Entrando en el Adviento
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En   este primer domingo de Adviento, que marca el comienzo de un nuevo año   litúrgico, presentamos una entrevista a monseñor Guido Marini, maestro   de las celebraciones litúrgicas pontificias. 
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Monseñor Marini, ¿cuál es el significado del Adviento?El  Adviento es el  tiempo de la espera. De la espera que hace referencia a  una venida, la  del Señor Jesús, el Hijo de Dios, el único Salvador del  mundo. El  pueblo cristiano, en este tiempo fuerte del año litúrgico,  vive la  propia fe renovando la conciencia gozosa de una triple venida  del  Señor, de la que hablan también los Padres de la Iglesia.
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¿Qué significa?
Una  primera  venida, de la cual hacer grata memoria, es la del Hijo de Dios  en la  historia de los hombres, al momento de la Encarnación. Una segunda   venida es la que se realiza en el hoy de la vida, y que es incesante.   Ésta toma forma en una multiplicidad de modos, comenzando por la   Eucaristía, presencia real del Señor en medio de los suyos, para   continuar con los sacramentos, la palabra de la divina Escritura, los   hermanos, sobre todo los pequeños y necesitados. Una tercera venida,   para esperar en la esperanza, es la que se realizará al final de los   tiempos cuando el Señor volverá en la gloria y todo será recapitulado en   Él.
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El Adviento tiene también una dimensión mariana… En  el tiempo del  Adviento el pueblo cristiano está llamado a renovar la  conciencia de  que su vida está toda contenida en el misterio de Cristo,  Aquel que  era, que es y que viene. También por esto el Adviento es un  tiempo  marcadamente “mariano”. La Santísima Virgen es aquella que, de  modo  único e irrepetible, ha vivido la espera del Hijo de Dios, es  aquella  que de modo singular está toda contenida en el misterio de  Cristo.
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¿De   qué modo los fieles y las comunidades cristianas pueden ayudarse a   vivir mejor este momento fuerte del tiempo litúrgico de la Iglesia? Entrando   en este tiempo con la actitud interior de quien se prepara a vivir un   período de conversión y de renovación, orientando con decisión la  propia  vida al Señor Jesús. La Iglesia, con el año litúrgico, nos  ofrece  periódicamente la gracia de vivir momentos espiritualmente  fuertes,  ocasiones propicias para reencontrar el impulso del camino  hacia la  santidad. En el Adviento, tal impulso tiene un tono singular,  que es el  de la alegría. La alegría por el pensamiento de que el Señor  es nuestro  contemporáneo y está cerca de nosotros hoy, en el presente  de nuestra  existencia, en la cotidianeidad sencilla de nuestras  jornadas. La  alegría ante el pensamiento de que el futuro no está  envuelto en la  oscuridad sino que brilla la luz del Cielo de Dios en  Cristo. Todo esto  se convierte en experiencia de vida también en virtud  de un camino  personal y comunitario de conversión, hecho de una más  intensa y  prolongada oración, de alguna forma penitencial y de  separación de la  mentalidad del siglo presente, de una caridad más  generosa y  auténticamente cristiana.
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¿Cuáles son las características de las celebraciones en este período?La  Liturgia, a  través de los ritos y de las oraciones, conduce a la  participación  activa del misterio celebrado. Por lo tanto, en la  celebración del  tiempo de Adviento, debe transmitir el sentido de la  espera típico del  Adviento. Lo debe hacer con sus oraciones, con su  canto, con su  silencio, con sus colores y con sus luces. En todo debe  hacerse  presente el misterio del Señor que viene, Él que es el Principio  y el  Fin de la historia; en todo debe mostrarse de qué modo es tangible  la  alegría verdadera y sobria de la fe; en todo debe transparentarse el   compromiso por el cambio del corazón y de la mente para una pertenencia   más radical a Dios.
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¿Y cuáles son las particularidades de las liturgias pontificias?       
Si bien en un contexto peculiar, como es el debido a la presencia del Santo Padre, las liturgias pontificias no pueden presentar sino las características típicas de este tiempo del año. Con una característica adicional: la ejemplaridad. Porque no hay que olvidar nunca que las celebraciones presididas por el Papa están llamadas a ser punto de referencia para toda la Iglesia. Es el Papa, el Sumo Pontífice, el gran licurgo de la Iglesia, aquel que, también a través de la celebración, ejerce un auténtico magisterio litúrgico al que todos deben mirar.
Si bien en un contexto peculiar, como es el debido a la presencia del Santo Padre, las liturgias pontificias no pueden presentar sino las características típicas de este tiempo del año. Con una característica adicional: la ejemplaridad. Porque no hay que olvidar nunca que las celebraciones presididas por el Papa están llamadas a ser punto de referencia para toda la Iglesia. Es el Papa, el Sumo Pontífice, el gran licurgo de la Iglesia, aquel que, también a través de la celebración, ejerce un auténtico magisterio litúrgico al que todos deben mirar.
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Este   año en particular la liturgia de las primeras Vísperas de Adviento  está  insertada en una “Vigilia por la vida naciente”. ¿Cuál es el   significado de esta particular “combinación”?Se  trata de una  combinación que se está revelando feliz. La iniciativa de  una “Vigilia  por la vida naciente”, promovida por el Pontificio Consejo  para la  Familia, se inserta de este modo en la celebración de inicio del   Adviento, un tiempo muy indicado para llamar la atención sobre el tema   de la vida. El Adviento es el tiempo de la espera de María, que llevaba   en su seno al Verbo de Dios hecho carne. El Adviento es la espera de la   Vida verdadera, que se ha manifestado en el Hijo de Dios hecho hombre,   plenitud y cumplimiento del designio de Dios sobre la humanidad. En   aquella Vida, aparecida en Belén, ha encontrado un significado nuevo y   definitivo la dignidad de toda vida humana. De este modo, realmente,   rezar por la vida naciente, en el contexto de la celebración de las   primeras Vísperas para el comienzo del año litúrgico, resulta   significativo y providencial.
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Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

 inundado por um mistério de luz que é Deus   e N´Ele vi e ouvi -A ponta da lança como chama que se desprende, toca o eixo da terra, – Ela estremece: montanhas, cidades, vilas e aldeias com os seus moradores são sepultados. - O mar, os rios e as nuvens saem dos seus limites, transbordam, inundam e arrastam consigo num redemoinho, moradias e gente em número que não se pode contar , é a purificação do mundo pelo pecado em que se mergulha. - O ódio, a ambição provocam a guerra destruidora!  - Depois senti no palpitar acelerado do coração e no meu espírito o eco duma voz suave que dizia: – No tempo, uma só Fé, um só Batismo, uma só Igreja, Santa, Católica, Apostólica: - Na eternidade, o Céu!
inundado por um mistério de luz que é Deus   e N´Ele vi e ouvi -A ponta da lança como chama que se desprende, toca o eixo da terra, – Ela estremece: montanhas, cidades, vilas e aldeias com os seus moradores são sepultados. - O mar, os rios e as nuvens saem dos seus limites, transbordam, inundam e arrastam consigo num redemoinho, moradias e gente em número que não se pode contar , é a purificação do mundo pelo pecado em que se mergulha. - O ódio, a ambição provocam a guerra destruidora!  - Depois senti no palpitar acelerado do coração e no meu espírito o eco duma voz suave que dizia: – No tempo, uma só Fé, um só Batismo, uma só Igreja, Santa, Católica, Apostólica: - Na eternidade, o Céu!