quinta-feira, 12 de julho de 2012

EL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA

 
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Siendo la santa Misa, el sol del mundo cristiano, el alma de la fe, el centro de la Religión católica, hacia el cual convergen todos los ritos, todas las ceremonias y todos los Sacramentos; en una palabra, el compendio de todo lo bueno, de todo lo bello que hay en nuestra religión.Por esta razón me es sumamente necesario, que por medio este escrito expongamos todo lo que enseña la Santa Iglesia Católica en lo referente al santo sacrificio de la Misa.por analizar primero la naturaleza de este santo sacrificio:La Misa es el sacrificio de la Nueva ley, en el cual se renueva, bajo las especies de pan y vino, el sacrificio de la Cruz para aplicarnos sus méritos.El sacrificio de la Misa fue instituido en la última Cena, cuando Cristo convirtió el pan y el vino en su cuerpo y sangre, ordenando a los Apóstoles que hicieran otro tanto en su memoria.El hecho de que los Apóstoles celebraban la Santa Misa se desprende de estas palabras de S. Pablo: “Tenemos un altar del cual no pueden comer los que sirven al tabernáculo”, es decir, los judíos (Hebreos, XIII, 10). De donde resulta que los cristianos tenían un altar, y en consecuencia un sacrificio, distinto del de los judíos, que no podían participar en él.También es importante considerar que el sacrificio de la Misa era necesario: a) para tener un perpetuo recuerdo del sacrificio de nuestra Redención; b) Para que mediante él se nos apliquen los méritos del sacrificio de la Cruz.“Los efectos de la Pasión de Cristo para todo el mundo, la Eucaristía los debe realizar para cada individuo”, dice S. Tomás. De modo que en la Misa aplican a cada hombre los méritos que Cristo adquirió en la Cruz para la humanidad en general.Las principales diferencias entre la Eucaristía como sacramento y como sacrificio son: a)La Eucaristía como Sacramento ha sido instituida para el alimento de nuestras almas; como sacrificio, para darle a Dios la gloria y reparación debidas; b)como sacramento es permanente; como sacrificio es una acción transitoria; c)como sacramento, exige una sola especie (sólo la hostia se nos da en la comunión y se guarda en el sagrario); como sacrificio exige ambas especies.Ahora veremos como la Santa Misa es un Verdadero Sacrificio.
El sacrificio de la Misa fue anunciado por el profeta Malaquías con estás palabras: “No está mi voluntad con vosotros, dice el Señor de los ejércitos (dirigiéndose al pueblo judío), ni recibiré sacrificio de mano vuestra. Desde donde nace el sol hasta el ocaso, grande es mi nombre entre las gentes, y en todo lugar se sacrifica y se ofrece a mi nombre una hostia pura”. (M. I, 10).

Esta profecía se refiere a la Misa. En efecto: a) no se trata de los sacrificios de la Ley Mosaica, puesto que Dios los desecha: “No está mi voluntad con vosotros, ni recibiré sacrificio alguno de vuestra mano”. b) Tampoco de los sacrificios gentiles, puesto que habla de “ofrenda pura”. c)Ni del sacrificio de la Cruz, pues éste verificó en un solo lugar; y el profetizado se verificará “en todo lugar, desde donde nace el sol hasta el ocaso”. d) Se trata pues de la Santa Misa, en la cual se ofrece y sacrifica a Dios en todos los lugares del mundo una ofrenda pura y sin mancha.
Encontramos en la santa Misa los elementos esenciales al sacrificio: a)Ofrenda de una cosa sensible: a saber el cuerpo y la sangre de Cristo hechos sensibles bajo las especies del pan y el vino. b)Ministro legítimo. El principal es Jesucristo; sólo él puede decir: “Este es mi cuerpo, esta es mi sangre”. El sacerdote es el ministro secundario que hace visiblemente sus veces.
c)Inmolación. Cristo se inmola en la Misa místicamente, en cuanto se presenta con carácter de víctima. d)En honor de Dios. Porque la Misa es un acto de latría para rendir al Altísimo homenaje de adoración.
