- ▼ 2011 (605)
- ▼ 03/13 - 03/20 (63)
- MONS. RANJITH ANALIZA A REFORMA LITÚRGICA PÓS CONC...
- AMANHÃ, DOMINGO CELBRA-SE O 72º ANIVERSÁRIO DA CO...
- Sitio Dedicado al Santo Sacrificio de la Misa : ...
- * catholic apologetics * APOLOGÉTIQUE CATHOLIQ...
- Carta encíclica ‘Bonum Sane’ de Bento XV sobre São...
- Praying to Saint Joseph
- O Cordão de São José teve usa origem na Bélgica
- O CORDÃO DE S.JOSÉ
- # INTERVISTA CONCESSA DA MONS. GUIDO MARINI A PAOL...
- INTERVISTA CONCESSA DA MONS. GUIDO MARINI A PAOLO ...
- Rito Romano tradizionale e Primato di Pietro Il Mo...
- S.E. Monseigneur l’Archevêque Piero Marini, n’hési...
- Misa de Siempre EL MOTU PROPRIO SUMMORUM PONTIFICU...
- The Consecration of Our Lady of Guadalupe Seminary...
- Protéctor sanctae Ecclésiae Solemnidad del Glorios...
- # Imagenes de Misa Pontifical del Card. Darío Cast...
- Imagenes de Misa Pontifical del Card. Darío Castri...
- Los santos y San Jose .SÃO JOSÉ, GUARDIÃO DOS MIS...
- Los obispos deben aplicar el ‘motu proprio’ sobre ...
- Juventutem London's March Solemn Mass and Social
- Como assistir com fruto a Santa Missa
- IL LIBRO CHE HA FERMATO LA BEATIFICAZIONE DI PAOLO...
- Malachi Martin might be considered by some to be t...
- ENTREVISTA AL PADRE MALACHI MARTIN
- Rome Traditions: Annual Palazzo Massimo Mass . Thi...
- Summa Daemoniaca - Padre Fortea
- # Exemplo a ser imitado :Dom Athanasius Schneider,...
- Exemplo a ser imitado :Dom Athanasius Schneider, e...
- the East is the direction that must be assigned to...
- Padre Vincenzo Nuara o.p.: Mi auguro che la liturg...
- Congresso Summorum Pontificum em Roma: 13-15 de ma...
- Cardinal Burke's Pontifical Mass in Australia
- Supplica al Cardinal Bertone sulla mancanza di pot...
- Petition to Cardinal Bertone regarding the lack of...
- Paix Liturgique apela a Bertone: um esclarecimento...
- A POSIÇÃO "AD ORIENTEM" OU "VERSU DEUM" . MISSA AD...
- CENTRALIDADE DA CRUZ NA SANTA MISSA
- CARDEAL CASTRILLON: "PÁROCOS E BISPOS DEVEM ACEITA...
- É OBRIGATÓRIO O TRAJE ECLESIÁSTICO PARA OS MINISTR...
- Il cardinale Suenens esclamava: «Il Vaticano II è ...
- A advertência não atendida de Nossa Senhora de Aki...
- Sermão de Sto. António de Pádua para o I Domingo d...
- 2011All'Angelus di ieri il Papa esorta anche i rag...
- Testamento spirituale di Shahbaz Bhatti
- " É A PARTIR DA LITURGIA QUE COMEÇA A RENOVAÇÃO DA...
- DECLARAÇÕES DO CARDEAL STICKLER DOBRE A MISSA GREG...
- El sacerdote y el canon de la Santa Misa, o Plegar...
- COMUNIÓN EFECTIVA CON EL PAPA:EL CARDENAL PATRIARC...
- Monsignor Guido Marini spiega come il successore d...
- Plinio Corrêa de Oliveira O Santo Sudário: reflexo...
- Entretien accordé par Mgr Bernard Fellay au Distri...
- THE CAUSE AND EFFECT OF THE HERMENEUTIC OF RUPTURE...
- Fervorines para la elevación de las sagradas espec...
- DOM GUÉRANGER : MISTICA DELLA QUARESIMA
- Dom Guéranger : Dom Guéranger
- PONTIFICAL DEL CARDENAL BURKE EN SIDNEY
- Angelus: Pope Benedict XVI prays for victims of Ja...
- Benedicto XVI : Si nos preguntamos: ¿por qué la C...
- Papst Benedikt XVI. hat beim Angelusgebet am Sonnt...
- Lutar contra o pecado e salvar o pecador: Bento XV...
- BENEDETTO XVI : Se ci domandiamo: perché la Quares...
- Methods of Hearing Mass . Mensagem do Cardeal Pia...
- * PICCOLI GRANDI LIBRI * # * BIBLIOGRAFIA SOBR...
- ▼ 03/13 - 03/20 (63)
- E senti o espírito
inundado por um mistério de luz que é Deus e N´Ele vi e ouvi -A ponta da lança como chama que se desprende, toca o eixo da terra, – Ela estremece: montanhas, cidades, vilas e aldeias com os seus moradores são sepultados. - O mar, os rios e as nuvens saem dos seus limites, transbordam, inundam e arrastam consigo num redemoinho, moradias e gente em número que não se pode contar , é a purificação do mundo pelo pecado em que se mergulha. - O ódio, a ambição provocam a guerra destruidora! - Depois senti no palpitar acelerado do coração e no meu espírito o eco duma voz suave que dizia: – No tempo, uma só Fé, um só Batismo, uma só Igreja, Santa, Católica, Apostólica: - Na eternidade, o Céu! (escreve a irmã Lúcia a 3 de janeiro de 1944, em "O Meu Caminho," I, p. 158 – 160 – Carmelo de Coimbra)
sábado, 19 de março de 2011
* MONS. RANJITH ANALIZA A REFORMA LITÚRGICA PÓS CONC... * AMANHÃ, DOMINGO CELBRA-SE O 72º ANIVERSÁRIO DA CO... * Sitio Dedicado al Santo Sacrificio de la Misa : ... * * catholic apologetics * APOLOGÉTIQUE CATHOLIQ... * Carta encíclica ‘Bonum Sane’ de Bento XV sobre São... * Praying to Saint Joseph * O Cordão de São José teve usa origem na Bélgica * O CORDÃO DE S.JOSÉ * # INTERVISTA CONCESSA DA MONS. GUIDO MARINI A PAOL.
MONS. RANJITH ANALIZA A REFORMA LITÚRGICA PÓS CONCILIAR E SUGERE A GRANDE NECESSIDADE DE REFORMAR A PRÓPRIA REFORMA JÁ FEITA
Monseñor Ranjith, Secretario de la Congregación para el Culto Divino, ha escrito el prólogo para la edición inglesa del libro “El Cardenal Ferdinando Antonelli y el desarrollo de la reforma litúrgica desde 1948 hasta 1970” de Monseñor Nicola Giampietro. Ofrecemos nuestra traducción del texto completo de este prólogo en el cual Monseñor Ranjith, con gran valentía, realiza un análisis preciso de la reforma litúrgica post-conciliar, planteando la gran necesidad de reformar la misma reforma.
¿Hasta qué punto la reforma litúrgica post-conciliar refleja en verdad a la “Sacrosanctum Concilium”, la Constitución del Concilio Vaticano II sobre la Sagrada Liturgia? Esta es una cuestión que a menudo ha sido debatida en los círculos eclesiásticos desde el mismo momento en que el Consilium ad Exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia culminó su trabajo. En las últimas dos décadas, ha sido debatida incluso con mayor intensidad. Y mientras algunos han sostenido que lo realizado por el Consilium estuvo en línea con aquel gran documento, otros se han mostrado totalmente en desacuerdo.
