sábado, 12 de fevereiro de 2011

Profecias de la Beata Anne Katherine Emmerich : El Combate de San Miguel

 



3.5 El Combate de San Miguel

Ya toda la parte anterior de la iglesia se había derrumbado: no quedaba de pié más que el santuario con el Santísimo Sacramento. Estaba yo derrumbada de tristeza y me preguntaba donde estaba ese hombre que había visto otras veces sobre la iglesia para defenderla, llevando una vestimenta roja y un estandarte blanco. (AA.II.203)

Vi de nuevo la iglesia de San Pedro con su alta cúpula. San Miguel se mantenía en lo alto, brillante de luz, llevando una vestimenta roja de sangre y sosteniendo en la mano un gran estandarte de guerra.

Sobre la tierra había un gran combate. Los verdes y los azules combatían contra los blancos, y estos blancos que tenían por encima de ellos una espada roja y llameante, parecían estar derrotados: pero todos ignoraban por que combatían. (AA.II.205)

La Iglesia estaba completamente roja de sangre como el ángel, y se me dijo que ella sería lavada en la sangre.

Cuanto más duraba el combate, más el color sangrante se borraba de la iglesia y se volvió cada vez más transparente. Sin embargo el ángel descendió, fue hacia los blancos y le vi varias veces al frente de todas sus cohortes. Entonces fueron animados de un coraje maravilloso sin que ellos supieran de donde venía eso; era el ángel que multiplicaba sus golpes entre los enemigos, los cuales huían por todos lados. La espada de fuego que estaba por encima de los blancos victorioso desapareció entonces.

Durante el combate, las tropas de enemigos pasaban continuamente a su lado y una vez vino una muy numerosa.

Por encima del campo de batalla, tropas de santos aparecieron en el aire: mostraron, indicaban lo que había que hacer, hacían signos con las mano: todos eran diferentes entre ellos, pero inspirados de un mismo espíritu y actuando en un mismo espíritu.

Cuando el ángel descendió de lo alto de la iglesia, vi por encima de él en el cielo una gran cruz luminosa a la cual el Salvador estaba ligado; de sus cicatrices surgían haces de rayos resplandecientes que se extendían sobre el mundo. Las cicatrices eran rojas y semejantes a puertas brillantes cuyo centro era del color del sol. No llevaba corona de espinas, sino que de todas las heridas de la cabeza surgían rayos que se dirigían horizontalmente sobre el mundo. Los rayos de sus manos, del costado y de los pies tenían los colores del arco iris; se dividían en líneas muy menudas, a veces también se reunían y alcanzaban de esa manera a pueblos, ciudades, casas sobre toda la superficie del globo. Los vi por un lado y por otro, a veces lejos, a veces cerca, caer sobre diversos moribundos y aspirar las almas que, entrando en uno de estos rayos coloreados, penetraban en la llaga del Señor. Los rayos de la herida del costado se repartían sobre la iglesia situada por encima, como una corriente abundante y muy amplia. La iglesia estaba toda iluminada, y vi la mayor parte de las almas entrar en el Señor por esta corriente de rayos.(AA.II.205)

Vi también planear sobre la superficie del cielo un corazón brillando con una luz roja, del cual partía una vía de rayos blancos que conducían a la llaga del costado…

… y otra vía que se extendía sobre la Iglesia y sobre muchos países…

… estos rayos atraían hacia ellos un gran número de almas que, por el corazón y la vía luminosa, entraban en el costado de Jesús. Se me dijo que el corazón era María. (AA.II.205)

Tuve entonces la visión de una inmensa batalla. Toda la planicie estaba cubierta de una gran humo: había bosquecillos llenos de soldados de donde surgían continuamente. Era un lugar bajo: se veían grandes ciudades en la lejanía. Vi a san Miguel descender con una numerosa tropa de ángeles y separar a los combatientes. Pero esto no llegará más que cuando todo parezca perdido. Un jefe invocará a san Miguel y entonces la victoria descenderá.

Ella ignoraba la época de esta batalla. Dijo una vez que eso ocurriría en Italia, no lejos de Roma donde muchas cosas antiguas serían destruidas y donde muchas santas cosas nuevas (es decir desconocidas hasta entonces) reaparecerían un día. (AA.III.24)

San Miguel descendió en la iglesia (demolida con excepción del coro y del altar mayor) revestido con su armadura, y detuvo, amenazándoles con su espada, a varios malos pastores que querían penetrar allí. Los expulsó a un rincón oscuro donde se sentaron, mirándose unos a otros. La parte de la Iglesia que estaba demolida fue enseguida rodeada de una ligera claridad, de manera que se pudo celebrar perfectamente el servicio divino. Después vinieron de todas partes del mundo sacerdotes y laicos, que rehicieron los muros de piedra, ya que los demoledores no habían podido quitar las fuertes piedras de los cimientos.

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sexta-feira, 11 de fevereiro de 2011

Io esorcista e il Demonio nella Chiesa - Padre Gabriele Amorth insiste sul Diavolo in Vaticano


