sábado, 16 de maio de 2009

PROPUESTA LITÚRGICA EN CLAVE "MOTU PROPRIO"


Su Santidad Bendicto XVI con el Cardenal Cañizares Llovera,
prefecto de la Sagrada Congregación para el culto divino.

D.
Nicola Bux, liturgista y consultor de las Ceremonias Pontificias.


El Prefecto de la Congregación del Culto Divino, el Cardenal Cañizares Llovera, en el reciente prólogo al libro La reforma de Benedicto XVI de Nicola Bux -importante liturgista y consultor de las ceremonias pontificias- decía lo siguiente: "el hecho de que el uso sea «extraordinario» no debe significar que deba ser usado solamente por sacerdotes y fieles que se acogen al modo extraordinario. Como propone el padre Bux, sería muy positivo que quien celebra habitualmente del modo «ordinario», lo haga también, extraordinariamente, en el «extraordinario». Se trata de un tesoro que es herencia de todos y al cual, de una manera u otra, todos deberían tener acceso. Por eso se podría proponer especialmente para ocasiones en las que haya alguna riqueza peculiar del antiguo misal que se pueda aprovechar (sobre todo si en el otro calendario no hay nada especial previsto)".
Motivados por estas palabras, la Fraternidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina quiere desde este blog animar a los sacerdotes párrocos -sobre todo del medio rural- a celebrar en estos días previos a la fiesta litúrgica de la Ascensión las llamadas Letanías menores o Rogativas.


¿Qué son las letanías menores o rogativas? Las letanías menores o rogativas son las preces con las que Iglesia suplica a Dios el perdón de sus pecados y las bendiciones para las cosechas. Se llaman letanías menores para diferenciarlas de las letanías mayores (25 de abril) que son de carácter obligatorio.

¿En qué consisten las letanías menores o rogativas? La celebración litúrgica de las letanías consiste en una solemne procesión con el canto de las letanías de los santos y las preces que le siguen como aparecen en el Ritual Romano, la bendición de los campos y la Santa Misa estacional.

¿Cuál es el origen de esta celebración? Su origen histórico se remonta al siglo V en la región del Delfinado en Francia. A causa de grandes calamidades públicas, el Obispo San Mamerto estableció una solemne procesión de penitencia en los tres días anteriores a la fiesta de la Ascensión. El Concilio de Orleáns (511) los prescribió para toda Francia. Posteriormente, el Papa León III en el año 816 la estableció para Roma y pronto se extendió a todo el Rito Latino.

¿Cuál es el significado espiritual de dicha procesión? Su significado espirtiual hemos de entenderlo en la clave del Evangelio que el Uso Extraordinario se prescribe para este domingo anterior a la Ascensión (Jn 16, 23 ss): En aquel tiempo, dijo Jesús: Os aseguro que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre él os lo concederá en mi Nombre. Hasta ahora, no habéis pedido nada en mi Nombre. Pedid y recibiréis, y tendréis una alegría que será perfecta... Es, movida y animada por estas palabras del Divino Salvador, que la Iglesia se anima a pedir, a elevar letanías -oraciones-, a suplicar a Dios Padre Misericordioso y Providente... y no lo hace presentando su méritos, sino en nombre del Señor Jesús, Sacerdote, Pontífice y Mediador de la Nueva Alianza.

¿Cómo se desarrolla la celebración? El sacerdote revestido de alba, estola y capa pluvial morada se acerca al altar. De pie, se entona la Antífona Exurge, Dómine, adiuva nos. Terminada esta y puestos de rodillas, dos cantores o el mismo sacerdote comienza el canto de las letanías. Al decir la invocación Santa María se inicia la procesión. Primero la cruz, despues los ministros y finalmente el pueblo. Durante la procesión se pueden hacer diversas estaciones -interrumpiendo el canto de las letanías- delante de una cruz o en alguna capilla para bendecir los campos o celebrar la misa estacional o invocar la protección de algún santo en particular. Al terminar la bendición o la Santa Misa se continúa la procesión y el canto de las letanías hasta el lugar determinado para finalizarla.

¿Por qué celebrar en una parroquia dicha procesión? La primera razón nos la da Jesús: Pedid y recibiréis. La segunda podría ser porque es una tradición antigua de la Iglesia. La tercera porque la mayoría de nuestros fieles es gente de edad que tienen recuerdo de este acto litúrgico en su juventud o su niñez, y como agricultores y hombres del campo, agradecen que la Iglesia eleve solemne súplicas a Dios por sus cosechas. La cuarta razón podría ser que el Cardenal Cañizares, prefecto de la liturgia y estrecho colaborador del Papa Benedicto XVI, nos invita a todos a utilizar el Uso Extraordinario para estas celebraciones que en el nuevo Calendario Litúrgico no aparecen.

¿Qué días se celebran las Letanías menores? Las letanías menores se celebran durante los tres días previos a la fiesta de la Ascensión que en el Uso Extraordinario se celebra el jueves día 21 de mayo. Por tanto, las letanías menores han de celebrarse los días 19, 20 y 21 de mayo.

SUGERENCIAS PRÁCTICAS:
-Para la misma belleza y buen desarrollo de la procesión sería laudable que se juntase el clero del lugar o un grupo de monaguillos.
-Para que los fieles puedan participar lo mejor posible sería muy aconsejable hacer un pequeño folleto con las letanías y las preces en lengua latina y su traducción en español. (En cualquier misalito se encuentra este material). Y antes de comenzar ensayar las respuestas.
-Si llueve o el entorno no es propicio para una procesión, las letanías se pueden cantar alrededor de la Iglesia o en el interior del templo. Y la bendición de los campos se puede hacer desde la puerta de la Iglesia.
-Si se carece de cantores y el propio sacerdote no puede cantar las letanías pueden ser recitadas de forma clara.
-Se puede celebrar la procesión con las letanías solamente. La misa no es prescriptiva. Pero si se celebra la misa ha de ser la propia de las rogativas.
-Si la parroquia no es rural, no es necesario recitar la bendición de los campos, pero si se puede hacer otra oración que se vea necesaria: por la paz, por la evangelización, por las vocaciones...
-No es obligatorio celebrar los tres días en la misma parroquia. Se puede celebrar un único día, o si el sacerdote regenta varias parroquias puede celebrarlas cada día en una.

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Publicado por Fraternidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina

Benedicto XVI no ha logrado ganarse simpatías como el anterior Papa, pero su "teología de la sociedad civil" es una discusión seria y profunda ...





Como hacen decir los novelistas a los jueces en los tribunales de papel, tratemos de dar la palabra a la defensa. "A mí ya me han diseccionado varias veces: el profesor de la primera etapa y el de la etapa intermedia, el primer cardenal y el de después. Ahora se añade otro segmento más. Como es natural, las circunstancias, las situaciones y las personas influyen, porque asumen distintas responsabilidades. Digamos que mi personalidad y mi visión fundamental han madurado, pero todo lo que es esencial ha permanecido idéntico. Me alegro de que ahora se adviertan además aspectos que antes no se veían".

No admite las contradicciones entre las luces y la penumbra, como Wojtyla

Para el Pontífice, "el catolicismo no es un cúmulo de prohibiciones, sino una opción positiva"

La cita es larga pero merece la pena recordarla porque es la autobiografía sintetizada que hizo de sí mismo Benedicto XVI a un periodista que le entrevistaba en 2006. El cronista había hecho notar al Papa una supuesta diferencia entre el panzer kardinal que dirigía la Congregación para la Doctrina de la Fe y el tímido Benedicto XVI que lleva el timón de la nave de Pedro. El hecho de que a Benedicto XVI le aguardaba una gran tarea se intuyó minutos después de las 18.04 horas del 19 de abril de 2005, con la fumata blanca y su primera bendición urbi et orbi. Que esa gran tarea iba a abordarla prácticamente solo lo estamos comprendiendo poco a poco, con el paso de los meses y los años. Benedicto XVI no ha logrado ganarse la simpatía de la gran prensa italiana e internacional, que en gran parte continúa mostrándole una actitud hostil.

Y tampoco las altas jerarquías de la Iglesia parecen mostrar una solidaridad especial con un Papa tan apacible como valeroso. Desde el mismo abril de 2005, la resistencia a sus directrices en el propio Vaticano fue tenaz y extendida. Y sigue siéndolo dentro de esa mezcla de fracasados de la diplomacia y paternalistas sudamericanos, ya mayores de 70 años pero todavía desesperadamente aferrados al sillón, que bloquean desde hace años el funcionamiento de la Santa Sede con mediocres disputas internas y personalismos enredadores.

Pero empecemos desde el principio. ¿Por qué, en un cónclave formado -salvo una excepción- por cardenales nombrados por Juan Pablo II, los 114 electores escogieron al único que llevaba aún la púrpura concedida por Pablo VI? En una famosa entrevista del año 2000, el entonces Prefecto de la Doctrina de la Fe tomaba nota de que casi nada de lo que elaboraba su Congregación encontraba una acogida verdaderamente positiva. En los años del "woj-tylianismo público", entre los esfuerzos organizativos y mediáticos que hacían que fuese tan preponderante en el mundo de la comunicación la presencia del pontífice polaco, eran pocos los que tenían tiempo para darse cuenta de la coherencia con el Concilio implícita en el método de trabajo del cardenal-teólogo. Que, en todos sus años de magisterio en Roma, ha firmado siempre y exclusivamente documentos discutidos punto por punto con el episcopado mundial, lo cual ha permitido aclarar la debilidad de las premisas y la parcialidad de los argumentos que, ante el cónclave y con gran apoyo de los medios de comunicación, producían y propagaban los grandes agentes del wojtylianismo.

Si hoy el mundo católico no vive bajo la ferocidad pastoral de una Summa vitae promulgada como dogma, sino que avanza iluminado por la luz intensa (aunque problemática) de tres encíclicas dedicadas a los temas éticos impuestos por la vida, se lo debe a un Ratzinger teólogo que no ha rechazado jamás el diálogo ni la discusión. Y que, a diferencia de Juan Pablo II (capaz de contradecir con desenvoltura incluso lo que él mismo había afirmado el día anterior), siempre ha sabido vincular su teología a todos los momentos creativos que, desde Juan XXIII hasta nuestros días, ha concedido el Espíritu a su Iglesia.

Como cardenal, en los años en los que los vaticanistas esperaban acceder a un sistema capaz de transformar en best sellers periodísticos unas ilusiones ópticas muy toleradas y bien recompensadas -siempre que se redactasen por encargo de los miembros de corbata del Opus Dei-, Rat-zinger era objeto de poco seguimiento. Con su elección como Papa, recibió como regalo las multitudes que el Pueblo de Dios vierte a diario a su paso y que, desde hace ya cuatro años, siguen sus homilías con una atención que no deja de asombrar.

Sólo con recordar algún gran acontecimiento de la época de Wojtyla, los actos de Ratzinger pueden parecer minimalistas, desarrollados a partir de una expresividad simbólica que está relacionada con la liturgia que él celebra con gran autoridad. Su magisterio está totalmente centrado en la palabra desnuda: homilías, Ángelus, catequesis, discursos y, hasta ahora, sólo dos encíclicas. En este sereno y tenaz intento de vincular su autoridad exclusivamente a la Palabra de Dios, Benedicto XVI está volviendo a acostumbrar a los católicos a fijarse en lo esencial, no en su persona sino en Jesucristo vivo y presente en su Iglesia.

