sábado, 6 de setembro de 2008

Entrevista do Pe. Laguérie, superior geral do Instituto Bom Pastor
Notícias - Igreja e Religião

"Se as missas fossem feitas no modo tradicional, as igrejas estariam cheias. Toda vez que a liturgia é deteriorada, as igrejas se esvaziam", diz Laguérie, nomeado pelo Vaticano como fundador e superior geral do Instituto Bom Pastor.

FOLHA - Como será tomada a decisão de rezar a missa tradicional?
LAGUÉRIE - Existe a liberdade de qualquer padre decidir rezar a missa antiga. Ele pode receber fiéis para assistir à missa, mas continua sendo uma missa privada [missa que o padre reza por iniciativa própria e que não pertence à programação oficial da igreja, mesmo tendo público].
Para que haja uma missa na paróquia, uma missa pública, é preciso que um grupo de fiéis estável faça o pedido. Se o pároco não atender a esse pedido dos fiéis, eles devem procurar o bispo, que deve fazer todo o possível para atender aos fiéis.
Caso isso não ocorra, então se deve recorrer à Comissão Ecclesia Dei, em Roma.

FOLHA - Quais as principais diferenças entre a missa tradicional e a missa rezada hoje?
LAGUÉRIE - Há muita, muita, muita diferença. Em primeiro lugar, na missa antiga, todos rezam voltados para Deus e voltados para o Oriente, onde nasce o sol, que simboliza a luz de Cristo e o surgimento da verdade. Somente na explicação do Evangelho, nas leituras e no sermão, o padre se volta para o povo, pois está se dirigindo a ele. Na missa nova, o padre reza sempre voltado para o povo.
A segunda diferença é a língua sagrada, o latim. Nós não nos dirigimos a Deus na mesma língua que usamos nas compras, nos negócios, no dia-a-dia.
Sempre houve na igreja, mesmo no Oriente, uma língua sagrada para falar com Deus. Na Síria, rezava-se a missa em aramaico; na Judéia, rezava-se a missa em siríaco. Em terceiro lugar, os próprios textos da missa são diferentes: na missa nova não se fala mais do sacrifício nem do pecado nem da vida eterna nem da redenção.

FOLHA - Essa volta à missa antiga pode ser vista como exemplo de um retorno da Igreja Católica, sob Bento XVI, ao conservadorismo?
LAGUÉRIE - A nova missa corresponde à teologia dos anos 1960. A missa antiga, a uma teologia que foi eterna na Igreja Católica.

FOLHA - Existe alguma estimativa do número de católicos adeptos desse rito antigo?
LAGUÉRIE - Duas pesquisas feitas na França em maio, por institutos não-católicos, constataram que 68% dos franceses, mesmo não-católicos, se diziam adeptos da missa tradicional.

FOLHA - A idéia que se tem é justamente a inversa: que a missa rezada em latim pode afastar os fiéis. Como o sr. explica isso?
LAGUÉRIE - O papa disse que, de fato, recuou muito o conhecimento do latim e que isso pode diminuir a demanda pela missa tradicional. Mas não é preciso conhecer latim para apreciar a missa antiga.
Além disso, o papa nota que, quando se suprimiu a missa tradicional, acreditava-se que as pessoas que seguiam ligadas a ela eram velhos, nostálgicos. Mas o que se vê é justamente o contrário: há uma preponderância de jovens pedindo a volta da missa antiga.

FOLHA - Hoje, no Brasil, as missas tradicionais acontecem somente com autorização dos bispos?
LAGUÉRIE - Sim, existem algumas missas privadas. Sempre há missas em Campos (RJ), onde há um instituto de padres que rezam a missa antiga.
O Instituto Bom Pastor está justamente procurando igrejas para transformar em paróquias pessoais [paróquias que têm controle sobre um grupo de pessoas, e não sobre uma área geográfica, como ocorre com as paróquias convencionais].

FOLHA - Nesse contexto de mudanças na Igreja Católica, qual o papel do Instituto Bom Pastor, ao qual o sr. pertence?
LAGUÉRIE - O instituto é um balão de ensaio do "Motu Proprio" e também uma chamada para a reaproximação com a fraternidade de são Pio X, dado que todos os membros iniciais do instituto vieram desse grupo.

quinta-feira, 4 de setembro de 2008

25 de agosto de 2008


Extractos da intrevista a Mons. Malcolm Ranjith pelo diario católico Die Tagespost .

DT: Onde encontra exemplos duma inculturacion cristiana fallida en Asia?

MR: Es, por ejemplo, completamente asiático el respetar los símbolos religiosos, tales como el atuendo sacerdotal y la vestimenta religiosa. En ningún templo budista encontrarán monjes que no usen hábito. Los “Hindusanyasis” tienen signos de identidad que los distingue de otros en el templo o en la calle. Esta actitud no es ni típicamente budista ni típicamente hindú, es asiática. Los asiáticos quieren señalar con estos símbolos la realidad que está detrás de la realidad exterior visible. Consideran, por ejemplo, a las vestimentas sacerdotales o religiosas como una distinction que hace que la persona determinada se destaque de la masa por su ideal personal. Cuando los sacerdotes y religiosos aparecen con la ropa civil occidental y no revelan su estado, esto no tiene nada que ver con la inculturación, sino con una mirada pseudo-asiática, que es de hecho bastante europea. Por esto, es muy lamentable que los sacerdotes y religiosos en muchos países de Asia no usen ya más las vestimentas correspondientes a su estado. Una de las congregaciones mundialmente conocidas, que ha diseñado exitosamente un hábito religioso modelado según la forma de vestir local, es la Congregación de las Misioneras de la Caridad (las Hermanas de la Madre Teresa). Ellas son un ejemplo de inculturación cristiana exitosa, porque cada niño en la calle las puede identificar inmediatamente.
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DT: ¿Qué estándares se aplican a la inculturación exitosa?

