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Como dejamos asentado en nuestra anterior entrega, y en el marco de nuestra preocupación como católicos ante ciertas actitudes de la Santa Sede, nos pareció oportuno centrar nuestro análisis en las llamadas Scholas occurrentes, algo así como Escuelas para el encuentro si nos atenemos a la expresión latina. Lo primero fue consultar la página oficial de las Scholas; allí pudimos leer entre otras cosas:
Somos institución y somos relato, el relato de nuestro propio andar. Somos eso que nos contamos y que nos cuentan de nosotros mismos… una institución abierta al encuentro que nos re-crea. Como una obra de arte, custodiando las diferencias, vamos escuchando qué es eso único de Scholas[1].
Para nosotros, no deja de ser un tropiezo esta aproximación inicial dado que algo que a un tiempo sea institución y relato escapa, en cierto modo, a nuestra posibilidad de comprensión. Pero las sorpresas no paran aquí. Así, en la misma página y en referencia al origen de la “institución -relato”, leemos:
Desde sus inicios, el Papa Francisco soñó Scholas como la posibilidad de dar una respuesta concreta al llamado de ésta época, confiriéndole la tarea de educar en la apertura al otro, en la escucha que al reunir los pedazos de un mundo atomizado y vacío de sentido, comience a crear una nueva cultura: la Cultura del Encuentro[2].
Hay más todavía para alimento de nuestra perplejidad:
En Scholas soñamos una educación que -abriéndonos al encuentro con el otro- nos devuelva el contacto con la vida para, desde allí, crear un nuevo mundo […] El “Qué te Pa” (¿Qué te pasa?), nacido en la primer experiencia educativa de Scholas, es un llamado a atrapar el sentido que se crea en el encuentro, para revelar quién soy, y celebrarlo. Los jóvenes del mundo, con sus “Qué te Pa,” nos cuentan qué les pasa cuando viven nuestras experiencias educativas, permitiendo que Scholas no termine en la institución, sino que siempre siga abierta, que siempre se siga re-creando[3].
El “Qué te Pa” sigue poniendo ante los azorados ojos del navegante de la página una serie de frases que son un auténtico muestrario de cursilerías al uso. Veamos algunas: “Me nace ser constante como una fuente, libre como en los sueños, pleno como un niño, amar las diferencias, sentir desde el otro”. O esta: “Estamos intentando no cambiar el mundo, sino comenzar uno nuevo, que no conocíamos pero soñábamos, y al final… todo encuentra sentido”. Y esta otra: “Ese momento en que de verdad abres los ojos y descubres una nueva forma de ver la vida[4].
En vano se recorrerán las páginas de estas curiosas Scholas si se intenta hallar la menor referencia a Dios o a cualquier idea de trascendencia. Menos aún el menor vestigio de la fe católica. Todo se resuelve en un difuso ideario humanista centrado en el encuentro, la exaltación de las diferencias, la apelación constante a vaguedades utópicas como un mundo nuevo soñado pero no conocido y demás bagatelas para el consumo de multitudes idiotizadas.
Por otra parte, el mismo Papa Francisco, en varias ocasiones, ha manifestado que no le importa si un niño es educado en la fe católica, en el budismo o en el judaísmo: lo importante es que sea educado. Esto es curioso, por decir lo menos, sobre todo dicho por un Papa. La Iglesia siempre enseñó que el fin de la educación es, en definitiva, proveer al hombre de los medios para su salvación; y esos medios, hasta donde sabemos, no resultan indiferentes al anuncio del Evangelio de Jesucristo.
Veamos, en abono a lo que decimos, el contraste entre la propuesta difusamente filantrópica de Scholas  con el pensamiento de Benedicto XVI:
La fraternidad cristiana es la fraternidad en el seno de la Iglesia, es la fraternidad recíproca de los cristianos que invocan a Dios con confianza como Abba (Padre Nuestro) como Jesús nos enseñó. Jesús no tiene como objetivo la parte sino el todo, la unidad de la humanidad. Pero la fraternidad cristiana no se puede reducir a filantropía, no se puede asimilar al cosmopolitismo estoico o ilustrado, sino que es expresión de verdadero universalismo, porque está al servicio del todo mediante el ágape (amor) y la diaconía (servicio)[5].
Pero aparte de cuanto llevamos dicho hay otras cuestiones que incrementan nuestra inquietud. Por ejemplo ha trascendido tibiamente que contribuyen a la financiación del proyecto poderosos representantes del poder internacional del dinero. Esta llamativa contradicción en realidad no es tal para los adscriptos a la teología del pueblo. También no han faltado algunos rumores respecto de maniobras de desviación de fondos. Pero de esto nada nos consta.
Como nota adicional, unas pocas semanas atrás se difundió la noticia que por indicación de Francisco fueron seleccionados ciento veinte alumnos de Scholas para mantener una suerte de diálogo educativo con Alberto Fernández. Desconocemos que prefirió el profesor para dar forma a esa clase inaugural; pero si se tiene en cuenta los temas en los que se destaca el profesor Alberto suponemos que no habrán estado ausentes cuestiones fundamentales como la educación sexual integral, la educación para el aborto de acuerdo a los textos de santo Tomás y san Agustín y, ante lo limitado del tiempo de clase, no creemos que haya avanzado mucho más. Pero confiemos en que habrá otras clases magistrales en la que se enfocarán otras áreas fundantes del saber: “el cinismo como forma de vida” y “acerca de las múltiples formas de la mentira y el engaño”. Es posible y así confiamos, que el profesor quede incorporado al núcleo permanente de Scholas que como Institución Internacional de Derecho Pontificio bien lo merece.
