terça-feira, 9 de março de 2010

ROMA 1962-1963: El Clima litúrgico conciliar Por Dom Gregori Maria


Capítulo 14: Acabando el esquema, temas menores. (6/03/2010)

12 de Noviembre de 1962

“El Concilio está rematando el estudio del esquema de la liturgia. En las dos últimas sesiones se han puesto al tablero una serie de temas menores, pero interesantísimos. Les pasaremos revista rápidamente”

Y acto seguido los glosaremos.

1º Las mal llamadas “misas de vigilia” o anticipadas, del sábado por la tarde.

“El tema del día festivo, en primer lugar. Los Padres han subrayado la necesidad de volver a dar a este día el respeto que siempre debió rodearle. Algunos Padres comprobaron la gran utilidad que habían demostrado las misas vespertinas y no faltó la curiosa petición de que el tiempo de cumplimiento dominical se extendiera desde la tarde del sábado hasta la noche del domingo: muchos excursionistas salen ahora a la montaña en la tarde del sábado, para pasar el domingo lejos de la agitada vida de las ciudades ¿Por qué no podrían cumplir el deber de la misa antes de salir de excursión? Una propuesta más que el Concilio valorará en su día.”

Más allá del simpático tono bucólico en la referencia a esos “excursionistas que salen a la montaña para pasar el domingo lejos de la vida agitada de las ciudades”, es cierto que en aquel inicio de la década de los 60 la cultura del “fin de semana” se estaba extendiendo a un ritmo vertiginoso. Pero ya no se trataba aquí del “week end” inglés, entendido como el sábado, jornada dedicada al deporte y a los amigos, y el domingo, día del descanso, el culto y la familia. Los automóviles utilitarios, las segundas residencias de fin de semana, la difusión del excursionismo y la cultura del ocio de ese periodo de prosperidad occidental (europeo y norteamericano) estaban mudando los biorritmos en los países occidentales. Por otra parte en la cultura cristiana el domingo se inicia con las vísperas del sábado por la tarde. Nada obstaba para extender el cumplimiento del precepto dominical a las misas “anticipadas” que en horario posmeridiano se celebrasen el sábado.

2º Modificaciones en Adviento y Cuaresma,

“Un segundo punto: la valoración de los tiempos de Adviento y Cuaresma. Es necesario acentuar más la importancia de estos dos tiempos dentro del año litúrgico y sería de desear que el Adviento fuese en el rito latín, más largo, como es, por ejemplo, en el rito ambrosiano. También convendrá reestudiar las formas de penitencia que acompañan a la cuaresma: no eliminándolas, ya que en este siglo del lujo y del "confort" son más necesarias que nunca ante la ola del materialismo, pero sí adaptándolas a las necesidades concretas del hombre actual, especialmente en lo referido a la abstinencia, más tradición medieval que verdadera mortificación para el hombre moderno.”

Al final la reforma litúrgica nos trajo, y según mi parecer de manera acertada , una mayor valoración del tiempo de Adviento: se universalizó el prefacio de Adviento que existía “pro aliquibus locis”, elaborando además una misa para cada feria de Adviento según el modelo cuaresmal. No se fue más allá de las 4 semanas adventicias del rito romano (como los ritos ambrosiano e hispano-mozárabe que celebran 6 semanas de Adviento) porque realmente “per se” no hubiera enriquecido el tiempo fuerte adventicio. En cuanto a la penitencia cuaresmal se refiere, encuentro muy acertado el espíritu y la letra de la Constitución Apostólica “Paenitemini” de 1966 de ese gran pontífice que fue Pablo VI.

3º Fecha fija para la Pascua.

“ Fueron muchos los Padres que pidieron un calendario litúrgico fijo, situando la Pascua todos los años en el primer domingo de abril. Esto facilitaría no solo la acción pastoral, sino también evitaría muchos problemas laborales de la comunidad civil.”

No progresó tal petición: en un concilio con marcada ambición ecuménica una innovación tal hubiera obstaculizado el camino de acercamiento especialmente con los ortodoxos.

4º Revisión del santoral.

