sábado, 28 de novembro de 2009

ROMA 1962-1963: El Clima litúrgico conciliar Por Dom Gregori Maria Capítulo 3º: "Los vientos" anuncian nueve puntos...


El mismo día 22 de octubre, aún sin atreverse a pronosticar cuáles iban a ser las cuestiones litúrgicas concretas que el Concilio pretendía tocar, el P. Martín Descalzo creyó intuir que los temas que más iban a interesar en aquellos días se podían concretar en nueve puntos. Veamos como intentaba especificarlos:

Teología de la liturgia.- El esquema presentado por la Comisión Preparatoria no planteará una reforma rubricista, sino algo mayor. Se necesitará pues un tratado de liturgia, base constituyente de cualquier reforma. Se plantearán problemáticas concretas, pero está convencido que lo que hará el Concilio será marcar las bases fundamentales de la reforma, dejando para las comisiones postconciliares la realización y aplicación de las directivas en los años sucesivos. Hace una advertencia a los ilusos: que no esperen cambios concretos “el Concilio señalará la dirección de la rueda, el camino se correrá después.” (sic)

Don José Luis dio certeramente en la diana. Así lo pronosticó y así fue. Para gloria del Concilio y para ruina de la Liturgia Romana, pues si la Constitución “Sacrosanctum Concilium” es un maravilloso tratado teológico de Liturgia y esa es la gloria, el poder absoluto que será otorgado al Consilium para la reforma será omnímodo, y esa será su ruina.

Era de sentido común y además “vox populi” que los que llevaban las riendas de la auspiciada ni querían ni podían acometerla de manera escandalosamente brusca. Aún a pesar de ello, una vez aprobada la Sacrosanctum Concilium a finales de 1963, a mi entender mostraron demasiada impaciencia: en 1964 y en 1965 no solo elaboraron un boceto de reforma sino que construyeron al menos dos maquetas de lo que iba a ser el llamado “Novus Ordo Missae” creando no poco rechazo entre los Padres consultados a tal fin.

Lengua vulgar en la liturgia.- No hace falta ser profeta –arguía- para saber que este tema será quizá el más debatido en los próximos días. Problema difícil y en el que pueden darse posturas muy opuestas, movidos unos por el respeto a la tradición, empujados otros por las necesidades prácticas y concretas, obsesionados unos, por conservar la unidad de la Iglesia, preocupados otros por la necesidad de llegar a todos los pueblos y culturas. ¿Hace falta ser demasiado sabios para calcular que el Concilio tomará un camino intermedio?

El Concilio quizá sí: conservar el latín en el conjunto de la celebración eucarística y fomentar adecuadas traducciones de las lecturas para que se generalice el uso en ellas, así como en la administración de los sacramentos, de la lengua vernácula. Pero en el diseño posconciliar eso desapareció: ya en las directivas dadas en 1964 quedaba sólo estrictamente el canon en lengua latina, pero la presión de las comisiones litúrgicas de los episcopados nacionales fue tan enorme, que el centro se encontró rebasado por la periferia (¡O no!). Circulaban fascículos y separatas en las diversas lenguas, de todo el Misal, editados por los “Centros de Pastoral Litúrgica” de todo el mundo. El tomo del Misal Romano, como tal, fue abandonado de la noche a la mañana. Parece que todo el mundo necesitase sentirse “moderno” también en ese aspecto.

Adaptación de la liturgia a las diversas culturas.- Pero el problema no es solo de lengua, sino mucho más extenso. Toda la liturgia actual está construida sobre las bases de la cultura latina, occidental. ¿Y deben imponerse las formas de una cultura concreta a quienes viven en otra, haciéndoles creer que al aceptar la fe cristiana tienen que abandonar su cultura y aceptar la de los occidentales? "No debemos permitir de ningún modo -decía anteayer en una conferencia el cardenal Lercaro- que pueda hablarse jamás de colonialismo litúrgico." ¡Qué interesantes van a ser estos días las intervenciones de los obispos africanos y asiáticos!

Era más que evidente que hacia donde se pretendía llegar no era únicamente hacia una traducción completa de todo el patrimonio litúrgico en lengua vernácula ni siquiera caminar hacia una simplificación de los ritos. El diseño rector era la de la “inculturación” litúrgica: tantas formas litúrgicas como culturas, basado este pues en el principio ideológico de que unidad no significa uniformidad. ¡Qué poco presente tenían los Padres el proceso de las desviaciones litúrgicas a lo largo de la Historia de la Iglesia! Lo confiesa en el siguiente punto

Reforma de la misa y los sacramentos.- Pero la reforma no solo se reducirá a la lengua de la liturgia; hay muchas otras cosas que el tiempo envejeció. "Algunas ceremonias -dice el esquema presentado a los obispos- fueron con el tiempo añadiéndose a los ritos esenciales, quizá agravándoles en modo excesivo y que respondían a gustos y exigencias de particulares momentos históricos, a usos tradicionales de determinados pueblos."
A nadie extrañará por tanto una simplificación en la misa y en los sacramentos, un mayor puesto para la predicación y la Biblia e incluso un reestudio del ayuno eucarístico y una ampliación de las facilidades para las misas vespertinas.

Si así pensaban: ¡Qué poca idea tenían de antropología cultural y de cuán necesarios son sus principios en medio de una sociedad tendente a la globalización y a una despersonalización de la cultura! Nadie como la Iglesia, puede preservar la identidad cultural de los pueblos conservando intacta una liturgia, la latina, que nunca fue un apéndice extraño a las diversas idiosincrasias culturales sino una fuerza que, sin excepción alguna, tendió a realizar una maravillosa amalgama con las culturas nacionales aportando un sustrato más al rico patrimonio de cada pueblo. Allí donde llegó el catolicismo, este se inculturó con las formas propias de cada pueblo y, aún a riesgo de eclecticismo, engendró con su aportación, una nueva riqueza cultural para cada nación.

Considero sin embargo acertado el mayor puesto para la predicación y un enriquecimiento bíblico (aunque muchas de las lecturas veterotestamentarias del resultante ciclo continuo bianual son prescindibles). Las mismas dudas se presentan sobre la “imperiosa necesidad” los tres ciclos festivos del leccionario litúrgico. En cuanto al ayuno eucarístico se encontraba ya atenuado por Pío XII a tres horas. Creo que la posterior reducción a una hora por Pablo VI lo ha reducido a una caricatura. Nos separa además enormemente de los hermanos ortodoxos que son exigentísimos al respecto. Sobre las misas vespertinas, quizá de acuerdo, aunque quizá no la de los domingos por la noche que no se encuentra en la tradición de la Iglesia y desfigura el sentido del día del Señor.

Reforma del breviario.- La necesidad de esta reforma la conocen bien todos los sacerdotes. Y no se trata de suprimir o aligerar este deber sacerdotal de la oración. Pero si se trata de conseguir que esta plegaria encuentre cauces más provechosos, que esta oración, objetivamente utilísima al ser la oración oficial de la Iglesia, sea también subjetivamente más útil de lo que hoy es. Todos esperan una mayor elasticidad en la estructura del rezo, una forma menos monacal, con mayor entrada de los Santos Padres y del Nuevo Testamento, algo que se aproxime más a la oración meditativa y a la lectura espiritual. ¿Qué realizará en estas líneas el Concilio?

Quizá en la mayoría de estas consideraciones podríamos estar de acuerdo. La única pregunta que queda en suspenso es si se podría haber realizado este auspiciado enriquecimiento patrístico del Breviario sin destruir las lecturas hagiográficas, como se hizo con la edición de la Liturgia de las Horas. Resaltar también que así como la semana cristiana tiene una fuerte personalidad bíblica y con ella toda la tradicional distribución del Salterio en una semana, la distribución en cuatro semanas, aunque pueda tener algún beneficio, desfigura el septenario judeocristiano.

Reforma del calendario litúrgico.- He aquí otro deseo común, un calendario fijo, igual para todos los años, determinada para siempre y no fluctuante la fecha de la Pascua. Esto supondría ponerse, ante todo, de acuerdo con los orientales, que celebran su Pascua en fecha distinta de la nuestra, creando gran confusión en los países en los que coinciden católicos y ortodoxos, y supondría ponerse también de acuerdo con la Unesco, que está ahora estudiando este proyecto de calendario fijo.

Mejor no realizo ningún comentario. No desearía en esta serie faltar a la caridad en modo alguno ni utilizar el sarcasmo y la burla.

Concelebración en el rito latino.- He aquí una de las riquezas que Oriente conserva con celo y que hace siglos se hicieron inhabituales en Occidente. La teología nos enseña que todos los sacerdotes participan en el sacerdocio de su obispo como participan en el de Cristo. ¿Por qué renunciar a esa hermosa ceremonia de la celebración común en la que esta participación en el sacerdocio se simboliza y se realiza? ¿Por qué perder esta hermosa riqueza, que sería tan útil en los grandes congresos con concentraciones de sacerdotes, en las tandas de ejercicios espirituales, en los monasterios, en el Jueves Santo en que tantos sacerdotes no pueden celebrar? Muchas corrientes litúrgicas aspiran a resucitar esta ceremonia. Pero es el Concilio quien tendrá la palabra.

Sin desdeñar la riqueza de esta tradición en Oriente, el comentario revela un desconocimiento supino de la historia del rito romano, donde jamás fue habitual. Y aunque existe un fundamento teológico, e incluso litúrgico para que la concelebración fuese posible en algunas celebraciones, el generalizarla ha empobrecido la vida litúrgica especialmente de catedrales y colegiatas, de monasterios y conventos. Donde antes se celebraban tantas misas al día como sacerdotes residían hoy a duras penas hay una única celebración, extendiéndose la perniciosa idea entre muchos sacerdotes de que no es necesario celebrar cada día. No se puede negar que “a parte post” queda más que demostrado el enfriamiento eucarístico de los sacerdotes en el actual periodo posconciliar.

