LA EXPERIENCIA DE DIOS EN EL CAMINO HACIA LA PERFECCIÓN.
“SIN MI NO PODEIS HACER NADA.”
La fe católica proclama como verdad central de su pensamiento, la intervención de Dios en la actividad humana. El magisterio de la iglesia y las formulaciones teológicas han ido concretando esta creencia en teorías, más o menos definitivas, sobre la Providencia, el Gobierno divino, sobre la gracia santificante y actual, los dones del Espíritu Santo etc.
Uno de los elementos de diferenciación entre las varias espiritualidades es el hincapié que se hace en esta intervención de Dios en nuestra actividad.
La espiritualidad del siglo XVI tiene como uno de sus rasgos la presencia de la intervención divina en toda la vida humana, pues la visión que el cristianismo tiene de Dios está muy distante de otras visiones del mismo en este aspecto, el Dios cristiano no es el Dios aristotélico que una vez que ha puesto en marcha el universo se desentiende de él, algo similar al Deísmo del pensamiento ilustrado del siglo XVIII.
Juan de Ávila se hace eco de esta espiritualidad del siglo en que vivió extendiendo la presencia de Dios en todos los campos de la vida humana:
“Habéis de pensar, dice a una dirigida suya, quien érades antes que Dios os criase, y hallareis ser un abismo de nada
y mirad que después de criada no penséis que ya os tenéis en vos misma…(1)
Esta dependencia de Dios en el plano del ser natural, se repite en el sobrenatural:
“Si con cuidado habéis entendido en el conocimiento de vos…
debéis entender en conocer que el buen ser que tenéis no es de vos, mas graciosa dádiva de la mano del Señor.” (2)
El buen ser al que hace referencia el santo es el que nace de la gracia sobrenatural que convierte a la persona humana en hija de Dios:
“Sabed…que quien os hizo de enemiga amiga,
y de esclava, hija… Dios fue… ( 3
Las doctrinas sobre las virtudes, sobre la gracia actual y santificante, de los Dones y frutos del Espíritu Santo, que según la enseñanza católica son los principios que capacitan al hombre para hacer obras sobrenaturales , son constantemente aludidas por el santo:
“Y si verdaderamente estáis sana,
habéis de reconocer que quien os abrió los sentidos
para las cosas de Dios,
y quien sujetó vuestros afectos desordenados debajo de vuestra razón, quien os hizo amargo lo que era dulce,
y os puso ganas, en lo que antes absorbida estábades, Dios fue,
y según dice san Pablo,
Dios es el que obra en nosotros el querer y el acabar” (4)
Indudablemente queda en Juan de Ávila más que subrayada la idea de que en la vida cristiana todo es don, regalo gratuito de Dios que nos que nos ha enriquecido “con toda clase de bienes espirituales y celestiales.”
Pero hablar de estas realidades no es el objeto del capítulo, sino estudiar si hay comprobación experimental de las mismas.
¿ Pueden las personas experimentar el influjo divino comprobando cómo obra en uno mismo ayudándonos a la propia santificación y transformación moral? Éste es el propósito del presente capítulo.
MOISÉS CONTEMPLA LA ZARZA QUE ARDÍA Y NO SE CONSUMÍA
COMPROBACIÓN DE LA ACCIÓN DE DIOS.
La posibilidad de comprobar la presencia de Dios en la actividad humana es un presupuesto admitido de la forma más natural por el maestro Ávila, quien negare esta posibilidad es que carece del acontecer de la vida cristiana, es cosa grande sí:
“ pero verdadera y muy verdadera
Y que no puede negar ningún hombre
Que tenga espíritu de Cristo.(5)
En el transcurso del itinerario del cristiano en su caminar en el seguimiento del Señor es donde se podrá comprobar la acción del mismo, de modo que el cristiano se convertirá en testigo de la verdad del evangelio comprobando cómo éste se cumple en su vida.
