sexta-feira, 28 de março de 2014

Willigis Jäger: La mística cristiana intenta abrir nuestro ser hacia una experiencia más amplia

Willigis Jäger:  La mística cristiana intenta abrir nuestro ser hacia una experiencia más amplia


06/02/2009 - Autor: M. J. Hernández - Fuente: La Provincia


Willigis Jäger
Willigis Jäger

Willigis Jäger es uno de los autores más importantes en la actualidad sobre temas de espiritualidad y mística. Esta semana ha impartido en Gran Canaria un curso de contemplación y zen en la Asociación Maestro Eckhart.

- Hábleme de la esencia del Centro Europeo de Espiritualidad que usted representa.

- Nuestra identidad personal y mental no es nuestra identidad más profunda. Las ciencias modernas y la teología transpersonal nos dicen hoy en día que la identidad cognitiva no es la última y detrás de ella hay más espacios de nuestras vivencias. La mística desde hace siglos sabe que lo que va a morir o desaparecer es nuestra identidad cotidiana, pero la esencia de nuestro ser es lo que ni nace ni muere. En los ejercicios de la contemplación o del zen estamos buscando la experiencia directa de esta esencia. Por eso no sólo los místicos de todas las llamadas religiones nos lo dicen desde hace cinco mil años, también muchos científicos de hoy.

- ¿Qué empujó a un sacerdote benedictino a la espiritualidad oriental?

- Siendo niño hice una experiencia mística y entré en un espacio más allá de lo que el cura dijo. Esta experiencia se repitió pero no he podido encontrar en la Iglesia católica nadie que pudiese acompañarme en esto. Debido a mi profesión dentro de la Iglesia he tenido que viajar mucho y encontré a un maestro zen en Japón. Comencé un curso con él y me di cuenta que explicaba justo lo que yo he experimentado y reconocí que el zen es un camino hacia esta experiencia, pero también me di cuenta de que la mística cristiana dice lo mismo. Y si San Juan de la Cruz dice "entré sin saber a donde", entonces entré justo en este espacio. Y si Santa Teresa de Jesús dice que "el río entra en el mar", entonces no puedo distinguir las dos aguas, lo personal y lo no personal se encuentran.

- ¿Qué le puede aportar el zen al catolicismo?

- Zen puede decir que nosotros como cristianos tenemos el mismo nivel en nuestra mística. Como muchas personas ya no tienen ningún contacto o vínculo con la Iglesia, van directamente al zen, pero el zen simplemente nos dice si estás en el camino del ejercicio entonces entras en una experiencia transpersonal y probablemente allí se encuentra nuestro camino como especie humana. Nosotros nos hemos desarrollado desde una conciencia prehumana pasando por conciencias místicas, mitológicas, mágicas hacia la mental y probablemente allí no se para el desarrollo humano, y todo esto no son reconocimientos místicos sino cada vez más científicos y antropológicos dentro del desarrollo humano. Nosotros nos encontramos como especie humana en un punto crucial y crítico y si no llegamos a traspasar la limitación mental personal probablemente no podremos seguir desarrollándonos.

- ¿Cuáles son sus principales discrepancias con el Cristianismo?

- La religión cristiana, la que vivimos por el momento, representada por Benedicto XVI, vuelve a mirar para atrás. Pero esta interpretación de lo cristiano no entra en el siglo XXI. No creemos que más allá está un dios que está mirando o contemplando todo lo que sucede, un tsunami u otra catástrofe, debe tener otras causas. Conocemos también en la mística cristiana que hay una causa o un origen de todo, pero este origen no es un origen mental razonablemente reconocible. Nosotros siendo personas somos pasos o manifestaciones individuales de este origen y si no hubiera mí no hubiera dios. Esto quiere decir que el universo no puede traer nada. Cada uno de nosotros somos una ola individual de este océano llamado dios, pero aun siendo esta ola no podemos sentirnos separados del océano, y siendo ola debemos reconocer que cada vez somos también océano en esta vida divina. Y por eso todo nuestro ejercicio, aquí y en otras ciudades, consiste en dar para atrás esta limitación mental de nosotros mismos. Por un lado este yo mental es un gran paso evolutivo, nos hace sentirnos y organizarnos como humanos, pero reconocer que a la vez se trata de una limitación es difícil de enseñar. En el zen hubiéramos podido decir que esto es como si hubieras mirado al cielo a través de una pajita.

- ¿Cuál es el camino?

- Nuestra conciencia zen o la mística cristiana intenta abrir nuestro ser hacia una experiencia más amplia. Y para mí este es el futuro de nuestra especie humana, el desarrollo seguirá, nos seguiremos abriendo y esto es la única posibilidad para sobrevivir. Este universo es el universo del amor. Solamente cuando tengamos la posibilidad de hacer la experiencia de la unidad de todo tendremos la posibilidad de sobrevivir.

quarta-feira, 26 de março de 2014

Willigis Jäger: Este siglo entrante será el siglo de la metafísica, no el de los teólogos o los filósofos, sino el de la experiencia religiosa.

Entrevista a Willigis Jäger

Por Carlos Aguirre
“Tiene que venir un tiempo en que la institución se verá remplazada por la experiencia religiosa”
Nos encontramos con Willigis Jäger, monje benedictino, maestro regular Zen y condiscípulo de Enomiya Lassalle. Con ya varios títulos editados en nuestro mercado editorial este singular monje alemán es uno de los referentes de la renovación espiritual que la apertura de horizontes del Concilio Vaticano II ha amparado.
Generación XXI.- Tradicionalmente el cristianismo distinguía tres niveles de oración: la oratio, la meditatio y la contemplatio u oración sin objeto. Desde su punto de vista cuáles han sido los condicionantes de la pérdida y el olvido de la contemplación cristiana.
W. Jäger.- El marco cultural de la ilustración fue una causa importante. Éste pretendía presentar la religión desde la perspectiva de la ciencia. Otra causa importante fue la orientación que tomaron los ejercicios de San Ignacio al presentarse de una manera muy racionalizada. Yo no dudo que San Ignacio tuviera experiencias místicas pero lo cierto es que a sus ejercicios se les fue dando un contenido excesivamente centrado en lo racional. Desde entonces, la oración ha sido enfocada desde la razón, la memoria y la voluntad y, en realidad, estos ámbitos no tienen mucho que ver con la mística. Todo esto convierte los ejercicios de San Ignacio en un ejercicio meditativo al que se le confiere un contenido de índole intencional y moral. Otro motivo más ha sido el creciente legalismo. La mística siempre tendrá dificultades con las instituciones ya que éstas pretende delimitar las experiencias místicas de sus fundadores desde la razón. Esto genera muchas dificultades a la hora de interpretar y presentar la experiencia mística ya que, siendo así las cosas, es fácil que se planteen contradicciones con las formulaciones dogmáticas.

GXXI.- Algo central en su obra es la necesidad de una reinterpretación del cristianismo…

W. Jäger.- La verdad es algo a reinterpretar en cada generación, de acuerdo a la época que se vive y a la visión del mundo que esté vigente. Los dogmas cristianos fueron formulados en el contexto de una cosmovisión muy diferente a la de hoy en día. La visión del mundo y el marco antropológico actual son muy diferentes. Las ideas sobre el mundo han cambiado mucho. Cuando hoy en día encendemos la televisión se nos presentan asuntos sobre los genes, la neurología, la biología molecular, etc. Las actuales formas de pensar no se parecen en nada a las que las personas tenían antiguamente. Se trata de adecuar esta nueva cosmovisión con esas imágenes antiguas de la religión. El espíritu santo es algo vivo y dinámico, no es algo fijado en algún tiempo y que no cambia.
GXXI.- Muchos de sus planteamientos recuerdan a los de Joaquín de Fiore para el que la presente Edad del Hijo, significada en lo religioso por la Iglesia-Institución, se verá superada por la Edad del Espíritu, centrada en la mística y la experiencia espiritual.
W. Jäger.- Conozco la profecía de Joaquín de Fiore y me parece perfectamente aceptable. Lo que no sé si ésta sucederá exactamente tal y como él preveía. Lo cierto es que tiene que venir un tiempo, y creo que en efecto vendrá, en que la institución se verá remplazada por la experiencia religiosa, y ese tiempo será el de la actuación del espíritu. Este siglo entrante será el siglo de la metafísica, no el de los teólogos o los filósofos, sino el de la experiencia religiosa. Las religiones deben darse cuenta que su tarea es conducir a esa experiencia que sus libros proclaman, que sus dogmas aluden y sus ritos simbolizan.
GXXI.- Los últimos siglos parecen haber llevado a la religión a una situación de crisis. Pareciera que la Iglesia ha tenido grandes problemas para asumir e interpretar el devenir histórico…

