sábado, 11 de abril de 2009

Entrevista a Mons. Guido Marini acerca do Tríduo Pascal

¿Puede indicarnos un tema de fondo, la idea guía del sacro triduo 2009?

Está en una frase del Evangelio de Juan: “Los amó hasta el extremo” (13, 1). Los ritos litúrgicos de la Semana Santa nos conducen al corazón del misterio de la salvación, al centro del designio providencial mediante el cual Dios ha querido salvar a la humanidad. Cada celebración, con la modalidad propia del signo litúrgico, hecho de palabras, gestos, silencios, imágenes, música y canto, intenta conducir a la contemplación dolorosa del misterio de la miseria humana. Éste último, a su vez, es iluminado por el misterio de la infinita misericordia del Salvador: sólo en Cristo resucitado de la muerte, “camino, verdad y vida”, encuentra luz el misterio del hombre. Todo debe dejar revelar la belleza del rostro de Dios, cuyos rasgos son la verdad y el amor, la Verdad que es Amor: “los amó hasta el extremo”.

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¿Qué consecuencias pueden tener estas consideraciones para los fieles, en lo cotidiano de cada día?

De la contemplación somos conducidos a la práctica de la vida: porque la mirada atenta al desarrollo del misterio de la salvación es auténtica en la medida en que cada uno recorre, en la propia existencia cotidiana, el paso del pecado a la gracia, de la lejanía de Dios a la cercanía con Él, de la mediocridad a la santidad.

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¿De eso se trata la actualidad de la Pascua?

Diría que sí. En virtud de la celebración litúrgica, el misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor no es sólo un hecho de la historia pasada sino también un acontecimiento para el hoy de cada hombre y al que todos pueden llegar para tener en don la vida. Cristo, resucitado de la muerte, es el Viviente.

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A un mes del viaje del Papa a Tierra Santa, también se muestra evidente la referencia a los lugares de la Encarnación, con un doble gesto.

Es costumbre que las colectas recogidas en la Misa crismal del Jueves santo sean entregadas para brindar ayuda a alguna realidad necesitada. Para este año, ha sido elegido la comunidad católica de Gaza.

Además, debe añadirse que en el Vía Crucis del Coliseo, los últimos dos en tomar la gran cruz de madera serán dos frailes de la Custodia franciscana de Tierra Santa.

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Vayamos al calendario de las celebraciones. Se inicia el jueves 9 de abril, por la mañana, con la Misa crismal en la basílica de San Pedro. ¿Cuáles son las peculiaridades de este rito particularmente importante para los sacerdotes?

Con Benedicto XVI concelebrarán 1600 sacerdotes del clero secular y religioso de la diócesis de Roma y de los colegios romanos. En esta circunstancia, renovarán las promesas sacerdotales.

Además, serán bendecidos los óleos de los catecúmenos y de los enfermos y el crisma. La presentación del óleo de los catecúmenos estará acompañada por algunos neófitos que serán bautizados la noche de Pascua; la presentación del óleo de los enfermos por enfermos que recibirán el sacramento de la Unción; la del crisma por jóvenes confirmandos y por dos diáconos que pronto serán ordenados sacerdotes.

Tres de las ánforas que contienen los óleos son de Mario Toffetti, al cual se debe también la fuente bautismal usada para la Vigilia Pascual y para los bautismos en la Capilla Sixtina. El óleo para la celebración es ofrecido por la cooperativa “Arte y alimentación SL” de Castelserás en España; la esencia perfumada para el crisma, por el consorcio del Bergamotto, de Reggio Calabria. Al final de la Misa, los óleos serán llevados a San Juan de Letrán donde serán distribuidos a los sacerdotes de la diócesis de Roma para la administración de los sacramentos durante el año.

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Y en la catedral de Roma, el Papa celebrará la Misa en la Cena del Señor, destinando la colecta a los católicos de Gaza. Además del gesto del lavatorio de los pies, ¿cuáles serán las otras características de esta celebración?

Benedicto XVI se sentará en la cátedra papal: la de San Juan es, de hecho, la cátedra propia del obispo de Roma. El Pontífice, además, realizará el gesto del lavatorio de los pies a doce sacerdotes, canónigos lateranenses. Por lo tanto, se vuelve a proponer el mismo gesto de Jesús a los apóstoles, revelación del misterio de Dios y signo de donación total de la vida. Además, como es costumbre, Benedicto XVI distribuirá la Comunión a algunos miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. Al final, se realizará la breve procesión con la reposición del Santísimo Sacramento en el altar de la capilla de San Francisco.

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Son dos las citas para el viernes 10: primero, en la basílica Vaticana, para la celebración de la Pasión del Señor; luego, en el centro de Roma, para el sugestivo Vía Crucis en el Coliseo. ¿Qué es lo que une estos dos momentos?

La centralidad de la cruz. La suave iluminación de la basílica será el signo del clima penitencial de la primera celebración. Al inicio, Benedicto XVI se arrodillará algunos minutos frente a la cruz, rezando en silencio, en signo de pedido de perdón y de penitencia; luego, mostrará la cruz, presentándola para la adoración de los fieles y la besará quitándose los zapatos, siempre en signo de penitencia. El crucifijo, austero y artístico, que será usado para la ostensión se remonta al pontificado de León XIII. El relato de la Pasión será cantado por tres diáconos con la participación de la Capilla Sixtina. La homilía será realizada por el predicador de la Casa Pontificia, el capuchino Raniero Cantalamessa.

La sede papal, como ya ha sucedido en otras ocasiones, será colocada frente a la estatua de San Pedro, en la nave central de la basílica. Los cardenales diáconos que asistirán al Pontífice son Stanislaw Rylko y Giovanni Lajolo.


En cuanto al Vía Crucis, ya es conocido que los textos han sido preparados por el obispo salesiano de Guwahati, monseñor Thomas Menamparampil. Podemos añadir que las imágenes del libro para que utilicen los fieles son un producto típico del arte indio. Su autora es Sor Marie Claire Naidu, de la iglesia de la Asunción de la Santísima Virgen María, en Bangalore.

En el anfiteatro, las antorchas que son llevadas junto a la cruz serán portadas por dos jóvenes de la diócesis de Roma; mientras que la cruz pasará por las manos del cardenal vicario, Agostino Vallini, de una familia, de dos religiosas indias y de una joven india, de un discapacitado, de dos niñas de África, de un enfermo en silla de ruedas acompañado por dos asistentes, y de los nombrados frailes de Tierra Santa.