Comunión bajo dos especies.- Basta abrir el Evangelio para recordar que Cristo distribuyó por primera vez la Eucaristía en pan y vino. Fueron la comodidad y el tiempo quienes buscaron la forma simple de comulgar solo con pan. Teológicamente esto era perfectamente válido, ya que todo Cristo está en todo el pan y en todo el vino. ¿Pero quién duda de que simbólicamente el rito eucarístico se ha empobrecido y que tiene un más vivo esplendor en la liturgia oriental? ¿Por qué no conservarlo al menos en algunas ocasiones más solemnes?

No sólo fue la comodidad y el tiempo empleado para la comunión. Fue también el temor a la profanación del sanguis cuyas gotas se derramaban (recordemos que el pueblo usaba de otro cáliz con la llamada “consecratio” todo vino y un poquito de sanguis) y también las diversas herejías eucarísticas surgidas en el transcurso de la historia. Por otra parte estoy convencido que más que un afán ecuménico para con los ortodoxos lo que existía era una voluntad de complacencia para con los protestantes…

Porque si hubiera existido ese afán, el siguiente punto ni lo hubiera mencionado.

Vestiduras, arte, música sagrada.- He aquí otro capítulo que el Concilio no dejará de tocar. Las aspiraciones a un vestuario más simple, menos barroco, con menor sensación de riqueza y ostentación; los deseos de las iglesias más luminosas, menos recargadas, con mayor importancia a los altares y menor a los retablos; el sueño de una música más popular y a la vez más seria, menos sentimental, más religiosa; todo esto vive y crece en muchas almas, No dejará de vibrar en las de muchos Padres Conciliares.

Esa aspiración ya había recibido un gran impulso desde los años 40 con la difusión de los llamados ornamentos góticos, que usaban de signos paleocristianos para su ornato. También se había generalizado la construcción de templos mucho más en línea con la tradición primitiva de la Iglesia (templos bizantinizantes o de estética lineal), pero no se cuidó bastante el hecho de que la predilección por un estilo o una época no podía implicar el desprecio por otra. ¿Resultado? Un odio visceral a todo lo renacentista, barroco o neoclásico que llegó a tales cotas que el posconcilio generalizó una destrucción inimaginable de elementos artísticos. ¿Es católica una reforma que conlleva desprecio y destrucción en alto grado?

“He aquí los temas y las esperanzas que estos días se barajarán en el Aula Conciliar” afirmaba don José Luis en aquel octubre de 1962. Lo más prudente es que junto a esas esperanzas se hubieran intuido los riesgos y que con todo, se hubiese sido más cauto. Pero en los años posteriores llegó a parecer que todo estaba calculado con precisión matemática.
fonte:germinans germinabit

Mons. Athanasius Schneider(Kreuz.net) No que tange à Santa Comunhão, impera uma grande necessidade na Igreja.

Um bispo auxiliar do Cazaquistão adverte os bispos alemães que não apenas se alegrem com a Comunhão na boca e de joelhos. Os pastores supremos precisam dissuadir de maneira ativa os fiéis de comungarem na mão.

Mons. Athanasius Schneider(Kreuz.net) No que tange à Santa Comunhão, impera uma grande necessidade na Igreja. Assim esclareceu o Bispo Auxiliar – descendente de alemães – de Karaganda, no Cazaquisão, Mons. Athanasius Schneider (48), em uma entrevista para o canal de TV católico ‘Kephas-TV’. O filme será exibido várias vezes nessa semana.

O recebimento da comunhão é o encontro com Deus, “perante o qual os anjos se prostram” – esclareceu o Bispo Auxiliar. Deve ficar claro durante o recebimento da comunhão que esse é um momento sagrado. Para os fiéis o mais natural seria ficar de joelhos diante da majestade divina: “Esse é o mínimo que devemos ao Senhor.”

O ser humano consiste de alma e corpo e também precisa mostrar reverência perante o Senhor. Quanto à distribuição da Comunhão hoje em dia, o Bispo Auxiliar disse que é de chorar “quando a observamos.”

Os bispos devem se alegrar sobre a Comunhão na boca

Durante a Comunhão na mão e de pé não haveria mais quase nenhum sinal externo de adoração: “Isso é simplesmente um movimento em série, que transcorre de maneira bastante rápida, em que se recebe o Senhor na forma de pão rapidamente e se coloca na boca por si mesmo.”

Mons. Schneider adverte o clero também: “Precisamos todos nos alegrar – também os bispos e sacerdotes – quando os fiéis se ajoelham diante do Senhor.”

Contra o Concílio Pastoral

Na entrevista o Bispo Auxiliar enfatiza ainda que o apelo da Comunhão na mão no Concílio Pastoral Vaticano Segundo é um “puro mito”. O Concílio não teria dito nada a respeito disso. A Comunhão na mão não teria passado pela cabeça dos padres conciliares.

Implementada de maneira ilegal

A Comunhão na mão na forma atual teria sido inicialmente introduzida de maneira ilegítima na Holanda – eclesialmente morta nesse meio tempo. O Papa Paulo VI († 1978) teria “legitimado” a Comunhão na mão pela primeira vez posteriormente. O Bispo Auxiliar Schneider está convencido de que esse Papa não desejaria a Comunhão na mão. No ano de 1968, o Papa indagou o episcopado mundial sobre o tema. Dois terços dos bispos negaram a Comunhão na mão. Eles exigiram que a forma tradicional de recebimento da Comunhão fosse mantida. Mons. Schneider esclareceu também que: Os bispos daquela época reconheciam ainda o perigo de que partículas da hóstia caíssem no chão e que a reverência dos fiéis se perdesse.

A Comunhão na mão é fortemente proibida no Cazaquistão

O Bispo Auxiliar Schneider reporta que no Cazaquistão nunca existiu a Comunhão na mão: “Para os fiéis, ajoelhar-se é uma necessidade espontânea. Não se precisa ensinar-lhes de modo algum. A fé interior exige um gesto exterior dos joelhos.”

Também turistas, diplomatas e executivos precisam receber a Comunhão na boca no Cazaquistão: “Há dois anos a nossa Conferência Episcopal tomou a decisão unânime de que somente a Comunhão na boca e de joelhos seria permitida em todas as dioceses do Cazaquistão – também para os estrangeiros. A Santa Sé concordou com essa norma.”

Um magistério prático

Mons. Schneider ficou “bastante admirado” quando o Santo Padre começou a distribuir a Comunhão somente na boca e de joelhos: “Eu considerei isso como um Magistério prático que o Santo Padre nos dá.” Especialmente os bispos deveriam ser muito gratos ao Santo Padre por seu exemplo e imitá-lo.

O Bispo Auxiliar sugere que os bispos diocesanos recomendem e esclareçam sobre a Comunhão na boca e de joelhos, se recordando de alguns bispos que já fizeram isso. Ele menciona o Prefeito para a Congregação da Liturgia, o Cardeal Antonio Cañizares. Na Quinta-feira Santa o Cardeal exigiu que os fiéis na Catedral de sua arquidiocese anterior, Toledo, recebessem a Comunhão na boca de joelhos. “Na Comunhão todos os fiéis receberam a Santa Comunhão de joelhos e na boca – embora ele só tivesse aconselhado.”

Ajudar os fiéis em seu direito

O Bispo Auxiliar Schneider criticou ainda a retirada das mesas da comunhão das igrejas nos anos 70 do último século: “Isso foi como uma avalanche.” Esse fato será encarado como “iconoclasmo” na História da Igreja. O Bispo Auxiliar considera a reintrodução das mesas da comunhão também por razões práticas bastante úteis.

Os fiéis teriam o direito de se ajoelharem para a Comunhão. Contudo, sem as mesas da comunhão, esses fiéis – sobretudo, os idosos – seriam afetados de maneira adversa. Isso seria uma injustiça.

Além disso, Mons. Schneider considera a mesa da comunhão como um símbolo. Ela se revela como um armário que fica atrás de algo sagrado – “próximo ao Sacrário, onde o próprio Jesus está verdadeiramente presente”.

As mesas da comunhão teriam existido já nos primeiros séculos:

“Quando quisermos nos voltar aos padres da Igreja, às origens, então, deveríamos pelo menos reintroduzir as mesas da comunhão.”

fonte:fratres in unum

Homilía del Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne"La comunión eucarística se recibe en la boca"


Homilía del Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne
Domingo XXI del Tiempo Ordinario
Domingo, 23 de agosto de 2009
Basílica Catedral de Lima




Queridos hermanos en Cristo Jesús:

Las palabras del Evangelio nos traen a la memoria como Jesús, cuando les explicó y les dijo “Yo soy el Pan Vivo”, una palabra que nunca habían oído -habían escuchado hablar del pan que se come- ya empiezan a no entenderle. Y dice “El que come de este pan vivirá para siempre”.

En la mente de los discípulos que lo escuchaban va surgiendo una duda, porque no entienden lo que les dice Jesús, hace falta la fe; y cuando finalmente Jesús les dice: “Vienen a mí los que mi Padre convoca”, en el fondo viene a decir que es Dios quien toma la iniciativa en tu vida.

Ya esto les molestó y se empezaron a retirar; y entonces le pregunta a los discípulos: Ustedes, ¿también quieren retirarse? Y Pedro, -ya en ese momento destacando como esa piedra, como el Santo Padre, como la cabeza visible de la Iglesia- contesta: ¿A quien iremos, si tú tienes palabras de vida eterna?

Hoy mismo, el Papa Benedicto XVI, (por esa diferencia de horas con Roma) ya decía: “Al mundo de hoy también le puede parecer que este lenguaje de Cristo, que dice: “Este es mi Cuerpo, verdadera comida para la vida eterna, el que me come habita en mí”, estas palabras –dice el Papa- ¿Quién puede escucharlo?, y dice, sin embargo, Jesús no suaviza esas afirmaciones, sino que también le dice a los apóstoles “Ustedes, ¿también quieren irse?”. Esta pregunta provocadora, no sólo se dirige a los discípulos que en ese momento escuchaban, sino que alcanza a los creyentes y a los hombres de todas las épocas. También hoy muchos se escandalizan ante la enseñanza de la fe cristiana”.