“También se ha pedido que se revise el santoral. Se mantienen, por ejemplo, en el calendario muchos santos antiguos, hoy prácticamente desconocidos por la piedad de los fieles”

No es cierto que fuese ese el motivo, que en sí mismo no se sostiene: el desconocimiento general de alguna materia no se arregla eliminando esa materia sino haciéndola conocer de manera divulgativamente positiva. Lo realmente cierto es que la crítica histórica había llegado a la hagiografía y se examinaban de manera muy severa los documentos históricos que sostenían la permanencia de algunos santos (más o menos legendarios, afirmaban) en el calendario…

5ª Promoción del arte sagrado contemporáneo

Capilla Nôtre Dame du Haut - Le Courbusier 1954

“En materia de arte sagrado se recordó -lo dice así el comunicado oficial- que la Iglesia acepta todas las formas de arte, sin hacer suyo por eso ninguno de los estilos particulares que se han ido sucediendo a lo largo de los siglos . La Iglesia tendrá por ello que luchar para dar a los artistas actuales la posibilidad de incorporar a sus obras la inspiración sagrada, que se funda en los cánones del arte auténtico y que es de todos los tiempos, aunque cambien las circunstancias y los gustos. El arte sagrado debe, además, encontrar su complemento en las tradiciones particulares de las diversas regiones .”

Lo cierto es que el experimento de los “artistas actuales” en incorporar a sus obras la inspiración sagrada, no ha aportado grandes resultados, salvo raras excepciones. Al contrario la mayoría de los templos contemporáneos han descartado los cánones del arte cristiano auténtico y se han convertido en ejercicios esnobs de la mayoría de arquitectos.

6º Nuevo impulso y renovación de la música sagrada.

“También el tema de la música ha sido objeto de atención de los Padres. Por un lado se ha elogiado la importancia del canto gregoriano que ha de ser salvado de su lenta sofocación, y por otro hay que favorecer también mucho el canto religioso en lengua vulgar dando también entrada a los cantos típicos y tradicionales propios de los países de misión.

La triste realidad acabó siendo bien diversa: la introducción, no de “cantos típicos y tradicionales de los países de misión”, sino de los parámetros de la música profana y de sus composiciones en las celebraciones, acabó sofocando y haciendo desaparecer el gregoriano hasta el punto de la extinción. Y lo mismo diríamos de la música orgánica. ¿Alguien conoce compositores modernos de piezas para órgano?

7º Pobreza y sencillez: un “culto más mitigado”.

“Pero quizá el tema que mayormente ha pesado en estos últimos debates ha sido el de la pobreza y sencillez en las imágenes y el culto. He aquí cómo resume este punto el informado comentarista de "La Croix":

Mons. Manuel Laraín Errázuriz
Mons. Paul Gouyon

"Muchos obispos, entre ellos monseñor Larraín, obispo de Talca, en Chile, y secretario del CELAM, y monseñor Gouyon, obispo de Bayona, han puesto el acento sobre el deber de una cierta pobreza en las celebraciones litúrgicas. ¿No es acaso la pobreza la nota particular de la Encarnación? Ciertamente, el culto debe ser bello. Pero no por el esplendor que confiere la riqueza, sino por el que da la verdad. Ahora bien: ¿qué es la verdad sino la revelación de la caridad de Dios? Un Dios que se despojó a sí mismo para revestir la naturaleza humana. Como ya se ha dicho, la apostasía de las masas se debe, en parte, a la incomprensión de los ritos litúrgicos y en parte al fasto exterior, que, si tiene fundamentos históricos, no entra en el gusto de nuestro tiempo. En nuestros días son tantos y tantos los que sólo conocen a la Iglesia por el cine, la televisión y las revistas ilustradas; es decir, por las ceremonias aparatosas. Y, mientras en otros tiempos la riqueza de los ornamentos y de los decorados atraía al pueblo, hoy es la pobreza evangélica lo que se estima y ama. Una forma demasiado brillante es, por tanto, un anti-­testimonio, mientras que un culto más mitigado sería un testimonio y abriría las puertas a la unidad. "Que los obispos recuerden -ha añadido un Padre- que no son príncipes, sino pastores; no señores, sino servidores."