Al contrario que el wojtylianismo, con su fecunda complejidad, el ratzingerismo no admite contradicciones entre las luces del escenario y la penumbra de la trastienda, porque, como ha explicado, "el cristianismo, el catolicismo, no son un cúmulo de prohibiciones, sino una opción positiva. Y es muy importante que se vea de nuevo, porque esa conciencia, hoy, prácticamente ha desaparecido. Se ha oído tanto hablar de lo que no está permitido...".

La glosa que añade a este principio es que es en la liturgia donde encuentra los temas para expresar este y otros mensajes fundamentales de la fe. Y que de esa fuente, y esos temas, su voz "se inserta en la actualidad de hoy, en la que, ante todo, queremos buscar la colaboración de los pueblos y las vías posibles hacia la reconciliación y la paz". Para los católicos comprometidos en la política y la labor social, la señal objetiva contenida en las reflexiones de Benedicto XVI debería estar muy clara: es posible encontrar, partiendo del magisterio pontificio, una discusión seria y profunda sobre los grandes problemas teológicos e históricos de nuestra época y sobre las premisas por las que se rigen. Al observar el Cielo por encima de la Iglesia actual, el papa Ratzinger lee en él todas las palabras importantes, y casi siempre nuevas, que desde el magisterio pontificio y el episcopal nos invitan al diálogo, el trabajo, el valor, la fantasía política, la comunión social. Todas ellas, palabras que prescinden de una "cultura confesional" específica e invitan a una clara interiorización de los valores fundamentales en una sociedad civil que se convierte así en el topos, el lugar en el que el diálogo, el altruismo, la sinceridad, la asunción de responsabilidades políticas y económicas, la honradez, el auténtico espíritu de democracia y la serenidad de las relaciones sociales encarnan un precepto evangélico fundamental.

Y mientras Benedicto XVI nos entrega su "teología de la sociedad civil", en Europa entran en el seminario los primeros jóvenes llegados a la edad de la razón tras la caída del muro de Berlín. En Latinoamérica, la mitad de los obispos no recuerda los desgarros posteriores a la reunión de Medellín. En Estados Unidos y el resto del mundo anglosajón, los obispos incapaces y sin vergüenza han sido marginados y los católicos están impulsando una nueva etapa eclesial en la que a nadie le está autorizado minimizar el dolor de quienes han sufrido los pecados cometidos por los hombres de la Iglesia.

En una África (como demostró Benedicto XVI en sus discursos de Camerún y Angola) entregada por cuatro perras a las trivializaciones de los hombres del rock y las ONG, la Iglesia construye cultura y libertad. La buena noticia es ésta: esta vez, al menos, los africanos no se han dejado meter en la cabeza el preservativo de las multinacionales farmacéuticas de capital francés, alemán y belga-holandés. Prueben a localizar en un motor de búsqueda, en francés o en inglés, las palabras clave de la reciente visita papal a África, y verán que en el Continente Negro todos comprendieron el sentido político de la declaración con la que, recién llegado a Yaundé, Benedicto XVI reivindicó el derecho a la salud y, por tanto, a los cuidados gratuitos, para todos. Pongan después el nombre de Nicolas Sarkozy y verán cómo y por qué se encontró con oposición tanto en Senegal en enero como en Congo a finales de marzo. Porque, aunque uno quiera ir de laico y progresista, para comprender el mundo hace falta tener también ojos para ver y oídos para escuchar.

Filippo di Giacomo es canonista y editorialista-analista del diario La Stampa. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
Fonte:el país

El Gloria no fue creado para la Misa. Su primer destino fue el de servir a los cristianos de oración matutina ...


Capítulo 3º: Gloria - 27/09/2008

En el año 799 Carlomagno va a Roma para recibir de manos del Papa la corona del renovado Imperio Romano. Al acercarse a la Ciudad Eterna, el papa León III sale a su encuentro, le saluda con el “Gloria in excelsis Deo”, cantado por todo el clero que le acompaña. Terminado el canto, el Papa reza una colecta como oración final. Era el modo litúrgico de recibir fuera de las murallas de Roma al futuro emperador. Por este ejemplo, tomado de una época que debe considerarse aún el periodo clásico de formación de la liturgia romana, aparece que también el Gloria, cantado con toda solemnidad, exigía como conclusión una oración sacerdotal.

El Gloria no fue creado para la Misa. Su primer destino fue el de servir a los cristianos de oración matutina, o más en general, como himno de alabanza a Dios. Lo podemos comparar con el “Te Deum” que tiene el mismo origen y las mismas características. Son los dos himnos más antiguos, no sacados de la Sagrada Escritura, sino nacidos del fervor de los primeros siglos; restos de los llamados “psalmi idiotici”, es decir compuestos por los mismos cristianos. Creaciones en general sin arte, pero de un encendido fervor, datan de los tiempos más primitivos. En el siglo IV se levantó una fuerte corriente contraria a tales himnos. Testimonios de esa oposición quedaron reflejado en las actas del Concilio de Laodicea del siglo IV y del IV Concilio de Toledo del siglo VII, que prohibieron se cantasen himnos no inspirados por el Espíritu Santo. De esta prohibición se salvaron el Gloria, el Te Deum y el “Te decet laus”, así como algún que otro himno griego.


Del Gloria primitivo conocemos las siguientes redacciones: una siria, dos griegas (la de las Constituciones Apostólicas y la del códice Alejandrino de la Sagrada Escritura) y tres latinas, a saber, la del antifonario de Bangor, la del antifonario mozárabe de León y la de la liturgia milanesa.

Su incorporación en la Misa

La incorporación del Gloria en la Misa se debe a circunstancias de segundo orden. En primer lugar fueron sus primeras palabras, tomadas de Lucas 2,14, mensaje angélico de paz en el nacimiento del Salvador, las que dieron ocasión para que se cantara primeramente en la Misa de Medianoche de Navidad (o del Gallo). Así lo atestigua, y como costumbre antigua, el “Liber Pontificalis” escrito en Roma hacia el año 530. El mismo libro añade que el Papa Símaco (romano pontífice entre el 498 y el 514) permitió a los obispos entonarlo también en las fiestas de los mártires y todos los domingos. El Gloria pues, se cantaba solamente en las misas solemnes celebrada por el Papa o los obispos, con el fin de solemnizarlas más. Y esta norma prevaleció por muchos siglos. Pero cuando el rito romano pasa al norte de los Alpes, donde había pocas ciudades y por lo mismo pocos obispos, pero en cambio muchas aldeas y pueblos, son los sacerdotes que ejercían la cura de almas los que empiezan a sentir la necesidad de decir el Gloria en sus parroquias.


El camino que se siguió para implantarse fue el siguiente: Primeramente se permitió al simple presbítero cantar el Gloria en la mayor de todas las solemnidades, el día de Pascua de Resurrección. Todavía duraba esto durante el siglo XI, ya que el liturgista Berno de Reichenau se quejaba de que no se le permitiera al simple sacerdote cantar este himno el día de Navidad (Patrología Latina 142, 1058 ss) A fines de ese mismo siglo ya no se hace, en cuanto al Gloria, distinción alguna entre el simple sacerdote y el obispo. También es verdad que tales prescripciones no se observaban con mucho rigor en el territorio de los francos. Un documento del siglo VIII avisa que se suprima el Gloria durante la Cuaresma, lo que nos induce a creer que se decía las demás misas.

El sitio

El Papa entonaba este himno desde su cátedra, mirando hacia el pueblo. El simple sacerdote lo entonaba siempre en el lado de la epístola, como lo han continuado haciendo los cartujos en su rito propio hasta nuestros días. Más tarde por influencias alegóricas, empezaron a cantarlo en el centro del altar.

Aunque la sencillez y la recitación silábica de las primeras y más antiguas melodías del Gloria hacen pensar que el fue el pueblo quien cantaba este himno, no tenemos ninguna noticia en las fuentes más antiguas de que así fuese efectivamente. Eran los clérigos los encargados de su canto, que lo ejecutaban o cantando todos el texto íntegro o alternándole a dos coros. En Roma lo solía cantar la “schola”, institución de tan antigua tradición que bien merecía este privilegio.


Los “tropos”

También en el Gloria se introdujeron los tropos. El más difundido, también en España, era uno en honor de la Virgen que decía hacia el final: “Tu solus sanctus, Mariam sanctificans, Tu solus Dominus, Mariam gubernans, Tu solus Altísimus, Mariam coronans (Tu sólo el Santo, que santificas a María, sólo tu Señor que guías a Maria, sólo tu el Altísimo que coronas a María). A pesar de su antigüedad veneranda y su gran popularidad, fueron todos suprimidos en la reforma del misal de Pío V.

Capítulo 4º: La Colecta – 04/10/2008

La colecta es la primera oración exclusivamente sacerdotal que encontramos en la Misa. Oración que el celebrante debe decir no en nombre propio, sino en el de toda la comunidad, de toda la Iglesia. En el modo tradicional del rito romano (Edición del Misal de 1962) esa oración es introducida con el saludo litúrgico del “Dominus vobiscum” (o el “Pax vobis” del obispo) volviéndose hacia el pueblo con las manos abiertas, como insinuando un abrazo. El beso del altar que lo precede y que data del siglo XIII adquiere su simbolismo en el tomar la paz de Cristo para darla a la comunidad y es muy propio de la explicación alegórica de la Misa que tan en boga estuvo en la Edad Media.


Acto seguido y habiendo saludado a la comunidad, la invita a la oración diciendo o cantando “Oremus”. Esta fórmula se ha convertido en una invitación a adherirse mentalmente a la oración que reza o canta el sacerdote, pero antiguamente era sencillamente una exhortación a orar en voz baja y suponía por tanto, siempre una pausa más o menos larga entre la invitación y la colecta. Esto aparece con claridad en las oraciones más antiguas de esta clase, en las “orationes sollemnes” del Viernes Santo que primitivamente eran comunes a todas las misas. Pues en estas oraciones a la invitación de la intención… pro dilectissimo Papa nostro, etc.… seguía el aviso del diácono: flectamus genua (arrodillaos), palabras con las que se invitaba al pueblo a orar durante algunos momentos de rodillas, para después de sugerirles que se levantasen (levate), proceder a la oración sacerdotal con su Oremus. Esta antigua costumbre se restauró en el “Ordo Sabbati Sancti” por Pio XII en el año 1951.

El cuerpo de la colecta

El nombre de “colecta” no es de origen romano, sino que está tomado de la antigua tradición galicanoespañola. Así lo pone de manifiesto el hecho de que, existiendo en las liturgias galicana e hispana antiguas desde hacía varios siglos, aparece este nombre en la liturgia romana sólo después de haber sido esta adoptada por los francos. Significa “resumen de las oraciones dichas anteriormente”. Las primeras se fueron formando en los siglos IV y V, época en la que en Occidente tomaron cuerpo las fórmulas litúrgicas y en Roma se verificaba el cambio del griego al latín, en la lengua ritual. Antes de este tiempo, la composición de las oraciones dependía de cada celebrante. Unos las improvisaban mientras las iban pronunciando, otros las componían anticipadamente, calcándolas sobre algunos modelos. A partir del siglo IV su redacción ya no se deja al arbitrio del celebrante, por existir textos fijos en libros especiales, aunque el celebrante no los leía sino que los aprendía de memoria.


