quinta-feira, 28 de maio de 2015

El sacerdote encuentra su identidad en Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote.


SOBRE EL SACERDOCIO CATÓLICO

1. El sacerdote encuentra su identidad en Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote.
Los sacerdotes actúan «in persona Christi capitis» (en la persona de Cristo cabeza).
Un sacerdote posee y está llamado a vivir los siguientes aspectos fundamentales de la propia identidad de Jesucristo: Hijo Amado del Padre Eterno, esposo casto de la Iglesia, Padre Espiritual, médico espiritual, y Buen Pastor
2. Jesucristo, el único mediador entre Dios y el hombre, permite al sacerdote al participar en su mediación.
La palabra "mediador" proviene del término latino Mediare, que significa "estar en el medio." Jesús nos dejó sacerdotes como ministros del nuevo pacto de Dios y, como dice San Pablo, "dispensadores" de sus misterios (1 Corintios 4,1).
A través de la persona de Cristo, interceden por el pueblo de Dios, enseñan a los fieles, y mediante la administración de los sacramentos, nos ayudan a entrar en los misterios divinos.
3. Dios llama a los sacerdotes a ser sacrificio vivo, en unión con Jesucristo.
Jesucristo no es sólo el Sumo y Eterno Sacerdote, también es el Eterno Sacrificio de sí mismo, como Cordero de Dios.
Los sacerdotes están igualmente llamados a inmolarse por la gloria de Dios y al servicio de su pueblo. Hoy, Jesús habla las mismas palabras a los sacerdotes que Él habló a sus primeros discípulos:
"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame"(Mateo 16,24)
4. Jesús desea sacerdotes que irradien sus virtudes, sobre todo su amor.
Obediencia. Coraje. Paciencia. Perseverancia. Pureza. El celo. Santidad. Nadie ha demostrado estas cualidades más que Jesucristo. Pero su mayor virtud era su amor, y Él llama a los sacerdotes a irradiar ese mismo amor a los demás.
Jesús mira a los sacerdotes, los ama, y ​​desea que sus corazones sean transformados por el fuego de su Sagrado Corazón, que podrían transformar a otros con Su Amor.
5. Puesto que no hay límite a lo que Jesucristo puede hacer, entonces un santo sacerdote que esté verdaderamente transformado por Cristo puede cambiar el mundo.
"Quiero volver otra vez a este mundo en mis sacerdotes. Quiero renovar el mundo y revelarme a través de ellos. Quiero dar a mi Iglesia un poderoso impulso en la que voy a derramar el Espíritu Santo sobre mis sacerdotes como un nuevo Pentecostés. La Iglesia y el mundo necesitan un nuevo Pentecostés, un Pentecostés sacerdotal, un Pentecostés interior "
6.- ¿El Sacerdote representa a Cristo?
Dejemos que sea el Papa emérito Benedicto XVI quien nos responda esta pregunta:
"El sacerdote representa a Cristo. ¿Qué quiere decir «representar» a alguien? En el lenguaje común generalmente quiere decir recibir una delegación de una persona para estar presente en su lugar, para hablar y actuar en su lugar, porque aquel que es representado está ausente de la acción concreta.
Nos preguntamos: ¿El sacerdote representa al Señor de la misma forma? La respuesta es no, porque en la Iglesia Cristo no está nunca ausente; la Iglesia es su cuerpo vivo y la Cabeza de la Iglesia es él, presente y operante en ella. Cristo no está nunca ausente; al contrario, está presente de una forma totalmente libre de los límites del espacio y del tiempo, gracias al acontecimiento de la Resurrección, que contemplamos de modo especial en este tiempo de Pascua
Por lo tanto, el sacerdote que actúa in persona Christi Capitis y en representación del Señor, no actúa nunca en nombre de un ausente, sino en la Persona misma de Cristo resucitado, que se hace presente con su acción realmente eficaz. Actúa realmente y realiza lo que el sacerdote no podría hacer: la consagración del vino y del pan para que sean realmente presencia del Señor, y la absolución de los pecados..." (Cf Benedicto XVI, Audiencia general, 14 de abril de 2010)
7.- ¿Puede una mujer ser ordenada Sacerdote?
Dejemos que ahora sea el mismo San Juan Pablo II, quien nos aclare esta duda que por muchos siglos ha rondado la mente de muchos.
"La ordenación sacerdotal, mediante la cual se transmite la función confiada por Cristo a sus Apóstoles, de enseñar, santificar y regir a los fieles, desde el principio ha sido reservada siempre en la Iglesia Católica exclusivamente a los hombres
Los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles atestiguan que esta llamada fue hecha según el designio eterno de Dios: Cristo eligió a los que quiso (cf. Mc 3,13-14; Jn 6,70), y lo hizo en unión con el Padre "por medio del Espíritu Santo"(Hch 1,2), después de pasar la noche en oración (cf. Lc 6,12). Por tanto, en la admisión al sacerdocio ministerial, la Iglesia ha reconocido siempre como norma perenne el modo de actuar de su Señor en la elección de los doce hombres, que Él puso como fundamento de su Iglesia (cf. Ap 21,14)
El hecho de que María Santísima, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, no recibiera la misión propia de los Apóstoles ni el sacerdocio ministerial, muestra claramente que la no admisión de las mujeres a la ordenación sacerdotal no puede significar una menor dignidad ni una discriminación hacia ellas, sino la observancia fiel de una disposición que hay que atribuir a la sabiduría del Señor del universo.
La presencia y el papel de la mujer en la vida y en la misión de la Iglesia, si bien no están ligados al sacerdocio ministerial, son, no obstante, totalmente necesarios e insustituibles... La Santa Madre Iglesia hace votos por que las mujeres cristianas tomen plena conciencia de la grandeza de su misión: su papel es capital hoy en día, tanto para la renovación y humanización de la sociedad, como para descubrir de nuevo, por parte de los creyentes, el verdadero rostro de la Iglesia
la Iglesia defendiendo la dignidad de la mujer y su vocación ha mostrado honor y gratitud para aquellas que -fieles al Evangelio-, han participado en todo tiempo en la misión apostólica del Pueblo de Dios. Se trata de santas mártires, de vírgenes, de madres de familia, que valientemente han dado testimonio de su fe, y que educando a los propios hijos en el espíritu del Evangelio han transmitido la fe y la tradición de la Iglesia
Fuente: PildorasdeFe.net