Según mi humilde parecer, creo que la línea inicial del planteamiento no es desacertada: insistir en la austeridad del culto si esto fuese volver a las raíces del culto estacional sin perder el esplendor y la belleza de las celebraciones. No olvidemos, como tantas veces he insistido, la necesidad que el hombre moderno tiene de acercarse a la verdad a través de la belleza. Si pues pobreza y sencillez implica la austera belleza del culto monástico, (Celebración en la Abadía del Barroux, en la foto de la izquierda) estoy plenamente de acuerdo. Pero dando por sentado que no esto no implica abominar del patrimonio renacentista y barroco que el arte ha dejado como fuerte huella impresa en la vida litúrgica de la Iglesia. Ahora bien, de ninguna manera es aceptable si eso conlleva conducir el culto hacia ese feísmo minimalista al que nos han acostumbrado en estos últimos 50 años de reforma litúrgica. (Celebración en la iglesia de los jesuitas en Barcelona, presidida por el P. Provincial, en la foto de la derecha).

Por otra parte, la historia de la piedad litúrgica de los pueblos y de la antropología religiosa más actual, nos corrobora la afirmación según la cual son los más humildes entre los fieles los que más subrayan la necesidad de gozar de un espacio de esplendor y belleza, incluso de boato, que les trascienda y les eleve hacia un mundo sobrenatural al que puedan anhelar. Por todo ello, lo de la estima por la pobreza evangélica y el supuesto anti-testimonio de las “ceremonias aparatosas” es pura demagogia y manipulación de los ámbitos de pobreza. Dirigismo cultural occidental y sentimiento de superioridad europeo…

“ Y con esto, prácticamente, se cierran las sesiones litúrgicas. Todo da la impresión de que mañana se cerrará el estudio de este esquema”


Capítulo 13: ¿Un nuevo Breviario?

Día 10 de noviembre de 1962:

“El Concilio, mientras tanto, prosigue a buen ritmo sus tareas: hoy se ha cerrado ya el estudio de un nuevo tema: el del breviario. Un grave e importante asunto que afecta, sobre todo, a los sacerdotes, la "caríssima pars gregis" ("la más querida parte de nuestro rebaño"), como ha dicho ayer el cardenal Léger.

Cardenal Paul Emile Léger, arzobispo de Montréal

El breviario, la oración publica de la Iglesia, es la principal obligación de todos los sacerdotes del mundo, una de las columnas que sostienen la vida de la iglesia.

¡Y qué hermosa cadena de elogios se han tejido en torno a él en estas dos sesiones! He aquí algunos, según los refiere el comunicado oficial:

"El oficio divino constituye una fuente de gracias para la Iglesia toda;
un medio de santificación personal;
un vínculo de unión entre todos los sacerdotes del mundo;
un manantial continuo de consuelo, particularmente -como demuestra la Historia reciente- para los sacerdotes que sufren persecución en las cárceles y campos de concentración;
alimento del alma;
sostén para los jóvenes sacerdotes en sus dificultades y preocupaciones, y para los ancianos, en sus achaques y decaimientos;
una mina de tesoros escriturísticos y patrísticos para la diaria formación del clero;
causa siempre eficiente de una vida más santa, de un trabajo apostólico más profundo y de una actividad más generosa y eficaz."

Pero a pesar de todo ello -prosigue el comunicado-, "una buena parte de los obispos presentes desea que se realice una profunda y amplia revisión del breviario".

Craso error: si algo funciona no debe tocarse salvo si estás seguro que a pesar de los cambios seguirá funcionando y lo hará mejor de cómo lo hacía. Una revisión o reforma (que son cosas distintas) no es garantía de poder superar una recitación mecánica o puramente formalista de la oración de la Iglesia. El problema es de otra índole: es de orden espiritual.

"Si se hiciera una estadística -afirmó uno de los Padres- entre todos los que están sometidos a la obligación de recitar el oficio divino, se comprobaría qué inmensa potencia de oración representa, pero también se comprobaría con cuánta frecuencia se reduce a una multiplicación mecánica de palabras".

"Por ello -decía monseñor Garrone, arzobispo de Toulouse- el alma del obispo se siente preocupada. No se trata, ciertamente, de atentar contra un edificio tan venerable e importante como el del oficio divino. Pero los Pastores no deben desconocer las condiciones concretas de la vida y la carga apostólica de sus sacerdotes. Y esto no es amor a la novedad, es afán porque la oración sacerdotal se haga en la verdad. Que se haga para dar gracias a Dios y no como un formalismo ni, quizá, en una lengua mal asimilada"."Se trata -señaló otro Padre- de lograr un justo equilibrio entre la oración y la acción pastoral."