Las afirmaciones de Juan de Ávila en este campo son claras y las que hace en el su libro del Audi Fillia podrían resultar hasta atrevidas, presentando su convicción casi como un reto, llevado de su fervor apologético, dice a este respecto:
Cierto es…que si un hombre quisiere ser bueno para con Dios y para consigo, y para con los prójimos,
y quisiere buscar la mejor doctrina para serlo…
y echare mano del Evangelio y de la doctrina cristiana,
y comenzase a obrar de acuerdo con ella
irá experimentando la eficacia de esta doctrina,
y cuán a propósito es de lo que al alma cumple.
Cuán a medida viene para remediar sus necesidades
y en cuán breve tiempo
y con qué claridad le ayuda a ser virtuoso.
de arte que …este hombre por la misma experiencia de la fuerza de esta doctrina
confesará…que es venida de Dios.(6)
Si algo destaca en el texto anterior es la repetida afirmación de que el hombre llegará al convencimiento de la verdad del evangelio por la comprobación personal de la fuerza y eficacia del mismo para transformar su vida. Esta comprobación es la que puede hacer que el creyente termine por ser verdadero testigo de lo que cree…
La comprobación y experiencia puede darse en cualquier tramo de la vida cristiana. Hasta desde la situación de increencia , según el santo, es posible esta comprobación:
“… y si los que no conocen a Cristo, quisieren probar esta doctrina
con deseos sinceros de ser virtuosos, ciertamente no quedarían en su infidelidad”
Y concluye:
“Bendito seas , Señor, que tan fiado estás de esta causa…
que dejas la sentencia de ella en manos de quienquiera que sea…,
con esta condición que el que quisiere ser de ella juez,
quiera hacer la voluntad de Dios.”(7)
Juan de Ávila, como la mayoría de los maestros de espiritualidad de su tiempo, divide el itinerario espiritual del cristiano en tres tramos, o grados: el de los que empiezan, son los incipientes, el de los que progresan, son los proficientes, y el de los perfectos.(8)
Lo que según el santo determina cada uno de estos grados es la mayor o menor vivencia de la intervención de Dios en el caminar. Los que empiezan tienen una mayor sensación de esfuerzo personal de modo que parece que todos los logros se deben a su esfuerzo, conforme se va progresando es más viva la vivencia de la intervención divina y aún siendo mayores los frutos, la vivencia de esfuerzo es menor, algo que se muestra con toda nitidez en los perfectos en quienes habiendo conseguido unos logros completos existe la vivencia de que todo es obra de Dios.(9)
Hablando en el Audi Filia de lo que Dios obra en la persona que ha llegado a la perfecta virtud dice, entre otras cosas:
“…están estos tales tan aficionados y amadores de lo justo y lo bueno, que, si las leyes de la virtud se perdiesen de los libros,
las hallarían escritas en los corazones de ellos…
por estar ya su voluntad tan transformada en el amor del bien,
y obrarlo con tanta presteza y deleite…
¿ Pero de dónde diremos que viene esta tan acabada virtud y descanso
Que es arra y principio de eterna felicidad?
El mismo hombre experimenta una y muchas veces
verse librado de males en los que no podía salir,
y favorecido con bienes que él no podía alcanzar.
Y así por estos y otros efectos,
que no se pueden contar que tiene dentro de sí,
están asegurados con Jesucristo.”(10)
Y como saliendo al paso de una posible mal interpretación de su enseñanza dice para terminar:
“ Y no digo esto, para que penséis que los cristianos creen por estos motivos
o experiencias que sienten dentro de sí,
que no creen sino por la fe que Dios les infunde…
Mas heos dicho esto,
para que entendáis los muchos motivos que tenemos para creer…;
y uno de ellos es estas experiencias …las cuales no las habéis de buscar en los libros
ni en las vidas ajenas, más en vuestra propia conciencia,
esforzándoos a la perfecta virtud,
para que…tengáis testigos cercanos a vos y conocidos de vos,
y cumpláis lo que la Escritura dice:
bebe el agua de tu cisterna.
Y veréis tales maravillas de dentro de vos,
que se os quite la gana de buscar otras fuera.” ( 11)
EL PINTOR, EL PINCEL, LA PINTURA Y EL CUADRO.
EL MODO DE LA EXPERIENCIA.