MR: El texto sinodal “Ecclesia in Asia” señala expresamente que Cristo fue asiático. Las raíces de la cristiandad y la cultura judía que Jesús encontró en Jerusalén, eran asiáticas. Por supuesto que la cristiandad se ha extendido en Occidente por medio del pensamiento greco-romano. San Pablo y otros fueron una especie de pioneros en esto. Desafortunadamente, las vicisitudes de la historia hicieron imposible una pronta difusión de la cristiandad en Asia. Simplemente no hubo suficiente “entrada” en la forma asiática de pensar. En Asia, aún predomina la imagen de la cristiandad como una religión importada por los colonialistas. Pero eso no es verdad. La cristiandad llegó a Asia mucho antes que los poderes coloniales. En la India, por ejemplo, tenemos la fuerte tradición de los cristianos de Santo Tomás. El que quiera transferir la cristiandad a la forma de vida asiática, debe mostrar humildad ante el Misterio de Dios. Sólo una persona creyente puede tener éxito.

No es un asunto de competencia teológica o filosófica. El hombre de la calle, simple y devoto, puede estar a menudo en ventaja, porque se acerca al Misterio de Dios sin prejuicios, y está completamente impregnado por el mensaje cristiano. La “vox populi” juega un rol importante en la inculturación. La inculturación sólo es posible con personas profundamente religiosas y de oración.

Los teólogos a menudo olvidan que sólo de rodillas podemos descubrir el verdadero valor del mensaje de Jesús. Vemos esto en la forma en que evangelizó Pablo. Él era un hombre de Dios, que amaba a Dios y que dedicó su vida totalmente a Cristo y vivió en constante contacto con Él. Sólo gente como ésta puede ser el estándar para la inculturación cristiana. De lo contrario, la cristiandad no pasará de ser una mera cubierta de libro. Y desafortunadamente, uno tiene que decir que, al presente, no hay en Asia un pensamiento teológico serio. Tenemos un gran popurrí de ideas: un poco de teología de la liberación de América Latina, un poco de teología occidental, algo de la actual filosofía de las universidades occidentales – todo se intenta impulsivamente. Así, hay una especie de aislamiento, por el cual uno no está ya abierto al Misterio de los caminos de Dios. La teología es solamente considerada una especie de evento humano. Falta la apertura a la Luz de Dios. Falta el sentido de la profunda unión mística con Dios, así como la habilidad para comprender la fe de la gente ordinaria. Pero son precisamente éstas las características que un teólogo necesita.
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DT: Se oyen voces desde Asia que dicen que el debate sobre la liturgia tridentina es típicamente europeo y no tiene nada que ver con las preocupaciones de las personas en áreas de misión. ¿Cómo evalúa esto?

MR: Bueno, ésas son opiniones individuales que no pueden ser generalizadas. Que Asia entera rechace la Misa Tridentina es inconcebible. Uno debe estar precavido de generalizaciones como “la Misa antigua no pega con Asia”. Es precisamente la liturgia de rito extraordinario la que refleja en toda su profundidad algunos valores asiáticos. Por sobre todo, el aspecto de la Redención y la perspectiva vertical de la vida humana; la relación profundamente personal entre Dios y el sacerdote y entre Dios y la comunidad son expresadas más claramente en la liturgia antigua que en el Novus Ordo. En contraste, el Novus Ordo remarca más la perspectiva horizontal. Esto no significa que el Novus Ordo en sí mismo se identifique con una perspectiva horizontal, sino que ésta es la interpretación de diferentes escuelas litúrgicas que consideran la Misa más como una experiencia de comunidad. Cuando se cuestiona la forma de pensar establecida, algunos se sienten incomodados. La Santa Misa no es solamente el Memorial de la Última Cena, sino que es también el Sacrificio de Cristo y el Misterio de nuestra Salvación. Sin el Viernes Santo, la Última Cena carece de significado. La Cruz es el maravilloso signo del Amor de Dios, y sólo en relación con la Cruz es posible una verdadera comunidad. Aquí está el verdadero punto de partida para la evangelización de Asia.
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DT: ¿En qué forma ha contribuido la reforma litúrgica postconciliar a una renovación espiritual?

MR: El uso del vernáculo ha hecho que mucha gente comprenda más profundamente el Misterio de la Eucaristía, y ha procurado una relación más intensa con los textos de la Escritura. Se ha animado a la participación activa de los fieles. Sin embargo, esto no significa que la Misa deba ser enteramente orientada al diálogo. La Misa debe tener momentos de silencio, de oración personal e interior. Donde se habla incesantemente, el hombre no puede ser profundamente penetrado por el misterio. No debemos hablar ininterrumpidamente en la Presencia de Dios, también tenemos que dejarle hablar a Él. La renovación litúrgica se ha visto afectada, sin embargo, por arbitrariedades experimentales con las que la Misa se celebra como una liturgia del “hágalo usted mismo”. El espíritu de la liturgia ha sido, hablando de alguna manera, secuestrado. Lo que ha sucedido ya no puede deshacerse. El hecho es que nuestras iglesias están más vacías. Por supuesto que hay también otros factores: el consumismo desenfrenado, el secularismo, una imagen agrandada del hombre. Debemos reunir el coraje para corregir esto, porque no todo lo que sucedió después de la reforma de la liturgia estuvo de acuerdo con la intención del Concilio. ¿Por qué tendríamos que arrastrar un lastre que el Concilio definitivamente no quiso?
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DT: En Alemania, es cada vez más frecuente que la Santa Misa sea reemplazada por celebraciones de la Palabra de Dios guiadas por laicos, aunque hay sacerdotes disponibles. Además, en muchos lugares los sacerdotes, debido a la fusión de parroquias, tienen que concelebrar más frecuentemente, por lo que incluso se celebran menos Misas. ¿La Iglesia tiene que repensar la práctica de la concelebración?