En la búsqueda de una respuesta a esta cuestión, debemos tener en cuenta la atmósfera turbulenta de los años que siguieron inmediatamente al Concilio. En su decisión de convocar el Concilio, el Papa Juan XXIII había deseado que la Iglesia se preparara para el nuevo mundo que estaba emergiendo tras la desgracia de los desastrosos acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. Él previó proféticamente el surgimiento de una fuerte corriente de materialismo y secularismo a partir de las orientaciones nucleares de la era precedente, que había estado marcada por el espíritu de la ilustración, y en la que los valores tradicionales de la antigua visión del mundo ya habían comenzado a ser sacudidos.
La revolución industrial, junto con sus tendencias filosóficas antropocéntricas y subjetivistas, especialmente las derivadas de la influencia de Kant, Hume y Hegel, llevaron al surgimiento del marxismo y del positivismo. Esto también provocó la aparición de la crítica bíblica, relativizando hasta cierto punto la veracidad de las Sagradas Escrituras, lo que por su parte tuvo influencias negativas en la teología, generando una actitud que cuestionaba la objetividad de la Verdad establecida y la utilidad de defender las tradiciones e instituciones eclesiásticas. Algunas escuelas de teología se atrevieron incluso a cuestionar doctrinas básicas de la Iglesia. En realidad, el Modernismo ya había sido anteriormente una fuente de peligro para la fe. Es en este escenario que el Papa Juan XXIII sintió que necesitaban encontrarse respuestas más convincentes.
El llamado del Papa a un aggiornamento asumió entonces el carácter de una búsqueda de fortificación de la fe, en orden a hacer más efectiva la misión de la Iglesia y ser capaces de responder convincentemente a estos desafíos. No fue, ciertamente, un llamado a caminar según el espíritu de los tiempos, un ponerse pasivamente a la deriva, ni tampoco un llamado a realizar un nuevo comienzo de la Iglesia, sino un llamado a hacer que el mensaje del Evangelio sirviera de mayor respuesta a las cuestiones difíciles que la humanidad enfrentaría en la era post-moderna. El Papa explicaba el ethos detrás de su decisión cuando declaró: “hoy, la Iglesia está siendo testigo de una crisis dentro de la sociedad.
Al tiempo que la humanidad está al borde de una nueva era, aguardan a la Iglesia tareas de una inmensa gravedad y amplitud, como en los más trágicos períodos de su historia. Es cuestión, en definitiva, de poner al mundo moderno en contacto con las energías vivificantes y perennes del Evangelio… a la vista de un doble espectáculo – un mundo que revela una grave pobreza espiritual, y la Iglesia de Cristo, que aún vibra con vitalidad - nosotros… hemos sentido inmediatamente la urgencia del deber de convocar a nuestros hijos para dar a la Iglesia la posibilidad de contribuir más eficazmente a la solución de los problemas de la era moderna” (Constitución Apostólica “Humanae Salutis”, 25 de diciembre de 1961). El Papa continuaba: “el Concilio que se aproxima se reunirá en un momento en el que la Iglesia encuentra muy vivo el deseo de fortificar su fe y de contemplarse a sí misma en su propia sobrecogedora unidad. Al mismo tiempo, siente urgente el deber de dar una mayor eficiencia a su sana vitalidad y de promover la santificación de sus miembros, la difusión de la Verdad revelada, la consolidación de sus organismos” (ibíd.).
Entonces, el Concilio fue básicamente una llamada a un fortalecimiento de la Iglesia desde adentro en orden a prepararla mejor para su misión en medio de las realidades del mundo moderno. Subyacente a estas palabras, estaba también el sentido de estima que el Papa sentía hacia lo que la Iglesia ya era entonces. Las palabras “vibrante con vitalidad” usadas por el Papa para definir el status de la Iglesia en aquel momento, no dejan ver, por cierto, ningún sentido de pesimismo, como si el Papa despreciara el pasado o lo que la Iglesia había conseguido hasta entonces. Es por esto que no se puede pensar justificadamente que, con el Concilio, el Papa haya llamado a un nuevo comienzo.
Tampoco fue un llamado a la Iglesia a “des-clasificarse” a sí misma, cambiando o abandonando totalmente sus tradiciones antiquísimas, quedando, por así decir, absorbida por la realidad del mundo que la rodea. De ninguna forma se pidió el cambio por el cambio en sí sino sólo en orden a fortalecer y preparar mejor a la Iglesia para enfrentarse con los nuevos desafíos. En resumen, el Concilio nunca fue llamado a ser una aventura sin rumbo. Se quiso que fuera una experiencia verdaderamente pentecostal.
Aún así, y no obstante lo mucho que los Papas que guiaron este evento insistieron en la necesidad de un verdadero espíritu de reforma, fiel a la naturaleza esencial de la Iglesia, e incluso cuando el Concilio mismo produjo tan bellas reflexiones teológicas y pastorales como Lumen Gentium, Dei Verbum, Gaudium et Spes y Sacrosanctum Concilium, lo que sucedió fuera del Concilio – especialmente dentro de la sociedad en su conjunto y al interno de su círculo de liderazgo filosófico y cultural – comenzó a influenciar negativamente a la Iglesia, creando tendencias que fueron dañinas para su vida y su misión.
Estas tendencias, que en ocasiones fueron incluso representadas más virulentamente por ciertos círculos de dentro de la Iglesia, no estaban necesariamente conectadas con las orientaciones o las recomendaciones de los documentos del Vaticano II. Pero de todas formas fueron capaces de sacudir los fundamentos de la fe y de las enseñanzas de la Iglesia en una medida sorprendente. La fascinación de la sociedad con un exagerado sentido de la libertad individual y su inclinación al rechazo de lo permanente o absoluto, junto con otros pensamientos mundanos, tuvieron influencia en la Iglesia, y a menudo fueron justificados en nombre del Concilio.
Esta visión también relativizó la Tradición, la veracidad de la doctrina desarrollada, y tendió a idolizar todo lo nuevo. Contenía consigo fuertes tendencias favorables al relativismo y al sincretismo religioso. Para ellos, el Concilio tenía que ser una suerte de nuevo comienzo para la Iglesia. El pasado había terminado su curso. Conceptos básicos y temas como el Sacrificio y la Redención, la misión, la proclamación y la conversión, la adoración como un elemento integral de la Comunión, y la necesidad de la Iglesia para la salvación – todos fueron dejados de lado; mientras que el diálogo, la inculturación, el ecumenismo, la Eucaristía como “Banquete”, la evangelización como “testimonio”, etc., se tornaron más importantes. Fueron despreciados valores absolutos.
El Cardenal Joseph Ratzinger se refirió a este siempre creciente espíritu de relativismo: para él, al verdadero Concilio “se contrapuso, ya durante las sesiones y con mayor intensidad en el período posterior, un sedicente «espíritu del Concilio», que es en realidad su verdadero «antiespíritu». Según este pernicioso anti-espíritu (Konils-Ungeist en alemán), todo lo que es «nuevo»… sería siempre en cualquier circunstancia mejor que lo que se ha dado en el pasado o lo que existe en el presente. Es el antiespíritu, según el cual la historia de la Iglesia debería comenzar con el Vaticano II, considerado como una especie de punto cero” (Informe sobre la fe, 1985).