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El sábado a la noche, a las 21 hs., la Vigilia Pascual en la basílica Vaticana, que san Agustín llamaba la “madre de todas las vigilias”. ¿Algún detalle más?

El inicio de la celebración tendrá lugar en el atrio frente a la basílica, donde tendrá lugar el rito de la bendición del fuego y del encendido del cirio pascual, preparado como de costumbre por la Comunidad del camino neocatecumenal. En la basílica, el paso de la oscuridad a la luz simbolizará el ingreso de la Luz que es Cristo, camino, verdad y vida, en el mundo tenebroso del pecado, de la soledad y de la muerte. EL Papa administrará el Bautismo, la Confirmación y la primera Comunión a cinco catecúmenos adultos preparados por el Vicariato de Roma: dos hombres y tres mujeres, entre los cuales una china de cincuenta y seis años. Los cinco recibirán la Comunión bajo las dos especies de pan y vino, Cuerpo y Sangre del Señor. La colocación de la pila bautismal de Toffetti en el centro, a los pies de la Confesión, junto con el cirio pascual, intenta subrayar también la importancia simbólica de la fuente bautismal, en la Liturgia de la Vigilia Pascual.

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Terminamos con la Pascua de Resurrección y con las novedades ya mencionadas para los fieles que encontrarán la plaza San Pedro adornada, como es costumbre, con las flores ofrecidas por los holandeses.

Al inicio de la celebración, está previsto el rito del Resurrexit con la apertura de la imagen del Resucitado. Se trata del nuevo Acheropita, un ícono realizado prestando la debida atención al prototipo medieval. El nuevo ícono, como el antiguo, está constituido por la imagen del Salvador –sentado en el trono – con dos puertas laterales. Este año, para una mayor adhesión al significado original de este rito (que antiguamente era realizado antes y fuera de la Misa, en la basílica lateranense, desde donde el Papa procedía procesionalmente hasta Santa María la Mayor donde celebraba la Eucaristía), el rito es colocado antes del inicio de la celebración.

El Papa, además, realizará el rito de la aspersión en recuerdo del bautismo como acto penitencial que introduce a la celebración de los Santos Misterios del Señor; y, a diferencia de los años pasados, realizará una breve homilía.

Al final, al término de la Misa – asistido por los cardenales Agostino Cacciavillan, protodiácono, y Julián Herranz – impartirá como de costumbre la bendición urbi et orbi desde la logia central de la basílica Vaticana.

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Fuente: L’Osservatore Romano

Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

Pio XII : acerca da separação do Tabernáculo do Altar


"En la instrucción del Santo Oficio De arte Sacra, del 30 de junio de 1952, la Santa Sede insiste entre otras cosas en este punto: 'Esta Suprema Sagrada Congregación manda estrictamente que las prescripciones de los Cánones 1268 (2) y 1269 (1) sean observadas con la máxima fidelidad: La Santísima Eucaristía debe ser mantenida en el más distinguido y honorable lugar en el templo y, en consecuencia, como regla, en el altar mayor, a menos que otro sea considerado más conveniente y apropiado para la veneración y adoración debidas a tan gran Sacramento ... El Santísimo Sacramento debe ser mantenido en un tabernáculo inamovible colocado en el medio del altar'.

"Hay un punto, no tanto acerca de la presencia material del tabernáculo sobre el altar, sino referido a una tendencia respecto de la cual queremos llamar vuestra atención, que es una disminución de la estima hacia la presencia y acción de Cristo en el tabernáculo. Se considera que el sacrificio del altar es suficiente y en consecuencia se reduce la importancia de Aquel que lo cumple. Sin embargo, la persona de Nuestro Señor debe tener el lugar central en el culto, porque es Su persona la que unifica la relación del altar con el tabernáculo y les da su significado.
"Es a través del sacrificio del altar, ante todo, que el Señor se torna presente en la Eucaristía, y Él está en el tabernáculo sólo como una 'memoria sacrificii et passionis suae'. Separar el tabernáculo del altar es separar dos cosas que por su origen y naturaleza deben permanecer unidas".

Pío XII, discurso al Congreso
Internacional de Pastoral Litúrgica,
22 de septiembre de 1956

Mons. Rey e a releitura dos acontecimentos mediáticos





Mgr Dominique Rey a présidé la messe Chrismale à la Cathédrale Notre Dame de la Seds à Toulon.
Le lundi 6 avril 2009,


La culture de mort et le lynchage du Pape Benoît XVI

"Mais d’abord sauver l’homme de lui-même. Le sauver de la tentation de Babel. Dans un monde globalisé, de plus en plus interconnecté et interactif, il s’agit de préserver son unicité, sa singularité, sa liberté intérieure, sauver sa raison. Bref, honorer son humanité."


Homélie de Mgr Rey lors de la messe chrismale :

Relecture des événements médiatiques

La tempête médiatique que l’Eglise a traversée depuis quelques semaines, nous invite ce soir à faire une relecture spirituelle et ecclésiale de ces événements, à la lumière du mystère pascal que nous allons célébrer tout au cours de cette semaine.

J’ai reçu beaucoup de courriers. Les uns exaspérés, scandalisés, vindicatifs…devant l’attitude du Pape, ou de tel évêque, bien sûr sans que l’accusateur ait pris le soin de remonter à la source de l’information pour rechercher l’exactitude du propos et la vérité des faits, otage qu’il était de la vague émotionnelle ou des slogans… D’autres manifestaient leur soutien indéfectible au St Père, en sachant qu’à travers sa personne, on s’en prenait à l’Eglise tout entière puisque le successeur de Pierre est le garant de sa communion et de son Magistère.

Sans doute, ceux-là percevaient-ils, qu’au-delà des maladresses réelles de communication interne et externe, la bourrasque relevait d’autres enjeux, sur le fond et sur la forme.


D’abord sur le fond

L’indignation médiatique s’est imposée à propos des questions éthiques : aujourd’hui, c’est la question de l’avortement, l’utilisation du préservatif. Hier, c’était la question de l’euthanasie ou du statut de l’embryon, demain, ce sera le mariage homosexuel et l’homo-parentalité.

On baptise facilement l’évolution des mœurs du nom de « progrès », et le législateur est convoqué à la cérémonie du baptême pour enregistrer officiellement l’adoption des nouveaux modes de vie.

