Oración
Oh Dios, que a San Pío de Pietrelcina, sacerdote capuchino, le has concedido el insigne privilegio de participar, de modo admirable, de la pasión de tu Hijo: concédeme, por su intercesión, la gracia de ... que ardientemente deseo; y otórgame, sobre todo, que yo me conforme a la muerte de Jesús para alcanzar después la gloria de la resurrección.
Gloria al Padre... (tres veces)
Novena al Sagrado Corazón de Jesús
El Padre Pío la recitaba diariamente por todos aquellos que solicitaban sus oraciones. Recitémosla confiando en la intercesión de San Pío de Pietrelcina:
I. ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: "en verdad os digo, pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá". He aquí que, confiado en tu Palabra divina, llamo, busco y te pido la gracia ...
Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
II. ¡Oh Jesús mío! que dijiste: "en verdad os digo, todo lo que pidiéreis al Padre en mi Nombre, Él os lo concederá". He aquí que, confiado en tu Palabra divina, pido al eterno Padre en tu Nombre la gracia ...
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
III. ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: "en verdad os digo, los cielos y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán". He aquí que, confiado en la infalibilidad de tu Palabra divina, te pido la gracia...
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
Oh Sagrado Corazón de Jesús, infinitamente compasivo con los desgraciados, ten piedad de nosotros, pobres pecadores, y concédenos las gracias que te pedimos por medio del Inmaculado Corazón de María, nuestra tierna Madre.
San José, padre adoptivo del Sagrado Corazón de Jesús, ruega por nosotros.
SANTO PADRE PÍO: LA VERDADERA SANTIDAD...
"Recordémonos o mejor tengamos presente lo que constituye la verdadera santidad. Santidad quiere decir superarnos a nosotros mismos, quiere decir victoria perfecta de todas nuestras pasiones: quiere decir despreciarnos verdadera y constantemente y a las cosas del mundo hasta preferir la pobreza a la riqueza, la humillación a la gloria, el dolor al placer. La santidad es amar al prójimo como a nosotros mismos por amor a Dios. La santidad, en este punto, es amar incluso a quine nos maldice, nos odia, nos persigue, haciéndole hasta el bien. La santidad es vivir humildes, desinteresados, prudentes, justos, pacientes, caritativos, castos, mansos, trabajadores, observantes de los propios deberes no por otro fin que el de agradar a Dios, y para recibir sólo de él la merecida recompensa.
En síntesis: la santidad, Raffaelina, posee en sí la virtud de transformar, según el lenguaje de los libros sagrados, al hombre en Dios"
*Carta del P. Pío a Raffaelina Cerase