quarta-feira, 27 de maio de 2015

Nossa Senhora diz à Beata Pierina: “ É necessário um 'remédio DIVINO', e este remédio é a Face de Meu Filho."

Nossa Senhora diz à Beata Pierina: “- Escuta bem, e transmite ao teu confessor que este escapulário é uma 'arma de defesa', 'escudo de fortaleza' e ‘penhor de Misericórdia’ que Jesus quer dar ao mundo, nestes tempos de sensualidade e de ódio contra DEUS e a Igreja... São poucos os verdadeiros apóstolos! É necessário um 'remédio DIVINO', e este remédio é a Face de Meu Filho... Todos aqueles que usarem o escapulário, e, sendo-lhes possível, cada terça-feira visitar o Santíssimo Sacramento, fazendo "Uma Hora Santa", para reparar os ultrajes que recebeu e continua recebendo Meu Filho, cada dia, no Sacramento Eucarístico, serão fortificados na Fé, estarão prontos para defendê-la, e hão de suportar todas as dificuldades internas e externas... Além disso morrerão serenamente, sob o olhar do Meu Filho..."

HFA_medal-340-d.jpg
 
Terço da Sagrada Face

Breve Histórico e Origem
 
O terço da Sagrada Face foi dado por Nosso Senhor à Beata Maria Pierina de Micheli (+ 1945), a privilegiada mensageira da “Sagrada Face dos Últimos Tempos”.
A ela, Nosso Senhor e Nossa Senhora pediram a invocação constante da Sagrada Face de Nosso Senhor, através da jaculatória: 
"Senhor, mostrai-nos a Vossa Face, e nós seremos salvos!..."
Nossa Senhora também lhe mostrou um escapulário, onde estava a Sagrada Face com as palavras: 
"Ilumina, Domine, vultum Tuum super nos!"
 (Senhor fazei resplandecer a sua Face sobre nós!) no outro lado estavam escritas, em volta de uma HOSTIA, as palavras:
"Mane nobiscum, Domine!" (Senhor, ficai connosco!) Lentamente, Nossa Senhora Se aproximou e disse:
“- Escuta bem, e transmite ao teu confessor que este escapulário é uma 'arma de defesa', 'escudo de fortaleza' e ‘penhor de Misericórdia’ que Jesus quer dar ao mundo, nestes tempos de sensualidade e de ódio contra DEUS e a Igreja...
São poucos os verdadeiros apóstolos! É necessário um 'remédio DIVINO', e este remédio é a Face de Meu Filho...
Todos aqueles que usarem o escapulário, e, sendo-lhes possível, cada terça-feira visitar o Santíssimo Sacramento, fazendo "Uma Hora Santa", para reparar os ultrajes que recebeu e continua recebendo Meu Filho, cada dia, no Sacramento Eucarístico, serão fortificados na Fé, estarão prontos para defendê-la, e hão de suportar todas as dificuldades internas e externas... Além disso morrerão serenamente, sob o olhar do Meu Filho..."