Io esorcista e il Demonio nella Chiesa - Padre Gabriele Amorth insiste sul Diavolo in VaticanoBeelzebul, Zago, Astarot, Asmodeo, Jordan. Quanti sono i nomi e le trasformazioni del Maligno? La stanza del mistero è spoglia. L’atmosfera fredda. Però padre Gabriele Amorth, l’Esorcista con la “e” maiuscola, settantamila casi affrontati in nemmeno 25 anni, sorride serafico. Lui è abituato a porte che sbattono, sedie che si rovesciano, occhi che roteano, bestemmie che volano. Ma parlare di demonio nella casa del Papa mette i brividi lo stesso. Anche se l’Esorcista non si tira indietro di fronte all’Avversario. E il Santo Padre? «Oh, Sua Santità crede in pieno nella pratica della liberazione dal Male. Perché il diavolo alberga in Vaticano. Ho confidenze di persone che lo confermano. Naturalmente è difficile trovare le prove. E, comunque, se ne vedono le conseguenze. Cardinali che non credono in Gesù, Vescovi collegati con il demonio. Quando si parla di “fumo di Satana” nelle Sacre stanze è tutto vero. Anche queste ultime storie di violenze e di pedofilia. Anche la vicenda di quella povera ... 
...  guardia svizzera, Cedric Tornay, trovata morta con il suo comandante, Alois Estermann, e la moglie. Hanno coperto tutto. Subito. Lì si vede il marcio». Tutti lo conoscono come l’Esorcista. Molti ne chiedono l’assistenza. Perché Gabriele Amorth, sacerdote paolino nato a Modena, laureato in Giurisprudenza, ex partigiano, medaglia al valor militare, democristiano di scuola dossettiana ed ex direttore del giornale mariano Madre di Dio, è il più famoso liberatore del demonio al mondo. Ma a 85 anni settantamila casi si fanno sentire.
E don Amorth è appena convalescente. «Da un improvviso crollo», dice lui. «Un qualcosa di inspiegabile», rivela confidenzialmente l’amico don Francesco che a 90 anni, don Gabriele considera come «il bastone della mia vecchiaia». Sebbene sia in pigiama, attorniato dalle medicine sul tavolo, da immagini della Madonna, da una copia di Avvenire che accenna al suo nuovo libro da poco in libreria (“Memorie di un esorcista”, intervista di Marco Tosatti, edito da Piemme), lo sfidante di Satana mostra un piglio energico. Osserva la propria foto in copertina ed esclama: «Che faccia da bulldozer. Invece, quando sono tranquillo, i tratti del mio volto si distendono e divento un altro. Forza, parliamo, che di là ho dei casi che mi aspettano».
Padre Amorth, com’è il diavolo?
«È puro spirito, invisibile. Ma si manifesta con bestemmie e dolori nelle persone di cui si impossessa. Può restare nascosto. O parlare lingue diverse. Trasformarsi. Oppure fare il simpatico. A volte mi prende in giro. Io però sono un uomo felice del mio lavoro, una nomina inaspettata giunta 25 anni fa dal cardinale Poletti. E né gli indemoniati, che a volte sei o sette dei miei assistenti devono tener fermi, né i chiodi o i vetri che escono dalla bocca dei posseduti, e conservo in questo sacchetto, mi spaventano. So che è il Signore a servirsi di me». Il Maligno può manifestarsi con violenza.
Nella stanza prescelta –padre Amorth ha girato 23 sedi diverse, cacciato ovunque perché i confratelli erano stufi di sentire urla fino a tarda sera, finché non ha trovato stabile dimora nel quartier generale delle edizioni San Paolo– c’è un lettino con le corde per legare l’indemoniato. E una poltrona per le persone che non urlano, e stanno tranquillamente sedute durante le preghiere di esorcismo.
«Dalla bocca può uscire di tutto –racconta– pezzi di ferro lunghi come un dito, ma anche petali di rosa. Certi posseduti hanno una forza tale che nemmeno sei uomini riescono a trattenerli. Così vengono legati. Mi aiutano i miei assistenti laici, che pregano con me. Quando gli ossessi sbavano, e allora bisogna pulire, lo faccio anch’io. Vedere la gente vomitare non mi dà nessun fastidio».
Sulla pratica dell’esorcismo, dentro la Chiesa, esistono opinioni diverse. Diffidenze. Resistenze. Dubbi.
«Ma il Papa ci crede –ribadisce padre Amorth– tanto è vero che in un discorso pubblico ha incoraggiato e lodato il nostro lavoro. Gli ho scritto, e mi ha promesso che chiederà alla Congregazione per il Culto divino un documento per raccomandare che i Vescovi abbiano almeno un esorcista in ogni diocesi, come minimo. [per il momento il documento è rimasto una promessa e le diocesi non hanno tutte almeno un esorcista. In compenso, si dà priorità all'ecologismo e si affidano le anime all'ONU... n.d.r.] Ho avuto modo di parlargli più volte anche quando era prefetto alla Congregazione per la Dottrina della fede, ci ricevette proprio come Associazione degli esorcisti. E non scordiamo che, sia del diavolo sia delle pratiche per allontanarlo, parlò moltissimo lo stesso Wojtyla». [sebbene gli esiti non furono e non sono così incoraggianti...n.d.r.]
Alcuni, addirittura, ricordano ancora la dichiarazione fatta nel 1972 da Papa Montini, quando Paolo VI parlò del “fumo di Satana”, cioè delle sètte sataniche, entrato nelle Sacre stanze. Una frase che creò un caso, seguito da un nuovo discorso papale tutto incentrato sul demonio. [che, come padre Amorth ammise nella scorsa intervista, non portò comunque effetti...n.d.r.]
Ma il Maligno può colpire anche il Pontefice?
«Ci ha già provato. Lo fece nel 1981, con l’attentato a Giovanni Paolo II, lavorando su coloro che armarono la mano di Ali Agca.
E anche adesso, la notte di Natale, con quell’ultima matta che ha buttato per terra Benedetto XVI. In fondo, è quel che accadde a Gesù attraverso Giuda, Ponzio Pilato, il Sinedrio». Don Amorth si fa serio. [a nostro giudizio, pare evadere la domanda sul Maligno che può colpire anche il Pontefice, n.d.r.] Riflette in silenzio per qualche secondo, alza la testa e dice gravemente: «Altroché. Altroché se il demonio alberga nella Santa Sede. C’è un volume, “Via col vento in Vaticano” (Kaos edizioni, ndr), che parla appunto delle lotte di potere in Curia e del “fumo di Satana”. Bene, il 99 per cento di quel che è scritto lì è vero.
I Vescovi non parlano per timore di critiche di altri Vescovi.
E sì che su questo tema le Sacre scritture sono le più salate, perché i comandi di Gesù appaiono molto chiari: “Andate, predicate il Vangelo, cacciate i demoni”. Secondo me, quando un Vescovo non nomina l’esorcista commette un peccato mortale».
Tante le figure di santi che, senza esserne investiti, erano noti come liberatori dal demonio. San Benedetto, che era un monaco. Santa Caterina da Siena, di cui si narrano effetti portentosi. Padre Pio, che secondo i fedeli liberava dall’influenza del maligno. Pure Don Bosco occasionalmente si prestava. «Io lavoro sette giorni su sette, Natale e Pasqua compresi – dice don Gabriele – e non posso materialmente correre ovunque mi chiamano.
Perciò spiego a tutti che anche i laici possono operare esorcismi con successo. È scritto in Marco, XVI, 17: “Coloro che credono in me cacceranno i demoni”. Ci sono formule ufficiali. Si può dire: “Satana, vattene”. Ma c’è anche molta libertà, con preghiere semplici: il Padre Nostro –che contiene già in sé un esorcismo: “e liberaci dal Male”– con l’Ave Maria, il Salve Regina, il Credo. Poi raccomando le orazioni quotidiane, la messa, il rosario, la confessione, la comunione, il digiuno».
Un tema, quello della figura antitetica al Messia, che per altri aspetti muove fior di scienziati. L’altro ieri a Roma, nei locali della Sapienza prima e in quelli dell’Università Roma Tre più tardi, si è svolto un convegno dal titolo “L’ultimo nemico di Dio”. Cioè l’Anticristo, il personaggio che incarna l’avversario della divinità, presente nell’immaginario giudaico e cristiano relativo agli ultimi tempi del mondo. Approccio scientifico, impronta storica, studiosi di calibro internazionale: Enrico Norelli, Jean-Daniel Kaestli, Marco Rizzi, Gian Luca Potestà, Alberto D’Anna. «Il ruolo della figura dell’Anticristo –spiegava al pubblico la docente Emanuela Valeriani, una dei coordinatori dell’evento– a prescindere dalle diverse posizioni assunte dagli studiosi, è senza dubbio un tassello tematico fondamentale all’interno del grande mosaico degli studi relativi all’identità cristiana.
L’attenzione alla strana e, diciamo pure, spettacolare fisionomia dell’Anticristo è un tema ben rappresentato nelle apocalissi cristiane di epoca più tarda, contribuendo all’elaborazione anche leggendaria di questa figura escatologica. La prima testimonianza si trova in un’opera del III secolo, “Il Testamento siriaco del nostro Signore Gesù Cristo”.
Ma se, in linea generale, il terribile aspetto dell’Anticristo si può ricondurre alla tradizione precedente al cristianesimo, che identifica l’avversario escatologico con esseri mostruosi, nel caso specifico del nostro testo, esso assume una rilevanza teologica derivante dal confronto con la visione di Dio.
Se prendiamo la sezione degli “Acta Iohannis”, un testo scritto probabilmente nel secondo secolo, vediamo che lì si afferma che Gesù può essere visto sotto diverse forme (bambino, giovane adulto, vecchio) e apparire contemporaneamente anche a più testimoni». Nella sua stanza al terzo piano della sede paolina, padre Amorth si prepara ad affrontare il Nemico nell’ennesimo caso difficile.
Ma il diavolo chi sceglie di colpire? «Non lo sappiamo –risponde– eppure al 90 per cento le vessazioni diaboliche sono conseguenze di malefici, cioè sono causate da persone che per vendetta o per rabbia si rivolgono a maghi e occultisti legati a Satana i quali, pagati profumatamente, si attivano per far intervenire il maligno.
È dunque la cattiveria degli uomini a chiamare il Male.
Marco Ansaldo