A la remorque des groupes de pression, au départ très minoritaires, et par électoralisme, le politique sanctionne la « dérive morale des continents » comme inéluctables. Elle se contente d’enregistrer l’évolution des mœurs…

Lorsqu’il s’agit de l’avenir de la planète, de la disparition de la faune et de la flore, des gaz à effet de serre, le Grenelle de l’environnement adopte prudemment des mesures disciplinaires et contraignantes. En ce qui concerne l’éthique et la vie humaine, les repères font défaut. La reconnaissance par la loi des situations particulières prend le pas sur toute approche globale qui serait portée par une anthropologie commune.

La mission prophétique de l’Eglise

L’Eglise elle, ne se détermine pas à partir des sondages et du changement du climat idéologique. Elle a pour boussole l’Evangile. Elle met le cap vers un Royaume où l’homme a été libéré par le Christ du mensonge et de l’idolâtrie. Il y a été rendu à sa dignité originelle et à sa vocation filiale. Par la voix du successeur de Pierre, qui se trouve placé à la proue du navire, l’Eglise désigne de loin, à travers les tempêtes et les péripéties de l’histoire, le port où Dieu nous attend.

Elle manquerait à sa mission prophétique, si sa voix se taisait par timidité, par lâcheté ou par compromission. Sa vocation, c’est la fidélité à son Epoux, le Christ, à sa présence en elle, à son enseignement, par sa parole.

Oui, l’Eglise ne peut que protester lorsqu’offense est faite à la vie humaine dès sa conception, dans le sein de sa mère. Elle proteste pour ces 220 000 avortements pratiqués chaque année en France, et qui tendent peu à peu à devenir un moyen contraceptif. Elle proteste en pensant à l’aveuglement de ceux qui les pratiquent, au déchirement de celles qui les subissent, et qu’elle se doit d’accompagner parce qu’elle est mère, elle aussi. L’Eglise prie pour ceux que l’on a empêché de vivre pour mille raisons qui ne se justifieront jamais, malgré la légalité des actes, de leur légitimité morale.

L’Eglise proteste encore quand elle s’inscrit en faux lorsqu’on promeut des modèles de famille qui privent l’enfant de la référence paternelle ou maternelle, indispensable à sa croissance humaine.

Face à la propagation du Sida, tout en prenant en compte les besoins de précautions, l’Eglise fait appel en premier lieu à la responsabilité dévolue à chacun d’inscrire la relation affective et sexuelle à l’intérieur d’un projet de vie stable et par une promesse dans la donation de soi, que Dieu vient bénir. Les actes que pose l’Eglise accompagnent son enseignement. En Afrique elle est la première ONG à œuvrer pour accueillir, soigner, accompagner les populations séropositives dans des dispensaires ou hôpitaux, et à rappeler dans ses écoles, avant les mesures prophylactiques à prendre, surtout à éduquer à la dignité de la sexualité, au sens de la maîtrise de soi et au respect du corps.

Un évêque camerounais de passage dans le Var [Ndlr : Mgr Christophe Zoa du diocèse de Sangmélima], et qui venait d’accompagner le Saint Père dans son récent voyage en Afrique, était outré par les commentaires suffisants des soi-disants experts. « N’y-aurait-il pas du racisme lorsqu’on veut imposer aux Africains l’usage du préservatif comme si nous sommes jugés incapables de modifier nos modes de relations affectives ? » Et l’évêque d’ajouter : « Cette infantilisation culpabilisante est insupportable. Elle relève d’une forme de néo colonialisme ».

Il y a peu, l’Eglise dénonçait - non pas l’acharnement thérapeutique-, mais l’euthanasie lorsque la prétention eugénique d’une société, décide qui doit vivre et qui doit mourir.

Elle s’insurge aussi contre la manipulation de l’embryon humain, traité comme un matériau de laboratoire, du corps humain considéré comme une boîte à outils.

La protestation de l’Eglise touche en réalité la transgression des interdits fondamentaux qui structurent toute vie en société : le refus du meurtre, alors que l’atteinte à la vie est légalisée dès le sein de la mère ; la différentiation sexuelle homme/femme alors qu’elle est niée par la promotion de nouveaux modèles de sexualité et la confusion des genres (le culturel n’assumant plus le biologique) ; la prohibition de l’inceste qui est contournée par la revendication d’engendrer pour autrui, avec la possibilité, par exemple, de devenir mère porteuse de sa petite fille.

La dictature de la pensée unique

Sur la forme

Un célèbre publicitaire m’avait confié : « La forme, c’est le fond qui remonte à la surface ».

C’est à l’aune de cet adage que j’interprète la virulence des commentaires qui se sont exprimés vis-à-vis de Benoît XVI.

La violence insidieuse, banalisée, faite à la personne humaine en violant les interdits constitutifs de son humanité, enfante la brutalité vis-à-vis de quiconque oserait les dénoncer. Oui, Benoît XVI, dans la fidélité à l’enseignement de l’Eglise, a osé braver la dictature de la pensée unique ! La tolérance revendiquée si souvent…a alors fait place à l’incantation autiste, sans qu’on ait pris le temps de comprendre les faits, de croiser l’information, de relire les déclarations du pape. L’aveuglement émotionnel est devenu inquisition véhémente et lynchage, condamnant quelqu’un (le pape) de façon caricaturale pour des idées qui ne sont pas les siennes, pour des actes qu’il n’a pas commis, des propos qu’il n’a pas tenus. La curée médiatique s’est faite sous impunité garantie.

Beaucoup de chrétiens n’ont pu que se sentir blessés par de tels outrages, par le cynisme de certains représentants de la nation qui complaisamment, ont sali l’image du Saint-Père.

Je souhaite qu’au cours de cette semaine sainte, nous puissions particulièrement prier à son intention dans toutes nos communautés chrétiennes, et plus particulièrement le Vendredi Saint. Nous le ferons ici dans le centre ville de Toulon, par une procession publique et solennelle. Le Chemin de Croix partira à 12h de l’église St Louis jusqu’à la cathédrale. Venez nombreux !

En ce temps liturgique, comment ne pas associer, sans spiritualiser à l’excès, ces vociférations médiatiques aux cris de la foule en furie qui s’en prenait au Christ sur la route du Golgotha ? A un moment ou à un autre de notre itinéraire spirituel, ou de la marche de l’Eglise, notre route croise, comme Simon de Cyrène, Celui qui est chargé d’une croix trop lourde à porter. L’Evangile n’est pas plus facile à vivre ni à proclamer aujourd’hui qu’il y a quelques siècles.

