quinta-feira, 2 de outubro de 2025

El ángel de la guarda

El ángel de la guarda

Sin embargo, el odio y el poder del diablo son inferiores al amor y el poder del ángel de la Guarda. 

El Ángel de la Guarda nos ama con un amor profundo. Nos ama más de lo que el demonio puede odiarnos, ya que el odio del demonio no es más que un odio natural, y la caridad de nuestro ángel de la guarda es una amistad sobrenatural, divina.

Amor y obediencia

Seguramente nuestro buen ángel se regocija en obedecer la voluntad de Dios cumpliendo su papel de guardián. 

Pero lo que más nos debe tocar es que el amor que nos lleva no lo atrae en menor medida que la obediencia. 

Este amor se puede comparar con todos los amores creados: el amor de un padre, el amor de una madre, etcétera.

La fuente del amor del ángel guardián

El Amor del ángel de la guarda tiene su fuente en el mismo Corazón de Jesús, corazón que arde de amor por nosotros. 

Nuestro buen ángel sabe que el Hijo de Dios se ha dignado honrar la naturaleza humana hasta revestirse de ella, y que nos ha obtenido ser coherederos del reino celestial. 

Él ve en nosotros a los miembros, hermanos y amigos de Cristo, y nos ama tanto más como Dios nos ama con un amor infinito.

Reina

Si el Ángel de la Guarda testimonia un amor muy vivo, es también por respeto a la augusta Virgen María. 

Ella es su Reina: él la reverencia, la bendice y se complace en compartir sus sentimientos.

Y como es nuestra Madre -¡y qué Madre!-, se asocia gozosamente al tierno amor que esta Madre incomparable tiene por todos nosotros, sus felices hijos.

Un lugar entre los ángeles 

En el ardor de su amor, un amor que no conoce egoísmos ni celos, ya que es todo puro y todo celestial, nuestro buen ángel se esfuerza con fuerza para que ocupemos un día nuestro lugar entre los ángeles; en el mismo rango, e incluso más alto, si agrada a Dios.

Las criaturas más cercanas a Dios

A este amor, el ángel de la guarda une un gran poder, un poder mayor que el del diablo.

Todo poder está originalmente en Dios; a Él pertenece el imperio universal sobre todas las criaturas.

Y estas participan de su primacía, de su autoridad, según se acerquen más o menos a Él. 

Ahora bien, las criaturas más cercanas a Dios son las más perfectas, y entre los diferentes grados de perfección, el más eminente es el de los espíritus que gozan de su presencia en el cielo.