DE:http://www.miliziadisanmichelearcangelo.org/

Hoje Festa de Nª Sª de LOURDES : As aparições de Lourdes segundo as palavras da própria Santa Bernadete


1ª aparição — quinta-feira, 11 de fevereiro

“A primeira vez que fui à gruta, era quinta-feira, 11 de fevereiro. Fui para recolher galhos secos com outras duas jovens.

“Ouvi um barulho como se fosse uma ventania. Então girei a cabeça para o lado do gramado, do lado oposto da gruta. Vi que as árvores não se moviam.

“Ouvi mais uma vez o mesmo barulho. Assim que levantei a cabeça, olhando a gruta, vi uma Dama vestida de branco. Tinha um vestido branco, um véu branco, um cinto azul e uma rosa em cada pé, da cor da corda do seu terço.

“Eu pensava ser vítima de uma ilusão. Esfreguei os olhos, porém olhei de novo e continuei a ver a mesma Dama. Coloquei a mão no bolso, para pegar o meu terço.

“Queria fazer o sinal da cruz, mas em vão. Não pude levar a mão até a testa, a mão caía. Então o medo tomou conta de mim, era mais forte que eu. Todavia, não fugi.

“A Dama tomou o terço que segurava entre as mãos e fez o sinal da cruz. Minha mão tremia, porém tentei uma segunda vez, e consegui. Assim que fiz o sinal da cruz, desapareceu o grande medo que sentia, e fiquei tranqüila.

“Coloquei-me de joelhos. Rezei o terço, tendo sempre diante de meus olhos aquela bela Dama. A visão passava as contas do terço, mas não movia os lábios.

“Quando acabei o meu terço, com o dedo ela fez-me sinal para me aproximar, mas não ousei. Fiquei sempre no mesmo lugar. Então desapareceu imprevistamente.

“Esta foi a primeira vez”.

2ª aparição — domingo, 14 de fevereiro

“A segunda vez foi no domingo seguinte. Voltei com várias moças, para ver se não me havia enganado.

“Fui à paróquia, pegar uma garrafinha de água benta para jogá-la na visão quando estivesse na gruta, se a visse. E saímos para a gruta. Apenas tinha acabado de rezar a primeira dezena, quando vi a mesma Dama”.

“Então comecei a jogar água benta nela, dizendo que, se vinha da parte de Deus, que permanecesse; se não, que fosse embora; e me apressava sempre a jogar-lhe água.

“Ela começou a sorrir, a inclinar-se. Mais água eu jogava, mais sorria e girava a cabeça, e mais a via fazer aqueles gestos.

“Eu então, tomada pelo temor, me apressava a aspergi-la mais, e assim o fiz até que a garrafa ficou vazia. Quando terminei de rezar meu terço, ela desapareceu e não me disse nada”.

3ª aparição — quinta-feira, 18 de fevereiro

“Ela só me falou na terceira vez. Após ter rezado a primeira dezena, vi a mesma Dama. Ela se pôs a sorrir, e me disse que aquilo que tinha para me dizer, não era necessário escrevê-lo.

“Mas perguntou-me se eu queria conceder-lhe a graça de voltar ali durante quinze dias.

“Eu lhe respondi que sim”.



5ª aparição — sábado, 20 de fevereiro

A mãe de Santa Bernardette confidenciou que Nossa Senhora “teve a bondade de ensinar-lhe, palavra por palavra, uma oração somente para ela”.

6ª aparição — domingo, 21 de fevereiro

“Esta rainha misericordiosa me disse também para rezar pela conversão dos pecadores. Ela me repetiu várias vezes essas mesmas palavras”.

“Disse-me também que não me prometia tornar-me feliz neste mundo, mas no outro”.

7ª aparição — terça-feira, 23 de fevereiro

“Ela me deu três segredos que me proibiu de contar”

“Eles só se referem a mim, não são nem sobre a Igreja, nem sobre a França, nem sobre o Papa”.

8ª aparição — quarta-feira, 24 de fevereiro

Santa Bernadete com a voz marcada pelos soluços, referiu à multidão o pedido de Nossa Senhora:

“Penitência, penitência, penitência!”; e “rezai a Deus pela conversão dos pecadores”; além da recomendação de “beijar a terra em penitência pelos pecadores”.