Avoir le courage de la vérité

Et pourtant, en son temps, Jésus fut maître en communication. Le Verbe de Dieu savait parfaitement user de la parole humaine. Les évangiles sont une leçon de rhétorique. Néanmoins, Luc note soigneusement que la première prédication à Nazareth se conclut par un échec évident. Je le cite : « Ils se levèrent, le jetèrent hors de la ville pour le précipiter en bas ».

La semaine passée, l’évangile de Jean rapportait qu’après avoir annoncé aux siens son unité avec le Père, les auditeurs « à nouveau, ramassèrent des pierres pour le lapider ».

« Le langage de la Croix est folie pour ceux qui se perdent. Mais pour ceux qui sont en train d’être sauvés, pour nous, il est puissance de Dieu », dira l’apôtre Paul aux chrétiens de Corinthe (1 Cor, 18 et s)

Cette sainte Croix que nous allons baiser de nos lèvres, dans quelques jours, nous convoque à la suite du Christ qui l’a embrassée, à avoir le courage de la vérité. Le courage de la proclamer. Le courage de l’enseigner, à temps et à contretemps. C’est ce qu’on attend du prêtre dans la responsabilité pastorale que l’évêque lui confie. C’est ce qu’on attend du fidèle laïc en raison de l’engagement baptismal au cœur du monde.

Mais cette parole n’est audible et crédible que si nos propres vies font la preuve de sa fécondité.

Les soubresauts médiatiques de ces derniers jours nous invitent à ne pas nous dérober à la responsabilité prophétique que l’Eglise doit assumer face aux défis anthropologiques et éthiques des temps à venir. Nos silences seraient complices des dérives possibles.

Cette responsabilité est en premier lieu éthique. Face à la crise économique et financière sans précédent et à l’émergence des nouvelles pauvretés et des clivages grandissants entre riches et pauvres qu’elle provoque, face au chômage et à l’endettement de beaucoup, face aux menaces écologiques et environnementales qui pèsent sur la planète…, les appels répétés à une « moralisation » de la vie publique, dans la gestion des ressources naturelles et financières, et dans le management des décideurs et des institutions, rejoignent les protestations de l’Eglise en faveur d’une « écologie de l’homme » (Benoît XVI), en faveur d’une éthique de la vie humaine, pour en décliner la grammaire et la syntaxe.

Sauver la planète : oui

Sauver l’économie : oui

Mais d’abord sauver l’homme de lui-même. Le sauver de la tentation de Babel. Dans un monde globalisé, de plus en plus interconnecté et interactif, il s’agit de préserver son unicité, sa singularité, sa liberté intérieure, sauver sa raison. Bref, honorer son humanité.

Cette indignation que l’Eglise, comme autorité morale, porte seule, n’est pas un retour en arrière. Malgré les accusations de ses contradicteurs, elle ne vire pas au conservatisme en marchant à rebours de l’histoire. Bien au contraire, elle énonce audacieusement les conditions d’un avenir possible. Elle confesse une espérance en faisant mémoire de son origine. Elle porte à notre monde l’exigence que son futur soit aussi une promesse. Elle conteste ses leurres. Parce qu’elle est uniquement attachée au Christ, qui lui confie ses paroles de salut, l’Eglise est libre de tout autre intérêt ou calcul. Et cette liberté la situe en posture critique, décalée et dissidente par rapport au conformisme qui fait le lit du totalitarisme.

Deuxième responsabilité de l’Eglise : communionnelle

Le pape l’a magnifiquement signifiée aux évêques du monde entier par la lettre qui fait suite et explique la levée de l’excommunication des évêques lefèbvristes.

L’Eglise, sacrement universel du salut, doit fournir le signe de cette communion de l’intérieur d’elle-même, et dans la relecture lucide de sa propre histoire. Cette communion est la tâche quotidienne du pasteur. Sa joie et sa souffrance. Il l’exerce au prix de sa vie et de sa prière. Chaque eucharistie nous rappelle que cette communion ne relève pas d’abord d’un art de la médiation sociale ou de l’arbitrage affectif, mais qu’elle se noue au pied de la Croix, dans l’engagement sacerdotal à suivre le Maître jusqu’au bout, dans l’exercice de la miséricorde.

C’est ce que le Pape a redit avec tellement de justesse dans son dernier courrier. Par un curieux retournement de l’histoire, un nouvel intégrisme pointe le nez lorsqu’on refuse que l’Eglise tende la main à ceux qui se sont éloignés, en les enfermant dans leur étiquette et dans leur passé. Benoît XVI a été explicite : « Pouvons-nous les exclure, comme représentant un groupe social marginal, de la recherche de la réconciliation et de l’unité ? » Ni le négationnisme affiché par Mgr Williamson, ni le pharisianisme de ceux qui s’arrogent le monopole de l’interprétation de Vatican II, ne parviendront à altérer cette communion ecclésiale qui s’enracine dans la vie trinitaire, se déploie en premier lieu dans la famille, et puis s’incarne dans chaque communauté chrétienne.

Chers Frères dans le sacerdoce, dans cette crise aux multiples visages que traverse notre société, l’Eglise nous convoque à être promoteur de cette communion. Face à la poussée des individualismes, de l’anonymat et du protectionnisme, la diaconie du Christ et de l’Eglise (que nous célébrons cette année dans notre diocèse) fait de nous des serviteurs, humbles et joyeux, d’une fraternité nouvelle, où l’on découvre peu à peu que le vrai bonheur c’est faire celui des autres, pour devenir ainsi « une oasis d’espérance pour notre prochain » (Benoît XVI)

+ Dominique Rey
6 avril 2009
Cathédrale Notre Dame de la Seds



sexta-feira, 10 de abril de 2009

MEDITAÇÃO DA VIA- SACRA de MADRE PROVIDÊNCIA


MEDITAÇÃO DA VIA- SACRA
de MADRE PROVIDÊNCIA

Em Nome do Pai, do Filho e do Espírito Santo. Amén.



Jesus é condenado a morte

Nós Vos adoramos, Santíssimo Senhor Jesus Cristo, e Vos bendizemos!
Porque pela Vossa Santa Cruz remistes o mundo.
Como Criador e absoluto Padrão aceitou de ser julgado como um malfeitor das suas criaturas.
Ele, o Inocente, foi escolhido pelo Pai para remir os nossos pecados e abrir-nos a porta do Paraíso.
Deus meu, Deus meu, quanto sois bom! Porque tenho sido tão malvado Convosco, condenando-Vos cruelmente ao suplício da cruz?
Reconheço que sou uma pessoa fraca, orgulhosa, soberba, mesmo se procuro ser forte.
Hoje Vos confesso que sou um pobre pecador, necessitado do Vosso olhar de ternura e de perdão.
Misericórdia de mim, Senhor, misericórdia.
A morrer crucificado, Teu Jesus é condenado por Teus crimes, pecador. (Pater, Ave, Glória...).