MR: Ésta no es tanto una cuestión de concelebración como una cuestión de comprensión de la Misa y de la imagen del sacerdote. El sacerdote realiza en la Eucaristía lo que los demás no pueden hacer. Como “alter Christus”, no es él la persona principal, sino el Señor. Las concelebraciones debieran limitarse a ocasiones especiales. Una concelebración que signifique la despersonalización de la celebración de la Misa es, además, tan equivocada como la noción de que puede obligarse a un sacerdote a concelebrar regularmente, o que pueden cerrarse las iglesias de distintos pueblos y concentrar la Misa en un solo lugar aún cuando hay suficientes celebrantes disponibles.
Neste ano em que se celebram os 150 aniversario de LOURDES apresentamos algumas imagens do INSTITUTO DE CRISTO REI SUMO SACERDOTE que celebra no rito tridentino sempre e que deslocou a LOURDES PARA ALI HONRAR NOSSA SENHORA.
Imagem de Nossa Senhora de Buonaria PADROEIRA DOS PESCADORES E DE TODA A ILHA DA SARDENHA ,onde se desloca o Santo Padre Bento XVI este domingo para ali celebrar a santa missa no respectivo santuario .

terça-feira, 2 de setembro de 2008

Iremos em peregrinação até ao Santuário de Nossa Senhora de Buonaria , Padroeira da Ilha de Sardenha: O Santuário está na cidade de Caglari onde o Santo Padre bento XVI celebrará a Santa Missa no próximo domingo , 7 de Setembro, juntamente com muitos concelebrantes que a ele se unirão e o bom povo da Sardenha conhecido pelo seu fervor mariano, que se sente assim honrado com a visita do Vigário de Cristo na terra.
A beleza da liturgia, manifestações da presença real de Cristo.

A celebração do mistério pascal leva homens e mulheres a participar da liturgia. É um momento privilegiado em que a assembleia celebrante se encontro com Deus e faz a experiência de manifestação da presença real de Cristo. Todavia, a celebração litúrgica se dá e só pode ser realizada a partir de sinais sensíveis que significam e realizam realidades divinas. Esta sacramentalidade da liturgia se torna perceptível graças à fé da assembleia celebrante. Os sinais sensíveis tornam-se símbolos que possibilitam a actualização do mistério pascal de Cristo em cada ação litúrgica.

Para que a acção litúrgica seja agradável à assembleia e permita alcançar a finalidade da liturgia-que é glória de Deus e a santificação dos fiéis, os sinais litúrgicos precisam ser belos. Esta beleza dos sinais litúrgicos simboliza a beleza divina. Assim a beleza sensível se torna via do encontro entre o humano e o divino. Na liturgia, a beleza não pode ser desprezada porque por ela, a assembleia participante pode facilmente perceber a manifestação da presença real de Cristo e fazer a experiência com a mesma.

Perceber a manifestação da presença real de Cristo é um processo que envolve o liturgo com todo o seu ser. Com efeito, os sentidos (audição, visão, tacto, paladar e olfacto) captam a beleza dos sinais litúrgicos, transformando-a em uma outra beleza que não é sensível, mas divina, Deus no seu esplendor. Daí, a assembleia faz a experiência de Deus, adora-o, contempla-o e se deixa transformar.

Devido a importância da beleza para a liturgia e a vida cristã, precisamos promovê-la a partir da formação teológica, bíblico-litúrgica. A formação deve ser destinada a todo cristão, mas de modo especial aos que têm maior envolvimento com a liturgia ( Bispos, presbíteros, diáconos, seminaristas, equipes de liturgia e artistas sacros).

Conhecendo o valor da beleza, o cristão será levado a celebrar uma liturgia bela e por ela, ele poderá facilmente perceber os sinais de presença de Deus e encontrar-se com ele. Assim, pela beleza se chegará também à salvação.

domingo, 31 de agosto de 2008

ENTREVISTA DE SUA EXCIA. MONS. ALBERT MALCOLM RANJITH, ARCEBISPO SECRETÁRIO DA CONGREGAÇÃO PARA O CULTO DIVINO E A DISCIPLINA DOS SACRAMENTOS.



SOBRE O MOTU PROPRIO DE SUA SANTIDADE O PAPA BENTO XVI.



O Motu Proprio Summorum Pontificum é "também um sinal para toda a Igreja sobre alguns princípios teológico-disciplinares a salvaguardar tendo em vista uma sua profunda renovação, tão desejada pelo Concílio”.

Cidade do Vaticano (Agência Fides) – No dia 14 de Setembro entrou em vigor o Motu Proprio Summorum Pontificum promulgado pelo Papa Bento XVI, em 7 de Julho de 2007 e dedicado ao rito de São Pio V revisto, em 1962, pelo Papa João XXIII. Com o Motu Proprio (iniciativa promovida por quem tem poder para isso) volta a possibilidade de celebrar com o Missal Tridentino sem necessariamente ter que pedir permissão ao Bispo.

Com o Concílio Vaticano II e em particular com a reforma litúrgica de 1970, promovida pelo Papa Paulo VI, o antigo Missal fora substituído pelo novo e, ainda que não tivesse sido jamais abolido, os fiéis para utilizá-lo tinham que pedir a expressa permissão do Bispo. Uma permissão exigida por um outro Motu Proprio: o Ecclesia Dei afflicta firmado pelo Papa João Paulo II, em 2 de Julho de 1988.