El Cardenal descartaba esta visión como falsa ya que “el Vaticano II no quería ciertamente «cambiar» la fe sino reproponerla de manera eficaz” (ibíd.). También afirmaba que, de hecho, “el Concilio no siguió el derrotero que Juan XXIII había esperado”. Y declaraba que “es necesario también reconocer que – al menos hasta ahora – no ha sido escuchada la plegaria del papa Juan para que el Concilio significase un nuevo salto adelante, una vida y una unidad renovadas para la Iglesia” (ibíd.). Éstas son palabras duras, pero yo diría también muy verdaderas, ya que el espíritu de una exagerada libertad teológica apartó, por así decirlo, al mismo Concilio de sus metas declaradas.
El Consilium ad Exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia tampoco estuvo exento de ser influenciado por este incontenible maremoto del llamado deseo de “cambio” y “apertura”. Posiblemente, algunas de las mencionadas tendencias relativizantes influenciaron también a la Liturgia, minando la centralidad, la sacralidad y el sentido del misterio, y también minando el valor de aquello que la vida litúrgica eclesial había llegado a ser mediante la continua acción del Espíritu Santo en la bimilenaria historia de la Iglesia.
Un exagerado sentido de búsqueda de lo antiguo, el antropologismo, la confusión de los roles entre los ordenados y los no ordenados, una ilimitada provisión de espacio para la experimentación – y, de hecho, la tendencia a mirar con suficiencia algunos aspectos de la evolución de la liturgia en el segundo milenio – fueron cada vez más visibles entre ciertas escuelas litúrgicas.
Los liturgistas también tendieron a seleccionar aquellas secciones de la Sacrosanctum Concilium que parecían dar más cabida al cambio o a la novedad, ignorando las demás. Por otra parte, existía un enorme sentido de prisa por efectuar y legalizar los cambios. Se tendió a dar mucho espacio a una forma de mirar a la Liturgia demasiado horizontal. Las normas del Concilio que tendían a restringir tal creatividad, o que eran favorables a “la forma tradicional”, parecieron ser ignoradas. Peor aún, algunas prácticas que Sacrosanctum Concilium no había ni siquiera contemplado fueron permitidas en la liturgia, como la Misa versus populum, la Santa Comunión en la mano, el dejar de lado tanto el latín como el canto gregoriano en favor de cantos e himnos en vernáculo sin mucho espacio para Dios, y la extensión más allá de cualquier límite razonable de la facultad de concelebrar en la Santa Misa. También hubo una extremadamente mala interpretación del principio de “participación activa” (actuosa participatio).
Todo esto tuvo su efecto en la obra del Consilium. Aquellos que guiaron el proceso de cambio, tanto dentro del Consilium como luego en la Sagrada Congregación de Ritos, estuvieron ciertamente influenciados por todas estas tendencias novedosas. No todo lo que ellos introdujeron fue negativo. Mucho del trabajo realizado fue digno de elogio. Pero también se dejó mucho espacio para la experimentación y para la interpretación arbitraria. Estas “libertades” fueron explotadas hasta su máxima expresión por algunos “expertos” litúrgicos, lo que condujo a demasiada confusión. El Cardenal Ratzinger explica cómo “uno se estremece ante el rostro deslucido de la liturgia post-conciliar como ha llegado a ser, o uno se aburre con su banalidad y su falta de standards artísticos…” (La Fiesta de la Fe, 1986).
Esto no es para dejar toda la responsabilidad de lo sucedido únicamente en los miembros del Consilium, pero algunas de sus aproximaciones eran “débiles”. De hecho, hubo un espíritu general de “ceder” acríticamente en ciertos puntos al espíritu de muchedumbre entusiasta de la época, incluso dentro de la Iglesia, más visiblemente en algunos sectores y regiones geográficas. Algunos de los que tenían autoridad en la Sagrada Congregación de Ritos también mostraron signos de debilidad en este asunto. Se concedieron demasiados indultos sobre ciertos requerimientos de las normas.
Naturalmente, el “espíritu de libertad” al que algunos sectores de peso en la Iglesia dieron rienda suelta en nombre del Concilio, incluso haciendo vacilar a los que tomaban decisiones importantes, condujo a mucho desorden y confusión, algo que no buscaron ni el Concilio ni los Papas que lo guiaron. La triste afirmación del Papa Pablo VI durante la tormentosa década del ’70, “el humo de Satanás ha entrado en la Iglesia” (Homilía del 29 de junio de 1972, Fiesta de San Pedro y San Pablo), o sus comentarios acerca de las excusas de algunos para impedir la evangelización “sobre la base de ciertas enseñanzas del Concilio” (Evangelii Nuntiandi 80) muestran cómo este anti-espíritu del Concilio hizo más dolorosas sus labores.
A la luz de todo esto, y de algunas consecuencias problemáticas para la Iglesia hoy, es necesario descubrir cómo emergió la reforma litúrgica post-conciliar, y que figuras o actitudes causaron la presente situación. Es una necesidad a la que, en nombre de la verdad, no podemos renunciar. El Cardenal Ratzinger analizó así la situación: “estoy convencido de que la crisis que estamos experimentando en la Iglesia se debe en gran medida a la desintegración de la Liturgia… cuando la comunidad de fe, la unidad de la Iglesia en todo el mundo y su historia, y el misterio de Cristo Vivo no son ya visibles en la Liturgia, ¿dónde más va a ser la Iglesia visible en su esencia espiritual?
Entonces, la comunidad se celebra solamente a sí misma, una actividad que es completamente infructuosa” (Joseph Ratzinger, “Memorias”, 1998). Como decíamos antes, cierta debilidad por parte de aquellos responsables y la atmósfera de relativismo teológico, junto con el sentido de fascinación por la novedad, el cambio, el antropocentrismo, el acento en la subjetividad y el relativismo moral, además de la noción de libertad individual que caracterizó a la sociedad en su conjunto, minaron los valores establecidos de la fe y causaron este deslizamiento hacia la anarquía litúrgica sobre la que hablaba el Cardenal.
Las notas escritas por el Cardenal Antonelli toman, entonces, nueva significación. El Cardenal Antonelli, uno de los miembros más eminentes y más cercanamente involucrados del Consilium que supervisó el proceso de reforma, puede ayudarnos a comprender las polarizaciones internas que influenciaron en las distintas decisiones de la reforma y puede ayudarnos también a tener el coraje de mejorar o cambiar lo que fue introducido erróneamente y que parece ser incompatible con la verdadera dignidad de la Liturgia.
El Padre Antonelli ya había sido miembro de la Pontificia Comisión para la Reforma Litúrgica creada por el Papa Pío XII el 28 de mayo de 1948. Fue esta comisión la que trabajó en la reforma de la Liturgia de la Semana Santa y de la Vigilia Pascual, reforma que fue tratada por la misma con mucho cuidado. Esa misma comisión fue reconstituida por el Papa Juan XXIII en mayo de 1960 y, tiempo después, el Padre Antonelli formó parte del grupo que trabajó en la redacción de Constitución conciliar sobre la Sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium. Por todo esto, él estuvo muy cercanamente involucrado en el trabajo de reforma desde sus mismos principios.
Con todo, su rol en el movimiento de reforma parece haber sido en gran parte desconocido hasta que el autor de este libro, “El Cardenal Ferdinando Antonelli y el desarrollo de la reforma litúrgica desde 1948 hasta 1970”, Monseñor Nicola Giampietro, tuvo acceso a sus notas personales y decidió presentarlas en un estudio. Este estudio, que fue también la disertación para el doctorado de Monseñor Giampietro en el Pontificio Instituto Litúrgico de San Anselmo en Roma, nos ayuda a comprender los complejos trabajos internos de la reforma litúrgica previos e inmediatamente posteriores al Concilio. Las notas del Cardenal Antonelli revelan a un gran hombre de fe y de la Iglesia que se esfuerza por conformarse con algunas de las corrientes que influenciaron el trabajo del Consilium ad Exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia.
