segunda-feira, 15 de novembro de 2021

PADRE ANIBAL . La Imitación de Cristo

 

 


Plática: La Imitación de Cristo


 

 

Siempre para toda actuación humana, comenzando desde la infancia, el hombre, necesita un modelo, un estilo de costumbres y de actuaciones.  Por eso en la sicología de hoy se habla mucho de la crisis del modelo que pueden tener los jóvenes al no encontrar un padre y una madre en su hogar.  Y precisamente esta falta de modelo, pues, causa desequilibrio, una distorsión sicológica en la infancia y en la adolescencia si...si no hay, pues, a quien imitar y, a la misma vez, encontrar en ese modelo, pues, una satisfacción plena a la hora de nosotros imitarlo.

También así sucede en la vida espiritual, necesitamos un modelo para nosotros conformarnos a él.  Jesús dice en el evangelio, “Aprended de mí.”  San Pablo dice, “Sed imitadores míos.”  La Virgen dice en el evangelio, “Haced lo que él os diga.”  En fin, o sea, que siempre, pues, tenemos que tener una referencia vital hacia alguien en nuestra vida espiritual porque no podemos ir como a tientas o a inseguras, sino que hay que ir de una manera clara y segura por el camino de la vida espiritual.


La cuestión de la imitación modélica, pues, ciertamente ha tenido muchísimas críticas de parte de los teólogos liberales, sobre todo criticando la...el famoso libro de la espiritualidad, de por siglos en la Iglesia...después de las Sagradas Escrituras, el libro que más se ha traducido y que más se ha impreso: La Imitación de Kempis.  No queremos entrar ahora en lo que realmente dicen con detalles atacando el Kempis y a la misma vez, atacando toda corriente modélica.  En el fondo lo que quieren es, pues, quitar todo aquello que no tenga referencia bíblica para la vida espiritual y sobre todo presentarnos un Jesucristo, pues, según ellos, más amigo y, a la misma vez, más humano, prescindiendo, como decíamos de eso ahora...que realmente, pues, no deja de ser un motivo de preocupación y que, a la misma vez, ha creado muchísima confusión.  


´Nosotros necesitamos en toda actuación, eso es una ley impresa en la naturaleza, pues, alguien o algo para imitar.  Por eso los griegos le preguntaron a Felipe, “Queremos ver a Jesús.”  Es decir, “queremos verle porque esta___096___cómo podemos hacer para tener la vida y orientar nuestra existencia.

Nosotros también deberíamos de preguntarnos cuál es nuestro modelo en nuestras actuaciones.  Y podemos decir, nuestro modelo es Jesucristo, pero al decir Jesucristo tenemos que concretizar qué momento de Jesús.  Porque ciertamente la persona de Jesucristo es riquísima, infinitamente rica.  Es una personalidad policromada, es el Dios Hombre. 

 Por consiguiente, no podemos imitar todos los rasgos de Jesucristo; para eso existen las diferentes congregaciones religiosas en la Iglesia, para que cada una actualice los momentos de Jesucristo.  Unos...Cristo escondido en Nazaret, otros, el Cristo que predica, otro, el Cristo Crucificado...en fin, o sea, cada comunidad como que actualiza no solamente los momentos de Jesús sino también las palabras de Jesús: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio.”  Pues, esas son las palabras y se las apropian así los que se dedican a una vida completamente de misiones.


Nosotros tenemos por modelo a Jesucristo...bien...bien, tenemos a Jesucristo.  Entonces qué...qué momento de Jesucristo se nos concede a nosotros, qué faceta, qué detalle, qué cincelada de...la policromía de Jesús.  Pues, nosotros...que Jesús víctima en el sacramento, nosotros que Jesús callado y silente en el Santísimo Sacramento...para nosotros el modelo de actuación es el Jesús en el Santísimo Sacramento del altar expuesto en nuestros altares para ser adorado por nosotros...ese es nuestro modelo.  Por consiguiente, debemos de...calcar o debemos dejar que él calque y que talle en nuestros corazones, sus actitudes en el Sacramento. 

La actitud del silencio...ese silencio que es un silencio vivo porque es un diálogo con el Padre, es un eco con el Padre, es un abrazo, a través del Espíritu Santo, con el Padre. 

 Es ese silencio de Jesucristo en el Santísimo Sacramento que es prueba contundente de su amor a los hombres...solamente calla y esconde en su corazón aquella persona que ama.  

Cuando no se ama, pues, se le dicen las cosas en la cara a cualquiera y se le gritan sus defectos, sus miserias y así como que se goza la persona en hundir al otro.  Sin embargo, Jesús allí calla para escuchar al Padre, para hablar al Padre...porque se le habla al Padre no con palabras sino en gesto de entrega, “Heme aquí que yo estoy haciendo tu voluntad, santificando a los hombres, salvándolos, dándoles vida eterna.”  También, pues, ese silencio de Jesucristo, pues, decimos que es amor, es decir, que él llendo a hablar, reprender, recriminar, acusar, prefiere...callar, como expresión de un amor que espera.