Hoje, com o novo Motu Proprio, essa permissão não é mais necessária e qualquer "grupo estável" de fiéis pode livremente pedir ao próprio pároco a possibilidade de celebrar seguindo o antigo Missal. A Agência Fides, nesse sentido, dirigiu algumas perguntas a Sua Excia. Monsenhor Albert Malcolm Ranjith, Arcebispo Secretário da Congregação para o Culto Divino e a Disciplina dos Sacramentos.



1. Excelência Reverendíssima, qual é, a seu ver o significado profundo do Motu Proprio Summorum Pontificum?

“Vejo nessa decisão não só a solicitude do Santo Padre em abrir caminho para a reentrada à plena comunhão da Igreja para os seguidores de Monsenhor Lefebvre, mas também um sinal para toda a Igreja sobre alguns princípios teológico-disciplinares a salvaguardar tendo em vista uma sua profunda renovação, tão desejada pelo Concílio.


Parece-me que há nisso um forte desejo do Papa para corrigir aquelas tentações, patentes em alguns ambientes, que vêem o Concílio como um momento de ruptura com o passado, e como um novo início. Basta recordar seu discurso à Cúria Romana, em 22 de Dezembro de 2005. De outro lado, nem o Concílio pensou, nesses termos. Seja em suas escolhas doutrinárias, seja nas litúrgicas, como também nas jurídicas-pastorais, o Concílio foi um outro momento de aprofundamento e de actualização da rica herança teológica-espiritual da Igreja na sua história bimilenar. Com o Motu Proprio, o Papa quis afirmar claramente que toda tentação de desprezo dessas veneráveis tradições está fora de lugar. A Mensagem é clara: progresso, sim, mas não às custas, ou sem a história. Também a reforma litúrgica deve ser fiel a tudo aquilo que aconteceu desde o início até hoje, sem exclusões.

Por outro lado, não devemos jamais esquecer que, para a Igreja Católica, a Revelação Divina não é algo proveniente apenas da Sagrada Escritura, mas também da Tradição viva da Igreja. Tal fé nos distingue nitidamente das outras manifestações da fé cristã. A verdade para nós é aquilo que emerge, por assim dizer, destes dois pólos, isto é, a Sagrada Escritura e a Tradição. Esta posição, para mim, é muito mais rica do que outras visões, porque respeita a liberdade do Senhor a guiar-nos em direção a uma compreensão mais adequada da verdade revelada também através daquilo que acontecerá no futuro.

Naturalmente, o processo de discernimento daquilo que emerge será atualizado através do Magistério da Igreja. Mas aquilo que devemos recolher é a importância atribuída à Tradição. A Constituição Dogmática Dei Verbum afirmou essa verdade claramente (DV 10).

Ademais, a Igreja é uma realidade que supera os níveis de uma pura invenção humana. Ela é o Corpo místico de Cristo, a Jerusalém celeste e a estirpe eleita de Deus. Ela, por isso, supera as fronteiras terrestres assim como toda limitação de tempo e é uma realidade que transcende de muito a sua manifestação terrestre e hierárquica. Por isso, nela, aquilo que é recebido, deverá ser transmitido fielmente. Nós não somos nem inventores da verdade, nem os seus donos, mas apenas aqueles que a recebem, e que têm o dever de protegê-la e transmiti-la aos outros. Como dizia São Paulo falando da Eucaristia: “Eu de fato recebi do Senhor aquilo que, por minha vez, vos transmiti” (1Cor 11, 23).



O respeito da Tradição não é, portanto, uma livre escolha nossa na busca da verdade, mas a sua base que deve ser aceita. Na Igreja, a fidelidade à Tradição, por isso, é uma atitude essencial da própria Igreja. O Motu Proprio, a meu ver, deve ser entendido também nesse sentido. Ele é um possível estímulo para uma necessária correção de rumo. De fato, em algumas escolhas da reforma litúrgica feita depois do Concílio, foram adoptadas orientações que ofuscaram alguns aspetos da Liturgia, melhor reflectida da prática precedente, porque, a renovação litúrgica foi entendida por alguns como algo a ser feito totalmente “ex novo” (do novo). Sabemos bem, porém, que tal não foi a intenção da Sacrosanctum Concilium, que destaca que “as novas formas, de qualquer modo, desabrocharão organicamente daquelas já existentes” (SC 23).



2. Uma característica do Pontificado de Bento XVI parece ser a insistência em torno de uma correta hermenêutica do Concílio Vaticano II. Segundo o Senhor, o Motu Proprio "Summorum Pontificum" vai nessa direcção? Se sim, em que sentido?

"Já quando era Cardeal, em seus escritos, o Papa havia rejeitado um certo espírito de exuberância visível em alguns círculos teológicos motivados por um assim chamado "espírito do Concílio" que para ele foi, na realidade, um verdadeiro "anti espírito" ou um "Konzils-Ungeist" (Relação sobre a Fé, São Paulo, 2005, capítulo 2). Cito textualmente tal obra na qual o Papa sublinha: "É preciso opor-se decisivamente a esse esquematismo de um antes e um depois na história da Igreja, totalmente injustificado pelos próprios documentos do Vaticano II, que não fazem senão reafirmar a continuidade do catolicismo" (ibid p. 33).

Ora, um tal erro de interpretação do Concílio e do caminho histórico-teológico da Igreja influiu sobre todos os setores eclesiásticos, inclusive na Liturgia. Uma certa atitude, de fácil rejeição dos desenvolvimentos eclesiológicos e teológicos, como também dos comportamentos litúrgicos do último milénio, de um lado, e uma ingénua idolização do que teria sido a “mens” da Igreja assim chamada dos primeiros cristãos, de outro lado, teve um influxo de não pouca importância sobre a reforma litúrgico-teológica da era pós conciliar.