Podemos ahora pasar a describir el modo de la experiencia de Dios en la propia actividad moral. Los textos citados indican que Juan de Ávila se mueve en este campo entre la descripción y la interpretación aunque su análisis nos permite acercarnos a la mera vivencia tal como él la ha vivido o comprendido.
Sintéticamente la vivencia consiste en captar cómo Dios es el autor principal de la obra que el hombre hace y éste no más que el ayudador y cooperante. Sería al revés de lo que ocurre en la experiencia diaria referida a la propia actividad en la que una tiene conciencia de ser el autor de la obra que hace y en todo caso, por fe, admitiría que Dios le stá ayudando a llevarla a cabo. Aquí la vivencia sería la contraria:
Una cosa es obrar como hombre bueno,
aunque favorecido por Dios,
otra que sea el Espíritu Santo el autor y movedor,
que sea el hombre casi no más que el instrumento.”(12)
Es dentro de este marco general donde encaja la experiencia. Muy a menudo utiliza el símil del instrumento: Dios es el autor, el pedagogo, el maestro, el hombre el instrumento:
Es como si un gran pintor tomase de la mano a uno que no sabe pintar
y con ella hiciese una hermosa imagen,
mas el instrumento es la mano del otro, así es acá” (13)
Y luego, ya interpretando:
obra Dios acompañando al hombre
como órgano del Espíritu Santo.”(14)
Otras veces perfila la experiencia con expresiones como las de “ser movido y capacitado desde fuera.”(15)
Utilizando el lenguaje de la teología de la época dice que esta experiencia es la comprobación de que las virtudes son infundidas y donadas por Dios, vivenciando este carácter de donadas, regaladas e infundidas; este ocurre con las tres virtudes que según el catolicismo se llaman infusas: la fe , esperanza y caridad sobrenaturales, incluso las mismas virtudes morales que doctrinal y vivencialmente son más el resultado del esfuerzo personal, llega un momento en que son vividas por la experiencia interna como producidas por una fuerza exterior a ella:
“…Háceseles Dios su pedagogo…
y aquí vienen a formar las virtudes de otra manera que antes,
y así llama Santo Tomás virtudes infusas a las morales”(16)
Porque antes de que la “mano de Dios” llegara, todo era “ cavar orar y razonar” con un resultado más bien pobre, pero ahora todo es distinto, el más pequeño esfuerzo encuentra un resultado desproporcionado al mismo:
“Oh cuánto Dios le paga el deseo de ser tenido en poco,
el amor a Dios y del prójimo.
Entonces siente un olor de la castidad, de la mansedumbre, etc.
de que se precia, parece que le dan una blandura que es venir a caer en la cuenta,
un sentir allá dentro las cosas de otra manera,
un no sé que de Dios que le hace decir:
¡ Oh padre, cómo no me lo habíades dicho! Y habíaselo dicho mil veces,
sino que no había llegado la mano de Dios.”(17)
LA ATRACIÓN DEL SOL EN EL SISTEMA SOLAR.
LOS SIGNOS DE LA PRESENCIA DE DIOS EN EL COMPORTAMIENTO.
Juan de Ávila señala algunas circunstancias que son como signos de la presencia de Dios en la actividad y que hacen que el sujeto tome conciencia de ella.
Unas veces es la naturaleza de lo obrado, el caer en la cuenta de que se está haciendo algo que supera la propia capacidad de forma que la persona se siente como capacitada por la presencia de una fuerza que es ajena a ella misma, una fuerza superior a las propias fuerzas:
“ Que obréis una obra tan grande que ni vos pensasteis,
Ni elegisteis, ni teníais fuerza ni virtud para ello…
Sino que como el niño que decís que no es suyo lo que habla” (1)
Y en otra ocasión hablando de lo mismo pone el ejemplo del imán indicando la vivencia de sentirse llevado:
“ Te hace hablar palabras y obras que tú mismo te espantas.(2)
Es como hallarse tocado como por piedra de imán”(3)
Otras veces es lo inesperado y sorpresivo de la actuación como ocurre, por ejemplo, con los convertidos:
“ Unas veces por oír un sermón, otras por confesarse,
otras por sola la inspiración de Dios…
sintieron dentro de sí una poderosísima mano
que captivando a quien los tenía cautivos les mudó el corazón
la cual mudanza y perfecta liberación y tan súbita
no está en manos del hombre,
según lo entenderá quien lo quisiere probar, de fuera viene de Dios viene”(4)
El texto que sigue, nos ofrece una síntesis de la vivencia tal y como es vivida por la persona:
“No os ha acontecido tener el alma seca, sin jugo, descontenta,
llena de desmayos, atribulada, desganada
y como que no le parece bien cosa ninguna,
y estando así en este descontento y algunas veces bien descuidado,
viene un airecito santo, un soplo santo, un refresco que te da vida, te esfuerza,
te anima y te hace volver en ti, y te da nuevos deseos, amor vivo,
muy grandes y santos contentos,
y te hace hablar palabras y hacer obras que tú mismo te espantas.
