sexta-feira, 11 de março de 2011

Cardeal Malcom Ranjith :"en algunas opciones de la reforma liturgica efectuada después del Concilio, se han estado adoptando orientaciones que han ofuscado algunos aspectos de la liturgia, mejor reflejadas en la praxis anterior, porque para algunos la renovación litúrgica ha sido entendida como que cualquier cosa podría hacerse de nuevo. Pero, sabemos bien que no era tal la intención del Sacrosanctum Concilium, que subraya que “ cualquier forma adoptada debe de algún modo desarrollarse orgánicamente desde las formas ya existentes” (SC 23)."

  

VATICANO – El Motu Proprio Summorum Pontificum es “también una muestra para toda la Iglesia de algunos principios teológicos-disciplinarios para salvaguardar su renovación profunda, tan auspiciada por el Concilio” – Entrevista con su Exc. Mons. Albert Malcom Ranjith, Arzobispo Secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Ciudad del Vaticano (Agencia FIDES) – El 14 de septiembre a entrado en vigor el Motu Proprio Summorum Pontificum, promulgado por el Papa benedicto XVI el 7 de Julio del 2007 y dedicado al rito de San Pío Vrevisado en 1962 por el Papa Juan XXIII. Con el Motu proprio (iniciativa promovida de parte de quien tiene la facultad) regresa la posibilidad de celebrar con el Misal tridentino sin tener necesariamente que pedir permiso al Obispo. Con el Concilio Vaticano II y particularmente con la reforma litúrgica de 1970 promovida por el Papa Pablo VI, el antiguo misal había sido sustituido por el nuevo y aunque oficialmente no había estado abolido, los fieles debían de tener el permiso expreso del Obispo para poder utilizarlo. Un permiso sancionado dentro de otro Motu Proprio: Ecclesia Dei Aflicta, firmado por el Papa Juan Pablo II el 2 de Julio de 1988. Hoy, con el nuevo Motu Proprio, este permiso no es ya necesario y cualquier “grupo estable” de fieles puede libremente solicitar al propio párroco la posibilidad de celebrar según el antiguo Misal. La Agencia Fides ha formulado algunas preguntas sobre este tema a su Exc. Monseñor Albert Malcolm Ranjinth, Arzobispo Secretario de la Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los Sacramentos.
Excelencia Reverendísima, ¿Qué anotaría usted como el significado profundo del Motu Proprio Summorum Pontificum?
Veo en esta decisión no solo la solicitud del Santo Padre de abrir la puerta de entrada para la plena comunión de la Iglesia a los seguidores de Monseñor Lefevbre, sino también una muestra para toda la Iglesia de algunos principios teológicos-disciplinarios para salvaguardar su renovación profunda, tan auspiciada por el Concilio.
Me parece que hay un fuerte deseo del Papa de corregir aquellas tentaciones visibles en algunos ambientes que consideran al Concilio como un momento de ruptura con el pasado y de un nuevo inicio. Basta recordar su discurso a la Curia Romana del 22 de Diciembre del 2005. De ningún modo el Concilio pensó, de sí mismo, en estos términos. En sus elecciones doctrinales y litúrgicas como en aquellas jurídico-pastorales, el Concilio fue otro momento de profundización y de actualización de rica herencia teológico espiritual de la iglesia en su historia bimilenaria. Con el Motu Proprio el Papa quiere afirmar claramente que la tentación de hoy de despreciar esta venerada tradición está fuera de lugar. El mensaje es claro: progreso, si, mas no a expensas de la historia. Así la reforma debe de ser fiel a todo lo sucedido desde el inicio hasta hoy, sin exclusiones.
Por otro lado , no debemos olvidar que para la Iglesia Católica la Revelación Divina no es algo que proviene solo de la Sagrada Escritura, sino también de la Tradición viviente de la iglesia. Esta fe se distingue netamente de otras manifestaciones de fe cristiana. La verdad para nosotros es aquella que emerge de estos pilares, Sagrada Escritura y Tradición. Esta posición para mi es mucho más rica que otras opiniones porque respeta la libertad del Señor de guiarnos hacia unamás adecuada comprensión de la verdad revelada, inclusive aquella que sucederá en el futuro. Naturalmente el proceso de discernimiento de lo que emergerá, pasa por el Magisterio de la Iglesia. Más lo que debemos tomar es la importancia atribuida a la Tradición. La Constitución Dogmática Dei Verbum afirmó esta verdad claramente (DV10).
Por otra parte la iglesia es una realidad que sobrepasa los niveles de una invención puramente humana. Ella es el cuerpo místico de Cristo, la Jerusalén celestial y la estirpe elegida de Dios. Por lo tanto, excede las fronteras de la tierra y toda limitación temporal; es una realidad que trasciende por mucho su manifestación terrestre y jerárquica. Por lo tanto en ella, lo que es recibido, tendrá que ser transmitido fielmente. No somos ningunos inventores de la verdad, ni sus amos, sino solamente ésos que la reciben y tienen la tarea del protegerla y de transmitirla a los otros. Como dijo San Pablo en el discurso sobre la Eucaristia: “yo de hecho he recibido del Señor lo que a mi regreso he transmitido a ustedes” (1Cor 11, 23). El respeto de la Tradición no es por lo tanto una opción libre en la búsqueda de la verdad, sino su base que debe ser aceptada. En la Iglesia por lo tanto, la fidelidad a la Tradición es una actitud esencial en ella misma.
El Motu Proprio, a mi parecer, va intencionado en este sentido. Ello es un posble estímulo para una necesaria corrección de la ruta. De hecho, en algunas opciones de la reforma liturgica efectuada después del Concilio, se han estado adoptando orientaciones que han ofuscado algunos aspectos de la liturgia, mejor reflejadas en la praxis anterior, porque para algunos la renovación litúrgica ha sido entendida como que cualquier cosa podría hacerse de nuevo. Pero, sabemos bien que no era tal la intención del Sacrosanctum Concilium, que subraya que “ cualquier forma adoptada debe de algún modo desarrollarse orgánicamente desde las formas ya existentes” (SC 23).
Una característica del Pontificado di Benedicto XVI parece ser la insistencia sobre una correcta hermenéutica del Concilio Vaticano II. ¿Según usted el Motu Proprio “Summorum Pontificum” entra en esta dirección? ¿Si sí, en qué sentido?
Ya de cardenal en sus escritos, el Papa había rechazado un cierto espíritu de exhuberancia visible en algunos círculos teológicos motivados por un supuesto “espíritu del concilio” que para él era en la realidad un “anti espíritu”l” o un “Konzils – Ungeist” (Reporte sobre la Fe, San Pablo, 2005, capítulo 2). Cito textualmente tales escritos en los cuales el Papa acentúa: “debe decididamente oponerse a este esquematismo de un antes y de un después en la historia de la Iglesia, totalmente injustificado en los mismos documentos del Vaticano II que no hizo sino reafirmar la continuidad del Catolicismo” (el ibid P. 33).
Ahora, un tal error de la interpretación del Concilio y la manera histórico-teológica de la iglesia ha influenciado en todos los campos eclesiales, incluyendo la liturgia. Una cierta actitud, de fácil negación de la eclesiología y de los progresos teológicos, como también litúrgicos del milenio pasado en un lado y una idealización ingenua de eso que habría sido la supuesta Iglesia de los primeros cristianos del otro, ha tenido una influencia de no poca importancia en la reforma liturgico-teológica de la era post-conciliar.
La negación categórica de la Misa pre-conciliar, como un característica de una epoca “superada”, fue el resultado de esta mentalidad. Muchos han visto las cosas de este modo.