9ª aparição — quinta-feira, 25 de fevereiro

“A Senhora me disse que eu deveria beber da fonte e lavar-me nela.

Veja vídeo
Santa Bernadette conta
as aparições de Lourdes
“Mas, como não a via, fui beber no Gave. Ela me disse que não era ali, e me fez um sinal com o dedo para ir à gruta, mostrando-me a fonte.

“Eu fui, mas só vi um pouco de água suja. Parecia lama, e em tão pequena quantidade, que com dificuldade pude colher um pouco no côncavo da mão.

“Eu me pus a arranhar a terra, até poder colhê-la, mas três vezes a joguei fora. Foi só na quarta vez que pude bebê-la, de tal maneira estava suja”.

13ª aparição — terça-feira, 2 de março

“Ela me disse que eu devia dizer aos padres para construir uma capela aqui”.

“A Dama disse: ‘Devem vir aqui em procissão’”

16ª aparição — quinta-feira, 25 de março

“Depois dos quinze dias, eu lhe perguntei de novo seu nome, três vezes seguidas.

“Ela sorria sempre.

“Por fim ousei uma quarta vez, e foi então que ela, com os dois braços ao longo do corpo [como na Medalha Milagrosa], levantou os olhos ao Céu e depois me disse, juntando as mãos na altura do peito, que ela era a Imaculada Conceição”.

18ª e última aparição — quinta-feira, 16 de julho

“Eu não via a cerca nem o Gave. Parecia-me estar na gruta, na mesma distância das outras vezes. Eu via somente a Virgem”.

Santa Bernadete Soubirous somente voltaria a ver Nossa Senhora 21 anos depois, em Nevers, no dia 16 de abril de 1879, quando deixou esta terra de exílio para contemplá-la eternamente no Céu!

Card. Piacenza: El sacerdocio católico, entre la crisis de fe y los ataques del Maligno


http://sanctamissaportugal.files.wordpress.com/2010/12/piacenza.jpg
Presentamos nuestra traducción de la interesante entrevista que el Cardenal Mauro Piacenza, Prefecto de la Congregación para el Clero, ha concedido recientemente al sitio Kath.net, en la cual se refiere a temas de gran importancia como la renovación del sacerdocio, la recuperación de su auténtica dignidad, la colaboración entre los fieles laicos y el clero, la crisis de las vocaciones, la sagrada liturgia, y la esencia del arte sacro.
***
Con su libro “El sello – Cristo, fuente de la identidad del sacerdote”, publicado en el 2010, usted ha recordado la identidad del sacerdocio, declarando que cualquier discurso sobre una “nueva evangelización”, objetivo principal de la Iglesia, es vano si no se basa en la renovación espiritual del sacerdote. Concretamente, ¿cómo podría configurarse la renovación del sacerdocio? ¿Qué significa que el sacerdote es “signo de contradicción” en la sociedad actual, como dijo usted una vez? ¿De dónde debe partir la Iglesia y, en particular, cómo deberían intervenir los responsables de los seminarios?

Quien renueva continuamente a la Iglesia y, en ella, al sacerdocio, ¡es el Espíritu Santo! Fuera de una visión claramente pneumática y, por eso, sobrenatural, es imposible incluso sólo pensar en una renovación. Considero que este es precisamente uno de los principales caminos por recorrer: el de la recuperación clara de la dimensión vertical, espiritual del ministerio. En las décadas pasadas, demasiados “reduccionismos”, animados por la así llamada teología de la desmitificación, han tenido como resultado el de transformar el sacerdocio simplemente en un “super-ministerio” de animación y coordinación eclesial. El sacerdote es también aquel que anima la vida pastoral de una comunidad pero ejerce tal ministerio en virtud de una vocación sobrenatural y de la configuración a Cristo, determinada por el sacramento del Orden. Antes de todo “servicio ministerial”, él representa a Jesús Buen Pastor en el corazón de la Iglesia y, concretamente, en la comunidad a la cual es enviado.

Consecuencia de esto es que la renovación deberá pasar necesariamente por el primado de la oración, de la relación íntima y prolongada con Cristo Resucitado, presente espiritualmente en las Sagradas Escrituras, realmente en la Eucaristía, y con el cual el sacerdote está perennemente en relación en el servicio concreto de cada gesto ministerial. Primado de la oración significa también primado de la fe: la fe pura y sincera de los santos, capaz de desestructurar, precisamente por su sencillez, todo cálculo humano o razonamiento. Un sacerdote así, en un contexto cultural fundado en el eficientismo y el activismo, se convierte necesariamente en signo de contradicción; como el Señor Jesús ha sido y es todavía hoy “signo de contradicción”, así, a Su imagen, todo sacerdote está llamado a serlo, precisamente en virtud de la pertenencia a Cristo y a la Iglesia, y de la “novedad perenne” que la apostolica vivendi forma es para el mundo.

En el actual contexto secularizado, son signo de contradicción los sacerdotes santos, fieles, dedicados al propio ministerio porque dedicados a Dios y capaces, por eso, de conducir a las almas a un encuentro auténtico con el Señor. Sólo quien es todo de Dios puede ser todo de la gente.

En todo esto deben esencialmente ser formadas las nuevas generaciones de sacerdotes, evitando cuidadosamente caer en la tentación de quien quisiera “normalizar” el sacerdocio, pensando, de tal modo, hacerlo más aceptable a los jóvenes y a los hombres de nuestro tiempo. Esto, por el contrario, llevaría a la “desertificación” de las vocaciones. El futuro del sacerdocio, que está garantizado a nivel sobrenatural por la fidelidad de Dios a Su Iglesia, está también, en lo que nos concierne, en la motivada preocupación de su naturaleza auténtica, que es – las Escrituras lo testimonian y la gran Tradición eclesial y magisterial lo confirma – de origen exquisitamente divino.

*
El Santo Padre Benedicto XVI en su libro-entrevista con Peter Seewald, “Luz del mundo”, dice: “Es imaginable que el diablo no lograse soportar el año sacerdotal y entonces nos ha echado en cara la inmundicia. Quiso mostrar al mundo cuánta suciedad hay también precisamente entre los sacerdotes”. ¿Usted considera que es casualidad que, precisamente durante el año sacerdotal, en no pocos países del mundo haya estallado el escándalo de los abusos sexuales? ¿Y realmente ha perdido el diablo al final?

¡Usted sabe bien que la casualidad no existe! Existen, en cambio, las coincidencias y, más a menudo, las estrategias humanas, que se exponen a las instrumentalizaciones del maligno.