Eso es Espíritu Santo, eso es Consolador que en… viniendo
os hallaréis como tocado por piedra de imán y con alientos nuevos,
y obras y palabras y deseos nuevos…
y os da a conocer al Hacedor y Creador maravilloso de todas las cosas,
y pone en vuestro corazón sentimientos devotos
y agradecidos al Señor Todopoderoso y otras cosas
que si tuvierais licencia para hablar,
diríais maravillas y grandezas de lo que el Señor de todo lo creado da a conocer.(5)
El texto ofrece en apretado resumen muchos de los aspectos subjetivos de esta experiencia: Se habla de la capacitación de toda la persona, de sus sentimientos, afectos, estados de ánimo, del conocimiento, de la palabra, de la voluntad, de la actividad…
Expresa ese sentimiento de pasividad tantas veces aludido en que se percibe que la capacitación viene como de fuera.
A su vez pone de manifiesto el que la persona queda como situada en una nueva dimensión, ante el Creador, ahí reaparecen las actitudes típicas de la experiencia religiosa: el espanto, “tú mismo te espantas” de reconocimiento, “sentimientos devotos” agradecimiento, estupor, incapacidad para describir lo que se vive “ que si tuvierais licencia para hablar , diríais maravillas y grandezas de lo que el Señor de lo creado da a conocer”
La presencia de la divinidad en la actividad humana hace que ésta cambie por completo, lo que antes resultaba difícil y hasta imposible, ahora se hace fácil, lo costoso y trabajoso grato, lo desabrido sabroso, lo que se hacía de un modo excepcional y circunstancial pasa a ser habitual.
“La acción divina se muestra en la fuerza para hacer el bien,
en obrar con presteza y deleite,
ahora en todo encontraréis sabor y contento”(6)
El santo subraya insistentemente que estas cualidades de la actividad aseguran al que las vive de la presencia de la divinidad. ¡Dios está aquí obrando!
¿ QUE ES ESTO ?
“ ¿ Qué es esto?
¿ Quien os ha tomado vuestra libertad?
Este santo temor y reverencia… que me tiene atado de pies y manos,
y los deseos y el corazón,
todo me tiene atado, que no puedo hacer, ni quiero, más que lo que Él quiere
y lo que es su voluntad”(7)
LAS OBRAS FRUTO DE LA ACCIÓN DIVINA.
Lo dicho hasta el momento es el marco general en el que se realiza la experiencia de Dios en la propia conducta, pero el influjo divino se manifiesta en actos concretos.
Según san Juan de Ávila la acción de Dios se experimenta en la práctica de las virtudes cristianas, y en cada una de estas virtudes la experiencia tiene caracteres propios.
Refiriéndose , por ejemplo, a la fe, es la firmeza y seguridad con que se creen las verdades divinas lo que da pie a descubrir la acción de Dios en el acto de creer. El creyente capta cómo su fe, entendida como el asentimiento de las verdades reveladas, tiene una firmeza y certeza desproporcionada a los motivos que pudiera dar para explicarla; experimenta cómo la va por caminos distintos de la racionalidad, tanto en la firmeza y seguridad, como en la comprensión de las verdades divinas, de manera que a la vez comprueba que las razones que tiene para creerlas no dejan de estar libres de inseguridad y duda, experimenta una firmeza que le hace tomar posturas vitales que configuran toda su existencia.