Irmã Maria Pierina encontrou muita dificuldade em conseguir que seus superiores do convento atendessem o pedido de Maria Santíssima em fazer este escapulário. Não só se negaram a fazê-lo como também a proibiram de o fazer. Tinham-na por louca, desiquilibrada e não acreditavam nestas Aparições .
Até que um dia, foi substituída a Madre Superiora do convento. Irmã Maria Pierina então, foi dizer a esta nova superiora sobre as Mensagens e o pedido de Nossa Senhora em fazer o Escapulário. A Princípio ela não acreditou mas, depois, convencida pelo TESTEMUNHO DE VIDA E SANTIDADE da Irmã Maria Pierina, convenceu-se da veracidade das Aparições e concordou em ajudar. Contudo, disse á Irmã Maria Pierina: "- Diga a Nossa Senhora que não posso fazer o Escapulário mas se Ela aceitar, farei uma Medalha da Sagrada Face com as inscrições que Ela pediu." Irmã Pierina então perguntou a Santíssima Virgem se Ela aceitaria a Medalha. Nossa Senhora aceitou.
Foi então cunhada a Medalha da Sagrada Face e espalhada pelo mundo inteiro mas, infelizmente, nem a Sagrada Face de Nosso Senhor, nem a Medalha são ainda conhecidas e amadas como deseja a Santíssima Virgem e Nosso Senhor Jesus Cristo.

 
Terço da Sagrada Face De Nosso Senhor Jesus Cristo I 
 
Início
Pai-Nosso... Ave-Maria... Glória ao Pai...
Nas contas grandes
Glória ao Pai, ao Filho e ao Espírito Santo...
assim como era no principio, agora e sempre,
e pelos séculos dos séculos. AMÉM
Nas contas pequenas
Senhor, mostrai-nos a Vossa Face, e nós seremos salvos!...
Nas 3 últimas contas
Glória ao Pai, ao Filho e ao Espírito Santo...
assim como era no principio, agora e sempre,
e pelos séculos dos séculos.
AMEM

Terço da Sagrada Face De Nosso Senhor Jesus Cristo II 
Oferecimento: "Ó Sagrada Face adorável do Divino Redentor, Espelho de sofrimento, emblema santo de dor. Pelos tormentos atrozes sofridos em Vossa Cruz, aceitai as torturas, para consolar-vos, Jesus."
Sobre a Cruz: "Credo"
Nas três primeiras Contas: "Sagrada Face do Senhor, Inflamai-nos Vosso Amor"
Nas contas grandes:"Por tudo quanto sofrestes por nossa salvação, Ponde fim à nossa mágoa! Alívio à nossa aflição!"
Nas contas pequenas: "Sagrada Face do Senhor, aliviai a nossa dor!"
No fim de cada mistério: "Face de Jesus, suavizai a nossa Cruz!"
Consagração:
"Ó meu bom Jesus, que quereis salvar o mundo de hoje com aquele infinito amor com que foi criado e redimido, incluí-me também entre aqueles que querem trabalhar ! pelo triunfo de Vosso Reino de amor na Terra. Recebei, para este fim, a total entrega de todo o meu ser. Disponde de mim. Quero difundir a imagem de Vossa Divina Face para que em todas as almas Vossa imagem se renove. Jesus, operai milagres de conversão. Chamai apóstolos para esta nova era, que por sua vez se encarreguem dessa nova missão. Que as ondas de Vosso Misericordioso amor se espalhem sobre o mundo inteiro e, afundando e destruindo os males, renovem a terra e façam com que os homens, ao sentir seus corações tomados de caridade, voltem a viver o Santo Evangelho à luz deste sol que é a Vossa face."

fonte: http://www.mensageiradapaz.org/

S.Afonso de Ligório: O padre ao altar ocupa o lugar de Jesus Cristo, deve pois, diz S. Lourenço Justiniano, aproximar-se dele para celebrar, quanto possível, à imitação de Jesus Cristo.

S.Afonso de Ligório: O padre ao altar ocupa o lugar de Jesus Cristo, deve pois, diz S. Lourenço Justiniano, aproximar-se dele para celebrar, quanto possível, à imitação de Jesus Cristo.É preciso confessar, diz o Concílio de Trento, que não é possível a um homem praticar ação mais santa que celebrar uma missa.E acrescenta: deve portanto o padre envidar todos os esforços para celebrar o santo Sacrifício do altar com a máxima pureza de consciência possível.Numa palavra, quem não é santo é indigno de se aproximar do altar, porque, sendo impuro, mancha o santuário de Deus. Não se aproxime do altar, porque tem uma mancha, e não deve manchar o meu santuário.






