3 DE NOVIEMBRE FIESTA DE SAN MARTÍN DE PORRES….YO TE CURO Y DIOS TE SANA
San Martín de Porres
(Lima, Perú, 1579 - 1639)
- Patrón: barberos, peluqueros, Estilistas, mulatos, problemas inter-raciales, sanidad pública, educación pública.
Religioso peruano de la orden de los dominicos.
Fue el primer santo mulato de América.
Conocido también como:
"El santo de la escoba"
Y
"Martín de la Caridad"
Sus milagros en vida son muchos y sorprendentes, estos fueron recogidos como testimonios jurados en los Procesos diocesano (1660-1664) y apostólico (1679-1686), abiertos para promover su beatificación.
En la vida de Martín de Porres los milagros parecían obras naturales.
Buena parte de estos testimonios proceden de los mismos religiosos dominicos que convivieron con él, pero también los hay de otras muchas personas, pues Martín de Porres trató con gentes de todas las clases sociales.
San Martín tiene un sueño que Dios le desbarata:
"Pasar desapercibido y ser el último". Su anhelo más profundo siempre es de seguir a Jesús. Se le confía la limpieza de la casa; por lo que la escoba será, con la cruz, la gran compañera de su vida.
Sirve y atiende a todos, pero no es comprendido por todos.
Aunque él trataba de ocultarse, la fama de santo crecía día por día. Fueron varias las familias en Lima que recibieron ayuda de Martín de Porres de alguna forma u otra. También, muchos enfermos lo primero que pedían cuando se sentían graves era:
"Que venga el santo hermano Martín". Y él nunca negaba un favor a quien podía hacerlo.
Tenía el don de la bilocación. Sin salir de Lima, fue visto en México, en África, en China y en Japón, animando a los misioneros que se encontraban en dificultad o curando enfermos.
Mientras permanecía encerrado en su celda, lo vieron llegar junto a la cama de ciertos moribundos a consolarlos o curarlos.
Muchos lo vieron entrar y salir de recintos estando las puertas cerradas. En ocasiones salía del convento a atender a un enfermo grave, y volvía luego a entrar sin tener llave de la puerta y sin que nadie le abriera. Preguntado cómo lo hacía, respondía:
"Yo tengo mis modos de entrar y salir".
Tenía control sobre la naturaleza, las plantas que sembraba germinaban antes de tiempo y toda clase de animales atendían a sus mandatos.
La caridad de Martín no se circunscribía a las personas, sino que también se proyectaba a los animales, sobre todo cuando los veía heridos o faltos de alimentos. Tenía separada en la casa de su hermana un lugar donde albergaba a gatos y perros sarnosos, llagados y enfermos. Parece que los animales le obedecían por particular privilegio de Dios.
Uno de los episodios más conocidos de su vida es que hacía comer del mismo plato a un perro, un ratón y un gato en completa armonía.
Tenía también el don de la sanación, de los cuales quedan muchos testimonios, siendo los más extraordinarios la curación de enfermos desahuciados.
Su preocupación por los pobres fue notable. Se sabe que los desvalidos lo esperaban en la portería para que los curase de sus enfermedades o les diera de comer. Martín trataba de no exhibirse y hacerlo en la mayor privacidad.
"Yo te curo, Dios te sana"
Era la frase que solía decir para evitar muestras de veneración a su persona.
Según los testimonios de la época, a veces se trataba de curaciones instantáneas, en otras bastaba tan solo su presencia para que el enfermo desahuciado iniciara un sorprendente y firme proceso de recuperación.
Normalmente los remedios por él dispuestos eran los indicados para el caso, pero en otras ocasiones, cuando no disponía de ellos, acudía a medios inverosímiles con iguales resultados.
Con unas vendas y vino tibio sanó a un niño que se había partido las dos piernas, o aplicando un trozo de suela al brazo de un donado zapatero lo curó de una grave infección.
Muchos testimonios afirmaron que cuando oraba con mucha devoción, levitaba y no veía ni escuchaba a la gente.
A veces el mismo Virrey que iba a consultarle (aún siendo Martín de pocos estudios) tenía que aguardar un buen rato en la puerta de su habitación, esperando a que terminara su éxtasis.