Y pregunta el Papa: “¿Hay que adaptar su palabra a los tiempos, o son los tiempos que deben reconocer la palabra de Dios? Dice, es fácil una primera adhesión entusiasta, pero toda la vida ser fiel, ya no solamente cuando me gusta o cuando la necesito, sino siempre. Ahí está ese gran desafío del tiempo actual: ¿También vosotros quieren marcharse?”.

Queridos hermanos y hermanas, nosotros también debemos repetir esa respuesta de Cristo: ¿A dónde vamos a ir, si tú tienes palabras de vida eterna?, y nosotros creemos que tú eres el Santo de Dios.

La comunión eucarística se recibe en la boca

Por eso, hermanos, cuando se habla de la Eucaristía, también debemos tener una manera de mostrar nuestro amor, nuestra adoración, nuestro respeto. Les enseño para que aprendamos, la comunión eucarística –nos enseña la Iglesia- ¡se recibe en la boca! Hace unos años, la Santa Sede dio un permiso para que en algunos lugares se pudiera recibir en la mano cuando el obispo lo concede; pero ahora me pregunto: ¿Todos recordamos esa enseñanza? La comunión, nos enseña la Iglesia, el Santo Padre en San Pedro lo hace, se recibe en la boca, para evitar el uso de la mano sucia en contacto con el Cuerpo de Cristo; y el sacerdote que toca el cuerpo de Cristo se lava las manos, se purifica después de la misa, para evitar que el Cuerpo de Cristo vaya a otras manos que saluda o a otras cosas.

Quiero recordarles de manera clara la enseñanza de la Iglesia universal, que la comunión eucarística se recibe en la boca, en esta Arquidiócesis todavía hay el permiso, digo todavía, porque cada vez más le estoy pidiendo a los sacerdotes y religiosos que ese respeto visible al Cuerpo de Cristo se manifieste, y que no se esté entregando el cuerpo de Cristo como quien reparte unos papeles ¡No!

Y hay que hacer una señal de respeto, que también nos dice la Iglesia, puede ser una inclinación de cabeza; pero también les digo, en muchos lugares, durante muchos siglos, el respeto se manifestó recibiendo el Cuerpo de Cristo, de rodillas. Y en todas las Iglesias del mundo habían pequeños reclinatorios, donde la gente se acercaba y recibía de rodillas el Cuerpo de Cristo. Esto no ha pasado, sigue vigente.

Por eso, en esta Basílica Catedral, siguiendo el ejemplo del Papa; el Papa en la Basílica de San Pedro ha puesto unos reclinatorios para poder comulgar de rodillas, ¡en la boca! Si el representante de Cristo nos da esa lección de amor, ¿no vamos a obedecer sus hijos?

Recuperemos la buena educación de la piedad

Cuando los apóstoles escucharon que su cuerpo era el Pan Vivo, de entrada hubo una confusión, una duda. Creo que es hora que recuperemos ese amor a la Eucaristía, recibiendo a Jesús con el cuerpo y el alma limpios, en gracia de Dios, que se utilice esa pequeña bandeja por si alguna partecita de la hostia se desprende y no caiga al suelo.

Esa urbanidad, esa buena educación de la piedad, de respeto, de adoración al Cuerpo de Cristo, debemos ir poniéndola en práctica, enseñándola desde los niños hasta los más ancianos. Lo normal, lo que la Iglesia prescribe es que la comunión es en la boca; y por excepción ¡con permiso! se puede dar en la mano.

Hermanos, uno pensará, esto que tiene que ver. Se puede respetar de pie, de rodillas, en la mano, en la boca. En el lenguaje humano, cuando uno conoce y quiere a una persona, tiene una manera de tratarla, de recibirla, de saludarla; cuando uno quiere mal a una persona también tiene una manera de tratarla un poco mal.

Yo creo que a Jesús, también nos ayuda a todos ¡ver!, como el ponernos de rodillas es señal de humildad; de recibirlo en la boca, una señal de respeto ante la grandeza del cuerpo que estoy recibiendo. Y todo eso con un gran cariño a la Iglesia, sin ninguna discusión, sino simplemente como una muestra, una educación.

Creo hermanos, que también hay que tener una buena educación con el Cuerpo de Cristo. Si Él me dice “El que me come, habita en mí, y yo en él”, pues, abramos con confianza el corazón a Cristo, dejemos que nos conquiste. Como decía el Santo Cura de Ars “Que nuestra única felicidad en este tierra consista en amar a Dios y saber que Él nos ama”.

Que María con su humildad nos enseñe a tratar con más respeto al Señor cuando nos acercamos a recibir el Cuerpo de Cristo.

Así sea.




martes 1 de septiembre de 2009

Comunion en la mano y la herejia protestante.

Santa cena protestante
La reverencia hacia este sacramento ha llevado a una serie de signos de devoción que se observa universalmente en toda la Iglesia de Occidente y Oriente.
Donde quiera que la herejía protestante triunfó, muchos o todos estos signos de reverencia fueron prohibidos porque, lógicamente, en el contexto de esta herejía, el pan y el vino no son más que símbolos del Cuerpo y la Sangre de Cristo. En sí mismos siguen siendo el pan y el vino, no es diferente y no más santo que el pan y el vino utilizado fuera de la Comunión.

Los católicos fueron acusados de "adoración de pan", que, a los protestantes presunta, constituye la idolatría. Algunas sectas suprimido todos los signos de reverencia que se le ofreció al Santísimo Sacramento en la Iglesia Católica.

El primer Libro de Oración protestante fue impuesto al pueblo Inglés en 1549. Se mantuvo la práctica de arrodillarse y recibir la Comunión en la lengua. Este fue uno de varios detalles en el Libro de Oración de 1549 que provocó el descontento de los reformadores más radicales, en particular, Martín Bucero, un alemán que ejerció una considerable influencia en la obra litúrgica de Thomas Cranmer, principal autor del Libro de Oración Común anglicano. En su crítica del libro de la Oración de 1549, Bucer escribió:

No tengo ninguna duda de que el uso de no poner estos sacramentos en las manos de los fieles se ha introducido de una superstición doble: en primer lugar, el falso honor del que se desea mostrar a este sacramento, y en segundo lugar, la arrogancia de los malvados sacerdotes que reclaman mayor la santidad que las demas persona, en virtud del aceite de la consagración.

Bucero decidió que "como todas las supersticiones de los romanos contra Cristo ha de ser aborrecida, , se recordó," el sacramento debe colocarse en manos de los laicos :

En buena forma de que los hombres fácilmente se presentarán hasta el punto de recepción de todos los símbolos sagrados en la mano, la conformidad en la recepción se mantendrá, y habrá precauciones contra todos los abusos furtiva de los sacramentos. Porque, aunque por un tiempo de concesión se puede hacer a aquellos cuya fe es débil, dándoles los sacramentos en la boca cuando lo deseen,pero prontodeben configurarse con el resto de la Iglesia y tomar los sacramentos en la mano.

Cuando la edición revisada del Libro de Oración Anglicana fue publicado en 1552, no sólo tenía el "Negra Rúbrica" ha añadido, la práctica de la Comunión en la mano se introdujo. Así, desde la época de la Reforma, la colocación de la Santa Cena en la mano del comulgante adquirido una nueva significación. Significó el rechazo de la creencia católica de que hay una diferencia en esencia entre Pan eucarístico y el pan común o una diferencia en esencia entre un sacerdote y un laico
La recepción del Santísimo Sacramento en la lengua por los laicos es testimonio de su creencia en el sacerdocio y la presencia real, la recepción del Sacramento en la mano como los protestantes es testimonio de rechazo a estas creencias.

lunes 24 de agosto de 2009

El cardenal Cipriani asegura que cada vez pide más a sus sacerdotes que den la comunión en la boca


El Arzobispo de Lima invocó a los fieles a practicar una urbanidad eucarística, consistente en la buena educación de la piedad, respeto y adoración al Cuerpo de Cristo. Esta exhortación la realizó en la Misa Dominical que celebró en la Basílica Catedral de Lima, el domingo 23 de agosto, XXI del Tiempo Ordinario.


Recuperemos ese amor a la Eucaristía, recibiendo a Jesús con el cuerpo y el alma limpios, en gracia de Dios. Que se utilice esa pequeña bandeja de comunión, para que en caso una partecita de la Hostia se desprenda, no caiga al suelo. Por eso, esta urbanidad, que debemos enseñarla desde los niños hasta los más ancianos”, exhortó durante su homilía.

Asimismo, el Pastor de Lima recordó que la Iglesia Universal enseña que la comunión Eucarística se recibe en la boca, y de una manera extraordinaria –con permiso del obispo- en la mano.

La comunión Eucarística se recibe en la boca para evitar el uso de la mano sucia en contacto con el Cuerpo de Cristo. En esta arquidiócesis todavía hay el permiso (para recibir el Cuerpo de Cristo en la mano). Digo todavía, porque cada vez más le pido a los sacerdotes y religiosos que ese respeto visible al Cuerpo de Cristo se manifieste y que no esté entregándose el Cuerpo de Cristo como quien reparte unos papeles”, mencionó.
Arzobispo de Lima también recordó que la forma correcta de recibir a Jesús en la Eucaristía requiere de una preparación personal para estar en gracia. Y al momento de recibirlo, mostrar una señal visible de respeto, que puede ser la inclinación de la cabeza, y mucho más recomendable, recibir la Santa Eucaristía de rodillas.

El amor a la Eucaristía del Cura de Ars

Finalmente, el Pastor de Lima recordó, en este Año Sacerdotal, al Santo Cura de Ars, San Juan María Vianney, como un ejemplo a imitar en el amor a Dios en la Eucaristía.

Hay que tener esa buena educación del Cuerpo de Cristo. Abramos con confianza el corazón a Cristo, dejemos que nos conquiste. Como decía el Santo Cura de Ars: nuestra única felicidad en esta tierra consiste en amar a Dios y saber que él nos ama. Que la Virgen María con su humildad nos enseñe a ser más respetuoso cuando nos acerquemos a recibir el Cuerpo de Cristo”, culminó.