Lo que escribió en este diario revela cándidamente sus sentimientos de gozo pero también de dolor y a veces de miedo ante la forma en que las cosas se estaba haciendo, las actitudes de algunos de los personajes principales, y el sentido aventurero que caracterizó a algunos de los cambios que fueron introducidos. Éste libro está bien hecho. Ha sido citado por el mismo Cardenal Joseph Ratzinger en un artículo que escribió en la bien conocida revista litúrgica “La Maison-Dieu”, titulado “Respuesta del Cardenal Ratzinger al Padre Gy” (La Maison-Dieu, 230, 2002/2, p. 116). Sobre todo, es un oportuno estudio que nos ayudará a ver el otro lado de las presentaciones más que eufóricas de la reforma conciliar por parte de otros autores contemporáneos.
La publicación en inglés de este interesante estudio contribuirá grandemente, estoy seguro, al ya existente debate sobre la reforma litúrgica post-conciliar. Lo que más claro queda al lector de este estudio es lo que el Cardenal Joseph Ratzinger declaró: “el verdadero tiempo del Vaticano II aún no ha llegado” (Informe sobre la fe, 1985). La reforma debe continuar. Una necesidad inmediata parece ser la reforma del Misal reformado de 1969, dado que un número de cambios que se originaron con la reforma post-conciliar parecen haber sido introducidos con precipitación e irreflexivamente, como declara repetidamente el mismo Cardenal Antonelli. Se necesita corregir la dirección, para que los cambios se hagan verdaderamente en línea con la misma Sacrosanctum Concilium, y se debe ir incluso más lejos, según el espíritu de nuestro propio tiempo.
Y lo que nos impele a tales cambios no es meramente el deseo de corregir los errores pasados sino la necesidad de ser fieles a lo que la Liturgia es y significa para nosotros, y a lo que el Concilio mismo definió que la liturgia es. Porque, como declaró el Cardenal Ratzinger, “la cuestión de la Liturgia no es periférica: el Concilio mismo nos recuerda que en ésta tratamos con el corazón mismo de la fe cristiana” (ibíd.). Lo que necesitamos hoy es no sólo comprometernos en una honesta valoración de lo que sucedió sino también tomar decisiones audaces y valientes para poner el proceso en movimiento.
Necesitamos identificar y corregir las orientaciones y decisiones erróneas, apreciar con coraje la tradición litúrgica del pasado, y asegurar que la Iglesia redescubra las verdaderas raíces de su riqueza y grandeza espiritual, incluso si eso significa reformar a la misma reforma, asegurado así que la Liturgia se transforme verdaderamente en la “expresión eminente de la gloria de Dios y, en cierto sentido, un asomarse del Cielo sobre la tierra” (Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Post-sinodal Sacramentum Caritatis, del 22 de febrero del 2007, 35).
Arzobispo Malcolm Ranjith
Secretario de la Cong. para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos
8 de Diciembre 2008, Fiesta de la Inmaculada Concepción de María.
***
Fuente: The New Liturgical Movement
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
AMANHÃ, DOMINGO CELBRA-SE O 72º ANIVERSÁRIO DA COROAÇÃO DO VENERÁVEL PIO XII
En el Septuagésimo Segundo Aniversario de la coronación de Pío XII
La procesión papal, entretanto, salió por la puerta central de la basílica al atrio e hizo el camino inverso al de entrada. A través de la Scala y la Sala Regias ganó el Aula de las Bendiciones. Allí se detuvo hasta que todos los que estaban dentro del templo se hubieron acomodado fuera, en la plaza. Las campanas volvían a repicar con gran júbilo. Los graves y profundos tañidos del campanone de San Pedro marcaban el compás de los de sus hermanas de bronce. En la Loggia de las Bendiciones –el balcón central de la fachada– se había alzado el nivel del suelo mediante un entarimado con el objeto de hacer más visible la ceremonia que de allí a pocos momentos iba a tener lugar.

Precedía al Papa el marqués Patrizi Naro di Montoro, vexillifer o portaestandarte hereditario de la Santa Iglesia, en uniforme escarlata, llevando el gonfalón (de ahí su antiguo título de confaloniere) de la Santa Sede, que recordaba las victorias de las armas cristianas en las guerras contra los infieles. El vexillifer se colocó a la derecha con el pabellón izado. El Santo Padre, revestido aún con todos los ornamentos de la misa, llevaba la mitra constelada (gemmata). En el momento en que apareció por la loggia la muchedumbre lo vitoreó con entusiasmo desbordante, ahogando las notas del himno pontificio (compuesto por Charles Gounod) y de las marchas militares que ejecutaban las bandas. Los regimientos de las guardias vaticanas y de las fuerzas de orden italianas se cuadraron militarmente. Todas las banderas se inclinaron en señal de acatamiento.

El cardenal decano Caccia-Dominioni entonó lo más alto que pudo –para hacerse oír– la antífona conveniente, que no podía ser más a propósito: “Corona aurea super caput eius” (Una corona de oro sobre su cabeza). Los cantores prosiguieron. Tras el versículo y su respuesta, el mismo purpurado cantó la oración dirigida al “Padre de los reyes” para que infundiera en el coronando lasa cualidades que deben brillar en quien ha de regir a las almas. El momento cumbre había llegado. El segundo cardenal del orden de los diáconos, Nicola Canali, quitó la mitra de la cabeza de Su Santidad mientras el cardenal protodiácono tomaba la tiara del cojín que le presentó el vestiario, monseñor Venini. Con gesto seguro la colocó sobre las augustas sienes de Pío XII al tiempo que pronunciaba las palabras rituales, pletóricas de significado y que resumen la concepción del Papado en el mejor estilo de la Edad Media:

“ACCIPE TIARAM TRIBVS CORONIS ORNATAM ET SCIAS TE ESSE PATREM PRINCIPVM, RECTOREM ORBIS IN TERRA, VICARIVM SALVATORIS NOSTRI IESV CHRISTI, CVI EST HONOR ET GLORIA IN SAECVLA SAECVLORVM” (Recibe la tiara de las tres coronas y sepas que eres el padre de los príncipes y de los reyes, rector del mundo aquí en la Tierra y Vicario de Nuestro Salvador Jesucristo, a Quien corresponde el honor y la gloria por los siglos de los siglos).

San Gregorio el Grande, Adriano I, san Gregorio VII, Alejandro III, Inocencio III, Bonifacio VIII… sus espíritus estarían presentes junto a los manes de los Cornelios, Catones, Julios, Augustos, Flavios, de los que fueron herederos, en esta hora de triunfo y apoteosis. El Papa ha aparecido sucesivamente tocado con la mitra y con la tiara. Precisamente Inocencio III dijo: “Mitra pro sacerdotio, corona pro regno” (la mitra es propia del poder espiritual; la tiara lo es del poder temporal). Hacía ya siglos que el Papado se había resignado a no ser ya árbitro de los potentados de este mundo y una década desde que Pío XI había renunciado definitivamente al poder temporal, conservando tan sólo el “mínimo indispensable” para asegurar la independencia de la Iglesia en orden a su misión espiritual.