Otra de sus facultades fue la videncia. Solía presentarse ante los pobres y enfermos llevándoles determinadas viandas, medicinas u objetos que no habían solicitado pero que eran secretamente deseadas o necesitadas por ellos.
Se contó además entre otros hechos, que Juana, su hermana, habiendo sustraído a escondidas una suma de dinero a su esposo se encontró con Martín, el cual inmediatamente le llamó la atención por lo que había hecho.
También se le atribuyó facultades para predecir la vida propia y ajena, incluido el momento de la muerte.
De los relatos que se guardan de sus milagros, parece deducirse que Martín de Porres no les daba mayor importancia. A veces, incluso, al imponer silencio acerca de ellos, solía hacerlo con joviales bromas, llenas de donaire y humildad.
En algunos momentos de su vida, tuvo que lidiar con el diablo; especialmente en el día de su muerte, donde finalmente el diablo terminó siendo vencido.
Al morir, la casa donde se encontraba su cuerpo se llenó de un dulce aroma, según el testimonio de quienes presenciaron su muerte.
San Martín de Porres nació en la ciudad de Lima, Perú, el día 9 de diciembre del año 1579.
Caballero de Loyola: Juan de Porres y Miranda., Hidalgo Caballero de Calatrava y Ana Velázquez seres excepcionales fueron los padres de Martín de Porres (Martín de la Caridad)
Caballero de Loyola: Juan de Porres y Miranda.
San Martin de Porres, fue hijo de Juan de Porres y Miranda, caballero español de la Orden de Calatravade la ciudad de Burgos, y de una muchacha mulata, Ana Velásquez, de Panamá que residía en Lima., que, por su gentileza, había obtenido la libertad. ,Era medio negra y medio india. , Del noble español, y de la "negrita" Ana nació también una niña: Juana, dos años menor que Martín, pero las diferencias raciales y rango social hicieron que Martín figurase en el acta de Fe de Bautismo como "hijo de padre desconocido". Sus padres no eran casados.
En 1591 recibió el sacramento de la Confirmación de manos del arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo.
Martín inició su aprendizaje de boticario en la casa de Mateo Pastor, quien se casaría con la hija de su tutora.
Esta experiencia sería clave para Martín, conocido luego como gran herbolario y curador de enfermos, puesto que los boticarios hacían curaciones menores y administraban remedios para los casos comunes.
También fue aprendiz de barbero, oficio que conllevaba conocimientos de cirugía menor.
La proximidad del convento dominico de Nuestra Señora del Rosario y su claustro conventual ejercieron una atracción sobre él.
Sin embargo, entrar allí no cambiaría su situación social y el trato que recibiría por ser mulato y bastardo: no podía ser fraile de misa e incluso le prohibieron ser hermano lego.
En 1594, Martín entró en el convento en calidad de aspirante a conventual sin opción al sacerdocio.
Dentro del convento fue campanero y es fama que su puntualidad y disciplina en la oración fueron ejemplares.
Más aún, dormía muy poco, entre tres a cuatro horas, y para no olvidarse de sus funciones por el cansancio, un gato de tres colores entraba a la enfermería y empezaba a rasguñarlo avisándole de su deber.
Sus hagiógrafos cuentan que tenía varias devociones, pero sobre todo creía en el Santísimo Sacramento y en la Virgen María, en especial la Virgen del Rosario, Patrona de la Orden dominica y protectora de los mulatos.
Martín fue seguidor de los modelos de santidad de Santo Domingo de Guzmán, San José, Santa Catalina de Siena y San Vicente Ferrer. Sin embargo, a pesar de su encendido fervor y devoción, no desarrolló una línea de misticismo propia.
La vida cotidiana del futuro santo era frugal en extremo.
Era muy sobrio en el comer y sencillo en el vestir (usó un simple hábito blanco toda su vida). Se dice que cuando murió no hubo ropa con que amortajarlo, así que lo enterraron con su propio hábito ya roído.