En referencia al latín como “lengua mal asimilada” decir que esa cuestión es de orden intelectual y de formación. El clero, incluso en los países de misión, en aquella época poseía un conocimiento del latín que podríamos calificar de más que notable, por lo menos del escrito. Es cierto que no en todo el orbe católico los sacerdotes tenían una misma familiaridad con la lengua latina, pero esta formaba parte de su bagaje intelectual y pues afectivo. En cuanto a la traducción en uso de los salmos, ya Pío XII había encargado al cardenal Agostino Bea una nueva traducción de los salmos que estuvo en uso en los años 50, y aunque convertía los salmos en algo más familiar fue posteriormente descartada por la dificultad de encaje con el ritmo latino de los tonos gregorianos. En una palabra: era incantable.

“¿Cuáles son los problemas concretos que se presentan? El más importante afecta a la misma estructura del breviario: compuesto para la oración coral en los monasterios, en jornadas en que todas las horas del día se dedicaban a la oración, no se adapta -según numerosos Padres- a las necesidades presentes del sacerdote y -dice el comunicado oficial- "las últimas disposiciones han constituido más que nada una revisión de las rúbricas del breviario, y no resultan suficientes en el cuadro general de la reforma".

Eso no es del todo cierto: ya se había procedido a una gran simplificación y a un aligeramiento de las lecturas de Maitines (especialmente de la superabundancia de los oficios de 9 lecciones en las fiestas de los santos que primaban sobre el oficio ferial). Con la revisión de Juan XXIII lo más habitual eran los oficios de Maitines feriales de 3 lecciones. Eso representó un gran paso y un gran beneficio para el clero. Además se publicaba el Breviario en 2 volúmenes ( no en 4 y por orden estacional: primavera, verano, etc…), de un tamaño un poco mayor y además no ya en 2 columnas por página sino en la amplitud de la página.

“¿Qué postura tomará el concilio ante este anhelo de revisión? El esquema presentado a los Padres es, en este tema, más bien conservador. Se proyectan en él varios cambios de interés (una distribución de los salmos, no a lo largo de una semana, sino de varias: una revisión de los himnos, quitándoles cuanto tienen de extraño o de antiguas alusiones mitológicas: un repaso a las vidas de los santos, haciéndolas históricamente mas exactas y sustanciosas: una mejor distribución de los textos de la Sagrada Escritura y de los Santos Padres). Pero -según este primer proyecto- el breviario quedaría fundamentalmente igual en su estructura, en su lengua y en su obligatoriedad”

Pues desagraciadamente no ha sido así: es cierto que el salterio se ha distribuido en 4 semanas, los oficios de maitines (lecturas), laudes y vísperas son ahora de tres salmos (en vísperas el tercero en ser recitado es ahora un cántico evangélico), pero en cuanto se refiere a los himnos no sólo se les ha quitado las alusiones mitológicas sino que prácticamente han desaparecido. En la edición en castellano, los latinos están a final como apéndice: ahora son poesías místicas y religiosas españolas o cantos populares en boga. Y pasa lo mismo en la edición francesa, italiana, alemana, inglesa… Pérdida irreparable. En la edición catalana, afortunadamente es al revés: se privilegian los latinos y en el apéndice final, himnos en lengua vernácula. Harina de otro costal es la lectura hagiográfica: se han suprimido casi todas sustituyéndolas por patrísticas o, si aquellos santos escribieron algo, por algún fragmento de sus escritos. En ese procedimiento estuvo muy presente el afán “desmitificador” que tanto se puso en práctica en aquellos años: todo parecían mitos y leyendas a suprimir. En cuanto a la lengua mejor no hablar: creo que sólo conozco a dos o tres sacerdotes que recen la “Liturgia Horarum” en latín. Si en el Seminario se hace en vernáculo ¿por qué uno se van a cambiar los costosos volúmenes de la Liturgia de las Horas? En cuanto a la obligatoriedad, pues como en todo: cuando se empieza con las recomendaciones más que con la “obligación bajo pena de pecado grave”, pues se abre un paso a la laxitud. En principio, y tras la supresión de Prima, con una hora menor de las tres existentes (ahora llamadas “intermedias”), parece ser suficiente. Después que si el Oficio de Lectura se puede rezar a lo largo del día y no obligatoriamente antes de Laudes, es decir que se puede postergar. Después que si con Laudes y Visperas es suficiente. ¿Al final, qué pasa? Cada uno hace lo que puede más que lo que debe…Y santa paz. Este es el auténtico resultado. Y muchos que la recitación la acabaron al salir del Seminario.