Jesús en el Sacramento es, por consiguiente, ese modelo de...ahí está silente, callado.  A la misma vez, está victimado, es decir, ciertamente que en el Sacramento está como está en el cielo, es decir, glorioso, pascual...no se puede negar eso, pero es parte de la fe católica expresado así en el Concilio de Trento, que...o sea, que es... misteriosamente es víctima en ese Sacramento y reactualiza en ese sacramento su kénosis, su pasión salvadora, su redención sangrienta.  Por eso ahí en ese sacramento está victimado, es decir, ofrendado por nosotros constantemente al Padre hasta el fin de los tiempos...hasta el fin de los tiempos.  Por eso cuando le contemplamos...le contemplamos silente y victimal dándose completamente al Padre.

Otra faceta que vemos en Jesús  en el Sacramento es como su vida oculta.  Fijémonos bien que está como escondido en el sagrario, oculto.  Es decir, que Jesucristo, pues, no hace de su ofrenda, pues, un grito... “Miren que me estoy ofrendando...miren lo que estoy haciendo por ustedes”, ¡no!, está oculto. 

 Junto al silencio  , el ocultamiento, la vida escondida de Jesucristo, sin esperar valorizaciones humanas, ni aplausos, ni apreciaciones...allí está oculto.  Y junto a ese ocultamiento, pues, hay un misterio, pues de su misterio trinitario pero...porque Jesús está ahí en una comunión plenísima con el Padre y  con el Espíritu Santo y no solamente con el Padre y el Espíritu Santo, sino con toda la Iglesia celeste.

Está también, pues, en un misterio de cierta soledad...en el sentido de no recibir de los hombres, pues, su amor, su veneración, su vida íntima.  La mayoría de los hombres desconocen este sacramento y los que lo conocen, pues, no lo valorizan porque ni los mismos sacerdotes somos capaces de vivir un poquito para ese misterio y adorarlo en nuestras vidas.  

Por eso hay un misterio también de soledad...ese es el Cristo que nosotros tenemos que imitar...el Cristo de la humildad en el sacramento, el Cristo victimado en el sacramento, el Cristo silente en el sacramento, el Cristo solo en el sacramento y el Cristo que da todo su amor, sin aplausos, ni valoraciones a todos los hombres.  

Por eso el momento esencial de nuestra vocación es adorarle...adorarle...repararle por las cosas que hemos hecho primero nosotros, por nuestros pecados y ultrajes y tercero, pues, imitarle, tener una vida conforme a imagen de ese sacramento.  


Por eso para poder ser Esclavo, pues, se requiere esa capacidad de victimación, esa capacidad de silencio, esa capacidad de amor, esa vida que, pues, se va dando sin retribuciones, sin quejas, sin rencores, sin resentimientos...al contrario, gozándose de la entrega, sabiéndose identificado con su Maestro y Señor en la Santísima Eucaristía.

Ojalá podamos nosotros, pues, regalar a la Iglesia esa presencia de Jesús en este sacramento...y lo podamos regalar a toda persona que se encuentra con nosotros.  


Fijémonos bien que está en el sacramento para ser amado y adorado, para recibir nuestra entrega victimal y también está para venir a los hombres y darle su vida eterna, para ser alimento y sostén, fuerza y energía del corazón humano en su caminar hacia la eternidad.  Por consiguiente, también nosotros, así debemos de ser como él...el alimento en el cual todos comen y todos viven la vida que da luz y que orienta hacia la eternidad.  Ser capaces de darnos realmente para dar vida eterna, no para otra cosa...para dar vida eterna a los hermanos.

La Stma. Virgen siempre para nosotros es...también el impulso y el modelo de la vida espiritual.  Fijémonos que, al pie de la cruz, Ella como sacerdotisa nueva, vistiendo galas sacerdotales, su espíritu inundado como el de ninguna otra persona en compasión por la humanidad, es capaz también de victimar a Jesús y también de convertirse Ella en ofrenda, en lo que cabe decir, por la salvación de todos.


Que nosotros los Esclavos, pues, podamos tener ese detalle de humildad y de entrega y de generosidad al Señor, podamos ser, pues, una eucaristía constante...acción de gracias.  Que podamos ser, pues, víctimas agradables siempre, en las manos de la Virgen al Padre. 

 Sin eso, sinceramente así...delineado genéricamente, rapidísimamente...sin eso, pues, no tenemos sentido porque realmente hemos sido nosotros, llamados, tocados por Dios, en medio de la oscuridad de nuestra noche y de la fe...hemos sido llamados a tener en la vida el misterio de la eucaristía bien cerca, una custodia en el corazón y una vida en las manos de Dios. 

Que la Virgen, pues, realmente hoy, este viernes, sea para nosotros la Madre Oferente.  Piensa qué puedes ofrendar allí, qué tienes que dar allí y recuerda que para que la ofrenda sea válida tiene que ser libre, tiene que ser pura, tiene que ser generosa y tiene que ser victimal.  Esos cuatro elementos son esenciales para el sacrificio.

Que a lo largo de este día de retiro podamos, pues, nosotros madurar en esa entrega, mirar a Jesucristo en el sacramento y pedirle que nos configure siempre con él.