Esta inmolación de Cristo en la Misa es mística, pues El no puede ya padecer ni morir en realidad; y consiste: a) en que se presenta como víctima inmolada; b) en que aparece en estado de muerte; c) en que la víctima se consume.
1.- Se presenta: a) como víctima, porque se nos muestra en estado de profunda humillación, muy distinto de su gloria en el cielo; b) como víctima inmolada, porque aunque no sufra en la Eucaristía muerte real, sí evoca y reproduce su inmolación de antes.
2.- Aparece en estado de muerte mística porque su cuerpo aparece místicamente separado de su sangre, ya que en fuerza de las palabras de la consagración, sólo su cuerpo está presente en la Hostia, y sólo su sangre en el cáliz consagrado.
En la Misa hay dos consagraciones diferentes; y hay separación entre las dos especies. Y tiene tanta importancia la representación sacramental de la muerte de Cristo por esta separación mística entre su Cuerpo y su Sangre, que la Iglesia nunca permite la consagración de una sola especie.
3.- La víctima se consume, porque la santa comunión pone fin a la existencia sacramental de Cristo.
Ya hemos visto en efecto que Jesucristo deja de existir sacramentalmente, esto es, que desaparece su cuerpo, al consumirse las especies.
Ahora veremos porque la santa Misa es el Mismo que el sacrificio de la Cruz.
La Misa no es una simple representación, sino que es una renovación del sacrificio de la Cruz.
El Concilio de Trento enseña que el sacrificio de la Misa es esencialmente el mismo de la Cruz, aunque hay diferencias en el modo de ofrecerlo.
1.- Es esencialmente el mismo, porque en ambos: a) es una misma la víctima; b) uno mismo el sacrificador: Cristo en cuanto Hombre-Dios; c) unos mismos los fines: honrar y desagraviar a Dios.
2.- Las diferencias entre ambos sacrificios son tres principales: a) Cristo en la Cruz se ofreció de modo cruento, esto es, con derramamiento de sangre; en la Eucaristía de modo incruento; b) en la Cruz se ofreció visiblemente y por sí mismo; en la Misa invisiblemente y por manos del sacerdote; c) en la Cruz mereció en general por todos los hombres; en la Misa aplica a cada persona en particular los frutos de su muerte.
Miremos ahora la relación de la Misa y la ultima Cena.
Hay también una íntima relación entre la Misa y la última Cena, porque ésta fue la primera Misa, celebrada por el mismo Cristo; y porque las demás Misas no son sino el cumplimiento de las palabras que entonces pronunció: “Haced esto en mi memoria”. (S. Lucas, XXII, 19).
La consagración del pan y del vino hecha en la última Cena tuvo principalmente carácter de sacramento, porque lo que Cristo pretendió especialmente fue darse como alimento, pero tuvo también carácter de sacrificio. En efecto, si la víctima no fue inmolada en ese momento, sí fue ofrecida para ser inmolada en la Cruz. Esto se desprende claramente de las palabras de Cristo: “Este es mi cuerpo que será entregado por vosotros. Esta es mi Sangre que será derramada por vosotros”. (S. Lucas, XXII, 19 y 20). Se ve pues, que su Cuerpo y su Sangre tuvieron ya carácter de víctima inmolada; y por eso si la Misa es la renovación del Sacrificio de la Cruz, la última Cena fue la anticipación de él.
Los Fines de la Misa son: LATRÉUTICO, EUCARÍSTICO, PROPICIATORIO Y IMPETRATORIO.
FIN LATRÉUTICO. El fin principal de la Misa es dar a Dios la adoración y honra que le son debidas, reconociendo su infinita grandeza y poder; y nuestra nada y dependencia de El. Esta verdad debemos reconocerla exteriormente, y éste es el fin del Sacrificio. La destrucción de una cosa en honor de Dios equivale a reconocer su poder de vida y muerte sobre nosotros.