 I
Qual deve ser a santidade do padre como ministro do altar
Quer Sto. Tomás que se exija aos padres maios santidade que aos simples
religiosos, em razão das funções sublimes que exercem, especialmente
da celebração do sacrifício da missa. A razão é que recebendo uma Ordem
sacra, dedica-se o homem ao mais alto ministério, que consiste em servir a
Jesus Cristo até no Sacramento do altar; o que exige uma santidade interior
mais elevada que a que se requer para o estado religioso. Em igualdade de
circunstâncias pois, um clérigo de Ordens sacras, obrando contra a santidade,
peca mais gravemente que um religioso, que não esteja revestido de
nenhuma Ordem sacra164. É muito conhecida a sentença de Sto. Agostinho:
“Dificilmente um bom monge dá um bom clérigo”165. Deste modo, nenhum
clérigo pode ser olhado como bom, se não exceder em virtude um bom religioso.
“Um verdadeiro ministro do altar forma-se para Deus, e não para si”166.
Significam estas palavras de Sto. Ambrósio que um padre deve esquecer as
suas comodidades, as suas vantagens e os seus gostos; deve persuadir-se
que, desde o dia em que recebeu o sacerdócio, não é seu, mas de Deus. Tem
muito a peito o Senhor que os padres sejam puros e santos, para que possam
comparecer na sua presença, isentos de todo o defeito, e oferecer-lhe
os sacrifícios: Ele se assentará a fundir e limpar a prata; e purificará os filhos
de Levi, e os acrisolará como o ouro e a prata; depois oferecerão os sacrifícios
na justiça167. Assim fala o profeta Malaquias; e no Levítico lê-se: Serão
santos no serviço do seu Deus, e não desonrarão o seu nome; porque hão
de oferecer incenso do Senhor e os pães do seu Deus, e por conseqüência
serão santos168. Se deviam pois ser santos os sacerdotes da Lei antiga, porque
ofereciam a Deus apenas o incenso, e os pães de proposição, que eram
uma simples figura do adorável Sacramento dos nossos altares, quanto mais
devem ser puros e santos os sacerdotes da lei nova, que oferecem a Deus o
Cordeiro sem mancha, o seu próprio Filho! Nós oferecemos, observa Estio,
não novilhos ou incenso, como os sacerdotes antigos, mas o próprio Jesus
Cristo; oferecemos o corpo mesmo do Senhor, que foi suspenso no altar da
cruz.
É-nos necessária portanto a santidade, que consiste na pureza do coração;
quem se aproxima sem ela destes mistérios terríveis, aproxima-se indignamente169.
Sobre este ponto, escreveu Belarmino: Desgraçados de nós, que,
chamados a este ministério sublime, estamos longe do fervor que Salomão
exigia dos padres da aliança figurativa!170. Até mesmo os que deviam trans-
portar os vasos sagrados queria o Senhor que fossem isentos de mancha:
Purificai-vos, ó vós que levais os vasos do Senhor!171 Quanto mais puros
devem ser os padres que trazem nas suas mãos e recebem no seu corpo o
próprio Jesus Cristo! Assim fala Pedro de Blois172. E Sto. Agostinho diz por
sua vez: Deve ser puro quem há de manusear não só vasos de ouro, mas até
os vasos em que é renovada a morte do Senhor173.
Devia ser santa e imaculada a beatíssima Virgem Maria, porque havia
de trazer no seu seio o Verbo encarnado e tornar-se sua Mãe; e, à visto
disso, exclama S. João Crisóstomo, não será indispensável que brilhe, com
uma santidade mais resplandecente que o sol, essa mão do padre que toca
a carne dum Deus, essa boca que se enche dum fogo celeste, e essa língua
que se banha com o sangue de Jesus Cristo?174 O padre ao altar ocupa o
lugar de Jesus Cristo, deve pois, diz S. Lourenço Justiniano, aproximar-se
dele para celebrar, quanto possível, à imitação de Jesus Cristo175. Que perfeição
não exige duma religiosa o confessor, para lhe permitir a comunhão quotidiana!
E porque não se exigiria a mesma perfeição do sacerdote que comunga
todos os dias? É preciso confessar, diz o Concílio de Trento, que não
é possível a um homem praticar ação mais santa que celebrar uma missa176.
E acrescenta: deve portanto o padre envidar todos os esforços para celebrar
o santo Sacrifício do altar com a máxima pureza de consciência possível. Ai!
Que horror, exclama Sto. Agostinho, ouvir essa língua, que chama o Filho de
Deus do Céu à terra, falar depois contra Deus, e ver essas mãos, que se
tingem no sangue de Jesus Cristo, mancharem-se com as torpezas do pecado!
177.
Se Deus exigia tamanha pureza dos que deviam oferecer-lhe em sacrifício
animais ou pães, e aos que qualquer modo estavam manchados lhes
proibia178 que lhe fizessem oferendas, — quanto maior deve ser a pureza de
quem está encarregado de oferecer a Deus o seu próprio Filho, o Cordeiro
divino! Tal é a reflexão de Belarmino179. Sto Tomás diz que pela palavra
maculam, no texto citado, se deve entender todo e qualquer vício: Qui est
aliquo vitio irretitus, non debet ad ministerium Ordinis accedere Suppl. q. 36.
a. 1).
A Lei antiga excluía das funções de sacrificador os cegos, coxos, corcundas
e leprosos: Nec accedet ad ministerium ejus, si caecus fuerit, si
claudus... si gibbus... si habens jugem scabiem (Levit. 21, 18). Os santos
Padres, dando um sentido espiritual a estes defeitos, olham como indignos
de subir ao altar: os cegos, ou que fecham os olhos à luz divina; os coxos, ou
preguiçosos, que nada adiantam no caminho de Deus, e vivem sempre com
as mesmas imperfeições, sem oração e sem recolhimento; os corcovados,
que sempre estão com as suas afeições voltadas para a terra, para os bens,
honras e prazeres do mundo; os leprosos, ou sensuais que, à semelhança do
mundo animal imundo, diz o Sábio, se revolvem no lodaçal dos prazeres
torpes180. Numa palavra, quem não é santo é indigno de se aproximar do
altar, porque, sendo impuro, mancha o santuário de Deus. Não se aproxime
do altar, porque tem uma mancha, e não deve manchar o meu santuário181.