Aunque las oraciones romanas se caracterizan por su sobriedad eso no significa que en su composición se renunciase a emplear los recursos del arte retórico de la época. Ese arte no buscaba la emotividad en la acumulación de muchas expresiones, sino en el juego y en el corte de palabras, a lo que tanto se presta la lengua latina por su notable riqueza de matices de una misma palabra. Y así, resultan siempre las oraciones muy cortas, por una parte, y con perfecta correspondencia, por otra, a su carácter de bendición y de oraciones finales del acto. Con todo, no hay que pensar que la liturgia romana desconoce las oraciones largas: por ejemplo, los prefacios que se dicen al conferir el diaconado, el sacerdocio o la consagración episcopal, provenientes de los más antiguos documentos romanos.

Tipología de las colectas

Se pueden distinguir dos tipos. El primero representa la petición en su forma más sencilla. En primer lugar viene nombrado aquel a quién va dirigida la suplica con sus títulos más ordinarios: “Domine, Deus” (Señor Dios), a lo sumo se añade uno o dos epítetos más: Omnipotente y Eterno. Luego sigue la petición, redactada en pocas palabras. A este mismo tipo sencillo pertenecen también las oraciones en las que se razona la petición, indicando para qué fin pedimos la gracia (ut… - para que…).

El segundo tipo añade al título que se da a Dios, una oración en relativo, que sirve para aludir al misterio de la vida de Nuestro Señor o las gracias especiales concedidas por Dios al santo, mezclando a la súplica algún elemento de acción de gracias o de alabanza.


Este segundo tipo es el más abundante, ya que con el tiempo cada vez se formaron más fiestas de santos. No siempre, sin embargo, se ha conservado en las fiestas modernas el armonioso equilibrio entre la petición y la afirmación laudatoria. Falla sobre todo cuando se describe en ella la vida del santo o se desarrollan pensamientos teológicos bastante complicados. Por ejemplo: las fiestas de los santos mártires de Corea (20 de septiembre) o los santos mártires de Nagasaki (6 de febrero) o la festividad de Nuestra Señora de los Dolores (15 de septiembre).

Las formas más clásicas de la colecta no las encontramos, sin embargo, en las fiestas, sino en los domingos después de Pentecostés, llamados en el Novus Ordo de Pablo VI “domingos per annum” (ordinarios, en la más que deficiente traducción castellana). Como se trata de días en que no hay motivo particular para la celebración de la misa, y la colecta es oración que comprende las intenciones de todos, su contenido es necesariamente muy general. A veces, ni siquiera se indica intención alguna, sino que se ruega a Dios que nos escuche, es decir, que atienda las peticiones que cada uno en particular le propone. El secreto de la armonía de tales colectas reside en que reflejan a menudo una antítesis: lucha continua entre el bien y el mal, las fuerzas que en el hombre tienden hacia arriba y las que le quieren sumergir, alma y cuerpo, propósito y ejecución, esfuerzo propio y ayuda de la gracia, confesar e imitar, fe y realidad, miserias de la vida terrenal y goce de la celestial.


La recitación: “cursus” y “accentus”

La belleza de las antiguas oraciones romanas no yace exclusivamente en la dicción. Ha llamado siempre la atención su fluidez y su ritmo. Quienes las compusieron habían recibido su formación en las escuelas del antiguo arte retórico y sobre este arte ejercían gran influjo a fines de la antigüedad las leyes de la poética clásica, con su métrica, basada en la cantidad de sílabas. Sin embargo, el factor principal de su armonía está en el “cursus”, usado en la prosa artística de los siglos IV y V. El “cursus” es el ritmo de las cadencias finales, fundado en la sucesión ordenada de sílabas acentuadas y no acentuadas. Son normas observadas con tanta fidelidad, por ejemplo en los sermones de San León Magno, que hoy nos sirven de criterio para la autenticidad de sermones enteros o trozos parciales de sus sermones. No hemos de olvidar que es muy probable que el cuerpo de las antiguas colectas sean creaciones de este papa o procedan al menos de su época.

El modelo más perfecto de colecta en el que se encuentran los tres cursus (planus, velox, tardus) lo tenemos en la colecta del domingo XXX del tiempo ordinario, que figuraba en el Misal del 1962 como colecta del domingo XIII después de Pentecostés:

“Omnipotens sempiterne Deus, da nobis fidei spei et caritatis augméntum, (planus)
et ut mereamus ássequi quod promíttis (velox) ;
fac nos amare quod praécipis. (tardus)"

(Padre todopoderoso y eterno, aumenta en nosotros la fe, la esperanza y la caridad, y para que podamos conseguir lo que prometes, ayúdanos a amar lo que nos mandas.)

Otros giros que con frecuencia encontramos en las colectas son, por ejemplo: ésse consórtes (planus), méritis adjuvémur (velox) y sémper obtíneat (tardus).


Para la recitación de estas oraciones se formó muy pronto un modo especial, el llamado “accentus”. Consiste en recitar la oración en un tono determinado, entreverando al final de cada frase o división de frase, cadencias diferentes según las diversas clases de oraciones. Como se ve, existen relaciones íntimas entre el accentus y la puntuación moderna, ya que ambos son expresión de la estructura lógica de la frase. Y así, no es de extrañar que ambos, accentus y puntuación, se sirvan de los mismos signos: los dos puntos ( :) para el metrum y el punto y coma (;) llamado flexa para señalar el medio tono antes de una oración en “ut” ( para que…). Es interesante observar que este modo sencillo de amenizar la recitación de la oración se ha mantenido desde los primeros tiempos hasta la actualidad, en contraste manifiesto con los cantos que evolucionaron hacia formas cada vez más artísticas y complicadas. Se nota aquí algo del respeto contenido que siente el hombre cuando habla directamente con Dios, y que no permite formas artificiosas.

El rito exterior

El sacerdote recita la colecta de pie con las manos extendidas. Hasta muy entrada la Edad Media se exigía que mirase hacia Oriente. El estar de pie parecía la postura más propia para la oración pública en el sentir de toda la antigüedad. De ahí el sustantivo “statio”, derivado del verbo “stare”: estar de pie. Aún hoy en día en castellano la palabra “estación” significa la visita que se hace a las iglesias para orar en ellas algún tiempo.


Después de tener las manos levantadas, el sacerdote junta las manos como para expresar la entrega del propio ser en manos de un superior. El gesto es de origen germano y penetró en la liturgia durante la innovación franca como modo de tener las manos durante las oraciones privadas al principio de la misa y durante la comunión.

Con el “amén” después de la colecta termina el rito de entrada. El Amén se encuentra en todas las liturgias sin traducir. Y San Justino lo interpreta con las palabras: “Así se haga, así sea” (Apología 65). Mediante esta palabra el pueblo expresa su asentimiento a lo que acaba de decir en su nombre el celebrante. El que lo dijera todo el pueblo lo atestiguan ya los santos Agustín y Jerónimo. (Patrología Latina, 26 , 355)



N.B.: En el transcurso de la conferencia que el viernes 5 de septiembre, S.E. el cardenal Gottfried Danneels impartió durante el Congreso Litúrgico que tuvo lugar en Barcelona para conmemorar el 50º aniversario del C.P.L., el emérito Arzobispo de Bruselas abogó por la supresión, en una próxima reforma litúrgica, de lo que aún queda de las antiguas “colectas romanas” en el Misal, por ser “propias de una mentalidad jurídica como la mentalidad romana” (sic). La colecta con la que ejemplarizó tal teoría fue precisamente la que he detallado anteriormente, la más perfecta y bella de las antiguas colectas romanas.


También abogó por la supresión de todas las apologías (oraciones que el sacerdote reza en silencio: como la de antes del evangelio o antes de la comunión) por ser restos de la separación entre el “presidente” y la “asamblea. De hecho entra dentro de la lógica de estos “reformadores litúrgicos”, si como confiesa Mons. Piero Marini no existe diferencia ontológica entre el sacerdocio ministerial y el común de los fieles. Ambos serían diversas modalidades de un único sacerdocio de los bautizados. Por ello bromeó sobre la presencia en el Aula de algún miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe, porque bien sabía Marini que la proposición fue condenada por herética en el Concilio de Trento.
Fonte:germinansgerminabit

PROPRIEDADES DA MISSA São Vicente Ferrer




As graças que alcança a pessoa que ouve a Missa devotamente são estas:

Primeira: Quem celebra a Missa reza especialmente por quem a ouve.

Segunda: Ao ouvir a Missa, gozamos de maravilhosa companhia, porque na Missa está Jesus Cristo, tão precioso como no madeiro da cruz e, por concomitância, está também a divindade, a santíssima Trindade. Ademais, estamos na companhia dos santos anjos. E, segundo escreve um doutor, no lugar onde se celebra o santo sacrifício da Missa, estão muitos santos e santas, conforme aquilo da Escritura: «São virgens que seguem o Cordeiro para onde quer que ele vá» (Ap 14, 4).

Terceira graça que alcança a pessoa que a ouve devotamente: a Missa lhe ajuda nos trabalhos e negócios. Lê-se de um cavaleiro, que tinha o costume de ouvir a Missa tomado de grande devoção, que certa vez saiu do mar com seus companheiros e estava se preparando numa capela para ouvir a Missa. Os companheiros lhe anunciaram que o navio ia dar partida e que se apressasse. O cavaleiro respondeu que primeiro queria ouvir a Missa. Por isso o deixaram e partiram no navio. Depois de ter ouvido a Missa, o cavaleiro dormiu e, quando despertou, encontrou-se em sua própria terra. Depois de muitos dias chegaram os do navio, e se maravilharam ao vê-lo.

E de outros casos se lêem coisas maravilhosas. Ademais, a pessoa que ouve a Missa desgosta muito ao diabo; pois, interrogado certa vez sobre o que era que mais lhe desagradava, respondeu que três coisas: os sermões, ou seja, a palavra de Deus, a Missa e a penitência.

Quarta graça que alcança a pessoa que ouve a Missa devotamente: Que será iluminada nas coisas que deve discernir e determinar com sua inteligência. Diz-se de São Boaventura, da Ordem dos frades menores, que ajudava as Missas freqüentemente e com muita devoção. Um dia, ajudando a Missa, Santo Tomás de Aquino viu uma língua de fogo sobre a cabeça do dito frei Boaventura, o qual, daí para frente teve ciência infusa.

Quinta graça: A pessoa que ouve a Missa devota e benignamente, não morrerá nesse dia de desgraça ou sem confissão.

Sexta graça: que na sua morte estarão presentes tantos santos quantas Missas tenha ouvido devotamente. Diz São Jerônimo que às almas por que está obrigado a rezar o que ouve a Missa — seu pai, sua mãe, seus parentes e benfeitores — durante o espaço de tempo em que ouve a Missa, lhes serão atenuadas as penas do purgatório. Diz Santo Ambrósio que, depois que uma pessoa tiver ouvido a Missa, tudo o que comer naquele dia fará mais proveito a sua natureza do que se não houvesse ouvido a Missa. Se uma mulher grávida ouvir a missa, dará à luz sem grande trabalho, se o fizer naquele dia.