Era muy sobrio en el comer y sencillo en el vestir (usó un simple hábito blanco toda su vida). Se dice que cuando murió no hubo ropa con que amortajarlo, así que lo enterraron con su propio hábito ya roído.
En línea con la espiritualidad de la época, San Martín de Porres y su contemporánea Santa Rosa de Lima practicaron la mortificación del cuerpo.
Martín se aplicaba tres disciplinas cada día:
Siguiendo un riguroso horario y evitando mermar su salud para el cumplimiento de otras obligaciones.
Llevaba además dos cilicios: una túnica interna de lana entretejida con cerdas de caballo y una cadena ceñida, posiblemente de hierro.
Martín se aplicaba tres disciplinas cada día:
En las pantorrillas,
En las posaderas
y en las espaldas,
Siguiendo un riguroso horario y evitando mermar su salud para el cumplimiento de otras obligaciones.
Llevaba además dos cilicios: una túnica interna de lana entretejida con cerdas de caballo y una cadena ceñida, posiblemente de hierro.
SANTA ROSA DE LIMA
Los religiosos de la Ciudad Virreinal van de sorpresa en sorpresa, por lo que el Superior le prohíbe realizar nada extraordinario sin su consentimiento.
Un día, cuando regresaba al Convento, un albañil le grita al caer del andamio; el Santo le hace señas y corre a pedir permiso al superior, éste y el interesado quedan cautivados por su docilidad.
En 1639 el superior del convento de Martín de Porres, pidió al hermano que curara al arzobispo de México, Feliciano de la Vega.
Curada, la importantísima autoridad quiso llevarle a México pero Martín rechazó este honor.
Al fin del mes de octubre del mismo año, al cumplir casi sus 60 años, Martín tuvo que encamarse con mucha fiebre.
El virrey de Perú, Luís Jerónimo de Cabrera
y Bobadilla, conde de Chinchón, vino a visitarle algunas horas antes de la muerte el 3 de noviembre de 1639.
Curada, la importantísima autoridad quiso llevarle a México pero Martín rechazó este honor.
Al fin del mes de octubre del mismo año, al cumplir casi sus 60 años, Martín tuvo que encamarse con mucha fiebre.
El virrey de Perú, Luís Jerónimo de Cabrera
y Bobadilla, conde de Chinchón, vino a visitarle algunas horas antes de la muerte el 3 de noviembre de 1639.
Cuando vio que se acercaba el momento feliz de ir a gozar de la presencia de Dios, pidió a los religiosos que le rodeaban que entonasen el Credo. Mientras lo cantaban, entregó su alma a Dios.
Hubo gran conmoción en la ciudad, doblaron las campanas en su nombre y la devoción popular se mostró tan excesiva que obligó a hacer un rápido entierro.
Se enterró a Martín de Porres, humilde hermano dominico, nacido de una mujer de color quizás esclava
y de un caballero español, con los honores más grandes, en presencia de todos los pobres de Lima, indios, esclavos, vagabundos y ladrones españoles, pero también de las autoridades civiles, militares y eclesiásticos de nivel más elevado, entre ellos el Virrey de Perú y el arzobispo de México. Eso ocurrió en el imperio español del siglo XVII…..
y de un caballero español, con los honores más grandes, en presencia de todos los pobres de Lima, indios, esclavos, vagabundos y ladrones españoles, pero también de las autoridades civiles, militares y eclesiásticos de nivel más elevado, entre ellos el Virrey de Perú y el arzobispo de México. Eso ocurrió en el imperio español del siglo XVII…..
Había sido el hermano y enfermero de todos, singularmente de los más pobres. Todos se disputaban por conseguir alguna reliquia suya.
Toda la ciudad le dio el último adiós.
En 1660 el arzobispo de Lima, Pedro de Villagómez, inició la recolección de declaraciones de las virtudes y milagros de Martín de Porres para promover su beatificación, pero a pesar de su biografía ejemplar y de haberse convertido en devoción fundamental de mulatos, indios y negros, la sociedad colonial no lo llevaría a los altares.
Su proceso de beatificación hubo de durar hasta 1837 cuando fue beatificado por el Papa Gregorio XVI, franqueando las barreras de una anticuada y prejuiciosa mentalidad.
