sábado, 30 de outubro de 2010

ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE LA MADRE MARÍA ELVIRA DE LA SANTA CRUZ

María Elvira nació el 29 de octubre del año 1965 en la ciudad de Pontevedra. Hoy se cumple, por lo tanto, el 45 aniversario de su nacimiento.

Su paso por esta tierra fue más bien corto, pues el Señor la llamó a su presencia el 19 de marzo de 2006 cuando contaba 40 años de edad. Sin embargo, su vida fue muy intensa. Cuantos compartimos con ella un trecho largo de su camino podemos testimoniar como en nuestra Hermana se hizo realidad concreta la Palabra revelada:

"El justo, aunque muera prematuarmente, tendrá el descanso. Vejez venerable no son los muchos días, ni se mide por el número de los años; que las canas del hombre son la prudencia; la edad avanzada, una vida sin tacha. Agradó a Dios, y Dios lo amó; vivía entre pecadores, y Dios se lo llevó; lo arrebató para que la malicia no pervirtiera su conciencia, para que la perfidia no sedujera su alma.

La fascinación del vicio oscurece lo bueno, el vértigo de la pasión pervierte una mente sin malicia. Madurando en pocos años, llenó mucho tiempo. Como su alma era agradable a Dios, lo sacó aprisa de en medio de la maldad. Lo vieron las gentes, pero no lo entendieron, no reflexionaron sobre ello; la gracia y la misericordia son para los elegidos del Señor, y la visitación para sus santos" (Sab. 4, 7-15)


María Elvira vivió totalmente orientada hacia Dios. En su mente un objetivo claro hacia el que dirigía con tesón su voluntad, siempre apoyada y confiada en la gracia: alcanzar la santidad. En su alma un fuego devorador hacia sus tres "amores": La Divina Eucaristía, el Corazón Inmaculado de María, la Iglesia. En su corazón una aspiración dominante: "vivir asociada a Cristo Crucificado". Todo ello en un espíritu de sencillez y frescura evangélica: siguiendo el camino de infancia espiritual enseñado por Teresita de Lisieux.

Su físico débil y sufriente escondía la realidad de un alma grande, fuerte, mortificada, servicial y entregada hasta el heroísmo. El secreto de semejante fortaleza interior se nos desvela en los escritos que nos ha dejado y que redactó tan sólo por obediencia:


- "El aceite que necesito para que mi lámpara arda día y noche sin consumirse, lo encuentro en los sacramentos, en la Penitencia, en la Eucaristía. Ellos me ayudan a sentirme abrasada en el fuego del amor divino que es Jesucristo".


- "María, que a imitación tuya esté siempre dispuesta a decir: "Fiat","hágase siempre tu santa voluntad".

- "Tengo una batalla interior que librar mientras la Verdad, dentro y fuera de mí, no grite: ¡Sólo Dios basta!".

Su amor a la Eucaristía la animaba a hacer de la Santa Misa el centro de su vida, momento privilegiado en su jornada diaria para ofrecerse a sí misma juntamente con Cristo Sacerdote a través de las manos maternales de la Virgen Corredentora. ¡Cuánto gustaba el estarse prolongadamente en adoración ante el Santísimo Sacramento.
Su amor tierno y filial y su profunda confianza en el Corazón Inmaculado de María, le llevará a exclamar: "¡Mi vivir es María!". La Madre Inmaculada será su permanente Modelo de entrega a Cristo.
Y su amor profundo a la Iglesia, lejos de cualquier espiritualismo estéril, se concretará en la ofrenda diaria de su vida por el Papa, por la santificación de los sacerdotes, por el aumento de las vocaciones y por la extensión de reino de Cristo entre los niños, los jóvenes y las familias. Por ello, fue Cofundadora de las Misioneras de la Fraternidad de cuyo carisma brota el compromiso de vivir enteramente consagradas al servicio de la Santa Iglesia y a la Salvación de las almas. La culminación de esta oblación llevará a la Madre María Elvira a ofrecer su vida por la santificación de los sacerdotes. Y el Señor tomó su vida, aceptó su ofrenda y la llamó a su presencia precisamente en la Fiesta de San José, Patrono y Guardián de la Fraternidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina. Su alma volaba al encuentro con el Esposo a la misma hora que en la Iglesia Catedral de su diócesis estaban siendo ordenados nuevos sacerdotes.
Sus Hermanos la recordamos todos los días, aunque hoy sea un día especial por el aniversario de su nacimiento. Sentimos que está a nuestro lado, entre nosotros, y que después del momento mismo de su partida comenzó para ella una labor aún más intensa y eficaz en orden al desarrollo y propagación de su familia religiosa.