El santo lo dice de una forma más fácil de entender cuando afirma:
Esta fe no está arrimada a razones, ni motivos cualesquiera que pudieran traer,
Porque quien por ellos cree, no cree… sin quedarle duda o escrúpulo.
Mas la fe que Dios infunde
Está tan arrimada a la Verdad divinal,
Que hace creer con mayor firmeza que si lo viere con sus propios ojos…
Y si os maravillaseis que haya tan gran certidumbre…
Dígoos que este negocio…no es cosa de vuestras fuerzas, don de Dios es”(8)
Es sobre todo en el ejercicio de la caridad cristiana donde puede advertirse la presencia de la acción divina. Allí donde aparece con todo su vigor aquel amor del que hablamos en otro lugar, el amor a Dios, desinteresado, apasionado, práctico:
“… que es la suma del cristiano…y en el que no sola la voluntad está enamorada de Dios pero todas las potencias exteriores e interiores obran por amor”(9)
Allí digo, no puede el hombre dejar de reconocer la acción de la gracia divina. Porque ese amor es para Juan de Ávila algo superior a las fuerzas humanas.
Amad… a tan fuerte amador y porque de vos no tenéis el amor
Que Él os pide, pedídselo vos a El…
Hasta que os envíe el fuego de su amor,
Con el que dulcemente os queméis,
Y sabrosamente ardáis y santamente viváis”(10)
En la búsqueda, sin embargo de este amor, se ha de andar con sosiego “ fundado en que nadie puede tener más de lo que Dios le diere”
Determinados niveles del amor al prójimo le parecen a Juan de Ávila un medio optimo para uno mismo, aquí también puede verse sobrepasado el hombre en su capacidad de amor, haciendo algo que supera lo que le es natural:
De arte que yo no sé libro, ni palabra, ni pintura, ni semejanza
que así lleve al conocimiento de Dios…como ese cuidadoso y fuerte amor que él pone en un hijo suyo para con los hombres, por extraños que sean,
¡ y qué digo extraños!
ámalos aunque sea desamado,
búscales la vida aunque ellos le busquen la muerte;
ámalos más fuertemente que ningún hombre…los desama en el mal”(11)
EL BUEN SAMARITANO. VAN GHOT.
Otras veces son determinadas virtudes morales: la perfecta castidad, la capacidad del perdón al enemigo, el sacrificio, el amor a la pobreza…todo en fin aquello que Juan de Ávila considera propio del ser cristiano en la imitación y seguimiento de Jesucristo.
RESUMIENDO.
Si resumimos lo dicho por Juan de Ávila acerca de la vivencia del influjo de Dos en la conducta llegaremos a las siguientes conclusiones:
1.- Es posible experimentar la acción de Dios en el cambio del comportamiento de las personas.
2.-A través de ciertas cualidades que adquiere el comportamiento, Dios es vivenciado como causa y autor principal de tal cambio.
3.-Entre las cualidades que se señalan a ese cambio sobresale su carácter de exterioridad en la sensación que tiene la persona de que tal cambio le viene de fuera, similar a esta cualidad está la sensación de pasividad, en el sentido de que la persona siente el cambio como algo en el que ella no ha intervenido, tiene la sensación de ser llevada, otras de las cualidades es lo extraordinario del cambio, la presteza en el obrar, el gozo y felicidad que produce el obrar el cambio de ese comportamiento.
4.- El fenómeno viene acompañado de sentimientos en la persona: de estupor, devoción, veneración, agradecimiento, amor…
4.- Estos y otros sentimientos descubre que el fenómeno tiene los caracteres propios de la experiencia propia desde el punto de vista del puro hecho humano.
5.- Decir, finalmente que la vivencia del influjo de Dios en el cambio del comportamiento, es como una conversión, que como todos los demás hechos de experiencia que venimos analizando, necesita ser interpretada y justificada.
NOTAS.
(1) Sermón 31.(2) Sermón 30.