Santo Agostinho escreve no livro De civitate Dei que à pessoa que ouve a Missa devotamente Nosso Senhor lhe dará, nesse dia, as coisas necessárias. A segunda graça que terá é que suas palavras vãs serão perdoadas. Terceira, que aquele dia não perderá nenhum disputa. Quarta, que, enquanto ouve a Missa, não envelhece nem debilita seu corpo. Quinta, que se morre nesse dia a Missa lhe valerá tanto como se houvesse comungado. Sexta, que os passos que dá indo e vindo da Missa, são contados pelos santos anjos e remunerados por Deus nosso Senhor. Ademais, mais vale uma Missa que se ouve em vida devotamente, que se ouvisse outras mil depois da morte. Lê-se que ouvir Missa com devoção aproveita mais para remissão dos pecados e crescimento de graça que outras orações que o homem possa dizer ou fazer, pois toda a Missa é oração de Nosso Senhor e Redentor Jesus Cristo, infinitamente doce e piedoso, que é cabeça nossa e somos, todos os fiéis, seus membros. Diz São Gregório que enquanto se celebra a Missa são perdoados os pecados dos mortos e vivos. E São João Crisóstomo escreve que vale tanto a celebração da Missa como a morte de Jesus Cristo, pela qual nos redimiu de todos os nossos pecados.

Finalmente, a salvação da humanidade está cifrada na celebração do Santo Sacrifício da missa, porque todo o esforço do malvado anticristo será orientado para arrancar da Santa Madre Igreja este santo mistério, em que se manuseia o preciosíssimo Corpo de Jesus Cristo, em memória de sua santa paixão; por esse sinal, os fiéis cristãos de boa vida, ainda que sejam ignorantes e sem ciência, poderão ver as astúcias e malícias do malvado anticristo e de seus seguidores.

Extraído de “São Vicente Ferrer” Ed. B.A.C. Traduzido a partir de: Statverita
Fonte:o ultrapapista atanasiano
O Solidez da Liturgia
Postado por admin às 13:54 | Marcadores: Santa Missa





PROPRIEDADES DA MISSA

São Vicente Ferrer

As graças que alcança a pessoa que ouve a Missa devotamente são estas:

Primeira: Quem celebra a Missa reza especialmente por quem a ouve.

Segunda: Ao ouvir a Missa, gozamos de maravilhosa companhia, porque na Missa está Jesus Cristo, tão precioso como no madeiro da cruz e, por concomitância, está também a divindade, a santíssima Trindade. Ademais, estamos na companhia dos santos anjos. E, segundo escreve um doutor, no lugar onde se celebra o santo sacrifício da Missa, estão muitos santos e santas, conforme aquilo da Escritura: «São virgens que seguem o Cordeiro para onde quer que ele vá» (Ap 14, 4).

Terceira graça que alcança a pessoa que a ouve devotamente: a Missa lhe ajuda nos trabalhos e negócios. Lê-se de um cavaleiro, que tinha o costume de ouvir a Missa tomado de grande devoção, que certa vez saiu do mar com seus companheiros e estava se preparando numa capela para ouvir a Missa. Os companheiros lhe anunciaram que o navio ia dar partida e que se apressasse. O cavaleiro respondeu que primeiro queria ouvir a Missa. Por isso o deixaram e partiram no navio. Depois de ter ouvido a Missa, o cavaleiro dormiu e, quando despertou, encontrou-se em sua própria terra. Depois de muitos dias chegaram os do navio, e se maravilharam ao vê-lo.

E de outros casos se lêem coisas maravilhosas. Ademais, a pessoa que ouve a Missa desgosta muito ao diabo; pois, interrogado certa vez sobre o que era que mais lhe desagradava, respondeu que três coisas: os sermões, ou seja, a palavra de Deus, a Missa e a penitência.

Quarta graça que alcança a pessoa que ouve a Missa devotamente: Que será iluminada nas coisas que deve discernir e determinar com sua inteligência. Diz-se de São Boaventura, da Ordem dos frades menores, que ajudava as Missas freqüentemente e com muita devoção. Um dia, ajudando a Missa, Santo Tomás de Aquino viu uma língua de fogo sobre a cabeça do dito frei Boaventura, o qual, daí para frente teve ciência infusa.

Quinta graça: A pessoa que ouve a Missa devota e benignamente, não morrerá nesse dia de desgraça ou sem confissão.

Sexta graça: que na sua morte estarão presentes tantos santos quantas Missas tenha ouvido devotamente. Diz São Jerônimo que às almas por que está obrigado a rezar o que ouve a Missa — seu pai, sua mãe, seus parentes e benfeitores — durante o espaço de tempo em que ouve a Missa, lhes serão atenuadas as penas do purgatório. Diz Santo Ambrósio que, depois que uma pessoa tiver ouvido a Missa, tudo o que comer naquele dia fará mais proveito a sua natureza do que se não houvesse ouvido a Missa. Se uma mulher grávida ouvir a missa, dará à luz sem grande trabalho, se o fizer naquele dia.

Santo Agostinho escreve no livro De civitate Dei que à pessoa que ouve a Missa devotamente Nosso Senhor lhe dará, nesse dia, as coisas necessárias. A segunda graça que terá é que suas palavras vãs serão perdoadas. Terceira, que aquele dia não perderá nenhum disputa. Quarta, que, enquanto ouve a Missa, não envelhece nem debilita seu corpo. Quinta, que se morre nesse dia a Missa lhe valerá tanto como se houvesse comungado. Sexta, que os passos que dá indo e vindo da Missa, são contados pelos santos anjos e remunerados por Deus nosso Senhor. Ademais, mais vale uma Missa que se ouve em vida devotamente, que se ouvisse outras mil depois da morte. Lê-se que ouvir Missa com devoção aproveita mais para remissão dos pecados e crescimento de graça que outras orações que o homem possa dizer ou fazer, pois toda a Missa é oração de Nosso Senhor e Redentor Jesus Cristo, infinitamente doce e piedoso, que é cabeça nossa e somos, todos os fiéis, seus membros. Diz São Gregório que enquanto se celebra a Missa são perdoados os pecados dos mortos e vivos. E São João Crisóstomo escreve que vale tanto a celebração da Missa como a morte de Jesus Cristo, pela qual nos redimiu de todos os nossos pecados.

Finalmente, a salvação da humanidade está cifrada na celebração do Santo Sacrifício da missa, porque todo o esforço do malvado anticristo será orientado para arrancar da Santa Madre Igreja este santo mistério, em que se manuseia o preciosíssimo Corpo de Jesus Cristo, em memória de sua santa paixão; por esse sinal, os fiéis cristãos de boa vida, ainda que sejam ignorantes e sem ciência, poderão ver as astúcias e malícias do malvado anticristo e de seus seguidores.

Extraído de “São Vicente Ferrer” Ed. B.A.C. Traduzido a partir de: Statverita
Fonte:o ultrapapista atanasiano

sexta-feira, 15 de maio de 2009

O CULTO EUCARÍSTICO segundo a encíclica Mediator Dei de Pio XII


El Padre Pío consagrando, es decir realizando la transubstanciación del pan en el Cuerpo de Cristo, realmente presente también con su Alma, Sangre y Divinidad.
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Ponemos la parte medular de la encíclica MEDIATOR DEI de S.S. Pío XII. Verifica si tus conocimientos abarcan toda esta enseñanza riquísima teológicamente. Aquí hallarás un excelente resumen sobre la doctrina católica del Santo Sacrificio de la Misa. Estúdialo detenidamente. Muchos católicos asisten a Misa y tienen una idea muy vaga a qué van. Aconsejamos, después, leer la encíclica íntegra.
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En el tema de abajo, insistimos, está la parte medular de la doctrina sobre la Santa Misa, doctrina íntegra que ningún católico debería desconocer ni siquiera parcialmente:

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I. Naturaleza del Sacrificio Eucarístico

A) MOTIVO DE TRATAR ESTE TEMA

84. El Misterio de la Santísima Eucaristía, instituida por el Sumo Sacerdote, Jesucristo, y renovada constantemente por sus ministros, por obra de su voluntad, es como el compendio y el centro de la religión cristiana. Tratándose de lo más alto de la Sagrada Liturgia, creemos oportuno, Venerables Hermanos, detenernos un poco y atraer Vuestra atención a este gravísimo argumento.

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B) EL SACRIFICIO EUCARÍSTICO

1º. Institución.

85. Cristo, Nuestro Señor, «Sacerdote eterno según el orden de Melchisedec» (Sal. 109, 4)) que «habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo» (Juan, 13, 1), «en la última cena, en la noche en que era traicionado, para dejar a la Iglesia, su Esposa amada, un sacrificio visible -como lo exige la naturaleza de los hombres-, que representase el sacrificio cruento que había de llevarse a efecto en la Cruz, y para que su recuerdo permaneciese hasta el fin de los siglos y fuese aplicada su virtud salvadora a la remisión de nuestros pecados cotidianos... ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre, bajo las especies del pan y del vino, y las dio a los Apóstoles, entonces constituidos en Sacerdotes del Nuevo Testamento, a fin de que bajo estas mismas especies lo recibiesen, mientras les mandaba a ellos y a sus sucesores en el Sacerdocio, el ofrecerlo» (5).

2º. Naturaleza.

a) No es simple conmemoración.

86. El Augusto Sacrificio del Altar no es; pues, una pura y simple conmemoración de la Pasión y Muerte de Jesucristo, sino que es un Sacrificio propio y verdadero, en el cual, inmolándose incruentamente el Sumo Sacerdote, hace lo que hizo una vez en la Cruz, ofreciéndose todo El al Padre, Víctima gratísima. «Una... y la misma, es la Víctima; lo mismo que ahora se ofrece por ministerio de los Sacerdotes, se ofreció entonces en la Cruz; sólo es distinto el modo de hacer el ofrecimiento» (6).
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b) Comparación con el de la Cruz.

1) Idéntico Sacerdote.

87. Idéntico, pues, es el Sacerdote, Jesucristo, cuya Sagrada Persona está representada por su ministro. Este, en virtud de la consagración sacerdotal recibida, se asimila al Sumo Sacerdote y tiene el poder de obrar en virtud y en la persona del mismo Cristo; por esto, con su acción sacerdotal, en cierto modo; «presta a Cristo su lengua; le ofrece su mano» (7).

2) Idéntica Víctima.

88. Igualmente idéntica es la Víctima; esto es, el Divino Redentor; según su humana Naturaleza y en la realidad de su Cuerpo y de su Sangre.

3) Distinto modo.