W. Jäger.- Hay tres grandes sacudidas que ha vivido la religión hasta ahora. La primera la de Galileo y Copérnico al descubrir que la tierra no era el centro del cosmos. La segunda sería la teoría de la evolución de Darwin al colocar al hombre no como un ser único en el cosmos sino dentro del proceso biológico de la evolución. La tercera sacudida serían las investigaciones de Freud y Jung para los que la psique humana en parte estaría determinada, a priori, por toda un serie de energías psíquicas… A todo esto habría que añadir hoy en día los avances y conocimientos de la psicología transpersonal para la cual nuestro yo no es más que un centro de organización que nos permite funcionar. Así nuestra identidad auténtica estaría en nuestra propia profundidad.
Ante estas sacudidas siempre ha sucedido lo mismo. La Iglesia no ha querido aceptar estos conocimientos y se ha resistido a los mismos. Con el paso del tiempo va afianzándose la idea de que la razón, como fruto de la evolución natural, es algo muy valioso pero a la vez va cobrando importancia aquello que está más allá de la razón, y eso está aportando una base muy diferente a la teología. Todas estas sacudidas se hacen difíciles de aceptar si se estructura la religión desde una perspectiva legalista y exclusivamente racional. La teología no podía aceptar que el hombre no fuera tan diferente de las demás criaturas y que fuéramos un fruto de un proceso de evolución biológica.
GXXI.- Puede ser la experiencia interior un vehículo para el diálogo inter-religioso.
W. Jäger.- De momento de lo que se trata más bien en ese diálogo es de encontrar elementos comunes en las diferentes religiones, por ejemplo en los aspectos éticos. Estos diálogos descubren como todas las religiones apuntan a la caridad como a un factor esencial para su convivencia. Estas discusiones interconfesionales son muy importantes aunque para mí es mucho más importante la evidencia de una espiritualidad interreligiosa. Todas las religiones se basan en la experiencia originaria de sus fundadores, y esas experiencias eran experiencias místicas. Moisés tuvo su experiencia ante la zarza ardiente del Sinaí y Jesús en el momento de su bautizo y en el monte Tabor, y Sakyamuni Buda dio origen al budismo tras su experiencia mística y Muhammad fue también un místico. En el fondo las religiones no han hecho otra cosa que establecer aquello que sus fundadores experimentaron. Las religiones por ello deberían intentar conducir a sus miembros a ese género de experiencia que tuvieron sus fundadores. Si yo comparo las experiencias de éstos veo claramente que encontraron la misma y única verdad. Si han realizado realmente la experiencia de esa verdad sólo puede haber esa verdad en el origen de cada religión. A partir de ahí esta quedará formulada según la época y la cultura imperante.
En cualquier caso hay que considerar que muchas personas hoy en día no encuentran la fuerza necesaria para su vida en las verdades estipuladas de cada religión al tender estas a adoptar estas verdades dogmáticamente. Quiero volver a mencionar esa visión del mundo antiguo desde las que se formularon esas verdades y que hoy en día no encajan con la visión contemporánea del universo. Ni siquiera una interpretación actualizada es capaz de satisfacer a muchas personas en su deseo de experiencia religiosa. En este deseo de experiencia hay que ubicar el futuro de las religiones. Además, todo esto coincide con una apertura en nuestra capacidad para el ámbito de lo transpersonal. Los seres humanos se acercan a un nuevo nivel de la conciencia. La conciencia humana se ha ido desarrollando desde el nivel mágico al mítico, y desde el mítico al mental, y esta evolución no se va a quedar parada sino que seguirá hasta el nivel místico o transmental.
Por lo que se refiere a las religiones y culturas más antiguas, es verdad que en las mismas el chamanismo también buscaba esa dimensión de lo transpersonal y así podría ayudar a las personas a encontrar el verdadero sentido de la vida. Aunque hay que considerar sus connotaciones de carácter arcaico y mágico. Esto no lo hace practicable o válido para las personas de hoy en día.

GXXI.- Como monje benedictino, ¿qué supuso y qué supone el Zen para ti?

W. Jäger.- La relación entre el Zen y Contemplación viene dada porque ambos llevan a la experiencia de lo uno y lo único, y por que el camino que ambos recorren es el mismo. Se trata de relegar la actividad del yo. Mientras éste sea activo las experiencias transpersonales no podrán darse. Los maestros Zen, igual que el Maestro Eckhart o Juan de la Cruz, uno de los más grandes místicos de Occidente, intentan relegar la actividad del yo para que pueda aparecer algo que siempre es pero siempre está oculto por dicha actividad. Eckhart habla de una capacidad de percepción que se intensifica cada vez que mi yo queda relegado a un segundo plano. Eckhart afirma que si esto ocurre la divinidad se experimenta a sí misma… Entonces la ola experimenta que su identidad auténtica es el agua… Esto es lo que muestra el Zen y cualquier mística auténtica, aunque hay que considerar que cada mística se expresará en sintonía con su propio contexto histórico y cultural. Las afirmaciones de Eckhart y los maestros Zen son muy parecidas. Muy a menudo se expresa de una manera tan radical como lo hacen los propios maestros Zen. Por ejemplo cuando dice eso de “Si yo no existiera Dios no sería” se refiere a esa experiencia de unidad. Dios sólo puede ser Uno. Si yo participo en Dios y formo parte de ese Uno, y no pudiendo separarse parte alguna del Uno, o bien existe la totalidad, lo Uno, o nada existe. Así “Si yo no existiera Dios no sería”. La ola podría decir: si no existiese yo, el mar no sería porque la ola es agua, igual que el océano entero. No se puede separar el océano de la ola.
En Japón me di cuenta que había personas que vivían en monasterios y que su única intención era practicar para hacer irrumpir toda esa dimensión de lo transpersonal. Seguramente ésa era la intención de las primeras comunidades cristianas pero nuestro mundo occidental, tan racional, olvidó todo esto. En el cristianismo siempre ha existido la teología negativa lo que le acerca mucho a la perspectiva del Zen, es decir, cualquier cosa que pueda decirse sobre Dios no se ajusta a Dios. En este sentido se ha hablado de una espiritualidad apofática antes que una catafática, es decir una espiritualidad que se aleja del concepto (fatis viene del griego y significa palabra). Lo apofático aludirá a un alejamiento del concepto. Este elemento apofático es el propio de la mística cristiana.
http://www.generacion.net/entrevista-a-willigis-jager

San Juan de la Cruz .Padre Thomas Keating. Thomas Merton



La unión del alma con CristoEdith Stein

La unión del alma con Cristo es diferente de la comunión entre dos personas terrestres: empieza con el bautismo y se refuerza constantemente con los demás sacramentos; es una integración y una inyección de sabia –como nos lo dice el símbolo de la vid y los sarmientos (Jn 15). Esta unión con Cristo comporta un acercamiento de cada uno de los miembros con todos los demás cristianos. Así la Iglesia toma la figura de Cuerpo místico de Cristo. Este Cuerpo es un cuerpo viviente y el espíritu que lo anima es el espíritu de Cristo, el cual, partiendo de la cabeza se desliza hacia todos los miembros; el espíritu que emana de Cristo es el Espíritu Santo, y la Iglesia es, pues, el templo del Espíritu (cf 1C 6,19).


"Entreme donde no supe y quedeme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo"
y


San Juan de la Cruz es un prototipo de escritor místico, de una persona que experimenta unas intensas vivencias religiosas y pretende comunicarlas a un círculo de compañeros con inquietudes similares, entre los que destacan varias figuras femeninas, como Santa Teresa de Jesús o Ana de Jesús. En tal empeño creativo se ve abocado a asumir las corrientes espirituales, estéticas y literarias de su época -finales del Renacimiento- y a llevar al extremo los recursos del lenguaje poético, especialmente en lo relativo al uso de los símbolos. Amante del silencio, pero maestro de la palabra, como artista adelantado al momento histórico que le correspondió vivir, sus poemas han influido en los principales poetas españoles de todos los tiempos. Esta página pretende contribuir a la difusión de un representante señero de las letras hispanas del Siglo de Oro.

"San Juan de la Cruz, el poeta más extraño de las letras españolas, ha "aterrado" a los estudiosos españoles, como confiesan Menéndez Pelayo y Dámaso Alonso. Carlos Bousoño, por su parte, considera que el poeta era un “contemporáneo” avant la lettre que se había adelantado a las vanguardias europeas, muy en la línea de Paul Valéry, que había “afrancesado” a San Juan al asociar sus “dislates” poéticos con el surrealismo. Desde esta costa Atlántica no necesito “prestigiar” al poeta desde cánones franceses: entiendo que su novedad consistía en aclimatar al castellano la estética del delirio del Cantar de los cantares hebreo y a que se había servido de símbolos sufíes como la noche oscura, el vino del éxtasis y el ruiseñor, que ya no entona el miserabile carmen de Virgilio, sino que celebra jubiloso el éxtasis".


Cántico Espiritual
San Juan de la Cruz

Noche Oscura
San Juan de la CruzCanciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual

Llama de amor viva
San Juan de la CruzCanciones del alma en la íntima comunicación de unión de amor de Dios
Glosa a lo divino
San Juan de la Cruz
Romance sobre el Evangelio
San Juan de la Cruz
Subida al Monte Carmelo
San Juan de la Cruz
El Cristo de San Juan de la Cruz (1951) Salvador Dalí
y





La más grande expresión del misticismo universal
San Juan de la Cruz eleva la poesía mística a la más intensa y sublime expresión a que ha llegado el misticismo universal. Es el último de los grandes místicos. También en él se agotan las posibilidades de la poesía religiosa. También es una de las voces líricas más puras que jamás hayan existidoRobert Louer
University of Oklahoma

El camino interior de Benedicto XVI

Por qué no es posible decir: “Cristo sí, la Iglesia no” Habla el teólogo Salvador Pié-Ninot en un nuevo libro

El cristiano y la soledad
Monseñor Antonio González


J. Gelpi: Joseph y las parábolas de Jesús

La noche oscura de la Madre Teresa
Junto con los conocimientos oscuros, existe el amor oscuro, que no es menos ardiente por verse privado de toda imagen sensata y espiritual del Ser amado.

Carol Zaleski

Teresa de Calculta: luz desde la oscuridad (I)Habla el postulador de la causa de canonización, padre Kolodiejchuk


Teresa de Liseux
José Vilasuso

La noche oscura en San Juan de la Cruz. (1542-1591)
¿Qué es la "noche oscura del alma"
Directorio de Espiritualidad Carmelita

Reflexiones adicionales sobre la noche oscura
Kiara Windrider
¿Qué es la "noche oscura del alma"?
Directorio de Espiritualidad Carmelita

San Juan de la Cruz: Maestro en la fe
Juan Pablo II
Santa Teresa de Jesús
extasisteresa
Extasis de Santa Teresa, escultura de Gian Lorenzo Bernini, 1647. Iglesia de Santa María de la
Victoria, Roma.

