Las purgas del Papa Francisco
Intervenidos, comisariados, destituidos, silenciados e incluso derrocados. La lista de perseguidos, por motivos ideológicos, durante el pontificado de Su Santidad el Papa Francisco, amenaza con hacerse interminable.
En los últimos dos años la agenda papal parece haber adquirido un tono más radical. Existen diversas explicaciones. Una, que el Papa Francisco ofreció en principio un perfil más moderado mientras viviera su antecesor, por respeto al Papa Benedicto y por lo impopular que sería revocar sus mandatos estando vivo. Pero la vida de Benedicto XVI, gracias a Dios, se ha alargado sorprendentemente, y podríamos estar ante las reacciones de un Papa nervioso y exasperado.
Es la del Papa Francisco una figura compleja. Su forma de ejercer el poder está, por su procedencia geográfica, muy imbuida de los populismos latinoamericanos. La definición de "populismo" que realizan los estudiosos de este fenómeno político (por ejemplo el catedrático Carlos Malamud) identifica en gran medida el perfil del Romano Pontífice como gobernante:
- Líder carismático.
- Relación directa entre el gobernante y su pueblo, sin necesidad de intermediarios (a los presidentes populistas les sobran los partidos políticos, al Papa los dicasterios, curias, etc.)
- Guerra al liberalismo económico.
- Descalificación y ridiculización de sus adversarios. Aún sin mencionarlos nominalmente, el lenguaje despectivo de Francisco respecto a quienes no piensan como él es insólito en un Papa (pelagianos, papagayos, caras de momia, contadores de rosario, solteronas, fariseos, corruptos, avinagrados y un largo etcétera).
- Ignorancia a los tribunales cuando no fallan en su favor.
- Leyes, reglamentos y tradiciones no tienen por qué ser respetados.
El que comenzó su pontificado presentándose como Obispo de Roma, parece haberle tomado gusto a la autoridad del Papado y, siendo un pontífice del siglo XXI, gobierna de una forma más autoritaria que la mayor parte de los Papas del siglo XX. Esta es la relación de algunas de las víctimas de su autoridad, a las que habría que añadir las purgas en los dicasterios vaticanos: Culto Divino, Doctrina de la Fe, etc.
Monseñor Rogelio Livieres Plano, Obispo de Ciudad del Este (Paraguay): destituido por el Papa sin aducir ningún motivo serio, lo fue básicamente por su mala relación con el episcopado progresista de Paraguay, por la impronta tradicional a su diócesis y por oponerse vivamente a la teología de la Liberación. Su cese agravó su enfermedad, falleciendo en un breve plazo. La mansedumbre y humildad en los últimos días de su vida hacen que pueda ser considerado mártir. El propio Papa Francisco lleva consigo una reliquia de Monseñor Livieres.
Padre Stefano Manelli, fundador de los Franciscanos de la Inmaculada: acusado de todo tipo de iniquidades y manejos económicos que no se han podido probar, ha sido absuelto por la Justicia italiana, que incluso condenó por difamación al comisario papal, ya difunto, padre Fidenzio Volpi. Las verdaderas causas podrían ser su revisionismo del Concilio Vaticano II, el popularizar la forma extraordinaria fuera de los límites que Roma considera como tolerables, y el florecimiento imparable de sus vocaciones. La intervención en ese instituto es quizás la más desproporcionada de todas: cierre de su seminario y de numerosos conventos, prohibición a sus sacerdotes de celebrar la forma extraordinaria (vulnerando el motu proprio Summorum Pontificum), incomunicación de sus superiores, destierro y dispersión de los religiosos, prohibición de que los obispos los acojan en sus diócesis, etc.
Su Eminencia el Cardenal Raymond Leo Burke: por su impecable trabajo como Arzobispo de Saint Louis, fue nombrado por el Papa Benedicto XVI presidente de la Signatura Apostólica (el tribunal supremo de la Iglesia) y cardenal. El Papa Francisco lo removió de la Signatura Apostólica y lo confinó al cargo casi decorativo de cardenal patrono de la Orden de Malta, más propio de un cardenal anciano que de un reputado jurista en su mejor momento. La razón pudo ser un fallo de la Signatura Apostólica que limitaba la intervención en los Franciscanos de la Inmaculada, al dictaminar que el decreto papal era solo para la rama masculina, pero no para los institutos religiosos femeninos asociados. Sus "dubia" a la exhortación apostólica Amoris Laetitia podrían haber influido en la intervención en la Orden de Malta, como movimiento para aislarlo. Sufre una auténtica campaña de descalificación y burla por parte de diversos medios incluso eclesiales. Y los corifeos del Papa Francisco piden incluso la revocación de su título de cardenal.
Su Alteza Frey Matthew Festing, Príncipe y Gran Maestre de la Soberana Orden de Malta: en casi mil años de historia de la Orden de Malta jamás se había visto nada semejante. Que un Papa se inmiscuyera en los nombramientos de sus cargos de gobierno (regidos por sus propios estatutos) y llegara a exigir la dimisión de un gran maestre. Ni siquiera Pío XII se atrevió a tanto en su período de tensión con la Orden. La intervención del Papa Francisco ha supuesto una vulneración del Derecho Internacional, y una ridiculización de la soberanía de esta antigua y venerable institución de la Cristiandad, y de sus relaciones con más de un centenar de países. El desembarco papal supone un apoyo a los sectores más laicistas dentro de la Orden, frente a los religiosos de la misma. A pesar de que las constituciones de la Orden fueron puestas al día bajo el pontificado de Benedicto XVI, el Papa Francisco exige su reforma.
Monseñor Mario Oliveri, Obispo de Albenga-Imperia (Italia): acusado de haber acogido en su diócesis a seminaristas inadecuados procedentes de otras diócesis, y de diversos escándalos sexuales en su clero, sin ninguna causa judicial que implicara al obispo. En 2015 el Papa Francisco lo dejó como obispo titular de su diócesis, sin ningún poder, pasando toda su autoridad a un obispo coadjutor. Y quedando en 2016 como obispo emérito. Si bien es cierto que la buena fe de Monseñor Oliveri pudo verse sorprendida por el comportamiento de algunos miembros de su clero, ¿qué diócesis no tiene sus escándalos y sus indeseables? Queda claro que el tradicionalismo litúrgico de este obispo jugó a favor de su destitución.
Monseñor Ramón Argüelles, Arzobispo Metropolitano de Lipa (Filipinas): recientemente destituido (con la forma de renuncia) con solo 73 años de edad. Su delito parece haber sido el haber creado un instituto para acoger a los jóvenes frailes Franciscanos de la Inmaculada en su diócesis. También podría haber incomodado su reconocimiento a apariciones marianas, declarado nulo por Roma en 2016.
Monseñor Maroun Elías Lahham, Obispo Auxiliar del Patriarcado Latino de Jerusalén y Arzobispo titular de Medaba: (con reservas respecto a su inclusión con los anteriormente citados), ha sido fulminantemente destituido por oponerse al nuevo arzobispo del Patriarcado Latino, según informó hace pocos días la web La cigüeña de la torre. Sin que conozcamos más detalles del asunto.