terça-feira, 26 de maio de 2015

HOJE É A FESTA DE SÃO FILIPE NÉRI


Grande e amado São Filipe Neri


SÃO FILIPE NERI, o chamado “santo da alegria”, disse sim para a Glória e para a Vontade de Deus, elevando-a como primeira e única prioridade de sua vida. Iniciou assim a belíssima obra do Oratório do Divino Amor, dedicando-se aos jovens no testemunho de sua alegria em viver constante e intensamente a Comunhão com Nosso Senhor Jesus Cristo. Vivia da Divina Providência, indo aos lares dos ricos pedir pelos pobres. Homem de oração, penitência e adoração, São Filipe Neri partiu para o Céu aos 80 anos de idade, deixando-nos o testemunho fundamental: renunciar a si mesmo, tomar a Cruz a cada dia e seguir Jesus é o maior motivo de alegria.

São Filipe Neri, rogai por nós!
• Assista ao filme "Eu prefiro o Paraíso" – parte 1
• Assista ao filme "Eu prefiro o Paraíso" – parte 2


Oração de São Filipe Neri
MEU JESUS Cristo,
quero a Vós servir
e não encontro o caminho.
Quero fazer o bem
e não encontro o caminho.
Quero a Vós encontrar
e não encontro o caminho.
Quero a Vós amar
e não encontro o caminho.
Ainda não Vos conheço, meu Jesus,
porque não Vos procuro.
Procuro-Vos e não Vos encontro.
Vinde até mim, meu Jesus.
Nunca Vos amarei,
se não me ajudardes, meu Jesus.
Cortai as minhas amarras
se quiserdes que eu seja Vosso.
Jesus, sede para mim Jesus. Amém!
www.ofielcatolico.com.br

San Felipe Neri - Sacerdote Fundador - Fiesta Mayo 26

martes, 26 de mayo de 2015|


San Felipe nació en Florencia, Italia, en 1515. Su padre se llamaba Francisco Neri. Desde pequeño demostraba tal alegría y tan grande bondad, que la gente lo llamaba "Felipín el bueno". En su juventud dejó fama de amabilidad y alegría entre sus compañeros y amigos. Habiendo quedado huérfano de madre, lo envió su padre a casa de un tío muy rico, el cual planeaba dejarlo heredero de todos sus bienes. Pero allá Felipe se dio cuenta de que las riquezas le podían impedir el dedicarse a Dios, y un día tuvo lo que él llamó su primera "conversión". Y consistió en que se alejó de la casa del riquísimo tío y se fue para Roma llevando únicamente la ropa que llevaba puesta. En adelante quería confiar solamente en Dios y no en riquezas o familiares pudientes.