CARTA APOSTÓLICA EM FORMA DE MOTU PROPRIO BENTO XVI




«Os sumos pontífices até nossos dias se preocuparam constantemente para que a Igreja de Cristo oferecesse à Divina Majestade um culto digno de “louvor e glória de Seu nome” e “do bem de toda sua Santa Igreja”.

«Desde tempo imemorável, como também para o futuro, é necessário manter o princípio segundo o qual, “cada Igreja particular deve concordar com a Igreja universal, não só quanto à doutrina da fé e aos sinais sacramentais, mas também em respeito aos usos universalmente aceitos da ininterrupta tradição apostólica, que devem ser observados não só para evitar erros, mas também para transmitir a integridade da fé, para que a lei da oração da Igreja corresponda a sua lei de fé”.» (1)

«Entre os pontífices que tiveram essa preocupação ressalta o nome de São Gregório Magno, que fez todo o possível para que aos novos povos da Europa se transmitisse tanto a fé católica como os tesouros do culto e da cultura acumulados pelos romanos nos séculos precedentes. Ordenou que fosse definida e conservada a forma da sagrada Liturgia, relativa tanto ao Sacrifício da Missa como ao Ofício Divino, no modo em que se celebrava na Urbe. Promoveu com a máxima atenção a difusão dos monges e monjas que, agindo segundo a regra de São Bento, sempre junto ao anuncio do Evangelho exemplificaram com sua vida a saudável máxima da Regra: “Nada se antecipe à obra de Deus” (Cap. 43). Dessa forma a Sagrada Liturgia, celebrada segundo o uso romano, enriqueceu não somente a fé e a piedade, mas também a cultura de muitas populações. Consta efectivamente que a liturgia latina da Igreja em suas várias formas, em todos os séculos da era cristã, impulsionou na vida espiritual a numerosos santos e fortaleceu a tantos povos na virtude da religião e fecundou sua piedade”.»

Motu Proprio

«Muitos outros pontífices romanos, no transcurso dos séculos, mostraram particular solicitude para que a sagrada Liturgia manifestasse da forma mais eficaz esta tarefa: entre eles se destaca São Pio V, que sustentando por grande zelo pastoral, após a exortação do Concílio de Trento, renovou todo o culto da Igreja, revisou a edição dos livros litúrgicos emendados e “renovados segundo a norma dos Padres” e os deu em uso a Igreja Latina».

«Entre os livros litúrgicos do Rito romano ressalta-se o Missa Romano, que se desenvolveu na cidade de Roma, e que, pouco a pouco, com o transcurso dos séculos, tomou formas que têm grande semelhança com as vigentes em tempos mais recentes».

«Foi este o objectivo que buscaram os Pontífices Romanos no curso dos seguintes séculos, assegurando a actualização ou definindo os ritos e livros litúrgicos, e depois, ao início deste século, empreendendo uma reforma geral» (2). Assim actuaram nossos predecessores Clemente VIII, Urbano VIII, São Pio X (3), Bento XV, Pio XII e o beato João XXIII.

Motu Proprio

«Em tempos recentes, o Concílio Vaticano II expressou o desejo de que a devida e respeitosa reverência em respeito ao culto divino, se renovasse de novo e se adaptasse às necessidades de nossa época. Movido por este desejo, nosso predecessor, o Sumo Pontífice Paulo VI, aprovou em 1970 para a Igreja latina os livros litúrgicos reformados, e em parte, renovados. Estes, traduzidos às diversas línguas do mundo, foram acolhidos de bom grado pelos bispos, sacerdotes e fiéis. João Paulo II revisou a terceira edição típica do Missal Romano. Assim os Pontífices Romanos agiram “para que esta espécie de edifício litúrgico (...) aparecesse novamente esplendoroso por dignidade e harmonia”.» (4)

«Em algumas regiões, contudo, não poucos fiéis aderiram e seguem aderindo com muito amor e afecto às anteriores formas litúrgicas, que haviam embebido tão profundamente sua cultura e seu espírito, que o Sumo Pontífice João Paulo II, movido pela preocupação pastoral em relação a estes fiéis, no ano de 1984, com o indulto especial “Quattuor abhinc annos”, emitido pela Congregação para o Culto Divino, concedeu a faculdade de usar o Missal Romano editado pelo beato João XXIII no ano de 1962; mais tarde, no ano de 1988, com a Carta Apostólica “Ecclesia Dei”, dada em forma de Motu proprio, João Paulo II exortou aos bispos a utilizar ampla e generosamente esta faculdade em favor de todos os fiéis que o solicitassem.»

Motu Proprio

«Depois da consideração por parte de nosso predecessor João Paulo II das insistentes petições destes fiéis, depois de haver escutado aos Padres Cardeais no consistório de 22 de março de 2006, após haver reflectido profundamente sobre cada um dos aspectos da questão, invocado ao Espírito Santo e contando com a ajuda de Deus, com as presentes Cartas Apostólicas estabelecemos o seguinte:

Art. 1 – O Missal Romano promulgado por Paulo VI é a expressão ordinária da “Lex orandi” (“Lei de oração”), da Igreja católica de rito latino. Contudo o Missal Romano promulgado por São Pio V e novamente pelo beato João XXIII deve ser considerado como expressão extraordinária da mesma “Lex orandi” e gozar do respeito devido por seu uso venerável e antigo. Estas duas expressões da “Lex orandi” da Igreja não levarão de forma alguma a uma divisão da “Lex credendi” (“Lei da fé”) da Igreja; são, de fato, dois usos do único rito romano.

Por isso é licito celebrar o Sacrifício da Missa segundo a edição típica do Missal Romano promulgado pelo beato João XXIII em 1962, que não foi ab-rogado nunca, como forma extraordinária da Liturgia da Igreja. As condições para o uso deste missal estabelecidas nos documentos anteriores “Quattuor abhinc annos” e “Ecclesia Dei”, serão substituídas como se estabelece a seguir:

Art. 2 – Nas Missas celebradas sem o povo, todo sacerdote católico de rito latino, tanto secular como religioso, pode utilizar seja o Missal Romano editado pelo beato Papa João XXIII em 1962, seja o Missal Romano promulgado pelo Papa Paulo VI em 1970, em qualquer dia, excepto o Tríduo Sacro. Para dita celebração seguindo um ou outro missal, o sacerdote não necessita nenhuma permissão, nem da Sé Apostólica nem do ordinário.

Art. 3 – As comunidades dos institutos de vida consagrada e das Sociedades de vida apostólica, de direito tanto pontifício como diocesano, que desejem celebrar a Santa Missa segundo a edição do Missal Romano promulgado em 1962 na celebração conventual ou “comunitária” em seus oratórios próprios, podem fazê-lo. Se uma só comunidade ou um inteiro Instituto ou Sociedade quer praticar ditas celebrações eventualmente, habitualmente ou permanentemente, a decisão compete aos Superiores maiores segundo as normas do direito e segundo as regras e os estatutos particulares.

Motu Proprio

Art. 4 – À celebração da Santa Missa, a qual se refere o artigo 2, também podem ser admitidos –observadas as normas de direito– os fiéis que o peçam voluntariamente.

Art. 5, § 1º – Nas paróquias, onde haja um grupo estável de fiéis aderentes à precedente tradição litúrgica, o pároco acolherá de bom grado seu pedido de celebrar a Santa Missa segundo o rito do Missal Romano editado em 1962. Deve procurar que o bem destes fiéis se harmonize com a atenção pastoral ordinária da paróquia, sob a direção do bispo como estabelece o cân. 392 evitando a discórdia e favorecendo a unidade de toda a Igreja.

§ 2º - A celebração segundo o Missal do beato João XXIII pode ocorrer em dia ferial; nos domingos e nas festividades pode haver também uma celebração desse tipo.

§ 3º - O pároco permita também aos fiéis e sacerdotes que o solicitem a celebração nesta forma extraordinária em circunstâncias particulares, como matrimônios, exéquias ou celebrações ocasionais, como por exemplo as peregrinações.

§ 4º - Os sacerdotes que utilizem o Missal do beato João XXIII devem ser idôneos e não ter nenhum impedimento jurídico.

§5º - Nas igrejas que não são paroquiais nem conventuais, é competência do Reitor conceder a licença mais acima citada.

Motu Proprio
Art. 6 – Nas missas celebradas com o povo segundo o Missal do Beato João XXIII, as leituras podem ser proclamadas também em língua vernácula, usando edições reconhecidas pela Sé Apostólica.

Art. 7 – Se um grupo de fiéis leigos, como os citados no art. 5, §1º, não tenha obtido satisfação a suas petições por parte do pároco, informe ao bispo diocesano. Convida-se vivamente ao bispo a satisfazer seu desejo. Se não pode prover a esta celebração, o assunto se remeta à Pontifícia Comissão “Ecclesia Dei”.

Art. 8 – O bispo, que deseja responder a estas petições dos fiéis leigos, mas que por diferentes causas não pode fazê-lo, pode indicar à Comissão “Ecclesia Dei” para que lhe aconselhe e lhe ajude.

Art. 9 § 1º - O pároco, após ter considerado tudo antecipadamente, pode conceder a licença para usar o ritual precedente na administração dos sacramentos do Batismo, do Matrimônio, da Penitência e da Unção dos Enfermos, se o requer o bem das almas.

§ 2º - Aos ordinários se concede a faculdade de celebrar o sacramento da Confirmação usando o precedente Pontifical Romano, sempre que o requeira o bem das almas.

§ 3º - Aos clérigos constituídos “in sacris” é licito usar o Breviário Romano promulgado pelo Beato João XXIII em 1962.

Motu proprio

Art. 10 – O ordinário do lugar, se o considerar oportuno, pode erigir uma paróquia pessoal segundo a norma do cânon 518 para as celebrações com a forma antiga do rito romano, ou nomear um capelão, observadas as normas de direito.

