca de Mí en Mi Luz. Yo quiero que vea el esplendor
de Mi Rostro y que se regocije junto con su Madre y todos los
santos. Tú, por el ofrecimiento del Santo Sacrificio por él, le
ayudarás a salir del purgatorio y a venir a la luz que tanto espera
y desea. No lo pospongas. Yo quiero liberarlo.