89. Diferente, en cambio, es el modo en que Cristo es ofrecido. En efecto, en la Cruz, El se ofreció a Dios todo entero, y le ofreció sus sufrimientos y la inmolación de la Víctima fue llevada a cabo por medio de una muerte cruenta voluntariamente sufrida; sobre el Altar, en cambio, a causa del estado glorioso de su humana Naturaleza, «la muerte no tiene ya dominio sobre El» (Rom. 6, 9) y, por tanto, no es posible la efusión de la sangre; pero la divina Sabiduría han encontrado el medio admirable de hacer manifiesto el Sacrificio de Nuestro Redentor con signos exteriores, que son símbolos de muerte. Ya que por medio de la Transubstanciación del pan en el Cuerpo y del vino en la Sangre de Cristo, como se tiene realmente presente su Cuerpo, así se tiene su Sangre; así, pues, las especies eucarísticas, bajo las cuales está presente, simbolizan la cruenta separación del Cuerpo y de la Sangre. De este modo, la conmemoración de su muerte, que realmente sucedió en el Calvario, se repite en cada uno de los sacrificios del altar, ya que por medio de señales diversas se significa y se muestra Jesucristo en estado de víctima.

4) Idénticos fines:

a) Primer fin: Glorificación de Dios.

Idénticos, finalmente, son los fines, de los que el primero es la glorificación de Dios. Desde su Nacimiento hasta su Muerte, Jesucristo estuvo encendido por el celo de la Gloria divina y, desde la Cruz, el ofrecimiento de su Sangre, llegó al cielo en olor de suavidad. Y para que el himno no tenga que acabar jamás en el Sacrificio Eucarístico, los miembros se unen a su Cabeza divina, y con El, con los Ángeles y los Arcángeles, cantan a Dios perennes alabanzas (8), dando al Padre Omnipotente todo honor y gloria.

b) Segundo fin: Acción de gracias a DIOS.

91. El segundo fin es la Acción de gracias a Dios. Sólo el divino Redentor, como Hijo predilecto del Padre Eterno, de quien conocía el inmenso amor, pudo alzarle un digno himno de acción de gracias. A esto miró y esto quiso «dando gracias» ( Marc. 14, 23) en la última Cena, y no cesó de hacerlo en la Cruz ni cesa de hacerlo en el augusto Sacrificio del Altar, cuyo significado es precisamente la acción de gracias o eucarística; y esto, porque es «cosa verdaderamente digna, justa, equitativa y saludable» (9).

c) Tercer fin: Expiación y propiciación.

92. El tercer fin es la Expiación y la Propiciación. Ciertamente nadie, excepto Cristo, podía dar a Dios Omnipotente satisfacción adecuada por las culpas del género humano. Por esto, El quiso inmolarse en la Cruz como «propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino por los de todo el mundo» (I Ioan 2, 2). En los altares se ofrece igualmente todos los días por nuestra Redención, a fin de que, libres de la condenación eterna, seamos acogidos en la grey de los elegidos. Y esto no sólo para nosotros, los que estamos en esta vida mortal, sino también «para todos aquellos que descansan en Cristo, los que nos han precedido por el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz» (10), «porque lo mismo vivos que muertos, no nos separamos del único Cristo» (11).

d) Cuarto fin: Impetración.

93. El cuarto fin es la Impetración. Hijo pródigo, el hombre ha malgastado y disipado todos los bienes recibidos del Padre celestial, y por esto se ve reducido a la mayor miseria y necesidad; pero desde la Cruz, Cristo «habiendo ofrecido oraciones y súplicas con poderosos clamores y lágrimas, fue escuchado por su reverencial temor» (Hebr. 5, 7), y en los altares sagrados ejercita la misma eficaz mediación, a fin de que seamos colmados de toda clase de gracias y bendiciones.
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C) Aplicación de la virtud salvadora de la Cruz.

1) Afirmación de Trento.

94. Por tanto, se comprende fácilmente la razón por qué el Sacrosanto Concilio de Trento afirma que con el Sacrificio Eucarístico nos es aplicada la virtud salvadora de la Cruz, para la remisión de nuestros pecados cotidianos.

2) Única oblación: La Cruz.

95. El Apóstol de los Gentiles, proclamando la superabundante plenitud y perfección del Sacrificio de la Cruz, ha declarado que Cristo, con una sola oblación, perfeccionó perpetuamente a los santificados. En efecto, los méritos de este Sacrificio, infinitos e inmensos, no tienen límites, y se extiendan a la universalidad de los hombres en todo lugar y tiempo porque en El el Sacerdote y la Víctima es el Dios Hombre; porque su inmolación, lo mismo que su obediencia a la voluntad del Padre eterno, fue perfectísima y porque quiso morir como Cabeza del género humano: «Mira cómo ha sido tratado Nuestro Salvador: Cristo pende de la Cruz; mira a qué precio compró..., vertió su Sangre. Compró con su Sangre, con la Sangre del Cordero Inmaculado, con la Sangre del único Hijo de Dios... Quien compra es Cristo; el precio es la Sangre; la posesión todo el mundo» (12).

3) La aplicación.

96. Este rescate, sin embargo, no tuvo inmediatamente su pleno efecto; es necesario que Cristo, después de haber rescatado al mundo con el preciosísimo precio de Sí mismo, entre en la posesión real y efectiva de las almas. De aquí que para que con el agrado de Dios se lleve a cabo la redención y salvación de todos los individuos y las generaciones venideras hasta el fin de los siglos, es absolutamente necesario que todos establezcan contacto vital con el Sacrificio de la Cruz, y de esta forma, los méritos que de él se derivan les serán transmitidos y aplicados. Se puede decir que Cristo ha construido en el Calvario un estanque de purificación y salvación que llenó con la Sangre vertida por El; pero si los hombres no se bañan en sus aguas y no lavan en ellas las manchas de su iniquidad, no pueden ciertamente ser purificados y salvados.

97. Por lo tanto, para que cada uno de los pecadores se lave con la Sangre del Cordero, es necesaria la colaboración de los fieles. Aunque Cristo, hablando en términos generales, haya reconciliado con el Padre, por medio de su Muerte cruenta, a todo el género humano, quiso, sin embargo, que todos se acercasen y fuesen conducidos a la Cruz por medio de los Sacramentos y por medio del Sacrificio de la Eucaristía, para poder conseguir los frutos de salvación, ganados por El en la Cruz. Con esta participación actual y personal, de la misma manera que los miembros se configuran cada día más a la Cabeza divina, así afluye a los miembros, de forma que cada uno de nosotros puede repetir las palabras de San Pablo: «Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí» (Gal 2, 19-20). Como en otras ocasiones hemos dicho de propósito y concisamente, Jesucristo «al morir en la Cruz, dio a su Iglesia, sin ninguna cooperación por parte de Ella, el inmenso tesoro de la Redención; pero, en cambio, cuando se trata de distribuir este tesoro, no sólo participa con su Inmaculada Esposa de esta obra de santificación, sino que quiere que esta actividad proceda también, de cualquier forma, de las acciones de Ella» (13).

98. El augusto Sacramento del Altar es un insigne instrumento para la distribución a los creyentes de los méritos derivados de la Cruz del Divino Redentor: «Cada vez que se ofrece este Sacrificio, se renueva la obra de nuestra Redención» (14). Y esto, antes que disminuir la dignidad del Sacrificio cruento, hace resaltar, como afirma el Concilio de Trento, su grandeza y proclama su necesidad. Renovado cada día, nos advierte que no hay salvación fuera de la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, que Dios quiere la continuación de este Sacrificio «desde la salida del sol hasta el ocaso» (Malaq. 1, 11), para que no cese jamás el himno de glorificación y de acción de gracias que los hombres deben al Creador desde el momento que tienen necesidad de su continua ayuda y de la Sangre del Redentor para compensar los pecados que ofenden a su Justicia.
Fonte:catolicidad

A Igreja Católica em Portugal assinala este fim-de-semana o cinquentenário da inauguração do Santuário a Cristo Rei, em Almada, na diocese de Setúbal.




Portugal em festa com o Cristo Rei
Fim-de-semana marcado por um conjunto de celebrações, assinalando os 50 anos da inauguração do monumento

A Igreja Católica em Portugal assinala este fim-de-semana o cinquentenário da inauguração do Santuário a Cristo Rei, em Almada, na diocese de Setúbal. A visita da imagem da Capelinha das Aparições e um conjunto de celebrações litúrgicas são os acontecimentos que assinalam a data.

No Patriarcado de Lisboa, a visita da imagem de Nossa Senhora de Fátima, como aconteceu há 50 anos, termina com a celebração na Praça do Comércio e a procissão fluvial para Almada. Nesta cidade da Diocese de Setúbal, as celebrações terminam com a missa presidida pelo Bispo da Diocese, na manhã do dia 17, e, durante a tarde, a celebração aniversária, presidida pelo Enviado do Papa, Cardeal Saraiva Martins.


Para além do programa referido, estas celebrações vão ter mais um ponto alto, a geminação do Cristo Rei com o Santuário homónimo do Corcovado, no Rio de Janeiro (Brasil). Nas celebrações, em Almada, vai estar presente o arcebispo do Rio de Janeiro, D. Orani Tempesta. Em Outubro, vai ser a vez da delegação portuguesa se deslocar ao Brasil.

A ideia da construção deste santuário surgiu em Setembro de 1934, depois do Cardeal Cerejeira, Patriarca de Lisboa, visitar o Monumento erguido a Cristo no alto do Corcovado, sobre o Rio de Janeiro.


Como refere a Conferência Episcopal Portuguesa, na Nota que publicou para esta ocasião, "perante a cruenta guerra civil na vizinha Espanha e o crescimento do desprezo por Deus, o monumento era acto de desagravo, mas sobretudo expressava gratidão a Cristo por Portugal gozar de paz e incentivava a exigência de um ressurgimento nacional inspirado, na linha da tradição, em Jesus Cristo, único Senhor".


Fundamental para o avanço da concretização da ideia foi, segundo os Bispos, "o movimento espiritual, dinamizador dos católicos para a adesão e para a partilha de bens, necessárias para levar a bom termo a iniciativa do Episcopado".

"Sem a Acção Católica, com a sua mística do reinado social de Cristo, e o Apostolado de Oração, promotor da devoção ao Sagrado Coração de Jesus, a ideia da erecção do Monumento não avançaria", pode ler-se na nota.

"O Monumento, amplamente visível, que nos apresenta Cristo de coração e braços abertos, é um sinal eloquente da verdadeira imagem de Deus: humano e acolhedor, manso e humilde, um Deus que ama infinitamente a cada pessoa e a toda a humanidade", assinala a Conferência Episcopal Portuguesa.


No dia 18 de Dezembro de 1950 foi lançada a primeira pedra de monumento e a 17 de Maio de 1959 teve lugar a sua inauguração. A autoria é dos arquitectos António Lino e Francisco de Mello e Castro e dos mestres-escultores Francisco Franco e Leopoldo de Almeida.

Cerca de 300 mil pessoas, entre autoridades oficiais e cidadãos anónimos, estiveram presentes na inauguração. Na sua construção foram utilizadas 40 mil toneladas de betão armado.

A imagem de Cristo Rei surge, verticalmente, com os braços abertos em cruz e o coração visível. Dos 110 metros de altura do monumento, 82 metros correspondem ao pedestal e 28 metros à altura da imagem.


Santuário, não miradouro

D. José Policarpo, Cardeal-Patriarca de Lisboa, enviou uma mensagem a respeito desta celebração, sublinhando que “o Monumento a Cristo-Rei não pode ser apenas um mirante, mas um sinal da protecção de Deus sobre a cidade dos homens", convidando os fiéis a participarem nas celebrações.