Toda la ciudad le dio el último adiós.
En 1660 el arzobispo de Lima, Pedro de Villagómez, inició la recolección de declaraciones de las virtudes y milagros de Martín de Porres para promover su beatificación, pero a pesar de su biografía ejemplar y de haberse convertido en devoción fundamental de mulatos, indios y negros, la sociedad colonial no lo llevaría a los altares.
Su proceso de beatificación hubo de durar hasta 1837 cuando fue beatificado por el Papa Gregorio XVI, franqueando las barreras de una anticuada y prejuiciosa mentalidad.
Su proceso de beatificación terminó en 1962, bajo el papado de Juan XXIII.
El Papa Juan XXIII que sentía una verdadera devoción por Martín de Porres, lo canoniza en la Ciudad del Vaticano el 6 de mayo de 1962 ante una multitud de cuarenta mil personas procedentes de varias partes del mundo nombrándolo "Santo Patrono de la Justicia Social", exaltando sus virtudes con las siguientes palabras:
"Martín excusaba las faltas de otro"
Perdonó las más amargas injurias, convencido de que el merecía mayores castigos por sus pecados.
Procuró de todo corazón animar a los acomplejados por las propias culpas, confortó a los enfermos, proveía de ropas, alimentos y medicinas a los pobres, ayudó a campesinos, a negros y mulatos tenidos entonces como esclavos.
La gente le llama ‘Martín, el bueno’."
La proclamación de Martín de Porres como santo fue sustentada por las milagrosas curaciones que ocurrieron a una anciana gravemente enferma en Asunción (Paraguay) en 1948 y a un niño con una pierna a punto de ser amputada por la gangrena en Tenerife (España) en 1956.6 7
Su culto se ha extendido prodigiosamente.
Su festividad se celebra el 3 de noviembre, fecha de su fallecimiento.
En diversas ciudades del Perú se efectúan fiestas patronales en su nombre y procesiones de su imagen ese día, siendo la procesión principal la que parte de la Iglesia de Santo Domingo en Lima, lugar donde descansan sus restos mortales.
Los restos del santo están bajo el altar mayor de la iglesia de Santo Domingo en Lima, al lado de los de San Juan Macías y de Santa Rosa de Lima, sus contemporáneos.
Se venera a este humilde dominico en particular en los países de la Hispanidad.
Sus tallas adornan muchísimas iglesias, por ejemplo la de Santiago, construida en 1609 en México ciudad (Plaza de las tres culturas). Y muchas parroquias llevan su nombre desde Madrid hasta Manilla, pasando por muchos más lugares.
Oración
Señor Nuestro Jesucristo,
Que dijiste "pedid y recibiréis",
Humildemente te suplicamos,
"Que venga el santo hermano Martín"
y que por su intercesión, escuches nuestros ruegos.
Renueva, te suplicamos, los milagros
que por su intercesión durante su vida realizaste,
y concédenos la gracia que te pedimos
si es para bien de nuestra alma.
Amén.,Así sea.
Juan 15:19
Si vosotros fuerais de este mundo, el mundo os amaría; pero vosotros no sois de este mundo……..
Cuando el mundo y aún la Iglesia Católica después del concilio vaticano II., se refiere a los milagros, prodigios, Revelaciones, Experiencias Místicas etc., sucedidos en la vida de los santos, lo hace refiriéndose a ellos como: Leyendas, cuentos., y esto porque en los católicos de hoy ya no hay santidad y las experiencias místicas les parecen imposibles de alcanzar y no aceptan que alguien pueda tenerlas., Cuando esto debería ser lo normal entre los católicos ., ya que Nuestro Señor ha dejado su Santo Espíritu en su Iglesia para guiarnos., Estas experiencias eran y son lo normal en la tradición de la iglesia.
Los santos y los que llevan vida de santidad viven estas experiencias, milagros, curas, etc., porque no son de este mundo, por eso viven experiencias que no son de este mundo y es por esto que el mundo no las cree, no las acepta, no las pueden entender y por tanto se refieren a ellas como: cuentos, fábulas, leyendas, etc.
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