Art. 11 – A Pontifícia Comissão “Ecclesia Dei”, erigida por João Paulo II em 1988, segue exercitando sua missão. Esta Comissão deve ter a forma, e cumprir as tarefas e as normas que o Romano Pontífice queira atribuir-lhe.

Art. 12 – A mesma Comissão, alem das faculdades das que já goza, exercitará a autoridade da Santa Sé vigiando sobre a observância e aplicação destas disposições.

Tudo quanto temos estabelecida com estas Cartas Apostólicas em forma de Motu Próprio, ordenamos que se considere “estabelecido e decretado” e que se observe desde 14 de setembro deste ano, festa da Exaltação da Santa Cruz, pese ao que possa haver em contrário.

Dado em Roma, em São Padre, em 7 de julho de 2007, terceiro ano de meu Pontificado.

NOTAS

(1) Ordenamento geral do Missal Romano 3ª ed. 2002 ,n. 937
(2) (2) JOÃO PAULO II, Lett. ap. Vicesimus quintus annus, 4 dezembro 1988, 3: AAS 81 (1989), 899
(3) (3) Ibid. JOÃO PAULO II, Lett. ap. Vicesimus quintus annus, 4 dezembro 1988, 3: AAS 81 (1989), 899
(4) (4) S. PIO X, Lett. ap. Motu propio data, Abhinc duos annos, 23 outubro 1913: AAS 5 (1913), 449-450; cfr JOÃO PAULO II lett. ap. Vicesimus quintus annus, n. 3: AAS 81 (1989), 899
(5) (5) Cfr IOANNES PAULUS II, Lett. ap. Motu proprio data Ecclesia Dei, 2 julho 1988, 6: AAS 80 (1988), 1498

El Ciclo Temporal o "Cristológico"






"Durante todo el curso del año, la celebración del Sacrificio eucarístico y el Oficio Divino, se desenvuelve, sobre todo, en torno a la persona de Jesucristo, y se organiza en forma tan concorde y congruente, que nos hace conocer perfectamente a Nuestro Salvador en sus Misterios de humillación, de redención y de triunfo. Conmemorando estos misterios de Jesucristo, la Sagrada Liturgia trata de hacer participar en ellos a todos los creyentes, dé forma que la divina Cabeza del Cuerpo místico viva en la plenitud de su santidad en cada uno de sus miembros. Proponiendo a nuestra meditación, en tiempos fijos, la vida de Jesucristo, la Iglesia nos muestra los ejemplos que debemos imitar y los tesoros de santidad que hemos de hacer nuestros; porque es necesario creer de corazón lo que se canta con la boca, y traducir en la práctica de las costumbres públicas y privadas lo que se cree de corazón."

La parte principal del año litúrgico gira en torno a Jesucristo, como Sol moral de la Iglesia y del Universo, adorando y celebrando los dos grandes Misterios de la Encarnación y de la Redención.

Estos dos misterios, permaneciendo siempre misterios para nosotros, a través de las solemnidades y de los períodos litúrgicos inúndense de luz y de encantadores hechizos, y llegan a ser realmente para los cristianos, el camino, la verdad y la vida.

Cada uno de estos dos misterios forma su ciclo litúrgico aparte, un ciclo que se encarga de prepararlo y de celebrarlo, y de prolongar más o menos el eco de esta celebración. El centro del uno es el Pesebre, y el del otro la Cruz.

Ellos son:

1. El Ciclo de Navidad, que se desarrolla alrededor del Misterio de la Encarnación; y

II. El Ciclo Pascual, que celebra el Miste'. de la Redención.


EL CICLO DE NAVIDAD

(Preparación, Celebración y Prolongación
del Misterio de la Encarnación)



CAPÍTULO I
EL TIEMPO DE
ADVIENTO


(Preparación de la Encarnación)


1. Significado del Adviento.

"En el sagrado tiempo de Adviento la Iglesia despierta en nuestra conciencia el recuerdo de los pecados que tristemente cometimos; nos exhorta a que, reprimiendo los malos deseos y castigando voluntariamente nuestro cuerpo, nos recojamos dentro de nosotros mismos con piadosas meditaciones, y con ardientes deseos nos movamos a convertirnos a Dios, que es el único que puede, con su gracia, librarnos de la mancha del pecado y de los males, que son sus consecuencias."

2. Origen y razón de ser del Adviento.


El Adviento (del latín: adventus, "advenimiento", "llegada"), es un tiempo de preparación para el Nacimiento de Jesucristo, en Belén, y representa los cuatro mil y más años que estuvieron los antiguos aguardando y suspirando por la venida del Mesías.

La institución del Adviento como tiempo preparatorio para Navidad, data, en España, de fines del siglo IV, según consta por un canon del concilio de Zaragoza celebrado el año 380, y en el resto de Occidente, de principios o mediados del siglo V.

Vino entonces como a reafirmar la doctrina de los concilios de Éfeso y Calcedonia, proclamando el dogma de las dos naturalezas, divina y humana, en la persona de Jesucristo, contra la herejía cristológica de Nestorio y Eutiques, y a dar mayor relieve en la Liturgia al misterio de la Encarnación y al de la Maternidad de la Virgen.

Hoy día comienza el Adviento el domingo más cercano a la fiesta de San Andrés (30 de noviembre), o sea, entre el 27 de noviembre y el 3 de diciembre, y abarca, por lo tanto, tres semanas completas y parte de la cuarta.

Al principio varió su duración según las liturgias y los países, notándose una tendencia casi general a equiparar el Adviento con la Cuaresma, en el tiempo y aun casi en el rigor. En las Galias y en España, por ejemplo, y en rito ambrosiano, empezaba el Adviento el día de San Martín (11 de noviembre), y se prescribían como obligatorios para los fieles, dos, tres y hasta cuatro ayunos semanales y casi diarios para los monjes. La disciplina actual sólo prescribe el ayuno con abstinencia el miércoles, viernes y sábado de las IV témporas, y la Vigilia de Navidad , y en muchos países, en virtud de Bulas e Indultos particulares tan sólo sobrevive el último. Asimismo, para semejarlo todavía más con la Cuaresma, en los últimos días se cubrían las imágenes y altares, igual que en Pasión.

Por asociación de ideas, a la primera venida de Jesucristo a la tierra, en carne mortal, une la Iglesia el pensamiento de la segunda, al fin del mundo; y, en consecuencia, el Adviento viene a resultar una preparación a ese doble advenimiento del Redentor.

En este concepto tiene este período litúrgico una puerta que mira al pasado y otra al porvenir; de un lado, tiene por perspectiva los millares de años durante los cuales la humanidad esperaba a su Redentor, de otro los siglos que han de transcurrir hasta la hora del cataclismo postrero, en el que ha de zozobrar nuestro planeta" . Cada uno de estos dos advenimientos sugiere a la Liturgia ideas y sentimientos peculiares, que ella expresa con soberana elocuencia e inflamados acentos. Para preparar el primero traduce las ansias y suspiros cada vez más crecientes de las generaciones del Antiguo Testamento, y para prevenir el segundo, alude de vez en cuando al juicio final o alguna de sus circunstancias.

Pero, además de prepararnos el Adviento para el nacimiento histórico de Jesucristo y para el Juicio Final, nos revela cada año al Cristo de la promesa, es decir, al Cristo de los Patriarcas y de los Profetas, al Deseado de los collados eternos, y estrecha nuestras relaciones íntimas con el Cristo místico, cuya venida y completo reinado en las almas prepara también .

El Cristo de la Promesa es el que llena toda la historia y todos los libros del A. Testamento, Aquél en quien creían, a quien esperaban y a quien, sin conocer, amaban todos los justos de Israel. Aludiendo tan a menudo a Él, la liturgia de Adviento nos pone en comunicación de fe, de esperanza y de amor con todas las generaciones creyentes que nos han precedido, y nos persuade de que somos de la descendencia espiritual de Abrahán y herederos legítimos de la Sinagoga.

El Cristo místico es el Cristo viviendo en las almas y reproduciendo en ellas los fenómenos de su vida divina, haciendo de los cristianos otros cristos. Cada Adviento tiende a producir en nosotros un acrecentamiento nuevo de este Cristo místico.

3. Carácter del Adviento.

Considerado a través de la Liturgia, el Adviento, por lo mismo que recoge las ansias e inquietudes de las pasadas generaciones y los entusiasmos y regocijos de las nuevas ante la venida del Salvador, es una mezcla de luz y de sombra, de alegría y de tristeza, de angustiosa incertidumbre y de seguro bienestar. Y este doble aspecto se descubre a cada paso en los textos de la Misa y del Oficio, y también en algunos detalles exteriores de la Liturgia.

La tristeza está más bien dibujada en algunos rasgos exteriores del culto, como son: el empleo en los domingos y ferias de Adviento, de los ornamentos morados, y de las casullas plegadas, o planetas, en lugar de majestuosas dalmáticas; la supresión de los floreros, del órgano, del "Gloria in excelsis", del "Te Deum", del "Ite missa est", y de las bodas solemnes.

Todos estos son indicios indudablemente, de alerta preocupación y tristeza, comunes al Adviento y a la Cuaresma, pero el objeto de uno y otro período litúrgico los diferencia radicalmente, como bien lo manifiesta el uso diario, en Adviento, del festivo aleluya, nunca permitido en Cuaresma. El carácter de penitencia, que algunos recalcan por demás, le vino al Adviento, en el siglo VII, de la influencia del ayuno monástico, no de su propia esencia y espíritu. Pues de suyo lo repetimos—, es una temporada de recogimiento y de santa y confiada expectación.

4. Etapas del Adviento.

Desde el Papa Nicolás I, en el siglo IX, el Adviento consta de cuatro semanas, cuyos domingos son "estacionales". Cada dominica tiene su Misa y Oficio propios y hermosísimos, y señala un notable avance hacia el venturoso suceso de Belén. La silueta del Redentor se va perfilando de semana en semana, y adquiriendo nuevos matices y relieves, hasta que, al fin, se le ve aparecer en carne mortal. Paralelamente se va proclamando cada vez más alto la virginal Maternidad de María.