Jesus, depois de ter aceitado a condena abraça a cruz
Nós Vos adoramos, Santíssimo Senhor Jesus Cristo, e Vos bendizemos!
Porque pela Vossa Santa Cruz remistes o mundo.

E sobe com fatiga o caminho do calvário.
Meu Deus, como tenho sido feroz Convosco, desumano; não mereço o Vosso olhar de Amor.
Rezo a Vós, e depois Vos assassino sob os golpes da injustiça.
Todos os dias renovo a Vossa paixão e morte com uma vida mesquinha e desonrosa.
Misericórdia de mim, Senhor, misericórdia.
A morrer crucificado, Teu Jesus é condenado por Teus crimes, pecador. (Pater, Ave, Glória...).


Jesus cai pela primeira vez sob a cruz

Nós Vos adoramos, Santíssimo Senhor Jesus Cristo, e Vos bendizemos!
Porque pela Vossa Santa Cruz remistes o mundo.

Obedeceu ao Pai, mas a fraqueza do Seu físico, já provado pelas muitas incompreensões dos irmãos, não conseguiu resistir ao peso comprimente da cruz.
Cai, mas não se prostra. Se levanta com fatiga e recomeça o Seu caminho.
Meu Deus, quanto amo a minha vontade; como sou egoísta nos meus pensamentos e desejos; como sou indiferente à Vossa dor; como sou indeciso a seguir-Vos como verdadeiro cristão, a imitar-Vos serenamente no meu pequeno sacrifício do dia a dia.
Quero ser Vosso companheiro.
Mas não deixar-me sozinho porque os meus pecados me oprimem e eu sou longe da Vós único Amor da minha vida.
Misericórdia de mim, Senhor, misericórdia.
A morrer crucificado, Teu Jesus é condenado por Teus crimes, pecador. (Pater, Ave, Glória...).



Jesus e Maria se encontram e choram

Nós Vos adoramos, Santíssimo Senhor Jesus Cristo, e Vos bendizemos!
Porque pela Vossa Santa Cruz remistes o mundo.

A dor de Jesus é a dor de Maria, e a dor de Maria é a dor de Jesus.
Quando duas pessoas se amam se sentem uma única coisa . Assim também nós devemos fazer, sem brigas, discussões e divisões.
Jesus sofreu para mudar o ódio em amor, mas o homem esqueçe a paixão de Cristo e prefere a sua soberba: isto é fazer aquilo que quer.
Meu Deus, meu Deus, quanto sofrestes na pessoa do Redentor e na pessoa de Vossa Mãe. Sinto vergonha quando olho para a cruz. Muitas vezes faço proponimentos e mais os coloco em prática.
Queria falar-Vós Senhor: volvei o Vosso olhar para mim, pois não me sinto dígno de Vós.
Misericórdia de mim, Senhor, misericórdia.
A morrer crucificado, Teu Jesus é condenado por Teus crimes, pecador. (Pater, Ave, Glória...).



Jesus vem ajudado da um homem de Cirene a levar a cruz

Nós Vos adoramos, Santíssimo Senhor Jesus Cristo, e Vos bendizemos!
Porque pela Vossa Santa Cruz remistes o mundo.

Infelizmente nós nos esquecemos deste grande dever.
Cristo sofreu nos membros dos Seus irmãos, que nós de bom grado nos esquecemos por culpa do nosso egoísmo e da nossa soberba.
Humilha-te, ó homem, porque és pó e em pó retornarás.
Não obligar os outros a levar o fardo pesante dos teus pecados, mas com prazer abraça a cruz que faz parte da tua fraqueza humana.
Meu Deus, meu Deus, confrontando-me com Vós sou tão pobre e miserável.
Vós, Homem-Deus, me destes o exemplo e o continuais a dar-me todos os dias como silencioso prisioneiro no tabernáculo do altar, e como apaixonado em tantas carnes soferentes que com o sorriso exprimem a Vossa presença.
Misericórdia de mim, Senhor, misericórdia.
A morrer crucificado, Teu Jesus é condenado por Teus crimes, pecador. (Pater, Ave, Glória...).


Uma mulher chamada Verônica enxuga o rosto
de Jesus ensangüentado

Nós Vos adoramos, Santíssimo Senhor Jesus Cristo, e Vos bendizemos!
Porque pela Vossa Santa Cruz remistes o mundo.
Cada homem deveria consolar aquele Coração que tanto nos amou até morrer na cruz para nós. Mas imersos nas ocupações do mundo nos esquecemos de haver uma alma. Neste modo chegaremos no juízo sem ter conquistado merecimentos para o Céu.
Meu Deus, meu Deus, como sou mesquinha.
Ensina-me a rezar, a amar e sofrer com prazer as fatigas da vida, assim que, desapegado das coisas vães, posso ocupar-me de Vós e da minha alma.
Misericórdia de mim, Senhor, misericórdia.
A morrer crucificado, Teu Jesus é condenado por Teus crimes, pecador. (Pater, Ave, Glória...).



Jesus cai pela segunda vez sob a cruz

Nós Vos adoramos, Santíssimo Senhor Jesus Cristo, e Vos bendizemos!
Porque pela Vossa Santa Cruz remistes o mundo.

È cansado mas não pára no Seu caminho. Tu ao contrário muitas vezes te agitas e te prostras, querendo comprimer a cruz para ser livre de fazer a tua vontade. Mas somente quem faz a vontade do Pai obedecendo com humildade pode esperar a salvação eterna.
Meu Deus, meu Deus, se penso às minhas inumeráveis culpas não tenho a coragem de ajoelhar-me para falar Convosco, mas já que sei que Vós sois bom, Vos peço de guiar-me no justo caminho, para que a minha soberba não me afaste da Vós e não me leve à danação eterna.
Misericórdia de mim, Senhor, misericórdia.
A morrer crucificado, Teu Jesus é condenado por Teus crimes, pecador. (Pater, Ave, Glória...).



Jesus consolado na Sua dor das boas matronas
que encontra no caminho doloroso

Nós Vos adoramos, Santíssimo Senhor Jesus Cristo, e Vos bendizemos!
Porque pela Vossa Santa Cruz remistes o mundo.

