AMADA
FAMILIA, EL SANTO SACRIFICIO DE LA EUCARISTIA ES VIVIR EL
CIELO
EN LA TIERRA, NUNCA COMPRENDEREMOS TAN ALTO MISTERIO
DEL
AMOR DE DIOS. AMEMOS A JESUS EN SU DIVINA PRESENCIA Y
ALIMENTEMONOS
SOLO DE SU DIVINIDAD PARA ALCANZAR ALGUN DIA
LA
GLORIA DEL CIELO.
Contenido:
Introducción
1. El
valor de la santa Misa.
2. Imagen
de las distracciones de un sacerdote en la santa Misa.
3. Ve la
excelencia y la significación de la santa Misa.
4. Ve a
Noé y a Moisés ofrecer sacrificios.
5. Ve a
la Virgen y a San Juan en la representación de la santa Misa.
6. Ve
una representación de la misa sacrilega.
.
Introducción
Reúnense aquí las
contemplaciones referentes al santo sacrificio de la Misa, reproducción
genuina del Calvario,
donde Jesús se ofreció expiatoriamente por la humanidad caída, sobre
los restos de Adán,
allí debajo sepultados. La vidente revela que los patriarcas celebraban
sacrificios ante un
altar donde colocaban huesos de Adán y de otros justos del Antiguo
Testamento. Los
apóstoles continuaron la tradición que la Iglesia mantiene al realizar la
Misa sobre el ara que
encierra huesos de santos y mártires.
El sentido teológico
de la Misa y su trascendencia espiritual están expuestos con asombrosa
sencillez y
ortodoxia. Tan elevado es este augusto Sacrificio, que hasta las celebraciones
hechas con
disipación, son suplidas necesariamente de modo sobrenatural. Las
consideraciones
acerca de las negligencias de algunos celebrantes, mueven a meditación e
invitan a un estado
de mayor gracia personal.
.
1.
El valor de la santa Misa.
En la festividad de
San Isidro Labrador me fueron enseñadas muchas cosas acerca del valor
de la Misa que se
dice y que se oye. Supe
que es una gran dicha que se digan tantas misas,
aunque las digan
sacerdotes ignorantes o indignos, pues mediante ellas se libran los
hombres de peligros, castigos y azotes de todo género.
Conviene que muchos sacerdotes no
sepan lo que hacen;
que si lo supieran, no celebrarían por temor, ni ofrecerían el santo
Sacrificio.
Vi cuan admirables bendiciones nos vienen de oír la santa
Misa y que con ellas son
impulsadas todas las
buenas obras y promovidos todos los bienes y que muchas veces el
oírla una sola persona de una casa basta para que las
bendiciones del cielo desciendan aquel
día sobre toda la familia. Vi que son mucho
mayores las bendiciones que se obtienen
oyéndola, que
encargando que se diga y se oiga por otros. Vi que las faltas que se cometen
en la Misa son
compensadas con auxilios sobrenaturales.
.
2.
Imagen de las distracciones de un sacerdote en la santa Misa.
Tuve también una
visión acerca de las faltas cometidas en el servicio divino celebrado en la
tierra y vi como
estas faltas son suplidas y remediadas de modo sobrenatural. Pero me es
difícil y aún
imposible decir cómo he visto todo esto; cómo se comprenden y se armonizan
entre sí todos estos
cuadros y cómo cada uno de ellos se explica y aclara en otro.
Es muy de notar que las faltas y negligencias
cometidas en la celebración del culto aquí en
la tierra sólo hace culpable al que incurre en ellas,
porque el culto divino debido al Señor se
compensa y se suple de un modo más elevado.
Así se me representan principalmente, entre
otras faltas, las distracciones de los sacerdotes
mientras ejercen el ministerio, por ejemplo,
mientras celebran la Misa; veo al sacerdote allí donde
están sus pensamientos y entre tanto
veo en el altar, en lugar de él, a un santo que hace sus
veces.