El más célebre de estos domingos es el III, llamado "Gaudete" (alégrate) por la primera palabra del Intróito, y porque traduce a maravilla el espíritu de la liturgia en este día, que es de extraordinaria alegría.

En él suspende la Iglesia todas las manifestaciones exteriores de luto, vistiendo a sus ministros de color rosa y de dalmáticas, engalanando con flores los altares y tañendo el órgano. En las etapas del Adviento, señala este domingo el punto culminante del progresivo ascenso a Belén. Con ser el equivalente al domingo "Laetare", IV de Cuaresma, no suscita en los fieles tanta alegría como aquél; pero es porque tampoco se hace sentir tanto su ausencia, ya que la tristeza de Adviento es muy moderada y obedece a muy distintas causas, como hemos dicho.

Como a medio camino del Adviento, interpónense las IV Témporas (miércoles, viernes y sábado de la III Semana), que son las que con sus ayunos y abstinencias imprimen a la temporada un cierto tinte de austeridad y penitencia.

Eran éstas las Témporas más importantes del año y las únicas en que, en la antigüedad, se celebraban las Ordenaciones. El miércoles era muy célebre en la Edad Media por su Evangelio "Missus est", que inmortalizó San Bernardo con sus cuatro popularísimos sermones sobre las alabanzas de María. En él se proclamaban ante el pueblo los candidatos para las Ordenaciones.

Pero la más amena y alentadora de todas es la etapa última, que abarca del 17 al 25, y que, con su repertorio de antífonas propias, a cada cual más vibrante, nos pone al Salvador ocho días antes de nacer, casi al alcance de la mano: "Ecee veniet, dice, Ecce jam venit, De Sion veniet, Egredietur Dóminus, Constantes estofe", etc., y con la fiesta de la Expectación, al menos en España 5, nos en vuelve anticipadamente en un ambiente de cuna.

5. Las "Antífonas O".

—Entre las Antífonas que, del 18 al 26 de diciembre, resuenan en los Oficios del Adviento, las más solemnes y más célebres son las llamadas "Grandes Antífonas", o "Antífonas O", por empezar todas con esa exclamación. Son como las últimas explosiones de las fervientes plegarias de Adviento, y los últimos y más apremiantes llamamientos de la Iglesia al suspirado Mesías.

Según Amalario de Metz, estas Antífonas son de origen romano, y probablemente datan del siglo VII. Fueron, en un principio, siete, ocho, nueve, y a veces, hasta diez y más ; pero desde Pío V se fijó en siete su número. En cada una llámase al Mesías con un nombre distinto: Sabiduría, Adonai, Oriente, Rey, Emmanuel (Dios con nosotros). Han sido vaciadas todas en un mismo molde literario y traducidas a una misma melodía musical, siendo, bajo ambos aspectos, composiciones clásicas. En las catedrales y monasterios, entónenlas cada día un canónigo o un monje distinto, revestido de pluvial y entre ciriales y repiques de campanas.

Antiguamente, al menos en las abadías, después del Abad y del Prior las entonaban por su orden: el monje jardinero, el mayordomo, el tesorero, el preboste y el bibliotecario, en atención a la afinidad que creían hallar entre cada uno de esos títulos y sus respectivos cargos. Servíanse de viejos cantorales, iluminados con miniaturas y perfiles simbólicos. Todo este aparato y el significado mismo de las Antífonas, llevaban a las Vísperas de estos días numerosos fieles, que mezclaban sus voces con las del clero y así disponían progresivamente sus corazones para las alegrías de Navidad.

Algún liturgista hace notar que las letras iniciales de estas Antífonas, invertidas, forman un ingenioso acróstico de dos palabras: ERO CRAS (estaré mañana), que es como la respuesta atenta del Divino Emanuel a esos siete llamamientos de la Iglesia. Hélo aquí:



ES> E mmanuel... veni!
TA> R ex... veni!
RE> R riens... veni!

MA> C alvis... veni!
ÑA> R adix... veni!
A donai... veni!
NA> S apientia... veni! V
E
N

V
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N


6. La Vigilia de Navidad.

El Adviento se clausura el 24 de diciembre con una solemne Vigilia que en la Liturgia, lo mismo que en la vida hogareña y social, es como el alboreo de la Pascua, la sonrisa inicial del Divino Infante, y el primer repique del interminable campaneo que ha de estallar en la "Misa del Gallo", al oír cantar a los Ángeles: "¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!".

Esta Vigilia es posterior a la fiesta de Navidad. A diferencia de todas las demás Vigilias, ésta es de alegría y de alborozo; no obstante que, por no infringir las leyes litúrgicas, no se usa todavía en la Misa "Gloria" ni los ornamentos blancos, y persiste la obligación del ayuno .

En el Oficio de Prima, en los coros de las catedrales y de los monasterios, se canta hoy con pompa inusitada la Kalenda o anuncio de la Navidad, según el Martirologio. El cantor, revestido de pluvial morado y entre ciriales encendidos, inciensa el libro, y comienza el cómputo en recto tono, pero muy solemne, hasta llegar al anuncio mismo del Nacimiento del Señor, en que sube de tono y cambia de melodía.

Reza así el anuncio: "En el año 5199 de la Creación del "mundo, cuando al principio creó Dios el cielo y la tierra; " en el 2957 del diluvio; en el 2015 del nacimiento de "Abrahán; en 1510 de Moisés y de la salida del pueblo " de Israel de Egipto, en el 1032 de la unción del rey " David, en la semana 65 de la profecía de Daniel; en " la Olimpíada 194; en el año 752 de la fundación de " Roma, en el 42 del imperio de Octavio Augusto; estando "todo el orbe en paz; en la sexta edad del mundo: Jesucristo crista, Dios eterno e Hijo del eterno Padre, queriendo " consagrar al mundo con su misericordiosísimo Advenimiento miento, concebido por el Espíritu Santo, y pasados nueve "meses después de su concepción, nació hecho Hombre, de " la Virgen María, en Belén de Judá." (Se arrodillan todos los circunstantes, y prosigue el cantor en tono más agudo): "Navidad de N. Señor Jesucristo según la carne". (Y continúa el acólito el anuncio de los Santos del día siguiente, empezando por Santa Anastasia, de la que en la Misa de la "aurora" ha de hacerse mañana conmemoración).

Este anuncio de la Navidad del Señor, tan solemne y tan grandioso, se parece bastante al que hace el diácono el Sábado Santo, en el canto "Exúltet", de la Pascua de Resurrección. ¡Lástima que a la casi totalidad de los cristianos se les pase hoy completamente desapercibido!

Al atardecer tienen lugar las primeras Vísperas de Navidad, donde el Salvador aparece como Rey pacífico y magnífico, que viene a tomar posesión de la tierra. "Levantad vuestras cabezas —dice la 5a Antífona—, y ved que se acerca vuestra redención". Sólo falta ya empezar los Maitines de Noche Buena, cuyo Invitatorio dice textualmente: "Nos ha nacido Cristo: venid, adorémosle".




EL TIEMPO DE
NAVIDAD

(Celebración y prolongación de la Encarnación)



El ciclo litúrgico llamado Tiempo de Navidad, abarca desde el 25 de diciembre, fiesta del Nacimiento del Salvador, hasta el 2 de febrero, fiesta de la Purificación, comprendiendo, por lo tanto cuarenta días. Su objeto es celebrar con transportes de gozo el Nacimiento del Señor, en Belén; su infancia y vida oculta, en Nazareth; y las primeras y solemnes manifestaciones del mismo a los hombres.

Por su objeto y extensión puede dividirse esta temporada, y, en la Liturgia, de hecho se divide, en dos períodos:

a) Período de Navidad, propiamente dicho, que abarca los quince días comprendidos entre esta fiesta y la de Epifanía; y

b) Período de Epifanía, que va hasta el Domingo de Septuagésima.

El 1er. Período es una fiesta no interrumpida en torno a la cuna de Belén, donde la Iglesia contempla y celebra embelesada los encantos y grandezas del Divino Infante, y también las alegrías y excelencias de la Virgen Madre.

El 2° Período ensancha más el horizonte litúrgico y pone de relieve las manifestaciones del Hijo de Dios principalmente en el misterio de la Adoración de los Santos Reyes, en el de su Bautismo, y en su primer milagro, en las bodas de Caná.

Toda esta temporada es de alegría, pero no de una alegría desbordante y triunfal, como la de Pascua de Resurrección, sino reposada y sonriente, cual la que inundó a José y a María en la intimidad de la cuna de Belén.

ART. 1°
PERÍODO DE
NAVIDAD

(Celebración de la Encarnación)

1. La fiesta da Navidad.

La fiesta de Navidad, hoy una de las más solemnes del año, no fué instituida en la Iglesia antes del siglo IV. Es originarla de la Iglesia latina, y, más propiamente, de la Sede Apostólica, la cual, no se sabe bien cómo, empezó a celebrar el 25 de diciembre el aniversario del Nacimiento del Salvador.

No existe una tradición autorizada acerca de la fecha histórica del Nacimiento de Jesucristo, ni es posible por falta de documentos, llegar a fijarla de un modo indiscutible. Nos es, pues, desconocido el año, sobre el que se han zurcido las más variadas conjeturas; y todavía más el día, el que los escritores sagrados y profanos, a partir de Clemente de Alejandría ( i 215), han hecho oscilar entre el 17 de diciembre y el 29 de mayo . En vista de estas oscuridades a principios del siglo II empezó a celebrarse en el Oriente en los primeros días de enero, y con preferencia el 6, la fiesta de la Epifania o de las diversas manifestaciones del Señor o sea: su Nacimiento, su Bautismo, y su Adoración por los Reyes; fiesta que poco a poco fué introduciéndose en el Occidente. Esta fecha y esta fiesta global de los primeros misterios de la Vida de Jesucristo, habíanse impuesto, para el siglo IV, en casi toda la Iglesia universal, cuando Roma, quizá para contraponer una fiesta sagrada a la profana y supersticiosa en honor del Sol invicto, el dios Mitra, que el Calendario civil Filocaliano indicaba el 25 de diciembre, desglosó de la Epifanía la memoria del Nacimiento del verdadero Sol de justicia Jesucristo, y la trasladó definitivamente a esta fecha. Ordinariamente fué ésta una fiesta exclusiva de la Iglesia latina, pero, hacia el año 375, S. Juan Crisóstomo la implantó en Antioquía, de donde pasó a Constantinopla; luego, a mediados del siglo V, a Jerusalén, y, por el año 430, a Alejandría, de donde en seguida se extendió a todo el Oriente .