A rejeição categórica da Missa pré-conciliar, como o resto de uma época já “superada”, foi o resultado dessa mentalidade. Tantos viram as coisas desse modo, mas, por graça de Deus, não por todos. A própria Sacrosanctum Concilium, a Constituição Conciliar sobre a Liturgia, não oferece nenhuma justificação para tal atitude. Seja em seus princípios gerais, seja em suas normas propostas, o Documento é sóbrio e fiel àquilo que significa a vida litúrgica da Igreja. Basta ler o número 23 do dito documento para sermos convencidos de tal espírito de sobriedade.

Algumas dessas reformas abandonaram importantes elementos da Liturgia com as relativas considerações teológicas: agora é necessário e importante recuperar esses elementos. O Papa, considera que o rito de São Pio V, revisto pelo Beato João XXIII, é um caminho para a recuperação daqueles elementos ofuscados pela reforma, o Papa deve certamente ter reflectido muito sobre sua escolha; sabemos que ele consultou diversos sectores da Igreja sobre tal questão e, não obstante algumas posições contrárias, o Papa decidiu permitir a livre celebração daquele Rito.

Tal decisão não é tanto, como dizem alguns, um retorno ao passado, quanto a necessidade de tornar a equilibrar de modo íntegro os aspetos eternos, transcendentes e celestiais com os terrestres e comunitários da Liturgia. Essa decisão ajudará a estabelecer eventualmente um equilíbrio também entre o sentido do sagrado e do mistério, de um lado, e o dos gestos externos e dos comportamentos e empenhos sócio-culturais derivantes da Liturgia”.



3. Quando ainda era Cardeal, Joseph Ratzinger insistia muito sobre a necessidade de ler o Concílio Vaticano II a partir de seu primeiro documento, isto é, da Sacrosanctum Concilium. Por que, conforme o Senhor, os Padres Conciliares quiseram dedicar-se antes de tudo à Liturgia?

“Antes de tudo, por trás dessa escolha, estava seguramente a consciência da importância vital da Liturgia para a Igreja. A Liturgia, por assim dizer, é o olho do furacão, porque aquilo que se celebra, é aquilo que se crê e aquilo que se vive: o famoso axioma Lex orandi, lex credendi. Por isso, toda verdadeira reforma da Igreja passa através da Liturgia. Os Padres estavam cônscios de tal importância. Ademais, a reforma litúrgica era um processo já em ação antes mesmo do Concílio a partir sobretudo do Motu Proprio Tra le Sollecitudini de São Pio X e da Mediator Dei de Pio XII.

Foi São Pio X que atribuiu à Liturgia a expressão “primeira fonte” do autêntico espírito cristão. Talvez já, também, a existência das estruturas e da experiência de quem se empenhava para o estudo e a introdução de algumas reformas litúrgicas, estimulava os Padres Conciliares a escolher a Liturgia como matéria a considerar como a primeira nas sessões do Concílio.

O Papa Paulo VI reflectia a mente dos Padres Conciliares sobre a questão, quando disse: “nós aí vemos o obséquio da escala dos valores e deveres: Deus em primeiro lugar; a oração primeira obrigação nossa; a Liturgia primeira fonte da vida divina comunicada a nós, primeira escola da nossa vida espiritual, primeiro dom que podemos dar ao povo cristão…” (Paulo VI, Discurso de encerramento do 2° período do Concílio, 4 de Dezembro de 1963).

4. Muitos leram a publicação do Motu Proprio “Summorum Pontificum” como uma vontade do Pontífice para aproximar a Igreja dos cismáticos lefebvrianos. Segundo o senhor, foi isso mesmo? Vai também nesse sentido o Motu Proprio?

“Sim, mas não só assim. O Santo Padre explicando as motivações de sua decisão, seja no texto do Motu Proprio como na carta de apresentação escrita para os Bispos, elenca também outras razões importantes. Naturalmente, ele terá levado em conta o pedido sempre mais crescente, feito por diversos grupos e, sobretudo, pela Sociedade de São Pio X e a Fraternidade Sacerdotal de São Pedro, assim como também por Associações de Leigos, para a liberalização da Missa de São Pio V. Assegurar a integração total dos Lefebvrianos era importante também pelo fato de que muitas vezes, no passado, se cometeram erros de julgamento causando inúteis divisões na Igreja, divisões que agora se tornaram quase insuperáveis. O Papa fala desse possível perigo na carta de apresentação do Documento escrita aos Bispos.



5. Quais são, a seu ver as problemáticas mais urgentes para a justa celebração da Sagrada Liturgia? Quais as instâncias sobre as quais se deveria insistir mais?

Creio que nos crescentes pedidos para a liberalização da Missa de São Pio V, o Papa tenha visto sinais de um certo esvaziamento espiritual causado pelo modo com o qual os momentos litúrgicos, são até hoje celebrados na Igreja. Tal dificuldade nasce tanto de certas orientações da reforma litúrgica pós conciliar, que tendiam a reduzir, ou melhor ainda, a confundir aspectos essenciais da fé, quanto de comportamentos aventureiros e pouco fiéis à disciplina litúrgica da própria reforma; o que se constata por toda a parte.

Creio que uma das causas para o abandono de alguns elementos importantes, do rito tridentino na realização da reforma pós conciliar por parte de certos setores litúrgicos seja o resultado de um abandono ou de uma sub avaliação daquilo que teria acontecido no segundo milênio da história da Liturgia.

Alguns liturgistas viam os desenvolvimentos desse período de um modo antes negativo. Tal juízo é errôneo porque quando se fala da tradição viva da Igreja não se pode escolher aqui e acolá aquilo que concorda com nossas idéias pré concebidas.