Al llegar a Roma se hospedó en casa de un paisano suyo de Florencia, el cual le cedió una piecita debajo de una escalera y se comprometió a ofrecerle una comida al día sí él les daba clases a sus hijos. La habitación de Felipe no tenía sino la cama y una sencilla mesa. Su alimentación consistía en una sola comida al día: un pan, un vaso de agua y unas aceitunas. El propietario de la casa, declaraba que desde que Felipe les daba clases a sus hijos, éstos se comportaban como ángeles.

Los dos primeros años Felipe se ocupaba casi únicamente en leer, rezar, hacer penitencia y meditar. Por otros tres años estuvo haciendo estudios de filosofía y de teología. Pero luego por inspiración de Dios se dedicó por completo a enseñar catecismo a las gentes pobres. Roma estaba en un estado de ignorancia religiosa espantable y la corrupción de costumbres era impresionante. Por 40 años Felipe será el mejor catequista de Roma y logrará transformar la ciudad. Felipe había recibido de Dios el don de la alegría y de amabilidad. Como era tan simpático en su modo de tratar a la gente, fácilmente se hacía amigo de obreros, de empleados, de vendedores y niños de la calle y empezaba a hablarles del alma, de Dios y de la salvación.

Forma de Evangelizar y lograr
la Conversión de feligreses




Sus comienzos fueron muy modestos, ya que iba por la calle o al mercado y empezaba a conversar con las gentes, particularmente con los empleados de los bancos y las tiendas del barrio de Sant'Angelo. Como era muy simpático y tenía un buen sentido del humor, no le costaba trabajo entablar conversación, en el curso de la cual dejaba caer alguna palabra oportuna acerca del amor de Dios o del estado espiritual de sus interlocutores.


Así fue logrando, poco a poco, que numerosas personas cambiasen de vida. El santo acostumbraba saludar a sus amigos con estas palabras: 
"Y bien, hermanos, ¿cuándo vamos a empezar a ser mejores?"
Si la persona le demostraba buena voluntad, le explicaba los modos más fáciles para llegar a ser más piadosos y para comenzar a portarse como Dios quiere. A aquellas personas que le demostraban mayores deseos de progresar en santidad, las llevaba de vez en cuando a atender enfermos en hospitales de caridad, que en ese tiempo eran pobrísimos y muy abandonados y necesitados de todo. Otra de sus prácticas era llevar a las personas que deseaban empezar una vida nueva, a visitar en devota procesión los siete templos principales de Roma y en cada uno dedicarse un buen rato a orar y meditar. Y así con la caridad para los pobres y con la oración lograba transformar a muchísima gente.

Desde la mañana hasta el anochecer estaba enseñando catecismo a los niños, visitando y atendiendo enfermos en los hospitales, y llevando grupos de gentes a las iglesias a rezar y meditar. Pero al anochecer se retiraba a algún sitio solitario a orar y a meditar en lo que Dios ha hecho por nosotros. Muchas veces pasó la noche entera rezando. Le encantaba irse a rezar en las puertas de los templos o en las catacumbas o grandes cuevas subterráneas de Roma donde están encerrados los antiguos mártires. Lo que más pedía Felipe al cielo era que se le concediera un gran amor hacia Dios.

Víspera de Pentecostés de 1544

San Felipe Neri se hallaba en las catacumbas de San Sebastián, junto a la Vía Appia, pidiendo los dones del Espíritu Santo, cuando vio venir del cielo un globo de fuego que penetró en su boca y se dilató en su pecho. El santo se sintió poseído por un amor de Dios tan enorme, que parecía ahogarle; cayó al suelo, como derribado y exclamó con acento de dolor:
"¡Basta, Señor, basta. No puedo soportarlo más!  ¡Que me vas a matar de tanta alegría!"
Cuando recuperó plenamente la conciencia, descubrió que su pecho estaba hinchado, teniendo un bulto del tamaño de un puño; pero jamás le causó dolor alguno. A partir de entonces, San Felipe experimentaba tales accesos de amor de Dios, que todo su cuerpo se estremecía. A menudo tenía que descubrirse el pecho para aliviar un poco el ardor que lo consumía; y rogaba a Dios que mitigase sus consuelos para no morir de gozo. Tan fuertes eran las palpitaciones de su corazón que otros podían oírlas y sentir sus palpitaciones, especialmente años más tarde, cuando como sacerdote, celebraba la Santa Misa, confesaba o predicaba. Había también un resplandor celestial que desde su corazón emanaba calor. Tras su muerte, la autopsia del cadáver del santo reveló que tenía dos costillas rotas y que éstas se habían arqueado para dejar más sitio al corazón.