Pero si los hechos habían impuesto su razón incontestable, la coronación del nuevo Romano Pontífice era un recordatorio del irrenunciable derecho público de la Iglesia. Si el Papa ya no era rey sí podía amonestar a los soberanos: “Et nunc reges intelligite! Erudimini qui iudicatis terram!” (Ps II). Lo malo es que eran tiempos –y se avecinaban terribles– en los que los dirigentes de las naciones hacían oídos sordos.

El Papa recién coronado parecía más romano que nunca, con su perfil aquilino, su aristocrático continente y la serena grandeza que se desprendía de su persona. Había llegado el momento de concluir los ritos de la coronación mediante la bendición Urbi et orbi. Extendió sus brazos y los elevó en un gesto que iba a ser característico en él: como recogiendo todas las necesidades de sus hijos y de toda la humanidad para presentarlos a Dios, a quien dirigía la mirada extática. Uniendo sus manos en lo alto y juntándolas sobre su pecho, trazó tres signos de la cruz en distintas direcciones, repartiendo las gracias que la Santísima Trinidad se dignara conceder a través de su representante en la Tierra.

No pudieron verse entonces los estilizados dedos de Pacelli, finísimos y largos, ni lo diáfano de sus blancas manos, por estar éstas cubiertas por las quirotecas. Pero el Papa marcó ya su estilo inconfundible de Pastor Angelicus. De hecho, así lo llamaría, contagiado por el entusiasmo popular, el cardenal Caccia-Dominioni, en cuanto los cortinajes de la loggia hurtaron a Pío XII de la vista de un gentío exultante.

En el Aula de los Paramentos, donde Pacelli procedió a despojarse de sus galas litúrgicas, el protodiácono siguió una tradición que remontaba a Benedicto XIV (cuyo nombre de pila era Próspero). Se dirigió al Santo Padre con las palabras del salmo 44: “Prospere procede et regna” (Avanza prósperamente y reina). Al papa Lambertini, que era un espíritu ameno y divertido, le había gustado la ocurrencia del cardenal Albani en 1740, la que hizo fortuna y se fue repitiendo a cada elección.

También le formuló el voto de que viera “annos Beati Petri” (los años de Pedro), augurándole de esta manera un reinado largo, pues es sabido que los años que el primer papa dirigió la comunidad de Roma fueron veinticinco (del 42 al 67, pues antes estuvo en Antioquía). Sólo tres pontífices habían llegado a superar el cuarto de siglo sobre el sacro solio: Benedicto XIII o Pedro de Luna (28 años), el beato Pío IX (31 años) y León XIII (25 años). Pío XII era relativamente joven, pues tenía 63 años. Su salud había sido algo endeble, pero había sabido siempre sobreponerse a sus molestias haciendo despliegue de una gran voluntad. Tendría, sin embargo, que llegar a los 88 años para ver los años de Pedro.

Ahora sí, pasados los fastos con los que quedaba inaugurado oficialmente su pontificado, comenzaba para Pío XII la rutina diaria. Como era un hombre habituado al trabajo no le costó hacerse a ella, pero pensaría con un tanto de melancolía en el viaje a Suiza que había planeado para después del cónclave y que su elección como papa había cancelado definitivamente. Para Eugenio Pacelli en lo sucesivo ya no habría vida privada en el sentido de poder solazarse con períodos de sano ocio vacacional. La solicitud universal por las almas no le iba a dar tregua.
fonte:SODALITIVM INTERNATIONALE PASTOR ANGELICVS
Sitio Dedicado al Santo Sacrificio de la Misa : * Defensores de la Santa Misa * La Santa Misa * Misal Festivo * Liturgia * Santoral * Sermones * Exorcismos * Devociones * Oraciones * Meditaciones * Canticos * Libros * Fin de los Tiempos * Escritos * El Aborto * Artículos * Videos * Vínculos
1 de Marzo:
SAN ALBINO,
Obispo y Confesor
SAN ALBINO,
Obispo y Confesor
SANTORAL DE MARZO
.
BENDITO SEA DIOS PADRE, Y Y SU HIJO UNIGÉNITO, Y TAMBIÉN EL ESPÍRITU SANTO | BENDIGAMOS AL DIOS DEL CIELO, Y ALABÉMOSLE DELANTE DE TODOS LOS VIVIENTES |
NO MORIRÁ DE MALA MUERTE
EL QUE OYE DEVOTAMENTE Y CON PERSEVERANCIA LA SANTA MISA.
(San Agustín)
EL QUE OYE DEVOTAMENTE Y CON PERSEVERANCIA LA SANTA MISA.
(San Agustín)
"El Novus Ordo Missae se aleja de manera impresionante, en conjunto y en detalle, de la teología católica de la Santa Misa, tal como fuera formulada en la sesión XXIIª del Concilio de Trento... "
(Breve Examen Critico del Novus Ordo)
ÍNDICE
- Defensores de la Santa Misa
- La Santa Misa
- Misal Festivo
- Liturgia
- Santoral
- Sermones
- Exorcismos
- Devociones
- Oraciones
- Meditaciones
- Canticos
- Libros
- Fin de los Tiempos
- Escritos
- El Aborto
- Artículos
- Videos
- Vínculos
- Contáctenos
El valor espiritual de la misa es incalculable.
La Santa Misa es el compendio de las maravillas que Dios ha hecho con los hombres.
Cuantos frutos, gracias, privilegios y dones recibimos de la mano del Altísimo Dios todos son por la sagrada muerte y pasión de Nuestro Señor Jesucristo, la cual se representa en el Santo Sacrificio de la Misa.
Cada santa misa escuchada con atención y devoción produce en nuestra alma efectos maravillosos, abundantes gracias espirituales. P. Pío
La Misa es Cristo en al Cruz, con María y Juan a los pies de la misma y los ángeles en adoración. Lloremos de amor y adoración en esta contemplación. P.Pío
Más agrada, al Altísimo Dios el sacrificio de la Misa que los méritos de todos los Angeles. San Lorenzo Justiniano
* catholic apologetics * APOLOGÉTIQUE CATHOLIQUE . UNE DOCTRINE DE CONTRE-R... * APOLOGÉTICA Autor: A. Boulenger * artigos de apologética * Sobre a Confissão freqüente Por Santo Afonso Maria... * Diferença de culto (latria, dulia e hiperdulia) * TEMAS DE APOLOGÉTICA EM ESPANHOL * S. José, um homem normal
-
- ▼ Março (8)
- catholic apologetics
- APOLOGÉTIQUE CATHOLIQUE . UNE DOCTRINE DE CONTRE-R...
- APOLOGÉTICA Autor: A. Boulenger
- artigos de apologética
- Sobre a Confissão freqüente Por Santo Afonso Maria...
- Diferença de culto (latria, dulia e hiperdulia)
- TEMAS DE APOLOGÉTICA EM ESPANHOL
- S. José, um homem normal
http://saojoserogaipornos.blogspot.com/
Carta encíclica ‘Bonum Sane’ de Bento XV sobre São José.
