
Benedicto XVI: San Pío X, modelo de pastor
Hoy en la Audiencia General
CASTEL GANDOLFO, miércoles 18 de agosto de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la catequesis que el Papa Benedicto XVI pronunció hoy durante la Audiencia General celebrada en el patio del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, con peregrinos procedentes de todo el mundo.
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¡Queridos hermanos y hermanas!
Hoy quisiera detenerme en la figura de mi Predecesor san Pío X, cuya memoria litúrgica se celebra el sábado próximo, subrayando algunos de sus rasgos que pueden ser útiles también para los Pastores y los fieles de nuestra época.
Giuseppe Sarto, así se llamaba, nacido en Riese (Treviso) en 1835 de familia campesina, tras los estudios en el Seminario de Padua fue ordenado sacerdote a los 23 años. Primero fue vicepárroco en Tombolo, luego párroco en Salzano, después canónico de la catedral de Treviso con el cargo de canciller episcopal y director espiritual del Seminario diocesano. En estos años de rica y generosa experiencia pastoral, el futuro Pontífice mostró ese profundo amor a Cristo y a la Iglesia, esa humildad y sencillez y esa gran caridad hacia los más necesitados, que fueron caractrísticas de toda su vida. En 1884 fue nombrado obispo de Mantua y en 1893 Patriarca de Venecia. El 4 de agosto de 1903, fue elegido Papa, ministerio que aceptó con vacilación, porque no se consideraba a la altura de una tarea tan elevada.
El Pontificado de san Pío X ha dejado  un signo indeleble en la historia de la Iglesia, y se caracterizó por un  notable esfuerzo de reforma, sintetizada en el lema Instaurare omnia  in Christo, “Renovar todas las cosas en Cristo”. Sus  intervenciones, de hecho, abarcaron los diversos ámbitos eclesiales.  Desde el principio se dedicó a la reorganización de la Curia Romana;  después dio luz verde a los trabajos de la redacción del Código de  Derecho Canónico, promulgado por su sucesor Benedicto XV. Promovió,  además, la revisión de los estudios y del iter de formación de  los futuros sacerdotes, fundando también varios Seminarios regionales,  equipados con buenas bibliotecas y profesores preparados. Otro sector  importante fue el de la formación doctrinal del Pueblo de Dios. Desde  los años en que era párroco había redactado él mismo un catecismo, y  durante el episcopado en Mantua había trabajado para que se llegase a un  catecismo único, si no universal, al menos italiano. Como auténtico  pastor, había comprendido que la situación de la época, también por el  fenómeno de la emigración, hacía necesario un catecismo al que todo fiel  pudiera referirse independientemente del lugar y de las circunstancias  de la vida. Como Pontífice preparó un texto de doctrina cristiana para  la diócesis de Roma, que se difundió después en toda Italia y en el  mundo. El Catecismo llamado “de Pío X” fue para muchos una guía  segura en el aprendizaje de las verdades de la fe por su lenguaje  sencillo, claro y preciso y por su eficacia expositiva.
Notable atención dedicó a la reforma de la Liturgia, en  particular de la música sacra, para llevar a los fieles a una vida de  oración más profunda y a una participación en los Sacramentos más plena.  En el Motu Proprio Tra le sollecitudini (1903), afirma que el  verdadero espíritu cristiano tiene su primera e indispensable fuente en  la participación activa en los sacrosantos misterios y en la oración  pública y solemne de la Iglesia (cfr ASS 36[1903], 531). Por esto  recomendó acercarse a menudo a los Sacramentos, favoreciendo la  frecuencia cotidiana a la Santa Comunión, bien preparados, y anticipando  oportunamente la Primera Comunión de los niños hacia los siete años de  edad, “cuando el niño comienza a razonar”: dice así. (cfr S. Congr.  de Sacramentis, Decretum Quam singulari : AAS 2[1910], 582).