Tem no mundo algumas almas eleitas que no escondimento se doão a Cristo Apaixonado para a humanidade imersa nas preocupações, nas inquietações, nas doenças, nas inocentes condenas.
Felizes sedes vós porque as chagas de Cristo são impressas no vosso coração, aliviais o pranto com o fruto dos vossos sacrifícios e com as ofertas generosas. Vestir os nudos, saciar os famintos, curar os doentes, não é próprio isto a aliviar a paixão de Cristo?
Meu Deus, meu Deus, chamai-me a participar daquela categoria, porém ajudai-me a chorar antes os meus pecados, e depois as dores de Cristo, porque, sem pentimento e sem conversão, a minha oferta não será recebida e não terá merecimentos.
Misericórdia de mim, Senhor, misericórdia.
A morrer crucificado, Teu Jesus é condenado por Teus crimes, pecador. (Pater, Ave, Glória...).



Jesus cai pela terceira vez sob a cruz.

Nós Vos adoramos, Santíssimo Senhor Jesus Cristo, e Vos bendizemos!
Porque pela Vossa Santa Cruz remistes o mundo.

Os flagelos e as bateduras fizeram de Cristo um humilde andrajo nas mãos dos perseguidores.
A Sua potência se obscureceu naquelas horas tenebrosas de agonia para fazer conhecer ao homem a grandeza da humildade de um Deus que se fez carne, e se consumou até a última gôta de sangue por nosso amor.
Jesus se levanta de novo e continua o Seu caminho.
Meu Deus, meu Deus, olhando o Vosso corpo desfigurado pela dor, mas transparente pela graça, me olho no Vosso aspeto de Rei eterno e me vejo pequeno, pobre e muito sujo. Lavai-me com o Vosso sangue e fortalecei-me com a Vossa fé porque o meu eu acredite que somente Vós sois o verdadeiro Deus.
Misericórdia de mim, Senhor, misericórdia.
A morrer crucificado, Teu Jesus é condenado por Teus crimes, pecador. (Pater, Ave, Glória...).



Jesus é despojado das Suas Sagradíssimas vestes

Nós Vos adoramos, Santíssimo Senhor Jesus Cristo, e Vos bendizemos!
Porque pela Vossa Santa Cruz remistes o mundo.

Qual ato de humildade mais grande deste poderia um Deus fazer?
Embora feito homem, possuia uma dignidade divina, por meio da qual poderia ter feito na terra, pelo tempo da Sua vida passada entre nós, um grande reino. Mas o grande reino nasceu no momento da Sua morte, quando, em preparação desta, instituiu o Sacramento do Amor:«Este é o meu Corpo, este é o meu Sangue, façam isso em memória de Mim ».
O reino de Deus é no meio de nós, mas é importante que este reino se realize dentro cada um de nós.
Se numa alma não tem a presença de Deus, tem a noite e o homem vive como um símples carro do qual o motor funciona sem vida.
Meu Deus, meu Deus, vindes e não tardar, habitais na minh’alma, privai-me de tudo aquilo que é pecado e que desgosta o Vosso Coração Imaculado de Deus, de Irmão, de Amigo, de vida da minha vida.
Misericórdia de mim, Senhor, misericórdia.
A morrer crucificado, Teu Jesus é condenado por Teus crimes, pecador. (Pater, Ave, Glnão tem a presença de Deusria...).



Jesus pregado na cruz
Nós Vos adoramos, Santíssimo Senhor Jesus Cristo, e Vos bendizemos!
Porque pela Vossa Santa Cruz remistes o mundo.

Reza pelos seus crucificadores, perdoa o ladrão arrependido, acolhe a Madalena e demostra quanto é grande o Seu Coração para aqueles que O fizeram morrer.
Meu Deus, meu Deus, não quero ser como Judas que se enforcou depois de ter-Vos traido. Quero ser como o ladrão e a Madalena, a qual, arrependida veio aos Vossos pés para lavar as Vossas chagas com as minhas lágrimas, pedindo-Vos luz e força para ajudar-Vos a carregar todos os dias o peso da cruz, que são os pecados de todos os homems incluso os meus.
Misericórdia de mim, Senhor, misericórdia.
A morrer crucificado, Teu Jesus é condenado por Teus crimes, pecador. (Pater, Ave, Glória...).



A elevação de Jesus sob a cruz
Nós Vos adoramos, Santíssimo Senhor Jesus Cristo, e Vos bendizemos!
Porque pela Vossa Santa Cruz remistes o mundo.

Com o rosto moribundo e a língua seca pela sede disse: «Meu Deus, porque me abandonastes?». Jesus se humilha até demostrar-nos a fraqueza humana.
«Mulher, eis aí Vosso filho, filho eis aí tua Mãe». A herança da cruz foi a Vírgem Santíssima, companheira da Sua dor e companheira na Sua mediação perto do Pai por todos os séculos eternos.
Meu Deus, meu Deus, lavai as minhas culpas, purificai-me de todos os pecados, fazei-me humilde, generoso, puro, dócil, caritativo e veloz no caminho de uma subida espiritual banhado pelo Vosso Sangue inocente.
Misericórdia de mim, Senhor, misericórdia.
A morrer crucificado, Teu Jesus é condenado por Teus crimes, pecador. (Pater, Ave, Glória...).


Jesus, depois da Sua morte,
vem colocado nos braços de Sua Mãe, a Vírgem Santissíma,
Rainha do mundo

Nós Vos adoramos, Santíssimo Senhor Jesus Cristo, e Vos bendizemos!
Porque pela Vossa Santa Cruz remistes o mundo.

Meu Deus, meu Deus, como queria apertar-Vos no meu coração, faixar as Vossas feridas e beijar a Vossa carne ensangüentada, as Vossas mãos que abençoaram, os Vossos pés que caminharam, o Vosso Coração que muito amou, a Vossa boca que convertiu e perdôou, as Vossas orelhas que escutaram os insultos dos homems, a Vossa mente que planejou e me fez à Vossa fisionomia. Mas ora no meio de nós Vós sois presente, ressuscitado e glorioso, com a palavra de vida que é o Vosso Evangelho.
Misericórdia de mim, Senhor, misericórdia.
A morrer crucificado, Teu Jesus é condenado por Teus crimes, pecador. (Pater, Ave, Glória...).



