sexta-feira, 18 de março de 2011

Protéctor sanctae Ecclésiae Solemnidad del Glorioso Patriarca San José Protector de la Santa Iglesia Universal. .Oraciones a San José . 19 de Marzo. SOLEMNIDAD DE SAN JOSE, PATRONO DE LA IGLESIA UNIVERSAL

  Protéctor sanctae Ecclésiae Solemnidad del Glorioso Patriarca San José Protector de la Santa Iglesia Universal.

Las razones por las que el bienaventurado José debe ser considerado especial patrono de la Iglesia, y por las que a su vez, la Iglesia espera muchísimo de su tutela y patrocinio, nacen principalmente del hecho de que él es el esposo de María y padre putativo de Jesús. De estas fuentes ha manado su dignidad, su santidad, su gloria. Es cierto que la dignidad de Madre de Dios llega tan alto que nada puede existir más sublime; mas, porque entre la beatísima Virgen y José se estrechó un lazo conyugal, no hay duda de que a aquella altísima dignidad, por la que la Madre de Dios supera con mucho a todas las criaturas, él se acercó más que ningún otro. Ya que el matrimonio es el máximo consorcio y amistad —al que de por sí va unida la comunión de bienes— se sigue que, si Dios ha dado a José como esposo a la Virgen, se lo ha dado no sólo como compañero de vida, testigo de la virginidad y tutor de la honestidad, sino también para que participase, por medio del pacto conyugal, en la excelsa grandeza de ella. El se impone entre todos por su augusta dignidad, dado que por disposición divina fue custodio y, en la creencia de los hombres, padre del Hijo de Dios. De donde se seguía que el Verbo de Dios se sometiera a José, le obedeciera y le diera aquel honor y aquella reverencia que los hijos deben a sus propio padres.
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De esta doble dignidad se siguió la obligación que la naturaleza pone en la cabeza de las familias, de modo que José, en su momento, fue el custodio legítimo y natural, cabeza y defensor de la Sagrada Familia. Y durante el curso entero de su vida él cumplió plenamente con esos cargos y esas responsabilidades. El se dedicó con gran amor y diaria solicitud a proteger a su esposa y al Divino Niño; regularmente por medio de su trabajo consiguió lo que era necesario para la alimentación y el vestido de ambos; cuidó al Niño de la muerte cuando era amenazado por los celos de un monarca, y le encontró un refugio; en las miserias del viaje y en la amargura del exilio fue siempre la compañía, la ayuda y el apoyo de la Virgen y de Jesús. Ahora bien, el divino hogar que José dirigía con la autoridad de un padre, contenía dentro de sí a la apenas naciente Iglesia. Por el mismo hecho de que la Santísima Virgen es la Madre de Jesucristo, ella es la Madre de todos los cristianos a quienes dio a luz en el Monte Calvario en medio de los supremos dolores de la Redención; Jesucristo es, de alguna manera, el primogénito de los cristianos, quienes por la adopción y la Redención son sus hermanos. Y por estas razones el Santo Patriarca contempla a la multitud de cristianos que conformamos la Iglesia como confiados especialmente a su cuidado, a esta ilimitada familia, extendida por toda la tierra, sobre la cual, puesto que es el esposo de María y el padre de Jesucristo, conserva cierta paternal autoridad. Es, por tanto, conveniente y sumamente digno del bienaventurado José que, lo mismo que entonces solía tutelar santamente en todo momento a la familia de Nazaret, así proteja ahora y defienda con su celeste patrocinio a la Iglesia de Cristo
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( ... ) Pues José, de sangre real, unido en matrimonio a la más grande y santa de las mujeres, considerado el padre del Hijo de Dios, pasó su vida trabajando, y ganó con la fatiga del artesano el necesario sostén para su familia. Es, entonces, cierto que la condición de los más humildes no tiene en sí nada de vergonzoso, y el trabajo del obrero no sólo no es deshonroso, sino que, si lleva unida a sí la virtud, puede ser singularmente ennoblecido. José, contento con sus pocas posesiones, pasó las pruebas que acompañan a una fortuna tan escasa, con magnanimidad, imitando a su Hijo, quien habiendo tomado la forma de siervo, siendo el Señor de la vida, se sometió a sí mismo por su propia libre voluntad al despojo y la pérdida de todo. (Fragmento de la Enciclica Quamquam Pluries sobre la Devoción a San José de la santidad de León XIII)
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Oración a San José
compuesta y prescrita por S.S. León XIII
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A vos, bienaventurado san José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de vuestra santísima Esposa, solicitamos también confiadamente, vuestro patrocinio. Para aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, os tuvo unido, y por el paterno amor con que abrazasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que con su Sangre adquirió Jesu-Cristo y con vuestro poder y auxilio socorráis nuestras necesidades.
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Proteged, ¡oh providentísimo custodio de la Divina Familia! la escogida descendencia de Jesu-Cristo; apartad de nosotros toda mancha de error y corrupción; asistidnos propicio desde el cielo, fortísimo libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo libertasteis al Niño Jesús del inminente peligro de la vida, así ahora defended la Iglesia santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protegednos con perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo vuestro, y sostenidos por vuestro auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir, y alcanzad en los cielos la eterna bienaventuranza. Amén.