“Quiso el Señor que viese algunas veces esta visión: veía un ángel al lado izquierdo, en forma corporal… Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento”.
Santa Teresa de Jesús,
Libro de la Vida, Cap. 28, 13







Santa Teresa de Ávila: Doctora de la Iglesia
Homilía pronunciada por el Papa Pablo VI, en al basílica de San Pedro, durante el acto de la proclamación de Santa Teresa como doctora de la Iglesia Universal el 27 de septiembre de 1970.


videonadateturbe
Video: "Nada te turbe"

Su espiritualidad


Breve biografía

La experiencia mística: Marta Robin Görres
Jean Guitton
La experiencia del renacimiento espiritualEdith Stein

"Existe un estado de reposo en Dios, de total suspensión de todas las actividades de la mente, en el cual ya no se pueden hacer planes, ni tomar decisiones, ni hacer nada, pero en el cual, entregado el propio porvenir a la voluntad divina, uno se abandona al propio destino. Yo he experimentado un poco este estado, como consecuencia de una experiencia que, sobrepasando mis fuerzas, consumió totalmente mis energías espirituales y me quitó cualquier posibilidad de acción. Comparado con la suspensión de actividad propia de la falta de vigor vital, el reposo en Dios es algo completamente nuevo e irreductible. Antes era el silencio de la muerte. En su lugar se experimenta un sentimiento de íntima seguridad, de liberación de todo lo que es preocupación, obligación, responsabilidad en lo que se refiere a la acción. Y mientras me abandono a este sentimiento, poco a poco una vida nueva empieza a colmarme y - sin tensión alguna de mi voluntad - a invitarme a nuevas realizaciones. Este flujo vital parece brotar de una actividad y una fuerza que no son las mías, y que, sin ejercer sobre ellas violencia alguna, se hacen activas en mí. El único presupuesto necesario para un renacimiento espiritual de esta índole parece ser esa capacidad pasiva de recepción que se encuentra en el fondo de la estructura de la persona."
La contemplación:
El camino místico olvidado por los cristianos

Willigis Jager o.s.b.
Mis devociones kitschDora Amador

El mañana es la Misericordia (Video)
Documental que relata el nacimiento de Paray-le-Monial, desde su fundación en el año 977 por monjes, hasta su esplendor espiritual actual.
La historia de Santa Margarita-María, de San Claudio de la Colombière, y de las apariciones de Jesús mostrando su Corazón "Ardiente de amor: Las grandes peregrinaciones y los testimonios de las bendiciones recibidas en este lugar.

Vida de Santa Faustina Kowalska
Fascinante película de hora y media, dividida en 11 cortas partes, realizada en polaco con subtítlos en español.
Primera Parte

En él solo
Pedro Arrupe, sjEl teólogo jesuita alemán Karl Rahner escribe la introducción de este magnífico documento, una colección de reflexiones teológicas y espirituales de Pedro Arrupe, sj, Padre General de la Compañía de Jesús de 1965 y 1983, en la que explica con gran esplendor y profundidad teológica y espiritual, por qué la Compañía de Jesús se consagró a la devoción del Sagrado Corazón de Jesús. Citamos este párrafo de la introducción de Rahner:
“Sin pretender hacer aquí la historia de la devoción al Corazón de Jesús en la Compañía de Jesús (jesuitas), sí podemos afirmar con seguridad que La Compañía de Jesús tuvo en un momento de su historia una experiencia que ella ha aceptado plenamente: la devoción al Corazón de Jesús. Aunque solamente se origina y comienza a practicarse unos 200 años después de la fundación de la Compañía (1540), es algo esencial para ella, que la acepta como encargo de Cristo, y como tal la practica y se siente obligada a propagarla”.
Espiritualidad y la religiónDora Amador
En el umbral de la contemplación
Entrevista al P. Thomas Keating
Dora Amador
Logotipo tomado del monograma del “REDENTOR DE JOB” que es símbolo de la espera paciente. El Alfa y el Omega símbolos de Jesucristo: Principio y Fin
La Cruz, símbolo de la Salvación.
Las flores símbolo de la abundancia de vida
y de la Resurrección.
El círculo símbolo del proceso continuo en torno al
Misterio de Cristo
Cuando vayas a orar
Adele González
 
Homenaje a Thomas Merton
10 de diciembre de 2008: 40 aniversario de su muerte
Carta a Thomas Merton
Guillermo Urbizu
Merton en mí
Dora Amador
Thomas Merton: la respuesta del monje en tiempos de opciones cruciales.
Francisco R. de Pacual y Fernando Beltrán Llavador+
Dios, Señor Mío, no tengo idea de adónde voy. No veo el camino ante mí. No puedo saber con certeza dónde terminará. Tampoco me conozco realmente, y el hecho de pensar que estoy siguiendo tu voluntad no significa que en realidad lo esté haciendo. Creo que el deseo de agradarte, de hecho te agrada. Y espero tener ese deseo en todo lo que hago. Espero que nunca haré algo apartado de ese deseo. Y sé que si hago esto me llevarás por el camino correcto, aunque yo no sepa nada al respecto. Por lo tanto, confiaré en ti aunque parezca estar perdido a la sombra de la muerte. No tendré temor porque estás siempre conmigo, y nunca dejarás que enfrente solo mis peligros.
Thomas Merton, "Pensamientos en la Soledad"


Algunos escritos de Thomas Merton
Semillas de Contemplación
(leídas mientras se plantaban diversos árboles
en un parque de la Abadía)
Thomas Merton
Fragmentos escogidos de Thomas Merton, monje cistercience
Libros de Thomas Merton en Google Book Search

Compassion - Dalai Lama and Merton

Thomas Merton
Enlaces a páginas sobre Tomas Merton
fonte

Padre Thomas Keating, director de Contemplative Outreach
Vídeos del P. Thomas Keating:

terça-feira, 25 de março de 2014

Entevista a Willigis Jäger, teólogo, beneditctino y maestro zen


Willigis Jaeger«En el siglo XX se mataron mutuamente cien millones de personas y ninguna moral sirvió»
Ratzinger me prohibió hablar en público, pero no le hice caso por motivos de conciencia
Con un gran número de seguidores tras sus conocimientos sobre mística de las religiones, el alemán Willigis Jäger habló ayer en el Ateneo Jovellanos de Gijón sobre «La irrupción a nuestro ser verdadero». Monje benedictino, maestro zen y maestro de contemplación, abarrotó el aula. Lo entrevista Javier Morán en La Nueva España.

