terça-feira, 28 de dezembro de 2010

Cardenal Alfredo Ottavianni BREVE EXAMEN CRITICO DEL NOVUS ORDO MISSÆ : la definición de la Misa se circunscribe a la sola noción de "Cena"; y ello se repite siempre ya cada paso (n'!s. 8, 48, on- 55, 56); además, tal "cena" está constituida por la reunión de los fieles bajo la presidencia del sacerdote, y consiste en la renovación del memorial del Señor, a saber, en la conmemoración de lo que el Señor realizó el Jueves Santo. Pero todo esto ni implica la presencia real, ni la verdad del Sacrificio, ni la sacramentalidad del sacerdote consagrante, ni el valor intrínseco del Sacrificio eucarístico, el cual no depende en absoluto de la presencia de la asamblea4.Como se evidencia esplendorosamente, en tales definiciones se pone el acento -como con exagerada estudiosidad- en la Cena y el memorial, pero no en la renovación incruenta del Sacrificio del Señor realizado en el Monte Calvario.

II
Comencemos por la definición misma de la Misa, que se propone en el párrafo 7, o sea, al comienzo del
segundo capítulo del Novus Ordo. "Acerca de la estructura de la Misa"; "La cena del Señor o Misa es la sagrada
sinaxis o asamblea del pueblo de Dios reunido en común, bajo la presidencia del sacerdote, para celebrar el
memorial del Señor3. Por lo tanto, para la asamblea local de la santa Iglesia vale en grado eminente la promesa
de Cristo: 'Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos' (Mt. 18, 20)
Por consiguiente, la definición de la Misa se circunscribe a la sola noción de "Cena"; y ello se repite
siempre ya cada paso (n'!s. 8, 48, on- 55, 56); además, tal "cena" está constituida por la reunión de los fieles
bajo la presidencia del sacerdote, y consiste en la renovación del memorial del Señor, a saber, en la
conmemoración de lo que el Señor realizó el Jueves Santo. Pero todo esto ni implica la presencia real, ni la
verdad del Sacrificio, ni la sacramentalidad del sacerdote consagrante, ni el valor intrínseco del Sacrificio
eucarístico, el cual no depende en absoluto de la presencia de la asamblea4.
3 En una nota se remite a dos textos del CONCILIO VATICANO II. En realidad, quien lee estos dos textos no encuentra allí ninguna
prueba de tal definición. El primero (del Decreto "PRESBYTERORUM ORDINIS", nº 5) , dice así: "Los presbíteros son consagrados
por Dios, siendo ministro el Obispo, para que, hechos en forma especial partícipes del Sacerdocio de Cristo, al celebrar los oficios
sagrados actúen como ,ministros de Aquél que en la Liturgia ejerce constantemente, por obra del E¡spíritu Santo, su ministerio
sacerdotal en favor nuestro... sobre todo, por la celebración de la Misa ofrecen sacramentalmente el Sacrificio de Cristo".
Por su parte, el otro texto al cual se remite (de la Constitución "SACROSANCTUM CONCILIUM", nº 33) se expresa así: "En efecto,
en la Liturgia Dios habla a su pueblo; Cristo sigue anunciando su Evangelio. En cuanto al pueblo, responde a Dios sea con sus cantos
sea con su oración. Más aún, las oraciones que dirige a Dios el sacerdote -que preside la asamblea representando a Cristo- se dicen en
nombre de todo el pueblo santo y de todos los circunstantes". Es imposible comprender cómo de estas palabras se haya podido sacar
aquella definición. Advertimos además acerca de la gravísima corrupción por la cual en esa definición de la Misa se modifican las
palabras de la definición del mis mismo CONCILIO VATICANO II (Presb. Ord. nº 5): "Es, por consiguiente, la Sintaxis Eucarística
el centro de la asamblea de los fieles". Suprimida fraudulentamente la palabra "centro" de la asamblea, en el Novus Ordo el término
"asamblea" usurpó sin más el lugar principal de aquélla.
4 El CONCILIO DE TRENTO sancionó así la Presencia Real Eucarística: "Primeramente, el Santo Sínodo enseña y confiesa abierta y
simplemente que en el nutricio Sacramento de la Santa Eucaristía, después de la. consagración del pan y del vino se contiene
verdadera, real y substancialmente (canon I) Nuestro Señor Jesucristo, verdadera Dios y hombre, bajo la apariencia de aquellas cosas
sensibles" (DB 874).
En la SESIÓN XXII, que atañe directamente a nuestro asunto ("Sobre el Santísimo Sacrificio de la Misa"), la doctrina definida (DB
937a -956) está luminosamente contenida en nueve cánones.
En una palabra, esta Cena no implica ninguno de aquellos "valores dogmáticos" esenciales de la Misa,
que constituyen su verdadera definición. Ahora bien, esta omisión, en cuanto voluntaria, equivale a la
"superación" de aquellos valores y, por lo tanto, al menos en la práctica, a su negación5.
En la segunda parte del mismo párrafo (agravando el ya gravísimo equívoco) se afirma algo asombroso,
o sea, que para esta asamblea vale en grado eminente la promesa de Cristo: "Donde hay dos o tres reunidos en
mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt. 18, 20). Con esta promesa, que sólo corresponde a la presencia
espiritual de Cristo, se compara y se coloca en el mismo orden y modo de presencia, aunque con mayor fuerza
y. vigor aquélla institución que, por el contrario, atañe al orden físico o al modo sustancial de la presencia
sacramental eucarística.
Sigue inmediatamente en el texto (Nº 8) la bipartición de la Misa en Liturgia de la palabra y Liturgia
eucarística, y allí se afirma, sin hacer ninguna distinción, que en la Misa se prepara la Mesa de la palabra de
Dios y la mesa del Cuerpo de Cristo, para que los fieles sean "instruidos y alimentados"; esta asimilación
equivalente de las dos partes de la Misa, como si estos dos signos tuvieran idéntica significación simbólica,
debe ser declarada absolutamente ilegítima. Pero sobre esto ya volveremos más tarde.
Por otra parte, las denominaciones de la Misa son innumerables; las cuales pueden aceptarse por cierto
en sentido relativo; pero todas deben ser rechazadas si -como de hecho ocurre- son usadas aisladamente y en
sentido absoluto: Acción de Cristo y del pueblo de Dios, Cena del Señor o Misa, Banquete pascual,
Participación común en la mesa del Señor, Memorial del Señor, Plegaria eucarística, Liturgia de la palabra y
Liturgia eucarística, etc.
Como se evidencia esplendorosamente, en tales definiciones se pone el acento -como con exagerada
estudiosidad- en la Cena y el memorial, pero no en la renovación incruenta del Sacrificio del Señor realizado en
el Monte Calvario. Ni tampoco la fórmula misma "Memorial de la Pasión y Resurrección del Señor" puede
decirse totalmente correcta; pues la Misa por su propia esencia es el memorial del único Sacrificio, que es en sí
mismo redentor; mientras que, por el contrario, la Resurrección es el fruto consiguiente a aquél6. Luego
veremos cómo y con qué coherencia estos equívocos se introducen y se repiten en la fórmula misma de la
Consagraci6n y, en general, en todo el Novus Ordo.