Ad Deum qui laetificat juventutem meam
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Esta es una entrevista que el reconocido periodista italiano Bruno Volpe ha realizado al Cardenal Poggi. El texto original se encuentra en Petrus. En vísperas del inicio del Año Paulino, invitamos a todos los lectores a continuar orando por la unidad en la Iglesia en comunión con el Santo Padre Benedicto XVI.
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El Cardenal Poggi, una vida entera al servicio de la gloriosa Tradición de la Iglesia: “Nunca he dejado de celebrar con el Rito Tridentino”
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Ciudad del Vaticano - Tiene 91 años, pero conserva la lucidez y el entusiasmo de un jovencito. El cardenal Luigi Poggi, quien fuera Archivista y Bibliotecario de la Santa Sede, es uno de los pocos purpurados que, después de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II ha continuado celebrando la Santa Misa con el Rito Tridentino en latín de San Pío V.
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Eminencia, permítanos una provocación amigable: ¿por qué no se ha adecuado a la reforma?
Disculpe, pero ¿por qué me hace esta pregunta?, siempre he celebrado según el Misal de San Pío V que, es bueno recordarlo, el Concilio Vaticano II nunca ha abrogado.
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Reformulamos la pregunta: ¿por qué ha elegido continuar con el Rito de San Pío V?
Así está mejor. Veamos: ninguno, y subrayo ninguno, está autorizado a cancelar la Tradición de la Iglesia, tanto menos el Concilio Vaticano II, el cual, que quede bien claro, tiene todo mi respeto. Pero, lo subrayo de nuevo, aquel Concilio no ha sustituido el Rito Tridentino, sino que simplemente ha añadido otro. Si luego algunos obispos o “Pastores celosos” han pensado que el Novus Ordo ha abrogado el Vetus Ordo, han cometido un grueso error.
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Sabemos que de la Misa de San Pío V le gustan a usted los silencios, el mirar a Dios, a la Cruz…
¿Cómo podría ser de otro modo? Muchos se equivocan y analizan el problema reduciéndolo a la posición del celebrante. En ninguna parte está escrito que el sacerdote deba dirigirse hacia Oriente, sin embargo me parece que esa es la posición más correcta y teológicamente convincente. Veamos: ninguno, y subrayo ninguno, está autorizado a cancelar la Tradición de la Iglesia, tanto menos el Concilio Vaticano II, el cual, que quede bien claro, tiene todo mi respeto. Pero, lo subrayo de nuevo, aquel Concilio no ha sustituido el Rito Tridentino, sino que simplemente ha añadido otro. Si luego algunos obispos o “Pastores celosos” han pensado que el Novus Ordo ha abrogado el Vetus Ordo, han cometido un grueso error.
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Introibo ad altare Dei…
Bellísima fórmula, que da plenamente la sensación y la idea de una procesión, de un devenir, de la indignidad del hombre para acercarse al Sacrificio Divino; pero especialmente me gusta subrayar la segunda parte…
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Díganos.
“Qui laetificat juventutem meam”. No es una frase sin sentido, sino que testimonia la juventud de Dios y su inmensa misericordia; la misericordia del Padre que renueva en la fe a sus hijos donando la juventud y la frescura de los que creen. Es así, el Rito Tridentino contempla a un Dios joven y evidencia la belleza de una fe espontánea. Cómo decirlo, esta Misa contiene elementos lamentablemente descuidados en la visión racionalista del Novus Ordo: la capacidad de asombrarse, el misterio y la trascendencia.
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Algunos estudiosos, religiosos e incluso rabinos, han hablado de rito antisemita.
Vea, he oído muchas inexactitudes pero, en serio, ésta supera a todas. El Rito Tridentino no quiere ofender a los judíos sino que pide simplemente la conversión. Tanto más siendo que, con extremo buen sentido, el Papa Benedicto XVI ha revisado la oración del Viernes Santo, deseando y confirmando el pedido de conversión de los judíos. A tal propósito, me permito afirmar que cada cristiano está llamado a convertir a los que no creen en Cristo. Por otro lado, ¿qué tiene de malo?
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Cardenal Poggi, mientras tanto parece más cercana que nunca la paz oficial entre la Iglesia de Roma y los lefebvristas.
Espero vivamente que esto pueda suceder cuanto antes: no tiene sentido vivir separados.
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Eminencia, a los 91 años ¿se siente joven?
Ciertamente. Con un Dios que “laetificat juventutem meam” ¿cómo no podría?
fonte:la buhardilla de jeronimo