A Tradição, considerada em um sentido geral também nos ambientes da ciência, filosofia, ou teologia, é sempre algo vivo que continua a se desenvolver e a progredir também nos momentos altos e baixos da história. Para a Igreja, a Tradição viva é uma das fontes da revelação divina e é fruto de um processo de evolução continua. Isso é verdade também na tradição litúrgica, com o “t” minúsculo.



Os desenvolvimentos da Liturgia no segundo milénio têm o seu valor. A Sacrosanctum Concilium não fala de um novo Rito, ou de um momento de ruptura, mas de uma reforma que surja organicamente daquilo que já existe. É por isso que o Papa diz: “na história da Liturgia há crescimento e progresso, mas não há nenhuma ruptura. Aquilo que para as gerações anteriores era sagrado, também para nós permanece sagrado e grande, e não pode ser improvisamente totalmente proibido ou, sem mais, considerado nocivo” (Carta aos Bispos, 7 de Julho de 2007). Idolatrar aquilo que aconteceu no primeiro Milénio, com prejuízo do que ocorreu em sucessivo, é, pois, uma atitude pouco científica. Os Padres Conciliares não mostraram um tal comportamento.

Uma segunda problemática seria aquela de uma crise de obediência para com o Santo Padre que se nota em alguns ambientes. Se tal atitude de autonomia é visível entre alguns eclesiásticos, como também nos níveis mais altos da Igreja, não favorece certamente à nobre missão que Cristo confiou a seu Vigário.

Ouve-se que, em algumas nações ou dioceses, foram promulgadas pelos Bispos regras que praticamente anulam ou deformam a intenção do Papa. Tal comportamento não é consoante com a dignidade e a nobreza da vocação de um pastor da Igreja. Não digo que todos sejam assim. A maioria dos Bispos e eclesiásticos aceitaram, com o devido sentido de reverência e de obediência, a vontade do Papa. Isso é verdadeiramente louvável. Entretanto, houve vozes de protesto por parte de alguns Bispos.

Ao mesmo tempo, não se pode ignorar que tal decisão foi necessária porque, como diz o Papa, a Santa Missa: “em muitos lugares se celebrava de modo fiel às prescrições do novo Missal, mas isso era, sem mais, entendido como uma autorização e até como uma obrigação para a criatividade, a qual leva frequentemente a deformações da liturgia até o limite do suportável”.

“Falo por experiência”, continua o Papa “porque vivi também eu aquele período com todas as suas expectativas e confusões e vi como pessoas que eram totalmente radicadas na Fé da Igreja, quão profundamente elas foram feridas pelas deformações arbitrárias da Liturgia,” (Carta aos Bispos). O resultado de tais abusos foi um crescente espírito de nostalgia para com a Missa de São Pio V.

Além disso, um sentido de desinteresse geral para ler e respeitar seja os documentos normativos da Santa Sede, como também as próprias Instruções e Premissas dos livros litúrgicos piorou ainda mais a situação. A Liturgia não parece ainda figurar suficientemente na lista das prioridades para os Cursos de Formação continua dos eclesiásticos.

Distingamos bem. A reforma pós conciliar não é de todo negativa; antes, há nela muitos aspectos positivos naquilo que foi realizado. Mas há também mudanças introduzidas abusivamente que continuam a ser levadas avante não obstante seus efeitos nocivos à fé e sobre a vida litúrgica da Igreja.

Falo aqui, por exemplo, de uma mudança efectuada na reforma, a qual não foi proposta nem pelos Padres Conciliares, nem pela Sacrosanctum Concilium, isto é, a comunhão recebida na mão. Isso contribuiu, de algum modo, para uma certa decadência da fé na Presença real de Cristo na Eucaristia.

Essa prática, e a abolição das balaustradas do presbitério, dos genuflexórios das igrejas e a introdução de práticas que obrigam os fiéis a ficar sentados ou de pé durante a elevação do Santíssimo Sacramento reduze, o genuíno significado da Eucaristia assim como o sentido da profunda adoração que a Igreja deve dirigir para o Senhor, o Unigênito Filho de Deus.

Além disso, a Igreja, casa de Deus, em alguns lugares é usada como sala para encontros fraternos, concertos ou celebrações inter-religiosas. Em algumas Igrejas , o Santíssimo Sacramento é quase escondido e abandonado em uma capelinha invisível e pouco decorada. Tudo isso obscurece a fé tão central da Igreja, na presença real de Cristo. Para nós católicos, a Igreja é essencialmente a casa do Eterno.

Outro sério erro é aquele de confundir os papéis específicos do clero e dos leigos com relação ao altar tornando o presbitério um lugar de perturbação, de excessivo movimento, e não certamente “o lugar” onde o cristão consegue colher o sentido de estupor e de esplendor ante a presença e a acção salvífica do Senhor.

O uso de danças, de instrumentos musicais e de cantos que têm bem pouco de litúrgico, não são de modo algum consoantes ao ambiente sagrado da Igreja e da Liturgia; acrescento também certas homilias de carácter político-social frequentemente pouco preparadas. Tudo isso desnatura a celebração da S. Missa e faz dela uma coreografia e uma manifestação de teatralidade, mas não de fé.

Há ainda outros aspectos pouco coerentes com a beleza e a maravilha daquilo que se celebra sobre o altar. Nem tudo vai mal com o Novus Ordo, mas muitas coisas ainda devem ser colocadas em ordem evitando ulteriores danos à vida da Igreja. Creio que nossa atitude com relação ao Papa, para com as suas decisões e a expressão de sua solicitude para o bem da Igreja deve ser somente aquela que São Paulo recomendou aos Coríntios - “mas tudo se faça para a edificação” (1Cor 14, 26). (P.L.R.) (Agência Fides 16/11/2007; 199
”Fica conosco, Senhor” - Nobiscum Domino – João Paulo II

« A Missa é, ao mesmo tempo e inseparavelmente, o memorial sacrificial em que se perpetua o sacrifício da cruz e o banquete sagrado da comunhão do corpo e sangue do Senhor ».