En otro orden de cosas, pero vinculado con lo que venimos tratando, en la celebración de la Pascua el Papa Francisco propuso un salario universal para los integrantes de los movimientos sociales. Antes, había pedido que cesara la venta de armas. Y luego,  otra vez,  la condonación de deudas de los países endeudados. Ya se había encontrado largamente con los representantes del FMI. Nos apresuramos en aclarar que no se está pidiendo nada malo, nada objetable, Lo verdaderamente extraño es que el representante de Cristo en la tierra, celebrando la Pascua de Resurrección, se ocupe menos de Cristo y la salvación de las almas, que de las cosas de este mundo. Como vemos, se habla de armas, de salario universal, de condonación de deudas, de FMI. El único a quién no fue sencillo descubrir en esta Pascua fue a Cristo Resucitado.
Pero no se le puede reprochar incoherencia al Papa Francisco en tanto fiel ejecutor de la ortopraxis en perjuicio de la ortodoxia, y menos aún en cuanto al tiempo y esfuerzo que parece dedicar a la acción política. La política, ya vimos, es el camino para cambiar las estructuras sociales injustas, esto es, ortopraxis para usar lo que haga falta en vista a tales objetivos. ¿Y el cielo? Eso queda para los gorriones como solía decirse: nosotros nos ocupamos de edificar el paraíso terrenal para el pueblo de Dios, este es el Reino.
Advirtamos a propósito del Reino, una vez más, el contraste con la postura de Benedicto XVI:
La palabra clave del anuncio de Jesús es Reino de DiosPero el Reino de Dios no es una cosa, una estructura social, o política, una utopía. El reino de Dios es Dios. Reino de Dios quiere decir que Dios existe, está presente y obra en el mundo. Dios es la realidad más presente y decisiva en cada acto de mi vida, en cada momento de la historia[6].
Volvamos, para concluir, a las Scholas. Para el próximo 14 de mayo, se ha previsto, en Roma, un evento mundial con el objetivo expreso de “reconstruir el pacto educativo global” a fin de “dar forma al futuro de la humanidad formando individuos maduros que puedan superar la división y cuidar nuestra casa común”. En un video de poco más de cuatro minutos, el Papa a la par que invitaba a las personalidades del mundo a acompañarlo en dicho evento anunciaba, claramente, la necesidad de educar para un cambio centrado en el encuentro y en la ecología. Partiendo de la base de que “estamos construyendo el futuro del planeta”, el Papa  afirmaba que “hoy más que nunca es necesario unir los esfuerzos por una alianza educativa amplia para formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contraposiciones y reconstruir el tejido de las relaciones por una humanidad más fraterna”.
Es interesante destacar que en preparación de este evento mundial, hacia fines del año pasado la Santa Sede publicó un llamado Instrumentum Laboris para el Pacto Educativo Global. En este documento, tras citar la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium y la Encíclica Laudato si’, se afirma:
En base a estos dos importantes documentos, Papa Francisco quiere recordar con el acontecimiento del 14 de mayo de 2020, centrado en la necesidad de reconstruir el pacto educativo global, es la idea que «todo cambio, como el de época que estamos viviendo, pide un camino educativo, la constitución de una aldea de la educación que cree una red de relaciones humanas y abiertas. Dicha aldea debe poner a la persona en el centro, favorecer la creatividad y la responsabilidad para unos proyectos de larga duración y formar personas disponibles para ponerse al servicio de la comunidad […]” (Discurso a los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante La Santa Sede con motivo de las felicitaciones del año nuevo, 9 de enero de 2020)[7].
Está más que clara la intención globalista y antropocéntrica que inspira el Instrumentum Laboris y que no es otro que el ideario que sustenta el proyecto de las Scholas.
Por ahora, gracias al coronavirus, la realización del evento ha sido aplazada hasta el próximo mes de octubre. Abrigamos la esperanza de que esta dura experiencia de dolor y sufrimiento haya hecho, para entonces, reflexionar al Santo Padre y en vez de promover la falsa ética del globalismo inmanentista y anticristiano se dedique, simplemente, a anunciar a los hombres de nuestro  tiempo el Evangelio de Jesucristo y a confirmar en la fe a sus hermanos.
Mario Caponnetto
Miguel de Lorenzo

[1]  Ver Scholas occurrentes en https://www.scholasoccurrentes.org/sobre-scholas/
[2] Ibídem.
[3] Ibídem.
[4]Ibídem.
[5] Joseph Ratzinger, La Fraternidad de los cristianos, Salamanca, 2015, capítulo 3.
[6] Joseph Ratzinger (Benedicto XVI), El elogio de la conciencia. La verdad interroga al corazón, Madrid, segunda edición, 2010, página 127.
[7] Pacto Educativo Global. Instrumentum Laboris, página 3.