Carta Encíclica de S.S. o Papa Bento XV
(Motu Proprio)
No Cinqüentenário da Proclamação de São José
como Patrono da Igreja Universal
Se dermos uma olhada nestes últimos 50 anos, observamos um admirável reflorescimento de piedosas instituições, as quais atestam como o culto ao santíssimo Patriarca veio se desenvolvendo sempre mais entre os fiéis; depois, se considerarmos as hodiernas calamidades que afligem o gênero humano, parece ainda mais evidente a oportunidade de intensificar tal culto e de difundi-lo com maior força em meio ao povo cristão. De fato, após a terrível guerra, na nossa Encíclica “sobre a reconciliação da paz cristã”, indicamos o que faltava para restabelecer em todo lugar a tranqüilidade da ordem, considerando particularmente as relações que decorrem entre os povos e entre os indivíduos no campo civil. Agora se faz necessário considerar uma outra causa de perturbação, muito mais profunda, que se aninha justamente no mais íntimo da sociedade humana: dado que o flagelo da guerra se abateu sobre as pessoas quando elas já estavam profundamente infectadas pelo naturalismo, isto é, por aquelas grande peste do século que, onde se enraíza, diminui o desejo dos bens celestes, apaga a chama da caridade divina e retira do homem a graça salvadora e elevadora de Cristo até que, tolhida dele a luz da fé e deixadas a ele as solitárias e corrompidas forças da natureza, o abandona à mercê das mais insanas paixões. E assim aconteceu que muitíssimos se dedicaram somente à conquista dos bens terrenos, e como já estava aguçada a contenda entre proletários e patrões, este ódio de classes aumentou ainda mais com a duração e atrocidade da guerra, a qual, se de um lado causou às massas um mal-estar econômico insuportável, por outro fez afluir às mãos de pouquíssimos, fortunas fabulosas.
Acrescente-se que a santidade da fé conjugal e o respeito à autoridade paterna foram por muitos, não pouco vulneradas por causa da guerra; seja porque a distância de um dos cônjuges diminuiu no outro o vínculo do dever, seja porque a ausência de um olho vigilante deu oportunidade à leviandade, especialmente feminina, de viver a seu bel-prazer e demasiadamente livre. Por isto, devemos constatar com verdadeira dor que agora os costumes públicos são bem mais depravados e corrompidos que antes, e que portanto a assim chamada “questão social” foi-se agravando a tal ponto de suscitar a ameaça de irreparáveis ruínas. De fato amadureceu nos desejos e nas expectativas de todos os sediciosos a chegada de uma certa república universal, a qual seria fundada sobre a igualdade absoluta entre os homens e sobre a comunhão dos bens, e na qual não haveria mais distinção alguma de nacionalidade, nem teria mais que reconhecer-se a autoridade do pai sobre os filhos, nem dos poderes públicos sobre os cidadãos, nem de Deus sobre os homens reunidos em sociedade civil. Coisas todas que, se por desventura se realizassem, dariam lugar a tremendas convulsões sociais, como aquela que no momento está desolando não pequena parte da Europa. E é justamente para se criar também entre os outros povos uma condição similar de coisas, que nós vemos as plebes serem estimuladas pelo furor audacioso de alguns, e acontecerem aqui e acolá ininterruptas e graves revoltas.
Nós, portanto, mais que todos preocupados com este rumo dos acontecimentos, não deixamos, quando houve ocasião, de recordar aos filhos da Igreja os seus deveres. Agora, pelo mesmo motivo, ou seja, para recordar o dever aos nossos fiéis que estão em toda parte e ganham o pão com o trabalho, e para conservá-los imunes do contágio do socialismo, o inimigo mais implacável dos princípios cristãos, Nós, com grande solicitude, propomos a eles de modo particular São José, para que o sigam como guia e o honrem como celeste Patrono. Ele de fato levou uma vida similar a deles, tanto é verdade que Jesus bendito, enquanto era o Unigênito do Pai Eterno, quis ser chamado “o Filho do carpinteiro”. Mas aquela sua humilde e pobre condição, de quais e quantas virtudes excelsas Ele soube adornar! Ou seja, virtudes que deviam resplandecer no esposo de Maria Imaculada e no pai putativo de Jesus Cristo. Por isso, na escola de São José, aprendam todos a considerar as coisas presentes, que passam, à luz das futuras, que permanecem para sempre; e, consolando as inevitáveis dificuldades da condição humana com a esperança dos bens celestes, a estes aspirem com todas as forças, resignados à vontade divina, sobriamente vivendo segundo os ditames da piedade e da justiça. Ao que diz respeito especialmente aos operários, nos agrada relembrar aqui as palavras que proclamou em circunstância análoga o nosso predecessor de feliz memória Leão XIII, pois elas, ao nosso parecer, não poderiam ser mais oportunas: “Considerando estas coisas, os pobres, e quantos vivem com o fruto do trabalho, devem sentir-se animados por um sentimento superior de eqüidade, pois se a justiça permite-lhes elevar-se da indigência e de conseguir um melhor bem-estar, porém é proibido pela justiça e pela mesma razão de perturbar a ordem que foi constituída pela divina Providência. Aliás, é conselho insensato usar de violência e buscar melhorias através de revoltas e tumultos, os quais, na maioria das vezes, nada mais fazem que agravar ainda mais aquelas dificuldades que se desejam diminuir. Portanto, se os pobres querem agir sabiamente, não confiarão nas vãs promessas dos demagogos, mas sim no exemplo e no patrocínio de São José e na caridade materna da Igreja, a qual dia após dia tem por eles um zelo sempre maior” (Carta Encíclica “Quamquam pluries”).
Monsenhor Giacomo Della Chiesa, futuro Bento XV, sendo sagrado bispo por São Pio X.
Com o florescimento da devoção dos fiéis a São José, aumentará ao mesmo tempo, como necessária conseqüência, o culto à Sagrada Família de Nazaré, da qual ele foi o augusto chefe, brotando estas duas devoções uma da outra espontaneamente, dado que por São José nós vamos diretamente a Maria, e por Maria à fonte de toda santidade, Jesus Cristo, o qual consagrou as virtudes domésticas com a sua obediência para com São José e Maria. Nestes maravilhosos exemplos de virtude, Nós, pois, desejamos que as famílias cristãs se inspirem e completamente se renovem. E assim, dado que a família é o sustentáculo e a base da sociedade humana, fortalecendo a sociedade doméstica com a proteção da santa pureza, da fidelidade e da concórdia, com isso realmente um novo vigor, e diremos ainda, quase um novo sangue, circulará pelas veias da sociedade humana, que assim virá a ser vivificada pelas virtudes restauradoras de Jesus Cristo, e delas seguirá um alegre reflorescimento, não só dos costumes particulares, mas também das instituições públicas e privadas.
Nós, portanto, cheios de confiança no patrocínio Daquele à cuja próvida vigilância Deus agradou-se em confiar a guarda de seu Unigênito encarnado e da Virgem Santíssima, vivamente exortamos todos os Bispos do mundo católico, a fim de que, em tempos tão borrascosos para a Igreja, solicitem aos fiéis que implorem com maior empenho o válido auxílio de São José. E posto que diversos são os modos aprovados por esta Sé Apostólica com os quais se podem venerar o santo Patriarca, especialmente em todas as quartas-feiras do ano e durante todo o mês a ele consagrado, Nós queremos que, a critério de cada bispo, todas estas devoções, porquanto possível, sejam praticadas em todas as dioceses; mas, de modo particular, dado que ele é merecidamente tido como o mais eficaz protetor dos moribundos, tendo expirado com a assistência de Jesus e Maria, deverão cuidar os sagrados Pastores de inculcar e favorecer com todo o prestígio de sua autoridade aquelas piedosas associações que foram instituídas para suplicar a São José pelos moribundos, como aquela “da Boa Morte” e do “Trânsito de São José pelos agonizantes de cada dia”.
Para comemorar, pois, o supracitado Decreto Pontifício, ordenamos e impomos que dentro de um ano, a contar a partir de 8 de dezembro próximo, em todo o mundo católico seja celebrada em honra de São José, Patrono da Igreja Universal, uma solene função, como e quando julgar oportuno cada bispo; e a todos aqueles que a praticarem, Nós concedemos desde agora, nas condições habituais, a Indulgência Plenária.