2. La liturgia de Navidad.

La característica litúrgica de la fiesta de Navidad es el uso de las tres Misas, y la celebración nocturna de los Maitines y Laudes, antes y después, respectivamente, de la primera Misa. La 1a Misa se celebra hoy justo a media noche, mientras que primitivamente celebrábase en Roma ad galli cantum, "al canto del gallo" ; la 2a al despuntar la aurora; y la 3a en pleno día. Con la la la Iglesia se propone honrar sobre todo el Nacimiento, en Belén, del Hijo de Dios; con la 2a, su aparición a los pastores, y con la 3a su manifestación a todo el mundo.

El Oficio de Maitines y Laudes era celebrado en Roma con extraordinaria solemnidad y bajo la presidencia del Papa. Con pompa inusitada celebrábanlo también las iglesias catedrales y monasteriales de todo el mundo, bajo la presidencia de sus prelados. Hoy mismo es el Oficio nocturna que se celebra con mayor esplendor, y el único al que suelen asistir algunos fieles. Comienzan los Maitines a eso de las diez de la noche para terminar a las doce en que principia la llamada "Misa del gallo". En las iglesias benedictinas, las Lecciones del I Nocturno, en que Isaías profetiza y relata con un candor inimitable el nacimiento temporal del Divino Parvulillo, se cantan con una melodía gregoriana encantadora; y con otra especial cántase también el Evangelio de las Genealogías de Jesucristo, con que termina ese Oficio.

Después de los Maitines y de la Misa, durante la Edad Media celebrábase en muchas iglesias el Oficio de los Pastores, que era una especie de representación escénica de anuncio a los zagales de Belén del Nacimiento del Niño Jesús. A él seguían entonces los Laudes, como ahora siguen a la Misa, cuya primera antífona "¿A quién habéis visto, oh pastores ? . . . " parecía hecha como para enlazar el drama pastoril con el oficio litúrgico.

El uso de las tres Misas debió empezar en Roma durante el siglo V, pues en el siguiente alude a él expresamente el Papa San Gregorio Magno, en la homilía que hoy leemos en los Maitines de Navidad. Desde entonces, todos los sacerdotes pueden celebrar ese día tres misas; pero los fieles tan sólo pueden comulgar una vez, y satisfacen el precepto asistiendo a una cualquiera de ellas.

Al principio, en Roma, sólo había una Misa el día de Navidad, que correspondía a la tercera nuestra, pero al reconstruir el Papa Sixto II la basílica liberiana bajo la advocación de Santa María la Mayor, y pasar así (y más cuando luego se instaló allí un Pesebre), a ser como una representación romana de Belén, empezó a celebrar en ella una Misa nocturna a imitación, probablemente, de la que tenía lugar en el verdadero Belén de Palestina. La "Misa de la aurora", que se remonta al siglo V, fué en su origen una Misa introducida en Roma por la colonia bizantina en honor de Santa Anastasia, mártir de Sirmio, muy popular en Constantinopla .

El canto típico de la Misa de media noche es el del Gloria in excelsis, entonado un día, precisamente, en ese mismo momento, por los Ángeles del cielo. La Iglesia saluda su reaparición en la liturgia, después de haberse privado de él durante el Adviento, con alborozados repiques de campana.

La piedad de nuestros padres, tan entusiasta a veces y tan espontánea, no pudo contenerse esta "Noche Buena" en los justos límites de la liturgia, de suyo ya harto expresiva, e introdujo en el templo, de contrabando, músicas bailadoras, zambombas, castañuelas y panderetas no desaparecidas aparecidas todavía por completo.

3. Interesante epílogo.

Los oficios icios de Navidad, en los siglos medioevales, se comenzaban, continuábanse y se terminaban universalmente en un ambiente de espiritual regocijo, el cual del templo trascendía al hogar y a la vida social, donde de ordinario se resolvía en derroches de dulces y chucherías, que hacían las delicias de chicos y grandes, lo mismo que las hacen hoy los turrones y mazapanes. En Roma, donde el Papa pontificaba las tres misas con brillo deslumbrador, éstas terminaban con un interesante epílogo litúrgico doméstico, que los Ordines o ceremoniales de la época describían aproximadamente de esta forma:

"Terminada la última Misa de Santa María la Mayor (y hasta el siglo XI en San Pedro), el Papa recibía el regnum (o tiara de una sola corona, que era la de entonces ) de manos del archidiácono, y, escoltado por los cardenales, obispos, diáconos, subdiáconos, notarios etc. montados todos a caballo, emprendía la marcha triunfal hacia su palacio de Letrán para comer. Al llegar a las puertas de la pequeña basílica del Papa Zacarías, apeábanse los cardenales y todos los del séquito para rendir homenaje al Pontífice, a este tenor,

"El cardenal arcipreste de San Lorenzo pedíale por todos la bendición, y entonaba: ¡Al Smo y egregio tres veces felicísimo Papa N. N.; salad y vida!

"Y respondían todos tres veces consecutivas: Que Dios lo conserve!

"Y el cardenal replicaba: ¡Salvador del mundo! Santa María, efe.

"Y ellos respondían cada vez: ¡Ayúdale!

"Agradecíales el Papa el saludo, y gratificaba a cada uno de los cardenales con tres monedas de plata.

"A continuación tomaban la palabra los jueces, el principal de los cuales exclamaba: ¡Feliz día éste!

"Y todos respondían: ¡Por muchos años!

"Replicaba el jefe: ¡Que lo pases bien!

"Y todos en coro vociferaban: i Que todos lo pasemos bien!

"Después de lo cual el Pontífice se apeaba del caballo, y, ya en el interior de su palacio, siguiendo una antigua tradición de los Césares, hacía un buen donativo en dinero a todos los de la comitiva, quienes se deshacían en demostraciones de gratitud. En seguida empezaba la comida, en la que todos tomaban parte sentados por orden en la mesa con sus vestiduras sagradas, como si se continuara la ceremonia litúrgica. Luego el Papa se recogía en sus habitaciones particulares, donde rezaba las segundas Vísperas de Navidad con solo sus familiares" .

4. Los nacimientos.

Aunque no sean litúrgica cas los nacimientos o "belenes", pero instalándose como se instalan en las iglesias, y habiéndose connaturalizado ya tanto con la liturgia de Navidad, hácese necesario apuntar aquí algunas noticias relativas a ellos, siquiera a título de ilustración.

La devoción al pesebre y a la cueva de Belén, muy amortiguada durante la larga época de las persecuciones, revivió y entendióse por todo el mundo cristiano con ocasión de su hallazgo por la emperatriz Santa Elena. Desde entonces, puede decirse, empezaron hacia los Santos Lugares las peregrinaciones piadosas que todavía continúan hoy con entusiasmo. La cueva del Nacimiento fué para muchos objeto de predilección, y algunos, como San Jerónimo y sus dirigidas Santa Paula y Santa Eustaquia y otras hasta eligieron sus alrededores para su morada y su sepultura. El emperador Constantino erigió sobre ella una basílica y, a imitación suya, muchas ciudades de Occidente edificaron iglesias dedicadas al misterio del Nacimiento del Salvador, en cuyas criptas a veces se abría una especie de cueva como imitando la auténtica de Belén. La más célebre de éstas es la "Capilla del Pesebre" en la Basílica de Santa María la Mayor ad praesepe donde se cree que su autor, el Papa Sixto II, colocó una copia del pesebre, que más adelante fué enriquecida con fragmentos del verdadero, traídos de Jerusalén. Por el mismo tiempo, o sea, entre los siglos IV y VII, comenzaron los pintores y escultores a representar, en formas a veces muy ingenuas, la escena de la cueva del Nacimiento, ora aislada, ora en el conjunto de la Adoración de los Reyes . En una imagen grabada el año 343, sobre un sarcófago, conservado en el museo de Letrán, el Niño reposa en el duro suelo entre un buey, un asno y dos pastorcillos. La presencia del buey y del asno es un elemento inventado por los evangelios apócrifos, que aplicaron a Nuestro Señor el siguiente texto de Isaías: "Conoció el buey a su poseedor, y el asno el pesebre de su amo" (c. I, 3); y éste otro de Habacue, traducido así por los Setenta: "Lo reconocerás en medio de dos animales" (e. III, 2); lo que dió motivo a que algunos Padres de la Iglesia lo entendieron de dos animales que, según la vulgar opinión, habría junto al pesebre del Señor. El pueblo sencillo, que gusta de los cuadros realistas y pintorescos, imitó en los belenes locales estas representaciones; sobre todo desde que San Francisco de Asís y su Orden los propagaron como un recurso de apostolado, rodeándolos de poesía y de ternura insuperables. Hoy no hay ya pueblo, ni iglesia, ni casa ni familia que no instale su Nacimiento y que no desahogue ante él su tierna devoción para con el Divino Niño, mediante ese género tan típico de música y de poesía que llamamos villancicos.

5. La infraoctava de Navidad.

Durante la octava de Navidad, el Misal señala: para el 26 de diciembre, la fiesta del Protomártir San Esteban; para el 27, la de San Juan Evangelista; para el 28, la de los Santos Inocentes, para el 29, Santo Tomás de Cantorbery; después, una Misa para la infraoctava de Navidad; y para el 31, San Silvestre; cerrándose la octava con la fiesta de la Circuncisión

Ninguna de estas fiestas, salvo la de Santo Tomás, ocupa este lugar en el Calendario por razones históricas.
La Iglesia las ha colocado aquí en homenaje al recién nacido, a saber: a San Esteban, por haber sido el primero
que derramó su sangre por confesarlo; a San Juan Evangelista, por ser su discípulo amado; a los Niños Inocentes,
por haber muerto a manos de Herodes en lugar suyo; ya San Silvestre, sin duda por creerse que fué él quien instituyó la fiesta de Navidad.