Fiel a la tarea de confirmar a los hermanos en la fe, san  Pío X, frente a algunas tendencias que se manifestaron en el ámbito  teológico a finales del siglo XIX y a principios del XX, intervino con  decisión, condenando el Modernismo, para defender a los fieles de  las concepciones erróneas y promover una profundización científica de  la Revelación en consonancia con la Tradición de la Iglesia. El 7 de  mayo de 1909, con la Carta apostólica Vinea electa, fundó el  Pontificio Instituto Bíblico. Los últimos meses de su vida fueron  amargados por el estallido de la guerra. El llamamiento a los católicos  del mundo, lanzado el 2 de agosto de 1914 para expresar “el acerbo  dolor” de aquella hora, era el grito sufriente del padre que ve a los  hijos enfrentarse uno contra el otro. Murió poco después, el 20 de  agosto, y su fama de santidad empezó a difundirse pronto entre en pueblo  cristiano.
Queridos hermanos y hermanas, san Pío X nos enseña a  todos que en la base de nuestra acción apostólica, en los diversos  campos en que trabajamos, debe haber siempre una íntima unión personal  con Cristo, que hay que cultivar y acrecentar día tras día. Éste es el  núcleo de toda su enseñanza, de todo su compromiso pastoral. Sólo si  estamos enamorados del Señor, seremos capaces de llevar a los hombres a  Dios y abrirles a Su amor misericordioso, y abrir así el mundo a la  misericordia de Dios.[En español dijo]
Saludo a los grupos de lengua española, en particular a los peregrinos de la Diócesis de Orihuela-Alicante, de Las Palmas de Gran Canaria, de Rosario, en Argentina, y de otros países latinoamericanos. Os aliento a poner vuestros ojos en el Papa san Pío Décimo. Acogiendo sus enseñanzas, cultivad intensamente la amistad con Cristo y sed testigos de su amor. Que Dios os bendiga.
[Llamamiento final]
Mi pensamiento va en este momento a las queridas poblaciones de Paquistán, afectadas recientemente por una gran inundación, que ha provocado numerosísimas víctimas y ha dejado a muchas familias sin casa.
Mientras confío a la bondad misericordiosa de Dios a cuantos han desapaecido trágicamente, expreso mi cercanía espiritual a sus familiares y a todos aquellos que sufren a causa de esta calamidad. Que no falte a estos hermanos nuestros, tan duramente probados, nuestra solidaridad y la ayuda concreta de la solidaridad internacional.
[Traducción del original italiano por Inma Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]

 inundado por um mistério de luz que é Deus   e N´Ele vi e ouvi -A ponta da lança como chama que se desprende, toca o eixo da terra, – Ela estremece: montanhas, cidades, vilas e aldeias com os seus moradores são sepultados. - O mar, os rios e as nuvens saem dos seus limites, transbordam, inundam e arrastam consigo num redemoinho, moradias e gente em número que não se pode contar , é a purificação do mundo pelo pecado em que se mergulha. - O ódio, a ambição provocam a guerra destruidora!  - Depois senti no palpitar acelerado do coração e no meu espírito o eco duma voz suave que dizia: – No tempo, uma só Fé, um só Batismo, uma só Igreja, Santa, Católica, Apostólica: - Na eternidade, o Céu!
inundado por um mistério de luz que é Deus   e N´Ele vi e ouvi -A ponta da lança como chama que se desprende, toca o eixo da terra, – Ela estremece: montanhas, cidades, vilas e aldeias com os seus moradores são sepultados. - O mar, os rios e as nuvens saem dos seus limites, transbordam, inundam e arrastam consigo num redemoinho, moradias e gente em número que não se pode contar , é a purificação do mundo pelo pecado em que se mergulha. - O ódio, a ambição provocam a guerra destruidora!  - Depois senti no palpitar acelerado do coração e no meu espírito o eco duma voz suave que dizia: – No tempo, uma só Fé, um só Batismo, uma só Igreja, Santa, Católica, Apostólica: - Na eternidade, o Céu!