NOTAS.(1)Audi Filia 6476.s.s. (2) Ibidem 6550, (3) Ibidem 6610,(4) Audi Filia 667. Cf. 1ª Cor. 3,9., (4),. (5) Carta 2., (6) Audi Filia 3581 s.s. (7)Audi Filia 3375-3550 y 3600-3604, (8)Plat. 3ª, (9)Carta 3,ª, (10) Audi Filia cap 37, (11) Audi Filia 3800-3807), (12)Sermón 31, ( 13) Sermón 31. (14) Sermón 31) (15)A. Filia 3695,(16) Pla.3ª, (17) Plat. 3ª.
CONCLUYENDO.
Terminado el recorrido sobre la obra de Juan de Ávila y analizados los fenómenos de la experiencia de la divinidad de los que él se ocupa, creo que podríamos acabar nuestro estudio sintetizando su pensamiento en unas cuantas conclusiones:
1.- Se da en el hombre un fenómeno que podemos llamar de la “experiencia de Dios”, tal fenómeno es en sí mismo un hecho humano, como tal tiene unos caracteres que lo definen y sitúan entre los demás fenómenos que en el hombre acontecen.
En el fenómeno “experiencia de Dios” la persona humana tiene la conciencia de encontrarse con un “objeto” que es el término de su experiencia interna y que él vivencia como absolutamente distinto de todos los demás fenómenos por él vividos.
El encuentro con este ”objeto” produce en él unas repercusiones que no se dan en ninguna otra clase de vivencia; en él la persona se siente transcendida y plenificada, tanto en el orden del ser, del bien, de la felicidad y del sentido. Esto es lo que califica al fenómeno y lo hace específicamente distinto de los demás.
2.-Los modos en que se realiza este fenómeno humano “experiencia de Dios” pueden agruparse en tres bloques, diferentes por algún aspecto:
- Unas veces “Dios” es percibido de una forma aparentemente mediata, en los estados, sentimientos y actos del sujeto, por la cualidad que ellos adquieren, como ocurre por ejemplo, entre los fenómenos descritos en los de la oración dialogante.
- Otras “ Dios” y sus misterios son percibidos de forma inmediata, el sujeto tiene evidencia de entrar en contacto con la divinidad, como si estuviera viéndola, tocándola; es lo que se ha dicho en la descripción de los fenómenos propios de la oración mística, y en esa “ noticia experimental que del amor nace”.
- Finalmente hay experiencias que además de los aspectos subjetivos tienen una evidente repercusión exterior observable, bien en los acontecimientos o en la propia conducta.
3.- Aunque Juan de Ávila dice que la experiencia de Dios es “un negocio de gracia; El lo da a quien le parece, sin diferencias de lugar ni personas,” desde un punto de vista fenomenológico parece estar conectado con un conjunto de circunstancias que el mismo Juan de Ávila subraya.
- Hay una íntima relación entre experiencia de Dios y fe en Él, una relación que puede adoptar formas múltiples, también la de una fe problematizada, pero que está tan marcada en el santo que en todo caso da a entender la necesidad de estar como “ centrado en Dios.”
- Para experimentar a Dios hay que estar en un cierto grado de interioridad. Es ésta una constante en los consejos de Juan de Ávila, con sus variantes y matices:
Interioridad como capacidad para centrarse en el propio mundo interior y captar lo que en él ocurre. Algo que tiene que ver con la introspección y auto-comprensión psicológica.
Interioridad como capacidad para liberarse del mundo exterior y del dominio de los objetos. Algo que puede tener relación con la introversión.
Interioridad como “recogimiento” entendido como capacidad para centrarse en lo elegido para su consideración.
Interioridad como renuncia y desprendimiento de lo puramente temporal.
-Por último Juan de Ávila insinúa una serie de circunstancias que están íntimamente ligadas a la constitución psico-física de la persona.
Unas palabras de Juan de Ávila van a cerrar nuestro trabajo, sirvan ellas de colofón y principio:
“Y pues nuestro Señor ha comenzado a abrirle los ojos,
Tiene por qué gozarse de la nueva merced,
Más tiene por qué temer si no la sabe conocer y acrecentar.
Pase adelante…pase adelante.(1)
Nota. Carta 10,113-116