¿A qué monasterio benedictino pertenece usted?
-Vivo fuera del monasterio porque estoy exclaustrado. Benedicto XVI,
cuando aún no era Papa, sino en su anterior puesto en la Congregación
para la Doctrina de la Fe, bajo el nombre de Ratzinger, me prohibió
hablar en público.
-¿Por qué?
-Pensó que yo ya no interpretaba correctamente el catolicismo.
-¿Se defendió usted?
-Le escribí una carta diciéndole que no iba a hacerle caso por motivo
de conciencia y por motivos pastorales.
-¿Por qué un benedictino acude a la espiritualidad oriental?
-En la Iglesia católica no se enseñó la oración contemplativa y aún
hoy día sigue habiendo dificultades con esa enseñanza.
-¿Conoció al jesuita Anthony de Mello, también amonestado por la Santa Sede?
-Parecido problema al mío.
-Le acusaron de panteísta.
-A mí me acusan de monista, pero lo que yo enseño no tiene nada que
ver con ello.
-¿Es compatible la espiritualidad oriental con el credo católico?
-Existe una espiritualidad transconfesional y a ésa me dedico. Pero
eso no significa que yo tenga que dejar la confesión católica.
-El teólogo Rahner decía que el siglo XXI, o es místico, o no será nada.
-Yo también creo eso, porque, o bien hacemos experiencias en el
espacio transpersonal, o no vamos a poder sobrevivir como especie
humana.
-¿Qué significa experiencia transpersonal?
-Nuestra personalidad es un logro de la evolución, pero al mismo
tiempo significa una limitación. Nuestra conciencia tiene que
ampliarse. Nos hemos desarrollado desde una conciencia prehomínida y
de allí evolucionamos hacia una conciencia mágica, luego mítica, luego
mental racional, pero no podemos quedarnos ahí.
-¿Qué es ese ahí?
-Provenimos de un paraíso en el que alguna vez nos sentimos en una
unidad simbiótica con la naturaleza, y lo que llamamos pecado original
no es otra cosa que el haber desarrollado la conciencia individual
fuera de esa simbiosis. Pero, apenas salimos de ella y pudimos decir
tú y yo, empezó a matar Caín a Abel. Desde entonces nuestra especie no
ha hecho otra cosa que matarse mutuamente y eso se ha agravado
muchísimo. Hemos llegado a un punto donde no sabemos cómo va a seguir
esto. En el siglo pasado se mataron mutuamente cien millones de
personas y ninguna moral surtió efecto.
-¿Por qué?
-Esas frases de «debes hacer», o «tienes que», no han hecho adelantar
a nuestra especie humana para nada. Los grandes profesores y
sacerdotes del mundo fueron un fracaso en este sentido. No estoy en
contra de los profesores o de los sacerdotes, pero sus enseñanzas no
han ayudado a los hombres.
-¿Alternativas?
-Tenemos en nuestro interior posibilidades para comprender la realidad
de un modo que no puede abordarse con la razón. Nuestra conciencia
personal supone un gran logro de la evolución, pero al mismo tiempo
supone una limitación. Caer en la cuenta de esa limitación es esencial
para nuestra especie.
-¿Cuál es esa limitación?
-Creemos que la conciencia del «yo» supone la única posibilidad de
comprender. Pero eso es igual de tonto que cuando creíamos en el
pasado que la Tierra era el centro del universo. Con esa concepción
nos hemos orientado hacia un gran egocentrismo, que es la fuente de
todos los males que conocemos en el mundo. El egocentrismo nos ha
llevado al borde de la desaparición.
-¿Cómo superarlo?
-Para salir de esa limitación hay que entrar en el nivel de la unidad.
Entonces vemos que somos uno con todo y que sólo existe uno. Una red
de pescador consiste en muchas mallas y una malla sola no tiene
sentido. Cada uno tiene sentido en la totalidad.
-Pero algunas religiones ya predican el amor al prójimo.
-Las religiones predican el amor y dicen «debes amar a tu prójimo
igual que a ti mismo», pero no nos han ayudado las religiones para dar
ni un paso hacia adelante. Decimos «mi religión», «mi confesión»,
…egoísmo, …y los que no estaban de acuerdo fueron quemados. Eso sigue
igual en el presente: sunnitas y chiitas, judíos y musulmanes,
fundamentalistas en la Iglesia católica. Todos dicen «yo, yo, yo…».
Todos los problemas del mundo resultan de ese egocentrismo.
-¿Nada han contribuido las religiones?
-Sólo cambiaremos si entramos en un nivel nuevo de conciencia, en el
espacio transpersonal. Superar las limitaciones del yo es algo que la
mística de Oriente y de Occidente siempre han sabido hacer, pero se
puede hacer en las religiones y también fuera de las religiones. La
mayoría de las personas buscan fuera de sus religiones.
-Las religiones también han evolucionado.
-Las reformas en las religiones han sido como cambiar los muebles de
un mismo piso. Lo hemos hecho muchas veces y no ha servido de nada. Lo
que tenemos que hacer es subir un piso más arriba en la experiencia de
lo religioso.
-¿Qué hay en ese piso?
-Un nuevo nivel de la conciencia. Se trata de ser más plenamente
humano. Hay que preguntarse qué sentido tienen esos pocos decenios de
mi vida en un universo de miles de millones de años. Ese sentido es
que debo ser plenamente ser humano, y ahora lo voy a decir en la
manera cristiana: Dios quiere ser persona en mí, tal como soy en este
momento, con esta figura que tengo. Es el único motivo por el que
existimos. Por eso bailo esa danza de la vida, pero no soy yo el que
está bailando, sino que estoy bailado. Dios se baila a sí mismo en mí.
El maestro Eckhart dice que Dios se saborea a sí mismo en las cosas.
Ése es el motivo de mi existencia.
-¿Y lo transpersonal?
-Yo tengo una importancia sin igual. Por eso dice Eckhart que si no
estuviera yo, Dios no sería. Por eso tengo un significado único con mi
vida, con esos pocos decenios en medio del universo. Mi ser verdadero
no es la conciencia del yo, sino algo que no nace y no muere. Lo que
soy en lo más intimo es algo que seguirá cuando mi cuerpo físico haya
muerto. Y no soy el único que está bailando, sino que bailan conmigo
muchas personas, que tienen la misma importancia que yo. Cuando
experimento esto, mis actuaciones serán diferentes.
-¿Cómo se hace uno místico?
-La mística es una forma de oración, un camino de oración. Existen
diferentes formas de oración y la mística es uno de esos caminos. Y
muchos cristianos llegan a una frontera con su oración verbal dirigida
hacia un Dios personal y entonces entran en una nueva forma de
oración, y esa oración es una nueva experiencia de lo que llamamos
Dios.
-Esa oración, ¿es la contemplación?
-Eso es lo que la tradición llama oración contemplativa, y lo
conocemos de Santa Teresa de Jesús, de San Juan de la Cruz, de
Francisco de Osuna… Hay un camino donde se enseña esa religión
mística. Todas las religiones conocen dos formas de oración, una
esotérica y otra exotérica. Las religiones, como el budismo,
cristianismo, judaísmo, hinduismo e islamismo, tiene sus sagradas
escrituras, sus dogmas, ritos, liturgias y esa forma de religiosidad
se reza de forma exotérica. «Exoteros», en griego, quiere decir «desde
fuera», y el rezo verbal o meditar sobre un texto serían la oración
exotérica. En esa forma lo que hago es activar mis potencias
psíquicas, como intuiciones, pensamiento…
-¿Y la oración esotérica?
-Todas las religiones también tienen una forma esotérica de oración.
El budismo ha desarrollado las formas del zen y del Vipassana; el
hinduismo ha desarrollado las diferentes formas del yoga; en el
islamismo conocemos el sufismo, y en el cristianismo tenemos la
mística, que también es la contemplación. «Esoteros» significa «desde
dentro» y en la forma de oración esotérica hago lo contrario: voy
sosegando toda actividad mental, intento sosegar las potencias
psíquicas, como memoria, voluntad y entendimiento, para que pueda
irrumpir lo que está detrás de ello.
-¿Por qué se perdió en el catolicismo la contemplación?
-La Iglesia católica dice que esa forma de oración contemplativa es
una oración privada y no le gusta. Quiere que todos tengan la misma
práctica que la Iglesia ha fijado. Todas la religiones teístas, como
el Cristianismo, el Islam y el Judaísmo, tienen problemas con lo que
es la mística.
-¿Miedo a que la persona entre en contacto directo con Dios?
-La institución de la Iglesia teme perder el control.

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WILLIGIS JÄGER : spiegare cosa sia effettivamente la mistica, vale a dire null'altro che la realizzazione della realtà.

 Jaeger è monaco benedettino e maestro Zen, costretto al silenzio dal 2000, dalla Congregazione della dottrina della fede guidata dall'attuale papa. Dal 2002 ha rinunciato all'esercizio della sua attività sacerdotale. Dal 1975 ha intrapreso il percorso della mistica zen, fino a divenirne maestro. E' una delle voci più alte della ricerca spirituale contemporanea, speranza in chi crede in una religione aperta, a confessionale, anti dogmatica. Scaturita dall'esperienza diretta con il divino.

WILLIGIS JÄGER
L'immagine della mistica in Occidente è stata notevolmente distorta. In questo termine aleggia un'ombra di bigotteria e di esotismo, di segreto e di santità elitaria. E questo è proprio quello che la mistica non è. Ecco perché è importante, prima di tutto, spiegare cosa sia effettivamente la mistica, vale a dire null'altro che la realizzazione della realtà. Spiego. La realtà che noi consideriamo reale non è vera realtà. La vera realtà si dischiude ai nostri occhi solo quando abbandoniamo la consapevolezza abituale dello stato di veglia ed entriamo in una sfera di coscienza superiore, che - rispetto alla coscienza personale dell'Io - può essere definita come "coscienza transpersonale". In molti rappresentati della psicologia avanzata troviamo una distinzione tra i diversi livelli di coscienza. Lo stadio di coscienza prepersonale, o preparazionale, è il livello del corpo e delle percezioni sensoriali, delle emozioni, di semplici cognizioni sotto forma di immagini e di simboli, e delle rappresentazioni mitiche, senza tuttavia una coscienza chiara. Questo livello corrisponde alla coscienza del nostro Io. A livello della coscienza transpersonale, l'essere umano supera la propria coscienza dell'Io, immergendosi in una realtà che trascende l'ego. Ciò avviene anche sotto forma di immagini e di simboli (visioni e profezie).
A livello di coscienza cosmica avviene l'esperienza mistica vera e propria: l'esperienza del vuoto, della "Divinità" senza predicati. Qui l'uomo fa esperienza del "puro essere", l'origine di tutto. È lo stadio che precede tutto quanto può crearsi. Ecco perché non si ha a che fare con un essere che è sostanza. Dionigi l'Areopagita l'ha espresso in modo meraviglioso in una poesia: "La causa prima di ogni cosa non è né essere né vita, poiché è stata lei stessa a creare l'essere e la vita. La causa prima non è neanche concetto o ragione. Perché è stata lei stessa a creare i concetti e la ragione".
L'esperienza mistica è l'esperienza dell'unità di forma e vuoto, della propria identità con la Realtà Prima. Tale livello di coscienza è la meta della vita spirituale. Questa coscienza è l'esperienza mistica e colui al quale accade diventa un altro. Le sue concezioni religiose si trasformano. Compiere questo passo significa, in un certo senso, morire; perciò nella tradizioni mistica tale esperienza viene descritta come la "morte dell'Io".
Per la mistica non si tratta, comunque, di eliminare l'io o di combatterlo. Si tratta semplicemente di rimetterlo al proprio posto e di ridargli il peso che gli spetta. Ecco perché ci si sforza di riconoscere l'io per quello che è effettivamente: un centro organizzativo per la struttura personale dei singoli individui. Questo centro organizzativo ha un valore irrinunciabile per la nostra vita. È quanto ci rende umani. Questo è ovvio per la mistica. L'esperienza mistica, però, porta a l'uomo a non identificarsi più in prima istanza con questo Io palese, liberandolo ed aprendolo ad una realtà nella quale l'Io non è più predominante.
Nel cogliersi come realtà superiore, l'ego non diventa "meno ego", ma "più ego". Ecco perché i mistici non provano un senso di perdita quando l'Io si tira indietro. Fanno esperienza di qualcosa di molto più prezioso, che non lascia nemmeno affiorare l'idea di una perdita. Di conseguenza, sono quasi sempre delle personalità forti. Molti mistici del passato avevano un Io così marcato, che hanno preferito finire sul rogo, piuttosto che tradire la propria convinzione. Per la mistica, nella vita non contano né la giustificazione, né l'appagamento dell'Io, né l'autorealizzazione. Si tratta esclusivamente di smascherare tutti i progetti dell'ego - anche o proprio soprattutto quelli religiosi - come transitori. Nella pratica contemplativa, quello che conta è ridurre anche la volontà, quand'anche si tratti di buona volontà. Finché compiamo gli atti religiosi o recitiamo le professioni di fede per ottenere un tornaconto personale, non siamo ancora avviati sul cammino della mistica. Ci irrigidiamo sullo schema del "Do ut des", del "non si dà nulla per nulla".
Sarebbe troppo semplice accusare solo lo spirito dei tempi, senza accorgersi che questo non fa che seguire una tendenza che tutte le religioni affermate conoscono bene: la tendenza a costruire strutture che preparano la strada alla mentalità del baratto. Ogni volta che vengono emanate delle norme etiche e si esaltano le professioni di fede in quanto apportatrici di redenzione, è in agguato la grande tentazione di usare tali norme e professioni per tranquillizzare l'Io. In tal modo si è ben lontani dall'abbandonarlo, anzi, non si fa che rafforzarlo. Aggiungerei: l'ego si infila in una prigione autocostruita, nella quale alla fine non può che segnare il passo.