Dado em Roma, junto de São Pedro, em 25 de julho de 1920, festa de São Tiago Apóstolo, no sexto ano de nosso pontificado.
Bento XV
Praying to Saint Joseph
On this Solemnity of Saint Joseph, I thought I might share again some of the prayers to Saint Joseph that I wrote several years ago and often pray. Together with Saint John in whose company he appeared at Knock on August 21, 1879, Saint Joseph is a powerful advocate and spiritual father for priests. He is also the friend and protector of family life, of exiles, and of immigrants. Saint Joseph is invoked for housing, for work, and in every material necessity.
PRAYER TO SAINT JOSEPH FOR PRIESTS
O glorious Saint Joseph,
who, on the word of the angel
speaking to you in the night,
put fear aside to take your Virgin Bride into your home,
show yourself today the advocate and protector of priests.
Protector of the Infant Christ,
defend them against every attack of the enemy,
preserve them from the dangers that surround them
on every side.
Remember Herod's threats against the Child,
the anguish of the flight into Egypt by night,
and the hardships of your exile.
Stand by the accused;
stretch out your hand to those who have fallen;
comfort the fearful;
forsake not the weak;
and visit the lonely.
Let all priests know that in you
God has given them a model
of faith in the night, obedience in adversity,
chastity in tenderness, and hope in uncertainty.
You are the terror of demons
and the healer of those wounded in spiritual combat.
Come to the defence of every priest in need;
overcome evil with good.
Where there are curses, put blessings,
where harm has been done, do good.
Let there be joy for the priests of the Church,
and peace for all under your gracious protection.
Amen.
A PRIEST’S PRAYER TO SAINT JOSEPH
Saint Joseph,
I take you this day as my advocate and defender,
my counselor and my friend.
Open your heart to me
as you opened your home to the Virgin Mother
in her hour of need.
Protect my holy priesthood
as you protected the life of the Infant Christ
threatened by cruel Herod.
In darkness bring me light;
in weakness, strength,
and in fear the peace that passes understanding.
For the sake of the tender love that bound you
to the Virgin Mary and the Infant Christ,
be for me, Saint Joseph, a constant intercessor
and a shield against every danger of body, mind, and soul
so that, in spite of my weaknesses and sins,
my priesthood may bring glory to Christ
and serve to increase the beauty of holiness
in his bride the Church.
Amen.
PRAYER TO SAINT JOSEPH FOR A PARTICULAR PRIEST
Saint Joseph,
I present to you this day
Father N., priest of Jesus Christ,
and beg you to be to him
advocate and defender,
counselor and friend.
Open your heart to him
as you opened your home to the Virgin Mother
in her hour of need.
Protect his holy priesthood
as you protected the life of the Infant Christ
threatened by cruel Herod.
In darkness bring him light;
in weakness, strength,
and in fear the peace that passes understanding.
For the sake of the tender love that bound you
to the Virgin Mary and the Infant Christ,
be for him, Saint Joseph, a constant intercessor
and a shield against every danger of body, mind, and soul
so that, in spite of his weaknesses and sins,
his priesthood may bring glory to Christ
and serve to increase the beauty of holiness
in his bride the Church.
Amen.
http://vultus.stblogs.org/
Saint Joseph,
I present to you this day
Father N., priest of Jesus Christ,
and beg you to be to him
advocate and defender,
counselor and friend.
Open your heart to him
as you opened your home to the Virgin Mother
in her hour of need.
Protect his holy priesthood
as you protected the life of the Infant Christ
threatened by cruel Herod.
In darkness bring him light;
in weakness, strength,
and in fear the peace that passes understanding.
For the sake of the tender love that bound you
to the Virgin Mary and the Infant Christ,
be for him, Saint Joseph, a constant intercessor
and a shield against every danger of body, mind, and soul
so that, in spite of his weaknesses and sins,
his priesthood may bring glory to Christ
and serve to increase the beauty of holiness
in his bride the Church.
Amen.
http://vultus.stblogs.org/
O Cordão de São José teve usa origem na Bélgica
INDULGÊNCIAS:
Dias nos quais se lucram indulgências plenárias trazendo consigo o cordão: No dia do recebimento do Cordão; No Natal (25/12); Na festa de Nossa Senhora Mãe de Deus e Circuncisão (01/01); Na festa de Reis (06/01); na festa da Páscoa, na festa da Ascensão, na festa de Pentecostes e na festa de Corpus Christi; Na Festa do Sagrado Coração de Jesus; Na festa do Imaculado Coração de Maria (22/08); Na Festa da Assunção de Nossa Senhora (15/08); na Festa dos Esponsais de São José (23/01) e na Festa de São José (19/03); Na festa de São José Operário (01/05); e em perigo de morte. Condições para ganhar as indulgências plenárias: a) Confissão;b) Comunhão; c) Um Pai Nosso, uma Ave Maria e um Glória ao Pai, nas intenções do Santo Padre o Papa. Deve-se rezar diariamente sete Glórias ao Pai em honra das sete dores e das 7 alegrias de São José, ou qualquer outra oração a São José como, por exemplo, as seguintes orações:ORAÇÃO RECORDANDO AS SETE PRINCIPAIS TRISTEZAS E AS SETE PRINCIPAIS ALEGRIAS DE SÃO JOSÉ
(conforme os sete nós do cordão) 1) Ó Esposo puríssimo de Maria Santíssima, glorioso São José, assim, como foi grande a amargura de vosso coração na perplexidade de abandonardes a vossa castíssima Esposa, assim foi indizível a vossa alegria quando pelo Anjo vos foi revelado o soberano mistério da Encarnação. Por esta tristeza e por esta alegria, vos pedimos a graça de consolardes agora e nas extremas dores, a nossa alma, com a alegria de uma vida justa e de uma santa morte, semelhante à vossa, assistidos por Jesus e por Maria. Pai Nosso, Ave Maria e Glória. 2) Ó felicíssimo Patriarca, glorioso São José, que fostes escolhido para ser o Pai adotivo do Verbo emanado, a tristeza que sentistes ao ver nascer em tanta pobreza o Deus menino, se vos mudou em júbilo celeste ao ouvirdes a Angélica harmonia e ao contemplardes a glória daquela brilhantíssima noite. Por esta tristeza e por esta alegria, vos suplicamos a graça de nos alcançardes que, depois da jornada desta vida, passemos a ouvir os angélicos louvores e a gozar os resplendores de glória celeste. Pai Nosso, Ave Maria e Glória. 3) Ó obedientíssimo executor das divinas Leis, glorioso São José, o sangue preciosíssimo que na Circuncisão derramou o Redentor-Menino vos transpassou o coração, mas o nome de Jesus vo-lo reanimou, enchendo-o de contentamento. Por esta tristeza e por esta alegria, alcançai-nos viver sem pecado, a fim de expirar cheios de júbilo com o nome de Jesus no coração e na boca. Pai Nosso, Ave Maria e Glória. 