fonte:Semper Fidelis

Oraciones a San José




De Cara al Amor: Oraciones a San José

Enviada por Fray marco Antonio OP. Gracias Pater, permitame compartir estas hermosas oraciones con mis amigos. San Jose lo ilumine y guarde por siempre en la gracia de Dios.

“Pienso que a José, el Esposo de María, Jesús le sonrío con frecuencia sobre sus rodillas. Todos lo tuvieron delante de sí y nadie detrás. Por esto lo tengo a Jesús siempre en mi boca, lo llevo en el corazón, lo llevo siempre ante mis ojos, de su humanidad paciente su sacia mi alma.” (San Bernardo)

De cara al Amor…

Oh José, Patriarca bendito
Que viviste de cara al Amor,
Tu silencio adorante nos guíe,
Sea escuela de ardiente oración.

Oh José, Patriarca bendito,
Servidor del designio del Amor,
Que en todo sirvamos y amemos,
Trabajando de cara al Amor.

Oh José, Patriarca bendito,
Que acunaste al Verbo del Amor,
Que vivamos del todo entregados,
Reposando en el seno de Dios.

Oh José, Patriarca bendito,
Bello lirio junto al Manantial,
Que tu santa pureza nos guarde,
Floreciendo de cara al Amor.

Oh José, Patriarca bendito
Hoy la Iglesia te viene a implorar
Que nos des la hermosura del Niño
Sonriendo de cara al Amor.

P. Marco Antonio OP.


Oración a San José por los sacerdotes:

¡Oh Feliz varón, bienaventurado José! A quién le fue concedido no sólo ver y oír a Dios, a quien muchos reyes quisieron ver y no vieron, oír y no oyeron, sino también abrazarlo, besarlo, vestirlo y custodiarlo!

V. Ruega por nosotros, bienaventurado José.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

Oremos:

¡Oh Dios, que nos concediste el sacerdocio real!; te pedimos que, así como San José mereció tratar y llevar en sus brazos con cariño a tu Hijo Unigénito, nacido de la Virgen María, hagas que nosotros podamos servirte con corazón limpio y buenas obras en tu Sagrado Altar, para que recibiendo en los velos de la fe el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo Amado podamos contemplarlo cara a cara en su Gloria del cielo. El vive y reina por los siglos de los siglos.

Letanías a San José:

Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad

Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos

Santa María, Madre de Dios…ruega por nosotros.
Santa María, Virgen de las vírgenes…
Santa María, Madre de la Iglesia…
Santa María, Reina de las familias…

San José…ruega por nosotros.
Inclito descendiente de David…
Luz de los Patriarcas…
Esposo de la Madre de Dios…
Padre nutricio del Hijo de Dios…
Custodio del Redentor…
Casto guardián de la Virgen…
Solícito defensor de Cristo…
Jefe de la Sagrada Familia…
José justísimo…
José obedientísimo…
José fidelísimo…
José prudentísimo…
José castísimo…
José fortísimo…
José modelo de mansedumbre…
Espejo de paciencia…
Modelo de confianza en el Amor providente…
Hermosura de la vida familiar…
Custodio de las vírgenes…
Protector de la Vida Interior…
Modelo de los trabajadores…
Sostén de las familias…
Esperanza de los enfermos…
Consuelo de los atribulados y afligidos…
Protector de los moribundos…
Terror de los demonios…
Protector de la Santa Iglesia…

V- El Justo florecerá como un lirio.
R. Y se alegrará eternamente en la presencia del Señor.