La Contemplación tiene tres estructuras básicas

La Contemplación tiene tres estructuras básicas:
  • El recogimiento de la conciencia mediante un solo foco, la respiración o una palabra.
  • La atención pura para crear un espacio para la “contemplación del puro Ser” o la “pura atención amorosa”.
  • Caminar, trabajar y hacer cada movimiento de una forma consciente.
La práctica puede llevar a un estado de conciencia, una pura percepción, una presencia que no juzga ni evalúa.

Sentarse en silencio

El recogimiento de la conciencia a través de la respiración

Nada más importa salvo ésta respiración en este preciso instante. Nada es reprimido aunque la atención siempre vuelve a esta única respiración. Sólo este respiro importa ahora. Pensamientos, intenciones, emociones o sentimientos vuelven a surgir. Tomo nota de todos ellos pero me vuelvo a centrar inmediatamente en ésta única respiración.
La respiración no es manipulada, ni forzada, ni provocada. Cada respiro es como es. Debido a la doble atención que prestamos a la respiración, ésta, con el tiempo, puede crecer y llegar a ser más profunda y amplia.

El recogimiento de la conciencia a través de una palabra

Willigis Jäger dice, y así lo confirma la experiencia, que una palabra es más “tangible” que la atención pura a la respiración. Es un sonido interior, p.ej. la palabra Jesús, Jehoshua, Cristo o Shalom. El significado de la palabra en sí es irrelevante y no se refleja. Cualquier imaginación que pueda ser asociada a una palabra desaparece. Se trata de unirse al simple sonido de la palabra. Me entrego a ella hasta que el Yo se pierda entre el sonido o, es más, hasta que el Yo se haya convertido en este sonido y me lleve a una apertura de conciencia.

Vaciado de la conciencia – “Contemplación del puro Ser”

La postura fundamental es de serenidad alegre. La mente se refleja. Somos cuerpo, mente y espíritu. Es lo que nos caracteriza. Pero esto sólo es el instrumento que “toca” nuestro verdadero Ser. Experimentar el verdadero Ser que se halla detrás de nuestra personalidad y racionalidad es el objetivo de la Contemplación y de la mística. Es un estado que trasciende toda actividad mental y egocentrismo.
La práctica es un sentir, oír y percibir del origen amorfo de nuestra verdadera naturaleza. Es un No-Pensar, un escuchar a nuestro interior. Nada que aparece en nuestra conciencia se retiene. Esta práctica de oración de la paz lleva a un vaciado de la conciencia y una armonía con nuestro Ser que trasciende lo personal.
“Nada es ahora más importante que esto: que ofrezcas la oscura percepción de tu Ser Puro alegremente a Dios para que él te pueda unir a su interior; su Ser con tu Ser.” (Nube del No-Saber)
El místico anónimo de este verso que se dirige a un alumno, habla de un vaciado de la conciencia, de la “Contemplación del puro Ser” que es nuestra verdadera naturaleza.
San Juan de la Cruz dice algo parecido: “atención amorosa”, “atención pura” o “amor pasivo”: “El alma tiene que salir al encuentro de Dios con atención amorosa. Sólo esto; sin destacarse mediante actos. Debe comportarse de una manera sumisa, sin interés propio; con simple y decidida atención amorosa; como alguien que en cuyos ojos se refleja el amor.”

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Willigis Jäger: El Amor es la quintaesencia de mi vida