Há cinquenta anos, Almada, onde se situa o Monumento a Cristo-Rei, pertencia ao Patriarcado de Lisboa, mas hoje pertence à Diocese de Setúbal, pelo que as celebrações comemorativas foram organizadas pelas duas Dioceses.


“Convoco os cristãos de Lisboa tanto para a Vigília, com a Imagem de Nossa Senhora de Fátima, em Lisboa, na tarde de 16 de Maio, como para a grande celebração do dia 17 de Maio, no Monumento a Cristo-Rei, às 16h00”, refere o Cardeal-Patriarca.

Na mensagem que escreveu à Diocese de Setúbal, D. Gilberto Canavarro Reis destaca, por seu lado, que “tendo em conta a origem, o significado e o dinamismo de transformação espiritual deste santuário, não hesitaremos em considera-lo como lugar privilegiado para nele terem lugar encontros, caminhadas, tempos de oração e de celebração (nomeadamente do sacramento da Reconciliação), de adoração ao Santíssimo Sacramento, de um ou mais dias de retiro e de silêncio contemplativo, de estudos sobre a evangelização e a missão dos cristãos no mundo”.
fonte:agência Ecclesia

O véu jamais foi abolido da Sagrada Liturgia. Mas, havendo sido suprimida a sua obrigatoriedade canônica, acabou por cair em desuso.


É amor ou nostalgia?


Autor: Francisco Dockhorn

Vários sacerdotes e leigos nos anos 70 e 80 sepultaram o véu. Foi considerado ultrapassado, antiquado, retrógrado e símbolo de um contexto litúrgico que queriam apagar da história. A ideologia feminista fez o véu ser visto de uma forma que a Santa Igreja nunca o fez: um símbolo da opressão machista, denegrindo a dignidade da mulher. Algumas senhoras continuavam usando o véu e muitos respiravam aliviados, pensando que essa “mera nostalgia” se extinguiria junto com elas.

Agora, sob a sombra do gigante Bento XVI, parte do mundo católico olha perplexo ao ver jovens, por livre e espontânea vontade, restaurando o uso do véu. São meninos e meninas que amam, e são apaixonados por Jesus Eucarístico e pela Santa Igreja. São meninas que usam véu, e meninos que apóiam o uso e são para elas suporte para enfrentar os “olhares tortos” – olhares estes que são compensados por muitos olhares comovidos de gente de mais idade, que se surpreende e vê nelas a presença de uma sacralidade que ainda existe em nossas igrejas.

São jovens adoradores, que não vivem isso por mera "nostalgia”, pois não chegaram a conhecer o tempo em que isso era comum. Vivem porque sabem que fazem parte de uma Igreja que tem uma tradição de 2000 anos, tradição que mantém o seu sentido em meio à falta de sentido do século 21.

Uma geração suprime; a outra, restaura. Uma geração acaba por deixar a lacuna; a outra, a sente.

O Cardeal Ratzinger, hoje Papa Bento XVI, comentou sobre como jovens sentem a distorção litúrgica dos dias de hoje e sobre a revalorização do próprio latim: "É preciso que volte a ser claro que a ciência da liturgia não existe para produzir constantemente novos modelos, como é próprio da indústria automobilística (...) A Liturgia é algo diferente da manipulação de textos e ritos, porque vive, precisamente, do que não é manipulável. A juventude sente isso intensamente. Os centros onde a Liturgia é celebrada sem fantasias e com reverência atraem, mesmo que não se compreendam todas as palavras." (livro "O sal da terra", 1996)

Bento XVI comenta, ainda, na Carta aos Bispos que acompanhou o Motu Próprio Summorum Pontificum, em 2007, sobre jovens que se identificam com a Missa Tridentina, a forma tradicional do Rito Romano. Diz o Santo Padre: "Logo a seguir ao Concílio Vaticano II podia-se supor que o pedido do uso do Missal de 1962 se limitasse à geração mais idosa que tinha crescido com ele, mas entretanto vê-se claramente que também pessoas jovens descobrem esta forma litúrgica, sentem-se atraídas por ela e nela encontram uma forma, que lhes resulta particularmente apropriada, de encontro com o Mistério da Santíssima Eucaristia."

Muito se rezou pelos jovens, e aí estão muitos dos quais o Espírito Santo tem levantado!

Será que se está preparado para o que eles podem mostrar?
Fonte:salvem a liturgia

quinta-feira, 14 de maio de 2009

COMUNHÃO NA BOCA, DE JOELHOS E DAS MÃOS DO SACERDOTE




CATECISMO ROMANO

“Devemos, pois, ensinar que só aos sacerdotes foi dado poder de consagrar a Sagrada Eucaristia, e de distribuí-la aos fiéis cristãos. Sempre foi praxe da Igreja que o povo fiel recebesse o Sacramento pelas mãos dos sacerdotes, e os sacerdotes comungassem por si próprios, ao celebrarem os Sagrados Mistérios. Assim o definiu o Santo Concílio de Trento; e determinou que esse costume devia ser religiosamente conservado, por causa de sua origem apostólica, e porque também Cristo Nosso Senhor nos deu o exemplo, quando consagrou Seu Corpo Santíssimo, e por Suas próprias mãos O distribuiu aos Apóstolos.

De mais a mais, com o intuito de salvaguardar, sob todos os aspectos, a dignidade de tão augusto Sacramento, não se deu unicamente aos sacerdotes o poder de administrá-lo: como também se proibiu, por uma lei da Igreja, que, salvo grave necessidade ninguém sem Ordens Sacras ousasse tomar nas mãos ou tocar vasos sagrados, panos de linho, e outros objetos necessários à confecção da Eucaristia.


Destas determinações podem todos, os próprios sacerdotes e os demais fiéis, inferir quão virtuosos e tementes a Deus devem ser aqueles que se dispõem a consagrar, a ministrar, ou a receber a Sagrada Eucaristia“.

CATECISMO MAIOR DE SÃO PIO X

“No ato de receber a sagrada Comunhão, devemos estar de joelhos, com a cabeça medianamente levantada, com os olhos modestos e voltados para a sagrada Hóstia, com a boca suficientemente aberta e com a língua um pouco estendida sobre o lábio inferior. Senhoras e meninas devem estar com a cabeça coberta”.


MISSAL ROMANO (Forma Extraordinária)

O Missal Romano determina que a partir do momento da consagração, o sacerdote deve manter juntos os dedos indicador e polegar, de tal forma que, ao elevar o cálice, ao virar as páginas do missal ou ao abrir o sacrário, aqueles dedos toquem somente a Hóstia consagrada. No final da missa, o sacerdote passa com a patena sobre o corporal e limpa-o para dentro do cálice, para que possa ser recolhida e consumida com reverência a menor Partícula que possa ter aí ficado. Após a comunhão, as mãos do sacerdote são lavadas sobre o cálice com água e vinho – consumidos reverentemente, impedindo que alguma Partícula seja profanada.


SANTO TOMÁS DE AQUINO

“Pertence ao sacerdote distribuir o Corpo de Cristo por três motivos.

Primeiro, porque é ele que consagra na pessoa de Cristo. Assim como Cristo consagrou o seu corpo na Ceia, assim também distribuiu-o aos discípulos. Por isso, assim como pertence ao sacerdote consagrar o Corpo de Cristo, assim também o de distribuí-lo.

Segundo, porque o sacerdote se constitui intermediário entre Deus e o povo. Portanto, como lhe pertence apresentar a Deus as oferendas do povo, assim também lhe pertence distribuir ao povo os dons divinamente santificados.


Terceiro, porque por respeito à Eucaristia, nada a deve tocar que não esteja consagrado. Por isso, consagram-se os corporais, os cálices, igualmente as mãos do sacerdote para tocarem este sacramento. Não é lícito, pois, a ninguém mais tocá-lo, a não ser em caso de necessidade, por exemplo se cair no chão ou em outro caso semelhante”

(Suma Teológica, III, q.82, a.III).

“Depois da consagração, o celebrante une os dedos, isto é o polegar com o indicador, que tocaram o Corpo consagrado de Cristo, para que, se alguma partícula aderira a eles, não desprenda. Manifesta o respeito devido ao sacramento” (Suma Teológica, III, q.83, a.VI, ad5).


SÃO FRANCISCO DE SALES

“Começa já na véspera do dia da comunhão a te preparar com repetidas aspirações do amor divino e deita-te mais cedo que de costume, para te levantares também mais cedo. Se acordas durante a noite, santifica esses momentos por algumas palavras devotas ou por um sentimento que impregne tua alma de felicidade de receber o divino esposo; enquanto dormes, ele está velando sobre o teu coração e preparando as graças que te quer dar em abundância, se te achar devidamente preparada.




Levanta-te de manhã com este fervor e alegria que uma tal esperança te deve inspirar, e depois da confissão aproxima-te com uma grande confiança e profunda humildade da mesa sagrada, para receber este alimento celeste, que te comunicará a imortalidade. Depois de pronunciares as palavras: “Senhor, eu não sou digno …”, já não deves mover a cabeça ou os lábios para rezar ou suspirar; mas, abrindo um pouco a boca e elevando a cabeça de modo que o padre possa ver o que faz, estende um pouco a língua e recebe com fé, esperança e caridade aquele que é de tudo isso ao mesmo tempo o princípio, o objeto, o motivo e o fim“.

Es mejor comulgar de rodillas, en la boca y de manos consagradas porque demuestra más respeto y amor a la Eucaristía, es decir a Jesús, al Papa



La señal ha sido clara. Primero en Corpus Domini en Roma, luego se ha visto en todo el mundo en Sidney. Benedicto XVI exige que, delante de él, la Comunión sea recibida de rodillas. Es una de las tantas cosas que ha recuperado este pontificado: el latín, la Misa tridentina, la celebración de “espaldas a los fieles” (es decir, todos juntos de cara al Rey, a Jesús, presente realmente en la Eucaristía, a fin de cuentas, todos los fieles se dan las espaldas unos a otros!).
El Papa Benedicto XVI tiene un plan y el monseñor srilankés Malcolm Ranjith, que el Pontífice ha querido junto a sí en el Vaticano como secretario de la Congregación para el Culto, lo delinea con eficacia.


La atención a la liturgia, explica, tiene el objetivo de una “apertura a lo trascendente”. Por petición del Pontífice, preanuncia Ranjith, la Congregación para el Culto está preparando un Compendio Eucarístico para ayudar a los sacerdotes a “disponerse bien para la celebración de la adoración eucarística”.

Politi: La Comunión de rodillas, ¿va en esta dirección?

Msr. Ranjith: «En la liturgia se siente la necesidad de reencontrar el sentido de lo sagrado, sobre todo en la celebración Eucarística. Porque nosotros creemos que lo que sucede sobre el altar va mucho más allá de lo que nos podemos imaginar humanamente. Y, por lo tanto, la fe de la Iglesia en la Presencia Real de Cristo en las especies Eucarísticas debe ser expresada a través de gestos adecuados y de comportamientos distintos a los de la cotidianidad.»



Politi: ¿Marcando una discontinuidad?