Emfim os Judeus compreenderam que Jesus era o Filho de Deus

Nós Vos adoramos, Santíssimo Senhor Jesus Cristo, e Vos bendizemos!
Porque pela Vossa Santa Cruz remistes o mundo.

Na Sua morte a terra tremeu, e os mortos saíram do sepulcro.
Depois de três dias apareceu a Maria Madalena para que comunica-se a Sua ressurreição.
Meu Deus, meu Deus, por primeiro Vós apareceis e falais a uma pecadora arrependida; falai também a mim e mostrai-me a Vossa face, ensinai-me o Vosso caminho e fazei que me destaque da tudo aquilo que me afasta da Vós.
Misericórdia de mim, Senhor, misericórdia.
A morrer crucificado, Teu Jesus é condenado por Teus crimes, pecador. (Pater, Ave, Glória...).


Fonte: Madre Providência

Bento XVI aos sacerdotes: «já não pertenceis a vós mesmos»



Bento XVI dedicou a homilia da Missa Crismal, celebrada na manhã deQuinta-Feira Santa na Basílica de São Pedro com os cardeais, bispos e sacerdotes presentes em Roma, a falar do significado da consagração sacerdotal, fazendo confidências sobre a maneira como ele a viveu no dia de sua ordenação.

Em uma longa homilia, Bento XVI explicou o que significa ser «consagrado», ou «separado do mundo para entregar-se a Deus»: «Consagrar algo ou alguém significa, portanto, dar essa coisa ou pessoa em propriedade a Deus, tirá-la do âmbito do que é nosso e colocá-la em sua atmosfera, de modo que já não pertença mais a nossas coisas, mas que seja totalmente de Deus».


Daí que o sacerdócio, para a fé católica, consista em «uma mudança de propriedade, um ser tirado do mundo e entregue a Deus», mas não como «uma segregação»: «o sacerdote vem separado das conexões mundanas e entregue a Deus, e precisamente assim, a partir de Deus, está disponível para os demais, para todos», explicou.

«Consagro-me – sacrifico-me: esta palavra abismal, que nos permite ver a intimidade do coração de Jesus, deveria sempre ser objeto de nossa reflexão. Nela está contido todo o mistério de nossa redenção. E ali está contida também a origem do sacerdócio na Igreja.»


Em sua oração antes da paixão, que aparece no evangelho de João lido hoje, explica o Papa, Jesus pede ao Pai «que Deus mesmo atraia os discípulos para si, dentro de sua santidade. Pede que Ele os separe para Ele mesmo e os tome como sua propriedade, para que, a partir d’Ele, eles possam levar a cabo o serviço sacerdotal para o mundo».

Importância da Escritura

Nesta oração, recorda o Papa, Jesus acrescenta: «Tua palavra é a verdade». «Os discípulos são, portanto, levados ao íntimo de Deus mediante a imersão na palavra de Deus.»


Neste sentido, reafirmou a importância do contato constante de um sacerdote com a Sagrada Escritura. Neste sentido, interpelou os presentes: «Estamos verdadeiramente invadidos pela palavra de Deus? É verdade que ela é o alimento do qual vivemos, mais do que o são o pão e as coisas deste mundo? Nós a conhecemos de verdade? Nós a amamos? Nós nos ocupamos interiormente desta palavra até o ponto de que ela imprima realmente um selo à nossa vida e forma ao nosso pensamento?», inquiriu.

«Nós sabemos aprender de Cristo a reta humildade, que corresponde à verdade de nosso ser, e essa obediência que se submete à verdade, à vontade de Deus?», acrescentou, exortando os presentes a serem «discípulos dessa verdade que se descobre na palavra de Deus».


O unir-se a Cristo, acrescentou «supõe a renúncia. Implica que não queiramos impor nosso caminho ou nossa vontade; que não desejemos ser isso ou aquilo, mas nos abandonamos n’Ele, da forma como Ele quiser servir-se de nós».

Neste sentido, explicou, adquire tanta importância o «sim» a Cristo pronunciado no dia da ordenação sacerdotal, «como os pequenos ‘sins’ e as pequenas renúncias».

«Este ‘sim’ dos pequenos passos, que unidos constituem o grande ‘sim’, poderá realizar-se sem amargura e sem autocompaixão só se Cristo for verdadeiramente o centro da nossa vida, se entramos em familiaridade com Ele. Então, de fato, experimentaremos em meio às renúncias que em um primeiro momento podem causar dor, a alegria crescente da amizade com Ele, todos os pequenos e às vezes grandes sinais de seu amor, que Ele nos dá continuamente.»


O amor e a verdade de Cristo, acrescentou o Papa, são exigentes: «significam para nós também aceitar o caráter exigente da verdade; contrapor-se à mentira tanto nas coisas grandes como nas pequenas, que de modo tão diverso está presente no mundo; aceitar a fadiga da verdade, porque sua alegria mais profunda está presente em nós».

«O amor verdadeiro não está rebaixado, pode ser também muito exigente. Opõe resistência ao mal, para levar o homem ao verdadeiro bem. Se nos convertemos em uma só coisa com Cristo, aprendemos a reconhecê-lo nos que sofrem, nos pobres, nos pequenos deste mundo», acrescentou.

Confidências

O Papa concluiu a homilia com uma lembrança pessoal do dia de sua ordenação. «Na véspera da minha ordenação sacerdotal, há 58 anos, abri a Sagrada Escritura, porque queria receber ainda uma palavra do Senhor, para esse dia e para meu futuro caminho de sacerdote».

«Meu olhar se deteve nesta passagem: ‘Consagra-os na verdade; tua palavra é a verdade’. Então eu soube: o Senhor está falando de mim e está falando a mim. Precisamente o mesmo me acontecerá amanhã», relatou.

Bento XVI :"O sangue de Jesus é o seu amor, no qual a vida divina e a humana se tornaram uma só"


Pedimos que, através dos olhos, não entre em nós o mal, falsificando e manchando assim o nosso ser. Mas queremos rezar principalmente para ter olhos que vejam tudo o que é verdadeiro, esplendoroso e bom; a fim de nos tornarmos capazes de ver a presença de Deus no mundo. Bento XVI na homilia da Missa da Ceia do Senhor, em São João de Latrão


Ontem na Basílica de São João de Latrão o Santo Padre presidiu á celebração da Missa da Ceia do Senhor, com o rito do lava-pés e o gesto de solidariedade para com as populações católicas de Gaza.