En 1458 fundó con los más fervorosos de sus seguidores una cofradía o hermandad para socorrer a los pobres y para dedicarse a orar y meditar. Con ellos fundó un gran hospital llamado "De la Santísima Trinidad y los peregrinos", y allá durante el Año del Jubileo en 1757, atendieron a 145.000 peregrinos. Con las gentes que lo seguían fue propagando por toda Roma la costumbre de las "40 horas", que consistía en colocar en el altar principal de cada templo la Santa Hostia, bien visible, y dedicarse durante 40 horas a adorar a Cristo Sacramentado, turnándose las personas devotas en esta adoración. A los 34 años todavía era un simple seglar. Pero a su confesor le pareció que haría inmenso bien se se ordenaba de sacerdote y como había hecho ya los estudios necesarios, aunque él se sentía totalmente indigno, fue ordenado de sacerdote, en el año 1551.

Y apareció entonces en Felipe otro carisma o regalo generoso de Dios: su gran don de saber confesar muy bien. Ahora pasaba horas y horas en el confesionario y sus penitentes de todas las clases sociales cambiaban como por milagro. Leía en las conciencias los pecados más ocultos y obtenía impresionantes conversiones. Con grupos de personas que se habían confesado con él, se iba a las iglesias en procesión a orar, como penitencia por los pecados y a escuchar predicaciones. Así la conversión era más completa. San Felipe quería irse de misionero al Asia pero su director espiritual le dijo que debía dedicarse a misionar en Roma. Entonces se reunió con un grupo de sacerdotes y formó una asociación llamada "El Oratorio", porque hacían sonar una campana para llamar a las gentes a que llegaran a orar. El santo les redactó a sus sacerdotes un sencillo reglamento y así nació la comunidad religiosa llamada de Padres Oratorianos o Filipenses. Esta congregación fue aprobada por el Papa en 1575 y ayudada por San Carlos Borromeo.

Resurrección
del Príncipe Paolo Massimo

Se le atribuye haber resucitado al príncipe Paolo Massimo, para que confesase un pecado.

Paolo, era el hijo mayor del príncipe Fabrizio Massimo. San Felipe Neri levantó a la vida a Paolo el 16 de marzo de 1583. Paolo, un muchacho de 14 años, fue uno de los favoritos de San Felipe y su penitente. Cayó enfermo en enero, y el 16 de marzo se encontró que iba a morir. La niñera de la infancia corrió para convocar a San Felipe, pero él estaba diciendo misa y tenía que esperar. Al enterarse de su misión, partió inmediatamente para el palacio de los Massimo. Pero llegó demasiado tarde, media hora antes, Paolo había exhalado su último aliento, en presencia del sacerdote que le había dado la extremaunción, y que había dejado la casa. San Felipe se arrodilló por unos minutos junto al cadáver, temblando por la palpitación de su corazón, como era costumbre debido a la oración ferviente. Luego, levantándose, roció el cadáver con agua bendita, y gritó a gran voz:
"¡Paolo, Paolo!"
Con estas palabras, el niño abrió los ojos, como si despertara de un sueño, y respondió:
"Padre"
Y añadió tras una pausa:
"Me había olvidado un pecado, y quiero confesarlo"
San Felipe colocó un crucifijo en la mano del niño, escuchó su confesión y le dio la absolución. Cuando la familia regresó San Felipe estaba hablando con Paolo, y la conversación duró cerca de media hora. Por fin San Felipe le preguntó:
"¿Si estás dispuesto a morir?"
"Sí", contestó el chico. "La mayoría quiere, porque yo quiero ver a mi madre y su hermana en el cielo".

Entonces San Felipe le dio su bendición, diciendo:
"Id, pues, Dios los bendiga y ore por mí"
Y al instante, sin el menor movimiento, pero con una mirada tranquila y alegre, Paolo, una vez más expiró en brazos de San Felipe.

Estos hechos fueron testimonio bajo juramento por Fabrizio Massimo, padre de Paolo, Violante de Santa Croce, su segunda esposa, y Francesca, la sirvienta, que fueron testigos de este hecho.


