ENCÍCLICA
 E SUPREMI APOSTOLATUS 
 PÍO 
 POR LA DIVINA PROVIDENCIA 
 PAPA X
Y DEMÁS ORDINARIOS DE LUGAR
EN PAZ Y EN COMUNIÓN CON LA SEDE APOSTÓLICA
 SOBRE LA FALTA DE DOCTRINA Y EL DEBER DE DARLA A CONOCER 
 4 DE OCTUBRE DE 1903
 El peso del Pontificado 
 Al dirigirnos por  primera vez a vosotros desde la suprema cátedra apostólica a la que  hemos sido elevados por el inescrutable designio de Dios, no es  necesario recordar con cuántas lágrimas y oraciones he m o s intentado  rechazar esta enorme carga del Pontificado. Podríamos, aunque Nuestro  mérito es absolutamente inferior, aplicar a Nuestra situación la queja  de aquel gran santo, Anselmo, cuando a pesar de su oposición, incluso de  su aversión, fue obligado a aceptar el honor del episcopado. Porque Nos  tenemos que recurrir a las mis mas muestras de desconsuelo que él  profirió para exponer con qué ánimo, con qué actitud hemos aceptado la  pesadísima carga del oficio de apacentar la grey de Cristo. Mis lágrimas  son testimonio -esto dice-, así como mis quejas y los suspiros de  lamento de mi coraz6n; cuales en ninguna ocasión y por ningún dolor  recuerdo haber derramado hasta el día en que cayó sobre mí la pesada  suerte del arzobispado de Canterbury. No pudieron dejar de advertirlo  todos aquellos que en aquel día contemplaron mi rostro... Yo con un  color más propio de un muerto que de una persona viva, pali decía con  doloroso estupor. A decir verdad, hasta ese momento hice todo lo posible  por rechazar lejos de mí esa elección, o por mejor decir esa extorsión.  Pero ya, de grado o por fuerza, tengo que confesar que a diario los  designios de Dios resisten más y más a mis planes, de modo que comprendo  que es absolutamente imposible oponerme a ello. De ahí que, vencido por  la fuerza no de los hombres sino de Dios, contra la que no hay defensa  posible, entendí que mi deber era adoptar una única decisión: después de  haber orado cuanto pude y haber intentado que, si era posible, ese  cáliz pasara de mí sin beberlo... entregueme por completo al sentir ya  la voluntad de Dios, dejando de lado mi propio sentir y mi voluntad  [1]. leer...

 inundado por um mistério de luz que é Deus   e N´Ele vi e ouvi -A ponta da lança como chama que se desprende, toca o eixo da terra, – Ela estremece: montanhas, cidades, vilas e aldeias com os seus moradores são sepultados. - O mar, os rios e as nuvens saem dos seus limites, transbordam, inundam e arrastam consigo num redemoinho, moradias e gente em número que não se pode contar , é a purificação do mundo pelo pecado em que se mergulha. - O ódio, a ambição provocam a guerra destruidora!  - Depois senti no palpitar acelerado do coração e no meu espírito o eco duma voz suave que dizia: – No tempo, uma só Fé, um só Batismo, uma só Igreja, Santa, Católica, Apostólica: - Na eternidade, o Céu!
inundado por um mistério de luz que é Deus   e N´Ele vi e ouvi -A ponta da lança como chama que se desprende, toca o eixo da terra, – Ela estremece: montanhas, cidades, vilas e aldeias com os seus moradores são sepultados. - O mar, os rios e as nuvens saem dos seus limites, transbordam, inundam e arrastam consigo num redemoinho, moradias e gente em número que não se pode contar , é a purificação do mundo pelo pecado em que se mergulha. - O ódio, a ambição provocam a guerra destruidora!  - Depois senti no palpitar acelerado do coração e no meu espírito o eco duma voz suave que dizia: – No tempo, uma só Fé, um só Batismo, uma só Igreja, Santa, Católica, Apostólica: - Na eternidade, o Céu! 