Na homilia salientou que a Eucaristia não pode jamais ser apenas uma acção litúrgica; só está completa, quando a agape litúrgica se torna amor no dia a dia. No culto cristão, as duas coisas tornam-se uma só: ser cumulados de graça pelo Senhor no acto cultual e o culto do amor para com o próximo. Nesta hora - disse Bento XVI - peçamos ao Senhor a graça de aprender a viver cada vez melhor o mistério da Eucaristia de tal modo que assim tenha início a transformação do mundo.


Será possível fazermos pelo menos uma ideia do que sucedeu na hora da Última Ceia e que, desde então, se renova sempre que celebramos a Eucaristia? perguntou Bento XVI a concluir a sua homilia.

Deus, o Deus vivo estabelece connosco uma comunhão de paz; mais, Ele cria uma «consanguinidade» entre Ele e nós. Através da encarnação de Jesus, através do seu sangue derramado, fomos atraídos para dentro duma consanguinidade muito real com Jesus e, consequentemente, com o próprio Deus. O sangue de Jesus é o seu amor, no qual a vida divina e a humana se tornaram uma só.


Peçamos ao Senhor para compreendermos cada vez mais a grandeza deste mistério, a fim de que o mesmo desenvolva de tal modo a sua força transformadora no nosso íntimo que nos tornemos verdadeiramente consanguíneos de Jesus, permeados pela sua paz e desta maneira também em comunhão uns com os outros

quinta-feira, 9 de abril de 2009

Bento XVI presidiu, esta manhã, na Basílica Vaticana, à Santa Missa do Crisma






Cidade do Vaticano, 09 abr (RV) – Quinta-feira Santa. Bento XVI presidiu, esta manhã, na Basílica Vaticana, à Santa Missa do Crisma, concelebrada por cardeais, bispos e presbíteros (religiosos e diocesanos), sinal da íntima comunhão entre o Sumo Pontífice e os irmãos no sacerdócio ministerial.

Em sua homilia, o papa disse que “no Cenáculo, na noite anterior à sua paixão, o Senhor rezou pelos discípulos, reunidos ao seu redor, estendendo ao mesmo tempo o olhar para a comunidade dos discípulos de todos os séculos.

Na sua oração pelos discípulos de todos os tempos todos nós estamos incluídos. Por isso, ele rezou por nós. O Senhor pede pela nossa santificação na verdade e nos envia a continuar a sua missão.

“Somente agora podemos compreender o profundo significado da oração que o Senhor apresentou ao Pai pelos discípulos, por nós. Ele os consagrou na verdade, isto é, integrou os apóstolos no sacerdócio de Cristo: uma instituição do sacerdócio novo para a comunidade dos fiéis de todos os tempos”.

Ele os consagrou na verdade. Eis a verdadeira oração de consagração dos Apóstolos, a fim de que, a partir de Cristo, pudessem desempenhar o serviço sacerdotal no mundo. Por conseguinte os discípulos são atraídos para o íntimo de Deus por meio da sua imersão na Palavra de Deus. A Palavra de Deus é, por assim dizer, a ablução que os purifica e transforma em Deus:

“Consagra-os na verdade. A tua palavra é a verdade! Esta palavra da integração no sacerdócio ilumina a nossa vida e convida-nos a tornar-nos, sem cessar, discípulos daquela verdade que se manifesta na Palavra de Deus”.

De fato, há apenas um único sacerdote da Nova Aliança: o próprio Jesus Cristo. Por conseguinte, o sacerdócio dos discípulos é participação no sacerdócio de Jesus. Assim, o nosso sacerdócio nada mais é que um novo modo de unir-nos a Cristo. A união com Cristo supõe renúncia.

“No ‘sim’ da Ordenação sacerdotal, fizemos a renúncia fundamental à autonomia, à auto-realização. No entanto, é preciso, dia após dia, cumprir este grande ‘sim’ entre os demais ‘sins’ e nas pequenas renúncias. Se cultivarmos uma verdadeira familiaridade com Cristo, então poderemos experimentar a alegria da sua amizade”.

Deste processo, disse o pontífice, faz parte a oração, com a qual nos exercitamos na amizade com Cristo e aprendemos a conhecê-Lo: o seu modo de ser, de pensar, de agir. Rezar é progredir na comunhão pessoal com Cristo, expondo-lhe a nossa vida diária, nossos sucessos e falências, nossas fadigas e alegrias. É apresentar-nos, simplesmente, diante d’Ele.

Enfim, Bento XVI recordou que é importante rezar com a Igreja, celebrar a Eucaristia que é oração. Como sacerdotes, mediante a celebração Eucarística, encaminhamos os fiéis à oração.

Se nos tornamos um com Cristo, aprenderemos a reconhecê-Lo de modo especial nos doentes, nos pobres, nos pequenos deste mundo; tornar-nos-emos pessoas que servem os irmãos.Queridos amigos, concluiu o papa, nesta hora da renovação das promessas, queremos pedir ao Senhor que nos torne homens de verdade, homens de amor, homens de Deus. Peçamos-Lhe que nos torne verdadeiramente sacerdotes da Nova Aliança.

Ao término da sua homilia, Bento XVI dirigiu seu pensamento a Dom Giuseppe Molinari, arcebispo de L’Aquila, que, por causa dos gravíssimos prejuízos causados pelo terremoto na catedral, não poderá reunir, hoje, seu presbitério diocesano, para a celebração da Missa do Crisma.

Portanto, o pontífice manda ao arcebispo de L’Aquila os santos óleos, em sinal de profunda comunhão e solidariedade espiritual. “Que estes santos óleos, disse o papa, possam acompanhar o tempo de renascimento e de reconstrução, sarando as feridas e sustentando a esperança”.

A propósito, ao aceitar o pedido das autoridades civis e religiosas, o Santo Padre encarregou o Secretário de Estado, Cardeal Tarcisio Bertone, para presidir, amanhã, em L’Aquila, ao rito de sufrágio pelas vítimas do terremoto, que abalou a capital de Abruzzo e as regiões circunstantes.

Devido à excepcionalidade do acontecimento, a Congregação para o Culto Divino e a Disciplina dos Sacramentos, concedeu o indulto para a celebração de uma Santa Missa de sufrágio, amanhã em L’Aquila, não obstante a liturgia de Sexta-feira Santa não preveja nenhum rito ou celebração Eucarística, a não ser aqueles concernentes à “Paixão do Senhor”.

Como sinal de sua participação pessoal com os que sofrem por causa do terremoto, o Santo Padre enviará também à celebração seu Secretário particular, Mons. Georg Gänswein.