Msr. Ranjith: «No estamos delante de un jefe político o un personaje de la sociedad moderna, sino delante de Dios. Cuando sobre el altar desciende la presencia del Dios eterno, debemos ponernos en la posición más adecuada para adorarlo. En mi cultura, en Sri Lanka, debemos postrarnos con la cabeza en el suelo como hacen los budistas y los musulmanes en oración.»

Politi: La Hostia en la mano, ¿disminuye el sentido de trascendencia de la Eucaristía?

Msr. Ranjith: «En cierto sentido, sí. Expone al que comulga a sentirla casi como un pan normal. El Santo Padre habla a menudo de la necesidad de salvaguardar el sentido de la “alteridad” en cada expresión de la liturgia. El gesto de tomar la Sagrada Hostia y, en lugar de recibirla, ponerla en la boca nosotros mismos, reduce el profundo significado de la Comunión.»



Politi: ¿Se quiere contrarrestar una banalización de la Misa?

Msr. Ranjith: «En algunos lugares se ha perdido el sentido de lo eterno, lo sagrado o celestial. Hubo una tendencia de poner al hombre en el centro de la celebración y no al Señor. Pero el Concilio Vaticano II habla claramente de la liturgia como actio Dei, actio Christi. En lugar de ello, en ciertos círculos litúrgicos, ya sea por ideología o por un cierto intelectualismo, se ha difundido la idea de una liturgia adaptable a diversas situaciones, en la que se debe dar espacio a la creatividad para que sea accesible y aceptable para todos. Luego están también los que han introducido innovaciones sin siquiera respetar el sensus fidei y los sentimientos espirituales de los fieles.»



Politi: A veces, incluso obispos empuñan el micrófono y se dirigen a sus oyentes con preguntas y respuestas…

Msr. Ranjith: «El peligro moderno es que el sacerdote piense que él es el centro de la acción. De este modo, el rito puede tomar el aspecto de un teatro o de la performance de un presentador televisivo. El celebrante ve a la gente que lo mira a él como punto de referencia y se corre el riesgo de que, para tener el mayor éxito posible con el público, invente gestos y expresiones como si fuera el protagonista.»



Politi: ¿Cuál sería la actitud correcta?

Msr. Ranjith: «Cuando el sacerdote sabe que no está él en el centro sino Cristo. Respetar la liturgia y sus reglas, en humilde servicio al Señor y a la Iglesia, como algo recibido y no inventado, significa dejar más espacio al Señor para que, a través del instrumento del sacerdote, pueda estimular la conciencia de los fieles.»
Politi: ¿También son desviaciones las homilías pronunciadas por laicos?
Msr. Ranjith: «Sí. Porque la homilía, como dice el Santo Padre, es el modo en que la Revelación y la gran tradición de la Iglesia es explicada para que la Palabra de Dios inspire la vida de los fieles en sus elecciones cotidianas y haga a la celebración litúrgica rica en frutos espirituales. Y la tradición litúrgica de la Iglesia reserva la homilía al celebrante. A los obispos, a los sacerdotes y a los diáconos. Pero no a los laicos.»



Politi: ¿Absolutamente no?

Msr. Ranjith: «No porque ellos no sean capaces de hacer una reflexión sino porque en la liturgia deben ser respetados los roles. Existe, como decía el Concilio, una diferencia “en esencia y no sólo en grado” entre el sacerdocio común de todos los bautizados y el de los sacerdotes.»

Politi: Hace algún tiempo, el Cardenal Ratzinger se lamentaba de la pérdida del sentido del misterio en los ritos.

Msr. Ranjith: «A menudo, la reforma conciliar ha sido interpretada o considerada de un modo no del todo conforme al espíritu del Vaticano II. El Santo Padre define esta tendencia como el anti-espíritu del Concilio.»

Politi: A un año de la plena reintroducción de la Misa Tridentina, ¿cuál es el balance?

Msr. Ranjith: «La Misa Tridentina tiene en su interior valores profundos que reflejan toda la tradición de la Iglesia. Hay más respeto hacia lo sagrado a través de los gestos, las genuflexiones, los silencios. Hay más espacio reservado a la reflexión sobre la acción del Señor y también a la devoción personal del celebrante, que ofrece el sacrificio no sólo por los fieles sino también por sus propios pecados y su propia salvación. Algunos elementos importantes del antiguo rito pueden ayudar también a la reflexión sobre el modo de celebrar el Novus Ordo. Estamos en medio de un camino.»



Politi: En el futuro, ¿ve un rito que tome lo mejor del antiguo y del nuevo?

Msr. Ranjith: «Puede darse… yo quizás no lo veré. Pienso que en las próximas décadas se llegará a una valoración global del rito antiguo y del nuevo, salvaguardando lo eterno y sobrenatural que ocurre sobre el altar y reduciendo todo protagonismo para dejar espacio al contacto efectivo entre los fieles y el Señor a través de la figura, no predominante, del sacerdote.»

Politi: ¿Con posiciones alternadas del celebrante? ¿Cuándo el sacerdote estaría vuelto hacia el ábside?

Msr. Ranjith: «Se podría pensar en el ofertorio, cuando las ofrendas son llevadas al altar, y desde ese momento hasta el fin de la plegaria eucarística, que representa el momento culminante de la "trans-substantiatio" y la "communio”.»

Politi: Desorienta a los fieles que el sacerdote esté de espaldas a ellos…

Msr. Ranjith: «Es un error hablar así. Al contrario, se dirige al Señor junto con el pueblo. El Santo Padre en su libro “El espíritu del Concilio” ha explicado que cuando nos sentamos alrededor mirando cada uno la cara del otro, se forma un círculo cerrado. Pero cuando el sacerdote y los fieles miran juntos hacia el Oriente, hacia el Señor que viene, es un modo de abrirse a lo eterno.»


Politi: ¿En esta visión se inserta también la recuperación del latín?
Msr. Ranjith: «No me gusta la palabra recuperar. Estamos implementando el Concilio Vaticano II que afirma explícitamente que el uso de la lengua latina, salvo el derecho particular, debe ser conservado en los ritos latinos. Entonces, incluso si se ha dado espacio a la introducción de las lenguas vernáculas, el latín no ha sido abandonado completamente. El uso de una lengua sagrada es tradición en todo el mundo. En el Hinduismo la lengua de oración es el sánscrito, que ya no está en uso. En el Budismo se usa el Pali, lengua que hoy sólo los monjes budistas estudian. En el Islam se emplea el árabe del Corán. El uso de una lengua sagrada nos ayuda a vivir la sensación de la alteridad.»


Politi: ¿El latín como lengua sagrada en la Iglesia?

Msr. Ranjith: «Por supuesto. El Santo Padre mismo dice en la exhortación apostólica Sacramentum Caritatis, 62: “Para expresar mejor la unidad y universalidad de la Iglesia, quisiera recomendar lo que ha sugerido el Sínodo de los Obispos, en sintonía con las normas del Concilio Vaticano II: exceptuadas las lecturas, la homilía y la oración de los fieles, sería bueno que dichas celebraciones fueran en latín”. Por supuesto, durante los encuentros internacionales.»
Politi: Dando nueva fuerza a la liturgia, ¿qué es lo que quiere lograr Benedicto XVI?
Msr. Ranjith: «El Papa quiere ofrecer la posibilidad de acceso a la maravilla de la vida en Cristo, una vida que viviéndola aquí sobre la tierra nos hace sentir la libertad y la eternidad de los hijos de Dios. Y este tipo de experiencia se vive fuertemente a través de una auténtica renovación de la fe, la cual supone pregustar de las realidades celestiales en la liturgia que se cree, se celebra y se vive. La Iglesia es, y debe ser, el instrumento válido y el camino para esta experiencia liberadora. Y su liturgia es la que hace posible estimular tal experiencia en sus fieles.»

Traducción La Buhardilla de Jerónimo.

Para los nuevos suscriptos repruducimos artículo anterior:

La distribución de la comunión en la mano sigue siendo un indulto a la ley universal concedido por la Santa Sede

Explica el maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias

CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 26 junio 2008 (ZENIT.org). - Benedicto XVI distribuirá habitualmente la comunión a los fieles de rodillas y en la boca, ha anunciado el maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias.

En una entrevista concedida a la edición italiana del 26 de junio de 'L'Osservatore Romano', monseñor Guido Marini responde a quien se pregunta si el Papa mantendrá esta práctica que pudo verse en su último viaje a Italia, a las localidades de Santa María de Leuca y Brindisi.

'Creo realmente que sí --considera- -. En este sentido, no hay que olvidar que la distribución de la comunión en la mano sigue siendo todavía, desde el punto de vista jurídico, un indulto a la ley universal, concedido por la Santa Sede a las conferencias episcopales que lo hayan pedido'.

'La modalidad adoptada por Benedicto XVI tiende a subrayar la vigencia de la norma válida para toda la Iglesia', aclara.

Esta modalidad de distribución del sacramento, dice, 'sin quitar nada a la otra, subraya mejor la verdad de la presencia real en la Eucaristía, ayuda a la devoción de los fieles, introduce con más facilidad en el sentido del misterio. Aspecto que en nuestro tiempo, pastoralmente hablando, es urgente subrayar y recuperar', aclara.

A quien acusa a Benedicto XVI de querer imponer modelos preconciliares, el maestro de las celebraciones litúrgicas explica que 'términos como 'preconciliar' y 'postconciliar' me parece que pertenecen a un lenguaje que ya ha sido superado y, si se utilizan con el objetivo de indicar una discontinuidad en el camino de la Iglesia, considero que son equivocados y típicos de visiones ideológicas muy reductivas'.

'Hay 'cosas antiguas y cosas nuevas' que pertenecen al tesoro de la Iglesia de siempre y como tales deben ser consideradas. Quien es sabio sabe encontrar en su tesoro tanto unas como otras, sin tener otros criterios que no sean evangélicos y eclesiales'.

'No todo lo que es nuevo es verdadero, como tampoco lo es todo lo antiguo. La verdad atraviesa lo antiguo y lo nuevo y a ella debemos tender sin prejuicios'.

'La Iglesia vive según esa ley de la continuidad, en virtud de la cual, conoce un desarrollo arraigado en la tradición. Lo importante es que todo esté orientado a una celebración litúrgica que sea verdaderamente la celebración del misterio sagrado, del Señor crucificado y resucitado, que se hace presente en su Iglesia, reactualizando el misterio de la salvación y llamándonos, según la lógica de una auténtica y activa participación, a compartir hasta sus últimas consecuencias su misma vida, que es vida de don de amor al Padre y a los hermanos, vida de santidad'.
Comentario de Iesvs.org:

Si desea hacer algún aporte o corrección favor de escribirnos a comunion@iesvs.org


Síntesis
Es mejor comulgar de rodillas, en la boca y de manos consagradas (Sacerdotes y diáconos) porque demuestra más respeto y amor a la Eucaristía, es decir a Jesús, al Papa y a la Iglesia.
Lo que no busca agradar a Dios, agrada a Satanás. ¿A quién quieres agradar?
Según Redemptionis Sacramentum es una tarea gravísima para todos (incluso fieles) denunciar y corregir abusos.