San Felipe tuvo siempre el don de la alegría. Donde quiera que él llegaba se formaba un ambiente de fiesta y buen humor. Y a veces para ocultar los dones y cualidades sobrenaturales que había recibido del cielo, se hacía el medio payaso y hasta exageraba un poco sus chistes y chanzas. Las gentes se reían de buena gana y aunque a algunos muy seriotes les parecía que él debería ser un poco más serio, el santo lograba así que no lo tuvieran en fama de ser gran santo (aunque sí lo era de verdad). En su casa de Roma reunía centenares de niños desamparados para educarlos y volverlos buenos cristianos. Estos muchachos hacían un ruido ensordecedor, y algunos educadores los regañaban fuertemente. Pero San Felipe les decía:
"Haced todo el ruido que queráis, que a mí lo único que me interesa es que no ofendáis a Nuestro Señor. Lo importante es que no pequéis. Lo demás no me disgusta"
Esta frase la repetirá después un gran imitador suyo, San Juan Bosco

Aparición de la Virgen y curación


Fue siempre de salud delicada. En cierta ocasión, la Santísima Virgen se le apareció y le curó de una enfermedad de la vesícula. El suceso aconteció así:

El santo había casi perdido el conocimiento, cuando súbitamente se incorporó, abrió los brazos y exclamó:
"¡Mi hermosa Señora!  ¡Mi santa Señora!"
El médico que le asistía le tomó por el brazo, pero San Felipe le dijo:
"Dejadme abrazar a mi Madre que ha venido a visitarme"
Después, cayó en la cuenta de que había varios testigos y escondió el rostro entre las sábanas, como un niño, pues no le gustaba que le tomasen por santo.

Dones extraordinarios


San Felipe tenía el don de curación, devolviéndole la salud a muchos enfermos. También, en diversas ocasiones, predijo el porvenir. Vivía en estrecho contacto con lo sobrenatural y experimentaba frecuentes éxtasis. Quienes lo vieron en éxtasis dieron testimonio de que su rostro brillaba con una luz celestial.

Dichos de San Felipe

"Quien quiera algo
que no sea Cristo,
no sabe lo que quiere;
quien pida algo
que no sea Cristo,
no sabe lo que pide;
quien no trabaje por Cristo,
no sabe lo que hace"


"¿Cómo es posible
que alguien que cree en Dios
pueda amar algo fuera de Él?"

"¿Oh Señor que eres tan adorable
y me has mandado a amarte,
por qué me diste tan sólo
un corazón y éste tan pequeño?"


A varios enfermos los curó al imponerles las manos. A muchos les anunció lo que les iba a suceder en el futuro. En la oración le venían los éxtasis y se quedaba sin darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor. Muchas personas vieron que su rostro se llenaba de luces y resplandores mientras rezaba o mientras celebraba la Santa Misa. Y a pesar de todo ésto se mantenía inmensamente humilde y se consideraba el último de todos y el más indigno pecador. Los últimos años los dedicó a dar dirección espiritual. El Espíritu Santo le concedió el don de saber aconsejar muy bien, y aunque estaba muy débil de salud y no podía salir de su cuarto, por allí pasaban todos los días numerosas personas. Los Cardenales de Roma, obispos, sacerdotes, monjas, obreros, estudiantes, ricos y pobres, jóvenes y viejos, todos querían pedirle un sabio consejo y volvían a sus casas llenos de paz y de deseos de ser mejores. Decían que toda Roma pasaba por su habitación. Empezó a sentir tales fervores y tan grandes éxtasis en la Santa Misa, después de la consagración, que el que le acolitaba, se iba después de la elevación y volvía dos horas después y alcanzaba a llegar para el final de la misa. El 25 de mayo de 1595 su médico lo vio tan extraordinariamente contento que le dijo:

"Padre, jamás lo había encontrado tan alegre"
Y él le respondió:
"Me alegré cuando me dijeron: vayamos a la Casa del Señor"
A la media noche le dio un ataque y levantando la mano para bendecir a sus sacerdotes que lo rodeaban, expiró dulcemente. Tenía 80 años. El Papa lo declaró santo en el año 1622 y las gentes de Roma lo consideraron como a su mejor catequista y director espiritual.

Fuente - Texto tomado de EWTN:

Fuente - Texto tomado de MAGNIFICAT.CA:

Photos du pèlerinage international de Pentecôte, de Chartres à Paris, a eu lieu les 23, 24 et 25 mai 2015, sur le thème : « Anges de Dieu qui êtes nos gardiens ».


Pèlerinage 2015

Dimanche 24 mai, fête de la Pentecôte :

4
1  3
965 7 8
 Samedi 23 mai :
P1070236  P1070241 P1070225  P1070256 P1070248 1234678 (2)8fonte