Oremos:

Señor Jesucristo, que en tu admirable providencia te dignaste elegir a San José como Esposo de tu Madre virginal, concédenos tener como intercesor en el cielo a quién veneramos como protector en la tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Oración de San Bernardino de Siena:

Acuérdate de nosotros, Bienaventurado José, e intercede con tus oraciones ante tu Hijo, haz que nos sea propicia la intercesión de la santísima Virgen María, tu Esposa, Madre de Aquel que con el Padre y el Espíritu Santo, vive y reina, por los siglos de los siglos. Amén

Oración a San José Protector de la Vida Interior:

Oh Patrono mío, San José, que viviste y caminaste constantemente en la presencia del Amor; castísimo Esposo de la Virgen, consagrado como Ella en holocausto a Jesús que os eligió para sí. Tú eres modelo de silencio adorante, de obediencia alegre y sincera a la Palabra. ¡Tú eres el contemplativo, cuya alma vivió de rodillas ante el Hijo del Padre! Tú que conoces los caminos de la oración: ilumíname y llévame de la mano hacia la Intimidad Divina. Revélame los secretos del Corazón de Jesús que reposó en tu seno, soñando con el seno del Padre. Hazme hijo de María, tu que viviste en su escuela de fidelidad y abandono. Tu corazón paternal y virginal que murió de amor en los brazos de Jesús y de María enamoren el mío, tan frío y frágil, para poder amar a Jesús como siempre lo amaste y serviste. Ayúdame a considerar la fecundidad de la Vida escondida con Cristo en Dios para que pueda gustar y comunicar a los hermanos lo preciosa que es la Misericordia del Señor y lo suave que es vivir en su Casa. San José maestro de oración ruega por mí. (P. Marco Antonio OP).
San José, Custodio del Misterio:

José, hijo de David, no temas el insondable Plan de Dios.
El Padre Eterno te ha querido confiar a su Hijo,
A su Único, a su Todo, a la Luz de sus ojos;
Ha querido que tú, pequeño artesano, hagas las veces de Él,
Y modeles con arte el barro que el Eterno tomó para Sí.

Y mientras los hombres piensan cómo atrapar y deshojar el Misterio, -hoy más que nunca-
Tú piensas cómo cuidarlo y custodiarlo.
El “Deus absconditus” desde siglos se te confía para que tú lo escondas del indiscreto, del mirón, del curioso.
Y tú lo escondes y te escondes con Él…

Levántate José y llévame contigo a Egipto o a Nazareth,
Inclúyeme en el encargo divino y cárgame con ellos,
José, oh pequeño pastor del Oculto:
Escóndeme en la hendidura de tus vínculos virginales con Jesús y María y dame parte en el sueño que sueñas para Ellos…

Orante absorto del Portal; ¿qué traes en tu oración?
¿Es agua serena, es fuego inquieto; es brisa suave o huracán?
Tu cargado silencio es escuela, es modelo, es refugio.
Tú miras, callas, crees, adoras, amas,
Desde el discreto umbral…

Cuando el Verbo se hizo Carne,
Tu carne se llenó de asombro.
Asombro que dilatara de tal modo tu ser,
Que lo hizo capaz de portar y llevar el Misterio.

Sin tocarla, sin pretender atraparla,
Tú recoges y resguardas la Luz Increada dada a Luz por la Virgen.
Replegándote en pasmo sobre ti,
Tú abrazas sin aliento el impacto del Misterio
Y en silencio lo guardas y lo gustas,
Mientras un suave murmullo te susurra por dentro:
“Datus est Filius, Puer natus est nobis”…

Mi querido Padre San José, Dios te ha confiado sus Tesoros más preciados; de tu fe y de tu amor vivimos todos los redimidos, Cuerpo suyo, Iglesia Santa.
Tú le mostrarás al Arquitecto del Cosmos cómo trabajar la madera; a la Palabra Eterna le enseñarás a hablar;
Al Amigo del hombre a forjar vínculos de amistad;
Al Guardián de Israel a no temerle a la noche,
Al que enseñó a caminar a Efraín a dar sus primeros pasitos,
Al Niño Eterno que juega ante la Faz amorosa del Padre a decir: “Shema…”
Al que recibe el Beso Eterno del Padre en el Espíritu Santo, al Hijo Bienamado le arroparas en tus besos paternales…

Amado Padre, callado Padre, Abbá José:
El niñito aprende a pronunciar este dulcísimo Nombre, corazón de nuestra oración, en tu regazo de sombra luminosa del Padre Eterno; tú maestro en oración, infúndeme la confianza que diste a tu sierva Teresa de Jesús que te proclamó “Protector en los caminos de la Oración”.
Condúceme en mi deambular a tientas y tropiezos es esta tierra posmoderna, tierra baldía…Tu oración me conduce a los pastos secretos donde atesorar contigo el Misterio. José guárdame en tu silencio, en tus gozos, en tu adoración, en tu morir de amor…Amén.


Contemplación sobre San José




Venerada Imagen del Santo Patriarca en su Casa-Basílica de Nazareth.
Delante de ella he podido rezar largamente en la Peregrinación a Tierra Santa. Demos gracias a Dios por la próxima canonización del Beato Andrés Besette, gran Apóstol de San José.