João Paulo II, na sua carta mane Nobiscum Domino – Fica conosco, Senhor – diz: «ao longo do caminho das nossas dúvidas, inquietações e, às vezes amargas e desilusões, o divino Viandante continua a fazer-se nosso companheiro para nos introduzir, com a interpretação das escrituras na compreensão dos mistérios de Deus. Quando o encontro se torna pleno, à luz da Palavra segue-se a luz que brota do ‘Pão da vida, pelo qual Cristo cumpre, de um modo supremo, a Sua promessa de «estar conosco todos os dias até ao fim do mundo» (cf. Mt 28,20). Foi assim com os discípulos de Emaús.
« A Missa é, ao mesmo tempo e inseparavelmente, o memorial sacrificial em que se perpetua o sacrifício da cruz e o banquete sagrado da comunhão do corpo e sangue do Senhor ».
Com efeito, « o sacrifício de Cristo e o sacrifício da Eucaristia são um único sacrifício ».
«A Missa torna presente o sacrifício da cruz; não é mais um, nem o multiplica. O que se repete é a celebração memorial, a « exposição memorial », de modo que o único e definitivo sacrifício redentor de Cristo se actualiza incessantemente no tempo. Portanto, a natureza sacrificial do mistério eucarístico não pode ser entendida como algo isolado, independente da cruz ou com uma referência apenas indirecta ao sacrifício do Calvário».
«A reprodução sacramental na Santa Missa do sacrifício de Cristo coroado pela sua ressurreição implica uma presença muito especial, que – para usar palavras de Paulo VI – « chama-se “real”, não a título exclusivo como se as outras presenças não fossem “reais”, mas por excelência, porque é substancial, e porque por ela se torna presente Cristo completo, Deus e homem ». Pela consagração do pão e do vinho opera-se a conversão de toda a substância do pão na substância do corpo de Cristo nosso Senhor, e de toda a substância do vinho na substância do seu sangue; a esta mudança, a Igreja católica chama, de modo conveniente e apropriado, transubstanciação ». Verdadeiramente a Eucaristia é ‘mysterium fidei', mistério que supera os nossos pensamentos e só pode ser aceite pela fé».
A eficácia salvífica do sacrifício realiza-se plenamente na comunhão, ao recebermos o corpo e o sangue do Senhor. O sacrifício eucarístico está particularmente orientado para a união íntima dos fiéis com Cristo através da comunhão: recebemo-Lo, a Ele mesmo que Se ofereceu por nós, o seu corpo entregue por nós na cruz, o seu sangue « derramado por muitos para a remissão dos pecados » (Mt 26, 28). Recordemos as suas palavras: « Assim como o Pai, que vive, Me enviou e Eu vivo pelo Pai, assim também o que Me come viverá por Mim » (Jo 6, 57). O próprio Jesus nos assegura que tal união, por Ele afirmada em analogia com a união da vida trinitária, se realiza verdadeiramente. A Eucaristia é verdadeiro banquete, onde Cristo Se oferece como alimento. A primeira vez que Jesus anunciou este alimento, os ouvintes ficaram perplexos e desorientados, obrigando o Mestre a insistir na dimensão real das suas palavras: « Em verdade, em verdade vos digo: Se não comerdes a carne do Filho do Homem e não beberdes o seu sangue, não tereis a vida em vós ».
A beleza e o Sagrado, segundo Cláudio Pastro

Artista plástico pede responsabilidade dos bispos na promoção do belo

Por Alexandre Ribeiro

(ZENIT.org).- «A perda do sentido de beleza na Igreja Católica (ora romântica, ora muito racional, ora show popularesco) revela-nos a perda do sentido do Sagrado», afirma Cláudio Pastro.

Maior nome da arte sacra no Brasil e reconhecido mundialmente (responsável pelo projeto artístico de 300 igrejas, capelas e catedrais no país e no exterior, em 33 anos dedicados à arte sacra), o artista plástico natural de São Paulo conversou com a Agência Zenit sobre o lugar fundamental que a beleza ocupa na Igreja.

Cláudio Pastro lançará no próximo semestre o livro «O Deus da Beleza» (Ed. Paulinas), onde amplia as discussões sobre o assunto. A FAAP (Fundação Armando Álvares Penteado) realizará em São Paulo, em 2009, uma grande exposição do trabalho do artista, intitulada «Arte sacra contemporânea».

«A beleza tem um sentido objetivo: “é ou não é”, e independe do meu (subjetivo) parecer, do meu gosto. Assim, podemos afirmar: “gosto não se discute, se educa”», comenta Pastro na entrevista.

--A arte e o cuidado com a beleza na liturgia e na composição dos espaços sagrados são muitas vezes tratados como algo acessório. Mas esses elementos são apenas isso?

--Cláudio Pastro: A arte é a linguagem fundamental de todas as religiões, pois a arte é a única palavra (imagem) universal a todos os homens. Tratar a beleza como algo acessório na liturgia e no espaço sagrado é desconhecer o que é beleza, liturgia e sagrado. Hoje, há uma crise na beleza porque a crise está na religião. A religião não dá pistas, não é referência para o homem contemporâneo, pois vive-se fora e dentro dela com os mesmos princípios e expressões.