 
El 7 de marzo del 2010 cumplí 85 años. ¿Cuál es la quintaesencia de mi vida? Desde mi infancia he buscado el Fondo originario detrás de todas las palabras, formulaciones y declaraciones teológicas, ese Fondo al que los cristianos llamamos Dios.
A los seis años salí por primera vez de la limitación racional. Entonces no supe lo que me pasaba, pero esa experiencia me dio la seguridad de que detrás de todas las palabras me espera un amor absoluto. Fui un niño normal. No en vano me dieron el apodo “f y f” – “frech und fromm”, “pillo y devoto”. Pasé una niñez maravillosa con mis seis hermanos. Pero el anhelo hacia ese Fondo originario, del que tan pronto percibí una idea, no me soltó más, ni siquiera en la adolescencia. Fui un buscador apasionado. Ya en la juventud mi oración se asemejaba a un abrirse amoroso a ese Fondo originario divino.
Tampoco en el tiempo que como soldado tuve que pasar en la guerra me abandonó ese anhelo. Gracias a Dios nunca tuve que disparar. Ese anhelo hizo que después de la guerra entrara en el monasterio. Allí esperaba encontrar la realización de mi anhelo.
Como todos mis compañeros de la Orden recibí una formación espiritual de seis años en filosofía y teología. Pero la teología no me trajo la realización de lo que anhelaba. En aquel tiempo la lectura de los libros de Friedrich Schleiermacher me interesaba más que las clases de teología, igualmente Friedrich Nietzsche, cuya experiencia mística en la roca de Surley me impresionó profundamente. De Arthur Schopenhauer me interesaba más su experiencia mística que su interpretación pesimista del mundo. Me impresionó en especial una experiencia suya y me sentí reflejado en ella:
“Pero yo digo, en este mundo temporal, sensual y comprensible, hay personalidad y causalidad, sí, son incluso necesarias. –Pero una consciencia superior en mí me alza a un mundo en el que ya no hay ni personalidad ni causalidad, ni sujeto ni objeto.” Entonces él intenta describir el mundo como se muestra a esa “consciencia superior”: “Tranquilo y sonriente vuelve la mirada hacia los espejismos de este mundo que una vez fueron capaces de conmover y atormentar su ánimo, pero que ahora le resultan tan indiferentes como las piezas de ajedrez después de terminada la partida, o por la mañana los disfraces tirados cuyas figuras nos gastaron bromas y nos inquietaron en la noche de carnaval. La vida y sus formas flotan ante él como un fenómeno pasajero, como ante el que está medio despierto flota el ligero sueño matutino a través del cual brilla ya la realidad y que no puede así engañarle.”
Siempre busqué con gran pasión lo inconcebible de lo divino, lo que estaba detrás de todas las afirmaciones teológicas. Todo lo que la teología y la metafísica ofrecían eran sólo indicaciones hacia un Fondo originario mentalmente inconcebible. La pregunta central que me guiaba era siempre: ¿Cuál es el significado de estos cuantos decenios, en los que voy de un lado para otro sobre esta mota de polvo insignificante en medio de este universo ilimitado? Mientras el ser humano no encuentre respuesta a esta pregunta, filosofamos y teologizamos en un espacio hipotético.
Sólo una experiencia en el campo de la consciencia transpersonal me dio una respuesta satisfactoria a ello: Aquí y ahora, en este tiempo limitado, soy una manifestación única, incomparable e inconfundible de ese Fondo originario que he experimentado y experimento como amor. Ese Fondo originario, al que hemos dado nombres como Divinidad, Vacío o Brahma, se festeja a sí mismo, se celebra a sí mismo como esta forma que yo soy. Únicamente en ello encuentro el significado de mi existencia. Y por eso doy un sí absoluto a este tiempo de mi vida, estando completamente convencido que la vida continúa. ¿En qué forma de existencia?, no lo sé.
Mi decisión de ir al convento fue todo menos huir del mundo, más bien fue la forma más radical de un amor apasionado. Ese amor incluye a todos y a todo, y salva a todo el mundo con su benevolencia. Durante mis estudios encontré en la biblioteca los escritos de Teresa de Ávila, Juan de la Cruz y las de un místico inglés, cuyo nombre no conocemos, que nos ha dejado “La nube del no-saber” y “El libro de la orientación particular”. El autor aconseja dirigir la mente hacia una palabra-guía o un foco, tales como, Dios o Amor.
Se trata de usar esa palabra como lanza y foco para entrar en capas más profundas del alma. Aconseja parar de pensar en Dios para enterrar el entendimiento, la memoria y los sentimientos bajo la nube del olvido. En esa palabra-guía se recoge la consciencia y actúa como un compás que lleva la dirección en la oscuridad.
También el místico Juan de la Cruz fue un maestro importante que dejó tras de sí toda imagen e idea intelectual de Dios. La palabra “Dios”, que saqué como foco de “La nube del no-saber”, se unió a mí de forma muy natural con la respiración.
Seguí unos años por este camino y de repente llegué a una experiencia profunda, que en occidente llamamos experiencia mística. Ésta me condujo más allá del concepto “Dios”. Esta experiencia no se diferenció en nada de la que hice más tarde en el camino del Zen, y que mi maestro Yamada Kôun Roshi me confirmó como kensho.
Hay un nivel humano-general, independiente del origen, sexo y confesión. Es el nivel que en todas las experiencias espirituales lleva a la no-dualidad transpersonal del Ser, que en el Zen se llama Vacío. El Zen tiene la ventaja sobre los demás caminos espirituales de ser radical y absoluto. Pero la profundidad de la experiencia es la misma en cada persona que irrumpe en ella, la misma que Teresa de Ávila muestra en las “Moradas Séptimas” de la descripción de su vida: “Es como si cayendo agua del cielo en un río o fuente, adonde queda hecho todo agua, que no podrán ya dividir ni apartar cuál es el agua del río, o lo que cayó del cielo.”
Después de la ordenación sacerdotal llevé durante dos decenios una vida pastoral muy activa. Trabajé siete años como profesor de Instituto de Bachillerato y como monitor de jóvenes en un internado. A continuación trabajé en las obras eclesiales para la ayuda al desarrollo Missio y Misereor y cuatro años en la Sede de la Juventud Católica de Düsseldorf. Aún con toda mi actividad sentí como interiormente cada vez estaba más vacío y así empecé a ir de nuevo por el camino descrito anteriormente.
A pesar de la actividad pastoral, que me llevaba mucho tiempo, empecé con la práctica contemplativa cada mañana de seis a siete y media y entonces volvió la experiencia. Poco a poco apareció de nuevo lo que en el Budismo se denomina samadhi, o lo que Teresa de Ávila llama oración de quietud. Es la experiencia del Fondo originario permanente que juega un papel fundamental en todas las decisiones.
En 1971 asistí a un cursillo de Zen del Padre E. Lassalle que se impartió en mi convento de Münsterschwarzach. Entraba por primera vez en contacto con el Zen, e inmediatamente vi claro que ese era el camino que tenía que seguir y que me llevaría a mi profundidad y con ello al Fondo originario divino de todo ser.
Empecé de nuevo a sentarme en silencio con regularidad y pronto percibí que iba por la pista correcta. Dos sesshin con Brigitte D’Ortschy Roshi me enseñaron que sólo una gran decisión y una última consecuencia podían proporcionarme una apertura nueva. Cuando mi Orden me ofreció la posibilidad de ir a Japón, a fundar un nuevo monasterio, vi en ello la providencia divina. Dejé mi trabajo de Missio en su punto culminante, bajo la incomprensión de muchos de mis amigos, para vivir en una comunidad benedictina nueva de Kamakura y practicar Zen con Yamada Kôun Roshi, al que había conocido en 1971 en Múnich. ¿Casualidad o destino?, el monasterio debía ser fundado en la misma ciudad que Yamada Kôun Roshi tenía su centro.
Practiqué tres años con el “Mu”, como lo indica la práctica Zen. Este ejercicio apenas se diferenciaba de mi ejercicio anterior con la palabra “Dios”. Pero esta vez tenía un guía experto que me libraba de algunos rodeos. Poco a poco volvieron mis experiencias profundas anteriores. Con cada sesshin sentí el progreso. Era como el abrirse vacilante y paulatino de una flor, hasta que una noche después de un sesshin desperté y los últimos pétalos de la flor se abrieron de golpe como impulsados por una fuerza interior. Sólo había Vacío, la “Nada, Nada, Nada…” de Juan de la Cruz. Del Vacío brotaba el momento: sólo esta respiración, y al ponerme en pie, sólo este paso. Yamada Roshi reconoció esta experiencia como kensho.
Cuando después de unos días me senté a articular lo que había experimentado, escribí algunas palabras: amor, vacío, plenitud, unidad, felicidad. Cuando más tarde leí estas palabras, estaba conmovido. Si alguien cualquiera me hubiese preguntado ¿Qué entiendes tú por “Dios”?, le hubiera contestado en terminología occidental: “lo que llamamos Dios es el Vacío absoluto, que se muestra como amor, plenitud, unidad y felicidad absolutos”. Eso es lo que había experimentado.
Cada día practicaba de seis a ocho horas Za-Zen, trabajaba dos horas en el área del templo y escribía un libro durante algunas horas. También pasé seis meses en una ermita aislado. Mi visión del mundo y mi comprensión cristiana habían cambiado. Me percibía completamente dispuesto al Fondo originario del ser divino, al que ahora prefería llamar Vacío y Nada. Estaba libre de todas las ideas sobre ese Fondo originario. Permanecer en la quietud absoluta, en samadhi, no me parecía ni lujo ni pasatiempo, sino una fuerza transformadora que sirve a toda la humanidad. El caminar consciente me llevaba al aquí y ahora y a la certeza de que el sentido de la vida sólo se encuentra en el momento presente.
¿Cuál es entonces ese nivel de nuestro ser humano? Con Juan de la Cruz puedo responder: “Y éste es el deleite grande de este recuerdo: conocer por Dios las criaturas y no por las criaturas a Dios; que es conocer los efectos por su causa y no la causa por los efectos, que es conocimiento trasero, y esotro esencial”.
Traducido al lenguaje del Zen sería: “Reconocer la forma a través del Vacío y no a través de la forma el Vacío” En otro lugar Juan dice: “Porque el alma en ese estado se une y siente con Dios, como todas las cosas son Dios.” Todas las cosas son Vacío y forma. Como seres humanos estamos siempre a ese nivel pero nuestro yo nos lo tapa. Me sorprendió como el lenguaje de Juan de la Cruz y del Maestro Eckhart expresan la misma experiencia que el Zen. El Maestro Eckhart dice: “Cuando yo llego al Fondo y al Lecho, al Riachuelo y a la Fuente de la Deidad, nadie me pregunta de dónde vengo, ni dónde he estado. Allí, nadie se ha percatado de mi ausencia, pues es allí donde “Dios” desaparece.” Pero como el entendimiento no lo comprende, el Maestro Eckhart sigue: “Si alguien ha comprendido este sermón, lo celebro por él. Si no hubiese habido nadie aquí, tendría que haberlo predicado a este cepillo de las ofrendas.” Y este conocimiento me volvió a la vida a impartir cursillos.
El amor que no puede excluir a nadie ni nada es la fuerza motriz en el camino, que forzosamente también tiene que llevar por la duda y el sufrimiento, hasta que al fin hemos llegado. La “noche oscura” de Juan de la Cruz informa de la necesidad de una experiencia de crisis que retire toda la seguridad y el autoengaño, que nos vacíe y abra a la entrega y amor absolutos. En el caos se halla la fuerza ordenadora para lo nuevo. La flor de loto crece del barro. Ambas cosas son inseparables. Del sufrimiento muchas veces crece lo nuevo.
En este camino también aprendí a tratar mis emociones. La cólera, que nos quiere poseer como un huracán, no es reprimida sino simplemente percibida y experimentada como “mi cólera”, que no tiene nada que ver con él que la provoca. Entonces la cólera recibe otra cualidad y podemos reconocer el verdadero motivo sin ser dominados por ella. Algo semejante es la aceptación del sufrimiento que no se puede evitar. Si conseguimos aceptar lo doloroso, al final se transforma en serenidad y sabiduría.
Practiqué el volver siempre a mi respiración en situaciones difíciles. Cuando en el trabajo estaba con prisas, siempre me concedía unos minutos de tranquilidad y relajación. Esto no es una pérdida de tiempo sino, más bien, concentración de fuerzas para el trabajo que nos espera.
Una experiencia cercana a la muerte dio a mi vida un acento decisivo. Mi corazón se paró un tiempo debido a la intolerancia de un medicamento. De repente me encontré en un nivel nuevo de experiencia. Aquí ya no había un yo, únicamente amor, estar completamente acogido y unidad. Cuando volvió mi yo, quise volver a toda costa a esa unidad amorosa y estaba dispuesto a morir. Pero un amoroso, benevolente y alegre ser en frente de mí me aclaró: “No puedes querer, tienes que esperar hasta ser llamado.” Durante dos días permanecí en esa unidad y amor racionalmente incomprensibles. Desde entonces ha desaparecido mi miedo a la muerte. No se me informó como será después de la muerte. Pero algo me quedó claro: la vida no acaba nunca. Con esa seguridad escribí el libro “La vida no termina nunca” y grabé el CD “La muerte no existe”.
Después de esa experiencia me quedó la certeza: cuando muera volveré a ese amor infinito, sin ninguna limitación del yo. Y ese amor es el Fondo originario de todo ser. Nuestro yo, con todas sus costras y cuños egoístas, lo tapa continuamente. Entendí que como personas no avanzaremos si no conseguimos crecer en ese nivel de la experiencia del amor incondicional.
Esa experiencia no se consigue con la voluntad o la acción, sino únicamente entrando en nuestro siempre presente Ser auténtico, que significa lo mismo que Amor. Ello se celebra a sí mismo como lo que somos. A fin de cuentas no se nos pide más que un sí al momento presente de esta vida que vivimos.
Esa experiencia significa un sí al cuerpo, que en el ascetismo cristiano muchas veces se humilló y despreció. La verdadera vida se traspasó a una existencia después de la muerte. Pero ese Fondo originario Amor se celebra como lo que somos en este momento. Con esta experiencia este par de decenios de vida reciben su verdadero sentido. Cada momento es una manifestación, un rito en el que ese Fondo originario racionalmente incomprensible se celebra a sí mismo.
La vejez nos ofrece la última posibilidad para nuestro proceso de maduración humano. Es la última etapa y por ello una fase decisiva en la vida, una ocasión de crecer una vez más, de madurar y abrazar todo con amor. Todavía estamos deviniendo. Se trata de consumar nuestro nacimiento. Ese tiempo es sobre todo un camino hacia dentro. El papel que he tenido como persona – como profesor, sacerdote, ponente, escritor, Maestro Zen – se hace relativo. Como figura de juego del jugador grandioso “Dios” pronto seré sacado del tablero. La vida no termina nunca. Yo suelto creyendo en la promesa de Jesús, que en casa del Padre hay muchas moradas. No sé si puedo llevar algo de esta estructura personal. Tampoco es importante. En este universo hay miles de millones de posibilidades de existencia. Y seguro que también hay miles de millones de posibilidades de transformación. De momento nadie se puede imaginar que de una crisálida poco vistosa se haga una mariposa espléndida. ¿Por qué no podría traer una resurrección algo completamente nuevo? La vida no termina nunca.
El Amor es la quintaesencia de mi vida, a la que paso revista lleno de agradecimiento. Pero no es el amor del “te amo” y “me amas”. Es el Amor que no excluye al asesino y al criminal. Deleite, ternura y sensación de bienestar son sólo sucesos que señalan hacia un nivel de experiencia mucho más amplio. Ese nivel es como el océano al que siempre puedo volver de nuevo. Aquí me siento en casa, aún cuando como ola me quieran acometer los problemas, la duda, el enfado y el miedo. Es mi lugar de refugio y punto de partida. No necesito buscarle, simplemente miro hacia dentro. En ese Fondo originario siempre estoy en casa. Allí el miedo y la duda me abandonan. Es el lugar que el maestro Eckhart ha descrito tan maravillosamente. Por eso quiero citarle de nuevo como final: “Cuando yo llego al Fondo y al Lecho, al Riachuelo y a la Fuente de la Deidad, nadie me pregunta de dónde vengo, ni dónde he estado. Allí, nadie se ha percatado de mi ausencia, pues es allí donde ‘Dios’ desaparece.” De ahí recibe la vida su último sentido.