Santo del silencio interior y la divina contemplación del Misterio Divino

Nadie como él, escogido por el Padre para custodio de sus tesoros el Verbo y la Madre.
Único en responsabilidades, en cercanías, con una meta de servicio envidiable, sin embargo santo de lo incomprensible, de lo desconcertante y de lo impredecible…


Se dejó seducir por el amor de Dios y El lo arrebató de sí mismo, lo separó de su casa y de sus proyectos y le abrió un porvenir de asombro y silencio.

Dios lo envolvió en su Misterio y le quitó seguridades y apegos.

Dios había invitado a José a ser virgen, él aceptó, entonces Dios le presenta una paternidad asombrosa que lo desborda por todos los costados.

Un paternidad que lo sume en su pobreza, alimentar, cuidar al Hijo del Altísimo, ser llamado por todos su padre.
El vivía absorto en un silencio interior poblado de consuelos y Dios lo lleva a convivir con la Palabra, a aprender de ella, a custodiarla, a enseñarle la expresión más certera…
Se le pidió que dejara su casa, su pueblo, su familia y partiera de noche, sin otro bien que el miedo, en noche oscura huyendo para salvar a Dios entre los hombres.

José llevó al Niño Dios entre sus brazos mientras huía de noche.

Que besos no le daría, en sus manos y su rostro, para disimular su mueca de dolor y su espanto.
El que fue columna de nube y fuego para el pueblo, fue llevado en brazos por su padre huyendo en una noche a una tierra extraña.
El, Emmanuel - Salvador, fue salvado por un hombre solitario y silencioso que se entregó a Dios y a su Misterio.
Un hombre fiel que se dejó invadir por el Amor y sus aguas torrenciales lo modelaron en fidelidad, obediencia y servicio.

En los evangelios no hablas, pero tu ejemplo grita, tu escucha y docilidad a los planes de Dios estremece, ni una pregunta, ni una demora, a Egipto, a Nazareth, idas y vueltas, la estabilidad, el trabajo, la seguridad perdida y vuelta a conseguir a fuerza de lucha cotidiana.


En la casa tú, que eres el siervo, eres el que manda y Dios te obedece, tú enseñas a la Sabiduría, tú alimentas a la Providencia, tú defiendes al Guardián de Israel, tú vistes al Dueño de todo lo creado, tú haces sonreír a la Alegría de los ángeles.

Cada día Dios te ata con lazos de una fe que acepta lo incomprensible, que se nutre del Misterio, que espera y se consuela amando.

Tu vida entera trascurre al servicio de la Vida. Nadie sabe de todos tus latidos, de tus tiempos, de tus gustos, de tu fuerza vital, tu vida está escondida en la Vida, en Jesús.

Desde tu entrega generosa fuiste posesión divina y te encontró tan fiel, tan buen servidor. El Dios del Cielo te entregó en custodia sus tesoros y tú te volcaste a cumplir sus deseos cada día…

La Madre te mira con ternura y comparte sonriente tus silencios, Ella a tu lado se sabe protegida, confía plenamente en tu guía… Ella que es el auxilio de todo hombre es auxiliada por un joven silencioso y profundo, de grandes ojos abiertos al amor, a la vida, al servicio.
Santo del silencio interior enséñame a entregarme dócil y fiel, rápida y plenamente a los deseos de Dios. Enséñame a acurrucar al Verbo nacido del silen

cio del Padre. Santo del sereno abandono, de la confianza en el Amor providente aún en las crudas noches oscuras, enséñame a peregrinar contigo en los caminos del Verbo hecho silencio y llanto en tus brazos.
José, alegría de Jesús y María, haz que el Niño me pueda sonreír.

Agradezco el envio de esta hermosa contemplacion a Fray marcos Antonio Foschiatti.
Dios este con Usted Pater y Ore por nosotros. San Jose Ora pro nobis.

fonte.Dio con nosotros

19 de Marzo. SOLEMNIDAD DE SAN JOSE, PATRONO DE LA IGLESIA UNIVERSAL


A Vos, bienaventurado San José, acudimos en nuestra tribulación; y, después de invocar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, os tuvo unido, y por el paterno amor con que abrazasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos volváis benigno los ojos a la herencia que con su Sangre adquirió Jesucristo, y con vuestro poder y auxilio socorráis nuestras necesidades.Proteged, oh providentísimo Custodio de la Sagrada Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; apartad de nosotros toda mancha de error y corrupción; asistidnos propicio, desde el Cielo, fortísimo libertador nuestro en esta lucha con el poder de las tinieblas; y, como en otro tiempo librásteis al Niño Jesús del inminente peligro de su vida, así, ahora, defended la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protegednos con perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo vuestro y sostenidos por vuestro auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir y alcanzar en el Cielo la eterna felicidad. Amén