Hay que recordar, en primer lugar, que el demonio no venció durante el Año Sacerdotal cuando, como afirmó el Santo Padre, “nos echó en cara la inmundicia”, sino más bien cuando algunos ministros de Dios, llamados por vocación a anunciar el Evangelio y administrar los Sacramentos, abusando de la propia tarea, han herido de modo mortal jóvenes vidas inocentes. En esta perversión absoluta está la verdadera victoria del maligno, y el hecho de que tales terribles y atroces comportamientos hayan emergido durante el Año Sacerdotal no ha disminuido la verdad del sacerdocio sino que, permitiendo la necesaria penitencia y reparación por lo ocurrido, ha favorecido una conciencia más profunda de cómo el extraordinario Tesoro, donado por Cristo a Su Iglesia, es contenido en vasijas de barro.

Tal situación, que es dramáticamente inquietante, podría incluso volverse desesperante si no estuviésemos seguros de que el diablo, el cual vence por desgracia muchas batallas, ya ha perdido definitivamente su guerra ya que ha sido derrotado por la Muerte redentora de Nuestro Señor Jesucristo y por su gloriosa resurrección.

*
Con frecuencia, particularmente en países de lengua alemana, muchos sacerdotes son expuestos a presiones por parte de laicos y consejos pastorales. Casi se tiene la sensación de que ciertos laicos quieren hacerse lugar en el espacio del altar para asumir funciones ministeriales. En no pocas diócesis de lengua alemana, sacerdotes que quieren ser fieles a la Iglesia se encuentran con frecuencia solos. A veces ni siquiera los obispos diocesanos ofrecen a sus sacerdotes el apoyo necesario. ¿Cómo es visto este problema en Roma? ¿Cómo deberían y podrían ser defendidos los sacerdotes en tal situación

En primer lugar quiero afirmar con absoluta claridad y motivado convencimiento que la colaboración entre sacerdotes y laicos es tan necesaria cuanto sacramentalmente fundada. Es necesario vivirla dentro de algunos parámetros irrenunciables tanto desde el punto de vista teológico como bajo el perfil pastoral. Hay que recordar que al ministerio del testimonio están llamados todos los bautizados y no simplemente aquellos que han recibido algún ministerio eclesial. Los fieles laicos deben ser educados en este sentido permanente del apostolado, que debe vivirse sobre todo en el mundo, en sus concretas circunstancias existenciales, familiares, afectivas, laborales, profesionales, educativas y públicas. Los laicos realmente “comprometidos” son aquellos que se comprometen a dar testimonio de Cristo en el mundo, no aquellos que suplen la eventual carencia de clero, reivindicando porciones de visibilidad dentro de las comunidades.

Partiendo de esta claridad sobre la vocación universal de los bautizados, nada excluye que ellos puedan efectivamente colaborar en el ministerio de los sacerdotes, recordando siempre, sin embargo, que entre el sacerdocio bautismal y el ministerial existe, como enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, retomando el Concilio Vaticano II, una diferencia esencial y no sólo de grado (cfr. CCC, n. 1547).

También en este caso se trata de redescubrir la fe en la Iglesia, que no es una organización humana, ni mucho menos puede ser gestionada con criterios “empresariales” que obedecen a leyes humanas, como la presunta o real competencia o eficiencia y el necesario reparto del poder, y que están lo más lejos posible del auténtico servicio eclesial.

Considero que precisamente esta “reducción empresarial” del modo de pensar la Iglesia es una de las causas tanto de la así llamada crisis del número de las respuestas a las vocaciones, como de las polémicas que, en sucesivas oleadas, a veces también orquestadas, se desencadenan contra el celibato sacerdotal. Todo forma parte de aquella miope “estrategia de normalización” que busca, en última instancia, expulsar a Dios del mundo borrando de él aquellos signos que, objetivamente, remiten a Él de modo más eficaz; en primer lugar la vida de aquellos que, en la fidelidad y la alegría, eligen vivir en la virginidad del corazón y en el celibato por el Reino de los Cielos, testimoniando de ese modo que Dios existe, está presente, y que por Él es posible vivir.

*
¿Cómo se explica la “crisis de las vocaciones” en las actuales sociedades occidentales?

La así llamada crisis vocacional, de la cual, en realidad, se está saliendo lentamente, está vinculada, fundamentalmente, a la crisis de la de en Occidente. Donde existe se debe admitir que, en realidad, la crisis de vocaciones es crisis de fe. Dios continúa llamando pero para responder es necesario escuchar y para escuchar se necesita el clima adecuado y no el alboroto absoluto. En los mismos ambientes está en crisis la santificación de la fiesta, está en crisis la confesión, está en crisis el matrimonio, etc. La secularización y la consiguiente pérdida del sentido de lo sagrado, de la fe y de su práctica, han determinado y determinan una importante disminución del número de los candidatos al sacerdocio. A estas razones exquisitamente teológicas y eclesiales se le agregan algunas de carácter sociológico: en primer lugar, el decrecimiento, único en el mundo, de la natalidad, con la consiguiente disminución del número de los jóvenes y, por lo tanto, también de las jóvenes vocaciones.

En este panorama representan una loable excepción, cargada de entusiasmo y de esperanza, los movimientos y las nuevas comunidades, en las cuales la fe es vivida de manera genuina e inmediata, y traducida en vida concreta, y esto abre el corazón de los jóvenes a la posibilidad de entregarse por completo a Dios en el sacerdocio ministerial. Tal vitalidad, en la diferencia de expresión y de métodos, debe ser de toda la Iglesia, de cada parroquia y de cada diócesis, porque sólo una fe auténtica, significativa para la vida, es el ambiente en el cual pueden ser escuchadas las muchas llamadas que Dios dirige, también hoy, a los jóvenes. El primer e irrenunciable remedio a la disminución de las vocaciones lo ha sugerido el mismo Jesús: “Rueguen al dueño de los sembrados que envía trabajadores para la cosecha” (Mt. 9, 38). Éste es el realismo de la pastoral de las vocaciones. La oración por las vocaciones, una intensa, universal y extendida red de oración y de Adoración Eucarística que involucre a todo el mundo, es la única verdadera respuesta posible a la crisis de las respuestas a la vocación. ¡Pero se necesita fe! Donde esta actitud orante es vivida en forma estable se puede afirmar que una auténtica recuperación está teniendo lugar y que, en cierto modo, la noche ha pasado y ya amanece. Quisiera que cada diócesis tuviese un centro de adoración eucarística, posiblemente perpetua, precisamente por estas intenciones: santificación del clero y vocaciones. ¡Éste es el plan pastoral más eficaz y realista que pueda haber! De allí se irradiará también una admirable fuerza de caridad en todos los ámbitos. ¡Hay que probar para creer!