Explicación
La ley es comulgar de rodillas. La autorización a hacerlo de pie y en la mano es una excepción a la regla, contra el deseo de la Cátedra de Pedro y contra la tradición de la Iglesia.
En los documentos que se citan a continuación queda claro que ningún Sacerdote, Obispo o Conferencia Episcopal tiene potestad para prohibir la ley. Jamás autorizó la Santa Sede prohibir comulgar de rodillas y en la boca, a conferencia episcopal alguna. Comulgar de rodillas es un derecho del fiel que sólo puede ser suprimido por el Papa.
Nadie puede prohibir comulgar rodillas y en la boca porque es un derecho del fiel y porque en definitiva es lo que sugiere la Santa Sede como una mejor forma de comulgar.
Si alguna vez un sacerdote ha dicho lo contrario, favor de corregirle fraternalmente, rezando antes por él. Si ha propagado el error públicamente, por ejemplo en una Misa o en el boletín parroquial, el corregirse públicamente muestra el amor a la Verdad y la virtud de la humildad.
Para corregir el error, al menos se debieran dedicar los mismos esfuerzos y medios que se utilizaron para propagarlo.

Ordenamiento del Misal Romano 2001, nro. 160, dice: “Después el sacerdote toma la patena o el copón, y se aproxima a los que van a comulgar, quienes de ordinario se acercan procesionalmente. No está permitido a los fieles tomar por sí mismos el pan consagrado ni el cáliz sagrado ni mucho menos que se lo pasen entre sí de mano en mano. Los fieles comulgan de rodillas o de pie, según lo establezca la Conferencia Episcopal. Cuando comulgan de pie, se recomienda hacer, antes de recibir el Sacramento, la debida reverencia, establecida por las mismas normas.”

Muchas Conferencias Episcopales (como la Argentina) no han establecido normas al respecto, pero las que lo hacen, deben hacerlas reconocer por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Ese dicasterio las reconoce, pero siempre, salvando el derecho de los fieles a comulgar de rodillas.

“Notitiæ”, la publicación oficial de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en su edición de noviembre-diciembre de 2002 (Nº 436), dice: “Aun en aquellos países donde esta Congregación ha aprobado la legislación local que establece el permanecer de pie como la postura para recibir la Sagrada Comunión, de acuerdo con las adaptaciones permitidas a las Conferencias Episcopales por la Instrucción General del Misal Romano n. 160, § 2, lo ha hecho con la condición de que a los comulgantes que prefieren arrodillarse no les será negada la Sagrada Comunión.”

“La Congregación está de hecho preocupada por el número de quejas similares que ha recibido desde varios lugares en los últimos meses, y considera que cualquier negativa de dar la Sagrada Comunión a un miembro de la feligresía, fundada en que se encuentra de rodillas para recibirla, es una grave violación a uno de los derechos más básicos del feligrés cristiano, a saber, el de ser ayudado por sus Pastores por medio de los Sacramentos (Código de Derecho Canónico, canon 213)”.

“En vista de la ley que establece que ‘los ministros sagrados no pueden negar los sacramentos a quienes los pidan de modo oportuno, estén bien dispuestos y no les sea prohibido por el derecho recibirlos’ (Código de Derecho Canónico, canon 843, § 1), no debe negarse la Sagrada Comunión a ningún católico durante la Santa Misa, excepto en casos que pongan en peligro de grave escándalo a otros creyentes, como el pecador público o la obstinación en la herejía o el cisma, públicamente profesado o declarado.”

SAN EFRÉN: 'Comed este pan y no piséis sus migas, ... una partícula de sus migas puede santificar a miles de miles y es suficiente para dar vida a todos los que la comen.' (Serm. in hebd. s., 4, 4.). Este texto es comentado por el PAPA PABLO VI: «Consta que los fieles creían, y con razón, que pecaban, como nos recuerda Orígenes, si, habiendo recibido el cuerpo del Señor, y conservándolo con todo cuidado y veneración, algún fragmento caía por negligencia. ' » (Mysterium Fidei, 32.)
Recordando que Jesús está entero en cada partícula (miguita visible) y que cada partícula merece el respeto del Rey del universo y Amor de los Amores, la comunión en la mano es peor por varias razones:


· Mayor posibilidad de maltrato a la Eucaristía:
o Mayor posibilidad de secuestro de Jesús (llevarse la Hostia a casa) y de robo para sectas satánicas y misas negras
o Posibilidad de que se comparta con alguien (caso madre que da a hijita)
o Pérdida de partículas en la mano que hace de patena (a veces ni siquiera se pone cuidado en ésto)
o Pérdida de partículas en los dedos que la agarran
o Nadie se lava las manos inmediatamente para evitar posibilidad de que haya quedado partículas, cosa que sí hace (o debiera hacer) el Sacerdote
o Nadie se lame las manos o dedos por si quedaran partículas (sino comulgaría en la boca)
o Riesgo de pérdida de partículas y de no alcanzar una Hostia que se cae porque la mano obliga a poner la patena más abajo (incluso no usan bandeja o patena a pesar de lo prescripto por la Santa Sede por ejemplo en Redemptionis Sacramentum)
o Mayor riesgo de pérdida de partículas al hacerse dos trayectos en vez de uno: del Sacerdote a la mano y de la mano a la boca


· Falta de respeto y pérdida del sentido de lo sagrado:
o La Hostia es tocada por manos no ordenadas (Sacerdote o diácono): en lo posible, Jesús merece ser tocado únicamente por manos consagradas (es lo que pide la Iglesia en Redemptionis Sacramentum)
o No considerarse digno de tocar a Cristo muestra respeto como la hemorroísa que apenas se dignó a tocar los flecos de su manto cuando todo el resto lo toqueteaba (cabe recordar que de todos los que le tocaron sólo ella que no se dignó a hacerlo fue la que recibió su “fuerza” y su sanación)
o Casi la totalidad de quienes comulgan en la mano no hacen la debida reverencia solicitada por la Santa Sede en el Misal (al menos una inclinación de cabeza). Quienes comulgan de rodillas no deben hacer reverencia porque esa es de por sí una mejor reverencia que inclinar la cabeza.


o Algunos incluso intentan arrancar la Hostia de las manos del Sacerdote,
o Algunos se llevan la mano en que se depositó directamente a la boca, mostrando que no fueron preparados o no comprendieron.
o Todos vienen de la calle con las manos sucias: es curioso que nos lavamos las manos para comer cualquier comida pero consideramos que no lo amerita el Pan del Cielo. Para los hipocondríacos, aprensivos y maniáticos es importante hacerles saber que jamás alguien se va a enfermar por comulgar en la boca: Jesús es la salud del mundo.

· Desidia y falta de control de abusos: la mayoría de quienes comulgan en la mano lo hacen de espaldas al sacerdote camino a su banco sin seguir los lineamientos de comulgar frente al Sacerdote


Testimonio sobre la obligación de la reverencia
Conozco un sacerdote que niega la comunión a quien no haga la reverencia. Pero lo importante es que no lo hace sin más y sin explicación. Sino que, siempre (aunque a los que asistimos a sus misas con alguna frecuencia nos parezca algo repetitivo), antes de iniciar la distribución de la Sagrada Eucaristía, explica a todos que esa reverencia es absolutamente necesaria como una muestra de respeto y adoración al Señor, y que todos los que deseen comulgar la tendrán que hacer. Cuando llega alguien al frente de la fila, y no la hace, el sacerdote simplemente le retiene la Sagrada Forma mientras le indica, ya sea con un ademán o verbalmente que se le está olvidando la reverencia; de modo que, al final, todos la hacen.
ESTO es la Nueva Evangelizació n: no se trata tan sólo de 'mostrar', ni tan sólo de exigir el símbolo o la acción. Sino se trata de explicar su contenido de manera expresa. Pues, de lo contrario, el símbolo queda como una mera acción externa, un cascarón sin contenido. En cambio, si el sacerdote (o el laico evangelizador) explica e instruye, el símbolo adquiere toda su fuerza y contenido.


¿Por qué se comulgó en la mano durante más de mil años?
Una explicación podría ser que se tardó ese tiempo en inventarse e introducirse la hostia en forma de oblea, pero una vez introducida la “tecnología”, toda la Iglesia cambió a la comunión en la boca. Otra explicación es que la liturgia fue descubriendo mejores formas de honrar a Cristo presente en la Eucaristía.
¿quieres ser Santo? ¿Amas a Dios sobre TODAS las cosas? No hay un sólo Santo que recomiende la comunión en la mano luego de ese período. Ni uno sólo! Los Santos tienen visión más clara de la Verdad porque tienen menos pecados que la enturbian y están más cerca de la Verdad… y viceversa!

¿Por qué Jesús no introdujo la oblea?
Porque no era su misión sino la del hombre: “dominar la tierra”. Jesús, que lo sabía TODO, no nos dejó el conocimiento para fabricar medicamentos y todas las innovaciones tecnológicas que hubieran curado y alimentado a millones: ¿por qué habría de hacerlo con la oblea?

Comunión en la mano: anti-ecuménico
Otro argumento interesante: prohibir la comunión de rodillas y en la boca atenta contra el espíritu ecuménico, no sólo porque hay ritos Católicos que prescriben esa modalidad sino porque nuestros hermanos Ortodoxos no comulgan en la mano.
Los protestantes sí reciben en la mano el simulacro de comunión porque ellos no tienen la presencia real de Cristo en la Eucaristía. La comunión en la mano en realidad se ha re-introducido en la Iglesia imitando la falta de fe del protestantismo, que no cree en la presencia Real de Cristo, y por eso es un retroceso litúrgico.


¿Es una pérdida de tiempo?
Antes los fieles que comulgaban de rodillas rodeaban el altar y el Sacerdote iba de fiel en fiel en un semicírculo: mientras se iba un fiel se acercaba otro y para cuando el Sacerdote regresaba de la “ronda” ya estaba bien ubicado y listo para comulgar. Este sistema era mucho más rápido que la comunión de pie.
Bajo la organización actual comulgar de rodillas retrasa la distribución de la Comunión. Esto no sería así si se pusiera el más mínimo interés en permitir comulgar de rodillas.


La solución más simple es hacer 2 filas para comulgar: mientras se da a uno, se ubica el de la otra fila y de esta forma no se pierde tiempo alguno si alguien quiere arrodillarse. Sólo es necesario dejar más espacio en el corredor que posibilite 2 filas de llegada y dos de salida.

Aún si no se hicieran cambios, la demora en la distribución no debe ser considerado una desventaja: da más tiempo para rezar fervorosamente para prepararse mejor para comulgar y para agradecer mejor semejante visita. El problema es cuando los cantos no ayudan a concentrarse en la oración (por ejemplo cuando la letra nada tiene que ver con la oración debida a ese momento), pero eso da para otro artículo.
A Dios se le debe todo el tiempo que sea necesario.


Conclusión

Es mejor comulgar de rodillas, en la boca y de manos consagradas (Sacerdotes y diáconos pero no ministros de la Comunión si existe la opción de los anteriores) porque demuestra más respeto y amor a la Eucaristía, es decir a Jesús, al Papa y a la Iglesia.
Lo que no busca agradar a Dios, agrada a Satanás. ¿A quién quieres agradar?
Según Redemptionis Sacramentum es una tarea gravísima para todos (incluso fieles) denunciar y corregir abusos.
Fonte:ad maiorem dei Gloriam