La Contemplación, como la vive y enseña Willigis Jäger


En su expresión radicalmente monista y no-dual y siguiendo la tradición cristiana, la Contemplación fue recuperada y renovada, entre otros, por Willigis Jäger. Evoluciona teniendo en cuenta las circunstancias del siglo XXI. Las personas que practican la oración contemplativa hoy en día, no son monjes o monjas de antaño. Muchas de estas personas están casadas, ejercen una profesión y persiguen objetivos en su vida. A todas ellas se les ofrece esta forma de oración a través de cursillos. La Contemplación es un camino espiritual para todo aquél dispuesto a emprenderlo. Se trata de una profunda experiencia del Ser que supera lo racional y lo personal.
La Contemplación, como la vive y enseña Willigis Jäger, es la expresión occidental de la sabiduría espiritual como la conocen y enseñan las religiones tradicionales desde hace milenios. Guarda relación con los métodos de aprendizaje de otras religiones superiores, incluidas las de Oriente. Su objetivo principal es la experiencia de un espacio de conciencia que supere la concentración en el Yo y que nos pueda llevar hacia una experiencia infinita y no espacial del vacío; hacia la verdadera razón de nuestra existencia.
En este sentido, la Contemplación es, junto al Zen, una parte importante de la "Sabiduría Oriental y Occidental", la Fundación creada por Willigis Jäger para la investigación y práctica de los caminos espirituales orientales y occidentales.

 

Contemplación,

el camino místico olvidado por los cristianos
Willigis Jager O.S.B.




En el marco entrañable del convento de San Juan de la Cruz de Segovia, en una tarde soleada y apacible, nos recibe el P. Willigis Jager en el despacho de amplio ventanal. El aire está impregnado de fragancia de mirra. El P. Jager ya es conocido en nuestro país desde el año 1982, cuando por primera vez vino a dar un curso. Es autor de varios libros y escritos. Traducidos al español hay: "La oración contemplativa según san Juan de la Cruz" (Edit. Obelisco) y "Contemplación, encontrar a Dios hoy" (Edit. Narcea, Madrid). En preparación: "En busca del sentido de la vida".

El P. Willigis reúne en sí las características de ser monje benedictino y a la vez maestro Zen, discípulo de Yamada Roshi.

¿Como definiría usted la contemplación?