*
Desde 2003 hasta su nombramiento como secretario de la Congregación para el Clero por parte del Papa Benedicto XVI en el 2007, usted ha sido presidente de la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia; desde el 2004 también Presidente de la Pontificia Comisión para la Arqueología Sacra. ¿Cómo juzga el estado actual del “ars sacra” que a menudo es confundido con el “ars religiosa”?

El argumento es muy amplio y merecería ser afrontado con la amplitud apropiada ya que toda realización artística habla de la idea de hombre y de Dios que tenemos, como también todo “edificio iglesia” que se construye habla tanto de la idea de Iglesia que tenemos como, sobre todo, de la experiencia de Iglesia que vivimos. La Iglesia no es una realidad sociológica humana, no es una reunión de personas que creen en lo mismo. Es el Cuerpo de Cristo, nuevo Pueblo sacerdotal, Presencia divina en el mundo.

Toda auténtica expresión de arte sagrado y toda nueva iglesia deberían ser ante todo reconocibles como tales. Todo hombre, todo transeúnte, del niño al anciano, del culto al analfabeto, del creyente al ateo, debería poder decir inmediatamente: “¡Esa una obra de arte! ¡Esa es una iglesia!”. Esta última, además, debe ser monumental, es decir, debe hablarnos de la grandeza de Dios y debe, por lo tanto, ser diferente, también por proporciones, de cualquier otro edificio. Una iglesia, y todo el arte sacro, para ser tal, no deben obedecer tanto a la originalidad subjetiva del arquitecto o artista singular como a la fe genuina y sincera del pueblo, que en ella y a través de ella rezará. No son “monumentos” a la genialidad del individuo sino lugares e instrumentos de culto, dedicados a Dios, en los cuales y a través de los cuales encontrar a Dios y reunirse como Su Pueblo.

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En su opinión, ¿qué tan importante es la celebración de la liturgia para la esencia de la vida de la comunidad y también para la misión de una nueva evangelización de los países de antigua cristianización?

Varias veces el Santo Padre ha recordado que, con la Liturgia, vive o muere la fe de la Iglesia. Ella es, al mismo tiempo, un espejo en el cual se refleja la fe, y un alimento que constantemente la nutre, la purifica y la sostiene. El antiguo adagio “lex orandi, lex credendi” obviamente mantiene todavía hoy toda la propia validez y eficacia.

En no pocos casos, el mencionado intento de desmitificación ha implicado también a la Liturgia produciendo, como único y devastador efecto, el de reducirla nuevamente y paradójicamente a “ritos pre-cristianos”, simbólicamente interpretables y expuestos, por tanto, a toda posible deriva subjetivista y relativista. La Liturgia no es principalmente un actuar humano, en el cual los individuos pueden expresar libremente la propia emocionalidad subjetiva, o en el que sería necesario hacer o decir algo para participar; ella es principalmente acción de Cristo, el cual, vivo y presente en Su Iglesia, rinde culto al Padre, atrayendo, en esta acción humano-divina, a nosotros los hombres.

Cristo Resucitado es el verdadero protagonista de la historia y de la Liturgia, y toda acción humana que quiera ser realmente litúrgica debe obedecer a este imprescindible criterio y debe buscar orientar el corazón de los fieles hacia el reconocimiento del primado absoluto de Dios.
Haber reducido o banalizado la Liturgia es una responsabilidad gravísima, no independiente de la pérdida del sentido de lo sagrado, de la que Occidente es víctima y que se deriva, una vez más, de la desmitificación radical promovida por cierta teología, creyendo ser “científica”.

La respuesta a todo esto puede encontrarse, sin embargo, en el corazón del hombre, el cual, a pesar de todo, está hecho por Dios y es constitutivamente religioso, por lo tanto abierto a lo trascendente y al sentido de lo sagrado. Una Liturgia cristocéntrica, correctamente celebrada, eclesialmente significativa y que sea la realización de “Él [Cristo] debe crecer y yo, en cambio, disminuir” (cfr. Jn. 3, 30), de joánea memoria, contribuye ciertamente a la nueva evangelización de Europa y a la recuperación del sentido de lo sagrado, sin el cual incluso el necesario diálogo con las otras culturas y tradiciones religiosas sería imposible.

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Le agradecemos a su Eminencia por la entrevista e invocamos sobre usted la bendición de Dios
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Fuente: Kath.net

Cardinal Piacenza to Priests and Deacons

 