La Misa se ofrece a solo Dios, por ser acto de latría. El celebrarla en honor de María y de los Santos sólo indica que se le da gracias a Dios por los favores que les otorgó y se le piden otros nuevos por su intercesión.
La Misa llena de manera perfectísima este deber de adoración. En efecto, no es posible reconocer mejor la infinita grandeza de Dios, ni su dominio supremo, que por el sacrificio de la vida de un Hombre-Dios.
FIN EUCARÍSTICO. El fin eucarístico de la Misa consiste en que le da gracias a Dios por todos los beneficios de orden natural y sobrenatural que hemos recibido de El; Beneficios de orden natural: la vida, la salud, la inteligencia y demás facultades, el tiempo, etc., En el sobrenatural, la Encarnación, Redención, Eucaristía, gracia, perdón, sacramentos, derecho al cielo, fuera de muchas gracias y favores de orden personal.
La Misa realiza de una manera excelente el deber de agradecimiento, pues si los dones que recibimos de Dios son valiosísimos, el agradecimiento que Cristo le tributa en la Misa es infinito.
Unámonos con Cristo en la santa Misa para agradecerle a Dios todos sus favores. S. Agustín enseña que “El culto de Dios consiste principalmente en mostrarnos agradecidos con El”. Y S. Ireneo, que “La Misa nos libra de ser ingratos para con Dios”. En la Misa le rendimos igualmente a Dios un culto de alabanza digno de El, reconociendo en especial su poder, sabiduría y amor, que de modo tan patente lucen en la Eucaristía.
FIN PROPICIATORIO. La Misa es sacrificio propiciatorio en un doble sentido: en cuanto perdona el pecado, y en cuanto satisface la pena debida por él. Sabemos que la Misa perdona los pecados por la enseñanza de Cristo y de la Iglesia; a) Cristo entregó el cáliz diciendo: “Esta es mi sangre que será derramada por la remisión de los pecados” (S. Mat., XXVI, 28). Y el Concilio de Trento enseña: “Aplacado el Señor por esta oblación, concediendo la gracia y el don de la penitencia, perdona todos los pecados, por grandes que sean”; b)Muchos textos de la Escritura nos muestran la virtud purificadora de la sangre de Cristo. así dice S. Pablo: “La sangre de Cristo purifica nuestra conciencia”. Y S. Juan: “Cristo es propiciación por nuestros pecados”. (Hebreos, IX, 14; I Jn., II, 2). Remite también la Misa la pena del pecado, pues lo méritos de Cristo, que en ella se nos aplican, no tienen limitación.
El Concilio de Trento enseña: “La Misa se ofrece por vivos y difuntos para perdón y satisfacción de sus pecados”. A los vivos les perdona los pecados, excitando en ellos la contrición. A las benditas almas, no les puede perdonar los pecados pues ya pasó para ellas el tiempo de remisión, pero sí les perdona la pena temporal, disminuyendo el tiempo y los sufrimientos del purgatorio.
FIN IMPETRATORIO. La Misa tiene la eficacia para obtenernos gracias y favores, porque Cristo, que en ella se inmola; “es siempre escuchado en razón de su dignidad”, como dice S. Pablo. (Hebreos, V, 7). Si nos prometió que lo que pidiéramos en su nombre, nos lo concedería, mucho más lo que pidamos en unión de su sacrificio. Este poder de la Misa es general; y para obtener gracias particulares, debemos especificarlas.
Sobre la Excelencia de la Santa Misa.
La excelencia de la Misa deriva de que es una renovación de la última Cena y del sacrificio de la Cruz. Esta sola consideración nos prueba que no puede haber nada más grande, más santo y más sublime; y a movernos a oírla con sumo respeto y piedad.
Debemos meditar con frecuencia estas palabras del Concilio de Trento: “Necesariamente confesamos que ninguna otra cosa puede haber para el cristiano tan santa, ni tan divina como este tremendo misterio, en que todos los días se ofrece a Dios en su sacrificio por los sacerdotes en el altar aquella hostia vivificante por la que fuimos reconciliados con Dios Padre”.ler...