“A Verdade, o Bem e a Beleza são três lâmpadas ardentes de fogo e uma não vive sem a outra” (Dionísio, o Areopagita, séc. V). No cristianismo, como no judaísmo e no islamismo, “Deus é a Beleza” entendida nessa trilogia, e a beleza (a verdadeira e justa) só aflora, só se manifesta a partir do ser mesmo de Deus. Considerar a arte e a beleza como supérfluos, decorativos, “a mais” é não ir ao fundo d’Aquele que dizemos contemplar. Luxo e moda nada têm a ver com religião.

Um exemplo a comentar: participei de uma Missa para comemorar os 15 anos de uma jovem. (Essa não é a função da Missa). O Altar mais parecia um bolo de noiva de tão enfeitado. (Pergunto: o que é o Altar?). Ainda mais, as músicas eram tiradas de “novelas” e a jovem vestia-se como donzela em busca do príncipe encantado. O presidente da celebração (o padre), muito perdido, referia-se exclusivamente à jovem como sendo ela “uma deusa” etc. etc. Sentia-me num programa de calouros de TV. O objeto, o centro da Divina Liturgia desaparece. Havia aí uma evidente mentira. Tudo estava fora de lugar. (Pergunto: o que é Liturgia? O que é o sagrado?). O que determina a beleza é o Único Belo, Aquele que faz a vida bela.

Em todas as religiões, o monaquismo, a vida “fechada” nos Mosteiros e sua Liturgia desinteressada têm sido um celeiro de beleza e louvor, uma antecipação da promessa de Paraíso (Eternidade) e, depois, saindo dessa celebração, o crente poderá enfrentar a Babilónia da sociedade. Hoje, sobretudo os Mosteiros cristão (mais os masculinos) estão em crise também.

Arte e religião são elementos gratuitos e celebrativos e não teatro, cenário, comércio... Aqui é bom lembrarmos Gogol (o literato russo): “o diabo também se traveste de beleza”.

--Há uma perda da sensibilidade para a beleza dentro da Igreja Católica e sua liturgia? Por quê? Como tentar revertê-la?

--Cláudio Pastro: Hoje, a perda do sentido de beleza na Igreja Católica (ora romântica, ora muito racional, ora show popularesco) revela-nos a perda do sentido do Sagrado, da identidade religiosa e de unidade (não uniformidade) dentro da próprio Igreja.

A sensibilidade estética e epidérmica na Igreja está ao serviço do Belo que tudo e a todos embeleza ou é apenas “beleza por beleza” com outros fins.

A beleza tem um sentido objectivo: “é ou não é”, é independente do meu (subjectivo) parecer, do meu gosto. Assim, podemos afirmar: “gosto não se discute, se educa”. O sentido de beleza está intimamente ligado ao sentido de Sagrado. Um não vive sem o outro. E o Sagrado como a beleza se impõem, não dependem da minha pobre sensibilidade psicológica e de meus arranjos.

Para o Sagrado se revelar em beleza (verdade, justiça, certeza, prazer, entusiasmo, admiração, estupor, amor... e consequentemente as pessoas desejarem frequentar a Igreja), há um preço inerente ao ser da religião: só a oração objetiva (cuidado com os devocionismos subjectivos), a ascese, a disciplina, a contemplação, a adoração, a escuta da Palavra, a vida baptismal, eucarística e evangélica nos darão discernimento para revelarmos o que somos e fazemos (e isso não só na caridade mas no profissionalismo dos ministérios, na arquitectura, arte etc.).

Grande problema da Igreja Católica tem sido a desobriga: se faz por obrigação, por “direito canônico”, com tédio e marasmo.

Regra geral, hoje não se faz arte sacra (arte sacra não é arte religiosa). A arte sacra é apenas um nome. A fealdade, a mediocridade, a vulgaridade, o desgosto são hóspedes em muitas de nossas igrejas e capelas, quando aí deveria habitar “a Beleza”, referência para o mundo. A arte sacra como o Sagrado não se definem pelo comércio; arte sacra é o esplendor, a glória do Sagrado entre nós.

Quero citar aqui o grande artista cristão, monge dominicano, beatificado pelo Papa João Paulo II, Frá Angélico. Ele nos diz: “para fazermos as coisas do Cristo é preciso pertencer ao Cristo”. O olhar cristão é o olhar do Cristo ou...

--Qual é o papel dos bispos na promoção da beleza e do cuidado com a liturgia e os espaços sagrados?

--Cláudio Pastro: Recentemente eu traduzi e a Ed. Loyola publicou um belo documento da Igreja: a “Via Pulchritudinis” (O Caminho da Beleza). Esse documento é fruto da Assembléia Plenária dos Bispos no Vaticano em 2006. Nele percebemos que a Igreja começa, novamente, a despertar para as manifestações de beleza que ela própria ao longo dos séculos testemunhou pela arte, a beleza do ser cristão e do Cristo, “o mais belo dos filhos dos homens” (Sl 44, 3).

O papel dos bispos continua a ser o mesmo em dois mil anos de história: são pastores que zelam com amor pela “Esposa do Amado”. Que a formação do clero e dos fiéis não seja apenas livresca e pastoral, mas íntegra: “corpo, alma e espírito”. Percebo que os próprios bispos, advindos do clero, não são bem formados. Muitas vezes predomina nesse meio o jogo de poder, o carreirismo, os aplausos... mais que o próprio ministério, isto é, o serviço.

Em toda Igreja, hoje, sente-se a falta de espiritualidade (que não é devocionismo) que forma o ser cristão por inteiro. Assim, podemos afirmar, a beleza da liturgia e dos espaços sagrados não é acessório da última hora, para produzir efeitos, nem tão pouco fruto de especialistas em luz, som, técnica, arquitectura, arte simplesmente, e menos ainda de mercado e moda, mas o resultado da acolhida do Espírito da Beleza, o desabrochar de uma vida verdadeira.