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This is His Eminence, Cardinal Piacenza's first message to the priests and deacons of the Church: a text to be read and meditated. The headings and comments in italics are my own.
Message of HIs Eminence,
Mauro Cardinal Piacenza,
Prefect of the Congregation for the Clergy
to Priests and Deacons
Dear Priests and Deacons,
At this time, when the Holy Father has graciously named me as the new Prefect, I would like to take the opportunity to convey a cordial greeting to each and every one of you.
The Eucharist Celebrated and Adored
The Year for Priests, recently brought to a conclusion, remains always before us, both in its content and in its model of sanctity, St John Mary Vianney. With regard to its content, it is to be fully assimilated into the environment of the formation of the Clergy, both in the initial and ongoing stages, especially concerning to the central place it wished to recognise of the Eucharist, celebrated and adored; with regard to the model of sanctity that was offered, the heroic participation of the Curé of Ars in the self-giving of Christ for the life of men shines forth, and that witness spurs us continually to offer ourselves to the Lord in the "fragrant sacrifice".
It is in the contemplation and adoration of the Most Holy Eucharist that each priest and deacon begins to understand the exigencies of his own personal participation in the mystery of Christ, "the pure Victim, the holy Victim, the immaculate Victim". The life of he priest and deacon becomes increasingly identified with the sacrifice of the altar, consumed by the fire of the Holy Ghost, and rising as a pleasing fragrance in the presence of the Father.
First of All, Abide in Him
Even in the face of the storm of the "worldly sea," Jesus of Nazareth repeats to his disciples, "Do not be afraid!" To the temptation of activism and of the fitful searching after solutions that are human, and all too human, He beckons us gently, "Abide in my love" (Jn 15: 9).
The temptation of activism and the fitful searching after solutions that are human, and all too human: His Eminence identifies what lies at the root of so much clerical burn-out, superficiality, and despair.
As the Holy Father Benedict XVI pointed out, "If we continue to read this Gospel passage attentively, we also find a second imperative: "abide", and "observe my commandments". "Observe" only comes second. "Abide" comes first, at the ontological level, namely that we are united with him, he has given himself to us beforehand and has already given us his love, the fruit. It is not we who must produce the abundant fruit; Christianity is not moralism, it is not we who must do all that God expects of the world but we must first of all enter this ontological mystery: God gives himself. His being, his loving, precedes our action and, in the context of his Body, in the context of being in him, being identified with him and ennobled with his Blood, we too can act with Christ" (Allocution at the Pontifical Roman Major Seminary, 12 February 2010).
It is impossible to observe the commandments of Christ without first abiding in Christ, without making one's dwelling in His open Heart. "His being, His loving," says Cardinal Piacenza, "precedes our action." This is, expressed in biblical terms, what Dom Chautard called, in his spiritual classic, The Soul of the Apostolate.
All that His Eminence says in this section concerning priests and deacons applies as well to religious women, especially to those who, by virtue of their identification with the way of life and mission of the Apostles, pour themselves out in various works.
Dear friends, it is precisely this primacy of the ontological over the ethical, of the "abiding" over the "doing" that is the guarantee, and the only guarantee possible, of the fruitfulness of our apostolate!
In Confidence and Peace
In the face of prevailing secularism and rampant relativism, Blessed John Henry Cardinal Newman reminds us that:
Christianity has been too often in what seemed deadly peril, that we should fear for it any new trial now. So far is certain; on the other hand, what is uncertain, and in these great contests commonly is uncertain, and what is commonly a great surprise, when it is witnessed, is the particular mode by which, in the event, Providence rescues and saves His elect inheritance. Sometimes our enemy is turned into a friend; sometimes he is despoiled of that special virulence of evil which was so threatening; sometimes he falls to pieces of himself; sometimes he does just so much as is beneficial, and then is removed. Commonly the Church has nothing more to do than to go on in her own proper duties, in confidence and peace; to stand still and to see the salvation of God" (Biglietto Speech, 12 May 1879).
A splendid quotation from Blessed John Henry Newman! What can any one of us do but go on his own proper duties, in confidence and peace? "Stand still, " says Blessed Newman, echoing the versicle sung at Tierce on Christmas Eve: V. Constantes estote. R. Videbitis auxilium Domini super vos. "Be ye steadfast. And ye shall see the help of Lord upon you." There is a hidden heroism in quiet fidelity to one's duties sustained by confidence in the Providence of God, and by the peace that is the fruit of such a confidence.
The Mother of Priests
With these sentiments of profound, radical fidelity to the Lord in the Church and in history, in the Lord of my and of your sacerdotal existence, I ask a particular remembrance in your prayers, while I assure you of my pastoral concern, entrusting each one of you to the powerful protection of Her who, by virtue of a most special title, is the Mother of Priests: the Blessed Virgin Mary.
+ Mauro Card. Piacenza
Prefect
I, for one, pledge the support of my prayers to His Eminence, Cardinal Piacenza, recommending him to the Materna and Immaculate Heart of Mary.

DE:http://vultus.stblogs.org/

Solemn Pontifical Mass, Holy Apostles Seminary, Cromwell CT. Pontifical Mass of Cardinal Brandmüller in the Santuario di Campocavallo di Osimo, Ancona. Dom Cassian Folsom, OSB, Offers Solemn Mass at Cathedral of St. John Berchmans

This past Monday, February 7, Bishop Joseph Perry (Auxiliary Bishop of the Archdiocese of Chicago) celebrated a Solemn Pontifical Mass in the usus antiquior (Votive Mass of Our Lady Queen of the Apostles) in the new Queen of Apostles Chapel at Holy Apostles College and Seminary in Cromwell, CT.  Seminarians from the Canons Regular of St. John Cantius studying at this seminary, as well as other seminarians from the Fathers of Mercy, Knights of the Holy Eucharist and diocesan seminarians assisted in the Mass. Fr. Dennis Kolinski, SJC was the archpriest, Rev. Mr. Paul Guzman, SJC was the deacon and Rev. Mr. Jewel Aytona, CPM (Fathers of Mercy) acted as the subdeacon.

Full photo galleries are available here: Photo set 1, Photo set 2, Photo set 3

Here are a few.








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Photo credits: Deacon James F. Papillo

Further Photos of the Mass of Cardinal Brandmüller

Further to our post about the Pontifical Mass of Cardinal Brandmüller in the Santuario di Campocavallo di Osimo, Ancona, further photos have been sent our way.













Photo credits: Ivo Giannoni di Osimo

Dom Cassian Folsom, OSB, Offers Solemn Mass at Cathedral of St. John Berchmans

We mentioned earlier last month that the Cathedral of St. John Berchmans in the Diocese of Shreveport was hosting a liturgical conference from January 31st to Feburary 3rd for priests in that region, In Utroque Usu: The Pursuit of the Two Forms of the Roman Liturgy.

The conference was to include a number of interesting and highly relevant topics for a new liturgical movement, including mutual enrichment, the hermeneutic of continuity, the reform of the reform, and noble simplicity.

As was also noted, Msgr. Andrew Wadsworth, the Executive Director of ICEL, was slated as the keynote speaker for this conference, and Dom Cassian Folsom, OSB, Prior of the Monastery of Norcia (Italy) was the celebrant of a Solemn Mass.

While -- as of yet -- we have no reports on the conference proper, we have received some photographs of the aforementioned Solemn Mass offered by Dom Cassian Folsom, OSB.















DE:NEW LITURGICAL MOVEMENT

S. E. Rév.me le Cardinal R. -L. Burke Préfet du Suprême Tribunal de la Signature Apostolique ordonne trois diacres à Gricigliano le 30 janvier 2011. Sermon de S. E. R. Cardinal R. - L. Burke prononcé lors de l'ordination des diacres

 
Sermon de S. E. R.  Cardinal R. - L. Burke
prononcé lors de l'ordination des diacres,
 le 30 janvier 2001 à Gricigliano,
en la chapelle de l’Immaculée-Conception
 