Toda religión, aparte de sus enseñanzas, rituales y liturgia, o sea, de los elementos esotéricos, conoce un camino a la experiencia, es decir, un camino esotérico. Y en el cristianismo, durante toda la Edad Media, se utilizó el término "contemplación" para el sendero que conducir a la experiencia de lo divino. Diferenciamos entre tres grados en la oración cristiana:
1.- La oración verbal: oratio.
2.- La oración meditativa: meditatio.
3.- La oración contemplativa: contemplatio.
La última forma de oración se enseñó hasta bien entrada la Alta Edad Media.
¿Quiénes la practicaban?
Los grandes místicos de Occidente, como por ejemplo, Casiano, Evagrio Pontico, Dionisio, Buenaventura, el maestro Eckehart, Hugo de san Víctor, los autores de la "Filocalia" y de la "Nube del no-saber" respectivamente, Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Madame Guyon...
No menciona usted a Ignacio de Loyola, cuyos ejercicios son tan extendidos hasta hoy en la Iglesia Católica.
No, no le menciono porque él abandonó la tradición, entendiendo por contemplación también una oración que incluye la imaginación, las representaciones, que pertenecen al ámbito de la meditación.
¿Cual es la diferencia entre meditación y contemplación?
Hoy en día, lamentablemente, ya no se utilizan estos dos términos en sus formas originales. La meditación, según la clasificación tradicional, se refiere a los dones intelectuales y sensuales del ser humano: la razón, los sentimientos y los sentidos, ocupándose de imágenes, palabras y metáforas que estimulan las potencias del alma. Pero los que se encaminan a la contemplación han de dejar atrás la meditación durante este ejercicio. Por otro lado, se da por supuesto que los que se dediquen a la contemplación ya han practicado intensamente las otras dos formas de oración. La contemplación únicamente es posible cuando queden calladas la razón, la memoria y la voluntad. Todas las potencias del alma están aquí pasivas. Ninguna idea o contenido serán admitidos, incluso habrá que abandonar todas las visiones, pensamientos e ideas religiosas. Contemplación es un "puro mirar"; algo le va sucediendo al orante. Se trata de despertar el verdadero ser divino.
¿Que tipo de instrucción para la oración contemplativa dieron los anteriormente citados místicos?
San Juan de la Cruz, en su libro "Llama de amor viva" (III,36) escribe, por ejemplo, que en cuanto el alma comience a entrar en ese estado sencillo y sereno de la contemplación, agotándosele la meditación, nunca deber intentar figurarse cualesquiera meditaciones o agarrarse a consolaciones espirituales.
En relación a esto, ¿cómo ve Vd. los caminos espirituales de Oriente?
Los caminos esotéricos de Oriente, como son el Vipassana, el Zen, y algunas formas de Yoga, tienen un gran parecido con la contemplación. Las instrucciones básicas se asemejan mucho. La contemplación, en su sentido puro, es un camino paralelo a dichas formas orientales y, en mi opinión, debería volver a utilizarse este término en su concepto clásico dentro del ámbito cristiano.
Háblenos un poco más de las clasificaciones de la oración cristiana.
Bien, pues tenemos, además, la clasificación de la oración apofática y de la catafática (Apo=fuera; Kata=correspondiente; Phatis=discurso, palabra). La espiritualidad catafática utiliza contenidos de la consciencia, o sea, imágenes, símbolos, ideas, conceptos, creyendo que el ser humano los necesita para poder acercarse a Dios.
La espiritualidad apofática equivale a la contemplación, siendo orientada a la consciencia pura, vacía, con el fin de que lo divino pueda llegar a manifestarse en ella. Los contenidos se consideran aquí un obstáculo. Mientras la consciencia quede apegada a imágenes o conceptos, aún no se ha llegado allí donde tiene lugar la verdadera experiencia de Dios, pues éstos oscurecen lo divino.
En su opinión, ¿hay muchos cristianos que practican la contemplación?
La gran mayoría de los cristianos, igual que la mayoría de las personas de las demás grandes religiones, va por el camino catafático, o sea, se sirve de imágenes, ideas, palabras. Por esto, la espiritualidad catafática desempeña un papel fundamental en todas las religiones. Y éstas necesitan las imágenes, los conceptos, porque sin ellos no se puede comunicar ninguna fe; pero, por otro lado, se corre el peligro de conferirles demasiada importancia.
¿Cómo ve Vd. la mística frente a la teología?
Bueno, la mística y la teología son los dos pilares de la religión y únicamente cuando ambos existen altamente desarrollados y en equilibrio, la vida religiosa florece de veras. Por eso, para la mística, la contemplación ha sido la verdadera meta de la pedagogía de la fe. Pero tengo que añadir que la mística o, lo que es lo mismo, la espiritualidad apofática, ha sido considerada por la Institución como algo sospechoso. No le faltó razón a veces, especialmente cada vez que el camino místico se volvió en alto grado antiteológico o incluso anti-intelectual, llegando a caer incluso en lo para-psicológico.
¿Quiénes están llamados al camino de la contemplación?
En los últimos siglos se creyó que solamente "algunas personas escogidas" eran aptas para tener una experiencia mística y, hasta hace muy poco, en los mismos conventos fue necesario tener un permiso especial para poder leer los escritos de San Juan de la Cruz o del maestro Eckhart, aunque los místicos mismos recomiendan esta forma de oración a todo el mundo, en especial a los religiosos. Madame Guyon, por ejemplo, escribe: "Todos son aptos para la oración interior. Es una gran desgracia que la mayoría de la gente cree no estar llamada a ella. Pero lo estamos todos, igual que lo estamos a la redención".
Y San Juan de la Cruz escribe en el prólogo a la "Subida al Monte Carmelo" que ese libro trata de cómo podrá prepararse el alma para unirse con Dios rápidamente, asimismo de las diferentes maneras e instrucciones para principiantes y adelantados. Y en el cap. II, 15,4 pasa a decir que está convencido de que todo el mundo posee las condiciones necesarias para ello, puesto que esa luz (de la contemplación) nunca le falta al alma, pero que debido a las imágenes creadas y a los velos que tapan el alma, no entran en ella.
Para Luis Blosius, benedictino del siglo XIV de Francia, el estado de la contemplación es, por lo menos para todo religioso, lo más natural del mundo. Y llega a decir que si esta perfección le parece demasiado alta a alguien, esa persona, para él, no es ningún monje.
¿Cree Usted que la contemplación es lo suficientemente conocida entre los guías y directores espirituales cristianos?
No, lamentablemente no, y habrá que preguntarse el motivo. Sorprende, por ejemplo, ver que en todas las publicaciones con motivo del 400 aniversario de San Juan de la Cruz (1591-1991), no se encuentra nada referente a la práctica de su camino de contemplación. Hoy día, muchos cristianos se dirigen hacia Oriente en busca de caminos esotéricos, porque en el cristianismo no encuentran las instrucciones necesarias. Hay quienes han abandonado la Iglesia, uniéndose a grupos esotéricos libres. Hay muchas más personas místicas de lo que la Institución se puede imaginar.
¿Nos puede decir algo más acerca de las prácticas tradicionales cristianas?
Hay ciertas estructuras básicas en la mística que son iguales en todas las religiones. O bien se recomienda la concentración de la consciencia mediante una imagen, un sonido, una palabra, la respiración, la luz, o sea, mediante un contenido como foco donde se concentre la consciencia, o bien la mantienen libre de cualquier contenido o estructura, ya sea ésta de índole material, psíquica o intelectual.
Hablaré primeramente de la concentración de la consciencia.
Los monjes, desde siempre, han conocido la interiorización con ayuda de la respiración. Recomiendo a este respecto la lectura del libro La Filocalia que describe la vida oracional de los monjes de la Iglesia Oriental.
Aparte de esto, siempre se ha considerado importantísimo sentarse durante largos períodos en quietud. Esto podrá hacerse en un banco de una iglesia, en casa en una silla, en un banquillo, o sobre los talones. El citado libro de la Filocalia también describe este ejercicio.
Luego tenemos el ejercicio con una palabra. Casiano, que nos cuenta la vida y oraciones de los eremitas y cenobitas del desierto, describe este ejercicio ampliamente y recomienda la frase: "Oh Dios, ven en mi ayuda, Señor, date prisa en socorrerme" (1). A este respecto recomiendo la lectura de sus "Colationes X".
La "oración continua" que nos recomienda Jesús (Lc 18,1) únicamente puede tener lugar en el nivel contemplativo cuando, después de haber practicado durante un período largo, "está rezando en la persona", habiéndose formado un hábito en el alma que una y otra vez vuelve a conducir a la experiencia de la oración. La "buena opinión" que muchos cristianos practican, no es suficiente para ello.
El autor de "La Nube del No Saber", en los capítulos 7,36,37 y 39, da instrucciones para el uso de la palabra en la contemplación.
Cuando se haya progresado hasta cierto punto en la oración, ya no se observa la respiración, sino el sonido. Habrá que "cantar" interiormente, por así decir, la vocal, conduciendo ésta la respiración. La meta consiste en hacerse uno con la palabra, mejor dicho, con el proceso de "cantarla" o pronunciarla interiormente. Hay que volverse el sonido mismo, entonces se va sosegando el fuero interno. La consciencia queda concentrada en la palabra o en la vocal, con lo cual se consigue el desprendimiento de todo lo demás.
La contemplación cristiana siempre va acompañada de entrega y amor (caridad). Nuevamente remito aquí al libro de la Nube del no-saber, cuyo autor recomienda cargar la palabra con entrega, amor y confianza. Esto, únicamente en apariencia contradice la indicación de no quedarse apegados a los sentimientos. Tanto el amor, como la entrega y el anhelo son emociones básicas de nuestra alma perfectamente aptas para acompañar la palabra. Nos orientan y sirven para el recogimiento. Alguien que tiene sed, no tendrá que pensar en agua, pues está completamente impregnado de las ganas de beber agua. Lo mismo ocurre con el amor. Quien ama de veras, quien tiene nostalgia y quien se entrega, no está distraído...
Pero no hay que sorprenderse ante la falta de tales sentimientos. El camino lleva por largos trechos de sequedad, por el desierto y la noche, como nos lo dicen los místicos. Y justamente entonces es fundamental seguir con la oración, aunque la sequedad frustrante nos invada. La sequedad se encuentra en el nivel personal de la afectividad. Es nuestro yo que se frustra, y a ese yo habrá que abandonarle de todas formas. La sequedad para la mística es, por lo tanto, un instrumento y una ayuda de Dios en el proceso del desprendimiento.
Referente al ejercicio del vaciamiento de la consciencia, el autor de "la Nube del no-saber" habla de la percepción del propio ser. En el transcurso del ejercicio, se llegar a percibir un fondo donde harán su apariencia pensamientos, sentimientos e intenciones. Los pensamientos y los sentimientos se originan allí, pero no son el fondo más profundo. El citado autor denomina este fondo el Ser. Sus instrucciones a este respecto me parecen ser las más importantes de su libro. El mirar al Señor es un ejercicio que se practica en muchos caminos místicos, aún y cuando se le dan diferentes nombres. La meta siempre consiste en el vaciamiento de la consciencia, pero no por el vacío en sí, sino porque tan sólo en el vacío podrá manifestarse genuinamente la plenitud de Dios, pues el ojo tendrá que ser incoloro para poder mirar el color auténtico. Uno se desprende de pensamientos, sentimientos e impulsos de la voluntad; El ser humano se parece a un espejo que refleja todo sin identificarse con nada.
En este estado aún quedan dos: un yo que experimenta y aquello que es experimentado. Seguir adelante a partir de aquí resulta realmente muy difícil. La meta consiste en abandonar el yo para experimentar exclusivamente el Ser de Dios. Y esto no se consigue mediante un acto de voluntad. No queda otra cosa que seguir fielmente con el ejercicio. Las instrucciones siguen siendo las mismas que antes: ¡Mantente en el ejercicio! ¡Húndete en él! Entonces podrás recibir el don de la experiencia. Una auténtica experiencia mística es algo que nos ocurre, nunca la podremos producir.
¿Nos podría decir algo acerca del camino de la contemplación de los Padres del Desierto?
El Padre Juan Casiano resume el sendero de la oración contemplativa con las palabras "pureza de corazón". Corazón, para él, es la capacidad básica del conocimiento, mejor dicho, de la experiencia. Es esa chispa del alma con la que no solamente experimentamos nuestra auténtica vida divina, sino que es esa vida divina misma. La experiencia no se alcanza con el discurrir o por medio de palabras que se queden en la memoria. (Véase a este respecto el prólogo de sus Colationes).
El camino a la experiencia llega a través del saber del camino, a través de la "praktik‚" Esta se divide en tres apartados:
- El trabajo en el hombre interior (lucha contra el pecado)
- El servicio en pro de los hermanos
- El volverse igual a Cristo
La primera meta que se deber alcanzar es la pureza del corazón. La contemplación es la meta verdadera y última de toda vida monástica. Pero siempre ser un don y nunca depende de la voluntad. Por ello, la meta más cercana a la que se aspira, es la pureza del corazón (puritas cordis). (Colationes I,4 y I,7).
El proceso de liberación, que más tarde llamaría san Juan de la Cruz la purificación activa y pasiva, es un proceso psicoespiritual que, en primer lugar tiene que ver con el trabajo de las perturbaciones psíquicas, como por ejemplo, los traumas infantiles, los esquemas inculcados en la educación y los trastornos diversos en el inconsciente personal. Además, purificación también significa liberación de todo dominio de los impulsos.
De entre los Padres del Desierto destaca sobre todo el monje Evagrio Póntico, quién ha influido grandemente en la mística cristiana. Referente a la oración, nos habla en especial de dos grandes Padres del Desierto, ambos de nombre Macario. Recomienda "darse totalmente a la oración sin tener en cuenta ni las preocupaciones ni los pensamientos que surjan en el transcurso. Lo único que consiguen en ti es molestarte e intranquilizarte para finalmente tambalear tu orientación tan decidida".
La importancia de Evagrio Póntico estriba en su claridad. La contemplación es atención pura. La persona auténticamente contemplativa ve el lugar de Dios. Asimismo, Evagrio Póntico aconseja quedarse durante períodos largos, sin interrupciones, en el ejercicio de la oración. Dice: "Cuando estés en oración, no te preocupes de las necesidades de tu cuerpo, porque si lo haces, podrías dañar ese don inigualable que se te da en la oración debido a una picadura de una pulga, de un piojo o de un mosquito".
El centro de la contemplación siempre lo constituye la ausencia de imágenes e ideas, y Evagrio Póntico dice al respecto: "Cuando ores no te imagines a la divinidad bajo una misma imagen. Mantén tu mente libre de cualesquiera formas y acércate al Ser inmaterial sin ninguna materia, pues únicamente así lo conocerás".
El camino del ejercicio consiste en la transformación y maduración hacia alcanzar un estado mental completamente receptivo. Para los monjes, Jesús es el orante místico perfecto. Su oración en el monte y en la soledad era la "apateia", el mirar a Dios. Según Casiano, los monjes deberían mantenerse en la oración de la misma manera que lo hiciera Jesús cuando se encontraba en el estado de la experiencia profunda de lo que él llamó "Padre" al estar orando en el monte. Y Casiano critica a los mojes que no saben orar sin representarse algún tipo de imagen.
¿Porqué y cómo se produjo el declive de la mística?.
Hasta hace unos 200 años, la contemplación solía formar parte de la pedagogía de oración. Quisiera citar aquí a Thomas Keating, abad cisterciense de los EE.UU., que en un resumen de la historia de la contemplación, cita los diversos motivos que han influido en el hecho de que esto ya no sea así:
  • La desgraciada tendencia a rebajar los "ejercicios espirituales" (Ignacio de Loyola) a un método de meditación discursiva.
  • El enfrentamiento de la Iglesia establecida con el Quietismo y su radical condena de esta corriente. La pedagogía del Quietismo consiste en un dejar hacer pasivo y en abandonarse a la guía de la gracia. Esto, en la Institución generó un miedo latente ante toda mística, haciendo que cayera en descrédito.
  • El Jansenismo y sus influencias. El Jansenismo se acerca mucho al Determinismo: el ser humano está predestinado y poco puede hacer para cambiar esta condición. Dios escoge a la persona y le concede la gracia de actuar bien, obrando así su redención.
  • La sobrevaloración de las visiones y revelaciones privadas y la consecuente desvalorización de la liturgia.
  • El confundir la auténtica naturaleza de la contemplación con fenómenos como la levitación, el hablar en lenguas, los estigmas y las visiones.
  • El confundir la mística con la beatería.
  • La desfiguración de la imagen de los místicos y la equiparación de la mística con un ascetismo divorciado de la realidad.
  • El incremento del legalismo de la Iglesia Romana.
Aparte de esto, dice Keating, la erradicación de la contemplación fue definitiva cuando se llegó a afirmar que era una temeridad aspirar a la oración contemplativa.
Alentados por los caminos esotéricos de Oriente, muchos cristianos de nuestros días vuelven a acordarse de su propia tradición. Pero su interés no estriba en disertaciones teoréticas sobre místicos, sino en los caminos a la experiencia que éstos nos legaron.
Padre Jaeger, le agradecemos esta entrevista y esperamos que la contemplación vuelva a tener su lugar perdido en la pedagogía de la oración cristiana.
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(1)- Naturalmente la recitación se hacía en griego, o en alguno de los idiomas antiguos, de manera que la frase quedaba mucho mas compactada; algo parecido a lo que puede ser "Kyrie Eleison". Todo esto nos llevaría a cuestionar el valor de las lenguas actuales para la oración... pero este es otro tema que merecería todo un estudio; quizás más adelante... (N.D.R) (volver)

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