Estos cuadros muestran de un modo espantoso la gravedad
de la culpa del que celebra los
sagrados ministerios sin devoción ni atención. Así,
por ejemplo, veo salir de
la sacristía a
un sacerdote revestido para decir misa; pero en vez de
acercarse al altar, sale de la iglesia y
se dirige a una fonda, o a un huerto, o va a cazar a casa
de alguna persona, o a leer, o a
alguna reunión; lo veo aquí o allá, adonde van sus
pensamientos, precisamente como si él
fuese en persona a esos lugares, lo cual causa compasión
y vergüenza. Pero es conmovedor
ver que, entretanto, un sacerdote santo celebra los
divinos oficios en lugar de aquel otro que
divaga. Con frecuencia veo al tal sacerdote
alguna vez en el altar, pero muy pronto se
vuelve a otro lugar
poco conveniente. A veces veo que estas distracciones duran largo rato.
La enmienda se me representa en estos casos en forma de
constancia y recogimiento en el
culto.
En varios lugares veo
quitar mucho polvo y basura de los vasos sagrados, los cuales se
vuelven
resplandecientes y como nuevos.
.
3.
Ve la excelencia y la significación de la santa Misa.
(Mediados de Agosto
de 1820)
Veo en todas partes
sacerdotes rodeados de las gracias de la Iglesia y de los tesoros de los
méritos de Jesús y de
los santos, enseñando, predicando y ofreciendo el santo Sacrificio,
pero muertos y tibios
espiritualmente. Me fue mostrado un pagano que en lo alto de una
columna hablaba de un
nuevo Dios, con tal elocuencia que todo el pueblo se conmovió y
participó de sus
sentimientos y deseos.
Estas visiones me han
turbado de día y de noche, tanto que no sé qué partido tomar. El
estado actual de
miseria y corrupción se me muestra en relación con un estado anterior
mejor que el actual,
y así tengo que orar sin intermisión.
¡Cosa monstruosa es celebrar
indignamente la Misa! ¡Oh! ¡no es indiferente el celebrarla
bien o mal! Supe por un cuadro inmenso
de los misterios de la santa Misa, que todo lo que
hay de santo desde el
principio del mundo se refería a ella. He visto el Alfa y el Omega. He
visto la
significación del círculo, de la forma redonda de la tierra y de los cuerpos
celestes,
de los contornos
redondos de las apariciones y de la hostia. He visto la correlación de los
misterios de la Encarnación, de la Redención y del santo
sacrificio de la Misa y cómo
María comprende lo
que ni el mismo cielo puede comprender. Estas visiones se extendían a
todo el Antiguo
Testamento. Vi los sacrificios desde la primera oblación y entendí la
admirable
significación de los santos huesos. Vi la significación de las reliquias de los
altares donde se dice
la Misa.
Vi los huesos de Adán
descansar en el monte Calvario y por cierto algo sobre el nivel del
mar, exactamente bajo
el lugar en que Cristo fue crucificado. Miré dentro de una cueva y vi
el esqueleto de Adán.
Vi que las aguas del diluvio habían dejado intacto este sepulcro; que
Noé tenía en el arca
parte de esos huesos; que los puso en el altar cuando ofreció el primer
sacrificio, como
después hizo Abrahán, y que los huesos que éste colocaba en el altar eran
los mismos de Adán,
que había recibido de Sem. Así la muerte de Jesucristo en el Calvario,
sobre los huesos de
Adán, es una significación de la santa Misa, que se celebra sobre las
reliquias que están
en el arca del altar. Los sacrificios de los patriarcas eran una preparación
a este sacrificio de
la Misa. Así, mediante los huesos que los patriarcas ponían sobre el
altar, recordaban a
Dios sus promesas.
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4.
Ve a Noé y a Moisés ofrecer sacrificios.
Vi a Noé ofrecer en
el arca sacrificios de incienso; el altar estaba cubierto de blanco y rojo.
Siempre que
sacrificaba u oraba ponía en él los huesos de Adán. Estos huesos los poseyó
luego Abrahán, a
quien los vi poner en el altar de Melquisedec. La parte posterior del altar
miraba al norte. Los
patriarcas edificaban siempre el altar en esta posición, porque el mal
venía del Norte.