“ ¿Cuáles han sido las posturas de los padres ante este apartado del esquema? En cuanto puede juzgarse, tres: a), algunos Padres son partidarios de dejar el breviario como está; b), un segundo grupo -más numeroso- desea algunas pequeñas modificaciones, en la línea que señala el esquema, pero manteniendo fundamentalmente idéntica su estructura; c), un tercer grupo de Padres desea una revisión a fondo en la línea de hacer dos tipos de breviarios: uno en la forma del actual, para la recitación pública, y otro, más próximo a la lectura espiritual, con mayor cantidad de textos de los Padres del Nuevo Testamento y menor cantidad de salmos, para la recitación y lectura privada; un breviario que -como señaló uno de los Padres-, "se prestase menos a la recitación automática y fuera más provechoso para la propia formación del sacerdote y fuera un alimento de su predicación; un breviario -en fin- menos monacal y más pastoral".

¿Cuál de estas tres tendencias predominará? Esto sólo la hora de la votacion podrá resolverlo.

Pues ha predominado la tercera, clarísimamente. Como en las cuestiones siguientes predominó la lengua materna y la distinción entre partes obligatorias y aconsejables. Me gustaría subrayar la referencia a los días de mayor trabajo pastoral: los domingos y “los primeros viernes”. ¡Cuánto ha cambiado la Iglesia en medio siglo!

En torno a este tema central se agitaron otros varios: ¿conviene mantener el breviario en latín o sería preferible que cada sacerdote lo rezase en su lengua materna? ¿Conviene mantenerlo en su obligatoriedad íntegramente o sería mejor dejar algunas partes como obligatorias y otras como aconsejadas, pero de las que se podría prescindir en días de mayor trabajo pastoral, especialmente domingos y primeros viernes? Quizá en torno a estas preguntas la mejor respuesta fuese la dada por monseñor Yago, obispo de Abidján:

Cardenal Bernard Yago, arzobispo de Abidján

"No se trata de disminuir el tiempo de la oración, sino de encontrar el tiempo y el modo de rezar mejor. En esta época en que nos preocupa tan justamente el asegurar una participación cada día más activa de los fieles en la oración de la Iglesia, ¿cómo no buscaríamos los modos de conseguir lo mismo con la oración sacerdotal haciéndola o, mejor, volviéndola a hacer agradable?"

Después de la mayoría de comentarios que he realizado en este artículo algunos, con razón, podrían tildarme de derrotista y no saber apreciar los aspectos positivos de la reconversión del Breviario Romano en Liturgia de las Horas. Y tendrían razón, porque ha habido aspectos positivos.

En primer lugar, la mayoría de congregaciones religiosas de vida activa, con miembros con nula formación latina, la Liturgia de las Horas ha supuesto un enriquecimiento de su vida litúrgica. Antes se conformaban en rezar el Oficio Parvo de la Virgen y poca cosa más. También muchos laicos en las parroquias o en los movimientos nutren ahora su vida cristiana con el rezo de laudes y vísperas, cosa antaño menos frecuente, aunque no inexistente pues siempre encontrábamos laicos muy cualificados que lo hacían (existían también versiones “no oficiales” del Breviario en lengua vernácula). Sin embargo no ha proliferado el canto de vísperas en las parroquias, en las tardes de los domingos p. ej, como se suponía: son escasísimas las parroquias que lo hacen en comparación con las muchas que lo hacían antes de la reforma litúrgica. En otro orden de cosas, la vuelta a 4 volúmenes, demasiado grandes en lengua vernácula (totxos-ladrillos), dificulta el llevarlos consigo habitualmente como se hacía con el breviario.

Apreciaciones realistas, únicamente apreciaciones.

fonte:germinans germinabit