sábado, 9 de agosto de 2025

COMO APRENDER A HABLAR CON DIOS EN 5 MINUTOS

 INDICE:

BREVE GUIÓN PARA OÍR A DIOS CON CERTEZA. 4 CONDICIONES: RECOGIMIENTO MENTAL, RECOGIMIENTO DE LA VOLUNTAD, PENSAR, CONFIAR.


Oracion mental por un numerario del Opus Dei
     Oración introductoria: Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, san José, mi padre y señor, ángel de mi guarda interceded por mí.

      Ahora, al principio de la oración mental, conviene realizar las dos primeras medidas de seguridad explicadas debajo: nn. 1 y 2. Las nn. 3 y 4 es bueno practicarlas durante el resto del tiempo. Si durante el intervalo que permaneces espiritualmente junto al Señor, notaras que necesitas repetir de nuevo las nn. 1 y 2, que no te importe hacerlo; al contrario, es tiempo muy bien aprovechado de oración poderosa.


      No se trata de rechazar distracciones sino de calmar pasiones, en es­pecial cuatro: ALEGRÍATRISTEZAANHELO Y TEMOR. 
      Durante alrededor de 1 minuto, intentar descubrir si tu alma se encuentra en alguno de esos cuatro es­tados.Al detectarlo, es muy útil decirle interiormente a Dios:
      "Señor, yo solo no puedo: confío en que me vas a cal­mar esta pasión (por ejemplo, tristeza) por tu gran Mi­sericordia, aunque yo no lo merezca". También es muy útil esta jaculatoria: "Oh Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros, en Ti confío" enseñada por el Señor a santa Faustina Kowalska (Diario n.187). 
      Notarás una gran calma después de repetir alguna de estas ora­ciones tras cada una de tus pasiones. En este momento, y si cumples los nn. 2 y 3, podrás confiar en tu mente.

2. Recogimiento de la voluntad

Desear cumplir la Voluntad de Dios en todo aquello que vayamos a consultarle, comprobando nuestra sinceridad ante las distintas posibles respuestas que pueda dar el Señor.
      Es aconsejable ser aquí muy cuidadoso para evitar el silencio de Dios y también para asegurar que sólo Él nos hablará. Si voy a preguntarle algo que no requiera obedecerle, como el parecer sobre alguien, o su opinión acerca de un acontecimiento, también he de prepararme compro­metiéndome a realizar su Voluntad. 

3. Pensar

Contar algo a Dios o interrogarle, razonar una respuesta y detectar la primera idea que se imprima en nuestro intelecto; o bien, la primera moción de la voluntad. Si se puede, CONVIENE MUCHO ESCRIBIR TODA LA CONVERSACIÓN, porque se iluminarán asombrosamente los detalles de las ideas recibidas y mantendremos el recogimiento mucho más tiempo y sin lagunas. La primera moción de la voluntad o idea que aparezca en nuestra mente suele ser la más segura.
El Señor tiene dos modos habituales de comunicarse con nosotros:
a) Simples intuiciones (Suma Teológica, I-II, q.74, a.10), que son flashes que aparecen en nuestra mente o voluntad; pensamientos instantáneos que nos envía Dios sin requerir esfuerzo por nuestra parte. No los recibimos siempre ni todas las personas. Por tanto es un error esperar pasivamente a que nos lleguen, por ejemplo, tras elevar una pregunta a la Virgen María.
b) Razonamientos, que elaboramos nosotros mismos al esperar, en doble recogimiento (cfr. nn. 1 y 2), a que nos responda el Señor, su Madre, etc. Es el modo habitual que utiliza Dios para hablarnos. Consiste en componer una idea que responda a la pregunta que, previamente, hemos dirigido al Señor. Requiere de nuestro esfuerzo por buscar datos en nuestra memoria, o en otras fuentes, relacionados con el tema planteado. Comparar esos datos. Descubrir los pros y los contras de cada solución y redactar la respuesta divina con todo género de detalles: fechas, colores, nombres de personas, lugares... Si no aparecen simples intuiciones en nuestra mente, deberíamos razonar nosotros mismos la respuesta divina; de lo contrario, cometeremos el error tan frecuente de pensar que el Señor no quiere hablarnos. A Jesús le agrada que, para oírle, utilicemos nuestra elaboración mental. Don inmenso que nos ha regalado al nacer, y que tan útil resulta para transformar, en diálogo divino, nuestro trabajo.
      Suele ser muy útil preguntarle con frecuencia sobre nuestros asun­tos diarios, por pequeños o simples que parezcan, pues Él no habla solo de religión: dialogar sobre cualquier tema. Se sirve de lo que, más bien, parecen nuestros razonamientos. Conviene recordar además que Dios, de modo habitual, se comu­nicaflojoPuede que no captemos respuesta alguna: deberemos entonces respetar el silencio divino y saber que lo más probable será que nos responda más tarde con obras. Las contestaciones en forma de imágenes o de recuerdos aislados no son fiablesNo es recomenda­ble confiar en los sueñosLas respuestas obtenidas al azar no aseguran la certezaSimplificación errónea: si el pen­samiento es bueno procede de Diosdel demonio si es maloy, si parece indiferente, entonces es mío. Deducción equivo­cada: distingo lo que me dice Dios porque siempre es lo más costoso o bien inflama el sentimientoNo siempre es de Dios lo sorprendente o novedoso.
 
en adelante, en que esa idea o moción procede de Dios. Al Señor le agrada particularmente el abandono confiado como consecuencia de la seguridad en sus ilu­minaciones. Es difícil que deje de premiarlo con una paz notable y, a menudo, los acontecimientos se preci­pitarán con rapidez hasta ratificar el origen divino de lo transmitido, en especial para los principiantes.
        Oración para terminar: Te doy gracias Dios mío por los buenos propósitos afectos e inspiraciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía inmaculada, San José mi padre y señor, ángel de mi guarda interceded por mí [1].

     Y lo más importantepracticar estos cuatro puntos a ser posible durante no menos de 15 minutos cada día (como dijo santa Teresa de Jesús), preferiblemente antes de ir a trabajar. Se puede hacer en casa, pero lo ideal es delante de un  sagrario o con el Santísimo expuesto a la vista. No dejes de leer el ejemplo práctico que viene a continuación.