También vi a Moisés
orando ante un altar donde estaban los huesos de Jacob. Cuando
derramaba sobre el
altar alguna cosa, levantábase una llama y en ella echaba el incienso y
los perfumes. En la
oración conjuró a Dios por la promesa que el mismo Dios había hecho a
aquellos huesos. Oró
muy largo tiempo hasta que le rindió el cansancio; pero a la mañana
siguiente se levantó
para orar de nuevo. Moisés
oró con los brazos en cruz. Dios no puede
resistir a esta oración, pues su propio Hijo ha
perseverado orando así en la cruz hasta la
muerte. Como había visto orar a Moisés, así vi
también orando a Josué cuando el sol se
detuvo por su
mandato.
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5.
Ve a la Virgen y a San Juan en la representación de la santa Misa.
He invocado a Dios Padre pidiéndole que se digne mirar a
su divino Hijo, que a cada
instante satisface por los pecadores, que ahora mismo se
ofrece y se ofrece incesantemente
de nuevo. Entonces he visto la representación
del Viernes Santo y que el
Señor se ofrece en
el altar del sacerdote celebrante como se ofreció en la
cruz y he visto de un modo vivo, al
pie de la cruz a María y al discípulo Juan.
Esto lo veo a cada momento, de día y de noche, y
veo la comunidad de
los fieles, si oran bien o mal, y cómo desempeñan los sacerdotes su
ministerio. Veo
primeramente a la iglesia de aquí y después las iglesias y comunidades
próximas, como se ve
a un cercano árbol cargado de frutas y alumbrado por el sol, y a lo
lejos, otros,
agrupados o formando bosques.
Veo a todas horas, de
día y de noche, las misas que se dicen en todo el mundo y en
comunidades muy
remotas! donde todavía se celebra como en tiempos de los apóstoles.
Sobre el altar veo en visión una asistencia especial con
que los ángeles suplen las
negligencias de los sacerdotes.
Por las faltas de devoción de los fieles ofrezco yo también
mi corazón y pido a
Dios misericordia. Veo a
muchos sacerdotes que desempeñan su
ministerio de un modo deplorable. Guardan las formas,
pero muchas veces no se cuidan del
espíritu. Siempre tienen presente que los está
viendo el pueblo, y con
esto no piensan que
los ve Dios. Los escrupulosos quieren
convencerse de su propia devoción.
Muchas veces, durante
el día, estoy viendo de esta manera la celebración de la Misa por
todo el mundo; y
cuando me dirigen alguna pregunta, me parece como si tuviera que
interrumpir una
ocupación para hablar con un niño curioso. Es tanto lo que Jesús nos ama,
que perpetúa en la Misa la obra de la Redención; la Misa
es la redención oculta que se
realiza constantemente en el Sacramento.
Todo esto lo vi desde mis primeros años y creía
que todos los hombres
lo veían como yo.
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6.
Ve una representación de la misa sacrilega.
Cuando vi a mi
derecha la espantosa imagen del niño crucificado, me volví a la izquierda;
pero seguía viéndolo.
Entonces pedí a Dios que se dignara librarme de aquella escena y mi
Esposo celestial me
dijo: “Mira otra cosa peor
aún; mira cómo me tratan diariamente en
todo el mundo”. Vi entonces a los sacerdotes que celebran
la Misa en pecado mortal. Vi la
Hostia sobre el altar, como un niño vivo, y vi que era
despedazado en la patena y ofendido
de un modo horrible: sacrificarlo así es asesinarlo.
Vi además un número
indecible de infelices que son hoy en día oprimidos, atormentados y
perseguidos en muchas
partes y vi que todo esto sucedía como en la persona del mismo
Jesús. Son malos
estos tiempos y no hay recurso alguno. Sobre el mundo se extiende una
niebla espesa de
pecados y todas las cosas se hacen con tibieza e indiferencia.
También en Roma vi a
malos sacerdotes atormentar de esta manera al Niño Jesús en la
Misa. Ellos querían
ver al Papa y exigirle una cosa muy peligrosa. Pero el Papa veía lo
mismo que yo: que un
ángel los rechazaba con una espada desnuda siempre que pretendían
acercarse a él.