 
Rom. 13, 8-10
Mt. 8, 23-27
 
 
Le diacre est ordonné pour être l’image de Notre Seigneur Jésus-Christ qui est venu dans le monde, comme Lui-même nous a enseigné, «non pour être servi mais pour servir et donner sa vie en rançon pour la multitude» (Mt 20 : 28). Le diacre est appelé à suivre son Seigneur et Maître et à donner sa vie en ce monde pour l’amour de Dieu et du prochain, afin de sauver sa vie dans le monde à venir. Le diacre doit servir Dieu et son prochain avec un amour pur et désintéressé, conscient que Notre Seigneur l’accompagne et produit en lui – en raison de son offrande libre et totale – les fruits durables de la vérité divine et de la charité. Saint Paul nous rappelle aujourd’hui: « L’amour ne fait pas de tort au prochain; l’amour est donc l’accomplissement de la loi » (Rom. 13:10).
Dès les premiers jours de l’Église, les Apôtres ont compris que c’était la volonté de Notre Seigneur d’établir, dans le sacrement de l’Ordre, l’ordre des diacres. Sous l’inspiration et la direction du Saint-Esprit, les apôtres ont prié et imposé les mains sur « sept hommes de bonne réputation, remplis de l’Esprit et de sagesse », en les consacrant pour être leurs assistants, en particulier dans la célébration de la Divine Liturgie et dans la réalisation des œuvres de charité (Ac. 6:1-6). Comme dans l’Ancienne Alliance où le Seigneur ordonna aux Lévites d’aider le Grand Prêtre Aaron et ses successeurs dans le ministère sacré, de même aussi le Seigneur, en accomplissant l’Ancienne Alliance, donne aux Apôtres et leurs successeurs l’ordre des diacres, afin qu’ils puissent aider les Évêques et les prêtres, collaborateurs des évêques, dans l’exercice du ministère sacré.
Le diacre rend visible à nos yeux l’amour du Dieu incarné dans le Christ Serviteur en l’enseignant et en prêchant la Parole de Dieu parvenue jusqu’à nous dans son intégrité à travers le Magistère de l’Église ; en aidant l’évêque et les prêtres pendant la célébration de la Sainte Messe ; en apportant la Sainte Communion aux malades et en effectuant d’autres rites sacrés ; et, enfin, en se consacrant, au nom de l’évêque et des prêtres, aux œuvres de charité auprès de ceux qui en ont le plus besoin. Le ministère du diacre rappelle à notre esprit l’invitation que Dieu a adressée à chacun d’entre nous, selon notre vocation propre, d’être "serviteur fidèle et prudent" en faisant tout ce que Dieu le Père nous demande (Mt. 24 : 45; Lc. 12:42).
 
Vos fils et vos frères sont sur le point d’être élevés à l’ordre du diaconat. Je vous exhorte à aider ces hommes par le respect que vous portez à leur ministère sacré et par la prière incessante pour eux. Encouragez-les à remplir leurs fonctions de manière à ce qu’ils puissent croître chaque jour dans l’obéissance à la volonté de Dieu et dans l’amour de la prédication, de l’enseignement de la Parole de Dieu, de l’administration des sacrements et de l’édification du Corps du Christ par le biais de leurs instructions claires et vigoureuses et de leur exemple. Comme vous le savez, avec leur ordination au diaconat commence la dernière période de leur préparation à l’ordination au Sacerdoce. Priez pour eux, afin qu’ils puissent demeurer fermes et généreux en répondant à l’appel de Notre Seigneur. « Suivez-moi» (Mt 4:9; 9:9; Mc. 2:14; Lc. 5:27; Jn. 1:43; 21:19). Placez-les, d’une manière spéciale, sous la protection de Marie Immaculée.
 
              Mes fils, qui êtes sur le point d’être ordonnés au diaconat, renouvelez, au début de chaque journée, l’acte d’amour de Dieu et de vos frères et soeurs dans l’Eglise, que vous avez posé en promettant de mener une vie sacerdotale chaste, qui suppose « l’obligation de continence parfaite dans le célibat pour la cause du Royaume des Cieux » (can. 599). Avec un amour pur et désintéressé, évitez chaque pensée, parole ou action qui permettrait de réduire ou de trahir le don total de vous-mêmes à Dieu et à son troupeau. Grâce à la pratique assidue des vertus de modestie, de pureté, de simplicité et de tempérance, vous pourrez sauvegarder le don de Dieu de l’amour chaste, qui est si précieux dans l’Eglise.
Disciplinez votre esprit à travers l’étude quotidienne de la Parole de Dieu, fidèlement transmise jusqu’à nous dans l’enseignement de l’Église, et enflammez vos cœurs par la sainte communion quotidienne et la vie de dévotion. Par le truchement de l’examen de conscience quotidien et de l’acte de contrition, par la confession régulière de vos péchés au Seigneur dans le sacrement de la Pénitence, purifiez votre vie, même du plus petit élément contraire à la sainteté de votre ministère sacré, et fortifiez-vous contre les ruses et les pièges de Satan et de ses légions. Ne perdez jamais courage, car Notre Seigneur ne vous abandonnera jamais. N’ayez pas peur. Écoutez les paroles de Notre Seigneur quand il a calmé la mer en tempête : «Pourquoi avez-vous peur, hommes de peu de foi? » (Mt. 8:26). Toutes les choses sont entre les mains de Notre Seigneur. Qu’Il leur commande, et elles obéissent.
En union avec l’Eglise universelle, célébrez chaque jour la Liturgie des Heures pour le salut du monde. Cultivez un amour sans faille pour le Sacré-Cœur de Jésus, pour la Vierge Marie, sous son titre d’Immaculée Conception, la Mère de Dieu et la Mère de l’Eglise ; envers Saint Joseph, époux de Marie, Gardien du Rédempteur et Patron de l’Eglise universelle ; et envers saint François de Sales, saint Thomas d’Aquin et saint Benoît, les Saints Patrons de l’Institut.
Consacrez-vous au ministère diaconal, afin que bientôt vous soyez prêts à vous présenter devant l’Église pour recevoir l’ordination au Sacerdoce Saint. Continuez à cultiver en vous-mêmes les nombreuses vertus liées à la vie et au ministère sacerdotal : la prière et la dévotion, le service libre et total de vos frères et sœurs, la préparation minutieuse de votre prédication et de votre enseignement ; le respect consciencieux de l’intégrité des rites liturgiques et une humble obéissance à la discipline de l’Église entière. La pratique de ces vertus vous préparera à être des pasteurs dignes de confiance du troupeau de Dieu le Père.
Recevez le Mystère de la foi avec un amour pur et désintéressé. Exprimez dans vos actions le mystère de votre vie dans le Christ. Proclamez le mystère de la foi dans tout ce que vous dites et faites, afin que tous ceux que vous rencontrez puissent être attirés, à travers le Cœur Immaculé de Marie, jusqu’au Sacré-Cœur de Jésus, l’unique source du salut éternel. Vivez chaque jour en prévision de votre rencontre avec Notre Seigneur, au Dernier Jour, de sorte que, ce jour-là, vous puissiez l’entendre dire: « C’est bien, bon et fidèle serviteur; ... entre dans la joie de ton maître » (Mt. 25: 21).
DE:http://www.icrsp.org/