El día de los Santos Inocentes, atendiendo más la liturgia a los llantos de las madres privadas de sus hijos, que al glorioso martirio de éstos, usa en señal de duelo los ornamentos morados, y suprime en la Misa el "Gloria", el "Aleluia" y el "Ite missa est" .

En la Edad Media, toda la octava de Navidad era de extraordinario regocijo. Cada día se organizaban fiestas litúrgico populares, con representaciones escénicas, las cuales, además de divertir y entretener santamente al clero y a los fieles, los ilustraban en los misterios de la religión y hacíanlos vivir al unísono con la Iglesia .

6. La fiesta de la Circuncisión.

—Primitivamente, el 1ro de enero conmemorábase en la liturgia la octava de Navidad, con alusiones especiales a la Maternidad de la Sma. Virgen; pero no era día de fiesta religiosa. Éralo, en cambio, de diversiones paganas, en desagravio de las cuales prescribió la Iglesia a los cristianos, primero preces públicas de penitencia, y luego, para mayor eficacia, contrapuso la fiesta de la Circuncisión a la del dios Jano. Es la que con carácter de obligatoria hoy celebramos, para santificar con ella la entrada del nuevo año civil.

Probablemente la fiesta de la Circuncisión es de origen galicano, e institución del siglo VI. En el VII y siguientes hizo su entrada en Italia, en España y entre los celtas; pero Roma no la admitió hasta más tarde ; quizá en el siglo IX. Y al admitirla, si bien se atuvo al objeto propio de la fiesta, que era honrar la Circuncisión del Niño Jesús, se guardó muy mucho de no privar a la Santísima Virgen del recuerdo honorífico que de su Maternidad se venía haciendo en la liturgia de ese día. Al efecto, aunó en un mismo Oficio y festividad, los tres misterios a saber: el de la Circuncisión, el de la Maternidad de María y el de la octava de Navidad. Los textos litúrgicos de la fiesta tan pronto se refieren a uno como a otro.

Anteriormente a la fiesta de la Circuncisión, y luego conjuntamente con ella, se celebró en muchas iglesias la fiesta llamada ad probibéndum ab idólis (para apartar de los ídolos), con textos y preces muy a propósito para infundir horror contra las supersticiones y prácticas paganas que en las salidas y entradas del año estaban en uso . En reglones donde la fiesta de Jano, a quien se le atribuía el oficio de abrir el nuevo año, hacia mayores estragos, los obispos se vieron precisados a ordenar, además, ayunos, letanías y oraciones de penitencia en expiación de las saturnales paganas; un poco por el estilo de las XL Horas con que hoy se expían los excesos de Carnaval. Poco a poco y merced a esta poderosa campaña litúrgica y a las valientes protestas de los obispos y sacerdotes desapareció la fiesta oficial del dios Jano, y con ella su contraria ad prohibéndum ab idólis; pero Jano, además de inmortalizar su nombre dándosele al mes de enero (en latin januarius); perpetuó también su mal espíritu, del que participan no poco las diversiones que hoy mismo se organizan para despedir y saludar el año.
fonte: http://devocioncatolica.blogspot.com

sexta-feira, 27 de novembro de 2009

Extractos duma entrevista de Dom Malcolm Ranjith, ex-secretário da Congregação para o Culto Divino e Disciplina dos Sacramentos




-Existe um desejo de se opor a tendências que banalizam a Missa?
"Em alguns lugares o sentido do eterno, sagrado ou celestial foi perdido. Existia uma tendência de colocar o homem no centro da celebração, e não o Senhor. Mas o Concílio Vaticano Segundo fala claramente sobre a liturgia como actio Dei, actio Christi. Ao invés, em certos círculos litúrgicos, seja por ideologia ou um certo intelectualismo, como preferir, a idéia espalha uma liturgia adaptável a várias situações, na qual tinha que se deixar espaço à criatividade para que ela fosse acessível e aceitável por todos. Então, particularmente, existiram aqueles que introduziram inovações sem ao menos respeitar o sensus fidei e os sentimentos espirituais dos fiéis."
Às vezes até mesmos bispos pegam o microfone e vão a seus ouvintes com perguntas e respostas.
"O perigo moderno é que o padre pense que ele está no centro da acção. Dessa forma o rito pode tomar um aspecto de teatro ou de uma perfomance numa rede de televisão. O celebrante vê o povo que o vê como o ponto de referência e existe o risco de , para ter o maior sucesso possível com o público, ele fazer gestos e expressões como se ele fosse a figura principal."
Qual seria a atitude correta?
"Quando o padre sabe que não é ele no centro, mas Cristo. No serviço humilde ao Senhor e à Igreja respeitando a liturgia e suas regras, como algo a ser recebido e não a ser inventado, significa deixar maior espaço para o Senhor, pois através do padre como o instrumento Ele pode despertar a atenção dos fiéis".
Os sermões por leigos são também desvios?
"Sim. Pois o sermão, como diz o Santo Padre, é a forma na qual a Revelação e a grande Tradição da Igreja são explicadas, para que a Palavra de Deus possa inspirar a vida dos fiéis em suas escolhas diárias e fazer a celebração litúrgica rica de frutos espirituais. A tradição litúrgica da Igreja reserva o sermão ao celebrante. Aos bispos, padres e diáconos. Mas não aos leigos."
Absolutamente não?
"Não porque eles não são capazes de fazer uma boa reflexão, mas porque na liturgia as funções devem ser respeitadas. Existe, como disse o Concílio, uma diferença "em essencial e não apenas em grau entre o sacerdócio comum dos fiéis de todos os baptizados e aquele dos padres"
Algum tempo atrás o Cardeal Ratzinger estava lamentando uma perda do sentido de mistério nos ritos.
"Frequentemente a reforma conciliar foi interpretada ou considerada numa forma não inteiramente em conformidade com a mente do Vaticano II. O Santo Padre define essa tendência como o "anti-espírito" do Concílio."
-Um ano após a plena reintrodução da Missa Tridentina, qual é a avaliação?
"A Missa Tridentina tem seu profundíssimo valor interno que reflete toda a tradição da Igreja. Existe mais respeito pelo sagrado através de gestos, genuflexões, os períodos de silêncio. Existe maior espaço reservado à reflexão sobre a ação do Senhor e também para o senso de devoção pessoal do celebrante, que oferece o sacríficio não apenas para os fiéis mas também por seus próprios pecados e por sua própria salvação. Alguns elementos importantes do antigo rito podem ajudar também numa reflexão sobre a maneira de celebrar o Novus Ordo. Nós estamos no meio de uma jornada."
Algum dia no futuro está previsto um rito que toma o melhor do antigo e do novo?
"Poderia ser,... mas talvez eu não vejo isso. Penso que nas próximas décadas nós iremos em direção a uma avaliação compreensiva tanto do antigo como do novo rito, salvaguardando o que for eterno e sobrenatural acontecendo no altar e reduzindo todo desejo de estar nos holofotes afim de deixar espaço para o contacto efectivo entre os fiéis e o Senhor através da figura, mas não predominantemente, do sacerdote".
Com posições alternativas do celebrante? Quando o padre se viraria para o abside?
"Você poderia considerar o ofertório, quando as oferendas são trazidas ao sacerdote, e dali em diante todo o caminho para a oração Eucarística, que representa o momento culminante da "transsubstantiatio" e "communio".
O padre que volta suas costas desorienta o povo.
"É um erro falar dessa forma. Pelo contrário, ele está voltado para o Senhor junto com o povo. O Santo Padre, em seu livro O espírito do Concílio [ntd: creio ser um erro de digitação do pe. Zuhlsdorf. O livro do Cardeal Ratzinger chama-se O Espírito da Liturgia] explicou que quando o povo está sentado olhando cada um para si mesmo, um circulo fechado está formado. Mas quando o padre e os fiéis olham juntos ao Leste, em direção ao Senhor que vem, essa é uma forma de se abrir para o eterno".
Nessa visão você coloca também a reabilitação (recupero) do Latin?
Eu não gosto da palavra ‘reabilitação'. Nós estamos implementando o Concílio Vaticano Segundo que explicitamente afirmou que o uso da língua Latina, exceto em caso de direito particular, era para ser preservado nos ritos Latinos. Então, se foi deixado também espaço para a introdução das línguas vernáculas, o Latim não era para ser completamente abandonado. O uso de uma língua sagrada é uma tradição em todo o mundo. No Hinduísmo a língua de oração é o sânscrito, que não está mais em uso. No Budismo o Pali é usado, uma língua que apenas os monges budistas estudam. No Islã o Árabe do Corão é usado. O uso da língua sagrada nos ajuda a viver uma experiência do "outro".
O Latim como a língua sagrada da Igreja?
Claro. O próprio Santo Padre fala em sua Exortação Apostólica Sacramentum Caritatis no parágrafo 62: "Afim de expressar mais claramente a unidade e a universalidade da Igreja, desejo endossar a proposta feita pelo Sínodo dos Bispos, em harmonia com as diretrizes do Concílio Vaticano Segundo, que, com excepção das leituras, homilia e oração dos fiéis, é adequado que tais liturgias sejam celebradas em Latim". Claro, "durante encontros internacionais".
O que Bento XVI quer atingir dando nova força para a liturgia?
"O Papa quer oferecer a possibilidade de chegar à maravilha da vida em Cristo, uma vida que já na vida aqui na terra já nos leva a um sentido de liberdade e eternidade próprio dos filhos de Deus. E esse tipo de experiência é vivida poderosamente através de uma renovação autêntica da fé que pressupõe um antegozo da realidade celestial na liturgia em que se crê, se celebra e se vive. A Igreja é, e deve tornar-se, o poderoso instrumento e os meios para essa experiência litúrgica libertadora. E é sua liturgia que faz possível despertar tal experiência em seus fiéis"