4) Ó fidelíssimo Santo, que tivestes parte nos mistérios de nossa Redenção, glorioso São José, se a profecia de Simeão a respeito do que Jesus e Maria teriam de padecer, vos causou mortal angústia, também vos encheu de suma alegria pela salvação e gloriosa ressurreição que, igualmente, predisse teria de resultar para inumeráveis almas. Por esta tristeza e por esta alegria, obtende-nos que sejamos do número daqueles que, pelos méritos de Jesus e pela intercessão da SS. Virgem, sua Mãe, têm de ressuscitar gloriosamente. Pai Nosso, Ave Maria, Glória. 5) Ó vigilantíssimo custódio, íntimo familiar do Filho de Deus encarnado, glorioso São José, quanto sofrestes para alimentar e servir o Filho do Altíssimo, particularmente na fuga com Ele para o Egito. Mas, qual não foi também vossa alegria o por terdes sempre convosco o mesmo Deus e por verdes cair por terra os ídolos egípcios. Por esta tristeza e por esta alegria, alcançai-nos que, afastando para longe de nós o infernal tirano, especialmente, com a fuga das ocasiões perigosas, sejam extirpados do nosso coração todos os idílios de afetos terrenos e que, inteiramente dedicados ao serviço de Jesus e de Maria, para eles somente vivamos e, na alegria do seu amor, expiremos. Pai Nosso, Ave Maria e Glória. 6) Ó anjo da terra, glorioso São José, que cheio de pasmo vistes o Rei do Céu submisso a vossos mandados, se a vossa consolação, ao reconduzi-lo do Egito, foi turbada pelo temor de Arquelau, contudo, sossegado pelo Anjo, permanecestesalegre em Nazaré com Jesus e Maria. Por esta tristeza e por esta alegria, alcançai-nos a graça de desterrar do nosso coração todo temor nocivo, de gozar a paz da consciência, de viver seguros com Jesus e Maria e também de morrer assistidos por eles. Pai Nosso, Ave Maria, Glória. 7) Ó exemplar de toda santidade, glorioso São José, que perdeste, sem culpa vossa, o Menino Jesus, e com grande angústia houvestes de procurá-lo por três dias até que, com sumo júbilo, gozastes do queera vossa vida, achando-o no Templo entre os doutores. Por esta tristeza e por esta alegria, vos suplicamos, com o coração nos lábios, que interponhais o vosso valimento para que nunca se suceda perder a Jesus por culpa grave; mas, se por desgraça o perdermos, com tão grande dor o procuremos que o achemos favorável, especialmente em nossa morte, para passarmos a gozá-la no céu e lá cantarmos convosco suas divinas misericórdias. Pai Nosso, Ave Maria e Glória.Rogai por nós, Santíssimo José. Para que sejamos dignos das promessas de Cristo. Oremos: Ó Deus, que por Vossa inefável Providência Vos dignastes escolher o bem-aventurado São José para Esposo de Nossa Mãe Santíssima, concedei-nos que aquele mesmo que na terra veneramos como protetor, mereçamos tê-lo no céu por nosso intercessor. Vós que viveis e reinais por todos os séculos dos séculos. Assim seja.ORAÇÃO A SÃO JOSÉ PELA FAMÍLIA - Grande Santo, a quem Deus confiou o cuidado da mais santa família que jamais houve, sede vós, vo-lo pedimos, o pai e protetor da nossa, e impetrai-nos a graça de vivermos e morremos no amor de Jesus, de Maria e do Vosso. Glória ao Pai, ao Filho e ao Espírito Santo, como era no princípio, agora e sempre. Amém. Pai Nosso e Ave Maria. ORAÇÃO PELOS AGONIZANTES – São José, Pai adotivo de Jesus Cristo e verdadeiro esposo da Virgem Maria, rogai por nós e pelos agonizantes deste dia (ou desta noite). V: São José, padroeiro dos agonizantes.R: Rogai por nós.LEMBRAI-VOS, ó puríssimo Esposo de Maria Virgem, ó meu doce protetor, São José, que jamais se ouviu dizer que alguém tivesse invocado a vossa proteção, implorado vosso socorro e não fosse por vós consolado e atendido. Com esta confiança venho à vossa presença e a vós fervorosamente me recomendo. Não desprezeis a minha súplica ó Pai adotivo do Redentor, mas dignai-vos acolhê-la piedosamente. Assim seja. http://reporterdecristo.com/o-cordao-de-sao-jose/
O CORDÃO DE S.JOSÉ

São José
Cordão de São José
O cordão de São José deve ser feito de linho ou algodão bem alvejado. A pureza e a alvura desses materiais indicam a candura e virginal pureza de São José, Castíssimo Esposo da Virgem Mãe de Deus. Numa das extremidades leva sete nós que representam as sete dores e alegrias do Glorioso Patriarca. Por fim, deve ser bento com a bênção própria, por sacerdotes que tenham faculdades para isso.
O cordão de São José, desde que esteja devidamente bento, pode ser usado cingido à cintura, sobre a roupa, ou bem guardado, para, por ocasião de dores ou sofrimentos físicos, aplicá-lo com fé e confiança na parte enferma do corpo, como se costumam fazer com medalhas.
Quem usa habitualmente o cordão de São José recebe a graça da boa morte.
Quem traz constantemente o cordão consigo tem a protecção, especialmente na guarda e defesa da sublime virtude da Castidade, em qualquer de seus três graus e categorias (castidade dos esposos, dos solteiros e dos consagrados).
É de surpreendente efeito para as gestantes, que o levam cingido, protegendo-as em perigo de aborto, nos partos difíceis, etc., como o atestam centenas de testemunhos.
Deve-se rezar diariamente 7 Glórias em honra das dores e alegrias de São José, ou qualquer outra oração a São José.
Origem do Cordão de São José
Foi na Bélgica, na cidade de Anvers, no convento das Irmãs Agostinianas, no século XVII. Fazia 3 anos que a Irmã Isabel Sillevorts se via atacada pelo mal de pedra. Os mais modernos recursos da medicina de nada adiantavam.
Porém, animada do mais firme propósito no patrocínio de São José, a Irmã Isabel, hav endo obtido do sacerdote que lhe benzesse um cordão, cingiu-o em homenagem ao grande Patriarca. Abandonou os recursos terapêuticos e iniciou, com todo o fervor, uma novena de súplicas ao Esposo puríssimo da Virgem Mãe de Deus. Dias depois, em 10 de julho de 1646, quando, por entre os agudíssimo sofrimentos, a pobre enferma fazia as suas mais ardentes súplicas, em meio a atrozes sofrimentos, eis que de repente se vê livre de um calculo de desproporcionadas dimensões, ficando então completamente curada.

Foi grande e rápida a repercussão do milagre, que muito contribuiu para consolidar, nos habitantes de Anvers, a devoção a São José, que já não era pequena.
Em 1842, por ocasião dos piedosos exercícios do mês de São José, foi esse facto publicado na Igreja de São Nicolau em Verona (cidade no norte da Itália) e muitas pessoas enfermas, cingindo-se então com o cordão bento, experimentaram o glorioso auxílio do Glorioso Patriarca.
Após esses factos, estendeu-se muito o uso do cordão de São José, e é muito procurado não só para o alívio das enfermidades corporais, como também, e com igual sucesso, para os perigos da alma. Destacam-se sobretudo os benefícios do cordão de São José contra o demónio da impureza.
A Santa Sé autorizou a devoção ao Cordão de São José, permitindo até o seu uso público e solene. Permitiu a fundação da Confraria e Arquiconfraria do Cordão de São José, elevando uma delas à categoria de Primeira. Em setembro de 1859, dando provimento a uma petição do Bispo de Verona, a Sagrada Congregação dos Ritos aprovou a fórmula da Bênção do Cordão de São José. O Papa Pio IX enriqueceu esta fácil e benéfica devoção com várias indulgências plenárias e parciais.
Assinar:
Postagens (Atom)